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jueves, 10 de julio de 2025

_- Entrevista a Francesca Albanese, relatora de la ONU para Palestina «El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello»

_- «El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello»

La relatora de la ONU está a punto de publicar un nuevo informe en el que desvela la economía que contribuye al genocidio: “Los Estados deben imponer sanciones y cortar lazos con Israel, pero también los bancos deben dejar de invertir y las empresas dejar de lucrarse con ello”.

Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para los Territorios Ocupados Palestinos, ha logrado hacer llegar su voz a sectores muy diferentes del mundo durante estos veinte meses de masacres continuadas en Gaza. Su informe “Anatomía de un genocidio”, presentado hace más de un año, provocó la ira de Israel y abrió camino a la denuncia de los crímenes masivos contra población civil palestina.

Albanese es una figura sólida en la defensa de los derechos y del derecho internacional y por ello ha intentado ser desacreditada por los sectores más ultras que defienden el genocidio en curso. Estos días ha pasado por España, donde se ha reunido con representantes de buena parte de los grupos políticos parlamentarios y con organizaciones de la sociedad civil. elDiario.es la entrevista en una cafetería céntrica de Madrid.

Está a punto de publicar un nuevo informe –saldrá la próxima semana– sobre la complicidad y responsabilidad de empresas en el genocidio en curso en Gaza.

Lo principal de este nuevo informe que voy a publicar es que este genocidio no ha sido evitado ni se ha parado porque es lucrativo. Hay gente que está haciendo dinero a costa del genocidio. Mucho dinero. Y quienes ganan mucho dinero están conectados a la estructura capitalista, desenfrenada, ilimitada, que prospera en la anarquía o en la opacidad de la ley.

Existe un capitalismo desenfrenado que nos envuelve. Y muchos de los actores que explotan Palestina y la muerte palestina son también quienes estrangularon nuestra vida. Así que esta es la cuestión. Necesitamos reglas. Hay un aspecto histórico que no es nuevo en Palestina. Estos sistemas coloniales han sido históricamente impulsados por intereses privados, en el sentido de que las empresas han sido el motor, como la Compañía de las Indias Orientales, por ejemplo. Y si no han sido motor han sido las facilitadoras, aportando capital y luego buscando obtener más capital a cambio. En Palestina no es diferente.

¿Qué marco legal hay al respecto?
La regulación, el marco legal, existe. Son los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Aunque es opaca en lo que respecta a la rendición de cuentas. Por lo tanto, las empresas se han convertido en una especie de titulares de derechos, pero no en garantes de obligaciones. Es increíble que tengamos obligaciones que vinculen a los Estados, pero las empresas pueden hacer lo que quieran. No tiene sentido.

Así que intento mencionar el hecho de que existen procesos penales contra Israel, por genocidio, pero también por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y también está la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia. No podemos obviarla. Esto crea una responsabilidad prima facie y una presunción de vínculo directo con la ocupación para quienes participan en ella.

La Unión Europea está cubriendo a Israel y, con ello, contribuyendo a sus crímenes

¿Cuáles son los pilares de la ocupación ilegal israelí?
Hay dos. Uno, es el espacio de desplazamiento, cómo se ha utilizado el sector privado para desplazar a los palestinos y también para reemplazarlos, a través del extractivismo, de la construcción, de los bienes y servicios. Y todo está registrado, es verificable.

Israel ha mejorado intencionalmente esa estructura. Por ejemplo, la empresa militar, las constructoras. Gaza no ha sido pulverizada solo por bombas, también participan en ello, por ejemplo, las excavadoras. ¿Quién proporcionó estas excavadoras? La tecnología que se ha utilizado para segregar a los palestinos en Cisjordania o en Gaza se ha utilizado para espiar a la población de Gaza y para ayudar a diseñar un sistema de asesinatos masivos, así como los drones o los cuadricópteros.

Otro pilar es el de los facilitadores, que son los fondos de capital riesgo o los bancos, los que otorgan anticipos y los que normalizan la ocupación; las universidades, por ejemplo. Hay todo un tejido involucrado, en todas partes. Y ahora lo sé, con esta investigación. Este informe abre las ventanas y, al abrirlas, podemos ver lo que hasta ahora podíamos intuir. Ahora está a la vista, y es impactante.

