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jueves, 26 de agosto de 2021

La victoria histórica de Obama

Por Howard Zinn | 09/11/2008
Fuentes: La Jornada

Aquellos de nosotros que desde la izquierda hemos criticado a Obama, como yo lo he hecho, porque no ha podido asumir posturas fuertes en torno a la guerra y la economía, debemos unirnos a las expresiones de júbilo de aquellos estadunidenses, negros y blancos, que gritaron y lloraron el martes por la noche al darnos cuenta de que había ganado las elecciones presidenciales. Es en verdad un momento histórico, que un hombre negro vaya a conducir a nuestro país. El entusiasmo de los jóvenes, negros y blancos, la esperanza de los viejos, simplemente no pueden ser ignorados.

Hubo un momento similar hace un siglo y medio, en 1860, cuando Abraham Lincoln fue electo presidente. Lincoln había sido criticado duramente por los abolicionistas, por el movimiento contra la esclavitud, por no haber logrado asumir una posición clara y valiente contra el esclavismo, por actuar como astuto político y no como fuerza moral. Pero cuando lo eligieron, el líder abolicionista, Wendell Phillips, que había sido un furioso crítico de la cautela de Lincoln, reconoció la posibilidad que yacía en haber logrado la presidencia.

Phillips escribió que por vez primera en la historia de la nación «los esclavos han escogido a un presidente de Estados Unidos». Lincoln, dijo, no era un abolicionista, pero de algún modo «consiente representar la posición antiesclavista». Para Phillips, como peón en un tablero de ajedrez, Lincoln tenía el potencial, si el pueblo de Estados Unidos actuaba vigorosamente, para moverse por todo el tablero, convertirse en reina y, como Phillips lo dijo, «barrer con todo».

Obama, al igual que Lincoln, tiende a mirar primero sus fortunas políticas en vez de hacer decisiones basadas en principios morales. Pero, siendo el primer afroamericano en la Casa Blanca, elegido por una ciudadanía entusiasta que espera una jugada decisiva hacia la paz y la justicia social, él presenta la posibilidad de un cambio importante.

Obama se vuelve presidente en una situación que grita por un cambio de esa naturaleza. La nación se ha enfrascado en dos guerras fútiles e inmorales, en Irak y Afganistán, y el pueblo estadunidense se ha vuelto decididamente contrario a tales guerras. La economía está siendo sacudida por golpazos tremendos y corre el peligro de colapsarse, conforme las familias pierden sus hogares y la gente trabajadora, incluidos aquéllos de la clase media, pierden sus empleos. Así que la población está lista para un cambio. De hecho, está desesperada por un cambio, y «cambio» fue la palabra más utilizada por Obama en su campaña.

¿Qué tipo de cambio se necesita? Primero, anunciar la retirada de nuestras tropas de Irak y Afganistán, renunciar a la doctrina Bush de la guerra preventiva y a la doctrina Carter de la acción militar para controlar el petróleo de Medio Oriente. Obama necesita cambiar radicalmente la dirección de la política exterior estadunidense, declarar que Estados Unidos es una nación amante de la paz que no intervendrá militarmente en otras partes del mundo, y que comenzará a desmantelar las bases militares que mantenemos en más de cien países. Además, debe comenzar a reunirse con Medvediev, el líder ruso, para alcanzar acuerdos acerca del desmantelamiento de los arsenales nucleares, en cumplimiento del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

Esta retirada del militarismo liberará cientos de miles de millones de dólares. Un programa fiscal que incremente con decisión los impuestos para el uno por ciento más rico de la nación y que incida en su riqueza y no solamente en sus ingresos, arrojará más de cientos de miles de millones de dólares.

Con todo ese ahorro de dinero, el gobierno podrá otorgar una atención gratuita a la salud para todos, poner a millones de personas a trabajar (lo que el llamado libre comercio no ha conseguido). En suma, emular los programas del New Deal, en los que el gobierno otorgó empleo a millones. Esto es sólo un bosquejo de lo que podría transformar a Estados Unidos y hacerlo un buen vecino para el mundo.

Traducción: Ramón Vera Herrera.

* Howard Zinn creció en Brooklyn, sirvió como bombardero en la Segunda Guerra Mundial y desde entonces está profundamente involucrado en los movimientos por los derechos civiles y contra la guerra. Es autor de muchos libros, incluido A Power Governments Cannot Suppress (Un poder que los gobiernos no pueden suprimir) publicado por City Lights Books, 2007.

domingo, 14 de abril de 2019

En defensa de Julian Assange. Editorial, por Serge Halimi, diciembre de 2018.

Orgulloso como Artabán, sonriente, rodeado de unos cincuenta fotógrafos y cámaras, Jim Acosta efectuó, el pasado 16 de noviembre, su regreso a la Casa Blanca a bombo y platillo. Unos días antes había perdido su acreditación de corresponsal de Cable News Network (CNN), pero la Justicia estadounidense obligó al presidente Donald Trump a anular la sanción. “Era una prueba y la hemos superado –fanfarroneaba Acosta–. Los periodistas deben saber que en este país, la libertad de prensa es sagrada y que les ampara la Constitución [para] investigar sobre lo que hacen nuestros gobernantes y nuestros dirigentes”. Desvanecimiento de la imagen, música, happy end…

Julian Assange, refugiado desde hace seis años en la embajada de Ecuador en Londres, probablemente no haya podido seguir en directo en CNN este desenlace tan emotivo. Su existencia se asemeja a la de un prisionero. Prohibición de salir, so pena de ser arrestado por las autoridades británicas y, seguramente, extraditado a continuación a Estados Unidos; comunicación reducida y humillaciones de todo tipo desde que, para complacer a Washington, el presidente ecuatoriano Lenín Moreno decidiera endurecer las condiciones de estancia de su “huésped” (véase "El regreso del neoliberalismo a Ecuador").

La actual detención de Assange, así como la amenaza de algunas décadas de prisión en un centro penitenciario estadounidense (en 2010, Trump expresó su deseo de que sea ejecutado), se deben al sitio web de información que dirige. WikiLeaks se encuentra en el origen de las principales revelaciones que han incomodado a los poderosos de este mundo desde hace unos diez años: imágenes de crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán y en Irak, espionaje industrial de Estados Unidos, cuentas secretas en las islas Caimán, etc. La divulgación de un cable diplomático secreto del Departamento de Estado estadounidense en el que se calificaba la dictadura del presidente tunecino Zine el Abidin Ben Alí de “régimen que sufre de esclerosis” y de “cuasi mafia” hizo que esta cleptocracia amiga de Washington se tambaleara. También desde WikiLeaks se reveló que dos dirigentes socialistas franceses, François Hollande y Pierre Moscovici, acudieron a la embajada de Estados Unidos en París, el 8 de junio de 2006, para lamentarse de que el presidente Jacques Chirac se opusiera con tanta firmeza a la invasión de Irak.

El ensañamiento de las autoridades estadounidenses con Assange se ve alentado por la cobardía de los periodistas que lo abandonan a su suerte, incluso que se deleitan con su infortunio Sin embargo, lo que menos le perdona la “izquierda” a Assange es la publicación, en su sitio web, de los correos “hackeados” de la campaña de Hillary Clinton. Al considerar que este caso favoreció los propósitos rusos y la elección de Trump, olvida que WikiLeaks desveló primero las maniobras de la candidata demócrata para sabotear la campaña de Bernie Sanders durante las primarias de su partido. Por aquel entonces, los medios de comunicación de todo el mundo no se privaron de transmitir esta información, como lo hicieron en casos anteriores, sin que por ello se equiparara a sus directores de publicación con espías extranjeros ni se les amenazara con acabar en prisión.

El ensañamiento de las autoridades estadounidenses con Assange se ve alentado por la cobardía de los periodistas que lo abandonan a su suerte, incluso que se deleitan con su infortunio. Así, en la cadena MSNBC, el presentador estrella Christopher Matthews, excacique del Partido Demócrata, se atrevió a sugerir que los servicios secretos estadounidenses deberían “actuar al estilo israelí y secuestrar a Assange”...

Serge Halimi
Director de Le Monde diplomatique.

miércoles, 24 de octubre de 2018

_- OPINION · Madeleine Albright, la genocida de Ruanda e Irak se disfraza de antifascista.

 - Nazanín Armanian

Uno de los principales rasgos de los fascismos es su habilidad en manipular la conciencia de las masas. Oficio en la que la señora Albright es una veterana. En lugar de estar en la prisión por ser el coparticipe necesario en la matanza de cerca de 2.000.000 de niños, ancianos, hombres y mujeres, Albright ha reaparecido para presentarse como la heroína del movimiento antifascista señalando a Donald Trump, ante un público que padece una aguda amnesia. Entre sus objetivos, ganar millones de dólares en venta de libros y dar conferencias, además de recoger el voto de miedo para su partido “Demócrata” en víspera de las elecciones del Congreso en noviembre. Suerte para ella que siempre encuentra periodistas poco doctos para lavarle la cara. Lo cierto es que, si bien es pronto para llamar fascista a Trump para llamar fascista a Trump, no lo es para confirmar que Albright es una de las principales criminales de guerra del siglo.

De hecho, que Trump tomara el poder en 2016 se debió, en parte, a que el sector progresista de la sociedad estadounidense se negó a votar a Hilary Clinton, por ser belicista, peligrosa para la paz mundial, corrupta y elitista, quien con Albright y otros “demócratas” conspiraron contra su compañero Bernie Sanders, que contaba con mayor posibilidad de ganar que ella. Albright, apoyó a la candidatura de Hilary y atraer el voto femenino, amenazó: “ Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no apoyan a otras mujeres ”, y le contestó la actriz Susan Sarandon: “Y o no voto con mi vagina”.

1. Genocidio en Irak

“Hemos oído que medio millón de niños han muerto [como resultado de las sanciones contra Irak], más de los que murieron en Hiroshima. ¿Merece la pena pagar este precio ? Pregunta la periodista Lesley Stahl a Albright en mayo de 1996:” Creo que es una elección muy difícil, pero creemos que merece la pena pagar “. ¡Claro! ¡No se trataba de sus hijos! Albright, como embajadora de EEUU ante la ONU y también Secretaria de Estado en el gobierno de Bill Clinton, insistió en mantener las sanciones contra la nación iraquí, acusando falsamente a Sadam de tener armas de destrucción masiva , las que sí poseen EEUU o Israel. Los trece años de embargo mataron a 1.700.000 iraquíes, la mayoría niños: Y eso se llama “genocidio” según el Convenio de Ginebra.

Más tarde, dijo que se arrepentía de lo dicho, pero no era por el remordimiento de conciencia, sino por recibir muchas críticas por decir tal barbaridad, políticamente incorrecta. Nunca pidió perdón a los iraquíes ni mucho menos les indemnizó, ni siquiera donó a sus víctimas parte de los millones que cobró cuando justificaba este exterminio.

