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jueves, 11 de junio de 2020

Manolis Glezos, el último partisano de Europa. Hansgeorg Hermann 24/05/2020

El 31 de mayo se cumplirán 79 años de un acto heroico de dos miembros de la resistencia griega a la ocupación nazi que los elevó a la categoría de “héroes del pueblo”. 
El pasado mes de marzo murió el último de ellos, luchador antifascista y anticapitalista hasta el último día. SP

Dos escenas son significativas de la en ocasiones impetuosa vida del griego Manolis Glezos. La primera se desarrolla entre sombras. En la noche del 31 de mayo de 1941, por entonces un estudiante con 19 años, trepó la “roca sagrada” de la Acrópolis junto con su amigo Apóstolos Santas, conocido por “Lakis”, pocos meses mayor que él, y arrancaron la bandera de la esvástica, plantada allí por los soldados del ejército alemán un mes antes, el 27 de abril de 1941. En su lugar izaron la bandera nacional griega, escapando sin ser descubiertos.

La segunda escena ha sido mil veces filmada, fotografiada y publicada. Se puede ver a “Manolis”, como así se le conocía en todo el país 70 años más tarde, y a su viejo amigo Mikis Theodorakis el 12 de febrero de 2012, en medio de una furiosa multitud en la Plaza Sintagma de Atenas ante el Parlamento griego. Manolis empuja a Mikis, tres años más “joven”, en la silla de ruedas. Ambos protestaban junto con miles de personas contra las políticas de austeridad aplicadas por la comisión europea a instancias de los alemanes, llevando al país a los límites del colapso social y económico.

Los alemanes y Manolis Glezos...
Nacido en septiembre de 1922 en el pueblo de Apeiranthos, en la cíclada Naxos, dedicó su larga vida ante todo, como político municipal, nacional y europeo, a la lucha por la reparación económica para su país, los griegos y sus familias, exigiéndola a los diferentes gobiernos que se sucedían en Bonn y Berlín.

El historiador austro-griego y profesor de universidad Hagen Fleischer describía estos días cómo de importante y sin embargo exasperante parecía resultarle en el fin de sus días la resistencia contra la gran potencia del norte -antes militar, después económica-, a aquel hombre elevado a “héroe del pueblo” aquella noche de mayo de 1941:

“En la primavera de 1944 los invasores arrestaron, torturaron y ejecutaron al hermano menor de Manolis, Nikos, quien también había destacado en la resistencia. Manolis recibió veinte años más tarde una “compensación” dentro del marco de los acuerdos globales greco-alemanes de 18 de marzo de 1960, concedida a los griegos perseguidos, o a sus familiares supervivientes, por “motivo de raza, religión o ideología”. Los 115 millones finalmente acordados entre Bonn y Atenas, fueron divididos entre un total de 96.880 “beneficiarios” reconocidos, dependiendo de los daños sufridos. Con el dinero recibido por su hermano asesinado, Manolis colocó la primera piedra para una Biblioteca de la Memoria en su Naxos natal.”

Estaba claro para Glezos, y ello alimentó su indignación, que la ridícula suma que había sido arrancada a los alemanes después de años de disputas una vez finalizada la guerra, solo representaba una pequeña parte de lo que la Wehrmacht y sus comandantes fascistas habían destruido y robado a los griegos. El “último partisano de Europa” fue descendiente de un guerrillero cretense de Sfakiá, en el sudoeste de la isla, quien el siglo anterior había liderado una interminable guerra de guerrillas contra la fuerza de ocupación otomana. Como parlamentario ateniense y diputado europeo, Glezos exigió tenazmente “la liquidación de las deudas alemanas.”

Con este término genérico clasificó "no sólo los llamados ‘préstamos de ocupación’, que se recaudaron mensualmente de 1942 a 1944 y fueron reconocidos histórica y moralmente -con la excepción del gobierno federal- en todo el mundo, sino que incluso fueron reconocidos y registrados en la correspondencia de guerra del Ministerio de Asuntos Exteriores nazi como 'deuda del Reich con Grecia'", dice el historiador Fleischer. Glezos también exigió una suma de hasta 270 mil millones de euros, como calculó para JW en su casa de Atenas hace ocho años. "Un montón de dinero", como bien dijo, "con el que podemos devolver lo que supuestamente debemos al capital financiero". No le sorprendió que ni en Bonn ni en la "República de Berlín", posteriormente constituida como una dura potencia hegemónica europea, respondieran a sus cartas y solicitudes.

Conocía la arrogancia de la clase dirigente de su país. A lo largo de su vida política, había luchado contra los oligarcas como comunista y socialista, más recientemente en la dirección de Syriza y después en su escisión de izquierdas Laïki Enotita (Unidad Popular). No más de diez a quince familias, como él y Theodorakis sabían, formaban la élite histórica que tan bien se llevaban con los industriales y los propietarios de capital alemanes. Manolis Glezos, el partisano, filántropo, escritor y ex editor jefe del periódico Rizospastis del KKE, dejó de luchar el pasado lunes 30 de marzo a la edad de 97 años. Su ataúd seguramente habría sido seguido por cientos de miles de griegos si no hubiera muerto en medio del confinamiento debido al coronavirus. Quedan para la posteridad las palabras de su amigo Mikis: "Manolis rompió la esvástica y se envolvió en la bandera griega. Él y nuestro pueblo son uno, símbolo eterno de la libertad".

