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sábado, 2 de octubre de 2021

Juicios de Nuremberg: el cazador de nazis que nunca se rinde aunque sus presas estén ya ancianas


                          
    Efraim Zuroff no cree que la edad deba ser un atenuante para los criminales que persigue.

Hace ya 80 años del comienzo del Holocausto y 75 desde los juicios de Nuremberg, que sentaron en el banquillo a algunos de los diseñadores de aquel exterminio masivo. Todos los culpables aún sin castigo deben ser ancianos y seguramente no les quede ya mucho tiempo en este mundo.

¿Por qué entonces el doctor Efraim Zuroff sigue en su aventura de localizar a los criminales nazis que no fueron juzgados? 

Según le dijo a la BBC, tiene muchas razones, pero la primera y más importante es que no se han arrepentido de lo que hicieron

"En todos estos años nunca me he topado con un criminal nazi que expresara remordimiento y buscara reparar lo que hizo", afirmó desde su casa de Israel.

El doctor Zuroff, jefe de los cazadores de nazis del Centro Simon Wiesenthal y director de su oficina en Jerusalén, se horroriza cuando le plantean que la avanzada edad de estos criminales podría ser considerada un atenuante.

Su propósito es llevar ante la justicia a los centenares de nazis prófugos que estima que aún quedan en el mundo.

El golpe en la puerta
Actualmente, dos sospechosos están siendo juzgados en Alemania y Zuroff sigue atentamente el juicio.

Josef Schutz, de 100 años, está acusado de trabajar como guardia por más de tres años en el campo de concentración de Sachsenhausen, en las cercanías de Berlín, donde fue presuntamente cómplice de 3.512 asesinatos.

El segundo caso es el de una mujer de 96 años, Irmgard Furchner, empleada entre junio de 1943 y abril de 1945 como secretaria del comandante del campo de concentración de Stutthof, cerca de la ciudad polaca de Gdansk. 11.430 internos perdieron la vida en ese periodo.

"Mientras este empeño continúe, en teoría esta gente no puede dormir tranquila y nunca puede estar segura de que alguien no vaya a llamar a su puerta algún día", dice Zuroff.

Para él, el paso del tiempo no disminuye la culpabilidad ni una edad avanzada disculpa haber cometido crímenes atroces.

Una persecución exitosa provee justicia a las víctimas y a sus familias y actúa como disuasión para posibles nuevos perpetradores de abusos, cree Zuroff.

Victorias legales
Durante los últimos 40 años, Zuroff ha intentado encontrar el rastro de más de 3.000 sospechosos de crímenes durante el nazismo dispersos por 20 países, aunque algunos murieron antes de que pudiera encontrarlos.

No más de una cuarentena de casos acabaron en un juicio y aún menos terminaron con una condena. Pese a ello, gracias a cambios legales adoptados, Zuroff es optimista respecto al desenlace de las dos causas que se siguen en Alemania.

"Hace 12 ó 13 años, para acusar a alguien en Alemania había que probar que había cometido un crimen específico contra una víctima específica y que lo había hecho movido por el odio".

Según él, esto hacía casi imposible sentar a nadie en el banquillo, pero ahora se ha eliminado ese requerimiento.

"Hoy, todo lo que necesitas es probar que esta persona prestó servicio en un campo de exterminio, que tuviera cámaras de gas y una alta mortalidad, y esto se puede mostrar a través de la documentación".

Pérdida de empuje
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, muchos países capturaron a colaboradores nazis y los llevaron a juicio.

"Los juicios de Nuremberg fueron la punta del iceberg", explica Zuroff. "En cada país europeo, hubo cientos de casos, a veces miles. En la Alemania Occidental entre 1949 y 1985 se abrieron más de 200.000 investigaciones, con más de 120.000 acusaciones, pero menos de 7.000 condenas".

Sin embargo, el entusiasmo inicial por llevar a los nazis ante la justicia se fue reduciendo a partir de la década de 1960. Según Zuroff, las autoridades han encontrado razones para no dedicar tiempo y recursos a este esfuerzo.

"Comparemos a un asesino en serie con un criminal nazi. En cualquier país normal, la policía estaría buscando a un asesino en serio antes que a un nazi de 90 años, porque seguirá matando hasta que se le detenga. ¿Qué posibilidades hay de que un nazi de 90 años asesine a alguien? Cero", comenta Zuroff.