¿Menciona en el informe los nombres de las empresas?
Sí. Tengo registradas unas 200 empresas involucradas, de una base de datos de 1.000 que he recopilado. Pero no he podido investigar a fondo todas, así que me he centrado en cincuenta, porque son las que representan cómo están interconectados estos sistemas. Y, en los próximos años, pretendo continuar con esto.

Los Estados miembros [de la ONU] tienen la obligación de imponer sanciones y cortar lazos con Israel. Pero también los bancos deberían dejar de invertir. Las empresas deberían dejar de proveer, es decir, de lucrarse. Así que, sí, menciono estas empresas de cada sector para explicarlo.

La idea de este informe no es tener una lista a modo de base de datos, sino explicar el sistema, porque no solo se trata de las colonias. Los asentamientos están conectados a una industria lucrativa. Y la razón por la que los asentamientos prosperan es porque ya han aniquilado a los palestinos que los rodean. De eso va mi informe. Por eso la gente está tan nerviosa con él.

Hay nervios ante mi próximo informe porque muestra que existe una industria lucrativa a costa de la ocupación ilegal israelí

¿Cómo valora el papel de España?
Sé que aquí todos quieren que les den palmadas en la espalda. Es estupendo que España reconozca el Estado palestino porque con ello pueden reconocer que existe una agresión total contra un Estado soberano miembro de la comunidad internacional.

Ahora, al igual que con Ucrania, España necesita imponer sanciones y cortar lazos económicos. Eso significa, en realidad, crear un aislamiento en torno a este régimen, este país, Israel, que ha cometido crímenes muy graves y ahora está involucrado en procesos penales y procesos por genocidio.

¿Cuál es el papel de Europa ante este genocidio en curso, con masacres, bloqueo a la entrada de ayuda, desplazamientos forzados, asesinatos masivos de civiles?

Europa está ayudando. Colectivamente, está ayudando. Ante lo que Israel ha hecho en los últimos 650 días, la Unión Europea dice ahora, a estas alturas: «Ah, sí, hay algunas violaciones de derechos humanos». Toda la ocupación es una violación de los derechos humanos y del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, y la ocupación lleva décadas, no empezó ayer. Así que no tiene sentido lo que intentan decir desde la UE. Están encubriendo a Israel.

La relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, Francesca Albanese

Por eso digo que la UE no está haciendo lo suficiente. Vemos que hay Estados miembros escudándose en la UE, delegan su política exterior en la UE, la usan como coartada. No puede ser una coartada para justificar crímenes. Europa está colaborando, es parte del problema.

¿Cómo valora el papel que juega la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen?

No es una líder elegida que hable en nombre de los europeos, que tome decisiones en nombre de los europeos. Europa no es un reino, ella no es una reina, no está por encima de la ley. Está sujeta al derecho europeo, al derecho internacional. Así que no debería actuar así. Es notable cómo elude el derecho internacional.

Hay mucha gente que se afilia a la ideología equivocada, a ideologías que se han vuelto genocidas. Ella no sería la primera. Pero estamos en 2025, no en 1925. Y, en ese sentido, creo que es necesario que haya una investigación al respecto dentro de la Unión Europea para ver si ella obedece a cuestiones ideológicas o si hay otros intereses. Sabemos que hay grupos de presión que premian a políticos si adoptan determinadas posiciones. No digo que sea así en este caso, pero hay que investigarlo.

Tras 20 meses de masacres en Gaza y el Acuerdo de Asociación UE-Israel vigente, es imposible que la UE no parezca una farsa total en materia de derechos humanos

La Unión Europea no ha suspendido su Acuerdo de asociación con Israel ni ha decidido imponer sanciones. Mantiene relaciones comerciales a pesar del dictamen de la Corte Internacional de Justicia del pasado julio, que pide a los países impedir relaciones comerciales que puedan contribuir a la ocupación ilegal.

¿Qué deberían hacer la Unión Europea y los países que la integran?