Hansgeorg Hermann escritor y periodista cultural, ha escrito la biografía de Mikis Theodorakis.

Fuente:
https://www.jungewelt.de/2020/04-04/index.php

Traducción: Jaume Raventós

domingo, 5 de abril de 2020

Manolis Glezos, héroe de la resistencia griega

Estandarte de la izquierda helena, labró su leyenda al arriar la bandera con la esvástica de la Acrópolis durante la ocupación nazi de Atenas

La noche del 30 al 31 de mayo de 1941, dos chavales treparon a la entrada de la Acrópolis, donde ondeaba la bandera con la esvástica desde que, apenas un mes antes, las tropas nazis entraran en Atenas. Apóstolos Lakis Santas, de 19 años, y Manolis Glezos, de 18 años, arriaron la enseña y desaparecieron en la oscuridad, mientras daban a luz una leyenda. Lakis Santas murió en 2011 y Glezos, estandarte de la izquierda griega, soltó amarras a los 98 años este lunes, en Atenas, de una insuficiencia cardiaca.

Corrían los duros años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Grecia era un bocado apetitoso en disputa entre las fuerzas del Eje y el Tercer Reich. La ocupación nazi (1941-1944) desencadenó uno de los periodos más negros de la historia reciente del país: las matanzas de civiles en Dístomo o Kalávryta; una hambruna que mató a cientos de miles de personas; ejecuciones sumarias, como la del hermano menor de Glezos. Más tarde, una guerra civil (1946-1949) que hizo jirones a la izquierda griega. Desde el primer día de la ocupación, como un resistente y fecundo sarmiento, el combatiente Glezos encarnó entre la escombrera de siglas la llama de la resistencia, así como el compromiso sin componendas. A un superviviente como él no le dolieron prendas en romper con Syriza, formación de la que fue diputado (2012) y europarlamentario (2014), cuando la izquierda gobernaba por primera vez el país, tras el vergonzante rescate que Alexis Tsipras se vio obligado a aceptar en 2015.

Como otro gran titán, el compositor Mikis Theodorakis –compañero de viaje y de protestas–, las de Glezos fueron verdades del barquero: incluso dentro de Syriza se asumían por pertinentes sus tirones de orejas, mientras seguían acudiendo a él como quien va de romería a un santo laico. Numerosos dirigentes del partido, así como de la conservadora Nueva Democracia, en el poder, glosaron este lunes su figura como “símbolo de la nación”. El Gobierno anunció también que su sepelio será sufragado con fondos públicos.

El que el general De Gaulle llamó en su día “el primer resistente de Europa” ha muerto como vivió, peleón hasta el punto de batirse el cobre en primera fila, tragando gases lacrimógenos como cualquiera, en las infinitas protestas antiausteridad en Atenas. Glezos nunca dejó de reclamar a Berlín las compensaciones de guerra por la ocupación nazi, lo que no impidió que durante una ceremonia en memoria de las víctimas de la invasión, en 2017, auxiliara al embajador alemán en Grecia, abucheado por los asistentes, arguyendo que los hijos de los criminales no deben pagar por los delitos de sus padres.

Originario de Apírazos, un hermoso pueblecito de la isla de Naxos del que también fue alcalde, Glezos se trasladó a Atenas de pequeño con su familia. Y como Grecia era pobre, con una pobreza mansa, limpia y honesta como gusta recordar el escritor Petros Márkaris, hizo de todo para sobrevivir: fue mancebo en una farmacia, estudiante frustrado por la guerra, periodista amateur, escritor, poeta, librero. Y político sobre todas las cosas, con ese aspecto de viejo lobo de mar, una sonrisa inmarcesible bajo la fronda del bigote, y su pelambrera blanca como un golpe de luz entre la marea de claveles rojos que cada noviembre conmemoran la masacre del Politécnico de Atenas de 1973, que precipitó el fin de la dictadura de los coroneles.

En la hoja de servicios a la siempre menguada izquierda griega, Glezos apuntó torturas, dos condenas a muerte, 16 años de cárcel y periodos de destierro y extrañamiento en las islas-prisión del Egeo. La movilización internacional, con De Gaulle, los escritores Albert Camus y Jean Paul Sartre y el pintor Pablo Picasso a la cabeza, le sacó en dos ocasiones del atolladero.

En una de sus últimas entrevistas, Glezos rememoraba la hazaña que protagonizaron él y su amigo Lakis en 1941. “Me preguntan siempre por la bandera, pero el principal recuerdo que tengo de esa noche es mi madre. Cuando llegué a casa, pasada la medianoche, la vi esperándome en la escalera. Me cogió de la oreja, me llevó a la cocina y en voz muy baja, para no despertar al resto de la familia, me preguntó dónde había estado. Entonces yo abrí la bolsita que llevaba y le enseñé un trozo de la esvástica que había recortado. Me abrazó, me besó y me dijo: ‘Vete a dormir’. A la mañana siguiente, mi padrastro le preguntó dónde me había metido la víspera. Mi madre respondió: ‘Subió a la terraza a ver la Acrópolis’. Es el recuerdo más conmovedor que tengo [de aquella noche], el de mi madre”.

https://elpais.com/internacional/2020-03-30/manolis-glezos-heroe-de-la-resistencia-griega.html

https://www.sinpermiso.info/textos/adios-al-rebelde-manolis-glezos-primer-partisano-de-europa