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lunes, 25 de marzo de 2024

¿Cuál era la idea de felicidad de los aztecas y qué podemos aprender de ella?

Una figura azteca.

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Los aztecas elaboraron su propia ética de las virtudes, diferente a la de filósofos como Aristóteles o Confucio


Había filósofos y sofistas, educación formal para enseñar valores e ideas profundas sobre la vida, todo lo cual fue plasmado en tratados, exhortaciones y diálogos.

No se trata de la antigua Grecia, sino del imperio azteca.

Entre los siglos XV y principios del XVI, los aztecas montaron un imperio con una cultura de gran riqueza filosófica en lo que hoy es el centro y sur de México.

"Tenemos muchos volúmenes de sus textos grabados en su lenguaje nativo, el náhuatl", escribió Lynn Sebastian Purcell, profesor asociado de filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY) en Cortland, EE.UU., en un artículo publicado hace unos años en la revista de divulgación científica Aeon.

"Si bien pocos de los libros pre coloniales de tipo jeroglífico sobrevivieron a las quemas españolas, nuestras principales fuentes de conocimiento derivan de los registros realizados por los sacerdotes católicos hasta principios del siglo XVII", agregó.

Purcell ha investigado extensamente la filosofía y ética antiguas, en particular las de América Latina y los aztecas.

"Encuentro fascinante que los nahuas (aztecas) fueran otra cultura pre moderna con una ética de las virtudes, aunque bastante diferente a la de Aristóteles y Confucio", contó a la Asociación Estadounidense de Filosofía (APA, por su siglas en inglés) en una entrevista de 2017.

Sin embargo, también reconoció que le resultaba atractivo ahondar en un campo en el que, a lo largo de todos estos siglos, la academia había dejado un "evidente vacío".

Incluso agregó que los dos grandes estudiosos de la filosofía azteca, el antropólogo mexicano Miguel León-Portilla y el filósofo estadounidense James Maffie, hicieron un gran trabajo en analizar su metafísica, pero no su ética.

La buena vida

El famoso Códice Florentino, una recopilación de conocimientos de los aztecas realizada por el misionero franciscano español Bernardino de Sahagún, reproduce el discurso de un rey antes de asumir su puesto.

Una página del famoso Códice Florentino.

Una página del famoso Códice Florentino.

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Una página del famoso Códice Florentino, recopilación hecha por el misionero franciscano español Bernardino de Sahagún.

Allí habla de cómo vive un hombre "venerado": es "defensor y sustentador", dice, "como el árbol de ciprés, en el cual las personas se refugian".

Pero ese mismo hombre también "llora y se aflige". El rey entonces se pregunta: "¿Hay alguien que no desee la felicidad?".

El texto, según Purcell, muestra una de las mayores diferencias entre la filosofía de la antigua Grecia y la del imperio azteca.

"Los aztecas no creían que hubiese ningún vínculo conceptual entre llevar la mejor vida que podamos por un lado, y experimentar placer o 'felicidad' por el otro", escribió.

Es decir, para ellos tener una buena vida y ser feliz no estaban asociados, algo que puede resultar extraño dada la tradición filosófica de Occidente.

Tierra resbaladiza

En un artículo premiado por la APA como mejor ensayo sobre América Latina de 2016, Purcell explicó que esta disociación tiene su raíz en un problema existencial descrito por los filósofos o tlamatinime.

Existe un refrán azteca que resume este problema y que podría traducirse como "resbaladiza, escurridiza es la tierra".

Un dibujo de Tenochtitlán.

Un dibujo de Tenochtitlán.

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Tenochtitlán era la capital del imperio azteca y se encontraba en donde hoy está Ciudad de México.

"Lo que querían decir es que, a pesar de tener las mejores intenciones, nuestra vida en la tierra es una en la que las personas son propensas al error, propensas al fracaso en sus objetivos y propensas a 'caer', como si estuvieran en el barro", detalló Purcell.

"Además, esta tierra es un lugar donde las alegrías solo llegan mezcladas con dolor y complicaciones".

Los aztecas creían que por más bueno, talentoso o inteligente que fueras, podrían pasarte cosas malas. O incluso podrías equivocarte, resbalarte y caer.

Por eso, antes que buscar deliberadamente una felicidad que, en el mejor de los casos, sería pasajera y azarosa, el objetivo para los aztecas era llevar una vida digna de ser vivida.

Cuatro niveles

Para definir lo que es una vida que valga la pena ser vivida, los aztecas usaban la palabra neltiliztli, que puede traducirse como "arraigada" o "enraizada".

Esta vida arraigada podía alcanzarse en cuatro niveles, escribió Purcell en un artículo también publicado en Aeon en 2016.

Un dibujo de aztecas trabajando.

Un dibujo de aztecas trabajando.

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La comunidad era de crucial importancia para los aztecas.

El primer nivel "comienza con el propio cuerpo, algo que a menudo se pasa por alto en la tradición europea, preocupada por la razón y la mente", afirmó el filósofo.

Para ello, los aztecas tenían un régimen de ejercicios diarios sorprendentemente similar al yoga.

El segundo nivel implica enraizarse con la psiquis propia, un concepto que igual no abarcaba solo la mente, sino también los sentimientos.

En tercer lugar estaba la comunidad, algo de crucial importancia para los aztecas.

A diferencia de Platón o Aristóteles, que planteaban una ética de las virtudes centrada en el individuo, esta civilización indígena ponía el eje en la sociedad.

Una vida digna de ser vivida no era posible sin lazos familiares, amigos y vecinos, esos que te ayudarán a levantarte tras las inevitables caídas en la tierra resbaladiza.

Por último estaba el arraigo a teotl, una deidad que no era otra cosa más que la naturaleza.

Es así que este cuarto nivel se lograba con los tres anteriores, pero componiendo filosofía poética se lograba aún más rápido.

Un hombre con un tocado de plumas. 
Un hombre con un tocado de plumas.

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Los conquistadores españoles pueden haber derrocado al imperio azteca, pero sus ideas todavía persisten 


 La decisión de Ulises

A veces, las ideas filosóficas de los aztecas son recibidas con cierto escepticismo.

