miércoles, 3 de diciembre de 2025

El poder de la verdad Ella fue valiente.

Ella fue valiente. Ella mostró el camino para que salieran del atolladero muchas mujeres. Hoy es más fácil para las mujeres denunciar El pasado martes, día 25, conmemoramos el día contra la violencia de género. Por ese motivo quiero dedicar el artículo de hoy a una mujer que fue víctima de esa violencia de una forma cruel. Hace casi veinticinco años escribí en el periódico Sur de Málaga un artículo sobre el caso titulado ‘Las concejalas de Ponferrada’. Ponferrada es una importante localidad de la provincia de León, en uno de cuyos pueblos nací hace ya algunos años. En Ponferrada se había producido una historia de acoso moral, laboral y sexual por parte del alcalde Ismael Álvarez, del PP, sobre su concejala de Hacienda, Nevenka Fernández, una hermosa chica, licenciada en Económicas, que había iniciado una fugaz relación sentimental con él, a pesar de los veinticinco años que les separaban. Una relación que ella decidió cortar. El alcalde no aceptó esa ruptura y comenzó un proceso de acoso que acabó desquiciando a Nevenka: llamadas, presiones, amenazas, persecución, mensajes, súplicas, propuestas sexuales, llantos, demandas, exigencias, chantajes… La situación se convirtió en un infierno. Me preguntaba en aquel artículo por la postura de las concejalas ante un atropello tan injusto, tan patente y tan escandaloso de una compañera. La adhesión al verdugo pudo más que la compasión hacia la víctima. La cercanía al poder le ganó el terreno a la proximidad de otra concejala, mujer como ellas. Tengo delante el libro que acaba de publicar Nevenka Fernández titulado ‘El poder de la verdad’. Y en ese libro ella habla de ese silencio cómplice que denuncié en aquel artículo. Dice en el capítulo que dedica a ese doloroso fenómeno: «Es terrible que te traten mal, sí, pero el silencio cómplice del que está al lado sin hacer nada, mirando con ese silencio culpable, pasivo, es casi tan doloroso como el maltrato. Para aquella Nevenka, incluso lo fue más». Recuerdo perfectamente lo que ella cuenta en ese capítulo: la sociedad se puso del lado del maltratador. Ella quedó aislada, no encontró trabajo, tuvo que salir de la ciudad y del país (primero a Londres, luego a Dublín donde sigue trabajando y viviendo), comenzó a llamarse Nev, hizo cursos de meditación y de hipnosis. Tenía que salir de aquel pozo de horror. Sobre todo ello, dice Nevenka: «La reacción social me impresionó y supuso otro golpe duro del que no pude defenderme más que marchándome para empezar una nueva vida, o al menos para intentarlo. Durante años pensé que antes o después nos daríamos cuenta, pero la ignorancia no cuestiona las apariencias». He leído con estremecimiento el calvario que tuvo que sufrir esta mujer. Su fortaleza se estrellaba cada día contra el chantaje emocional, la presión ejercida desde el poder, el juego de promesas y amenazas… Y luego la valentía de denunciar en un entorno como aquel. La denuncia a un poderoso que minusvaloró la condena de esta forma simplista e injusta: «Yo no hice nada pero, si lo hubiera hecho, fue pequeñísimo, como lo fue mi condena, porque yo me fui porque quise, nadie me obligó a irme, entonces es que no fue para tanto». No sé si Ismael Álvarez leerá este libro pero, si lo hiciera, se daría cuenta del destrozo que causó en la vida de una persona inocente: crisis de ansiedad y de angustia, pesadillas, insomnio, miedo a salir a la calle, baja laboral, gastos en psiquiatras y psicólogos, imposibilidad de conseguir trabajo, salida de la ciudad y alejamiento de la familia, huida al extranjero... Y el acosador dice: «Yo no hice nada». Un día Nevenka recibió un mensaje a través de un familiar. El mensaje era tan sencillo como repulsivo. Le pedían que saliera en una red social, la que quisiera, diciendo esta frase: «Ismael Álvarez ya ha cumplido su condena, no me importa si vuelve a la política». A cambio le ofrecían un cheque en blanco en Suiza y trabajo para su hermano Carlos, ingeniero de formación y profesión, que había sufrido como tantos otros los estragos de la crisis económica de 2008. Por eso llevaba un tiempo largo en el paro y eso le estaba afectando mucho anímicamente. Como es lógico, como es ético, no hubo trato. El destino de la víctima y el verdugo suelen ser muy diferentes. La víctima tuvo que exiliarse y el verdugo volvió a la alcaldía. Dice Nevenka en su libro: «Pasaron los años y con ellos asistimos perplejos a su vuelta a la política. En el año 2013, el IAP (Ismael Álvarez Ponferrada), consiguió resultados para ser llave y así proponer una moción de censura