Personajes claves del Holocausto fueron juzgados en Nuremberg al terminar la guerra

De modo que si los nazis van a enfrentarse a la justicia, son cazadores como Zuroff los que tendrán que hacer el trabajo sucio, y están en una carrera contrarreloj. Zuroff le dijo al diario británico The Guardian que él debe ser la única persona que les desea buena salud a los nazis que aún viven.

Hace unos diez años, lanzó lo que llamó "Operación Última Oportunidad", en la que ofrecía US$25.000 de recompensa por información sobre el paradero de nazis aún no juzgados.

Se ofrecieron recompensas a quienes ofrezcan información sobre criminales nazis.

Éxitos
El mayor éxito del doctor Zuroff hasta la fecha fue la condena al último comandante conocido de un campo de exterminio: Dinko Sakci, que dirigió el campo de Jasenovac, en la actual Croacia, en 1944.

Hasta 100.000 personas fueron asesinadas en el campo. Gracias al trabajo de Zuroff, Sakic fue condenado a 20 años de cárcel el 4 de octubre de 1998.

Cuando Zuroff abandonaba la sala tras escuchar el veredicto, fue abordado por un hombre alto que quería darle las gracias.

"De no haber sido por usted, este juicio nunca hubiera tenido lugar", le dijo. "No tengo ni idea de quién era", afirma Zuroff.

Ese hombre era el hermano de Milo Boskovic, un médico de Montenegro prisionero en el campo en 1944. Fue elegido por Sakic para mostrar cómo castigaba las actividades de la resistencia.

"Milo Boskovic le dijo a Sakic que no quería que lo ahorcaran. Sakic sacó su pistola y le disparó en la cabeza. Lo asesinó", narra Zuroff.

"Puedo asegurarle que su hermano nunca soñó que una Croacia democrática llevaría a Dinko Sakic, entonces el gran héroe nacional, a juicio, pero eso fue lo que sucedió".

Sakic nunca mostró arrepentimiento, lo que para Zuroff es la actitud típica.

Reveses
Muchas veces, la perseverancia del doctor Zuroff no obtiene recompensa.

Intentó sentar en el banquillo al oficial húngaro Sandor Kepiro y el caso llegó a juicio en 2011 en Budapest después de muchos esfuerzos.

El tribunal estableció que Sandor Kepiro no podía ser juzgado.

Zuroff acusaba a Kepiro de ser uno de los 15 oficiales húngaros implicados en la masacre de Novi Sad de enero de 1942, en la que murieron más de 3.000 personas.

Kepiro y otros oficiales ya habían sido condenados en 1944 por llevar a cabo una operación no autorizada, pero aquello no tuvo consecuencias.

El tribunal rechazó las pruebas que quiso presentar Zuroff. Se había dedicado 5 años a ese caso y había viajado a Novi Sad para reunirse con víctimas sobrevivientes. El revés judicial fue doloroso para él.

"Los días que siguieron, cuando estaba esperando a regresar a Israel, empecé a llorar. Era demasiado", recuerda Zuroff, y añade: "Al fin y al cabo, pienso en las víctimas, en los sobrevivientes. Lo que pasaron ellos es mucho peor que lo que me sucedió a mí".

Motivos personales
Cuando Zuroff viajó a Lituania a investigar lo que había ocurrido con los judíos allí, se tuvo que enfrentar con su propio vínculo con la tragedia.

A él le pusieron de nombre Efraim, en recuerdo de su tío abuelo del mismo nombre que fue rabino en el país báltico y murió víctima del holocausto.

Zuroff visitó su antiguo apartamento, así como 35 lugares de Lituania y cinco de Bielorrusia en los que se perpetraron matanzas.

"Cada día iba a dos o tres fosas comunes y rezaba oraciones por las víctimas. Sabía que estaba sobre una enorme fosa que en su día estuvo llena de cientos y a veces miles de muertos".

"Se que mi tío abuelo fue una de ellos y la barrera que había creado se hizo añicos. Fue una experiencia emocional muy intensa", recuerda.

El tío abuelo de Zuroff murió asesinado en Lituania.

Cuenta que de los 220.000 judíos que vivían en Lituania al comienzo de la ocupación nazi, 212.000 fueron asesinados.