Los “demócratas” prohibieron la exportación de medicamentos contra cáncer, las vacunas para niños, leche en polvo, cloro para depurar el agua (después del bombardeo de las depuradoras) lo que hizo disparar las enfermedades, entre otros doscientos artículos. Algo parecido a lo que el “demócrata” Obama y el “republicano” Trump han hecho en Yemen con la complicidad los países árabes reaccionarios: provocar la mayor crisis humanitaria del mundo , asunto de la que ella no habla: está acostumbrada a ver morir a niños de otras familias de hambre. A Scott Ritter, inspector jefe de armas de la UNSCOM, le conmovió tanto ver el drama de los iraquíes en 1988 que renunció a su cargo en protesta por la política de sanciones; hizo lo mismo Denis Halliday, Coordinador de Ayuda Humanitaria en Irak de la ONU y también su sucesor Hans von Sponeck, al igual que Jutta Burghardt, jefa del Programa Mundial de Alimentos en Irak.

El objetivo de las sanciones ilegales (por ser un castigo colectivo), no era eliminar a Saddam Husein sino destruir la nación iraquí, por lo que dejaron vivir al dictador años más con el fin de tener un pretexto para seguir este genocidio a beneficio de Israel , país que seguirá disfrutando de la desaparición de otros dos poderosos estados árabes : Libia y Siria.

También fue Albright quien en 1998 justificó ante el mundo la Operación Zorro del Desierto para bombardear una vez más a Irak, matando a miles de personas, y con otro objetivo perverso: correr una “cortina de humo” para desviar la atención pública del llamado “Caso Lewinsky”, en la víspera de la votación del Congreso que podía culparle a Clinton de perjurio y obstrucción a la justicia.

2. Genocidio de Ruanda

“El genocidio de Ruanda era cien por cien responsabilidades de EEUU”, dijo Boutros Ghali, el secretario general de la ONU durante los hechos: hasta un millón de niños, mujeres y hombres en su mayoría hutíes fueron masacrados entre los meses de febrero y julio del 1994. Madeleine Albright, en su cargo de embajadora de EEUU ante la ONU utilizó las “tácticas de bloqueo” para evitar el despliegue de las Fuerzas de Paz del organismo a Ruanda, impulsar la retirada de todas las fuerzas de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), e impedir nuevas resoluciones sobre este país, mientras insistía en que en Ruanda no pasaba nada. ¿Qué intereses estaba protegiendo?

Tras la Guerra Fría, EEUU patrocinó al Frente Patriótico de Ruanda (FPR), dirigido por Paul Kagame, de la minoría tutsi, para poner fin al control de Francia en la región. Planeaba convertir a Ruanda en el guardián de sus intereses en este lejano lugar (como hace con Israel en Oriente Próximo), y decide llevarlo al poder con la ayuda de Uganda. La guerra imperialista iba a ser pintada de “conflicto étnico”. El 6 de abril del 1994, RPF derriba con un misil en Kigali el avión que transportaba a dos jefes de estado africanos, Juvénal Habyarimana de Ruanda (de etnia huti, quien habia iniciado una serie de reformas) y Cyprien Ntaryamira de Burundi, provocando “un caos creativo” que desata una violencia jamás vista: la masacre del 11% de la población con machetes y garrotes con clavos, la violación de mujeres y niñas, penetradas con cañones de fusil y lanzas, la muerte de las supervivientes infectadas con VIH, y la huida de dos millones a los países vecinos, pero para la Sra. Albright ellos eran daños colaterales de los infames intereses de EEUU. Se trata del mayor acto de genocidio desde la Segunda Guerra Mundial.

Kagame, El Carnicero de los Grandes Lagos fue colocado en el poder y sigue siendo el presidente de Ruanda. Años después Albright afirmaba que desconocía la magnitud de la atrocidad. ¡Miente! afirma la Organización de Unión Africana: todos los embajadores lo habían informado a sus gobiernos. Luego, EEUU y el Reino Unido se negaron a utilizar el término “genocidio” para lo ocurrido, ya que suponía castigar a los responsables y Washington no iba a sancionar a “su hombre” que controlará los movimientos de China en África Oriental.

3. Yugoslavia, “la guerra de Madeleine”

Albright saboteó el acuerdo de paz firmado en Lisboa el 18 de marzo de 1992 que ponía fin al conflicto, canonizando Bosnia, puesto que EEUU pretendía convertir a Bosnia en su colonia y a Alija Izetbegovic, un reaccionario islamista bosnio “en el primer jefe de un estado islámico europeo”, aunque costara a su desesperada población 3 largos años de guerra y un indecible sufrimiento. Para ello, lanzó una campaña de demonización de los serbios: para presentarse como “los salvadores” necesitaba fabricar un “monstruo”: Yugoslavia fue el ensayo de la perversamente llamada “guerra-humanitaria”.

Según Colin Powell, a pesar de que en Bosnia no había ningún objetivo político claro, Albright le presionó para enviar tropas, diciéndole “¿ para qué sirve este excelente ejército del que siempre estás hablando si no podemos usarlo ?” El bombardeo de Yugoslavia en 1999 fue la “guerra de Madeleine” , dijo un tal Henry Kissinger: o Milosevic firmaba el “acuerdo de paz” de Rambouillet, que permitiría a la OTAN ocupar el país, o sería bombardeado. Al negarse el gobierno soberano de Yugoslavia, la OTAN (sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU) lanzó 300 misiles y 14.000 bombas (incluidas las de racimo BL755 y uranio empobrecido) durante 78 días que mataron e hirieron a decenas de miles de personas, y destruyeron el país.

Dice Walter J. Rockler, el ex fiscal del Tribunal de Crímenes de Guerra de Nuremberg:
El ataque a Yugoslavia constituye la agresión internacional más descarada desde que los nazis atacaron Polonia para evitar las “atrocidades polacas” contra los alemanes.

Y ¿Cuál es su diferencia entre personajes como Albright y Goebbels o Eichmann? Para la Dama de Hierro, EEUU es “la nación indispensable”, como si las otras fuesen prescindibles. La “excepcionalidad de EEUU” (que es sinónimo de la “impunidad”) es la misma “exaltación del nacionalismo” -otro rasgo del fascismo-, que proclama el derecho de un país a no respetar las leyes que exige cumplir a otros.

La lucha contra el fascismo requiere un enfoque integral que incluya la batalla contra las guerras, el militarismo y las desigualdades de todo tipo que representa Albright y su clase.

Fuente:
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5247/madeleine-albright-la-genocida-de-ruanda-e-irak-se-disfraza-de-antifascista/

sábado, 8 de abril de 2017

_-TRIBUNA. Miente Aznar. Una vez más, el expresidente perdió la oportunidad de disculparse por haber involucrado a España en la guerra de Irak

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El expresidente José María Aznar visitó el miércoles la casa que Bertín Osborne mantiene abierta en Telecinco. Con un presentador que más parecía un cofrade, que proclamó haberle votado siempre y se medio quejó de que nunca le hubiera convocado a jugar la liga del PP, Aznar hizo un insólito despliegue de narcisismo en personaje tenido por austero. Lástima que le faltara público. Su autoproclamación como mejor presidente de España pilló a la audiencia en otra parte. Nunca antes Osborne había caído tan bajo en el share.

Una vez más Aznar perdió la oportunidad de disculparse ante los españoles por haberles involucrado en la guerra de Irak, algo que de forma más o menos elíptica han hecho ya sus dos colegas de las Azores: George W. Bush y Tony Blair. Lejos de eso, Aznar proclamó con énfasis que repetiría cien, diez mil veces, aquel pacto que, según él, permitía a España sentarse a la mesa de las grandes potencias. Ninguna referencia a las armas de destrucción masiva que se invocaron para aquella guerra, aquellas de las que dijo entonces en televisión: “Créanme, hay armas de destrucción masiva”, y que Aznar prefiere olvidar para poner de relieve cómo se codeaba con Bush o cómo le envidiaba Clinton por los ataques que le dirigía Chávez.

Y a los olvidos añadió alguna mentira sobre el 11-M que forma parte ya de su repertorio. Insistió como suele en que no hubo ninguna manipulación por su parte y que se limitó a transmitir en directo a la opinión pública la información de la que disponían las fuerzas de seguridad, poniendo el acento en que fue el último en comparecer tras las declaraciones de Ibarretxe, Zapatero y tutti quanti que señalaban a ETA.

En ese proceso mencionó la ronda de llamadas que mantuvo con los directores de los periódicos de Madrid y Barcelona. Y una vez más mintió al manifestar que el director de EL PAÍS le había expresado que 15 minutos antes de esa llamada había decidido cambiar el titular de primera página incorporando la autoría de ETA. Matanza terrorista en Madrid se había transformado en Matanza de ETA en Madrid.

Aunque en su día (21 y 27 de marzo de 2004) expliqué a los lectores de EL PAÍS con el máximo detalle cómo se había producido este desdichado cambio, retomo hoy el asunto porque a nadie cabe pedirle tal esfuerzo de memoria y para que la mentira de Aznar no quede acuñada definitivamente, como ya lo ha pretendido al incorporar esta versión a su segundo tomo de memorias.

Entonces y hoy el argumento principal de Aznar y sus ayudantes es que la edición especial del periódico del 11-M estaba datada a la una de la tarde y que la llamada de Aznar se produjo hacia las 13.10. Todos los que nos hemos dedicado a hacer periódicos sabemos que la hora de cierre es con demasiada frecuencia más una aspiración que una realidad. De hecho, aquella primera página fue filmada a las 13.53 y el primer ejemplar salió de la rotativa a las 14.28, como demostramos en su día con la reproducción de los correspondientes registros informáticos.

Los hechos ocurrieron de la siguiente forma. A las 12.59 de aquel 11 de marzo el secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timmermans, me devolvió una llamada que yo le había efectuado dos minutos antes y le urgí a que me diera una versión oficial del Gobierno dado el retraso que estaba produciéndose en la comparecencia del ministro de Interior. Me informó de que el Gobierno tenía la absoluta seguridad de que era ETA la autora del atentado y que así lo iba a proclamar Acebes en unos 10 minutos. Señaló los antecedentes de la maleta con explosivos capturada en Nochebuena en el tren Irún-Madrid y la furgoneta con 500 kilos de explosivos interceptada unas semanas antes en Cuenca.

Tras este breve diálogo introduje un cambio en el titular que quedó registrado a las 13.02. A las 13h 06m y 45s se produjo la llamada de Aznar, que duró 1 minuto y 51 segundos, según los registros de nuestra central telefónica. El presidente repitió casi literalmente la línea argumental seguida por Timmermans y estableció que la autoría de ETA no era una deducción, ni tampoco la “hipótesis principal”, como ha pretendido luego: era un hecho.

Un equipo de Antena 3 TV había filmado minutos antes la versión inicial de la primera página y tuvimos que cazarlo a la puerta del periódico para que registraran la definitiva. En la entrevista que me habían grabado yo había aludido a las Torres Gemelas y a recientes atentados en Oriente Próximo en busca de antecedentes que ayudaran a entender la barbarie de Atocha.

