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sábado, 17 de febrero de 2024

Los idiotas.

El amor pasional siempre tiene algo de estafa autoinducida, de mentira. Cerramos los ojos y nos inventamos al amado.

Tengo la sensación de que todos los individuos que hay sobre la Tierra creemos saber mucho sobre el amor. Me resulta curiosa esa aparente unanimidad en la sapiencia, cuando quizá sea el pantano emocional más proceloso con el que tenemos que lidiar en nuestras vidas. Yo a veces también caigo en la debilidad de pensar que soy una experta en las lides pasionales, pero por otro lado estoy segura de que es uno de los terrenos en donde me equivoco de forma más reincidente. Vamos, que una aprende poquito en el amor. Por eso los antiguos, que sabían mucho, representaron a Cupido, el dios romano del deseo amoroso, como un niño provisto de alas, desnudo y con los ojos vendados. Es un niño eterno, porque nunca aprende y nunca crece. Y no aprende porque no ve. Va ciego por la vida, revoloteando como un moscardón sonrosado y rollizo y dándose de bruces con las paredes de la realidad. Como ha demostrado hace unas semanas el trágico, tristísimo, demoledor crimen triple de Morata de Tajuña, el de los hermanos septuagenarios, Ángeles (76), Amelia (71) y Pepe (79), que padecía una discapacidad psíquica.

Y lo más tremendo para mí no es ya el feroz y violentísimo final, sino el acongojante y larguísimo proceso de autodestrucción en el que se sumieron las hermanas. Como saben, durante casi ocho años creyeron estar enamoradas de dos falsos militares norteamericanos destinados en Afganistán. Fueron sacándoles dinero con diversas excusas y empezó la caída. Las dos mujeres consumieron primero sus ahorros, luego vendieron un piso que tenían, después mandaban las pensiones íntegras y, como eso ya no era bastante, pidieron dinero prestado a los vecinos con tanta frecuencia que la gente acabó por evitarlas. Una loca humillación que duró demasiado. Lo más alucinante es que, cuando ya nadie las creía, consiguieran convencer a Dilawar Hussain para que les prestase 50.000 euros (por los que pagarían 100.000) a cuenta de una herencia que los supuestos novios iban a recibir. Sobre todo me duele imaginar el año final: a principios de 2023, Dilawar pasó a la acción. Un día abofeteó a Amelia, poco después le dio tres martillazos en la cabeza. Lo metieron en la cárcel, pero salió en unos meses. Intuyo la angustia, el miedo de esas hermanas, su soledad de apestadas. Las ridículas del pueblo. Dos mujeres cultas, con carrera. Amelia anticuaria, Ángeles profesora. No eran tontas, sino frágiles. Dos personas ávidas del amor pasional, que es una de las drogas más potentes que hay en el mundo. Y cuando caes en ella, en esa adicción, todos los caminos te llevan al infierno, de la misma manera que el adicto al juego continúa jugando más y más cuanto más pierde. Ellas tenían que seguir creyendo y seguir pagando, para poder mantener el espejismo. Todos llevamos dentro nuestra propia posible perdición.

Vi en Antena 3 el primer mensaje de Facebook que mandó el estafador a las hermanas. El típico blablablá de qué guapa eres y me gustaría tenerte como amiga. Desde hace un par de años bloqueo una treintena de mensajes así al mes en mi Facebook, no dirigidos a mí, sino a las personas que me escriben. Siempre han existido las estafas amorosas; hay un programa de televisión estadounidense, Catfish, que he visto algunas veces y que desconsuela por la candidez suicida, por el empeño en dejarse engañar que muestra la gente, tanto hombres como mujeres. Pero se diría que, en los últimos años, este tipo de trampas han aumentado. Han corrido como la pólvora entre los malos porque son rentables, porque funcionan. Y es que el amor pasional, en realidad, siempre tiene algo de estafa autoinducida, es decir, de mentira, de espejismo. Siempre cerramos los ojos y nos inventamos al amado. Los apasionados amamos el amor, como decía san Agustín: es decir, amamos la sensación de intensidad que produce. El subidón de la droga. También lo decía el pobre Nietzsche, que sufrió toda su vida un batacazo sentimental tras otro: “Llegamos a amar nuestro deseo y no el objeto de este”. ¿Quién no ha aullado como un lobo bajo la luna el dolor de un desamor, para luego, 10 años después, no entender qué pudiste haber visto en esa persona? Sí, hay casos extremos; gente que cree que les está escribiendo Brad Pitt (¡y pidiéndoles dinero!), pero, insisto, antes de llegar a ese momento de enajenación seguro que ha habido mucho dolor, mucha destrucción emocional, mucha necesidad de la droga amorosa. No somos idiotas: somos niños ciegos estrellándonos una y otra vez contra los muros.


sábado, 25 de noviembre de 2023

_- "La crítica constructiva en las empresas no funciona, es una mentira": Marcus Buckingham, el autor de "La falacia del feedback"

Desempeño empresarial.

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_- El feedback es una de las herramientas más utilizadas para mejorar el desempeño de los empleados en las empresas.

¿Cómo mejorar el desempeño del recurso humano dentro de una organización productiva?

Desde que en los años 50 se introdujo el término "capital humano" en las empresas en Occidente, constantemente se han promocionado herramientas con el único fin de optimizar el desempeño de las personas que trabajan para una organización.

Y de estas herramientas, una de las más extendidas es el llamado feedback - que también puede entenderse como crítica constructiva o retroalimentación.

Aunque durante mucho tiempo se consideró un método eficaz para mejorar el ámbito de trabajo, en los últimos años los expertos en empresas y personal han comenzado a cuestionar su eficacia.

Uno de los más críticos ha sido Marcus Buckingham, autor del artículo publicado en el Harvard Business Review: "Por qué el feedback rara vez hace lo que realmente debe hacer".

Allí, se refiere al feedback como una "falacia".

"Se supone que debes cada día ser mejor y mejor en lo que haces porque otra persona te lo dice y eso, simple y llanamente, es una falacia. Una mentira", dice el autor, en conversación con BBC Mundo.

Buckingham ha trabajado como jefe de investigación en el Instituto ADP de EE.UU., especializado en el estudio de recursos humanos y entornos laborales, y ha escrito varios libros sobre el tema.

Y el artículo, que fue coescrito con el también investigador Ashley Godall, fue elegido recientemente como uno de los más influyentes e innovadores en los 100 años que tiene la prestigiosa Harvard Business Review e hizo parte de un especial para celebrar el centenario de la revista estadounidense.

En BBC Mundo conversamos con Buckingham para conocer más sobre las razones por las que considera que el feedback no debe ser usado en las organizaciones.

Marcus Buckingham

Marcus Buckingham

FUENTE DE LA IMAGEN,MARCUS BUCKINGHAM

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Marcus Buckingham ha trabajado en el estudio de entornos laborales en EE.UU.

¿Qué define usted como la "falacia del feedback"?

Es creer que alguien puede llegar a ser mejor si otra persona le dice qué está haciendo mal o bien, y además le dice cómo puede mejorar en su trabajo. Eso es una falacia.

¿Y cómo llega a esa conclusión?

Yo comencé a interesarme en esto después de trabajar por años en distintas compañías alrededor del mundo y darme cuenta de la enorme inversión, no solo de dinero sino de tiempo y de recursos humanos, que las empresas gastan no solo en diseñar herramientas y sistemas para permitirle a los gerentes, líderes de equipo o incluso pares y colegas calificar fortalezas, debilidades y atributos, sino también en generar espacios donde se señale lo que la gente tiene que cambiar o hacer diferente con el objetivo de mejorar su desempeño laboral.

Lo que vi es que esto funciona dentro de un modelo de competencia donde las empresas generan un estándar de lo que debe ser.

Le pongo un ejemplo: una compañía establece que las personas que están en ventas deben tener ciertas cualidades, ciertos atributos. Entonces, califican a la gente bajo esos atributos que están puestos en el modelo.

Y después se dirigen a las personas de ventas y les dicen lo que deben hacer bajo la premisa de acercarse a ese modelo que han establecido previamente. Como una prescripción médica, con indicaciones, con acciones que deben tomar.

Esto que digo se aplica igual a todo tipo de trabajo: modelos de competencia para líderes, para gerentes, para enfermeros, para ingenieros…

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Se supone que debes cada día ser mejor y mejor en lo que haces porque otra persona te lo dice y eso, simple y llanamente, es una falacia. Una mentira"

Entonces lo que se crea es que todo el mundo esté ansioso por eso: porque les digan qué es lo que tienen que hacer para ser mejores, para poder ascender.

Y ahí radica la falacia, en que todo este proceso es subjetivo, está rodeado de parcialidad, algo que varios expertos en psicología y en temas de recursos humanos han llamado "efecto calificador idiosincrático" (idiosyncratic rater effect, en inglés).

