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domingo, 19 de septiembre de 2021

_- La increíble historia de las 11 españolas que sobrevivieron al horror de Ravensbrück, el campo de concentración nazi de mujeres

_- En la localidad alemana de Ravensbrück, a 90 kilómetros de Berlín, los nazis hicieron construir en 1939 el único campo de concentración destinado exclusivamente a mujeres.

Ravensbrück significa en alemán "puente de los cuervos", y en aquel campo de concentración se escuchaba siempre el graznido de esos pájaros negros, que acudían al lugar atraídos por el olor a carne quemada que salía de sus cuatro hornos crematorios.

Aunque transcurrido un tiempo la mayoría de mujeres que entraban en Ravensbrück eran trasladadas a otros campos, unas 50.000 prisioneras perecieron allí a causa de las durísimas condiciones a las que estaban sometidas y otras 2.200 fueron asesinadas en sus cámaras de gas.

En total, unas 132.000 mujeres procedentes de 40 países padecieron humillaciones y atrocidades varias durante su estancia en el campo de concentración de Ravensbrück. Entre ellas, un grupo de 400 españolas.

La escritora y periodista española Mónica G. Álvarez, que lleva una década dedicada a la investigación del Holocausto y tiene varios libros sobre ese tema, ha reconstruido la historia de once españolas que llegaron a Ravensbrück a causa de su lucha por la libertad, que padecieron ese infierno y lograron sobrevivir.

En "Noche y niebla en los campos nazis" (editorial Espasa), aparecen mujeres excepcionales como Olvido Fanjul Camín, Elisa Garrido Gracia, Neus Català Pallejà, Braulia Cánovas Mulero, Alfonsina Bueno Vela, Elisa Ricol López, Constanza Martínez Prieto, Mercedes Nuñez Targa, Conchita Grangé Beleta, Lola García Echevarrieta y Violeta Friedman.

"Aquellas mujeres fueron capturadas tras luchar en España contra el fascismo y huir principalmente a Francia para participar en la Resistencia como miembros destacados. Su función fue fundamental para que sus camaradas masculinos pudieran operar", destaca Álvarez.

"En su lucha no les hizo falta empuñar un arma, pero sí saber combinar una vida cotidiana que les permitiera pasar desapercibidas con la complejidad de trabajar en la Resistencia".

"No eran espías, tenían trabajos normales y corrientes y pasaban información cuando obtenían algo, hacían de correo, ocultaban en sus casas a enemigos de Hitler o hacían labores de mecanógrafas y escribían a máquina la documentación primordial para la Resistencia", resalta la periodista.

En "Noche y niebla en los campos nazis", la autora traza los retratos de esas once luchadoras desde su infancia hasta su vejez.

Nacht und Nebel (NN, noche y niebla en alemán) es como los nazis denominaban a un tipo de prisioneros de los campos de concentración que, además de estar privados de libertad, tenían prohibida cualquier comunicación con el exterior, vivían en condiciones extremadamente precarias y estaban condenados literalmente a desaparecer, porque su destino final era la cámara de gas.

Varias de las españolas cuyas biografías se narran en el libro estaban catalogadas así, como prisioneras NN, pero lograron sobrevivir.

"Lo único que empujó a esas mujeres a sobrevivir fue su creencia acérrima en la democracia, en la justicia social y, sobre todo, en la igualdad. Lejos de amilanarse ante las torturas sufridas a manos de los nazis, se rebelaron para luchar contra la opresión y el totalitarismo y, una vez libres, la mayoría dedicó gran parte de su vida a levantar la voz para que nadie olvidase la tragedia del Holocausto. Su voz fue y sigue siendo un ejemplo de heroicidad", señala la autora.

Jornadas de trabajo extenuantes y exámenes ginecológicos
Ravensbrück estaba custodiado por guardianas nazis ataviadas con látigos, pistolas y perros, para las que las prisioneras no eran personas, sino meros números de identificación que eran agrupados según sus "delitos": ser judías, gitanas, lesbianas, testigos de Jehová, delincuentes comunes o presas políticas.

En Ravensbrück las prisioneras vivían en deplorables condiciones de higiene, eran obligadas a extenuantes jornadas de trabajo de hasta 16 horas y soportaban la brutal violencia de las guardianas de las SS. Pero las once españolas no sólo no se rindieron, sino que en muchos casos siguieron luchando contra el nazismo.