El Acuerdo de Asociación entre la UE e Israel demuestra lo hipócrita que es el compromiso con los derechos humanos. Israel ya violaba el derecho internacional y los derechos humanos de los palestinos cuando se impulsó este Acuerdo. Por lo tanto, si los derechos humanos hubieran significado algo para quienes lo firmaron, no debería haber entrado en vigor en su día.

Ahora, tras 20 meses de masacre en Gaza, con ese Acuerdo vigente y sin ser suspendido, es imposible que la Unión Europea no parezca una farsa total en materia de derechos humanos. La UE parece una farsa y debería haber consecuencias legales.

Son los Estados los que pueden hacer cumplir el derecho internacional, pero los Estados lo están violando. Y es aquí es donde digo que nosotros, el pueblo, marcamos la diferencia. Puede parecer imposible, hasta que se hace posible. Por lo tanto, tenemos que participar en la vida pública. No podemos delegar el uso del poder político. No, tenemos que ocuparnos de ello. Es nuestra vida y son nuestros derechos.

Y, además, debemos ejercer todos los mecanismos de escrutinio existentes mediante la presión pública, la denuncia pública, las revisiones judiciales y los informes de investigación. Y debemos profundizar en los vínculos que unen a Israel con nuestros países y con la Unión Europea.

Las empresas, los negocios privados, se han usado para desplazar a los palestinos y para reemplazarlos: para la ocupación ilegal

España se ha diferenciado de algunos países europeos en sus declaraciones y el reconocimiento del Estado palestino, pero mantiene relaciones armamentísticas y comerciales con Israel, ha habido importaciones, por ejemplo.

Según el derecho internacional, los países no pueden importar. Estamos ante crímenes muy graves y este tipo de transacciones son complicidad en la comisión de un delito. Hay armamento probado sobre los palestinos, contra la gente. Pero incluso otro tipo de productos tampoco son admisibles, porque Israel es un Estado que comete crímenes, y, por lo tanto, las relaciones deberían reducirse.

Los Estados y los gobiernos de Europa aún están en proceso de negación. Así que dicen que no compran ni comercian con un genocida, pero luego dicen que sí, porque no saben si sigue siendo genocida. El principio es que no se puede tener tratos con Estados que cometen genocidio. También vemos que hay países que dicen que no venden, pero compran, eso es lo mismo, es una relación comercial.

Nosotros, el pueblo, la gente, marcamos la diferencia: puede parecer imposible, hasta que se hace posible, pero para eso hay que participar en la vida pública, no delegar el uso del poder político

En España ha habido varios contratos de compra a armamentísticas israelíes desde octubre de 2023 a abril de 2025

Ayer escuché decir a un político que los lobbies sionistas no tienen mucho margen de maniobra aquí [en España]. Pero hay otros cómplices y es necesario saber quiénes son. Hay grupos de presión proisraelíes que son cristianos, hay otros que son racistas, o están los que tienen miedo. Pero la clave es el negocio. El negocio es transversal.

Hay países que siguen comerciando con empresas instaladas en los asentamientos ilegales israelíes. Esta semana hemos conocido nuevos transbordos y tránsitos por puertos españoles de material procedente de estos asentamientos, con destino EEUU. A día de hoy el comercio con productos de las colonias no es legal, porque es complicidad. Mi informe lo confirma. Hay que ponérselo muy difícil a Israel, es un Estado que está matando de hambre a toda una población.

España permite que barcos con destino a Israel atraquen en sus puertos. El argumento es que son bienes civiles. Pero son bienes civiles que se basan necesariamente en la explotación. Todo lo que proviene de los asentamientos no debería estar sujeto a nuestras tasas. Tenemos que adoptar medidas extremas ante una situación extrema. Israel ha dificultado enormemente la entrada de productos de primera necesidad en Gaza. Ante ese bloqueo, hay que reaccionar. Hay que asegurase de que no haya ese tipo de comercio, no hay que facilitarlo. Eso significaría hacer algo, reaccionar.

Hay gente en Europa que justifica la falta de acción asegurando que hasta que EEUU no reaccione, aquí no se puede hacer nada, como si no hubiera capacidad de presión.

Creo que eso es falta de liderazgo. Hay que votar por las personas adecuadas. Eso es lo que se necesita. Tenemos obligaciones legales. Si alguien se está muriendo en la calle, no podemos decir que no podemos salir a prestar primeros auxilios porque nuestros vecinos no lo están haciendo. Este es un argumento similar. No tiene sentido. Están poniendo excusas.

