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domingo, 24 de junio de 2018

Analizando (científicamente) a Freud

La teoría del psicoanálisis revolucionó las mentes del siglo XX. Pero la obra del neurólogo austríaco no está exenta de lagunas. Su trabajo no se guiaba por el método científico. La psicología no son solo emociones.

No hay duda de que la obra de Sigmund Freud (1856-1939) ha sido un referente en la historia cultural del siglo XX. Sus ideas sobre sexualidad, religión, la mente humana y el psicoanálisis han influido en movimientos artísticos desde el surrealismo hasta el cine, donde encontramos referencias a su obra en directores tan opuestos como Alfred Hitchcock y Woody Allen. Freud también ha sido un referente para movimientos sociales tan importantes como el feminismo y para muchas corrientes filosóficas. Sin embargo, su aportación real a la ciencia, a la psicología o a la neurobiología es más controvertida.

El primer problema que encontramos en la obra del fundador del psicoanálisis es que su trabajo no se guiaba por el método científico, según el cual las hipótesis se confirman o se descartan en base a la experimentación. La mayoría de sus teorías se sustentan en sus observaciones, elucubraciones o especulaciones que directamente se dan por buenas sin someterlas a ningún ensayo o control. Hay que decir en su descargo que plantear experimentos en psicología es muy difícil, y en su época no existían muchas de las herramientas con las que contamos ahora.

El problema es que cuando las técnicas han estado disponibles, la mayoría de sus afirmaciones no han superado el escrutinio. El psicólogo experimental H.J. Eysenck lo resumía diciendo que en la obra de Freud lo que es cierto no es nuevo, y lo que es nuevo no es cierto. Tampoco ayuda el hecho de que el neurólogo tendía a exagerar sus propios logros y que la realidad histórica no siempre coincide con lo que él dejó escrito. Un ejemplo es el ensayo sobre la histeria escrito por el doctor Josef Breuer, mentor de Freud, en colaboración con su afamado alumno. En dicho informe se analiza el caso de la paciente Anna O., diagnosticada con esta enfermedad. Ambos desarrollaron una nueva terapia para solucionar su enfermedad, asumiendo que el problema estaba en el subconsciente. Fue un aparente éxito. La realidad es que Bertha Pappenheim (el nombre real de Anna O.), pasó mucho tiempo en hospitales psiquiátricos tras su presunta recuperación, lo que no le impidió convertirse en una de las figuras más destacadas del feminismo.

Hoy día la mayoría de expertos coinciden en que posiblemente sufriera una epilepsia del lóbulo temporal. Tampoco ayuda que la mayoría de los seguidores de Freud no trataron de hacer un análisis crítico de su obra y separar el grano de la paja, sino que agrandaron la brecha entre el psicoanálisis y el método científico. Sólo hay que ver cómo acabaron algunos: el célebre psicólogo suizo Carl Gustav Jung acabó hablando de ovnis, la obra de Jacques Lacan fue tildada de charlatanería y Wilhelm Reich acabó construyendo máquinas para acumular una inexistente energía llamada orgon y manteniendo una surrealista correspondencia con Einstein.

Tampoco se puede decir que Freud tuviera excesivo acierto o intuición a la hora de abordar los problemas psicológicos. Muchas de las interpretaciones que dio han resultado ser erróneas. Para él todo dependía de deseos y emociones, muchas de ellas subconscientes o reprimidas. Pero esto no necesariamente es cierto. Percibir el latido del corazón no significa que estemos enamorados, sino que es un reflejo de la realidad física de que este músculo bombea sangre. El cerebro también es un órgano físico, y como tal, muchos de los fenómenos que Freud interpretaba como fruto del subconsciente tienen en realidad una interpretación en su propio funcionamiento. El desarrollo del psicoanálisis y la premisa de que la mayoría de problemas psicológicos podían solucionarse con una terapia psicoanalítica ha supuesto un retraso de décadas en la investigación del cerebro y en el desarrollo de fármacos o tratamientos que pueden ser más útiles que interminables sesiones de terapia. De la misma manera que nadie atribuiría un infarto o una dolencia cardiaca a un desengaño sentimental, detrás de una depresión, una adicción o un trastorno bipolar no tiene por qué haber ningún sentimiento o trauma infantil, sino un problema en la síntesis de neurotransmisores o de exceso de ellos, para el que puede ser más efectivo una pastilla de litio que cientos de horas de charla en el diván.