"Usaron el sabotaje. Reducían la producción de material armamentístico que tenían que fabricar diariamente y hacían de todo para adulterar la calidad de la pólvora. Sabían que ese material sería usado contra los aliados y que, si evitaban que esas armas funcionasen, estaban salvando las vidas de los suyos. Era una forma muy inteligente de combatir al enemigo desde dentro", subraya la autora.

Además, en Ravensbrück las mujeres crearon profundas redes de solidaridad que proporcionaron a muchas el empuje necesario para vencer la depresión, soportar el trabajo esclavo y las torturas a las que eran sometidas. Torturas que en muchas ocasiones estaban relacionadas con el hecho específico de que fueran mujeres.

Entre las vejatorias situaciones que las internas padecieron en Ravensbrück estaban los exhaustivos controles ginecológicos efectuados sin ninguna higiene y en condiciones vergonzosas. "Con un mismo utensilio examinaban y tomaban muestras de las vaginas de todas las presas. Poco importaba si algunas tenían tuberculosis o sífilis", subraya Álvarez.

Y eso era sólo el principio. A Elisa Garrido la violaron y le sacaron el feto que llevaba dentro.

"Vaciaban a todas las mujeres para que no tuviesen hijos, les dejaban con el vientre abierto para que muriesen, pero a ella la volvieron a coser", recuerdan sus sobrinos Pilar Gimeno y Clemente Arellano. "Le abrieron para sacarle un feto, como hacían con todas las mujeres que quedaban embarazadas por los abusos y las violaciones a las que las sometían los soldados alemanes, y sobrevivió".

"A todo mi grupo nos pusieron una inyección para eliminarnos la menstruación con la excusa de que seriamos más productivas. Ocurrió en 1944, no la volví a tener hasta 1951(…). Se salvaron muy pocas; los bebés nacidos eran automáticamente exterminados, ahogados en un cubo de agua, o los tiraban contra un muro o los descoyuntaban. Ellas agonizaban por las malas condiciones del parto o se volvían locas por la importancia de presenciar tales asesinatos". Son palabras de Neus Català Pallejà, otra de las españolas que pasaron por Ravensbrück y que al salir del campo de concentración pesaba sólo 35 kilos.

Los nazis consideraban a los niños una carga, así que en los campos de concentración todos los bebés y los menores de ocho años eran directamente asesinados.

"Mataban al hijo cuando nacía. Los ahogaban en un balde de agua... o las SS los cogían de los pies y los tiraban contra un muro. Se decía que a muchas mujeres les ponían inyecciones para retirar la menstruación. A nosotras no, quizás porque éramos el último convoy en llegar. Pero, eso sí, nos revisaron a todas ginecológicamente de arriba abajo, sin ninguna higiene, con los mismos utensilios. Era humillante y repugnante", contó Conchita Grangé Beleta.

Ella misma fue testigo de un suceso abominable que la marcaría para siempre: presenció el asesinato a manos de una guardiana —según todos los indicios Dorothea Binz, la supervisora en jefe de Ravensbrück durante una época— de tres niños.

"Lo recuerdo perfectamente. Uno de ellos, el más pequeño, tenía sólo tres o cuatro años y corría por la calle de los barracones. Una de las Aufseherinnen (guardianas en alemán) le gritó, pero el niño no la escuchó y ella le lanzó al perro. Lo mordió y lo destrozó. Después, ella le remató dándole palos con la porra".

A partir de los 9 años a los niños se les perdonaba la vida, pero eran destinados a trabajos forzados, obligándoles con frecuencia a manipular ácidos. La mayoría moría por las durísimas condiciones de vida...

Leer todo aquí, https://www.bbc.com/mundo/noticias-58515501

miércoles, 24 de octubre de 2018

_- OPINION · Madeleine Albright, la genocida de Ruanda e Irak se disfraza de antifascista.

 - Nazanín Armanian

Uno de los principales rasgos de los fascismos es su habilidad en manipular la conciencia de las masas. Oficio en la que la señora Albright es una veterana. En lugar de estar en la prisión por ser el coparticipe necesario en la matanza de cerca de 2.000.000 de niños, ancianos, hombres y mujeres, Albright ha reaparecido para presentarse como la heroína del movimiento antifascista señalando a Donald Trump, ante un público que padece una aguda amnesia. Entre sus objetivos, ganar millones de dólares en venta de libros y dar conferencias, además de recoger el voto de miedo para su partido “Demócrata” en víspera de las elecciones del Congreso en noviembre. Suerte para ella que siempre encuentra periodistas poco doctos para lavarle la cara. Lo cierto es que, si bien es pronto para llamar fascista a Trump para llamar fascista a Trump, no lo es para confirmar que Albright es una de las principales criminales de guerra del siglo.