Tanto es así que, en sus clases en SUNY, Purcell suele usar "La Odisea" de Homero para explicar por qué esta civilización indígena tenían razón en afirmar que la felicidad es un objetivo de vida equivocado.

En un pasaje del poema épico griego, el protagonista, Ulises, lleva siete años viviendo en una isla paradisíaca con la diosa Calipso.

La diosa, entonces, le plantea una disyuntiva: puede quedarse con ella y gozar de la inmortalidad y juventud eterna en la isla, o volver al mundo real, lleno de dolores y sacrificios, pero donde también habita su familia.

Ulises "decide aventurarse en aguas abiertas en un barco desvencijado en busca de su esposa y su hijo", recapituló Purcell en el artículo de la APA.

Es entonces que les pregunta a sus alumnos qué hubiesen elegido: "Nunca hubo nadie que estuviese en desacuerdo con Ulises" 

lunes, 5 de febrero de 2024

_- Qué pensaba Platón que tenía que tener una sociedad para ser exitosa

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Una escultura de Platón en Grecia

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El filósofo griego Platón fue uno de los pensadores más influyentes de la filosofía occidental. Todos tienen un papel que desempeñar en la ciudad platónica -desde los esclavos hasta los hombres libres- pero para que una sociedad funcione, sus estructuras tienen que ser jerárquicas y en la cima de todo siempre habrá un líder.

Platón (428 a.C- 347 a.C.), filósofo griego y uno de los pensadores más creativos e influyentes de la filosofía occidental, era conocido por sus escritos políticos y morales... y por ser un crítico acérrimo de las instituciones democráticas.

El Estado ideal, según Platón, se compone de tres clases. La estructura económica reposa en la clase de los comerciantes. La seguridad, en los soldados. Y el liderazgo político debe ser asumido por los filósofos-reyes.

Son estos últimos quienes han cultivado tanto la mente que son capaces de entender las ideas y, por lo tanto, toman las decisiones más sabias, al contrario de la masa.

Cuadro "La escuela de Atenas" de Rafael.

Cuadro "La escuela de Atenas" de Rafael

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Platón era discípulo de Sócrates.

“Tienen la capacidad racional y también, en opinión de Platón, tienen mucha experiencia y formación para lidiar con las cosas duras y complejas que suceden en el mundo. Piensa que estas son las personas más valiosas para el poder político”, dice a BBC Mundo Sara Monoson, catedrática y profesora de Pensamiento Clásico en la Universidad de Northwestern.

Según la visión platónica, a los filósofos-reyes no les interesa el poder por sí mismo -son honestos y serios- por eso se convierten en el estamento más confiable cuando se trata de esquivar los atractivos de la corrupción y eso hace que se les pueda confiar el mando.

Pensar esto en Atenas, la cuna de la democracia (dêmos "pueblo" y krateîn "gobernar") no estaba exento de polémica, pero como explica Monoson, Platón estaba particularmente preocupado por lo que consideraba la peligrosidad de la masa desinformada.

Para el filósofo, “sin educación filosófica, los ciudadanos son vulnerables a ser utilizados y manipulados por astutos demagogos”, dice la académica y añade:

“Tanto es así que Platón pensaba que los tiranos surgen de la masa. Es alguien que convence al resto de que tiene la solución a los problemas, pero que en el fondo, tan pronto como se afianza en el poder, se vuelve totalmente abusivo". 


 Parlamento alemán


Parlamento alemán

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Platón creía que los gobernantes actuarían desinteresada y virtuosamente. 


 En este contexto Platón se vuelve crítico con la democracia, dice Monoson, porque pensaba que era un sistema que no podía proteger a la gente.

Por eso, para evitar estos peligros y ser una sociedad armónica, se necesitan, según Platón, dos cosas, como explica Miquel Solans Blasco, doctor y profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra:

“Uno, una buena educación y dos, obviamente, buenos gobernantes”.

1. Educación

Para Platón la clase social de una persona viene determinada por la educación, que empieza en el nacimiento y continúa hasta que esa persona ha alcanzado el máximo grado de educación compatible con sus intereses y habilidades.

Son aquellos que completan todo el proceso educativo los que se sitúan en lo alto de la pirámide jerárquica, que según él debe tener una sociedad.

“Por buena educación, yo creo que él entiende una educación de tipo humanista. Es decir, lo que busca es fomentar en los alumnos o en los ciudadanos en su etapa joven la capacidad de pensar, de valorar el saber por sí mismo y no como algo instrumental. El saber tiene un valor comunitario que se basa en la capacidad de reflexionar críticamente”, dice Solans. 


 La portada del libro de Platón


La portada del libro de Platón

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En el libro "República", Platón habla de casi todo: justicia, naturaleza humana, educación, virtud. 


 “Para Platón es muy importante desarrollar la sensibilidad. Una sensibilidad moral que hace que los ciudadanos cultiven deseos nobles, elevados y por lo tanto que desarrollen un carácter cívico. Es decir, un modo de ser que les haga desear vivir en comunidad, tener intereses más allá de los propios, de la riqueza o del propio beneficio”, añade.

Coincide con él, la profesora de de Pensamiento Clásico de la Universidad de Northwestern.

"¿Qué resultado va a producir la práctica de todas esas virtudes que son tan valiosas? La respuesta es la moderación del poder por sí mismo, tanto en el alma humana como en las instituciones políticas", dice Monoson.

Gran parte de la obra del filósofo gira en torno a la necesidad de cultivar deseos elevados, integradores, que hagan a las personas capaces de convivir con otros y de compartir la búsqueda de la justicia en común.

Para alcanzar todo esto Platón propone maneras de hacerlo en la vida real. Una de ellas es la convivencia con personas mayores y por tanto, la admiración de caracteres más más maduros o desarrollados.

En sus escritos, el filósofo griego también habla mucho de ciertas educaciones prácticas que tienen que ver con el cultivo de las artes, la música o el baile, y sobre todo, la retórica. Materias muy valoradas en la antigua Grecia.

Bajorrelieve que muestra a la democracia coronando a Demos, el pueblo de Atenas. 336 a. C. (Museo Agora, Atenas, Grecia).