Estos son los hechos y no podrá cambiarlos la mentira interesada de Aznar, que pasado el tiempo trata de atribuirse una falsa neutralidad informativa. Aznar mintió a los españoles en aquellos tres días de marzo y es probable que esto le costara la derrota a su partido. Para ello no hay que apoyarse en citas de Churchill sobre el desagradecimiento en el que incurren a veces las grandes naciones. En su caso fue el resultado de tres días de mentiras, una práctica a la que sigue aferrado, aunque haya abandonado la política.

http://elpais.com/elpais/2017/04/07/opinion/1491586368_120602.html


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domingo, 28 de agosto de 2016

La guerra de Irak no fue una metedura de pata: fue un crimen

Owen Jones
The Guardian / El Diario

Elogiemos la investigación Chilcot por darle sello oficial a las verdades que siempre hemos sabido, que ya estaban ahí mucho antes de que se abrieran las puertas del infierno

Hemos visto encubrimientos de las élites en el pasado: del Domingo Sangriento a Hillsborough, las autoridades han conspirado a menudo para esconder la verdad por el interés de los poderosos. Pero esta vez no. La investigación Chilcot se estaba convirtiendo en una forma satírica de referirse a tardar un tiempo ridículamente largo en ejecutar una tarea, pero sir John pasará sin duda a la historia por dictar el veredicto más devastador y exhaustivo sobre un primer ministro moderno.

Los que nos manifestamos en su momento contra el desastre de Irak no podemos reivindicar nada, solo tristeza por no haber conseguido evitar un desastre que robó cientos de miles de vidas, entre ellas las de 179 soldados británicos, y que hirió, traumatizó y desplazó a millones de personas, en un desastre que cultivó extremismo a un nivel catastrófico.

Un legado de Chilcot debería ser animarnos a ser más atrevidos en nuestros desafíos a la autoridad, en ser escépticos con las afirmaciones oficiales, en permanecer firmes contra una agenda agresiva tejida por los medios. "Hay que aprender las lecciones", declararán ahora los defensores de la guerra. No les dejemos irse de rositas. Las lecciones fueron obvias para muchos de nosotros antes de que empezaran a caer las bombas.

Lo que ha hecho Chilcot es ilustrar que las afirmaciones del movimiento contrario a la guerra no eran teorías de la conspiración ni reclamaciones disparatadas o desorbitadas. "Cada vez parece más que tenemos un gobierno que busca un pretexto para la guerra más que la forma de evitarla", dijo el diputado laborista que se oponía a la guerra Alan Simpson varias semanas antes de la invasión. De hecho, como reveló Chilcot, Blair le dijo a George W. Bush en julio de 2002: "Estaré contigo, pase lo que pase".

Esta, como señala Chilcot, no fue una guerra de "último recurso": fue una guerra elegida, desatada "antes de que se agotaran las opciones pacíficas para el desarme". Simpson dijo: "Parece que elaboramos dossieres de engaño masivo, cuyas afirmaciones se tachan de irrisorias casi tan pronto como se publican". Y ahora Chilcot está de acuerdo en que la guerra se basó realmente en "datos de inteligencia y valoraciones deficientes" que no fueron "cuestionadas, y deberían haberse cuestionado". Nelson Mandela era uno de los que, en el periodo previo a la guerra, acusó a Blair y Bush de desautorizar a Naciones Unidas. Mandela queda reivindicado. Como dice Chilcot: "Consideramos que Reino Unido debilitó la autoridad del Consejo de Seguridad".

Hubo muchas advertencias. Un mes antes de la invasión, el senador estadounidense Gary Hart dijo que la guerra aumentaría el riesgo de terrorismo. "Vamos a abrir la caja de Pandora y no estamos preparados para eso en este país", avisó.

Tengamos en cuenta también esta cita de la web contraria a la guerra Dissident Voice un mes antes del conflicto: "Un ataque estadounidense y una posterior ocupación de Irak proporcionarán más motivación –y más facilidades para reclutar– a Al Qaeda y otros grupos terroristas y estimulará un mayor riesgo de terrorismo a largo plazo, ya sea en suelo estadounidense o contra los ciudadanos de este país en el extranjero". No es subestimar a los autores decir que esta fue una afirmación de lo obvio, excepto para los responsables de la guerra y sus acólitos. Pues Chilcot dice: "Blair fue advertido de que una invasión incrementaría la amenaza terrorista de Al Qaeda y otros grupos".

El exprimer ministro aseguró que las terribles consecuencias solo han resultado obvias a posteriori, pero la ONG Christian Aid advirtió de "caos y sufrimiento significativos en Irak mucho después de que hayan acabado los ataques militares". Una agencia de cooperación tenía una previsión mucho mejor que el alto cargo militar que –en una conversación off the record en la que participé en la universidad– aseguró que el 99% de Irak echaría flores a los soldados invasores. Como señala Chilcot, el Gobierno "no tuvo en cuenta la magnitud de la tarea de estabilizar, administrar y reconstruir Irak".

La afirmación irrisoria de Blair es errónea: como indica Chilcot, "las conclusiones a las que llegó Blair tras la invasión no requerían de un conocimiento posterior". Todas las amenazas, desde la intromisión de Irán hasta la actividad de Al Qaeda, "fueron cada una identificadas de forma explícita antes de la invasión". Cuando Robin Cook dimitió del Gobierno antes de la invasión, declaró que "es probable que Irak no tenga armas de destrucción masiva en el sentido del término conocido por todos". Chilcot ha condenado ahora a los servicios de inteligencia por creer lo contrario.

La Campaña por el Desarme Nuclear amenazó con un recurso legal contra el Gobierno en 2002 si emprendía la guerra sin una segunda resolución del Consejo de Seguridad. Varios juristas y Kofi Annan, el entonces secretario general de la ONU, están entre quienes desde entonces han calificado la invasión de ilegal.

El informe original que elaboró el fiscal general de Reino Unido, lord Goldsmith, decía de hecho que una guerra sin segunda resolución sería ilegal, pero Chilcot subraya el hecho de que, cuando Goldsmith hizo posteriormente una comparecencia oral, pareció haber cambiado misteriosamente de opinión.

Puede que la legalidad de la guerra no esté en los cometidos de Chilcot, pero incluso así concluye que el proceso por el que el Gobierno llegó a su base legal "no fue satisfactorio". Sin duda, ahora hay que recurrir la legalidad de esta guerra catastrófica ante los tribunales.

Siempre dijimos que la guerra de Irak estaba basada en mentiras. Leer artículos anteriores a la invasión, como The lies we are told about Iraq de Los Angeles Times, es realmente instructivo. El informe Chilcot no acusa a Blair de mentir. Pero se pone demasiado énfasis en esa cuestión. Blair estaba claramente determinado a ir a la guerra desde mucho antes. Se basaba en pruebas dudosas para su defensa, unas pruebas que otros en aquel momento sabían que eran dudosas. ¿Se engañó a sí mismo, engañó a la sociedad o solo lo conducía la virtud de un complejo mesiánico? Emprendió una guerra con una propuesta arriesgada que muchos en aquella época –incluidos 139 diputados laboristas– sabían que resultaría en desastre. Y eso ya es suficientemente condenatorio.

Elogiemos la investigación Chilcot por darle sello oficial a las verdades que siempre hemos sabido, pero seamos conscientes de que eso es todo lo que ha hecho. Las verdades que ha expuesto ya estaban ahí, mucho antes de que se abrieran las puertas del infierno, como advirtió de que pasaría el secretario general de la Liga Árabe antes de la invasión.

Fue la obviedad de lo que iba a ocurrir lo que creó el mayor movimiento contrario a la guerra de la historia. Fue un movimiento denigrado, en especial por los medios que apoyaron en gran medida las prisas por la guerra. Fue tan perverso que quienes se opusieron o criticaron la guerra –de políticos a directivos de la BBC– fueron quienes perdieron sus trabajos, mientras que Blair desde entonces ha desarrollado su rentable carrera trabajando para dictadores.

Muchos acólitos de esta gran catástrofe siguen mostrando pocos remordimientos o penitencias. Algunos incluso interrumpieron al líder laborista, Jeremy Corbyn –que hizo campaña tanto contra el apoyo británico a Sadam Hussein cuando gaseó a los kurdos en los años 80 como contra la invasión de 2003– mientras pronunciaba este miércoles su respuesta parlamentaria a Chilcot.

Y el horror continúa: los 250 iraquíes asesinados por coches bomba este fin de semana son un recordatorio devastador del caos ante el que Blair debe asumir responsabilidades. No fue una metedura de pata, ni un error, ni una confusión: decida lo que decida la ley, este fue –desde cualquier punto de vista moral– uno de los crímenes más graves de nuestros tiempos. Los responsables estarán condenados para siempre. Después de este miércoles, podemos señalarlos y llamarlos por su nombre.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/guerra-Irak-error-crimen_0_534746951.html

sábado, 23 de julio de 2016

Qué hacemos con un criminal de guerra

Gregorio Morán
La Vanguardia

A estas alturas de la película a nadie le cabe la menor duda de que la ­sociedad española es tan cómplice ante el delito económico que ocupará un puesto elevado en la lista de países corruptos, con una buena mayoría de ciudadanos indiferentes. Usted puede robar, si es posible al Estado, que es un ente que desde hace siglos nadie acaba de entender a quién pertenece, y salir de rositas, con felicitaciones, si no de los juzgados, que a lo más que llegan es a cierta complicidad visual, pero con las ovaciones del público elector. “¡Qué tío, dos cojones, desvalijó la comunidad autónoma y ahí le tienes, fresco como una lechuga y arrogante como un chispero! ¡La gente lo adora!”.

El ladrón de Estado en España conserva cierta fama de jugador de fortuna. Posi­blemente haya algo de envidia, porque ­somos una sociedad formada a golpe de ­braguetazo con tronío. ¿Pero qué ocurre con los criminales de guerra? Después del Generalísimo no recuerdo ninguno salvo aquella mercadería ligada a las guerras africanas que se interesaban por la sisa en la intendencia, cortar alguna oreja mora de recuerdo macarra, y volver a casa con medallas de pago –para el personal no avezado, las condecoraciones se dividen entre las de “compensación económica” y las que sirven para decorar la pared del ­recibidor–.

Una conmoción ética se ha producido. El informe del veterano lord John Chilcot –nueve años de trabajo y doce volúmenes de resultado– es una de esas singularidades que se producen en Gran Bretaña, junto a los sombreros de la Reina y la vestimenta más cursi que cualquier paleto pudiera imaginar. El documento encargado por el Parlamento sobre la alucinante invasión de Iraq, el derrocamiento de Sadam y el incremento del conflicto en la zona ha dado sus ­resultados.

Los tres organizadores de la matanza moderna más cruel y de mayores consecuencias para nuestro futuro son tres irresponsables, según el equilibrio lingüístico británico, y tres asesinos en masa, conocidos en el lenguaje posterior a Nuremberg 1945 como criminales de guerra.

Un idiota (un idiota de catálogo), cuyo acto más significativo fue dejar de beber para desgracia de la humanidad y dudoso beneficio familiar. El muñidor Tony Blair, un buscador de fortuna, cuya capacidad de desvergüenza verbal y física me supera –se convirtió al catolicismo apenas terminado su periodo criminal–; daría hasta lo que no tengo por saber qué le pusieron de penitencia, 487 padrenuestros. Tantos como los muertos que provocó. Y por último, el atleta político de los 180 abdominales, digno heredero del más cínico periodista que hubo en España, Manuel Aznar Zubigaray, donde eran tan habituales como las chinches. El retoño, de pronto, asumió el papel de estadista circense, con una locución nasal que provocaba más risas que Harpo, el mudo de los hermanos Marx.