"Mi tío abuelo, el rabino Efraim Zar fue apresad el 13 de julio de 1941o en Vilna por un grupo de vigilantes lituanos que andaban en busca de judíos con barba. Lo llevaron a la prisión de Lukoshkis y parece que fue asesinado allí o en la matanza de Ponar, donde murieron 70.000 judíos".

"No encontré a los asesinos", lamenta.

Zuroff visitó fosas comunes en Lituania y Bielorrusia.

El futuro
Como sus presas, los cazadores de nazis también envejecen.

Zuroff tiene 73 años y 15 nietos. Sabe que los nazis que quedan probablemente morirán antes de que sus nietos sean adultos.

Zuroff sabe que muchos de los criminales nazis estarán muertos para cuando sus nietos sean adultos.

Está orgulloso de que su trabajo ayude a mantener vivo el recuerdo del Holocausto, y cree que los métodos empleados por los cazadores de nazis pueden servir para perseguir a otros responsables de crímenes contra la humanidad.

Pero su experiencia le lleva a dudar de la capacidad de los sistemas judiciales existentes para hacer justicia a las víctimas de genocidio y cita el caso de Ruanda, adonde viajó para ofrecer sus consejos de experto tras el genocidio contra los tutsis de 1994.

Zuroff fue declarado ciudadano honorario de Novi Sad, Serbia, por sus esfuerzos por juzgar a los responsables de la matanza allí.

Había 140.000 sospechosos encarcelados, asegura, pero llevarlos a todos a juicio era un desafío logístico y jurídico abrumador.

"La mayoría de los jueces ruandeses habían sido asesinados durante el genocidio y la mayoría de salas de vistas destruidas. Ni siquiera un país del primer mundo podría haber hecho justicia completamente ante un crimen así. Es sencillamente imposible".

Es consciente del gran desafío legal, logístico y político que supone juzgar a los autores de genocidio, pero no está dispuesto a tirar la toalla.

"No elegí esto porque pensaba que era un trabajo fácil", dice. "Lo elegí por un sentido de responsabilidad y una obligación hacia las personas que fueron asesinadas".



miércoles, 24 de octubre de 2018

_- OPINION · Madeleine Albright, la genocida de Ruanda e Irak se disfraza de antifascista.

 - Nazanín Armanian

Uno de los principales rasgos de los fascismos es su habilidad en manipular la conciencia de las masas. Oficio en la que la señora Albright es una veterana. En lugar de estar en la prisión por ser el coparticipe necesario en la matanza de cerca de 2.000.000 de niños, ancianos, hombres y mujeres, Albright ha reaparecido para presentarse como la heroína del movimiento antifascista señalando a Donald Trump, ante un público que padece una aguda amnesia. Entre sus objetivos, ganar millones de dólares en venta de libros y dar conferencias, además de recoger el voto de miedo para su partido “Demócrata” en víspera de las elecciones del Congreso en noviembre. Suerte para ella que siempre encuentra periodistas poco doctos para lavarle la cara. Lo cierto es que, si bien es pronto para llamar fascista a Trump para llamar fascista a Trump, no lo es para confirmar que Albright es una de las principales criminales de guerra del siglo.

De hecho, que Trump tomara el poder en 2016 se debió, en parte, a que el sector progresista de la sociedad estadounidense se negó a votar a Hilary Clinton, por ser belicista, peligrosa para la paz mundial, corrupta y elitista, quien con Albright y otros “demócratas” conspiraron contra su compañero Bernie Sanders, que contaba con mayor posibilidad de ganar que ella. Albright, apoyó a la candidatura de Hilary y atraer el voto femenino, amenazó: “ Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no apoyan a otras mujeres ”, y le contestó la actriz Susan Sarandon: “Y o no voto con mi vagina”.

1. Genocidio en Irak

“Hemos oído que medio millón de niños han muerto [como resultado de las sanciones contra Irak], más de los que murieron en Hiroshima. ¿Merece la pena pagar este precio ? Pregunta la periodista Lesley Stahl a Albright en mayo de 1996:” Creo que es una elección muy difícil, pero creemos que merece la pena pagar “. ¡Claro! ¡No se trataba de sus hijos! Albright, como embajadora de EEUU ante la ONU y también Secretaria de Estado en el gobierno de Bill Clinton, insistió en mantener las sanciones contra la nación iraquí, acusando falsamente a Sadam de tener armas de destrucción masiva , las que sí poseen EEUU o Israel. Los trece años de embargo mataron a 1.700.000 iraquíes, la mayoría niños: Y eso se llama “genocidio” según el Convenio de Ginebra.