Bajorrelieve que muestra a la democracia coronando a Demos, el pueblo de Atenas. 336 a. C. (Museo Agora, Atenas, Grecia).

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Votar por un líder le parecía arriesgado pues los electores eran fácilmente influenciados por ca

Votar por un líder le parecía arriesgado pues los electores eran fácilmente influenciados por características irrelevantes, como la apariencia de los candidatos.

En el año 387 a.C. Platón fundó en Atenas la Academia, institución a menudo considerada como la primera universidad europea.

Ofrecía un amplio plan de estudios, que incluía materias como Astronomía, Biología, Matemáticas, Teoría Política y Filosofía. Aristóteles fue su alumno más destacado.

En realidad, el sistema educacional ideal de Platón está, ante todo, estructurado para producir filósofos-reyes.

2. Gobernantes

La otra cosa que necesita una sociedad para ser exitosa son buenos gobernantes.

Aborda esta temática en su libro más famoso de Platón, “República”, y también en su obra Gorgias, el más moderno de sus diálogos.

“Una sociedad para ser exitosa tiene que tener buenos gobernantes: capaces de deliberar, de buscar el bien común, de encontrar proyectos integradores, de superar las diferencias que aparecen en la sociedad”, afirma el profesor de la Universidad de Navarra.

Los gobernantes tienen que ser capaces de promover propuestas y un clima político con el que se puedan reconocer el mayor número posible de ciudadanos.

“Son responsables también de generar las condiciones para que haya un diálogo fructífero entre partes que piensan distintas”, dice Solans.

Platón rescata ideales políticos muy valiosos, que tienen que ver con la capacidad del diálogo cooperativo y con la calidad moral de sus gobernantes.

Bandera de Grecia.


Bandera de Grecia

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Platón quería al timón del Estado a filósofos especialmente entrenados, escogidos por su incorruptibilidad.

“Tiene que realizar discursos públicos que apelen a la razón o a la capacidad racional de los ciudadanos, que no los traten ni con condescendencia ni con un mero interés de halagar. Dar razones, interpelar a los ciudadanos, ser capaz de escuchar la respuesta.

“Y en este sentido, el buen gobernante tiene que generar un espacio de diálogo libre en el que sea posible la crítica y el enriquecimiento mutuo”, cuenta Solans.

Para Platón, la actividad política no se puede realizar más que dentro del ámbito de la moral.

"Él está diciendo que en una ciudad ideal tendrías un proceso educativo que produciría seres humanos con cualidades filosóficas que los haría dignos de confianza. Y por lo tanto podrías tener una autoridad política que usaría todos los recursos de la comunidad para construir esa felicidad y poner bien en el mundo por delante", dice Monoson.

¿Cómo se aplica esto en la actualidad?

Para el profesor de la Universidad de Navarra, la educación hoy día está en crisis.

“Sobre todo a nivel de qué significa o qué sentido tiene educar. Le damos una visión instrumental. Parece que educarnos significa prepararnos para las necesidades del mercado. Y creo que Platón reaccionaría a eso con un no rotundo. La educación nos tiene que preparar para las verdaderas necesidades humanas y cívicas, es decir, para vivir en comunidad”, dice.

Para él, Platón apoyaría esa idea de que la educación no puede tener un valor instrumental.

“La educación debe perseguir un fin más amplio, más integrador, que es la necesidad humana de desarrollar la propia sensibilidad, la propia racionalidad y la capacidad de convivir con otros”. 


 La muerte de Sócrates.


La muerte de Sócrates

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En la "República", el Sócrates imaginado por Platón señala que esa democracia, una "forma agradable de anarquía"

¿Y qué pasa con ese espacio de diálogo que debe crear un buen gobernante?

“Creo que muchas veces se habla de que uno persigue la justicia, el bien común, pero a la hora de defender esas ideas que uno interpreta como justas y como buenas para el bien común, las defiende atacando al oponente, caricaturizándolo, no escuchando cuáles son sus intereses legítimos, no dándole voz", dice Solans.

En este mundo polarizado donde todo el mundo tiene una opinión, Platón también tendría algo que decir, según el profesor:

“Nos esforzamos todos por construir un mundo justo, pero justo muchas veces significa justo según mis ideas concretas, según mi grupo de opinión”.

A juicio de Solans, aunque el mismo Platón reconoce que su ideal nunca fue plenamente realizado, “sí podemos ir gradualmente a la sociedad perfecta, sabiendo que nunca llegaremos a tenerla por completo. Porque somos seres imperfectos”.

https://www.bbc.com/mundo/articles/c3g28qqp5pyo

sábado, 29 de abril de 2023

Nunca lo sabremos todo.

Allí lejos hay muchas más galaxias de las que predicen los modelos evolutivos del cosmos, y son mucho más grandes y brillantes de lo que habíamos imaginado.

Los buscadores nos están dejando sin héroes ni villanos a los que atribuir las citas eruditas. Se te ocurre mirar Google y de pronto resulta que ni el teorema de Pitágoras era de Pitágoras, ni los cinco sólidos platónicos fueron descubiertos por Platón, ni Ockham tuvo jamás una navaja. No es que esto importe mucho, puesto que una historia mal atribuida o planamente falsa mantiene intacto su valor didáctico, aun cuando no haya ocurrido nunca. Una de estas leyendas cuenta que el físico británico William Thomson, más conocido como lord Kelvin, proclamó en 1900 que los grandes principios de la ciencia ya habían sido descubiertos y que solo quedaba precisar el sexto decimal de los cálculos. Kelvin nunca dijo eso, por supuesto, pero la cita se atribuye ahora a su colega Albert Michelson, lo que en realidad es todavía mejor, como verás si tienes un poco de paciencia.