En el 2012, los que se creen los reyes del universo, Bush y Blair, acompañadores de un señorito mesetario, que dudo sepa situar Palmira, se lanzan a la operación militar más importante desde la Segunda Guerra Mundial. Nada menos que trasladar el conflicto de la Europa de 1945 al indescifrable mundo musulmán: invaden Iraq, derriban a Sadam Husein e inmediatamente se dan cuenta de que la desaparición del dictador significa el vacío absoluto. Envían a un gringo de granja con botas de anuncio y aquello es el caos. Un Estado no es una mezcla de tribus, sino un sistema aferrado a un dictador que equilibra los poderes. Así era antes de los ingleses y después de los ingleses; siempre y cuando el petróleo quedara garantizado.

Aquellos tres arrebatados occidentales abren la guerra política más compleja del siglo XXI, y con una irresponsabilidad a prueba de carro de combate alimentan militar y socialmente a las milicias islamistas. Su inminente enemigo. Es significativo que nadie quiera contar que los fugitivos de Siria vivieron en situación de seminormalidad desde el 2012 y que empezaron a huir en el 2016. ¿Qué pasó entre medio? ¿Eran el poder? ¿Conservaban su estatus y colaboraban con las milicias islámicas que dominaban el territorio, armadas por Arabia Saudí y Estados Unidos? Si la guerra empezó en el 2012, ¿cómo es que aparecen en el 2016 emigrantes afganos, sirios, iraquíes… Tomando como modelo la guerra civil española sería incomprensible.

Pero ahí cuentan las religiones, los apoyos externos, el intento norteamericano de derribar a El Asad de Siria, que se saldó con la mayor vergüenza militar que uno pueda imaginar. Es como si antes de salir corriendo de Vietnam los norteamericanos les hubieran pedido ayuda a los chinos para sobrevivir en aquel berenjenal en el que voluntariamente se habían metido. En este caso, a los rusos.

Si siempre se ha dicho que el intento de ocupar Egipto durante el conflicto del Nilo (1956) fue la última gran operación colonial de Occidente, ahora podríamos añadir, a falta de muchos datos, que la aventura afgano-sirio-iraquí –no digamos libia– que se inició en 2012 es una parodia de aquellas grandezas imperiales que relata Aznar con su acento nasal de empleado de los señores que hablan un inglés suelto.

Pero ese criminal de guerra ha pasado por las arenas del desierto, asesinando niños, mujeres y ancianas –eso que repiten tanto para conmovernos cuando se trata del malvado adversario–. Seríamos unos frívolos irresponsables si no exigiéramos responsabilidades por el más de medio millón de muertos que ha costado la machada, y si no dejáramos de admitir que ese chulillo de chiscón siguiera dando lecciones de cosas de las que no sólo no tiene ni idea sino de las que ha sido responsable.

¿O sea que Sadam tenía armas de destrucción masiva? “Bueno, la verdad es que estábamos equivocados”. Una panda de cínicos. Ni un servicio de información occidental hubiera apostado un penique; conocían Bagdad y Sadam, porque le daban de comer ellos. ¡Pero tú, José María Aznar, fuiste el más animoso en llevar una guerra, en la que nada te iba más que la fatuidad de mediocre con ambiciones, que costó medio millón de muertos!

¿Y nadie de esos partidos arrogantes y revolucionarios, entre comedero y comedero para su colocación en el negocio gubernamental, se atreverá a algo tan político y tan radical como poner en el banco de madera oscura de un juzgado a un tipo simple, malévolo, arrogante y sobre todo desdeñoso del ser humano, sea de Valladolid o de Tikrit, para plantearle que los últimos criminales de guerra no son los militares, que organizan la batalla, sino los gobernantes que ordenan la matanza?

Como si los muertos fueran siempre anónimos y volviéramos a las colonias. ¿Aznar, criminal de guerra? Pues sí señor, como Bush o el Blair recién confesado. Porque toda esta oscura historia está repleta de sangre y basura, como los refugiados. Carne de cañón, que durante años estaban desaparecidos. Ni se tuvo noticia de refugiado alguno, y ahora las potencias europas, empezando por la presión de Estados Unidos, no hay día que no nos recuerden que ¡es nuestro problema!, que echan sobre la pobre Grecia.

La guerra civil española, su final, es un espejo en el que se refleja la desvergüenza de los promotores. Aznar debe saberlo muy bien, porque su abuelo, antes de ser director de este periódico, fue un ejemplo decisivo en las grandes operaciones de desplazados de todos los derrotados de la segunda Gran Guerra, especialmente los españoles.

La izquierda, si se ha distinguido en algo en la historia española, es por reivindicar causas evidentes, aunque fracasara. Hay un banco en el juzgado, aquí o en La Haya, que le corresponde a José María Aznar, por criminal de guerra.

¿Eso no forma parte de la ruptura entre la casta política y la clase política?

Fuente:
http://www.lavanguardia.com/opinion/20160716/403248630719/que-hacemos-con-un-criminal-de-guerra.html

lunes, 11 de julio de 2016

La Guerra de Irak y las mentiras en que se basó siguen generando polémica

Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!

Esta semana se dio a conocer un devastador informe sobre la activa participación del Reino Unido en la invasión y ocupación de Irak, al mismo tiempo que continúan buscándose entre los escombros los cuerpos de las personas fallecidas en el peor atentado suicida con camión bomba que ha tenido lugar en Bagdad desde el inicio de aquella funesta guerra en el año 2003. El documento se conoce como “el informe Chilcot”, por su principal investigador y autor, Sir John Chilcot. La investigación fue encomendada en el año 2009 por el entonces primer ministro Gordon Brown. Chilcot dio a conocer el informe de 6.000 páginas el miércoles por la mañana, tras siete años de trabajo. El informe ofrece una larga lista de críticas al ex primer ministro Tony Blair y su gabinete al dejar al descubierto de qué manera se exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, así como la inquebrantable lealtad que Blair demostró al presidente George W. Bush. “Ahora resulta claro que las políticas sobre Irak se elaboraron sobre la base de información de inteligencia y valoraciones infundadas que no fueron contrastadas”, afirma Chilcot en el comunicado que acompañó la publicación del informe.

Un memorando incluido en el informe, enviado por Blair a Bush en julio de 2002, meses antes de la invasión, comienza con la siguiente promesa hecha por Blair a Bush: “Estaré contigo, pase lo que pase". Muchas personas, entre ellas referentes parlamentarios del propio Partido Laborista, piden que Blair sea llevado a juicio por crímenes de guerra. Mientras el Reino Unido, sumido aún en un caos político a consecuencia del referéndum que derivó en el brexit, reacciona al informe Chilcot, la población de Bagdad no se repone aún del atentado del sábado. La cifra de víctimas fatales del atentado se ha incrementado hasta alcanzar las 250. George W. Bush expresó sin ningún atisbo de arrepentimiento a través de un portavoz que “sigue creyendo que el mundo entero esta mejor sin Saddam Hussein en el poder”. Según trascendió, al momento de realizar estas declaraciones, Bush recibía a veteranos heridos en su rancho de Texas.

Mientras que las fuerzas británicas perdieron a 179 de sus miembros a lo largo de toda la guerra, las fuerzas estadounidenses tuvieron 4.502 bajas (siete de las cuales sucedieron en 2016). A la invasión y posterior ocupación se destinaron miles de millones de dólares, y se destinarán miles de millones más para el cuidado de por vida de los veteranos heridos y emocionalmente afectados. Sin embargo, la mayor e incalculable pérdida es la que ha sufrido el pueblo iraquí. Como lo demuestra este reciente y devastador atentado, la guerra en Irak no ha llegado a su fin. Se han llevado a cabo varias iniciativas para contabilizar la cifra de víctimas fatales de la guerra. El más bajo de estos estimativos ubica la cifra entre 160.000 y 180.000 fallecidos. Algunos estudios sostienen que el número de víctimas es varias veces mayor. Resulta imposible determinar la cifra exacta, pero el efecto en la población de Irak ha sido devastador y los daños se harán sentir por generaciones.

El pronunciamiento británico fue claro: “Nuestros ejércitos no llegan a sus ciudades o a sus tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores”. Sin embargo, estas palabras no fueron expresadas en 2003, sino en 1917. La guerra arrasaba Europa y la Marina Británica dependía ampliamente del petróleo proveniente de Irak y el Golfo Pérsico. Como sostiene el detallado anexo histórico que acompaña al informe Chilcot: “Para asegurar ese petróleo para Gran Bretaña, en la primavera de 1914, el Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, adquirió para el Gobierno Británico el 51% de las acciones de la Anglo-Persian Oil Company o Compañía de Petróleos Anglo-Persa”. Y fue así como todo un siglo de ocupación, explotación, represión, violencia y dolor se ha grabado a fuego en la vida de los iraquíes y en la historia de Irak.

Para Sami Ramadani todo esto es más que historia. Ramadani nació en Irak pero vive en Londres desde que se convirtió en un exiliado del régimen de Saddam Hussein. Durante mucho tiempo se ha dedicado ha impulsar el movimiento contra la invasión y la ocupación de Irak, pero también contra las devastadoras sanciones que las precedieron. Poco después de que el informe Chilcot fuera dado a conocer, Sami Ramadani dijo en “Democracy Now!”: “Irak, como sociedad, como Estado, fue destrozado de la manera más cruel desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, con tácticas como la llamada de ‘conmoción y pavor’ y con crímenes en masa a una escala indescriptible. El verdadero objetivo no era sacar al dictador, sino controlar Irak. Y al no poder controlarlo, lo destruyeron, al igual que están haciendo con Libia, con Siria y demás. Esto entra en esa escala. Pero la peor de las tragedias es la pérdida de vidas”.

Un año después de la invasión, en la cena anual de la Asociación de Corresponsales de Radio y Televisión en Washington, D.C., el presidente Bush bromeó ante los cientos de periodistas presentes en la cena: "Esas armas de destrucción masiva tienen que estar por aquí, en alguna parte. No, por allá no hay armas. Puede que estén aquí debajo". Imágenes de Bush en el Despacho Oval, en cuclillas, buscando armas de destrucción masiva bajo los muebles, acompañaron la comedia cotidiana de aquellos días. En tiempos en que los miembros fallecidos del Ejército de Estados Unidos eran retornados a la Base de la Fuerza Aérea de Dover, en donde estaba prohibido tomar fotografías de las bolsas en que se transportaban los cuerpos, y en que los cadáveres de los iraquíes se amontonaban en las calles y las morgues, la conducta de Bush resulta incomprensible. La guerra no es broma. Tras el informe Chilcot, debería emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Irak y en otras partes del mundo.

© 2016 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Fuente: http://www.democracynow.org/es/2016/7/8/la_guerra_de_irak_y_las

sábado, 9 de julio de 2016

Lecciones del ‘informe Chilcot’. La investigación británica sobre la guerra de Irak respalda a la opinión pública; los gobiernos mintieron


El informe Chilcot sobre la participación de Reino Unido en la guerra de Irak, presentado el miércoles, viene a dar la razón a los millones de personas que durante la primavera de 2003 se manifestaron por las calles de todo el mundo condenando la acción militar. Según la minuciosa investigación iniciada en 2009 los motivos del ataque e invasión a Irak fueron falsificados y los Gobiernos implicados en la toma de decisiones ocultaron que no se habían agotado todas las opciones antes de recurrir a la guerra. Dos falsedades con un cuantioso precio en vidas humanas —lo principal— y una gravísima situación posterior de inseguridad en Oriente Próximo y, por extensión, en el resto del planeta.