Más tarde, dijo que se arrepentía de lo dicho, pero no era por el remordimiento de conciencia, sino por recibir muchas críticas por decir tal barbaridad, políticamente incorrecta. Nunca pidió perdón a los iraquíes ni mucho menos les indemnizó, ni siquiera donó a sus víctimas parte de los millones que cobró cuando justificaba este exterminio.

Los “demócratas” prohibieron la exportación de medicamentos contra cáncer, las vacunas para niños, leche en polvo, cloro para depurar el agua (después del bombardeo de las depuradoras) lo que hizo disparar las enfermedades, entre otros doscientos artículos. Algo parecido a lo que el “demócrata” Obama y el “republicano” Trump han hecho en Yemen con la complicidad los países árabes reaccionarios: provocar la mayor crisis humanitaria del mundo , asunto de la que ella no habla: está acostumbrada a ver morir a niños de otras familias de hambre. A Scott Ritter, inspector jefe de armas de la UNSCOM, le conmovió tanto ver el drama de los iraquíes en 1988 que renunció a su cargo en protesta por la política de sanciones; hizo lo mismo Denis Halliday, Coordinador de Ayuda Humanitaria en Irak de la ONU y también su sucesor Hans von Sponeck, al igual que Jutta Burghardt, jefa del Programa Mundial de Alimentos en Irak.

El objetivo de las sanciones ilegales (por ser un castigo colectivo), no era eliminar a Saddam Husein sino destruir la nación iraquí, por lo que dejaron vivir al dictador años más con el fin de tener un pretexto para seguir este genocidio a beneficio de Israel , país que seguirá disfrutando de la desaparición de otros dos poderosos estados árabes : Libia y Siria.

También fue Albright quien en 1998 justificó ante el mundo la Operación Zorro del Desierto para bombardear una vez más a Irak, matando a miles de personas, y con otro objetivo perverso: correr una “cortina de humo” para desviar la atención pública del llamado “Caso Lewinsky”, en la víspera de la votación del Congreso que podía culparle a Clinton de perjurio y obstrucción a la justicia.

2. Genocidio de Ruanda

“El genocidio de Ruanda era cien por cien responsabilidades de EEUU”, dijo Boutros Ghali, el secretario general de la ONU durante los hechos: hasta un millón de niños, mujeres y hombres en su mayoría hutíes fueron masacrados entre los meses de febrero y julio del 1994. Madeleine Albright, en su cargo de embajadora de EEUU ante la ONU utilizó las “tácticas de bloqueo” para evitar el despliegue de las Fuerzas de Paz del organismo a Ruanda, impulsar la retirada de todas las fuerzas de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (UNAMIR), e impedir nuevas resoluciones sobre este país, mientras insistía en que en Ruanda no pasaba nada. ¿Qué intereses estaba protegiendo?

Tras la Guerra Fría, EEUU patrocinó al Frente Patriótico de Ruanda (FPR), dirigido por Paul Kagame, de la minoría tutsi, para poner fin al control de Francia en la región. Planeaba convertir a Ruanda en el guardián de sus intereses en este lejano lugar (como hace con Israel en Oriente Próximo), y decide llevarlo al poder con la ayuda de Uganda. La guerra imperialista iba a ser pintada de “conflicto étnico”. El 6 de abril del 1994, RPF derriba con un misil en Kigali el avión que transportaba a dos jefes de estado africanos, Juvénal Habyarimana de Ruanda (de etnia huti, quien habia iniciado una serie de reformas) y Cyprien Ntaryamira de Burundi, provocando “un caos creativo” que desata una violencia jamás vista: la masacre del 11% de la población con machetes y garrotes con clavos, la violación de mujeres y niñas, penetradas con cañones de fusil y lanzas, la muerte de las supervivientes infectadas con VIH, y la huida de dos millones a los países vecinos, pero para la Sra. Albright ellos eran daños colaterales de los infames intereses de EEUU. Se trata del mayor acto de genocidio desde la Segunda Guerra Mundial.