a su antes amigo y ahora alcalde de Ponferrada. ¡Y precisamente el día 8 de marzo, día Internacional de la Mujer!». La excelente directora de cine Iciar Bollaín filmó una película sobre esta historia de acoso, es decir, de poder y de dolor. Se titula ‘Soy Nevenka’. Se presentó con éxito en el Festival de San Sebastián el día 21 de septiembre de 2024 con éxito de crítica y público. Los aplausos fueron intensos y sentidos. Creo que este hecho muestra que hemos avanzado mucho en estos años. Los silencios de Ponferrada se volvieron aplausos en San Sebastián. El aislamiento del Ayuntamiento de Ponferrada se volvió aclamación en el Festival donostiarra. La hostilidad de la sociedad española se transformó en admiración, gratitud y afecto. Hablo de gratitud porque es la valentía y el sufrimiento de mujeres como Nevenka lo que nos ha hecho mejorar como pueblo. Creo que hoy somos más sensibles al maltrato, creo que comprendemos mejor qué significa el patriarcado, creo que valoramos más las reacciones de estas mujeres que se atreven a decir que no, que se deciden a denunciar al poderoso maltratador y que sobrellevan las consecuencias de este desafío antes inconcebible. Cuando Nevenka decidió denunciar al acosador se produjo una avalancha de amenazas, algunas de muerte. Recibió insidiosas llamadas de teléfono llamándola puta, desde Madrid la llamaron para decirle que no acudiera al puesto de trabajo al que la habían admitido después de una entrevista. El mundo se le vino encima. Pero ella fue valiente. Ella mostró el camino para que salieran del atolladero muchas mujeres. Hoy es más fácil para las mujeres denunciar, gracias a que Nevenka Fernández despejó el camino. A ese avance contribuyeron todas las personas que apoyaron a Nevenka: sus padres y familiares, Lucas, su compañero y padre de sus hijas gemelas Leo y Lee, sus amigas y amigos de España, de Inglaterra y de Dublín, los profesionales de la psicología que la guiaron, Antonio García Ferreras (a quien ella llama en el libro Mister Special), los autores y autoras de libros que le ayudaron a comprender lo que le pasaba, como ‘El acoso moral’ de Marie France Irigoyen, la denunciante americana Anita Hill, cuyo ejemplo le hizo tanto bien, Juan José Millas, que escribió un libro sobre su historia y sobre el juicio celebrado en Burgos… El libro de Juan José Millás sobre Nevenka Fernández se titula ‘Hay algo que no es como me dicen: El caso de Nevenka Fernández contra la realidad’. En este libro, Millás narra la historia de acoso sexual y laboral contra la concejala de Ponferrada y la posterior condena pública que sufrió a pesar de ganar el juicio. La obra se basa en entrevistas con Nevenka y en un seguimiento del proceso judicial. Cuántas lágrimas, cuántas angustias, cuántas pastillas, cuántas crisis de ansiedad al acercarse a Ponferrada o al volver a España, cuántas pesadillas, cuántas horas de terapia, cuántos días de encierro sin salir a la calle… Y cuántos dolores de cabeza de sus padres, cuántas amenazas, cuántos insultos, cuando dinero gastado, cuánto dolor por una hija, cuanta pena por la ausencia y por la lejanía… Con lo fácil que hubiera sido decirle que sí a aquel tipo aquella noche en el hotel de Valladolid, o aceptar el consejo de algunos que le dijeron que no denunciara o recibir el cheque en blanco que le prometieron cobrar en Suiza… Nevenka dice en su libro que cuando vio con Lucas el documental que cuenta el caso de Anita Hill, una mujer americana que denunció con valentía a un juez, sintió pena al ver su soledad en España frente al millón de testimonios de felicitación, admiración y afecto que ella había recibido en su país. Creo que Nevenka puede hacer suyas las palabras de Anita Hill: «Al testificar comprendí que el comportamiento y las acciones de uno pueden marcar la diferencia. Que mis acciones son importantes no solo para mí misma sino también para otras personas». Noticias relacionadas y más La voz de Nevenka Fernández se escucha en el Congreso: "Hay un coste muy grande, no solo en denunciar, incluso en hablar" Ismael Álvarez, el acosador de Nevenka: "No me arrepiento, mi condena fue injusta" Larga y emocionante ovación a Nevenka Fernández en el Festival de Cine de San Sebastián Pues bien, querida Nevenka, creo que hoy la historia ha dado un giro gracias precisamente a tu valentía y está contemplando tu dolor, tantos años después, con similar gratitud, admiración y afecto que los que recibió Anita Hill en Estados Unidos. Tú has explicado con tu vida a muchas mujeres que ninguna herida es un destino. Gracias, Nevenka.

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