El caso es que la frase que nunca dijo Kelvin se cita a menudo —yo mismo lo he hecho— para ilustrar el error garrafal de creer que el conocimiento ha llegado a su culminación. Ya lo sabemos todo, parece decirnos el falso Kelvin, abandonad toda esperanza de seguir investigando, la ciencia morirá conmigo. Pero el falso Kelvin ni había cerrado la boca cuando, entre 1900 y 1905, Max Planck y Albert Einstein descubrieron la mecánica cuántica y la relatividad, que son los dos cimientos de la física actual. Y lo cierto es que este cuento moral funciona con Michelson mucho mejor que con Kelvin, porque fueron justo los experimentos de Michelson y su colega Edward Morley los que indicaron que la velocidad de la luz es una constante fundamental de la naturaleza y pusieron en marcha la revolución de Einstein. La moraleja de la parábola sigue siendo la misma en cualquier caso: que nunca lo sabremos todo.

Muchos lectores habrán visto las imágenes espectaculares que ha obtenido el telescopio espacial James Webb (JWST en sus siglas en inglés) en sus primeros meses de trabajo. Este artefacto, un heredero muy aventajado del Hubble, ha sido diseñado a la Kelvin, con una sincera vocación de alcanzar el mismísimo confín del universo observable, que es tanto como decir el origen de todo lo que existe. Las estrellas y galaxias que ve el JWST están tan lejos que su luz ha tenido que viajar más de 10.000 millones de años para llegar a nosotros, y eso es una cifra cercana a la edad del universo (13.770 millones de años). Las primeras galaxias de aquel cosmos recién nacido están al alcance de este prodigio de la ingeniería, y los astrofísicos esperaban que tuvieran características juveniles, inmaduras, distintas de las actuales.

Pero no parece ser así. Allí lejos —o en aquellos tiempos remotos, que es lo mismo— hay muchas más galaxias de las que predicen los modelos evolutivos del cosmos, y son mucho más grandes y brillantes de lo que habíamos imaginado. Como no podemos tirar las galaxias, habrá que tirar los modelos. Si algún moderno Kelvin esperaba que el JWST fuera el último y definitivo telescopio espacial, ha vuelto a meter la pata.

Cuando oigo a un economista proclamar que nuestra actual estructura de mercado es la definitiva, me entra un ataque de risa.

lunes, 12 de diciembre de 2022

_- Qué características en común tienen los genios

_- Elon Musk, Virginia Woolf, Lady Gaga y Albert Einstein son ejemplos de genios del pasado y presente según el profesor Craig Wright, que enseña el "curso de genialidad" de Yale. 

A finales de la década de los años 20, un joven de clase trabajadora apodado Ritty pasaba la mayor parte de su tiempo jugando en su "laboratorio" en la casa de sus padres en Rockaway, Nueva York.

Su laboratorio era una vieja caja de embalaje de madera, equipada con estantes que contenían una batería de almacenamiento y un circuito eléctrico de bombillas, interruptores y resistencias.

Uno de los inventos del que estaba más orgulloso era una alarma antirrobo casera que lo alertaba cada vez que sus padres entraban en su habitación.

Usaba un microscopio para estudiar el mundo natural y, a veces, sacaba su equipo de química a la calle para realizar trucos para otros niños.

El expediente académico inicial de Ritty no tenía nada especial.

Tuvo problemas con las asignaturas de Literatura y con los idiomas extranjeros, pese a que, en una prueba de cociente intelectual realizada cuando era niño, según los informes, obtuvo un puntaje de alrededor de 125, que está por encima del promedio pero de ninguna manera es territorio de genio.

Sin embargo, ya de adolescente, mostró un don para las matemáticas y comenzó a aprender por sí mismo a partir de libros de texto elementales.

Al final de la escuela secundaria, Ritty alcanzó el primer lugar en una competencia anual de matemáticas en todo el estado.

El resto es historia.
Es probable que conozcas a Ritty como el físico ganador del Premio Nobel Richard Feynman, cuya nueva teoría de la electrodinámica cuántica revolucionó el estudio de las partículas subatómicas.

Miembros del Proyecto Manhattan FUENTE DE LA IMAGEN, SCIENCE PHOTO LIBRARY 

Como parte del Proyecto Manhattan, Feynman logró que el equipo de computadoras humanas funcionara a un ritmo inhumano.

Otros científicos encontraron que el funcionamiento de la mente de Feynman era insondable.

Para sus compañeros, parecía tener un talento casi sobrenatural, lo que llevó al matemático polaco-estadounidense Mark Kac a declarar en su autobiografía que Feynman no era solo un genio ordinario, sino "un mago del más alto calibre".

¿Puede la psicología moderna ayudarnos a descifrar esa magia y comprender de manera más general cómo se crea un genio?
Simplemente definir el término es un dolor de cabeza: no hay un criterio objetivo obvio.

Pero la mayoría de las definiciones identifican el genio con logros excepcionales en al menos una materia, con originalidad y estilo reconocidos por otros expertos en la misma disciplina y que pueden impulsar muchos más avances.

Identificar los orígenes del genio y los mejores medios para cultivarlo ha sido una tarea aún más difícil.

¿Es producto de una alta inteligencia general? ¿Curiosidad ilimitada? ¿Agallas y determinación? ¿O es la combinación afortunada de circunstancias afortunadas que son imposibles de recrear artificialmente?

La investigación sobre la vida de personas excepcionales, incluidos los estudios de ganadores del Premio Nobel como Richard Feynman, puede proporcionar algunas pistas.

Joven se toma la cabeza mientras resuelve un examen FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES 

Haber sacado malas calificaciones en matemática o lengua no tiene por qué determinar tu inteligencia.

Comencemos con el proyecto "Estudios Genéticos del Genio", un programa enormemente ambicioso dirigido por Lewis Terman, un psicólogo de la Escuela de Graduados en Educación de Stanford a principios del siglo XX.

Terman fue uno de los primeros pioneros de la prueba de coeficiente intelectual (CI), al traducir y adaptar una medida francesa de aptitud académica de los niños desarrollada a fines del siglo XIX.

Las preguntas analizaron una variedad de habilidades diferentes, como el vocabulario, las matemáticas y el razonamiento lógico, que, en conjunto, se asumió que representaban la capacidad de aprendizaje y el pensamiento abstracto de una persona.

Luego, Terman creó tablas de puntajes promedio para cada grupo de años, contra las cuales podía comparar los resultados de cualquier niño para identificar su edad mental.