¿Los sueños son interpretables (o no)?
Freud dedicó un libro de 800 páginas a la interpretación de los sueños. Para el neurólogo, estas proyecciones tenían la función de mantener al sujeto dormido y se podían interpretar como la realización de deseos no cumplidos en la vigilia. Si en el sueño no queda claro cuál es el deseo, se debe a que este se reprime y se enmascara, pero Freud defiende que un psicoanalista puede descifrarlo. Hoy sabemos que solo soñamos durante la fase REM, que representa el 25% del tiempo total que pasamos en la cama. Si Freud estuviera en lo cierto, pasamos un 75% de sueño “desprotegido”. La función de la fase REM es esencial para el organismo y se relaciona con procesos de regulación de la temperatura y de hormonas como la citocinas y el GABA, que influyen en el sistema nervioso. Según la neurobiología, la extrañeza de los sueños se debe a la activación del cerebro sin ningún estímulo externo, por lo que no tiene ningún significado oculto ni interpretable. De todas formas, usted mismo puede hacer la prueba. Cuando tenga un sueño extraño vaya a tres psicoanalistas diferentes para que lo interpreten. Luego compare si las teorías coinciden. ¿Imagina que le pasara lo mismo con una radiografía y la consulta de tres traumatólogos distintos?

https://elpais.com/elpais/2018/04/20/eps/1524243016_705830.html

sábado, 24 de marzo de 2018

San Woody Allen

Hay quienes tachan de caza de brujas las acusaciones contra el director por abusos sexuales, pero el caso dista de estar claro: encierra datos inquietantes.

LLEVO SEMANAS asistiendo con asombro creciente a la beatificación de Woody Allen. Lo veo levitar ante mis ojos rumbo al cielo aupado por diversos columnistas y comentaristas. Salvo alguna excepción, en la mayoría de estos alegatos se dan dos curiosas circunstancias: por un lado, una enérgica, escandalizada denuncia de la caza de brujas del movimiento MeToo, que según ellos llega a ser tan dogmático que está torturando al pobre Allen sin ninguna prueba; y por el otro, una sesgada ignorancia sobre las circunstancias de este caso. Lo cual me preocupa, porque veo a colegas admirados e incluso queridos llegar en este tema a un nivel de simplificación que no suelen manifestar en otros asuntos.

De entrada, sorprende que todos estén tan convencidos de la inocencia de Woody Allen, porque el tema es un maldito y envenenado pantano: yo, desde luego, no estoy segura de nada. Algunos afirman que Allen fue declarado no culpable, lo cual es un error: no hubo ninguna declaración porque no hubo juicio. El examen médico de la niña Dylan, que tenía siete años, resultó negativo (claro que unos tocamientos, esa fue la acusación, no dejan huella); además, un informe del hospital Yale-New Haven, encargado por el fiscal del Estado Frank Maco, concluye que el vídeo en el que la niña habla de los abusos está editado y manipulado, y que o bien Dylan se inventaba todo, o bien se lo había sugerido la madre. Debo recordar que el proceso tuvo lugar en medio de la trifulca de la separación de Allen y Farrow a consecuencia de la relación de él con una hija adoptiva de Mia. Total, que el juez Elliot Wilk no encontró pruebas concluyentes y cerró el caso.

Hasta aquí todo parece muy sencillo. Pero empecemos con el lío. Resulta que el informe Yale-New Haven está firmado por dos asistentes sociales y por un pediatra que era el jefe del equipo, pero que jamás vio a Dylan. Todas las notas de la investigación fueron destruidas antes de presentar el informe, algo muy anómalo; los asistentes sociales se negaron a declarar ante el juez y el único testimonio fue el del pediatra. Por todas estas razones, el estudio no fue considerado fiable ni por el fiscal que lo había encargado ni por el juez, que dijo: “Es un informe sanitized [desinfectado, retocado] y por lo tanto menos creíble”. En cuanto al fiscal Maco, declaró que no había continuado con el caso por la fragilidad de la niña víctima, aunque había causa probable para presentar cargos contra Allen (el cineasta le puso una denuncia disciplinar por estas palabras y perdió). Además, y aunque no hubo nunca un juicio por los supuestos tocamientos, sí lo hubo por la custodia de los hijos de Allen; y Elliot Wilk, el mismo juez que archivó los abusos, dijo en esa sentencia cosas como: “No hay evidencia creíble que soporte la alegación del señor Allen de que la señora Farrow manipuló a Dylan” o “Probablemente nunca sabremos lo que sucedió aquel 4 de agosto de 1999 (…) [pero] la conducta del señor Allen hacia Dylan fue gravemente inapropiada y… deben tomarse medidas para proteger a la niña” (el texto íntegro de la sentencia está en Internet). Farrow obtuvo la custodia y el juez denegó las visitas de Woody a Dylan. Allen presentó dos apelaciones contra la sentencia, que también perdió, y tuvo que pagarle a Mia un millón de dólares por los gastos legales.

