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viernes, 14 de febrero de 2025

_- Cómo Dinamarca logró tener los trabajadores más felices del mundo

Una mujer en un auto con dos banderas danesas

_- Los trabajadores daneses figuran entre los más felices del mundo.
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Gabriel Hoces repite una palabra siete veces cuando habla de cómo es trabajar en Dinamarca: "confianza".

"Nadie intenta microgestionarte ni mirarte por encima del hombro", dice Hoces, que trabaja en una empresa tecnológica en Copenhague.

"Los jefes no vienen a comprobar si trabajas ocho o nueve horas al día, pues lo único que les importa es que hayas terminado tus proyectos", agrega.

"En Dinamarca hay mucha confianza en ese sentido, y no siento jerarquías en mi trabajo. Es todo muy democrático", recalca.

A Hoces, casado y padre de dos hijas pequeñas, no le sorprende que Dinamarca se sitúe sistemáticamente entre los cinco primeros países del mundo en cuanto a conciliación de la vida laboral y familiar.

Sólo el 1,1% de los daneses tiene que trabajar 50 o más horas a la semana, según las cifras más recientes de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Es una proporción significativamente menor que la media mundial, del 10,2%.

En cambio, en Reino Unido el dato se eleva hasta el 10,8% y en Estados Unidos al 10,4%.

Retrato de Gabriel Hoces

Retrato de Gabriel Hoces

Fuente de la imagen,Cortesí Gabriel Hoces

Pie de foto,Gabriel Hoces está encantado con el modelo democrático y respetuoso de trabajo que hay en Dinamarca. 

Sin sacrificar la vida personal

"Los daneses son realmente felices en el trabajo", dice a la BBC.

"Casi el 60% de los daneses dicen que seguirían trabajando si les tocara la lotería y se independizaran económicamente", asegura.

Wiking, que también dirige el Instituto de Investigación sobre la Felicidad, un centro de estudios danés, comparte varias políticas que contribuyen a generar un sólido equilibrio entre vida laboral y familiar en Dinamarca.

Entre ellas figura el derecho a un mínimo de cinco semanas de vacaciones pagadas al año, además de los días festivos. En Reino Unido, la mayoría de los trabajadores tienen derecho a 5,6 semanas de vacaciones pagadas, pero en EE.UU. pueden llegar a ser tan solo 11 días.

Dinamarca también ofrece un permiso pagado de maternidad y paternidad muy generoso, de seis meses de duración. En Reino Unido, el padre o la pareja que no da a luz, suele disfrutar de una o dos semanas de permiso remunerado.

En EE.UU. sólo existe una garantía federal de permiso parental no pagado, aunque algunos estados, como California, ofrecen ahora un permiso renumerado tras el nacimiento de un hijo. Y los empleados federales pueden disfrutar de 12 semanas de permiso renumerado.

Un hombre sostiene a su hijo

Un hombre sostiene a su hijo

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Los padres daneses gozan de un permiso remunerado por paternidad de hasta seis meses.

Dando autonomía al empleado

Wiking es otro danés que cita el concepto de que los jefes confían en que sus empleados hagan lo correcto. Pone el ejemplo del personal del parque de atracciones Tivoli Gardens de Copenhague, donde siguen la regla de los tres metros.

La idea es que seas el responsable de todo lo que se encuentre en un radio de tres metros de ti.

"Si ves basura en tu radio de tres metros, la recoges, y si ves a un huésped buscando algo, te paras y le preguntas si puedes ayudarle", explica Wiking.

Añade que cuando el personal se apropia de su propio espacio puede sentirse capacitado y apreciado, lo que contribuye en gran medida a crear un sentimiento saludable sobre su lugar de trabajo.

Janine Leschke, catedrática del Departamento de Gestión, Sociedad y Comunicación de la Escuela de Negocios de Copenhague, afirma que Dinamarca "no hay una cultura laboral en la que tengas que aparecer y estar disponible todo el día, toda la noche, para demostrar que trabajas duro todo el tiempo".

Retrato de Meik Wiking

Retrato de Meik Wiking

Fuente de la imagen,Cortesía Meik Wiking


Pie de foto,
Meik Wiking asegura que el modelo laboral danés hace que los trabajadores de ese país disfruten el ir a su puesto de trabajo. En cambio, dice que la flexibilidad durante la jornada laboral da a los empleados el tiempo que necesitan para, por ejemplo, recoger a sus hijos del colegio o la guardería.

"La jornada no tiene por qué acabar oficialmente a las cinco o las seis, y eso atrae a muchos daneses con hijos", indica.