España puede sacar algunas importantes conclusiones de la presentación del informe británico, tanto por el fondo como por la forma. Mientras el ex primer ministro británico Tony Blair compareció durante más de dos horas ante la opinión pública para dar su versión sobre las afirmaciones de un informe que le señala directamente, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, despachó rápidamente cualquier cuestión relativa al texto aduciendo que no lo había leído y que se trata de “algo” que sucedió hace 13 años. Obvia Rajoy que él era vicepresidente del Gobierno que involucró a España en esa guerra y que las acusaciones que vierte el informe para nada le pueden ser ajenas.

Las democracias asentadas no tienen miedo a la realización de extensas investigaciones destinadas tanto a aclarar los hechos como a evitar que los errores se repitan. El informe Chilcot fue encargado por un correligionario de Blair, Gordon Brown, que además en ese momento era primer ministro. Algo inconcebible en países en los que la lealtad al partido prima sobre el interés general, y las comisiones de investigación sirven para enterrar cualquier asunto.

http://elpais.com/elpais/2016/07/07/opinion/1467911883_265894.html

Jung y los tres superhéroes

A medida que profundizo en el formidable laberinto de la psicología de Jung, aumentan mi respeto y admiración por aquel pensador suizo —dicen que mitad psicólogo, mitad campesino—, rebelde discípulo de Freud. Y su idea de esa “sombra” que, ajena a la luz de la consciencia, se proyecta sobre el mundo desde la profundidad del alma humana, me parece más preclara. En su inagotable análisis, dibujó Jung un panorama poco halagüeño para el futuro de la humanidad si ésta seguía ignorando a esa creciente “sombra”, habitante del reino del inconsciente. Y es que ahora que al exmandatario británico Tony Blair sus compatriotas le han repasado la plana, no puedo evitar pensar en la tenebrosa sombra que siempre vi proyectada por aquellos tres superhéroes que, sonrientes, posaron para la posteridad en las islas Azores. Me preguntaba entonces, y aún lo hago, cómo serían sus sueños, cuál su contenido, qué monstruosa arquetípica deidad zarandearía aquellos egos, ante la puerta que, siempre sonriendo, abrían. En fin, lo que después aconteció es ya parte de la historia.— Alberto Morales Moreno. Granada.

domingo, 29 de mayo de 2016

“La campaña contra el ISIS causará otros tres millones de desplazados en Irak” La 'número dos' de la misión de la ONU en Irak, Lise Grande, estima que la ofensiva iraquí para liberar Faluya es un ensayo para la de Mosul.

Que el Estado Islámico (ISIS) está perdiendo la batalla en Irak es algo que poco a poco comienza a quedar claro. Lo que está en el juego ahora es si las fuerzas iraquíes y sus aliados internacionales serán capaces de acabar con la presencia de la organización yihadista en Faluya y Mosul sin repetir errores del pasado o generar futuros problemas de mayor envergadura. Lise Grande, número dos de la Misión de Naciones Unidas en Irak (UNAMI) y coordinadora de asuntos humanitarios, advierte de que el apoyo humanitario de la comunidad internacional será clave en los próximos meses para evitar que los millones de desplazados que generarán estas operaciones militares se sientan marginados o se vean obligados a refugiarse en Europa.

“Faluya es un ensayo. Si funciona bien, se acelerará la campaña para recuperar Mosul (el bastión del ISIS en Irak)”, explica Grande en una entrevista con EL PAÍS en el marco de la Cumbre Humanitaria Mundial que se celebra este lunes y martes en Estambul. La toma de Mosul, la principal ciudad del norte del país y desde donde el ISIS proclamó su califato en 2014, revierte especial importancia ya que su captura significaría prácticamente el fin de la organización de Abubaker al Bagdadi en Irak; pero la ofensiva para liberarla se ha retrasado en varias ocasiones porque los diversos grupos que pretenden participar en ella (Fuerzas Armadas, milicias chiíes, combatientes suníes, facciones kurdas) no se ponen de acuerdo.

Sin embargo, la representante de la ONU da fe de que la estrategia del Ejército iraquí ha cambiado desde la toma de Ramadi el pasado diciembre, que prácticamente hubo de dejar en ruinas para liberar del ISIS, y asegura que se han puesto en práctica medidas para superar las suspicacias entre las Fuerzas Armadas iraquíes, predominantemente chiíes y habitualmente apoyadas por milicias con un claro perfil radical, y la población local de las regiones aún ocupadas por el ISIS, eminentemente suní. Entre ellas, evacuar a la población civil antes de atacar y tratar de garantizar un rápido retorno a sus hogares tras la liberación, para evitar que se conviertan en desplazados. “El Ejército está cambiando la forma en cómo actúa. Hay menos destrucción y busca minimizar el impacto en los civiles”, subraya Grande.

Pero, por muchas medidas de protección que se tomen, habrá refugiados. Y no serán pocos. “Antes de la aparición del ISIS, había un millón de desplazados en Irak, producto de la violencia sectaria entre 2006 y 2008. Pero desde que el ISIS entró en escena, la situación ha empeorado de forma dramática. Actualmente hay 3,4 millones de iraquíes desplazados por la fuerza. Gente que lo ha perdido todo”, explica Grande: “Y nuestra estimación es que, a medida que la campaña para acabar con el ISIS se intensifique, en torno a tres millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares en los próximos meses”.

Es decir, este mismo año, Irak podría ver prácticamente doblado el número de personas que necesitarán asistencia, cobijo, comida, agua, mantas y medicamentos para sobrevivir. Precisamente en un momento en que ni el Ejecutivo iraquí, ni el Gobierno regional kurdo pueden hacer frente a tamaños gastos. “Los ingresos de Bagdad han caído un 40 % en un año debido a que el precio del petróleo se ha desplomado. Es catastrófico”, lamenta Grande. Y por el momento la ONU solo ha logrado recaudar el 26 % de los 861 millones de dólares que estima serán necesarios para atender esta crisis humanitaria durante 2016. “Ni el Gobierno iraquí ni el kurdo pueden hacer esto por sí solos. Y en el fondo, están luchando contra el ISIS en nuestro nombre. Y están contra la pared. Se merecen nuestra solidaridad”, subraya la representante de UNAMI.

Además, advierte Grande, el 95 % de los desplazados iraquíes son suníes, un grupo religioso que ya de por sí se siente marginado por las autoridades chiíes de Bagdad, por lo que abandonarlos a su suerte solo podría tener consecuencias negativas. Una es que se vean obligados a emigrar fuera del país, principalmente hacia Europa, provocando una crisis de refugiados similar a la vivida en 2015 con los sirios. La otra es que se refugien en opciones radicales como el ISIS (no en vano la caída de Mosul en manos de los yihadistas tuvo mucho que ver con las injusticias sufridas por los suníes durante el gobierno de Nuri al Maliki). “Podría ocurrir que venciésemos al ISIS en la batalla por Mosul –sostiene Grande-, pero que terminemos por perder Irak por no ser capaces de dar la necesaria asistencia humanitaria a la población local”.

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/23/actualidad/1464025427_857290.html

jueves, 3 de diciembre de 2015

El malismo. Ser del montón no es tan difícil, basta con dejarse llevar por la nomenclatura en uso..

Ser del montón no es tan difícil, basta con dejarse llevar por la nomenclatura en uso. ¡Pero mira cómo beben los peces en el río! Si usted desea formar parte de cualquiera de las corrientes de pensamiento dominantes y pasar unas Navidades tranquilas, finja que no se ha preguntado todavía quién facilitó las bombas y los Kaláshnikov a los yihadistas de la masacre de París. Haga como que no sabe que los ministros de Defensa de este lado venden al otro las armas con las que luego nos liquidan. Aparente que ignora también de dónde le llega la financiación al terrorismo, no sea que aparezca en la conversación algún país amigo, de los que nos regalan automóviles deportivos que se mueren de risa en el garaje patrio porque consumen mucho y no hay forma de revenderlos. Olvídese de lo que ha leído en los papeles de Wikileaks o en los libros de la historia reciente, y que pone al descubierto las conexiones entre el bien y el mal. Apúntese, como el portavoz del PP, al pensamiento débil y hable de los malos, sin matices, de manera que nadie le pueda acusar de buenismo retrógrado.

Ha llegado la hora del malismo progresista. Sea usted malo para pasar inadvertido en la cena de Nochebuena. Cuando salga a la conversación la guerra de Irak para señalar las diferencias entre lo de entonces y lo de ahora, no se le ocurra insinuar que los bombardeos sobre Bagdad fueron un acto de terrorismo puro y duro, cuyos responsables gozan de libertad y se forran dando conferencias magistrales sobre la paz. No nombre la palabra “crimen”, diga que aquello fue un “error”. La diferencia entre crimen y error, aunque la cantidad de muertos entre la población civil sea la misma, resulta productiva desde el punto de vista intelectual y afectivo. Ser del montón no es tan difícil, basta con dejarse llevar por la nomenclatura en uso. ¡Pero mira cómo beben los peces en el río!
 27 NOV 2015 - El País.

jueves, 29 de octubre de 2015

Blair pide perdón por la guerra de Irak y la vincula al ascenso del ISIS. El ex primer ministro británico no se disculpa sin embargo por la muerte de Sadam Husein

El ex primer ministro británico Tony Blair ha pedido disculpas por su papel en la guerra de Irak, a la que llevó al país hace 12 años. En una entrevista en la CNN, el último líder laborista en ganar unas elecciones ha pedido perdón por utilizar información de inteligencia errónea; ha reconocido que no supo prever el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein, y ha admitido que dicho caos puede haber contribuido a la aparición y crecimiento del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). Blair, sin embargo, se ha negado a disculparse por eliminar del poder al fallecido dictador iraquí y ha defendido aquella intervención armada, señalando a la actual guerra civil en Siria para destacar los peligros de no actuar.

“Pido disculpas por el hecho de que la inteligencia que recibimos fue errónea”, dice en una entrevista que se emitirá a partir del próximo lunes en el especial Long Road to Hell, de la cadena estadounidense, presentado por Fareed Zakaria. “También pido disculpas por algunos de los fallos en la planificación y, ciertamente, por nuestro error en comprender lo que sucedería una vez que desalojáramos al régimen".

“Sin embargo, encuentro difícil pedir disculpas por desbancar a Sadam”, añade Blair, quien, a la pregunta de si la invasión de Irak ha sido uno de los factores principales de la aparición del ISIS, admite que “hay elementos de verdad en esa cuestión”, según extractos de la entrevista recogidos por el Daily Mail.

No es la primera vez que Blair admite errores en la guerra de Irak de 2003, que dañó enormemente su popularidad y que fue uno de los motivos de su salida del 10 de Downing Street en 2007. Pero sí es la vez que lo hace con mayor contundencia. Y lo hace cuando parece que están a punto de publicarse los esperados resultados de la investigación de John Chilcot sobre la guerra de Irak, encargada por el Gobierno de Gordon Brown hace seis años.