¿Me puede explicar ese término y que tiene que ver con la subjetividad cuando se da feedback?

A ver, cabe aclarar que esta es una conclusión científica de varios expertos en el tema, no es una conclusión a la que yo haya llegado solo.

Y básicamente consiste en mirar lo que ocurre cuando una persona califica en otra persona atributos que esta persona ni siquiera posee.

Un ejemplo de lo que estamos hablando: un gerente o un coordinador hace una evaluación de una persona sobre un estándar que podemos llamar, por ejemplo, pensamiento crítico.

Cuando yo, como gerente, califico cinco o seis aspectos de una persona sobre este tema, dos tercios de esos me reflejan a mí y no a la persona a la que estoy calificando.

Por eso se llama efecto calificador idiosincrático.

O sea, lo que señalan estas investigaciones es que calificar a otra persona no solo es algo totalmente subjetivo, sino que además es posible que esté reflejando mis debilidades y mis fortalezas sobre el atributo que estoy evaluando.

La gente piensa que cuando hace feedback es como si estuviera delante de un vidrio mirando cómo se comporta la otra persona, cuando en realidad está delante de un espejo, donde en parte se ve a sí mismo.

Por eso es que señalo que es humanamente imposible hacer crítica constructiva, retroalimentación o feedback, como lo quieras llamar.

Dos mujeres hablando

Dos mujeres hablando

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Para Buckingham es humanamente imposible dar un feedback adecuado.

Sin embargo, aunque humanamente imposible funciona según un modelo bastante establecido - el de dar y aprender a recibir "buen feedback"- y las empresas basan sus modelos de desarrollo humano gran parte en esa retroalimentación.

La gran conclusión a la que llegamos mi colega y yo es que claramente a los humanos no se les puede confiar una tarea como la de dar feedback.

De entrada, yo, gerente, tengo un sesgo sobre la persona que voy a calificar. Y eso me convierte en una persona poco fiable para llevar a cabo esa tarea.

Lo que podemos hacer es expresar nuestras sensaciones, relatar nuestras experiencias. Por eso es que funcionan tan bien las reseñas o las calificaciones de restaurantes, hoteles, tiendas, etcétera: "Me gustó el restaurante, me gustó el lugar, me gustó la comida".

Ahí funciona nuestra experiencia. Nuestros sentimientos.

Una de las ideas que usted señala en su artículo es que la falacia comienza cuando se parte de la premisa de que el cerebro es como un "recipiente vacío".

En esta experiencia de la que te hablo de ver cómo se trabaja la retroalimentación o la mejora del personal, una de las grandes conclusiones a la que llegué es que estas herramientas que se han creado se basan enteramente en la idea de que los cerebros de los empleados son recipientes vacíos listos para ser llenados con todas estas apreciaciones.

Y bien sabemos que eso no es así.

Lo peor de esto es que esa es la idea en la que se basan para el diseño de las escuelas, para el armado de nuestros lugares de trabajo.

Esa idea, impuesta desde que somos niños, es que podemos ser lo que queremos ser.

Algo que una profesora de la Universidad de Stanford (Carol Dweck) llamó la "mentalidad del crecimiento", que señala que podemos aprender todo lo que necesitamos aprender. Que podemos ser cualquier cosa que queramos ser.

Y esa idea entraña dos problemas: primero, que a una persona se le puede enseñar los mínimos requerimientos para hacer un trabajo. Por caso, enseñarle a una enfermera a poner una inyección de forma segura, o enseñarle a un vendedor los beneficios de un producto para que luego lo pueda vender.

O sea, podemos dejar en claro lo mínimo que se espera. El problema es que no exigimos eso, sino el "máximo desempeño": lo que queremos ser.

Y el máximo desempeño no se puede enseñar. No se puede mostrar, ¿cómo mostramos un modelo de desempeño excelente?

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La gente piensa que cuando hace feedback es como si estuviera delante de un vidrio mirando cómo se comporta la otra persona, cuando en realidad está delante de un espejo"

Segundo problema, el desempeño excelente no es algo homogéneo. Si ponemos como ejemplo de desempeño excelente al mejor jugador de fútbol del planeta, es imposible para los demás poder seguirlo, precisamente porque ese jugador es único.

Pero, aun así, cuando vamos a la crítica constructiva, cuando usamos el feedback, exigimos el "máximo desempeño".

Porque se cree que las personas se pueden moldear a partir de un modelo de competencia, sin tener en cuenta que el cerebro humano ya es una red compleja de neuronas que han establecido muchas cosas en las personas desde que son niños. No somos empaques vacíos.

Entonces, ¿cómo se llena algo que no está vacío?

No sé si haya una respuesta totalmente adecuada. Lo que sí es cierto es que dentro de este estudio que hemos llevado a cabo vemos que, si nuestro cerebro no es un "empaque vacío", tenemos que pensar cómo podemos mejorar lo que ya tiene incorporado.

Por eso es tan complejo este tema, porque necesitamos identificar cómo viene ese empaque, qué tiene, cómo funciona.

Y ya lo hemos dicho: esto no es algo homogéneo. Es heterogéneo, no solo implica saber cómo funciona cada persona sino identificar cuál es la mejor manera para que esa persona pueda mejorar lo que está haciendo.

Todo esto en términos de cómo piensa, cómo construye sus relaciones, cómo interpreta las cosas, cómo es su proceso creativo.

Entonces volvemos a aquello que hablamos antes: si quieres el máximo desempeño, primero hay que ver qué es lo que la persona tiene.

Hombre con un circulo

Hombre con un circulo

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Para el autor, la idea de excelencia es muy difícil de definir dentro de un entorno laboral.

Ahora, a partir de estas nociones, ¿cómo sugiere que podemos lograr que las personas mejoren en lo que hacen?

Partamos de una idea: si queremos que los empleados cumplan con un trabajo, simplemente eso, entonces se puede establecer unos estándares mínimos que un gerente puede lograr que sus empleados alcancen.

Ahora, si hablamos de querer el máximo desempeño, creo que hay tres cosas que se pueden aplicar.

Una es estar atento a lo que hacen las personas y cómo lo hacen. Preocuparse por lo que hacen a diario.

Si hay algo que he visto a través de estos años de estudiar estas dinámicas es que, en una escuela o en el mundo laboral, la gente se siente realmente mal si es ignorada en su individualidad.

A la gente le gusta la atención. Se ha dicho que la gente está ansiosa por el feedback, que lo piden y buscan recibirlo. Yo no estoy de acuerdo, yo creo que lo que la gente quiere es atención. Ya lo decía Nietzsche: somos una bestia con mejillas rojas que quiere la atención de los otros.

Segundo, poner mucha atención a la persona que está haciendo las cosas bien, para que las haga mucho mejor.

Por ejemplo, el matrimonio: enfocarse en los momentos más felices y, si se quiere mejorar, entonces hay que revisar lo que funcionó en aquellos momentos.

Lo mismo en el trabajo: ¿qué se hizo bien? Fijarse en los detalles, cómo se lograron los objetivos.

Porque me ha quedado claro que los cimientos de cosas buenas que pasan en el futuro son las cosas buenas que se hacen en el presente.

Ahora, no se trata de alabar a alguien: se trata de fijarnos qué nos puede servir para hacerlo bien nosotros.

Y tres: ponerle atención a lo que ama hacer una persona. Preguntarles: ¿qué amas hacer?, ¿instintivamente, qué cosa harías de forma voluntaria?

Lo decimos porque sabemos que las emociones y el aprendizaje están realmente relacionados cuando estás haciendo algo que amas.

Mujer estresada

Mujer estresada

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Para muchos empleados el momento de recibir un feedback por parte de su superior puede ser un momento muy estresante.

Usted ha dejado claro el tema del máximo desempeño, pero en su texto también dice que "la excelencia y el fracaso no son términos opuestos", ¿por qué lo dice?

Tendemos a pensar que la excelencia es lo opuesto al fracaso, entonces evaluamos nuestros fracasos para aprender sobre la excelencia.

Lo vemos todo el tiempo en los diarios: la historia de los empresarios exitosos que fallaron muchas veces para llegar a ser exitosos.

Y la historia se repite, con esa máxima de moda de que solo a través del fracaso se puede lograr la excelencia.

Y eso no es cierto en el mundo real. El mundo real funciona de otra manera.

Le pongo un ejemplo: cuando hablamos de matrimonios fallidos o de relaciones que no funcionan, una de las cosas que se repiten es que las personas discuten mucho.

Pero la investigación muestra que esto no es así. Hay un estudio sobre esto de la Universidad de Búfalo (Estados Unidos), que se dedicó a investigar los matrimonios felices y los que se consideraban infelices.