Luego se calculó la puntuación de CI dividiendo la edad mental por la edad cronológica y multiplicando esta proporción por 100.

Una niña de 10 años que obtuvo la misma puntuación que el promedio de niños de 15 años tendría un cociente intelectual de 150, por ejemplo.

Un niño de 10 años que razona como un niño de nueve años tendría un cociente intelectual de 90.

Un examen de opciones multiples FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

Los gráficos de puntuaciones de CI parecían formar una "distribución normal", con forma de campana centrada en el puntaje promedio de 100 puntos, lo que significa que hay tantas personas que están por encima del promedio como por debajo, y los cocientes intelectuales en cualquiera de los extremos son increíblemente raros.
"No hay nada en un individuo tan importante como el cociente intelectual", declaró Terman en un artículo sobre el tema.
También predijo que la puntuación de un niño vaticinaría grandes logros en su vida.

Las termitas
A principios de la década de los años 20, Terman comenzó a buscar en las escuelas de California alumnos con un cociente intelectual de al menos 140, un puntaje que consideraba el umbral de la genialidad.
Más de 1.000 niños lo tenían y él y sus colegas pasarían las siete próximas décadas estudiándolos.
Muchas de estas "termitas", como se las conocía cariñosamente, tuvieron carreras exitosas.

Estaba Shelley Smith Mydans, por ejemplo, una reportera de guerra y novelista, y Jess Oppenheimer, un productor y escritor que se hizo famoso por su trabajo con la comediante Lucille Ball. (Ella lo llamó "el cerebro" detrás de su aclamada y exitosa serie I Love Lucy).

Para el momento de la muerte de Terman a fines de la década de 1950, más de 30 "termitas" habían ingresado en Who's Who in America, un libro de personas influyentes.

Y casi 80 había sido reconocido en un libro de referencia que describe a los científicos más destacados de los EE.UU., llamado American Men of Science.

(A pesar del nombre, las mujeres podían ser incluidas, aunque el nombre del libro no reflejó este hecho hasta la década de 1970).

Pintura retrato de Leonardo da Vinci. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

Leonardo da Vinci es considerado el genio por excelencia.

Sin embargo, cuando observa detenidamente los datos, estas estadísticas no ofrecen un fuerte apoyo a la idea de que las personas con un cociente intelectual alto están destinadas a la grandeza.
Es importante controlar los posibles factores de confusión, como las circunstancias socioeconómicas de las familias de las "termitas".
Los niños con padres educados y más recursos en el hogar tienden a obtener mejores puntajes en las pruebas de cociente intelectual, y este privilegio podría, a su vez, facilitar el éxito en el futuro.

Una vez que se tiene esto en cuenta, las "termitas" no se desempeñaron mucho más notablemente que cualquier niño de antecedentes similares.

Otros estudios analizaron las diferencias de cociente intelectual dentro del grupo de Terman para ver si los que obtuvieron los puntajes más altos tenían proporcionalmente más probabilidades de tener éxito que aquellos que solo habían logrado entrar.

No fue así.
Cuando David Henry Fieldman examinó las medidas de distinción profesional, como que un abogado sea nombrado juez o que un arquitecto gane un premio prestigioso, las personas con un cociente intelectual de más de 180 tuvieron solo un poco más de éxito que las que obtuvieron entre 30 y 40 puntos menos.

"Un alto cociente intelectual no parece indicar 'genio' en el sentido comúnmente entendido de la palabra", concluyó.

Es revelador que el estudio inicial de Terman había rechazado a dos niños californianos, William Shockley y Walter Alvarez, que ganaron premios Nobel de Física, mientras que ninguno de los niños que habían obtenido la calificación recibiría tal galardón.

Foto en blanco y negro de William Shockley en su laboratorio FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

William Shockley fue un inventor y matemático estadounidense que ganó el Nobel de Física.

Al crecer en Nueva York, Richard Feynman nunca habría tenido la oportunidad de participar en los "Estudios Genéticos del Genio", que tuvo lugar en California.

Pero incluso si hubiera estado viviendo cerca de Stanford, donde Terman tenía su sede, su supuesto cociente intelectual infantil de 125 habría significado que tampoco habría calificado.

Las historias de vida de las termitas no deberían socavar la utilidad del cociente intelectual como herramienta científica.

Aunque están lejos de ser perfectas, sabemos que las puntuaciones de CI están correlacionadas con el nivel educativo y los ingresos de la población.

Sin duda, ayudará a alguien a comprender conceptos abstractos que son importantes en muchas disciplinas, particularmente en matemáticas, ciencias, ingeniería o filosofía.

Pero cuando se trata de predecir los logros extraordinarios que podrían considerarse geniales, parece ser solo una pequeña parte de la imagen.

Una mente multifacética
Considere la capacidad de pensar originalmente y aportar algo de valor a su disciplina, un criterio bastante fundamental para el genio.

Las pruebas de inteligencia generalmente involucran preguntas que prueban el razonamiento verbal y no verbal y, a menudo, tienen una sola respuesta correcta.

Esto no parece captar algunos elementos importantes de la creatividad, como el pensamiento divergente, que es la capacidad de generar nuevas ideas.


Partitura de música FUENTE DE LA IMAGEN, IMAGES 

¿Compones música?
Para medir el logro creativo general, los psicólogos han desarrollado cuestionarios detallados que preguntan a las personas con qué frecuencia se involucran en diversas actividades creativas, como escribir obras literarias, componer música, diseñar edificios o proponer teorías científicas.

De manera crucial, se les pide que enumeren el reconocimiento de estos proyectos, si, por ejemplo, su trabajo alguna vez ha recibido un premio y si han atraído la cobertura de los medios.

Miles de participantes ahora han completado estos cuestionarios para múltiples estudios, y todos muestran que el cociente intelectual solo se correlaciona modestamente con las puntuaciones de los participantes en estas medidas.

No solo inteligencia
Dados estos hallazgos, parece probable que la inteligencia sea una condición necesaria, pero no suficiente, para los grandes logros creativos.

Si tiene una puntuación de cociente intelectual más alto, entonces es más probable que tenga ideas creativas.