Muchos, incluida la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, han querido ver en la entrevista concedida a la CNN un intento de Blair de preparar el terreno ante las posibles críticas que suscite la publicación de las conclusiones de la investigación. No hay una fecha concreta de publicación del informe, que lleva gastados ya más de 14 millones de euros, pero el primer ministro, David Cameron, ha expresado recientemente su irritación por las demoras que arrastra y ha urgido a Chilcot a concluirla.

Aunque admite errores, según los extractos adelantados de la entrevista, Blair se declara preparado para “enfrentarse al juicio de la historia”. Y destaca que otras actuaciones internacionales posteriores tampoco han dado buenos resultados. “Hemos intentado la intervención con tropas en Irak, la intervención sin tropas en Libia y la no intervención, pero con llamamiento a un cambio de régimen, en Siria. No tengo claro que, incluso si nuestra política no funcionó, las siguientes hayan funcionado mejor”, explica.
(El País página 13, 26 de octubre)
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/25/actualidad/1445774504_154032.html

martes, 29 de septiembre de 2015

¿Tropieza el Pentágono dos veces en la misma piedra? Una investigación quiere aclarar si se alteraron datos de inteligencia sobre el Estado Islámico

Doce años después de la invasión de Irak, Estados Unidos revive fantasmas. El Pentágono investiga si se han alterado datos de inteligencia sobre la campaña aérea contra el Estado Islámico (EI) en Irak y Siria. Dos analistas del Centcom, el Comando Central del Ejército de EE UU, enviaron en julio una queja al inspector general del Departamento de Defensa alegando que sus superiores modificaron sus informes para describir al grupo yihadista como más débil de lo que creen que es. Esa queja fue respaldada por otros 50 analistas, según destapó a principios de septiembre The Daily Beast.

La revelación ha forzado a la cúpula militar a dar explicaciones. “Mi expectativa es recibir una evaluación de inteligencia fiable y rigurosa”, dijo hace poco en el Congreso el general Lloyd Austin, comandante del Centcom, que supervisa la campaña.

La queja, sin embargo, propicia dudas y ecos incómodos. La Administración de George W. Bush justificó la invasión de Irak en 2003 en la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam Husein. Lo amparaban datos de inteligencia, pero las armas no aparecieron y hubo quejas de que se escogieron los datos que favorecieran la narrativa oficial. También hubo errores de diagnóstico en Vietnam en los sesenta.

La narrativa ahora es que EE UU está ganando la guerra contra el EI, pese a que acumula avances y retrocesos. Los analistas esgrimen que hay informaciones que se frenaron y otras se hicieron más optimistas. Por ejemplo, sobre la capacidad de las fuerzas iraquíes, y el impacto de los bombardeos en Irak y Siria.

El Gobierno de Barack Obama se ha esforzado en diferenciar la campaña contra el EI de la guerra de Irak, que terminó en 2011 sin victoria. Ahora no hay tropas de combate y se impone la cautela sobre la duración. Pero como en toda guerra, se hace necesario un despliegue propagandístico, y existe el miedo al llamado slippery slope (pendiente resbaladiza): que la intervención se aleje de su objetivo inicial y cunda el pesimismo.

http://elpais.com/elpais/2015/09/23/opinion/1443023380_956671.html

lunes, 21 de septiembre de 2015

La política sucia detrás del conflicto sirio

En los últimos meses la situación en el Mediterráneo ha servido como un dramático recordatorio de lo que los líderes de Europa han intentado dificultosamente olvidar. La crisis de Siria ha llegado a Europa. Aunque se ha hablado mucho de números y porcentajes de refugiados que cada país puede o no aceptar, no nos olvidemos de que detrás de esos números y las escenas de engañosa emoción de los políticos, se esconde el lado feo de la política mundial.

Los planes para derrocar a los regímenes "molestos" del Medio Oriente comenzaron en el momento en que los halcones de la guerra de Washington y sus aliados europeos prepararon la primera guerra de Irak.

En un discurso de 2007, el general estadounidense Wesley Clark relató una conversación que tuvo en 1991 con el entonces subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz. Durante esa charla, el secretario general dijo que el Pentágono ya había elaborado planes para lograr el cambio de regímenes en Irak, Siria e Irán. "...Tenemos unos 5 o 10 años para limpiar los antiguos regímenes soviéticos -Siria, Irán, Iraq- antes de que la próxima gran superpotencia esté en condiciones de desafiarnos".

El general Clark llegó a revelar que seis semanas después del ataque a las torres gemelas en 2001, un funcionario del Departamento de Defensa le dijo que el Pentágono había emitido un documento clasificado que describe la estrategia de los EE.UU. para derrocar a los regímenes de los siete países en los próximos cinco años. El comienzo se hizo con Irak, seguido por Siria y el Líbano, a continuación, Libia, Somalia, Sudán y, por último, Irán.

Esas afirmaciones fueron confirmadas por el exministro de Asuntos Exteriores francés, Roland Dumas, cuando dijo en el canal de televisión FrenchTV que Gran Bretaña estaba entrenando y apoyando a rebeldes sirios, al menos dos años antes de la revuelta con el objetivo de derrocar a Assad del poder.

El dinero que alimenta la guerra
Entre 2006 y 2010, los EE.UU. gastaron 12 millones de dólares para apoyar e instigar manifestaciones y propaganda contra el Gobierno sirio. WikiLeaks lanzó más de 7.000 cables diplomáticos secretos que documentan la financiación. Los cables revelaron que hasta 6,3 millones de dólares se canalizaron al Movimiento por la Justicia y el Desarrollo, una organización siria disidente con sede en Londres. El Movimiento operaba el canal satelital Barada, que difundió la propaganda antigubernamental en Siria y jugó un papel importante en las protestas contra Assad de los años 2010-2011.

Los 6 millones restantes los gastó EE.UU. para de apoyar a los rebeldes y los activistas y educar a los periodistas en las formas de manipulación de las noticias sobre la crisis siria de una manera que beneficiase a los rebeldes. En abril de 2011, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, admitió que los documentos de WikiLeaks eran auténticos y afirmó que EE.UU. apoyó varios "movimientos civiles en Siria" con "el objetivo de fortalecer la libertad de expresión".

En 2012 el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, junto con el Reino Unido, impulsó un relajamiento en el embargo de armas de la UE a Siria para permitir que "las armas defensivas lleguen a los combatientes de la oposición". Francia fue la primera potencia europea que reconoció a la Coalición Nacional de Oposición Siria y a las Fuerzas Revolucionarias, una coalición de varios grupos rebeldes formada en Doha que, según el presidente francés, François Hollande, era la "única representante del pueblo sirio". La coalición también fue reconocida por la vecina Turquía y la Liga Árabe como "representante legítimo de las aspiraciones del pueblo sirio".

En diciembre de 2012, en una reunión celebrada en Marrakech, Estados Unidos apoyó a la Coalición Nacional como Gobierno de transición de Siria. Por ese tiempo más de 100 países, incluida la Unión Europea, habían reconocido a la oposición siria, a pesar de los temores de que podría estar vinculada a grupos relacionados con Al Qaeda. De acuerdo con el ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius, se dieron a conocer en la reunión "importantes" contribuciones financieras: Arabia Saudí ofreció 100 millones de dólares, los EE.UU. se comprometieron a dar 14 millones más en ayuda médica y Alemania ofreció 29 millones.

Dos años más tarde, en 2014, el presidente francés Hollande dijo cínicamente a los medios franceses que Francia estaba armando y entrenando a los rebeldes sirios, por un período indeterminado de tiempo, porque "son los únicos participantes del proceso democrático". En una entrevista al diario francés Le Monde, admitió que Francia no puede "hacerlo sola" y que había "un buen entendimiento con Europa y los estadounidenses".

Por cierto, había tal entendimiento.

La conexión libia
Ya en septiembre de 2012 el consulado estadounidense en Bengasi y una base de la CIA que se encuentra a una milla del consulado, fueron atacados por las milicias locales. Los ataques causaron la muerte de cuatro personas, entre ellas el embajador estadounidense en Libia, Christopher Stevens.

El presidente Obama y Hillary Clinton fueron fuertemente criticados por la falta de seguridad en el consulado y por el retraso de la respuesta.

Pero la narrativa oficial no abordó algunas cuestiones claves: ¿por qué la base de la CIA fue atacada y cuál fue el papel exacto del consulado en una zona parcialmente controlada por la milicia local?

Oficialmente, el papel del consulado era establecer un centro cultural y una biblioteca en Bengasi. Pero los informes de prensa indican que el consulado cumplía una función mucho más oscura.

Poco después de que comenzase la guerra para derrocar a Muammar Gadafi en Libia, en febrero de 2011, la CIA estableció una base para sus operaciones de espionaje en Bengasi. La base de la CIA era conocida como el Anexo y, según el Wall Street Journal, el único objetivo del consulado era "dar cobertura diplomática al Anexo".

El Sunday Times de Londres informó de que los Estados Unidos habían estado comprando en secreto las armas almacenadas de Gadafi, incluyendo misiles antiaéreos SA-7, misiles antitanques, granadas propulsadas por cohetes y proyectiles de mortero. Algunas de estas armas se canalizaron hacia los rebeldes a través de una conexión con los países de Oriente Medio que ya estaban apoyando a diversos grupos de la oposición en Siria.

El periodista de investigación Seymour Hersh, ganador del Premio Pulitzer, ha revelado también que el presidente Obama y el primer ministro turco, Erdogan, habían llegado a un acuerdo secreto a principios de 2012. El acuerdo fue que la CIA y el MI6 británico se comprometerían a trasladar las armas pesadas de Gadafi fuera de Libia y las utilizarían para abastecer al Ejército Libre de Siria; Turquía, Arabia Saudí y Catar proporcionarían los fondos para esta operación que estaba bajo los auspicios de una entidad australiana.

Es muy probable que la mayoría de esas armas terminaran en manos del frente de Al-Nusra, un grupo extremista vinculado a Al Qaeda en Siria. Cuando los EE.UU. y sus aliados europeos y de Oriente Medio estaban canalizando armas pesadas a los rebeldes en Siria, hasta un 9% de los combatientes totales del Ejército Libre de Siria pertenecía al Frente Al-Nusra. En 2012, el Washington Post informó de que el grupo yihadista estaba creciendo rápidamente, "en parte porque ha sido el brazo más agresivo y exitoso de la fuerza rebelde".

De hecho, en 2013, prácticamente todas las áreas controladas por los rebeldes en Siria, serían dirigidas por los yihadistas.

La masacre de Ghouta
En agosto de 2013, un humo amarillo se levantó sobre el suburbio de Ghouta, cerca de Damasco, controlado por los rebeldes. Unas horas más tarde yacían en las calles los cuerpos sin vida de 1.000 personas, entre ellas 300 niños. Fue uno de los peores ataques con gas sarín de la historia de la guerra civil siria.

El presidente Obama acusó al régimen sirio de, supuestamente, cruzar la "línea roja" que él había establecido en 2012 sobre el uso de armas químicas y anunció la intervención militar en Siria.