Lo que contaron fue el número de discusiones (no peleas físicas) y llegaron a la conclusión de que no había mucha diferencia en el número de discusiones de unos y otros.

La gran diferencia era lo que pasaba en el espacio que había entre cada discusión.

En los matrimonios calificados de infelices, se trataba más de tomar medidas para protegerse de la otra persona. Pero en los felices, las discusiones llevaban a momentos de intimidad, de curiosidad, de apertura a nuevas cosas.

Según el modelo vigente del que hablemos, deberíamos seguramente enfocarnos en el matrimonio infeliz: en resolver esos problemas. Diríamos que la excelencia en el matrimonio es totalmente lo opuesto y estaríamos haciendo un diagnóstico totalmente equivocado de la situación.

Con esa misma lógica es que nosotros llegamos a esta conclusión: no es posible considerar que el fracaso te va a decir algo sobre la excelencia.

Feedback.

Feedback.

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¿Qué tan efectivo es el feedback dentro de una empresa?

Entonces, si hay que redefinir la forma en que se da el feedback, también habría que exigir que se enseñe cómo recibirlo, ¿no?

No, porque no se trata de capacitación.

Esto es un tema de fondo: no importa qué tan bien capacitada esté una persona para dar feedback, todo se queda en buenas intenciones.

Pasa lo mismo si hacemos el proceso a la inversa: si capacitamos a la gente para que reciba el feedback. Simplemente no es posible.

El problema es el proceso. El proceso está roto, la forma en que se hace, los resultados que se buscan. Ahí radica la dificultad de este modelo que hay que replantear totalmente.

Habla de la falacia de alcanzar la excelencia, ¿qué es para usted la excelencia y cómo se puede aspirar a ella?

La excelencia es un resultado. Por eso decimos que cuando algo funciona hay que identificar cómo se logró ese resultado y llevar la atención de las personas hacia el proceso exitoso que está detrás.

Ahora, dado que la excelencia no se puede aprender estudiando el fracaso, nunca podemos ayudar a otra persona a tener éxito comparando su desempeño con un modelo prefabricado de excelencia, dándole retroalimentación sobre lo que no cumple en ese modelo preestablecido y diciéndole que llene los vacíos. Eso nunca va a funcionar.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63081612

martes, 28 de enero de 2020

Prestidigitadores de la verdad

14 diciembre, 2019

Cuando la mentira se disfraza de verdad tenemos un doble problema para descubrirla. Porque, como se sabe, las apariencias engañan. Los prestidigitadores de la verdad manejan con soltura esos disfraces. El prestidigitador es una persona que hace juegos de manos, utiliza métodos de confusión, maneja artes evasivas y otros trucos de magia para producir ilusiones de los sentidos. El prestidigitador es un engañabobos.

¿Son nuestros políticos prestidigitadores de la verdad? ¿Creemos lo que nos dicen? ¿Sabemos cuándo nos mienten y cuándo nos dicen la verdad? ¿De qué detectores de mentiras disponemos? Y, cuando descubrimos que nos han engañado, ¿cómo reaccionamos?, ¿qué hacemos?

No me gusta, lo he dicho muchas veces, esa descalificación general de la clase política que los mete a todos en el mismo saco: todos mienten, todos mienten siempre. Como si su oficio fuera mentir. Como si la mentira fuera uno de sus atributos esenciales. Como si se diese por bueno que la mentira es consustancial al oficio de ser político. Y no. Me preocupa esta perversa concepción. Me duele que la gente piense que, a la hora de conseguir el voto o de persuadir al ciudadano de la bondad de sus planteamientos y acciones tergiverse siempre los datos y manipule la realidad en su beneficio. En definitiva, que la gente piense que el título del libro que acaba de publicar Elísabet Benavent podría ser de la autoría de cualquier político: “Toda la verdad de mis mentiras”.

Me gustaría que el político fuese una persona creíble, fiable. Porque para eso y por eso hemos depositado en él nuestra confianza a través del voto. No me gusta que se le identifique como un mentiroso compulsivo. Como una persona que engaña desde una posición privilegiada.

Hace mucho daño a la política el decir en cada momento aquello que conviene para negarlo plenamente cuando convenga decir lo contrario. Podemos cambiar, podemos decir en un momento algo y luego desmentirlo. Pero entonces se explica el por qué del cambio de posición.

Decía Balmes que a él no le molestaba el cambio de chaqueta salvo cuando éste se producía en el preciso momento en que empezaba a ser rentable.

Hay muchas formas en las que se puede hacer prestidigitación con la verdad:

Silenciar (o retrasar) información que debería ser conocida inmediatamente.

Ofrecer una parte de los datos que resulta beneficiosa y ocultar otra que es desfavorable.

Decir hoy algo que el día anterior se negaba con rotundidad.

Ocultar una realidad que se conoce e, incluso negarla.

Prometer algo que, a ciencia cierta, se sabe que no se puede realizar.

Atribuir a otros la causa del fracaso que nace de la propia actuación.

Comparar de forma interesada realidades incomparables.

Negar una evidencia cuya aceptación tendría consecuencias negativas.

Declarar que nunca se hará algo que se tiene intención de hacer.

Utilizar eufemismos que conducen al engaño, ya que esconden la verdadera realidad.

Atribuir las causas de los fenómenos a agentes que nada tienen que ver con ellos.

Considerar negativo en los otros lo que se considera positivo cuando lo realiza el interesado.

Manipular o, lo que es peor, inventar datos estadísticos en beneficio propio.

Negar que se dijo lo que se dijo, a pesar de las evidencias incontestables que lo demuestran.

Sacar frases fuera de su contexto, y manipularlas en función del propio interés.

Conozco desde hace muchos años una hermosa leyenda sobre la verdad y la mentira. El lector la conocerá, probablemente. En cualquier caso, siempre es bueno recordarla.

Cuenta la leyenda que un día la Mentira y la Verdad se encontraron en un río. Entonces, la Mentira le dijo a la Verdad:

– Buenos días, doña Verdad

Y la Verdad, que no se fiaba mucho de su nueva amiga, comprobó si realmente era un buen día. Miró al cielo azul sin nubes, escuchó cantar a los pájaros y llegó a la conclusión de que, efectivamente, era un buen día.

– Buenos días, doña Mentira.

– Hace mucho calor hoy, dijo la Mentira.

Y la verdad vio que tal y como decía la Mentira, era un día caluroso.

La Mentira entonces invitó a la Verdad a bañarse en el río. Se quitó la ropa, se metió al agua y dijo:

– Venga doña Verdad, que el agua está muy buena.

En aquel momento la Verdad ya sí se fiaba de la Mentira, así que se quitó la ropa y se metió al río. Pero entonces, la Mentira salió del agua y se vistió con la ropa de la Verdad mientras que la Verdad se negó a vestirse con la ropa de la Mentira, prefiriendo salir desnuda y caminar así por la calle. La gente no decía nada al ver a la Mentira vestida con la ropa de la Verdad, pero se horrorizaba al paso de la Verdad desnuda.

Preferir la mentira disfrazada de verdad es una trampa terrible porque a lo que tiende ese mecanismo es al engaño sistemático. Escandalizarnos y horrorizarnos ante la verdad desnuda, nos lleva al desprecio de la verdad.

Es más cómodo engañarnos a nosotros mismos. Instalarnos en la apariencia. No esforzarnos por descubrir las trampas.

La verdad es a veces dolorosa y preferimos ignorarla. Nos protegemos del dolor con mentiras de todo tipo.

Y sin embargo, una mentira por pequeña y piadosa que sea, no deja de ser un obstáculo para la confianza. Si sale a la luz, una mentira puede arrojar dudas sobre cien verdades anteriores haciendo que nos cuestionemos experiencias anteriores que creíamos verdaderas. Y la falta de confianza acaba repercutiendo en falta de rendimiento y de resultados en un entorno laboral.

Creo que la educación consiste en proveer a ls personas de potentes detectores de mentiras. Las más sutiles requieren de un grado mayor de exigencia en el análisis, de un mecanismo más preciso.

Ese detector está construido con una información abundante, con un nivel de exigencia lógico riguroso, con sólida capacidad de análisis y con una atención minuciosa a lo que sucede en la realidad.

Estar sobre aviso es muy importante. No sé quien fue el que dijo: si me engañan una vez no es culpa mía, si me engañan mucha veces, sí lo es. Hay que pasar, como decía Paulo Freire, de una mentalidad ingenua a una mentalidad crítica.

Es bueno también leer. Y saber a quién se lee. Es fácil comprobar en los medios desde qué diferentes perspectivas se puede analizar la realidad. Hay expertos analistas políticos que ayudan a detectar mentiras. Sus análisis son tan lúcidos y exigentes que pueden ayudarnos a descubrir los trucos del prestidigitador.