Hoces se ha dado cuenta de que algunos empresarios estadounidenses exigen a sus empleados que estén disponibles los fines de semana para responder a algún mensaje de correo electrónico. Ese tipo de horas extra no encaja con su visión de la conciliación de la vida laboral y familiar.

"Si me pidieran que atendiera llamadas los fines de semana, eso sería una señal de alarma para mí, y probablemente cambiaría de trabajo", dice.

"Pero hasta ahora eso no me ha pasado a mí ni a nadie que conozca", agrega.

Una pareja deja a sus hijos en la escuela.

Una pareja deja a sus hijos en la escuela.

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Los empresarios daneses no esperan que sus trabajadores trabajen horas extras y no tienen problemas en permitirles tomarse tiempo para estar con sus familias.

Una red de seguridad

Casper Rouchmann, consejero delegado y fundador de la empresa tecnológica danesa SparkForce, afirma que su relajada política de liderazgo resulta familiar a la mayoría de los daneses.

"No hace falta que me pidan que me vaya antes. Nadie se aprovecha de mi amabilidad", dice

Rouchmann añade que el elemento de confianza está tan arraigado en la cultura danesa, que los visitantes de Dinamarca suelen asombrarse de hasta dónde puede llegar.

También destaca el generoso estado del bienestar danés y el hecho de que las empresas tengan que indemnizar económicamente a los trabajadores despedidos.

"Si pierdes tu trabajo, el gobierno está ahí para ayudarte", añade Rouchmann.

Aunque otros países pueden aprender mucho del equilibrio entre vida laboral y familiar de Dinamarca, tiene sus inconvenientes. "Algunas personas pueden confiar demasiado en esa red de seguridad, y eso puede decirles que no tienen que asumir riesgos reales, por eso podemos ser menos emprendedores en comparación con EE.UU.".

Retrato de Casper Rouchman
Retrato de Casper Rouchman

Fuente de la imagen,Cortesía Casper Rouchman


Pie de foto,
El empresario Casper Rouchman asegura que como él no se aprovecha de sus empleados tampoco sus empleados se aprovechan de él. Samantha Saxby, experta estadounidense en recursos humanos, afirma que Dinamarca tiene un equilibrio tan bueno entre trabajo y vida privada porque el país "da prioridad al bienestar colectivo".

Por el contrario, afirma que EE.UU. "ha hecho hincapié durante mucho tiempo en los logros y la ambición individuales, lo que ha impulsado una enorme innovación, pero a menudo a costa del equilibrio entre la vida laboral y personal".

Sin embargo, Saxby, directora de marketing de la Asociación Nacional de Recursos Humanos de EE.UU., afirma que las empresas de su país y del resto del mundo podrían estar siguiendo por fin el ejemplo de Dinamarca y otros países nórdicos igualmente felices.

"Las organizaciones progresistas están introduciendo ventajas como tiempo libre remunerado ilimitado, días de salud mental y programas de bienestar, para animar a los empleados a dar prioridad al autocuidado", afirma.

"Estas medidas no solo alivian la presión, sino que demuestran que los empresarios valoran el bienestar general de sus empleados", agrega.

"Cada vez más empresas reconocen que los empleados descansados y equilibrados aportan ideas frescas, mejores capacidades para resolver problemas y un mayor compromiso. Los empleados empiezan a sentirse autorizados a tomarse el tiempo que necesitan sin sacrificar el crecimiento de su carrera", remata.

Este artículo fue escrito y editado por nuestros periodistas con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial para la traducción, como parte de un programa piloto. 


miércoles, 30 de septiembre de 2020

El mundo no es como crees, los pobres no son pobres porque quieren

Publicamos un fragmento del libro dedicado a desmontar mitos, de la web de información internacional El Orden Mundial


Imagina que naces en Dinamarca y el destino ha querido que tu familia esté en el 10 % más pobre de sus habitantes. Aunque el país nórdico no es ni mucho menos de los peores sitios para nacer en el mundo, no cabe duda de que tampoco es sencillo formar parte del estrato más humilde. Tu intención, como es lógico, es salir de la pobreza a base de trabajo y también gracias al amplio sistema de bienestar danés. Lo más probable es que no lo consigas y mueras perteneciendo a ese mismo estrato. Eso mismo les ocurrirá a tus hijos, que en buena medida heredarán la falta de oportunidades que te tocó a ti a lo largo de la vida y desaparecerán del mundo sin haber disfrutado de una posición acomodada. Sin embargo, tus nietos es probable que estén cerca de la media del país. En aproximadamente sesenta años tu familia danesa habrá dejado atrás la pobreza para vivir en unas condiciones más o menos similares a las de la mayoría de la población del país.