Sin embargo, dos días antes del ataque previsto, Obama dijo que buscaría la aprobación del Congreso para la intervención.

Entonces, ¿qué ha hecho al presidente de Estados Unidos cambiar de opinión?

Seymour Hersh presenta una narración alternativa de los acontecimientos: La inteligencia de Estados Unidos temía que Turquía estuviera suministrando gas sarín a los rebeldes meses antes del ataque. Esta información nunca se hizo pública.

Hersh escribe que "la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos emitió un documento altamente clasificado de cinco páginas sobre los "temas de conversación" de la reunión informativa el 19 de junio, cuando se declaró que el grupo rebelde sirio Al-Nusra, mantenía una célula de producción de gas sarín". Según el documento "Turquía y los facilitadores químicos con sede en Arabia estaban tratando de obtener precursores de sarín a granel, decenas de kilogramos, probablemente para el esfuerzo de producción a gran escala prevista en Siria".

Según la denuncia de Hersh, en 2012 los servicios de inteligencia estadounidenses creían que los rebeldes perderían la guerra. Esto llevó a la agencia de inteligencia nacional de Turquía y a la Gendarmería, el brazo de aplicación de la ley paramilitar del país, a trabajar con el Frente Al-Nusra en Siria con el fin de ayudarle a construir su desarrollo químico. Supuestamente Erdogan esperaba que el uso de armas químicas contra los civiles sirios provocara una respuesta militar de Estados Unidos contra Asad.

El informe de Hersh desató la polémica y el New Yorker y The Washington Post se negaron a publicarlo.

Transcurrirán años hasta que los juegos políticos y militares que rodean el conflicto sirio salgan a la luz.

Mientras tanto, cuatro millones de sirios se ven obligados a escapar del conflicto y más de 250.000 personas han tratado de llegar a Europa en agosto de 2015. Los países occidentales están dispuestos a concederles asilo, pero no están dispuestos a detener las acciones que alimentan la guerra.

Parece que los cuerpos de los niños sirios ahogados sorprendieron a muchas conciencias, pero no cambiaron ninguna política.

Fragkiska Megaloudi es una periodista griega especializada en la presentación de informes de derechos humanos. Su último libro sobre Corea del Norte se publicará este otoño.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/09/17/the-dirty-politics-behind-the-syrian-conflict/

Counter Punch

martes, 10 de enero de 2012

Los costes olvidados de la guerra

El fin de la guerra de Irak ha ocasionado algunas reflexiones sobre la magnitud de la destrucción que han causado allí. Como es nuestra costumbre, la discusión se centró en los costes para los Estados Unidos en sangre y dinero, las falsas premisas de la guerra y los continuos desafíos de la inestabilidad en la región. Lo qué pasó con los iraquíes fue ignorado. Y en Libia, la reciente investigación de muertes de civiles durante bombardeos de la OTAN fue la primera contabilidad de lo que muchos creían que eran una guerra en gran medida sin víctimas.
Rara vez se duda de que las guerras causan grandes daños, pero nuestro punto de vista de las guerras de Estados Unidos ha estado ciego a un aspecto específico de la destrucción: el coste humano de personas que viven en las zonas de guerra.
Nos deberíamos silenciar las voces de las víctimas y despreciar sus quejas sobre las incursiones de medianoche, las búsquedas casa por casa, los puestos de control, los ataques de aviones no tripulados, las bombas que caen sobre las bodas en vez de Al Qaeda.
El general Tommy R. Franks dijo la famosa frase durante los primeros días de la guerra en Afganistán, "No hacemos recuento de cuerpos". Pero, ¿duda alguien de cuanto podemos aprender del conteo de los cuerpos ya que nos dice mucho acerca de la guerra y los que nos cuesta?.
Más de 10 años después que comenzara la guerra en Afganistán, sólo tenemos la esquemática noción de cuántas personas han muerto como consecuencia del conflicto. La oficina de Naciones Unidas en Kabul reúne algunas cifras de las morgues y de otras fuentes, pero son incompletas. Lo mismo ha ocurrido en Irak, a pesar de una serie de esfuerzos independientes que se han hecho allí para dar cuenta de los muertos.
Pero esas cifras, que llegar a cientos de miles de personas, aumentan escasamente la atención de los Estadounidenses, tanto líderes políticos y militares, como el público en general, mostrando poco interés en las victimas no estadounidenses.
La negación, después de todo, es políticamente conveniente. No tener en cuenta las cifras de mortalidad, los refugiados, los pobres, los hospitales demolidos y sistemas de agua potable y las escuelas, es negar, en efecto, de alguna forma que la guerra ha ocurrido.
El ejército estadounidense no puede permitirse el lujo de ser tan arrogante acerca de la dinámica de la guerra. Las consecuencias de la forma en que se lucha en las guerras revela mucho acerca de cómo y por qué otras personas luchan.
En Irak, por ejemplo, las causas de la resistencia sunita, fueron atribuidos a menudo a la pérdida del estatus social, el papel de la violencia estadounidense contra civiles a principios del conflicto fue discutido en raras ocasiones. Sin embargo, muchos de los iraquíes capturados dijeron que estaban defendiendo a sus comunidades mediante la resistencia a las fuerzas de ocupación. Maltratar, detener o matar a supuestos combatientes enemigos - como las fuerzas de coalición hicieron en innumerables operaciones - ha llevado a algunos iraquíes a empuñar el fusil, la IED y los suicidas con bombas. Cuanta más violencia hay por parte de los ocupantes, más feroz es su reacción.
El general David H. Petraeus lo reconoció y trató de reformar las prácticas del Ejército. En un manual de campo del que es coautor en 2006, explicó que cuando "las fuerzas no proporcionan seguridad o ponen en peligro la seguridad de los civiles, la población está dispuesta a buscar garantías de seguridad en los insurgentes, las milicias y otros grupos armados. Esta situación puede alimentar el apoyo a la insurgencia. "
En varias encuestas de opinión, los iraquíes identifican a las fuerzas estadounidenses como la principal causa de la violencia que aqueja a su país. Y a pesar de la violencia de la guerra, la ocupación fue la causa inmediata de la resistencia iraquí, tenemos pocas evaluaciones para entender su alcance. WikiLeaks publicó documentos militares en octubre de 2010, que incluye las cuentas de las muertes iraquíes, pero estos informes son incompletos y sesgados, a veces, y sólo reflejan aquellos de los que las tropas fueron testigos. Informes de los medios de prensa están igualmente limitados. Y nuestros líderes políticos y militares apenas tienen en cuenta estos números de todos modos.
Viven en un mundo más cercano a la fantasía y mucho menos cerca del caos que tiene lugar en la guerra, ajenos a lo que realmente agobia a la población civil. En 2006, dos encuestas de hogares por separado, realizadas por el Ministerio iraquí de Salud y por investigadores de la Universidad Johns Hopkins, se encontraron entre 400.000 y 650.000 "muertes en exceso" en Irak como resultado de la guerra. En ese momento, sin embargo, el general al mando en Irak dio la cifra de 50.000 y el presidente Bush había afirmado a finales de 2005 que era sólo de 30.000.
Si nuestros líderes no están dispuestos a comprender la importancia de la muerte y los trastornos sociales, y el significado de este caos para la población local, entonces los esfuerzos de guerra de Estados Unidos es probable que terminen mal y las relaciones con los aliados se convertirán en tensiones, como ha ocurrido con el presidente Hamid Karzai en Afganistán.
Las reiteradas denuncias de Karzai sobre las acciones de la OTAN que causan víctimas civiles son a menudo descartadas en Occidente como una postura política, pero su persistencia en este tema indica lo profundamente que resuena en los afganos. A pesar de que los ignoremos, los musulmanes de todo el mundo toman nota.
Haciendo caso omiso de las cantidades de bajas civiles y del daño que causan y lo tomán como un defecto moral, así como un error estratégico. Tenemos que adoptar métodos fiables para medir la destrucción que nuestras guerras causan - una "epistemología de la guerra", como otro general, William Tecumseh Sherman, lo llamó - para romper la amnesia colectiva que nos ha entrado.
Si nosotros no exigimos una explicación completa de los costes de la guerra, fallas futuras serán aún más probable - y justificadas.
John Tirman, el director ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales del MIT, es el autor de "La muerte de otras personas: La suerte de los civiles en las guerras de Estados Unidos" del NYT.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Libia y el regreso del Imperialismo Humanitario

Volvió la vieja pandilla
Ha vuelto la pandilla completa: Los partidos de la Izquierda Europea (los partidos comunistas "moderados"), los "Verdes" de José Bové, ahora aliados de Daniel Cohn-Bendit, quien aún no ha hallado una guerra de EE.UU.-OTAN que le caiga mal, varios grupos troskistas y, por supuesto, Bernard-Henri Lévy y Bernard Kouchner, todos pidiendo una suerte de "intervención humanitaria" en Libia o acusando a la izquierda latinoamericana, cuyas posiciones son más sensibles, de actuar como "idiotas útiles" del "tirano libio".

Doce años después, es exactamente igual a Kosovo. Cientos de miles de iraquíes muertos, la OTAN en una posición dificilísima en Afganistán, y ¡no han aprendido nada! La guerra de Kosovo se hizo para parar un genocidio inexistente, la guerra de Afganistán para proteger a las mujeres (vayan y verifiquen la situación de ellas ahora), y la guerra de Irak para proteger a los kurdos. ¿Cuándo van a entender que todas las guerras se atribuyen justificaciones humanitarias? Hasta Hitler "protegía minorías" en Checoslovaquia y Polonia.

Por el otro lado, Robert Gates advierte que cualquier secretario de estado que le aconseje al presidente de EE.UU. a enviar tropas a Asia o África "debe ser examinado de la cabeza". El Almirante McMullen también aconseja prudencia. La gran paradoja de nuestros tiempos es que los cuarteles de la paz estén en el Pentágono y el Departamento de Estado, mientras que el partido pro-guerra es una coalición de neoconservadores y liberales intervencionistas, incluyendo guerreros izquierdistas humanitarios, al igual que ecologistas, feministas o comunistas arrepentidos.

Entonces ahora, todos tenemos que consumir menos por el calentamiento global del planeta, pero las guerras de la OTAN son reciclables y el imperialismo se ha vuelto un desarrollo sostenible.

Por supuesto que EE.UU. va a ir o no a la guerra por razones totalmente independientes de los consejos ofrecidos por la izquierda pro-guerra. El petróleo no va a ser probablemente un factor decisivo porque cualquier nuevo gobierno libio tendrá que vender petróleo y Libia no tiene la influencia necesaria para tener un peso importante en el precio del petróleo. Claro que la inestabilidad de Libia genera especulación que por sí misma afecta los precios, pero eso es diferente. Los sionistas tienen probablemente dos ideas encontradas sobre Libia: odian a Khadafi, y les gustaría derrocarlo, como a Sadam, de la manera más humillante, pero no están seguros si les gustará la oposición (y por lo poco que sabemos, no les gustará).