Pero su inteligencia superior a la media debe combinarse con una serie de otros rasgos para llegar a algo realmente original y digno de mención.

Esto ayudaría a explicar por qué la gran mayoría de las "termitas" no hicieron historia de la manera que él había predicho.

A pesar de tener una inteligencia inusualmente alta, simplemente no tenían las otras cualidades que son necesarias para ser un genio.

Nuestra comprensión de cuáles podrían ser esos otros rasgos esenciales aún está evolucionando, pero un candidato importante es la curiosidad.

Una pizarra de clase con fórmulas matemáticas escritas con tiza. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

La curiosidad se puede medir mediante cuestionarios que examinan cuánto disfrutan las personas explorando nuevas ideas y probando nuevas experiencias, y parecen ser más creativas en tareas que implican hacer una lluvia de ideas en un laboratorio, pero también en su vida personal.

La importancia de la curiosidad para el genio creativo también se puede ver en los estudios de casos de figuras eminentes.

Si bien no siempre es posible hacer que estas personas completen cuestionarios de personalidad, los investigadores han pedido a biógrafos, familiarizados con las minucias de sus vidas, que lo hagan en su nombre.

Los biógrafos tendían a puntuar a sus sujetos inusualmente altos en rasgos relacionados con el interés intelectual y la exploración.

Por ejemplo, el músico de jazz del siglo XX, John Coltrane, estaba profundamente fascinado por las creencias religiosas, estudiando el cristianismo, el budismo, el hinduismo y el islam, muchas de cuyas influencias se pueden detectar en su música.

¿Por qué la curiosidad empujaría a alguien hacia el genio?

El hambre de conocimiento sin duda debería motivarlo a superar los límites de su propia disciplina, mientras que otros, con menos necesidad de saber más, podrían darse por vencidos.

La curiosidad también puede alentar a alguien a ampliar sus horizontes más allá de su especialidad, lo que parece traer sus propios beneficios.

Los científicos ganadores del Premio Nobel, por ejemplo, enumeran aproximadamente tres veces más pasatiempos personales que la persona promedio.

Y es particularmente probable que se dediquen a actividades creativas como la música, la pintura o escribir poesía.

Estos pasatiempos pueden entrenar al cerebro para generar y refinar ideas, alimentando ideas más originales en la disciplina principal del científico.

Dorothy Crowfoot Hodgkin FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES 

La pasión de la premio Nobel Dorothy Crowfoot Hodgkin por los mosaicos bizantinos le ayudo en su investigación científica.

Perseguir múltiples intereses también puede conducir a una polinización cruzada fortuita de ideas.

La química Dorothy Crowfoot Hodgkin, por ejemplo, ganó un Premio Nobel por sus avances en cristalografía de rayos X, que le permitieron descubrir la estructura de sustancias bioquímicas como la penicilina y la vitamina B12.

Sin embargo, desde la adolescencia, tuvo un gran interés en los mosaicos bizantinos.

Su conocimiento de sus simetrías y geometría aparentemente la ayudó a comprender cómo los patrones repetitivos de moléculas podían organizarse en cristales, lo que fue fundamental para su investigación científica.

Como dice Waqas Ahmed, autor de The Polymath: "Para que puedas hacer una contribución novedosa a cualquier campo determinado, debes mirar ese campo a través de la lente más amplia posible y atraer tantas fuentes de inspiración como sea posible".

El dominio de diferentes campos capacita a la persona para ver los problemas desde múltiples puntos de vista, lo que hace que sea más probable una visión original.

Maya Angelou FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Ahmed recuerda la figura de Maya Angelou, la poeta, periodista, actriz, cineasta y activista de los derechos civiles que también disfrutó trabajando como bailarina y cantante, como un ejemplo moderno de una erudita cuyos múltiples intereses ofrecían mucho más que la suma de sus partes y que juntos alimentaron su asombrosa creatividad.

La vida de Richard Feynman ciertamente se ajusta a estas tendencias.

Piense en todo ese tiempo en la infancia que pasó jugando en su laboratorio, trabajando en diferentes proyectos en múltiples disciplinas.

Y de adulto, aprendió por sí mismo a dibujar, tocar los bongóes, hablar portugués y japonés, leer jeroglíficos e incluso se embarcó en un proyecto paralelo en genética.

Un día, en la cafetería de la universidad, se dio cuenta de que un hombre tiraba platos y los agarraba.

Se dio cuenta de que se tambaleaban mientras se movían y comenzó a dibujar ecuaciones para describir su movimiento.

Pronto vio paralelismos con la actividad de los electrones en órbita alrededor del átomo, una idea que lo llevó a su trabajo ganador del Premio Nobel sobre electrodinámica cuántica.

A partir de esta evidencia científica y anecdótica, podría ser fácil concluir que la inteligencia combinada con la curiosidad es la fórmula ganadora del genio.

Pero, por supuesto, eso tampoco es cierto: hay muchas más piezas en el rompecabezas.

Cerebros creativos FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Está la determinación, por ejemplo: una persecución obstinada de tus pasiones incluso cuando enfrentas reveses.

Cualquier genio, en cualquier disciplina, primero debe dominar una gran cantidad de conocimientos y habilidades antes de que pueda lograr su propio avance, y eso generalmente viene con años de práctica.

Angela Duckworth, profesora de psicología en la Universidad de Pensilvania, ha sido pionera en la investigación sobre la determinación y sus hallazgos sugieren que, al igual que el cociente intelectual y la curiosidad, contribuye a varias medidas de éxito.

Los genios también emplearán "estrategias metacognitivas", que describen todos los procesos que usamos para planificar nuestros proyectos, monitorear nuestro progreso y encontrar estrategias mejores y más eficientes para hacer lo que necesitamos hacer.

Sin esta útil reflexión sobre nuestro trabajo, podemos perder tiempo que podría haber sido mejor empleado en una práctica o exploración fructífera.

Esto puede parecer obvio, pero a algunas personas les cuesta pensar estratégicamente para poder aprovechar al máximo sus esfuerzos, y eso hará que sea mucho más difícil alcanzar un alto nivel de logro.