Dos generaciones y más de medio siglo parece mucho tiempo, pero es el ascensor social más rápido que existe entre los países de la OCDE, las economías más avanzadas del planeta. En el resto de los países nórdicos serán tres generaciones (noventa años); en lugares como Canadá o España, cuatro generaciones; en Estados Unidos, cinco; en Francia, Alemania o Argentina, seis; mientras que en Colombia, el extremo opuesto, harán falta once generaciones (trescientos treinta años).

Es evidente que estas grandes disparidades encierran complejas explicaciones. La pobreza suele ser la consecuencia de multitud de cuestiones entrelazadas. Es complicado no ser pobre si tu país está constantemente arrasado por los conflictos armados, si la corrupción campa a sus anchas, si apenas tiene recursos que poder explotar o si permanece ajeno a las dinámicas internacionales, entre otras muchas variables. Sin embargo, para explicar todo esto a menudo se recurre a una llamativa simplificación: los pobres son pobres porque quieren. Según esta tesis, la pobreza y la riqueza son cuestiones de voluntad personal, un deseo sin ningún otro tipo de condicionante.

Compremos esta tesis por un segundo, aunque sea difícil entender las razones por las que una persona querría ser pobre. Supongamos que las personas que ya son ricas quieren seguir siendo ricas. Entonces ¿por qué en Estados Unidos desde hace cincuenta años existe una probabilidad del 60 % de que una nueva generación tenga menos ingresos que sus predecesores y una probabilidad superior al 50 % de que la riqueza de los hijos sea menor que la de los padres? Quizá existan factores más allá del simple deseo.

Esta lógica también es aplicable a otro mantra relativamente extendido según el cual los pobres son pobres porque no se esfuerzan. Se esfuercen o no, ¿por qué en muchos países, también desarrollados, lo más probable es que sigan siendo pobres al final de su vida? ¿Por qué en muchos países las personas más adineradas siguen siendo ricas al final de su vida, con independencia del empeño que pongan en ello? De nuevo, tal vez haya más factores aparte del esfuerzo personal. Los que tienen una influencia considerable en el desarrollo intergeneracional se pueden agrupar en dos niveles, más allá de que siempre existe un componente de imprevisibilidad que puede afectar (accidentes fortuitos, cuestiones genéticas como enfermedades, etc.).

El primero sería la simple y llana herencia, aunque no en un sentido estrictamente económico. Cada uno de nosotros tenemos, además de un sueldo y ciertos bienes, otros activos tales como un capital cultural (conocimientos) y un capital social (amistades, conocidos o distintos contactos personales o laborales). Todo suma a la hora de traspasar esa riqueza a la generación siguiente. Quizá tus descendientes no reciban propiedades inmobiliarias o acciones de bolsa, pero sí que pueden aprovecharse de una importante red de contactos que has desarrollado a lo largo de tu vida y que, de una forma u otra, les abre la puerta a distintas oportunidades educativas o laborales. Además, la tendencia natural a relacionarnos con personas de nuestro círculo cercano, que tendrán un perfil socioeconómico similar al nuestro, dificulta en algunos aspectos la movilidad social tanto en sentido ascendente como descendente. Quienes más activos heredan tienen muchos más recursos para poder mantenerse en el mismo estrato o incluso ascender, y quienes menos activos reciben de sus progenitores es más probable que se queden en el mismo punto o incluso que desciendan al tener muchas menos cartas que jugar.

Esta situación era lo que se venía produciendo hasta finales del siglo xix y principios del xx en la gran mayoría de los países occidentales: quienes más tenían (clases acomodadas o nobles) perpetuaban su estatus social y económico gracias a esa herencia. Para poner cierto freno a dicha retroalimentación, que solo creaba más desigualdad al acumular la riqueza en unas pocas manos y familias, se crearon los primeros impuestos sobre sucesiones, aunque no lograron reequilibrar la balanza. Esto solo se consiguió con el auge de los Estados del Bienestar.