Ayudaremos a los políticos con la vigilancia y con la exigencia, no con la complacencia y la adulación. Ellos harán bien en ejercitar la autocrítica y en abrirse a la crítica honesta.

Nos ha de repugnar la falsedad de la mentira adornada con los ropajes de la verdad. Y no nos ha de escandalizar la verdad desnuda. Porque la verdad nos hará libres.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/12/14/prestidigitadores-de-la-verdad/ .

miércoles, 11 de diciembre de 2019

La defensa de la verdad

...A veces, contar lo que sucede literalmente puede ser una perfecta mentira. Les conté la historia de un obispo inglés que iba a realizar un viaje pastoral a Manhattan. Sus asesores le dijeron que tuviera cuidado con los periodistas, ya que había un clima muy sensacionalista hacia su viaje. A la tradicional prudencia eclesiástica añadió el obispo un poco más de prudencia.

Al llegar al aeropuerto le llevaron a la sala de autoridades. Empezó la entrevista. A la media hora uno de los periodistas le preguntó por la opinión que le merecía la red de burdeles del sur de Manhattan. El obispo, extremadamente cauto, dijo: Ah, ¿es que hay burdeles en el sur de Manhattan? Al día siguiente compraron la prensa y vieron en la primera página de un periódico una foto en primer plano del obispo, acompañada de este titular:

“Primera pregunta del obispo al llegar al aeropuerto: ¿Hay burdeles en el sur de Manhattan?”. Era su primera pregunta. Estaba grabada. Cualquiera lo podía comprobar.

Tomado de El Adarve, blog de Miguel Ángel Santos Guerra.

https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2019/12/07/aprendices-de-periodistas/

jueves, 25 de mayo de 2017

Las bambalinas de la alta política contadas por un forastero prodigioso: Yanis Varoufakis. Adultos en la habitación

Una vez Yanis Varoufakis me compró un gin tónic. Y una vez su esposa me sirvió una taza de té. Y aunque evitó muchas de mis preguntas, como suelen hacer los ministros de Finanzas, nunca me mintió descaradamente. Y fui su presentador en dos eventos. Enumero estas transacciones por lo que estoy a punto de decir: Varoufakis ha escrito una de las mejores autobiografías políticas de todos los tiempos. Podría compararla a la de Alan Clark por su honestidad, a la de Denis Healey por sus ataques a antiguos aliados y, como manual para explorar los peligros del arte de gobernar, seguramente tiene la misma estatura que la biografía de Lyndon B. Johnson escrita por Robert Caro.

Sin embargo, el libro de Varoufakis sobre la crisis que ha marcado a Grecia desde 2010 hasta hoy se encuadra en una categoría propia: es la historia entre bastidores de la política de primer nivel contada por un forastero. Varoufakis comenzó como un outsider, tanto de la élite política como de la extrema izquierda griega, luego se metió dentro y acabó abandonándolo todo abruptamente después de que su antiguo aliado, el primer ministro griego Alexis Tsipras, le pidiera la dimisión en julio de 2015.

Varoufakis escenifica su dilema durante la crisis con una anécdota reveladora. Estaba en Washington para reunirse con Larry Summers, el antiguo secretario del Tesoro de los Estados Unidos y confidente de Barack Obama. Summers le preguntó a bocajarro: ¿Quieres estar dentro o fuera? “Los de fuera priorizan la libertad de contar su versión de la verdad. El precio es que son ignorados por los de dentro, que toman las decisiones importantes”, le advirtió Summers.

Los políticos electos tienen poco poder; el verdadero poder lo tienen Wall Street y una red de fondos de inversión, multimillonarios y dueños de medios de comunicación, y el arte de permanecer en la política es poder reconocer este hecho e intentar lograr hacer algo sin alterar el sistema. Ésa era la oferta. Varoufakis no sólo la rechazó, sino que al escribir sobre ella en detalle nos protege de la estupidez de las fantasías ocasionales de la izquierda de que el sistema construido por el neoliberalismo puede de alguna forma inclinarse o ceder ante nuestros deseos de justicia social.

En este libro, Varoufakis ofrece una de las descripciones más detalladas y precisas del poder moderno, un logro aún más importante que su deseo de justificar su propio accionar durante la crisis griega. Explica cómo se construye la red del poder moderno, con el agotamiento de haber pasado tantas noches en fríos hoteles y salas de reuniones mal iluminadas. Aris obtiene un préstamo del banco de Zorba; Zorba le perdona el préstamo, pero la empresa constructora de Zorba obtiene un contrato en un ministerio de Aris. Al hijo de Aris le dan trabajo en la cadena de televisión de Zorba, que por alguna razón siempre está en bancarrota y por eso no puede pagar impuestos; y así.

“La clave de estas redes de poder es la exclusión y la turbiedad”, escribe Varoufakis. A medida que se va intercambiando información sensible, “alianzas de dos personas se van vinculando con otras alianzas…involucrando a conspiradores que conspiran de hecho, sin ser conspiradores conscientes”. En el proceso de contar su historia, Varoufakis no sólo revela secretos, sino que son secretos gordos y jugosos.

Grabaciones en secreto en sus reuniones El primer secreto es que no sólo Grecia estaba en la bancarrota cuando la UE la rescató en 2010 –y que el rescate fue diseñado para salvar a los bancos franceses y alemanes– sino que Angela Merkel y Nicolas Sarkozy lo sabían; y sabían que sería un desastre.

Esta acusación no es nueva, fue lanzada en su momento por activistas de izquierdas y economistas de derechas contra la élite financiera. Pero Varoufakis la confirma con citas, algunas recogidas de cintas de conversaciones que grabó en ese momento sin que lo supieran los otros participantes.

Incluso ahora, dos años después de las últimas elecciones griegas, este libro trasciende el interés académico. Grecia sigue aplastada por una deuda de miles de millones de euros que no puede pagar. Por las decisiones que se tomaron en 2010 y 2011, al rescatar bancos privados y endosarles deudas enormes a los países europeos del norte, serán los contribuyentes franceses y alemanes los que acabarán pagando la deuda griega cuando inevitablemente sea perdonada.

La segunda revelación es que miembros de la familia de Varoufakis fueron amenazados violentamente cuando, con una multitud controlando las calles y plazas, él comenzó a alinearse con aquellos que denunciaban que el rescate era inviable. Varoufakis afirma que esas amenazas, que se efectuaron de forma anónima, por teléfono y con una calma oligárquica, fueron la causa de su salida de Grecia hacia Estados Unidos.

Como resultado, cuando regresó, mientras comenzaba a apoyar activamente al partido de izquierda radical Syriza, Varoufakis vivió la crisis como un outsider, pero en un sentido diferente. Cuando le pidieron que hablara ante la multitud que ocupaba la Plaza Síntagma en mayo-junio de 2011, recuerda: “La última vez que había hablado ante una manifestación había sido en Nottinghamshire, ante un piquete de mineros en huelga en 1984”.

Estaba a punto de unirse a un grupo de políticos de izquierdas —liderado por Tsipras y secundado por su jefe de Gabinete formado en Glasgow, Nikos Pappas— en la lucha por acabar con el neoliberalismo. Pero tenía poca experiencia en la izquierda griega organizada y ellos lo veían como un neoliberal.

El fracaso del órdago Los logros académicos de Varoufakis se habían basado en la aplicación de la teoría de juegos a la economía. Así que, cuando diseñó la estrategia de confrontación de Syriza, fue explícito: el enemigo tenía que creer que Syriza estaba preparado para incumplir pagos, o para salir de la zona euro, lo suficiente como para convencer a los poderosos de la UE de renegociar los préstamos que estaban por vencer y evitar que hicieran estallar el sistema bancario griego.

Esto funcionó, aunque el precio fue un gran retroceso retórico y la retirada del programa nacional de Syriza en febrero de 2015. Pero en julio falló porque, habiendo luchado y ganado la campaña emocional del referéndum, Tsipras eligió hacer concesiones ante la posibilidad de una guerra civil griega.

Entrevisté a Varoufakis la noche en que ganaron el referéndum. Parecía asombrado por la magnitud de la victoria (en el libro confiesa que esperaba una derrota) y seguro de que le daría a Tsipras las municiones para enfrentarse a Troika. Sin embargo, ahora está claro que los dos calcularon mal. Varoufakis entendió —por la autoridad del ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble— que Alemania no intentaría sacar a Grecia del euro. Para cuando hicieron justamente eso, dos semanas de bancos cerrados y desarrollo al borde del colapso habían llevado la apuesta a un todo o nada.