De hecho, que Trump tomara el poder en 2016 se debió, en parte, a que el sector progresista de la sociedad estadounidense se negó a votar a Hilary Clinton, por ser belicista, peligrosa para la paz mundial, corrupta y elitista, quien con Albright y otros “demócratas” conspiraron contra su compañero Bernie Sanders, que contaba con mayor posibilidad de ganar que ella. Albright, apoyó a la candidatura de Hilary y atraer el voto femenino, amenazó: “ Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no apoyan a otras mujeres ”, y le contestó la actriz Susan Sarandon: “Y o no voto con mi vagina”.

1. Genocidio en Irak

“Hemos oído que medio millón de niños han muerto [como resultado de las sanciones contra Irak], más de los que murieron en Hiroshima. ¿Merece la pena pagar este precio ? Pregunta la periodista Lesley Stahl a Albright en mayo de 1996:” Creo que es una elección muy difícil, pero creemos que merece la pena pagar “. ¡Claro! ¡No se trataba de sus hijos! Albright, como embajadora de EEUU ante la ONU y también Secretaria de Estado en el gobierno de Bill Clinton, insistió en mantener las sanciones contra la nación iraquí, acusando falsamente a Sadam de tener armas de destrucción masiva , las que sí poseen EEUU o Israel. Los trece años de embargo mataron a 1.700.000 iraquíes, la mayoría niños: Y eso se llama “genocidio” según el Convenio de Ginebra.

Más tarde, dijo que se arrepentía de lo dicho, pero no era por el remordimiento de conciencia, sino por recibir muchas críticas por decir tal barbaridad, políticamente incorrecta. Nunca pidió perdón a los iraquíes ni mucho menos les indemnizó, ni siquiera donó a sus víctimas parte de los millones que cobró cuando justificaba este exterminio.

Los “demócratas” prohibieron la exportación de medicamentos contra cáncer, las vacunas para niños, leche en polvo, cloro para depurar el agua (después del bombardeo de las depuradoras) lo que hizo disparar las enfermedades, entre otros doscientos artículos. Algo parecido a lo que el “demócrata” Obama y el “republicano” Trump han hecho en Yemen con la complicidad los países árabes reaccionarios: provocar la mayor crisis humanitaria del mundo , asunto de la que ella no habla: está acostumbrada a ver morir a niños de otras familias de hambre. A Scott Ritter, inspector jefe de armas de la UNSCOM, le conmovió tanto ver el drama de los iraquíes en 1988 que renunció a su cargo en protesta por la política de sanciones; hizo lo mismo Denis Halliday, Coordinador de Ayuda Humanitaria en Irak de la ONU y también su sucesor Hans von Sponeck, al igual que Jutta Burghardt, jefa del Programa Mundial de Alimentos en Irak.

El objetivo de las sanciones ilegales (por ser un castigo colectivo), no era eliminar a Saddam Husein sino destruir la nación iraquí, por lo que dejaron vivir al dictador años más con el fin de tener un pretexto para seguir este genocidio a beneficio de Israel , país que seguirá disfrutando de la desaparición de otros dos poderosos estados árabes : Libia y Siria.

También fue Albright quien en 1998 justificó ante el mundo la Operación Zorro del Desierto para bombardear una vez más a Irak, matando a miles de personas, y con otro objetivo perverso: correr una “cortina de humo” para desviar la atención pública del llamado “Caso Lewinsky”, en la víspera de la votación del Congreso que podía culparle a Clinton de perjurio y obstrucción a la justicia.

2. Genocidio de Ruanda

“El genocidio de Ruanda era cien por cien responsabilidades de EEUU”, dijo Boutros Ghali, el secretario general de la ONU durante los hechos: hasta un millón de niños, mujeres y hombres en su mayoría hutíes fueron masacrados entre los meses de febrero y julio del 1994. Madeleine Albright, en su cargo de embajadora de EEUU ante la ONU utilizó las “tácticas de bloqueo” para evitar el despliegue de las Fuerzas de Paz del organismo a Ruanda, impulsar la retirada de todas las fuerzas de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), e impedir nuevas resoluciones sobre este país, mientras insistía en que en Ruanda no pasaba nada. ¿Qué intereses estaba protegiendo?