Kagame, El Carnicero de los Grandes Lagos fue colocado en el poder y sigue siendo el presidente de Ruanda. Años después Albright afirmaba que desconocía la magnitud de la atrocidad. ¡Miente! afirma la Organización de Unión Africana: todos los embajadores lo habían informado a sus gobiernos. Luego, EEUU y el Reino Unido se negaron a utilizar el término “genocidio” para lo ocurrido, ya que suponía castigar a los responsables y Washington no iba a sancionar a “su hombre” que controlará los movimientos de China en África Oriental.

3. Yugoslavia, “la guerra de Madeleine”

Albright saboteó el acuerdo de paz firmado en Lisboa el 18 de marzo de 1992 que ponía fin al conflicto, canonizando Bosnia, puesto que EEUU pretendía convertir a Bosnia en su colonia y a Alija Izetbegovic, un reaccionario islamista bosnio “en el primer jefe de un estado islámico europeo”, aunque costara a su desesperada población 3 largos años de guerra y un indecible sufrimiento. Para ello, lanzó una campaña de demonización de los serbios: para presentarse como “los salvadores” necesitaba fabricar un “monstruo”: Yugoslavia fue el ensayo de la perversamente llamada “guerra-humanitaria”.

Según Colin Powell, a pesar de que en Bosnia no había ningún objetivo político claro, Albright le presionó para enviar tropas, diciéndole “¿ para qué sirve este excelente ejército del que siempre estás hablando si no podemos usarlo ?” El bombardeo de Yugoslavia en 1999 fue la “guerra de Madeleine” , dijo un tal Henry Kissinger: o Milosevic firmaba el “acuerdo de paz” de Rambouillet, que permitiría a la OTAN ocupar el país, o sería bombardeado. Al negarse el gobierno soberano de Yugoslavia, la OTAN (sin la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU) lanzó 300 misiles y 14.000 bombas (incluidas las de racimo BL755 y uranio empobrecido) durante 78 días que mataron e hirieron a decenas de miles de personas, y destruyeron el país.

Dice Walter J. Rockler, el ex fiscal del Tribunal de Crímenes de Guerra de Nuremberg:
El ataque a Yugoslavia constituye la agresión internacional más descarada desde que los nazis atacaron Polonia para evitar las “atrocidades polacas” contra los alemanes.

Y ¿Cuál es su diferencia entre personajes como Albright y Goebbels o Eichmann? Para la Dama de Hierro, EEUU es “la nación indispensable”, como si las otras fuesen prescindibles. La “excepcionalidad de EEUU” (que es sinónimo de la “impunidad”) es la misma “exaltación del nacionalismo” -otro rasgo del fascismo-, que proclama el derecho de un país a no respetar las leyes que exige cumplir a otros.

La lucha contra el fascismo requiere un enfoque integral que incluya la batalla contra las guerras, el militarismo y las desigualdades de todo tipo que representa Albright y su clase.

Fuente:
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5247/madeleine-albright-la-genocida-de-ruanda-e-irak-se-disfraza-de-antifascista/

viernes, 1 de diciembre de 2017

Ruanda ofrece acogida a 30.000 inmigrantes en Libia ante la venta de esclavos

Agencias

Ruanda está "preparada" para acoger a más de 30.000 inmigrantes de diferentes países africanos en Libia ante el escándalo por la supuesta venta de esclavos en ese país, dijo hoy la portavoz del Gobierno, Louise Mushikiwabo.

En declaraciones a los medios locales, la también ministra de Asuntos Exteriores reveló que su país está negociando con la Unión Africana (UA) para establecer un marco de actuación que le permita alojar a los afectados por situaciones de esclavitud en Libia.

Asimismo, Ruanda se ofreció a ofrecer apoyo logístico para los inmigrantes que deseen volver a sus países de origen y que aquellos que no quieran regresar serán acogidos en esta nación del África oriental.

"Lo que espero y sé es que los ruandeses acogerán a estos inmigrantes que están sufriendo. Somos sensibles hacia la gente que está indefensa y en peligro", apuntó Mushikiwabo.

La ministra añadió que el sector privado del país está dispuesto a apoyar este plan de acogida mientras el Gobierno dirigido por Paul Kagame consigue recursos a nivel internacional.

La polémica saltó tras la emisión de un vídeo de la cadena estadounidense CNN en el que se mostraba a inmigrantes subsaharianos siendo subastados como esclavos en algún lugar de Libia.

Esto provocó las protestas de numerosos países africanos y la intervención de la UA, que pidió a los Estados miembros que se comprometieran a ayudar a sus ciudadanos en Libia a volver a sus hogares.