Cuando le echaron, Varoufakis se libró de tener “prontuario”, aunque el precio que pagó fue, una vez más, un autoexilio de la política activa en Grecia. Si, tal como parece posible, la situación escala hacia el desplome económico, su voz —junto con la de los comunistas veteranos antieuro que se separaron de Syriza— podría ser lo único que quede de una izquierda que pueda darle la batalla final al fascismo y la dictadura.

Pero yo sigo creyendo que Tsipras hizo bien en ceder ante el ultimátum de la UE y que Varoufakis tuvo parte de la culpa por la forma en que diseñó la estrategia “del juego”. Para Tsipras, y para la generación de exdetenidos y víctimas de torturas que reconstruyeron la izquierda griega después de 1974, permanecer en el poder como un escudo abollado contra la austeridad era preferible a entregarle el poder a un grupo de políticos mafiosos respaldados por una horda enardecida de jóvenes millonarios bien vestidos.

Al final, el gobierno de Tsipras resultó no ser un escudo muy efectivo para proteger a la clase trabajadora griega, pero sí al más de un millón de refugiados sirios que llegaron a las costas griegas en las semanas tras la rendición económica. Las fuerzas armadas griegas, el poder judicial y la policía están llenas de personas a quienes les encantaría ver hundirse las pateras y poder deportar en masa o encerrar a los supervivientes.

Aunque la forma en que Syriza manejó la inmigración masiva fue por momentos equivocada, en el momento crucial, de julio a diciembre de 2015, el gobierno de izquierdas de Grecia ofreció un refugio para aquellas personas que huían del terror y la destrucción. Un gobierno conservador y de derechas le hubiera dado a los sirios un recibimiento mucho peor.

En ese contexto, el relato de Varoufakis de la historia de Tsipras debe ser cuestionado. Varoufakis argumenta que Tsipras es propenso a la frivolidad, la melancolía y la indecisión y que está determinado a probar que no es “una estrella fugaz”. Pero a diferencia de Varoufakis, Tsipras construyó un partido capaz de vencer a la élite política que ha dejado a Grecia sin riqueza y sin credibilidad y ha sido capaz de gobernar. Tsipras —junto a Pappas, su jefe de Gabinete, a quien Varoufakis describe correctamente como muy influyente en los acontecimientos— construyó algo que él pensó que sobreviviría a una derrota.

Varoufakis construyó una reputación, no un partido. De hecho, el mundo de los partidos —de activistas apiñados contra las ventanas lluviosas de cafeterías suburbanas, de repartir folletos, de huelgas y manifestaciones anti-fascistas— está ausente en su libro.

Si la izquierda mundial, que estuvo de buena racha entre 2011 y 2013, quiere recuperar terreno, necesita líderes como Tsipras, que encuentren pensadores y ejecutores como Varoufakis y que los estimulen. Pero sobre todo necesita hablarle al pueblo en el idioma que nace de años de lucha para construir un partido y un movimiento.

Traducido por Lucía Balducci
Fuente:
http://www.eldiario.es/theguardian/Varoufakis-mejores-biografias-politicas-historia_0_640087101.html
https://open.spotify.com/embed/user/elpaissemanal/playlist/5DBfunuPk3faTn5BV6Grv4

lunes, 15 de mayo de 2017

_--La ferocidad del poder del lenguaje para trampear la realidad. La corrupción política y el drama de los refugiados sirve a Miguel del Arco para analizar la manipulación de la palabra en ‘Refugio’.

_--Por obra y arte del lenguaje, en esta función oscura y devastadora nada es lo que parece. Es la corrupción de las palabras lo que vertebra la obra Refugio, escrita y dirigida por Miguel del Arco que se estrena mañana en el Teatro María Guerrero de Madrid hasta el próximo 11 de junio. “El anhelo del corazón siempre inventa mil ficciones que lo arrope”. La frase de Alcestes en el Misántropo de Moliere mece de manera suave pero decidida toda la reflexión que se agolpa en este montaje, en el que Del Arco utiliza la corrupción de los políticos y el drama de los refugiados para lanzar un dardo sobre el poder del lenguaje para trampear la realidad y manipularla.

La inicial inspiración de Teorema de Pasolini sobre cómo una presencia extraña cambia y desestabiliza la vida de una familia ha quedado en lejano referente. Aunque la historia de Refugio se centra en la familia de un político corrupto y una cantante de ópera que se ha quedado sin voz, que acoge en su casa a un refugiado que ha perdido a su mujer y su hijo en la travesía que les traía al sueño europeo, Miguel del Arco (Madrid, 1965) admite que la deriva del texto se ha ido encaminando a cómo cada uno va construyendo su propia historia y narrándose a sí mismo. De cómo el lenguaje se convierte en una fuente de incomunicación y en arma de doble filo. “Cada uno de nosotros nos hacemos nuestro propio refugio con el lenguaje, nos escondemos detrás de las palabras”, asegura Del Arco, tras un ensayo en el María Guerrero, mítico teatro en el que se estrena, y que ha contado en el reparto de la obra con Israel Elejalde, Raúl Prieto, Beatriz Argüello, Carmen Arévalo, Macarena Sanz, María Morales y Huego de la Vega.

Con la bofetada de los casos de corrupción política de esta misma semana en España, la obra parece escrita ayer mismo, con las dimisiones, los encarcelamientos y las asunciones teóricas de responsabilidades. En este caso, como en tantos otros, la realidad ha superado con creces la ficción. “He querido hablar de la corrupción del lenguaje a través de estos políticos, porque quien tiene la palabra tiene el poder, pero también del silencio de este refugiado que se niega a unir palabras porque lo que quiere es morirse. Esa especie de normalidad civilizada, con los discursos inventados por los políticos para los telediarios, en la que vivimos me deshace, me paraliza. Hemos normalizado una manera de hablar que no tiene nada que ver con la compasión. Estamos construyendo un mundo devastador”, se lamenta el autor, que asegura, sin embargo, confiar en el ser humano y en la posibilidad de cambio. De esperanza y empatía, en definitiva.

Es Refugio una obra con la que el autor confiesa que, por primera vez, ha amordazado intencionadamente al director. Uno de los responsables del nuevo Teatro Pavón Kamikaze y creador de importantes montajes teatrales como La función por hacer, Hamlet, Misántropo o La violación de Lucrecia, Del Arco asegura que hasta ahora decía de sí mismo que era un director que escribía. Todo ha cambiado con Refugio. “Ya no me intranquiliza la idea de ser autor. Un director quiere siempre saber cómo suceden las cosas, cómo se va a poner este texto en escena, pero con esta obra comenzamos los ensayos sin saber siquiera como se iban a resolver algunos asuntos claves. Nunca he sido tan libre y tan imaginativo como autor”. Libre e imaginativo como ese enorme y hermoso cubo de cristal que acoge este montaje. Un cubo que es refugio pero también cárcel. Una pecera, una jaula, un lugar de encuentro a la vista de todos.

http://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/26/actualidad/1493215507_203688.html

En esta interpretación de una vieja canción francesa, C'est Si Bon, por parte de Jolie Môme, con un arreglo de jazz fusión, nos sorprende por sus atractivos, su ritmo, su armonía, su melodía, su encanto, su "charme", su amplia sonrisa, sus suaves gestos, su mirada cómplice y coqueta, una buena parte de sus armas de mujer, una interpretación encantadora, maravillosa por su sencillez y optimismo, todo "tan bien" que al oírla sale uno a la calle lleno de alegría y ganas de vivir, en esta primavera tan hermosa... clik y ampliar la pantalla para disfrutar.

domingo, 14 de mayo de 2017

Periodismo de ficción en Yemen

El periodismo en este país ha alcanzado tal grado de perfección que basta una palabra para resumirlo: Marhuenda. Lo imputaron el jueves y lo desimputaron el martes. La justicia de marcha atrás también requiere de un léxico con caja de cambios. Primero se investiga a un señor y luego se lo desinvestiga. Por en medio nos enteramos que, en la intimidad de la conversación telefónica, el director de La Razón llamaba “zorra” a la presidenta de la Comunidad de Madrid y “puta” a su directora de comunicación. Quién iba a decirnos que detrás de la prosa razonable y adhesiva de Marhuenda se ocultaba un poeta. Sucede que hablaba mediante metáforas, suponemos que es lo que ha querido decir el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, cuando explica en su auto del martes que ni Marhuenda ni Casals “habrían conseguido” coaccionar a Cristina Cifuentes. Según las grabaciones que se hicieron pública, conseguirlo no: sólo lo habrían intentado.