Tras la Guerra Fría, EEUU patrocinó al Frente Patriótico de Ruanda (FPR), dirigido por Paul Kagame, de la minoría tutsi, para poner fin al control de Francia en la región. Planeaba convertir a Ruanda en el guardián de sus intereses en este lejano lugar (como hace con Israel en Oriente Próximo), y decide llevarlo al poder con la ayuda de Uganda. La guerra imperialista iba a ser pintada de “conflicto étnico”. El 6 de abril del 1994, RPF derriba con un misil en Kigali el avión que transportaba a dos jefes de estado africanos, Juvénal Habyarimana de Ruanda (de etnia huti, quien habia iniciado una serie de reformas) y Cyprien Ntaryamira de Burundi, provocando “un caos creativo” que desata una violencia jamás vista: la masacre del 11% de la población con machetes y garrotes con clavos, la violación de mujeres y niñas, penetradas con cañones de fusil y lanzas, la muerte de las supervivientes infectadas con VIH, y la huida de dos millones a los países vecinos, pero para la Sra. Albright ellos eran daños colaterales de los infames intereses de EEUU. Se trata del mayor acto de genocidio desde la Segunda Guerra Mundial.

Kagame, El Carnicero de los Grandes Lagos fue colocado en el poder y sigue siendo el presidente de Ruanda. Años después Albright afirmaba que desconocía la magnitud de la atrocidad. ¡Miente! afirma la Organización de Unión Africana: todos los embajadores lo habían informado a sus gobiernos. Luego, EEUU y el Reino Unido se negaron a utilizar el término “genocidio” para lo ocurrido, ya que suponía castigar a los responsables y Washington no iba a sancionar a “su hombre” que controlará los movimientos de China en África Oriental.

3. Yugoslavia, “la guerra de Madeleine”

Albright saboteó el acuerdo de paz firmado en Lisboa el 18 de marzo de 1992 que ponía fin al conflicto, canonizando Bosnia, puesto que EEUU pretendía convertir a Bosnia en su colonia y a Alija Izetbegovic, un reaccionario islamista bosnio “en el primer jefe de un estado islámico europeo”, aunque costara a su desesperada población 3 largos años de guerra y un indecible sufrimiento. Para ello, lanzó una campaña de demonización de los serbios: para presentarse como “los salvadores” necesitaba fabricar un “monstruo”: Yugoslavia fue el ensayo de la perversamente llamada “guerra-humanitaria”.

Según Colin Powell, a pesar de que en Bosnia no había ningún objetivo político claro, Albright le presionó para enviar tropas, diciéndole “¿ para qué sirve este excelente ejército del que siempre estás hablando si no podemos usarlo ?” El bombardeo de Yugoslavia en 1999 fue la “guerra de Madeleine” , dijo un tal Henry Kissinger: o Milosevic firmaba el “acuerdo de paz” de Rambouillet, que permitiría a la OTAN ocupar el país, o sería bombardeado. Al negarse el gobierno soberano de Yugoslavia, la OTAN (sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU) lanzó 300 misiles y 14.000 bombas (incluidas las de racimo BL755 y uranio empobrecido) durante 78 días que mataron e hirieron a decenas de miles de personas, y destruyeron el país.

Dice Walter J. Rockler, el ex fiscal del Tribunal de Crímenes de Guerra de Nuremberg:
El ataque a Yugoslavia constituye la agresión internacional más descarada desde que los nazis atacaron Polonia para evitar las “atrocidades polacas” contra los alemanes.

Y ¿Cuál es su diferencia entre personajes como Albright y Goebbels o Eichmann? Para la Dama de Hierro, EEUU es “la nación indispensable”, como si las otras fuesen prescindibles. La “excepcionalidad de EEUU” (que es sinónimo de la “impunidad”) es la misma “exaltación del nacionalismo” -otro rasgo del fascismo-, que proclama el derecho de un país a no respetar las leyes que exige cumplir a otros.

La lucha contra el fascismo requiere un enfoque integral que incluya la batalla contra las guerras, el militarismo y las desigualdades de todo tipo que representa Albright y su clase.

Fuente:
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5247/madeleine-albright-la-genocida-de-ruanda-e-irak-se-disfraza-de-antifascista/