Aún queda muchísima basura por contar, pero no me cabe en este artículo. Más indicios que acusan tanto a Woody como a Mia, intentos cruzados de desacreditar a los partidarios de ambas facciones… La miseria habitual entre dos personas chifladas que se odian. En fin, yo no escribo este texto para demostrar que Allen es culpable (en la duda, yo me inclino más hacia su culpabilidad, pero esto es irrelevante), sino para probar que el caso dista mucho de estar claro y que quienes le acusan no son unos dogmáticos y delirantes cazadores de brujas, sino que se basan en inquietantes datos. Aunque lo peor es intuir, a la luz de este escándalo, la facilidad con la que la inercia social nos hace apoyar automáticamente al personaje de poder y no prestar la suficiente atención a las denuncias de los niños por abuso o incesto.

https://elpais.com/elpais/2018/03/12/eps/1520852702_012867.html

sábado, 3 de septiembre de 2016

Kristen o Nerón. El amor, según la nueva película de Woody Allen 'Café Society', siempre te deja insatisfecho.


Los actores Jesse Eisenberg y Kristen Stewart en un fotograma de la película 'Café Society'.
El amor, según la nueva película de  Woody Allen, Café Society, siempre te deja insatisfecho. Kristen Stewart divide su corazón entre  Jesse Eisenberg —ese chico soñador con ganas de comerse el mundo— y Steve Carell —ese señor maduro que ya se lo comió—. La cuestión no es solo amorosa: es existencial. Con el primero, la Kristen idealista desprecia los oropeles de Hollywood y aspira a una vida diferente. Con el segundo, en cambio, se convierte en una señorona fascinada con los cotilleos de la industria. Decidir a quién amas es decidir quién eres.


Este año, Ciudadanos ha escenificado su triángulo amoroso político ¿El PSOE o el PP? ¿O vivir con uno soñando con el otro? Una parte de sí misma quedará siempre desterrada en la bancada opuesta, mirándola con el ceño fruncido e ignorándola por los pasillos, a pesar de todo lo que han vivido juntos. Como Kristen... ¿O no?

No. En realidad, Ciudadanos besa por supervivencia: si hay investidura, se queda con la llave de la mayoría. Si surge un pacto alternativo, siempre se puede apuntar. Y si se repiten elecciones, se presentará como el partido del acuerdo entre tanto intransigente. Un año en campaña le ha robado la inocencia. Ahora ama para destruir lo que ama.

En estos días, la ciudad alemana de Tréveris alberga la espectacular exposición Nerón: emperador, artista y tirano, que cuenta una historia romántica encantadora: la madre de NerónAgripina, no aprobaba a la novia de su niño. Sentía celos, porque ella misma había sido amante de su hijo. Para resolver el triángulo, Nerón la mandó asesinar. No sabemos si se la cargó por madre pesada o por exnovia incómoda. En todo caso, la mató por amor.

Hijo y a la vez pareja de los viejos partidos, Ciudadanos parece amar como Kristen Stewart. Pero lo hace como Nerón.


http://elpais.com/elpais/2016/08/30/estilo/1472569922_667458.html

viernes, 14 de febrero de 2014

Día de San Valentín

"El amor es la emoción más compleja. Los seres humanos son imprevisibles. No hay lógica en sus emociones. Donde no hay lógica no hay pensamiento racional. Y donde no hay pensamiento racional, puede haber mucho romance, pero mucho sufrimiento”. De la película "Alice", dirigida por Woody Allen.