“¿Con qué cara me presentaría ante mis alumnos de Derecho si fuera verdad lo que se me imputa?” se pregunta Marhuenda. Más que con una cara, podría presentarse con una portada de su periódico, una al azar, porque La Razón cuenta con algunas de las portadas más fastuosas del arte posmoderno. Entre ellas, todavía recuerdo una de Aznar vestido de portero y parando un penalti, otra con Tsipras abierto de brazos titulada con increíble ingenio “Desgrecia” (“los helenos se lanzan al abismo populista” rezaba debajo) y otra de un militar ruso listo para zamparse una hamburguesa y abriendo una bocaza donde se veía hasta el esófago (titular: “Putin traga”). La semana pasada tuvieron el cuajo, en medio de la tormenta de mierda que afectaba al país y a su propio periódico, de abrir con la crisis política en Venezuela.

Gracias a una prensa omnívora y a una ciudadanía rumiante, en España la gente está mucho mejor informada de lo que sucede en el país caribeño que de lo que sucede en el propio. Desde los tiempos de Chávez, Venezuela es el mantra informativo con el que muchos periódicos e informativos, no sólo La Razón, distraen al personal de las cacicadas, putiferios y latrocinios que asolan la geografía patria. Es cierto que en los últimos tiempos la situación en Caracas roza la catástrofe, con manifestaciones diarias, brotes de violencia callejera y casi una treintena de muertos en disturbios. Al lado de este desastre, es cierto que el saqueo del Canal de Isabel II y la podredumbre de las instituciones españolas pasan a segundo plano, pero da la casualidad de que los periódicos españoles no se imprimen en Caracas.

Si de verdad les importaran las vidas humanas en calidad de algo más que de maniobra de distracción, todos los días desayunaríamos con postales de la guerra civil en Yemen, un país en estado de sitio desde hace dos años, bombardeado por los amigos saudíes con apoyo logístico y militar y beneplácito de Estados Unidos y de un montón de potencias occidentales, entre ellas, España. El conflicto en Yemen ha alcanzado la categoría de hecatombe, con una alarma internacional pregonada por la ONU que advierte que puede desembocar en la mayor catástrofe humanitaria de la historia: siete millones de personas están a punto de morir de hambre. Un niño muere cada diez minutos en Yemen pero ¿a quién le importa?

Fuente:
http://blogs.publico.es/davidtorres/2017/04/28/periodismo-de-ficcion-en-yemen/

miércoles, 9 de noviembre de 2016

No confundamos nuestra verdad. Luis García Montero.

Debemos aprender a escribir la verdad con letras minúsculas. La verdad escrita con mayúsculas, conviene repetirlo una vez más, está siempre humillada a la mentira de los dogmas y los mandatos esenciales. La verdad como opinión propia, como perspectiva de la conciencia personal, aspira sólo a relacionarnos con el mundo de forma honesta, amparados en la voluntad de no mentir más que en la posesión de la certeza.

La actualidad está dominada hoy por unas cuantas mentiras. A la hora de opinar se puede mentir no sólo sobre el cadáver de la verdad, sino sobre el paisaje y el vértigo de las mentiras cotidianas. Mentir sobre las mentiras es una consecuencia lógica del torbellino, las prisas, las discusiones, las estrategias de defensa más superficiales, la tensión en el escenario político. Ese tipo de mentiras son muy peligrosas porque acaban manchando la verdad y desgastando sus argumentos. Del mismo modo que los dictadores y los criminales banalizan el mal, como denunció Hannah Arendt, nuestras discusiones pueden banalizar la verdad, convertirla en un latiguillo sin eficacia.

Esa es la sensación que he tenido en los últimos días con las declaraciones de Pablo Iglesias y Ramón Espinar sobre el poder manipulador de los medios de comunicación. Tengamos cuidado. No confundamos nuestra verdad.

Está claro que la falta de independencia de los grandes medios de comunicación es uno de los problemas más serios de la democracia. No se trata sólo de que el poder de la publicidad marque las informaciones sobre Coca-Cola, Repsol o El Corte Inglés. Lo más grave es que las élites económicas se han hecho con la propiedad y las líneas editoriales de los medios, humillando al periodismo en las redacciones y convirtiendo a los editorialistas en pistoleros de la tinta, dispuestos a desenfundar en cuanto reciben una orden. Algunos programas de televisión crean una realidad virtual capaz de sustituir hasta el aire que respiramos.

La semana pasada daba pena mirar el cielo de Madrid. Uno se acercaba a la ciudad y veía una mancha espesa de contaminación sobre los edificios y las personas. El ayuntamiento tuvo que reaccionar ante unos índices de veneno peligrosos para la salud. Entonces la noticia del gallinero mediático no fue que los madrileños estaban respirando basura, sino que una alcaldesa podemita quería atentar contra la libre circulación de los coches.

La manipulación es tan grave que no podemos permitirnos el lujo de banalizarla y convertir la protesta en un latiguillo desacreditado. Creo que eso es lo que sucede con reacciones como las provocadas por el asunto del piso de protección oficial vendido por Ramón Espinar. Un político no tiene por qué ser un santo, con un pasado sin tacha, virgen hasta su noche de bodas con el bien común. Basta con que defienda un programa honesto y hable sin voluntad de mentir.

Según las informaciones que tenemos, parece ser que Ramón Espinar creció en un ambiente cercano a los hábitos de la especulación propios de la España del pelotazo. Sin violar la ley, se podía sacar un dinero poco digno en la compra y venta inmobiliaria. Es fácil dejarse arrastrar por esa inercia cuando se es poco más que un adolescente. Ahora, cuando ya no se es –o no se puede ser– un adolescente, resulta necesario hablar con honestidad, asumir que fue un error propio de la época, que sus ideas han cambiado con la madurez y que por eso defiende un modo de vida distinto. No hace falta siquiera que un hijo eche la culpa a un padre. Esos silencios se entienden.

A ver si nos entendemos: mis ideas políticas sobre la vivienda y el mal de la especulación tienen mucho más que ver con las ideas de Ramón Espinar, aunque se especulara con su firma cuando tenía 20 años, que con las ideas de muchos militantes del PP hoy en el Gobierno, aunque no hayan especulado nunca. Y de lo que se trata no es de contar vidas de santos o de alabar a gente que siempre estuvo en posesión de la verdad, sino de construir una alternativa política seria, capaz de derrotar a los especuladores.

En ese proyecto es importante tener las ideas claras contra la especulación. Creo que Ramón Espinar hoy las tiene. También es importante denunciar la manipulación mediática que sufre la sociedad. Por eso no podemos permitirnos el lujo de banalizar esta manipulación. No podemos escudarnos en ella cuando se hace público un error propio. Decir la verdad y explicar las cosas de forma honesta es más útil que echarle la culpa al Grupo Prisa de todo lo que nos pase.

Y lo que vale para los políticos debe valer para todos los demás, por ejemplo, para los colaboradores, lectores y comentaristas de infoLibre. Me gusta leer los comentarios de los artículos publicados porque aprendo, conozco una realidad más amplia y abro las perspectivas de mi mirada. Me entristece que en ocasiones se generen banderías, leyes del embudo y ruedas de molino. Un periódico no es independiente sólo por criticar al PP y al PSOE y no está vendido al sistema por definición cuando critica algo que afecta a Podemos. Se trata de no cerrar los ojos, de procurar no mentir, aunque a veces eso obligue a pedir perdón con honestidad sin entrar en el juego peligroso de mentir con verdades o con medias mentiras.

http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/11/06/no_confundamos_nuestra_verdad_57244_1023.html

domingo, 10 de julio de 2016

La mentira. Aznar es el único que hasta el momento no ha pedido perdón a su país por llevarlo a una guerra injusta e injustificada.

Siempre recordaré el aplauso de los diputados de las bancadas del Partido Popular en el Congreso tras la aprobación de la decisión del Gobierno de Aznar de ir a la guerra de Irak, que apoyaron sin una sola excepción, contra la opinión de millones de españoles, que nos habíamos manifestado en contra. Nunca había visto a nadie tan contento de ir a una guerra; mejor dicho: tan contento de que fueran otros, pues ni los diputados ni los ministros ni el presidente del Gobierno iban a ir. Para eso están los profesionales.

El informe Chilcot, elaborado por un comité independiente de Reino Unido a petición del Gobierno de ese país, acaba de poner negro sobre blanco las cosas que ya se sabían o se sospechaban de aquella guerra: que la decisión de invadir Irak estaba tomada antes de su justificación, que ésta se hizo sobre una gran mentira: la posesión por Sadam Hussein de armas químicas y biológicas prohibidas (nunca he entendido por qué están prohibidas unas armas y otras no, será que soy un poco panoli), y que, en el triunvirato que se formó al frente de los belicistas, Aznar jugó el papel de becario, ni siquiera de George Bush, el jefe de la coalición, sino del británico Toni Blair, ante la retirada del resto de los países europeos, con Alemania y Francia a la cabeza. “No se puede pedir ayuda a un amigo y luego, cuando él te la pide a ti, negársela”, se justificaría tiempo después en el más puro estilo Benzema el héroe de Perejil, el único que hasta el momento no ha pedido perdón a su país por llevarlo a una guerra injusta e injustificada, como si en el cumplimiento de su deber de amistad pudiera disponer de la voluntad y las vidas de sus compatriotas.