El principal argumento pro-guerra es que si las cosas se hacen rápida y fácilmente, se rehabilitará la OTAN y la intervención humanitaria, cuya imagen quedó manchada por Irak y Afganistán. Una nueva Grenada o, al menos, un nuevo Kosovo, es exactamente lo que se necesita. Otra motivación para una intervención es la mejor manera de controlar a los rebeldes, al ir a "salvarlos" en su marcha por la victoria. Pero es improbable que funcione: Karzai en Afganistán, los nacionalistas kosovares, los chiítas en Irak y por supuesto Israel están muy felices de recibir la ayuda estadounidense, cuando la necesitan, pero después continúan con sus propios planes. Además, una ocupación militar completa de Libia después de su "liberación" será difícil de mantener, lo que por supuesto hace que la intervención sea menos atractiva desde el punto de vista de EE.UU.

Por el otro lado, si las cosas salen mal, será probablemente el principio del fin del imperio estadounidense, de ahí la prudencia de los funcionarios a cargo, cuya ocupación no es meramente escribir artículos para Le Monde o hablar contra dictadores frente a las cámaras.
Es difícil para un ciudadano cualquiera saber qué está pasando exactamente en Libia, porque los medios occidentales se han desacreditado completamente por su cobertura en Irak, Afganistán, Líbano y Palestina, y las fuentes alternativas no son siempre confiables. Eso no ha afectado por supuesto a la izquierda pro-guerra que está absolutamente convencida de que los peores informes sobre Khadafi son verdaderos, como hace doce años sobre Milosevic.

El rol negativo de la Corte Penal Internacional se ha hecho visible otra vez, aquí, como sucedió con el Tribunal Penal Internacional para Yugoeslavia, en el caso de Kosovo. Una de las razones por las que hubo derramamiento de sangre relativamente limitado en Túnez y Egipto era que había salidas posibles para Ben Alí y Mubarak. Pero la "justicia internacional" quiere asegurarse de que no haya salida posible para Khadafi, ni probablemente para la gente cercana a él, y con esto los incitan a una lucha hasta el fin.

Si "otro mundo es posible", como repite la Izquierda Europea, luego, otro Occidente debería ser posible y la Izquierda Europea debería empezar a trabajar en ello. Las reuniones recientes de la Alianza Bolivariana pueden servir de ejemplo: La izquierda en América Latina quiere la paz y se oponen a la intervención de EE.UU. porque saben que ellos también están en la mira de EE.UU. y que sus procesos de transformación social requieren, sobretodo, de la paz y soberanía nacional. Por lo tanto, sugieren enviar una delegación internacional, posiblemente liderada por Jimmy Carter (al que nadie puede llamar marioneta de Khadafi), para comenzar un proceso de negociaciones entre el gobierno y los rebeldes. España ha expresado interés en la idea, pero por supuesto Sarkozy la ha rechazado. Esta propuesta puede sonar utópica pero no lo sería tanto si tuviera el respaldo de las Naciones Unidas, que de esta manera cumpliría con su misión -pero ello es imposible debido a la influencia de EE.UU. y Occidente. Sin embargo, no es tan imposible que ahora, o en algunas crisis futuras, una coalición no-intervencionista de naciones, incluyendo Rusia, China, países de América Latina y quizás otros, aúnen esfuerzos para construir alternativas confiables frente al intervencionismo occidental.

A diferencia de la izquierda de América Latina, la patética versión europea ha perdido todo sentido de lo que significa hacer política. No intenta proponer soluciones concretas a los problemas, y sólo es capaz de tomar posiciones morales, en particular la denuncia de dictadores y las violaciones de derechos humanos en tono grandilocuente. La izquierda social democrática sigue a la derecha con algunos años de retraso y no tiene ideas propias. La izquierda "radical" se las ingenia para denunciar a los gobiernos occidentales de todas las maneras posibles y al mismo tiempo pedir que esos mismos gobiernos intervengan alrededor del mundo para defender la democracia. Su falta de reflexión política los hace altamente vulnerables a las campañas de desinformación y a volverse aficionados pasivos de las guerras de EE.UU.-OTAN.

Esa izquierda no tiene un programa coherente y no sabrían qué hacer en el caso que un dios los coloque en el poder. En lugar de "apoyar" a Chávez y la Revolución Bolivariana, un reclamo sin significado que algunos adoran repetir, deberían aprender humildemente de ellos, y antes que nada, reaprender el significado de hacer política. (Jean Bricmont CounterPunch). Jean Bricmont ya escribió sobre este tema un libro; Imperialismo Humanitario. El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra. 2008. Edt., El Viejo Topo. Con un prólogo de N. Chomsky.

Jean Bricmont enseña física en Bélgica y es miembro del Tribunal de Bruselas. Su libro Imperialismo Humanitario ha sido publicado por Monthly Review Press. Puede ser contactado en: Jean.Bricmont@uclouvain.be

Una entrevista sobre el tema a Bricmont aquí.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Caza a la espía. Fair Game. Una extraordinaria película

El lunes pasado vimos la película "Caza a la espía" (en inglés "Fair Game") Fuimos con la intención de pasar el rato y nos encontramos con una extraordinaria obra, muy bien hecha. La dirección, el guión, los actores, la fotografía, la música y el tema tratado, consiguen una película que nos reconcilia con el cine americano y, es más, con ella volvimos a ver al cine como una de las Bellas Artes, lo que ya teníamos olvidado.

Aquí unas críticas:

"Entretenida película de espionaje contemporáneo, en las antípodas de la serie James Bond, centrada en los tejemanejes -por decirlo de alguna manera- de la Administración Bush, en relación con las armas de destrucción masiva que propició de forma torticera la Guerra de Irak. "Caza a la espía" propina asimismo un inmisericorde varapalo a la todopoderosa CIA, a partir de una intriga basada en hechos reales protagonizados por una analista de la "Central Intelligence Agency", Valerie Plame (interpretada con elegancia por Naomi Watts), traicionada por la propia organización. Una tragedia política y familiar, puesto que también se vieron involucrados su marido y sus hijos.

Tiene garra la precisa exposición argumental de este siniestro juego de espías que, paso a paso, se escora hacia el drama intimista, absorvente en su primera parte y más convencional en la segunda, pero siempre interesante. A partir de ahí, "Caza a la espía" guarda cierta relación con otros recomendables filmes de espionaje, incluidos "Telón de acero" (William A. Wellman, 1948), "Brumas de traición" (Gotfried Reinhardt, 1954), "Orden de ejecución" (Anthony Asquith, 1958), "Todos los hombres del presidente" (Alan J. Pakula, 1976) y "Syriana" (Stephen Gagham, 2005).

Doug Liman ("El mito Bourne") se muestra eficaz a la hora de crear tensión a la trama con muy pocos elementos, menos trucos y ausencia de efectos especiales. Éste era uno de los principales atractivos de su primera película, "Swingers", que aquí aparece reforzado por el competente plantel estelar, así como por el correcto empleo de la pulsión dramática, que llega a crear una inquietante sensación de autenticidad. En otras palabras, esta película arriesgada se muestra tan honesta, tan poco pretenciosa -como el propio realizador, por lo demás- que bien podría pasar desapercibida. Sobre todo de cara a quienes no siguen a pies juntillas la información internacional." ("El diario Montañez")


Recordando Irak
, (En la foto Joe Wilson)
Carlos Carnero.

Salgo de ver “Caza a la espía" (excelente película con magníficos actores: Naomi Watts y Sean Penn) y le digo a quien me acompaña: “Espero que sirva para que la gente se acuerde de cómo son los que provocaron la Guerra de Irak y nos metieron en ella”. La respuesta que recibo es tan lacónica como contundente: “A la vista de las encuestas, no se acuerdan”...

(NUEVATRIBUNA.ES - 8.11.2010)

...Lleva razón. Y eso es algo más que preocupante.
“Caza a la espía” narra la historia de Valerie Plame, agente de la CIA, y Joe Wilson, su esposo y embajador norteamericano. O, mejor dicho, la historia de la Administración de George Bush en torno al conflicto en Irak y los métodos que utilizó para provocarlo, violentando incluso el sistema político norteamericano.

"El 6 de julio de 2003, poco después del cierre oficial de una guerra que no ha terminado ni tiene visos de hacerlo, Wilson denunció en The New York Times que tenía la constancia directa y personal de que la Casa Blanca había falseado las propias informaciones de la CIA (venta de uranio de Níger a Irak) para fabricar el conflicto. La respuesta de la Administración republicana no pudo ser más sucia: filtró el nombre de Plame a través del artículo sindicado de un columnista, hundiendo su carrera, poniendo en peligro a sus fuentes y tratando de acallar las denuncias de Wilson. Esto último no lo consiguieron.
Lo dicho no pasó hace cincuenta años, sino solo 7. Tuvo que ver con una guerra que sigue costando miles de vidas. Y lo protagonizaron desde el gobierno los mismos que quieren volver a él, vía Tea Party a ser posible.

La memoria suele ser débil y selectiva. Hasta el punto de que muchas veces no es suficiente para impedir que los árboles no nos dejen ver el bosque, considerando que los problemas inmediatos son los únicos existentes. O haciéndonos creer que, al fin y al cabo, son todos iguales: las dos orillas que dijo alguien. La verdad es que no es así. Obama ha decidido sacar a Estados Unidos de Irak y lo está haciendo, aplicando una política exterior que nada tiene que ver con la que Bush aplicó desde la Avenida Pensilvania. De ahí que la derecha y la derecha extrema de los Estados Unidos hayan emprendido una cruzada para sacarle de la Casa Blanca cuanto antes, sencillamente para volver a las andadas. Puede pensarse que no todo lo ha hecho bien ni tan rápido como se esperaba. Pero en la vida y en la política no se elige siempre entre lo bueno y lo muy bueno, sino entre lo menos malo y lo peor.

Hablamos de política exterior, pero lo mismo podría decirse de la agenda interna. Ahí está la historia que cuenta otra película que acabo de ver y que recomiendo: “Capitalismo: una historia de amor”, de Michael Moore. El odio de los conservadores contra Obama corre parejo al vuelco que representó su victoria en las presidenciales en términos económicos y sociales.

¿Cansados de Obama? ¿Cansados de los demócratas? Pues que ese cansancio no lleve al Tea Party y a los republicanos a la victoria electoral, porque las consecuencias ya se conocen, para los Estados Unidos y para el resto del Mundo. Y luego será tarde para lamentarse.

Lo que me trae a España, claro está. Que cada uno critique lo que corresponda, demande lo que es justo y se movilice por sus ideas e intereses. Pero que nadie olvide que lo hecho por el gobierno socialista ha representado un cambio profundo respecto a la gestión del PP en La Moncloa. Una gestión que su líder aspira a repetir o aumentar: ajuste económico a lo Cameron (que deja en un juego de niños el aplicado por Zapatero), coincidencia con la derecha extrema norteamericana en la política exterior,  derogación de las leyes del aborto y del matrimonio entre parejas del mismo sexo, fin de las políticas de igualdad de la mujer y así hasta un largo etcétera de una agenda nada oculta, sino más vieja que la rueda.

Ni todos son iguales, ni están en la misma orilla. Para comprobarlo, basta con recordar Irak." Carlos Carnero.
Cronología del caso real, en ABC.
Aquí en El Mundo el caso Joe Wilson y Valerie Plame. Ver más aquí.