Creo que todas las personas que vemos las imágenes de Gaza tenemos un trauma enorme por la cantidad de cuerpos descuartizados que hemos contemplado. Tengo una gran empatía hacia los demás. La razón por la que estoy tan involucrada en esto es porque me tomo las cosas muy en serio. Probablemente, lo haría en otras circunstancias. Nunca he sido activista, pero probablemente este es el momento en que me convertiría en activista, porque esto no es normal. Esta es la rabia que siento.

¿Cómo se siente, tras tantos meses en los que, pese a las denuncias, las masacres han continuado?

Creo firmemente en las reglas. ¿Cómo es que nada funciona? No quiero que mis hijos crezcan pensando que esto es normal. El otro día mi hijo entró en mi habitación, yo estaba mirando unas fotografías, y me preguntó: “Mamá, ¿qué es esa pierna?”. Le tapé los ojos. Pero, ¿cuánto tiempo puedo tapárselos? No quiero que piense que esto es normal.

Cuando tenía 18 años y oí hablar de la masacre de Srebrenica o de la violación masiva de mujeres en Bosnia, me sentí devastada y me pregunté qué podíamos hacer al respecto. Ahora estamos viendo cómo la gente palestina sigue siendo asesinada. A una velocidad increíble. Los números siguen aumentando. Estos días de guerra con Irán en Gaza han matado a más de 600 palestinos.

Israel es un Estado que comete crímenes y, por tanto, las transacciones con Israel son complicidad en la comisión de un delito

Ante esta impunidad, ¿cómo ve el papel del derecho internacional, de Naciones Unidas o de su trabajo como relatora? Si no se para esta impunidad, ¿hacia dónde vamos?

Estamos dirigiéndonos a un lugar donde no hay reglas. O hay una revolución en defensa de los derechos humanos o vamos a un lugar muy oscuro. A través de la tecnología se establece control social, control de los recursos, del poder del Estado. Si la gente no despierta, estamos colectivamente en problemas.

Hoy vi un vídeo en el que aparecen dos jóvenes quejándose de que esta generación ya no socializa, no interactúa, no hace el amor, compra on line. Y entonces deciden salir, limpiar los espacios públicos, abrir camino, y otros les siguen, y construyen comunidad, hacen cosas, cuidan las plantas en vez de matarlas, y es una buena metáfora. Este genocidio me ha acercado más a mi gente, a mi familia, al amor, a las cosas importantes de la vida, con un sentido y un propósito que nunca había tenido.

¿Le pasa factura a nivel personal?
Cuando la gente me pregunta cómo sobrevivo a esto, miro a mis amigos, a mis hijos, a la comunidad que hemos construido, la gente que nos miramos y tenemos la sensación de que nos conocemos muy bien, porque estamos afectadas por lo mismo, porque estamos en el mismo lado y somos parte de una gran familia.

Hay mucha gente que está demostrando que está dispuesta a arriesgarse, y tenemos que seguir hablando de las lecciones. Cuando hay gente que me pregunta: ¿Qué haces ante tanto odio? Yo contesto: ¿Has visto cuánto amor hay?

Hay Estados y grupos que me desacreditan y no me protegen, pero también hay tantas redes de gente que me apoyan… Y ahora, después de tanto, sé que no voy a descansar hasta ver justicia para el pueblo palestino, voy a vivir hasta el final de mis días dedicada a ello. Esto me ha transformado, y creo que le ha pasado a mucha gente.

¿Cuándo estuvo en Palestina por primera vez?
En 2009, no hace tanto. Había violaciones generalizadas, como la destrucción de viviendas, el desplazamiento de palestinos y los arrestos y detenciones arbitrarias, incluso de niños. Cuando estuve allí, salió un informe de UNICEF que indicaba que Israel arrestaba a 600 niños al año, en plena noche y los torturaba.

Por aquel entonces, ya en 2009 y 2010, tenía la sensación de que algo andaba mal en la forma en que usamos el marco del derecho internacional. La comunidad internacional obligaba a los palestinos a la dependencia, frustrando también sus derechos.