Siete años les ha costado a los miembros del comité encabezado por John Chilcot, un alto funcionario británico de gran prestigio, y la consulta de miles de documentos, así como entrevistar a un centenar y medio de testigos, llegar a unas conclusiones que, pese a no suponer ninguna novedad, no dejan de estremecer de rabia y de consternación. Que tres hombres por su santa voluntad provocaran lo que han provocado: miles de muertos y heridos y la ruptura del frágil equilibrio en que vivía una región del mundo que ahora se desangra en guerras y actos de terrorismo que nos están afectando a todos (a España especialmente el 11-M) deberían provocar más que una crítica formal y abstracta. En el mundo han sido juzgados por crímenes de guerra o contra la humanidad muchos dirigentes con menos delito que el trío de las Azores.

http://elpais.com/elpais/2016/07/08/opinion/1467979566_242541.html

lunes, 29 de julio de 2013

La valentía de buscar la verdad. La traición a Helen Thomas

Barbara Lubin y Danny Muller. CounterPunch

Cuando la noticia se esparció por Washington este fin de semana de la muerte de la inquebrantable y pionera periodista Helen Thomas, seguramente un suspiro colectivo de alivio atravesaba los pasillos de Washington.

Noticias, artículos y obituarios obligatoriamente mencionan su retiro a causa de los comentarios políticos sobre Palestina e Israel. Todos ellos celebrarán, y deberían hacerlo, su carrera de pionera como periodista y autora. Y ahora que ha muerto, se ha vuelto políticamente correcto volver a abrazarla, porque ahora Helen está a salvo. No va a hacer más las incómodas preguntas que hicieron que los políticos se retuerzan mintiendo, que le devolvieron una mirada atónita de ella, siempre sorprendidos por la libertad de la prensa en acción en una mujer que no reconocía su actuación.

Pero en los últimos años de Helen había poca admiración por su carrera y su valor, tanto como sus antiguos amigos, compañeros de trabajo y muchos en Washington se subieron resueltamente al carro de las condenas por sus comentarios y luego sacados de contexto. Tal vez lo más espantoso fue que el presidente Obama se tomó el tiempo de espiar a la mitad del mundo y bombardear la otra mitad para declarar que la renuncia de Helen Thomas fue "la decisión correcta".

En un mundo donde se celebran los improperios orales de políticos famosos como George Bush, Dick Cheney y Rahm Emmanuel, ¿podemos pretender que los comentarios de Helen fueran tan chocantes u ofensivos como para merecer una jubilación forzosa? En un mundo donde escuchamos las tonterías diarias de presidentes que promueven guerras de locura con mentiras y caras enhiestas, ¿cómo permitimos que caiga sobre ella esa lluvia ácida?

Helen Thomas hizo más para desafiar a la guerra desde la última fila de la prensa de la Casa Blanca, (lugar al que fue relegada durante tres años después de criticar en 2004 a George Bush) que cualquier periodista empotrado hizo desde la primera línea junto a los militares en Irak. Ella se sostenía por una integridad periodística que no fue bienvenida en un complejo cuasi totalitario de medios parlamentarios corporativos. En el comienzo de su carrera, fue despedida por hacer huelga junto a sus colegas en el Washington Daily News. Enfrentó décadas de abuso porque era obstinada, no había lugar para el retroceso, y además era una mujer. En años posteriores, fue chocante ver cómo George Bush y Barack Obama se dirigían a ella, la discriminaban desde su investidura presidencial, como si ella fuera una niña a quien se tolera, desechable embuchando una sonrisa, una molestia menor que no conocía su lugar, una reliquia que sólo tenían que complacer por un minuto, después del cual podría volver a la Gran Mentira.

Helen Thomas fue emboscada por ser anti sionista y como escribió Ralph Nader, "la evisceración fue lanzada por dos halcones pro-Israel, Ari Fleischer y Lanny Davis. Fleischer fue el secretario de prensa de George W. Bush que perdió los estribos ante el cuestionamiento de Helen Thomas acerca de los horrores de los crímenes de guerra y las torturas ilegales de la dupla Bush-Cheney. Su trabajo no era responder a esta mujer arrogante, sino desviar, evitar y encubrir a sus jefes. Davis fue el defensor designado cuando Clinton se metió en el agua caliente. Como periodista Paul Jay se destaco y ahora integra un grupo de presión de Washington cuyos clientes incluyen a la cruel junta corporativa que derrocó al presidente electo de Honduras. "Si uno siguió la carrera de Helen Thomas, sobre todo en la última década, ella había alterado repetidamente el statu quo cuando cuestionaba las muertes de civiles en las guerras de Estados Unidos, la alianza impía con Israel, su no declarado arsenal nuclear, y la forma en que escondemos el rostro de la guerra. Los poderosos querían su silencio y utilizaron un fragmento de 30 segundos de vídeos para tratar de borrar 7 décadas de integridad y servicio público.

Helen Thomas por Robert Shetterly.

Así que te puedes imaginar lo honrado que estábamos cuando en el otoño de 2010, por fin fuimos invitados a reunirnos con Helen. Amigos mutuos nos pusieron en contacto y nos dio la bienvenida para visitarla en su casa. Nos recibió amablemente y habló durante horas acerca de una increíble variedad de temas. Su mente era increíblemente aguda, embebida de la lectura de gran cantidad de diarios y de numerosos libros que están ordenadamente apilados, sobre temas de actualidad, marcados y a los que hace referencia a lo largo de nuestra conversación. Increíblemente abierta a cualquier pregunta, (¿Cual fue el mejor presidente? "Hubiera sido Lyndon Johnson, si no fuera por la guerra de Vietnam. Su guerra contra la pobreza fue un logro increíble. Pero la guerra de Vietnam lo perseguía.") Helen fue la consumada periodista, incluso desde su propia sala de estar, que nos acribillaba tanto con preguntas y que, sin vacilar opinaba sobre todo. Ella hablo sin problemas desde su infancia en Detroit hasta su viaje a China en el Air Force One con Richard Nixon, viendo siempre la interconexión del pasado y cómo influye en el presente. Cuando se le preguntó acerca de nuestro trabajo en el Medio Oriente, dudamos en un principio de responder plenamente sobre lo que fuimos testigos durante la ocupación israelí y la guerra de Irak. Ella parecía muy consternada por las experiencias de los niños en esos lugares, y estaba visiblemente preocupada por lo que sabía. Helen era tan claramente empática con el sufrimiento de los niños, los que viven en campos de refugiados, los encarcelados, los que sufren, que parecía injusto cargarla con más relatos de testigos después de todo lo que habíamos compartido. Pero su curiosidad y sus preguntas no eran demasiado para nosotros, y como siempre, Helen formulaba las preguntas que quería.

Unas noches más tarde, a continuación de algunos té de manzana y martinis en una cena completa, Helen continuó su andanada de preguntas. Estaba muy interesada en el trabajo de la organización en la que trabajamos, Alianza de Niños de Oriente Medio, y se comprometió a hablar en San Francisco en un acto de beneficio para la ayuda humanitaria para los niños de Palestina. Por desgracia, la salud física de Helen pronto se deterioró aún más, impidiéndole hacer el vuelo de 3000 millas. Pero el tiempo que pasamos con Helen Thomas se quedó con nosotros, y éramos conscientes de que no podría llegar a hablar en un evento, y queríamos verla apreciada por las miles de personas que sabíamos que la respetaban, la querían y estábamos horrorizado por la forma en que había sido tratada y forzada al exilio, incluso por parte de algunos amigos cercanos y seguidores MECA.

Dos años más tarde, inmediatamente después de la "Operación Pilar de Defensa" de 8 días de bombardeo sobre Gaza por parte de Israel donde 158 palestinos fueron asesinados, 30 de ellos niños, cruzamos el paso de Erez de Israel en la ciudad de Gaza. Una semana después de haber llegado, estábamos fuera en las horas tempranas de la mañana conversando con periodistas y otros voluntarios internacionales. El tema de la primavera árabe y el papel de los medios de comunicación social son temas candentes de la discusión. Una periodista palestina joven, que había terminado recientemente sus estudios en Londres, regresó a Gaza a principios de mes para cubrir los temas de derechos humanos para un portal de noticias en inglés, y nos dijo que quería ser la próxima Helen Thomas.

Otro periodista le respondió diciendo: "Oh, ¿te refieres a causa de sus comentarios sobre Palestina."