Uno de los objetivos de los sistemas públicos de bienestar es, precisamente, corregir las ineficacias del modelo implantado hoy en día, y permitir que todo el mundo tenga las mismas oportunidades para adquirir una serie de mínimos activos que luego emplearán en la etapa adulta. Así, la educación pública garantiza que cualquier persona que lo desee o lo necesite tenga un mínimo capital cultural con el que luego manejarse con cierto margen para optar a distintos trabajos; la sanidad pública garantiza que una enfermedad no supone un desembolso importante para quien la padece, dejándolo sin recursos o con deudas (como a menudo ocurre en Estados Unidos), y las transferencias públicas (seguros de desempleo, jubilaciones, becas, etc.) hacen posible que una persona mantenga un mínimo nivel de vida y eso suponga, a su vez, un colchón de seguridad para la generación siguiente. Si alguien en una posición más o menos acomodada de pronto perdiese el trabajo y padeciese una enfermedad costosa, probablemente se quedaría en una situación de indigencia, y obligaría a sus hijos a partir desde ese punto en un futuro, no desde el que estaban. Así pues, ambos sistemas buscan a su manera impulsar hacia arriba y también evitar que caigan por debajo quienes ya han alcanzado ese nivel.

El resultado de estas políticas que distribuyen la riqueza está más que comprobado. El Índice de Gini mide la distribución de los ingresos en una sociedad. Un índice 100 significaría la desigualdad absoluta (una persona tiene todo y el resto, nada) y un índice 0 significaría que todas las personas ganan absolutamente lo mismo. Por los datos disponibles en Eurostat se puede comprobar que los ingresos antes de cualquier redistribución en todos los países de la Unión Europea se sitúan en una banda de entre 60 y 40 puntos; tras realizar transferencias (pensiones, ayudas, etc.), en la mayoría de los países cae por debajo de los 30 puntos.

Los países donde más se reduce la brecha son, precisamente, Suecia, Dinamarca o Finlandia, aquellos en los que se tarda menos generaciones en salir de la pobreza.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Un asunto real, magnífica película en el cine club.


Título original
En Kongelig Affære (Die Königin und der Leibarzt) (A Royal Affair)
Año
2012
Duración
137 min.
País
 Dinamarca
Director
Nikolaj Arcel
Guión
Nikolaj Arcel, Rasmus Heisterberg, Lars von Trier
Música
Gabriel Yared, Cyrille Aufort
Fotografía
Rasmus Videbæk
Reparto
Mads MikkelsenAlicia VikanderMikkel Boe FølsgaardTrine DyrholmDavid DencikThomas W. GabrielssonCyron Bjørn MelvilleBent MejdingHarriet Walter,Laura BroSøren MallingJakob Ulrik LohmannSøren SpanningRosalinde Mynster
Productora
Zentropa Entertainments
Género
DramaRomance | Drama de épocaHistórico 
Psinopsis:

Para la joven Carolina Matilde (Alicia Vikander), casada siendo una adolescente con el rey de Dinamarca Christian VII, es un horror vivir con un marido ciclotímico y estrafalario que propone medidas como nombrar a su perro miembro honorario del Consejo de Estado, o que circulen en Copenhague por la noche carruajes vacíos para recoger a los borrachos. Así las cosas, Carolina se rinde a los encantos del médico personal del rey, un intelectual progresista (Mads Mikkelsen) que se verá dividido entre su lealtad al rey, su amor a la reina y su oportunidad de convertir una Dinamarca aún medieval en un país ilustrado. (FILMAFFINITY)
Premios
2012: Oscar: nominada a la mejor película de habla no inglesa
2012: Globos de Oro: nominada a mejor película de habla no inglesa
2012: Festival de Berlín: 2 Osos de Plata: Mejor actor (Mikkel Boe Følsgaard) y guión
2012: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera
2012: Festival de Toronto: Nominada al Premio del Público (Mejor película)
2012: Festival de Sevilla: Sección oficial largometrajes a concurso
Excelente película histórica para tratar la Ilustración, el antiguo régimen, lo que 
es la monarquía absoluta, como funciona un consejo de gobierno,
 las intrigas palaciegas, el poder de la Iglesia, el oscurantismo, o la pasión amorosa...
 Sin olvidar las luchas por las mejoras sociales, los siervos, la esclavitud, el progreso,
 los ideales de la revolución francesa, el campesinado, la organización social del antigu
o régimen, etc. Es un semillero de ideas históricas que pueden facilitar la comprensión
y el conocimiento de conceptos tan difíciles de aprender en Historia. Y no olvidemos
que es, sin duda, una obra de arte por su guión, el trabajo de sus actores, su fotografía,
la dirección, los decorados de época, la música y el contenido histórico. Un regalo para
la mente, la vista, el oído y el conocimiento histórico.
Algunas crítica publicadas.