Y hoy en día se plantean propuestas que dejan fuera la voz palestina. Cuando nos dicen que se está hablando con los saudíes o con los egipcios o los israelíes sobre el futuro de Palestina, ¿eso qué es? Es con los palestinos con quienes hay que hablar. Hoy le pregunté a un político: «¿Estaría contento si el futuro de España dependiera de la voluntad de los portugueses y los franceses?».

Europa no está ayudando, no es parte de la solución, es parte del problema, hay sectores muy sesgados con una mentalidad colonial y racista

Así no funciona el derecho a la autodeterminación. Y esta mentalidad colonial es el principal obstáculo para comprender el problema de los palestinos. Aquí en Europa hay grandes sectores muy parciales, muy sesgados, muy racistas y orientalistas. Y esto se lleva a la política.

Europa no está ayudando, no es parte de la solución, es parte del problema. El espectro político tiene que cambiar. Triunfa la ley del más abusador. Hay algunos hitos en este camino hacia la oscuridad. Uno de ellos es cuando el primer ministro de Reino Unido dijo que está bien recortar los suministros esenciales en Gaza. Después, cuando políticos de Reino Unido y también en Italia afirmaron que no estamos ante un genocidio porque no han muerto tantas personas y porque Israel no quiere matarlos a todos.

También cuando el canciller alemán afirmó, hace escasos días, que Israel está haciendo el trabajo sucio para Europa. Han llegado al punto de admitirlo y de seguir con ello, y los demás no dicen nada… Esta es una forma mafiosa de ejercer el poder. Aquí, en plena Europa en 2025. 

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miércoles, 26 de febrero de 2025

Dolor, mucha pena y rabia seca

Cuando era pequeño y vivía en Jaén, debía tener siete u ocho años, entre los niños que entonces eran mis amigos y vecinos se decía que cerca de nuestra casa vivían «los judíos», un matrimonio a quien, según ordenaban los mayores, no se debía visitar. Eran años en los que la dictadura consideraba que los comunistas, masones y judíos eran los enemigos de España.

Un día, el mejor de mis amigos de entonces y yo nos acercamos al piso donde vivían «los judíos». Se había corrido la voz de que tenían televisión, un aparato que ninguno de nosotros había visto nunca, y allí nos presentamos. Nos abrieron sin preguntar y nos acomodaron. Ahora creo que sabían perfectamente a lo que íbamos porque nada más entrar y sin apenas decirnos nada nos sentaron justo enfrente de la pantalla. No recuerdo con precisión qué fue lo que vi la primera vez que contemplé un televisor. Juraría que era una película «del Oeste», como se decía entonces. Con nitidez, sólo recuerdo que, para disimular el blanco y negro, tenía una especie de hoja de plástico que le daba algunos tonos que podrían pasar por coloridos. No recuerdo las imágenes porque dediqué preferentemente mi atención a tratar de descubrir en qué se diferenciaban esas personas, «los judíos», de nosotros o de mis padres y demás conocidos de entonces. Naturalmente, no encontré disparidad alguna, salvando que el marido llevaba lo que más tarde supe que era la kipá. Mi memoria no me da para recordar su color, como tampoco sus facciones, ni las de su mujer. Permanece en mi mente, eso sí, su sonrisa de agrado y acogedora.

Se que fuimos varios días más, pero sólo conservo bien el recuerdo del primero. Y me viene ahora también a la memoria que, por aquellos días, el gran amigo que me había acompañado a casa de «los judíos» me dejó de hablar durante bastante tiempo porque mantuve una breve conversación en el parque con un chico gitano que jugueteaba entre nosotros con su bicicleta. «Con los gitanos no se habla», me dijo, y yo no le hice caso. Pronto fue también cuando descubrí que había algo peor que ser judío en la España patriótica y católica de mi infancia. Y pronto comencé a ser libre y a llevar mi vida por donde yo creía que debía ir y no por donde se me dijera. Una conducta que me ha dado algún que otro disgusto pero que repetiría mil veces, si mil veces volviese a nacer.

Más tarde, conocí, no sabría decir si más a través de novelas que por libros de historia, el devenir doloroso del pueblo judío, los avatares trágicos de su expulsión en España, la persecución en tantos lugares y, por fin, el Holocausto.