Finalmente, está la humildad intelectual, un rasgo descuidado pero fundamental.

Una investigación reciente realizada por Tenelle Porter en Ball State University en Indiana, muestra que la capacidad de reconocer sus defectos y limitaciones impulsa el aprendizaje, ya que lo alienta a abordar sus errores de frente y llenar los vacíos en su pensamiento.

A largo plazo, eso contribuirá a un mayor crecimiento en cualquier disciplina.

Feynman parece haber reconocido esto.

"Puedo vivir con dudas e incertidumbre y sin saber. Creo que es mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pueden estar equivocadas", dijo en una entrevista televisiva.

Pintura de Jean-Michel Basquiat FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Incluso si alguien tiene todos estos rasgos positivos, la suerte, sin duda, juega un papel importante en la determinación de quién se elevará y quién no por encima de sus compañeros.

Debe estar en el lugar correcto, en el momento correcto, rodeado de las personas adecuadas, para poder aprovechar al máximo sus talentos, e incluso las personas más prometedoras podrían perder fácilmente la oportunidad de brillar.

No es difícil imaginar a un científico brillante que fue injustamente rechazado en un puesto en un laboratorio que podría haber ofrecido el ambiente propicio para cultivar sus habilidades; o un artista que no tenía las conexiones sociales adecuadas para poder exhibir su obra de forma destacada.

Eso sin mencionar las barreras estructurales, asociadas con la raza, el género o la sexualidad, que impiden que muchas mentes brillantes alcancen su potencial y el reconocimiento que merecen.

Como señaló Virginia Woolf en A Room of One's Own, los requisitos básicos para la creatividad, como el tiempo y la privacidad para trabajar, se habían negado, y aún se niegan, a grandes segmentos de la población.

El papel de la buena fortuna en los logros ofrece otra buena razón para que las personas exitosas mantengan su humildad, incluso después de haber comenzado a ganar reconocimiento por sus logros.

La actriz Nicole Kidman interpretó el personaje de Virginia Woolf en la gran pantalla. FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY 

El genio humilde
Lamentablemente, muchas personas tienen una visión color de rosa de su camino hacia su reconocimiento como genio.

Comienzan a creer que sus mentes excepcionales garantizan el éxito y que sus juicios son infalibles; la pérdida de la humildad a menudo empaña su reputación.

Los escritores científicos han notado durante mucho tiempo la existencia de la "enfermedad del Nobel", un término irónico que se usa para describir la tendencia de algunos ganadores del Nobel a formar teorías bastante irracionales más adelante en la vida.

Múltiples científicos que subieron al podio del Ayuntamiento de Estocolmo para aceptar el pináculo del reconocimiento en su disciplina expresaron justificaciones absurdas para el negacionismo del sida, el negacionismo climático, el negacionismo de las vacunas, el racismo científico y el respaldo de tratamientos pseudocientíficos como la homeopatía.

Sócrates, por supuesto, nos enseñó sobre esto hace milenios. En Apología de Sócrates, Platón describe cómo su maestro deambulaba por las calles de Atenas para conocer a los poetas, artesanos y políticos más exitosos de la ciudad.

Eventualmente, reconoció que las personas más sabias eran aquellas que podían reconocer los límites de su conocimiento.

La lección es tan relevante para los aspirantes a genios hoy como lo fue hace 2.400 años.
No importa cuán grandes sean tus talentos, siempre habrá algo que no sepas.

domingo, 5 de julio de 2020

Albert Einstein: los 2 grandes errores científicos que cometió en su carrera, François Vannucci*. The Conversation.

Einstein

La investigación científica se basa en la relación entre la realidad de la naturaleza -adquirida mediante observaciones- y una representación de esta realidad, formulada por una teoría en lenguaje matemático.

Cuando todas las consecuencias que se derivan de una teoría se verifican de forma experimental, esta queda validada.

Este enfoque, que se ha aplicado desde hace casi cuatro siglos, ha permitido construir un conjunto coherente de conocimientos.

Pero esos avances se logran gracias a la inteligencia humana que, a pesar de todo, conserva sus creencias y prejuicios, lo cual puede afectar al progreso de la ciencia incluso entre las mentes más privilegiadas.

El primer error
En su obra maestra sobre la teoría general de la relatividad, Albert Einstein escribió la ecuación que describe la evolución del Universo en función del tiempo.

La solución de esta ecuación muestra un universo inestable, en lugar de, como se creía hasta entonces, una enorme esfera de volumen constante en la que se deslizaban las estrellas.

A principios del siglo XX, todo el mundo vivía con la idea bien arraigada de un universo estático en el que el movimiento de los astros se repetía sin descanso.

Es probable que se debiera a las enseñanzas de Aristóteles, que establecía que el firmamento era inmutable, en contraposición con el carácter perecedero de la Tierra.

Esta creencia provocó una anomalía histórica: en el año 1054, los chinos advirtieron una nueva luz en el cielo que no aparece mencionada en ningún documento europeo, y eso que se pudo ver a plena luz del día durante varias semanas.

Se trataba de una supernova, es decir, una estrella moribunda, cuyos restos todavía se pueden observar en la nebulosa del Cangrejo.

El pensamiento dominante en Europa impedía aceptar un fenómeno tan contrario a la idea de un cielo inmutable. Una supernova es un acontecimiento muy raro, que solo se puede observar a simple vista una vez cada cien años (la última fue en 1987).

Así que Aristóteles tenía casi razón al afirmar que el cielo era inmutable, al menos a la escala de una vida humana.

Para no contradecir la idea de un universo estático, Einstein introdujo en sus ecuaciones una constante cosmológica que congelaba el estado del universo.

La intuición le falló: en 1929, cuando Edwin Hubble demostró que el universo se expandía, Einstein admitió haber cometido "su mayor error".

La aleatoriedad cuántica
Al mismo tiempo que la teoría de la relatividad, se desarrolló la mecánica cuántica, que describe la física de lo infinitamente pequeño.

Einstein hizo una contribución destacada en ese ámbito, en 1905, con su interpretación del efecto fotoeléctrico como una colisión entre electrones y fotones, es decir, entre partículas infinitesimales portadoras de energía.