"No, no es por eso. Hay dos cosas que van a cambiar el mundo ", dijo," los medios de comunicación y las mujeres: y yo tengo ambas."

Este es el legado Helen Thomas. Esta es la prueba de que las preguntas incómodas seguirán su curso. Eso es lo que Helen quería. Rendición de cuentas de los poderosos, una prensa audaz en busca de la verdad.

Es por eso que pensamos que el 04 de agosto debe declararse el Helen Thomas Day, una fecha de nacimiento que comparte con Barack Obama. Sin embargo, el 4 de agosto debe ser una celebración sólo para Helen Thomas, y no para Barack Obama, ya que los hombres débiles que lanzan guerras lejanas deben ser relegados a los cubos de basura de la historia, y deben ser honradas las mujeres valientes que desafían imperios y viven una vida sin temores.

Firma nuestra petición para pedir a la Casa Blanca que declare el 4 de agosto "Helen Thomas Day"

Barbara Lubin es una veterana activista por la paz, la justicia, los discapacitados y los derechos humano. Es la fundadora y directora ejecutiva de la Alianza de los niños de Medio Oriente (MECA), una organización sin ánimo de lucro que, desde 1988, ha estado trabajando por los derechos y el bienestar de los niños en el Medio Oriente.

Danny Muller ha trabajado con la Alianza Infantil del Medio Oriente, junto con Voices in the Wilderness desde que la sanción de las restricciones económicas a Irak en la década de 1990. Ha trabajado con MECA en Irak y Palestina. És un activista contra el impuesto de guerra y abolicionista de la guerra.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/07/23/the-betrayal-of-helen-thomas/

lunes, 27 de mayo de 2013

León Eisenberg, el descubridor del déficit de atención confesó antes de morir que es un trastorno ficticio

Siete meses antes de morir, el famoso psiquiatra estadounidense Leon Eisenberg, que descubrió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), afirmó que se trata de "un ejemplo de enfermedad ficticia". > Esta afirmación, hecha por el destacado médico, fue publicada por el semanario alemán 'Der Spiegel'.

Los primeros intentos de explicar la existencia de este trastorno fueron llevados a cabo en los años 30. En aquel momento, los médicos que trataban a niños con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse les diagnosticaban el síndrome posencefálico, pese a que la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.

Fue precisamente Leon Eisenberg quien en los años 60 volvió a hablar de dicho trastorno. En el año 1968 incluyó la enfermedad en el 'Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales', DSM.

Uno de los principales logros de Eisenberg fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas. El sentimiento de culpa de los padres desaparece de esa forma al pensar que el niño ha nacido así y el tratamiento con medicamentos se menos cuestionable. Sin embargo, pocos meses antes de su muerte, confesó que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de establecer las razones psicosociales que pueden provocar determinadas conductas, un proceso que lleva tiempo por lo que "prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido".

Después de estas revelaciones se puede mencionar otro estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove. Según esta profesional, de los 170 miembros del grupo que trabaja con el "Manual de los trastornos mentales", (El famoso DSM, va por la V edición) el 56% tenía una o más relaciones financieras con empresas de la industria farmacéutica.

Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/95483-psiquiatra-descubrio-tdah-enfermedad-ficticia

En su última entrevista , siete meses antes de su muerte por cáncer de próstata a la edad de 87 años, se distanció de su indiscrección juvenil.

Un hombre alto y delgado, con gafas y tirantes en 2009 abrió la puerta de su apartamento en la Plaza de Harvard para un café. Según dijo nunca había pensado que su idea sería tan popular. “El TDAH es un ejemplo de enfermedad inventada”, dijo Eisenberg. “La predisposición genética para el TDAH está completamente sobrevalorada”.

La psiquiatría infantil debe determinar más detalladamente las razones psicosociales que pueden conducir a problemas de conducta, dijo Eisenberg. ¿Hay peleas con los padres, la madre y el padre viven juntos, hay problemas en la familia? Estas preguntas son muy importantes, pero lleva mucho tiempo responderlas, dijo Eisenberg, quien agregó con un suspiro: “es más rápido prescribir una píldora”.

Como dije, no sé alemán, pero la palabra que aparece en el texto original (“fabrizierte”) se traduce como fabricado o manufacturado. Y, la verdad, si el psiquiatra quería decir “sobrediagnosticado” podría haber utilizado otra palabra.

Tal como se deduce del texto, Eisenberg murió en 2009, de modo que no se trata de una noticia de última hora. A pesar de que se había jubilado en 1993, continuaba siendo profesor emérito de la escuela de medicina de Harvard, y colaboraba con la edición de algunas revistas de psicología y psiquiatría.

En 2007 publicó un artículo sobre el TDAH titulado when “ADHD” was “the brain-damaged child”. En él relata cómo en los años 40 y 50 del siglo XX, los niños con síntomas de TDAH eran calificados como niños con disfunción cerebral, etiqueta que posteriormente se convirtió en la de disfunción cerebral mínima.

También narra cómo él y Mike Rutter defendieron la inclusión de un síndrome hipercinético en la segunda edición del DSM (1969). Me imagino que de ahí viene lo de calificarle como “descubridor del TDAH”, que. según él mismo dice, ya estaba bastante descubierto (aunque se le llamaba con otros nombres) en 1947, cuando se graduó en la facultad de Medicina. Por cierto, esa calificación despoja de sus méritos al señor Rutter.

El resto del artículo relata cómo el TDAH, que era un trastorno poco frecuente se ha convertido en un problema que afecta a casi el 8% de los niños de Estados Unidos, con el consiguiente aumento de las prescripciones de fármacos estimulantes.

Pero a donde quiero llegar es al final, donde escribe:
¿Ha habido un cambio real en la prevalencia? Si es así, ¿por qué? ¿O por primera vez se está detectando a niños que habían pasado desapercibidos? Se trata de cuestiones importantes y merecen una investigación sistemática. ¿Acaso no es el momento de que el NIMH y la FDA insten a los investigadores, facultativos y epidemiologistas a realizar una investigación sistemática a gran escala sobre asuntos de gran importancia para la salud infantil de América?

En dos años, Eisenberg pudo cambiar de opinión de que existe un grupo de niños que presenta una constelación de síntomas comunes a los que actualmente se llama TDAH, y que puede haber un abuso en la aplicación de ese diagnóstico (todo ello bastante documentado en el artículo de 2007) a pensar que no existe tal trastorno, de modo que cualquier diagnóstico de TDAH es claramente incorrecto. El caso es que ya no podemos preguntarle con cual de las dos posturas se siente más cómodo.

¿He aclarado algo?
Considero que existe una diferencia muy notable en la forma de plantear el problema en el artículo de 2007, y en la entrevista de 2009: Eisenberg era un científico, y en el artículo apoya sus afirmaciones en datos obtenidos de estudios epidemiológicos. Incluso cuando detecta anomalías en los datos, lo que hace es sugerir la necesidad de que se investiguen. En cambio, en la entrevista de 2009 hace una afirmación bastante contundente, pero no da ninguna explicación, o si la dio, el periodista la omitió al redactar su artículo.

Por ahí sale otro hilo, por si alguien quiere tirar de él. Resulta poco probable que el educado Eisenberg, que prepara café al periodista que va hasta su casa a hablar con él se limite a decir una pocas frases. Me imagino que la entrevista fue bastante más larga, y que existe más material.

Por último, como estudioso de la comprensión del lenguaje (mi especialidad es esa, no el TDAH), no puedo dejar de percibir una contradicción en el texto de la entrevista. Es la que se produce cuando intengo encajar las siguientes ideas:

a) El TDAH es un ejemplo de enfermedad inventada. Por lo tanto es TDAH solo existe como una construcción social.
b) La predisposición genética para el TDAH está sobrevalorada. Por lo tanto, existe una predisposición genética a la que se da demasiada importancia.
De lo anterior se deduciría que el TDAH, que sería una construcción social, tendría una predisposición genética real, aunque se le está dando demasiada importancia a esa predisposición. Omito intencionadamente los comentarios a la interesante propuesta de hacer una valoración del contexto familiar del niño con supuesto TDAH. No es porque lo considere irrelevante, sino, al contrario, creo que no podría tratar el tema con brevedad porque le van a salir ramificaciones por todos los lados. La entrada que publiqué hace unos días (¿Qué sabemos sobre las causas del TDAH?) contiene información interesante sobre eso y sobre la influencia de la predisposición genética.

Ahí dejo esa información por si a alguien le sirve. Yo, de todo esto me quedo con la recomendación de Eisenberg de que si algo no está claro que se investigue seriamente, y con los datos que se obtengan intentemos aclararlo.
https://youtu.be/pd5sU27u6Hc?list=PLQyYRcm1SLNkvezv6QzzYA9pTPwjH9GXj