Todo eso, el haber comprobado desde pequeño que no había razón alguna para demonizar a quien generosamente me ofrecía su casa y lo que pude aprender de tantos otros testimonios, me llevó a sentir siempre un afecto especial por el pueblo judío, admiración por su herencia de esfuerzo y tesón, y un respeto singular por el dolor acumulado por tantas generaciones perseguidas y asesinadas.

Durante muchos años, cuando pensaba en ese pueblo me venían a la mente frases como la que leí, no se bien cuándo, de Santiago Kovadloff, un gran filósofo argentino: «Pertenezco a un pueblo y a una cultura que no se ha resignado a darle la última palabra al dolor y ha convertido sus pesares en materia de esperanza». O en el testimonio de Mauricio Wiesenthal: «La cultura judía no es un gueto sino un firmamento de fe y de vida, de oración, de memoria y de libertad (…). El judaísmo es el fundamento de la civilización europea».

En los últimos años y sobre todo desde sus crímenes recientes contra el pueblo palestino, contemplo a Israel y al pueblo judío de otro modo. ¿Qué diferencia hay entre lo que hace su gobierno en Gaza y lo que el nazismo hizo con millones de judíos inocentes? ¿Cómo puede llevar a cabo una auténtica limpieza étnica con otro pueblo el que tantas persecuciones ha sufrido? ¿Cómo puede generar tanto dolor injusto el pueblo que tanto ha llorado sufriendo injusticias?

Cada declaración de Netanyahu o sus aliados sube de tono respecto a la anterior. A un crimen sigue otro más inhumano, detrás de cada agresión viene otra más sangrante. ¿Cómo es posible que se haya producido esa mutación?

¿Dormirán serenos su sueño eterno los judíos víctimas inocentes del nazismo cuando sepan que el pueblo al que con orgullo pertenecieron lleva a cabo un genocidio en suelo palestino, lleno ahora, como entonces, de la sangre inocente de miles de mujeres, hombres y menores?

Siento dolor y pena. Y rabia también. No sólo cuando oigo a Netanyahu bramar de odio y a Donald Trump decir que expulsará a los palestinos de su tierra para construir hoteles y residencias de lujo, sino aún más cuando retruena en mis oídos el silencio cobarde y cómplice de tantas autoridades y líderes mundiales. Sin el cual, no estaría ocurriendo lo que ocurre.

Publiqué el año pasado un libro que titulé Para que haya futuro con el que quería transmitir esperanza y mi íntima y fuerte convicción en que la bondad y la inteligencia de los seres humanos permite construir un mundo de libertades y en paz.

No puedo negar que al levantarme cada día pienso en lo difícil que me resulta mantener ese convencimiento. Pero no me voy a dejar vencer. No voy a arrodillarme ante el mal, ni me va a doblegar la inhumanidad. Es verdad que puedo hacer muy poco, casi nada; sólo, si acaso, no callarme y unirme a quienes no se callan. Y no me callaré. Hago lo poco puedo, transmitir a quien quiera leerme mi demanda, mi grito doloroso, aunque siempre esperanzado: ¡Dejen ya de matar y abandonen la violencia como único lenguaje! ¡Basta ya!

Juan Torres López

lunes, 9 de diciembre de 2024

Por qué EE.UU. es el único país del mundo que se niega a ratificar la Convención de los Derechos del Niño

Niños estadounidenses de diversas razas y géneros frente a una bandera de EE.UU.

Fuente de la imagen,Getty Images

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El 20 de noviembre de 1989, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín, la Organización de Naciones Unidas aprobó uno de sus acuerdos más exitosos y emblemáticos: la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

El tratado, diseñado para proteger a los menores, fue el primero que reconoció que los niños y adolescentes tienen derechos propios y que los adultos son responsables de garantizarlos.

A partir de la firma, los Estados miembro de la ONU comenzaron a ratificar la CDN a través de votaciones en sus respectivos Parlamentos.

A día de hoy, 196 países han sancionado la Convención, convirtiéndola en el tratado de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia.

Sin embargo, hay un solo país que no ha completado este proceso y que, por ende, no está comprometido legalmente a acatar el acuerdo: Estados Unidos.