En otras palabras, la luz, descrita tradicionalmente como una onda, se comporta como un flujo de partículas.

Fue por este avance, y no por la teoría general de la relatividad, por el que Einstein fue galardonado con el premio Nobel en 1921.

Pero, a pesar de ese vital aporte, se obstinó en rechazar la lección más importante de la mecánica cuántica, que establece que el mundo de las partículas no está sometido al determinismo estricto de la física clásica.

El mundo cuántico es probabilístico, lo que implica que solo somos capaces de predecir una probabilidad de ocurrencia entre un conjunto de sucesos posibles.

A pesar de sus aportes a la física cuántica, Einstein no estuvo dispuesto a aceptar todas sus implicancias teóricas y prácticas. La obcecación de Einstein deja entrever de nuevo la influencia de la filosofía griega.

Platón enseñaba que el pensamiento debía permanecer ideal, libre de las contingencias de la realidad, lo que es una idea noble pero alejada de los preceptos de la ciencia.

Así como el conocimiento precisa de una concordancia perfecta con todos los hechos predichos, la creencia se funda en una verosimilitud fruto de observaciones parciales.

El propio Einstein estaba convencido de que el pensamiento puro era capaz de abarcar toda la realidad, pero la aleatoriedad cuántica contradice esa hipótesis.

En la práctica, esa aleatoriedad no es plena, pues está regida por el principio de incertidumbre de Heisenberg.

Dicho principio impone un determinismo colectivo a los conjuntos de partículas: un electrón por sí mismo es libre, puesto que no se puede calcular su trayectoria al atravesar una rendija, pero un millón de electrones dibujan una figura de difracción que muestra franjas oscuras y brillantes que sí se pueden predecir.

Einstein también afirmó: "Tú crees en el Dios que juega a los dados y yo creo en la ley y la ordenación total de un mundo que es objetivo". Einstein no quería admitir ese indeterminismo elemental y lo resumió en un veredicto provocador: "Dios no juega a los dados con el universo".

El nobel Serge Haroche: Einstein se equivocó, "Dios efectivamente está jugando a los dados" en el universo cuántico Propuso la existencia de variables ocultas, de magnitudes por descubrir más allá de la masa, la carga y el espín, que los físicos utilizan para describir las partículas. Pero la experiencia no le dio la razón.

Hay que asumir la existencia de una realidad que transciende nuestra comprensión, que no podemos saber todo del mundo de lo infinitamente pequeño.

Los caprichos fortuitos de la imaginación
En el proceso del método científico existe un paso que no es totalmente objetivo y es el que lleva a la conceptualización de una teoría. Einstein da un ilustre ejemplo del mismo con sus experimentos mentales.

Así afirmó: "La imaginación es más importante que el conocimiento". En efecto, a partir de observaciones dispares, un físico debe imaginar una ley subyacente. A veces, hay que elegir entre varios modelos teóricos posibles, momento en el que la lógica retoma el control.

La inteligencia nada tiene que buscar: tiene que limpiar el terreno. Tan solo es útil para las tareas serviles Simone Weil, La gravedad y la gracia

Por tanto, el progreso de las ideas se nutre de lo que llamamos intuición. Es una especie de salto en el conocimiento que sobrepasa la pura racionalidad. La frontera entre lo objetivo y lo subjetivo deja de ser del todo fija.

Los pensamientos nacen en las neuronas bajo el efecto de impulsos electromagnéticos y, entre ellos, algunos resultan particularmente fecundos, como si provocaran un cortocircuito entre células, obra del azar.

Pero estas intuiciones, estas "flores" del espíritu humano, no son iguales para todas las personas.

Mientras el cerebro de Einstein concibió E=mc² , el de Marcel Proust creó una metáfora admirable. La intuición se manifiesta de forma aleatoria, pero ese azar está moldeado por la experiencia, la cultura y el conocimiento de cada persona.

Los beneficios del azar
No debería sorprendernos que haya una realidad que sobrepase nuestra propia inteligencia.

Sin el azar, nos guían nuestros instintos, nuestras costumbres, todo lo que nos hace predecibles. Nuestras acciones están confinadas de manera casi exclusiva en ese primer nivel de realidad, con sus preocupaciones ordinarias y sus quehaceres obligados.

Pero existe otro nivel en el que el azar manifiesto es la seña de identidad.

Jamás ningún esfuerzo administrativo ni escolar reemplazará los milagros del azar a que se deben los grandes hombres
Honoré de Balzac, El primo Pons

Einstein es un ejemplo de espíritu libre y creador que conserva, sin embargo, sus prejuicios.

Su "primer error" puede resumirse en la frase: "Me niego a creer que el Universo tuviera un principio". Pero la experiencia demostró que se equivocaba.

Su sentencia sobre Dios jugando a los dados quiere decir: "Me niego a creer en el azar". Sin embargo, la mecánica cuántica implica una aleatoriedad forzosa.

Cabría preguntarse si habría creído en Dios en un mundo sin azar, lo que reduciría mucho nuestra libertad al vernos confinados en un determinismo absoluto. Einstein se mantiene en su rechazo pues, para él, el cerebro humano debe ser capaz de comprender el Universo.

Con mucha más modestia, Heisenberg le responde que la física se limita a describir las reacciones de la naturaleza en unas circunstancias dadas.

El hombre solo escapa de las leyes de este mundo por espacio de una centella. Instantes de detenimiento, de contemplación, de intuición pura […] En instantes así es capaz de lo sobrenatural
Simone Weil, La gravedad y la gracia

La teoría cuántica demuestra que no podemos alcanzar una comprensión total de lo que nos rodea. En compensación, nos ofrece el azar con sus frustraciones y peligros, pero también con sus beneficios.

El legendario físico es el ejemplo perfecto del ser imaginativo por excelencia. Su negación del azar, por tanto, representa una paradoja, pues es lo que hace posible la intuición, germen del proceso de creación tanto para las ciencias como para las artes.

*François Vannucci es profesor emérito e investigador en física de partículas especializado en neutrinos de la Universidad de París. 

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y está reproducido bajo la licencia Creative Commons.

BBC.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-52905149#

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