Aquí te explicamos cuál es la importancia de la CDN, por qué a 35 años de su aprobación EE.UU. sigue sin ratificarla y qué impacto tiene esa decisión.

¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño?

Se trata de un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de los niños, definidos como personas menores de 18 años.

Hasta la firma de este acuerdo los niños no eran reconocidos como sujetos de derecho. De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial se consideraba legal que trabajasen a la par de los adultos en muchos países.

La CDN no sólo estableció los derechos básicos a los que deben acceder todos los niños, sino que también hizo a las personas adultas responsables de esos derechos.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), "la convención ve al niño como individuo y como miembro de una familia y una comunidad, con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y su etapa de desarrollo".

Dos niños refugiados somalíes 
 
Dos niños refugiados somalíes

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La Convención busca proteger a los niños en todo el mundo.

Definida por el organismo como una "ley internacional", brinda los siguientes derechos a "todos los niños, sin discriminación de ninguna clase":

  • Medidas especiales de protección y asistencia
  • Acceso a la educación y la atención de la salud
  • Que puedan desarrollar plenamente sus personalidades, capacidades y talentos
  • Que crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión
  • Que reciban información sobre la manera en que pueden alcanzar sus derechos y participar en el proceso de una forma accesible y activa

¿Por qué no lo ratifica EE.UU.?

A pesar de que Washington firmó la CDN en 1995, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, el país nunca cumplió con la obligación de ratificar el tratado a través de su Congreso.

Ninguno de los gobernantes que lideraron el país en estas casi tres décadas desde la firma, ya sean demócratas o republicanos, enviaron el tratado ante el Senado para su ratificación, dejando su aplicación inválida desde el punto legal.

El último intento por llevarlo ante la Cámara Alta fue en 2020, cuando la legisladora demócrata Ilhan Omar presentó una resolución llamando a que se vote, intento que no prosperó.

La principal traba tiene que ver con el hecho de que quienes adhieren a la convención se comprometen a adecuar su marco normativo para incluir los 54 artículos que conforman la CDN, y así garantizar su aplicación en ese país, un paso que EE.UU. nunca ha dado.

Los defensores del tratado en ese país sostienen que la convención representa un estándar internacional básico de protección infantil y advierten que la falta de ratificación deja a EE.UU. en una posición única y aislada a nivel mundial.

Sin embargo, hasta ahora los partidarios de la convención no han logrado reunir el consenso necesario para que sea tratado por el Senado.

Incluso a pesar de que muchos gobiernos estadounidenses han dicho que respaldan los derechos descritos en la CDN.

La diputada demócrata Ilhan Omar

La diputada demócrata Ilhan Omar

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La diputada demócrata Ilhan Omar intentó ratificar la convención en 2020. 

Uno de los principales escollos que enfrentan quienes abogan por su ratificación es que, para que un tratado internacional sea ratificado en EE.UU., se necesita el apoyo de una mayoría de dos tercios en la Cámara Alta, un consenso difícil de lograr dadas las objeciones de quienes temen que la CDN pueda limitar la autoridad del país en ciertos temas.

Tres preocupaciones

Los grupos que se resisten a la ratificación, principalmente alineados con el Partido Republicano, consideran que suscribir legalmente la Convención podría llevar a interferencias en tres áreas:

1. Autoridad parental

La CDN incluye derechos como el de los niños a expresar sus opiniones en asuntos que los afectan (Artículo 12), lo que algunos grupos conservadores interpretan como una amenaza a la autoridad parental.

Estos objetores creen que otorgar a los niños derechos legales podría interferir en la capacidad de los padres para tomar decisiones en la crianza y educación de sus hijos.

Según la ONG Parental Rights, la convención le da demasiado poder al Estado, haciendo que los padres "pierdan su derecho a ser padres", y "socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y devastadores" para los mismos niños.

"(La CDN) establece que 'en todos los asuntos relacionados con los niños, la consideración primordial será el interés superior del niño'. Pero, ¿quién decide cuál es el 'mejor interés' de su hijo? Usted, no el gobierno", afirma el organismo en su sitio web.

Jo Becker, directora de incidencia de la división de derechos infantiles de Human Rights Watch (HRW) le dijo a BBC Mundo que "esta fuerte oposición de organizaciones conservadoras" es la principal causa por la que no se ha ratificado la CDN en EE.UU.

"Algunos críticos incluso han dicho que les daría a los asistentes sociales más poder que a los padres para decidir sobre sus hijos", señala.

"Pero esta creencia es falsa. Hay numerosas referencias en la convención a los roles y responsabilidades de los padres y la importancia de su lugar en la crianza de los niños. Así que están leyendo incorrectamente la CDR", asegura.

"Los únicos casos en los que un Estado puede suplantar el rol de los padres es cuando hay claros indicios de violencia, abandono o maltrato de niños. Y creo que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que en esos casos es apropiado que los niños sean puestos bajo el cuidado del Estado", afirma.

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

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Donald Trump cree que EE.UU. podría perder poder si ratifica un tratado que es gobernado por la ONU.

2. Soberanía nacional

Los sectores conservadores también temen que ratificar la CDN afecte la soberanía del país al permitir que una convención internacional tenga influencia sobre las leyes internas relacionadas con los derechos de los niños.

"Nunca entregaremos la soberanía de EE.UU. a una burocracia global no electa e irresponsable... EE.UU. está gobernado por estadounidenses", dijo en 2018 ante la Asamblea General de la ONU el entonces presidente Donald Trump.

"Según el Artículo VI de nuestra propia Constitución, un tratado ratificado se convierte en 'la ley suprema del país'", advierte, por su parte, Parental Rights.

El organismo resalta que, mientras que para otras naciones la ratificación de este tratado "es, en el mejor de los casos, una declaración de aspiraciones (y para muchas, como Irán, China y Corea del Norte, una mera cortina de humo política)", en EE.UU. una ratificación le daría a la convención rango de ley federal.

"Algunos, en especial miembros del Partido Republicano, están preocupados de que ratificar cualquier instrumento internacional socavará la soberanía de EE.UU., y por eso han pasado unos 20 años desde que EE.UU. ratificó cualquier tratado de derechos humanos", observa Becker, de HRW.

La experta reconoce que si EE.UU. ratificara la convención "efectivamente estaría legalmente obligado a cumplirla", pero asegura que "las leyes estadounidenses seguirían aplicando y no le daría a la ONU la autoridad para intervenir en las vidas de familias o de sustituir la ley de EE.UU.”, como temen quienes se oponen a la ratificación.

3. Impacto legal

Este teórico conflicto entre el derecho internacional y las leyes estatales y federales del país es la tercera cuestión que frena la sanción de este tratado.

En particular preocupa un tema en el que las leyes estadounidenses se contradicen con la convención.

"La CDN establece claramente que los niños nunca deben ser sentenciados a cadena perpetua sin libertad condicional por delitos cometidos antes de los 18 años y en EE.UU. aún tenemos más de 20 Estados que permiten condenas de por vida sin libertad condicional para crímenes cometidos antes de los 18", detalla la defensora de derechos infantiles.

Maños de un niño esposado

Maños de un niño esposado

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EE.UU. permite encarcelar a los menores de edad de por vida, algo que la convención prohíbe. Sin embargo, Becker afirma que esto no debería ser una barrera para la ratificación.

"EE.UU. podría presentar una reserva sobre este tema en particular, diciendo que está preparado para cumplir con todas las otras obligaciones de la convención", sostiene.

Consecuencias

Los defensores de la CDN consideran que es fundamental para la protección de niños y niñas porque establece una obligación legal y moral de los Estados a garantizar su derecho a la salud, educación y seguridad social, y su protección contra la violencia, los conflictos armados, el matrimonio infantil y la explotación.

En ese sentido, señalan que la no ratificación de EE.UU. no solo deja a ese país a contramano del mundo, dañando su reputación internacional y socavando su autoridad en cuestiones que afectan a los niños, hasta el punto de quedar como hipócritas en esta área.

También denuncian que no adherirse a la convención deja a los menores estadounidenses desprotegidos.

"HRW realizó una evaluación de las leyes en los 50 Estados del país y podemos afirmar que ni uno solo tiene leyes que cumplan con los estándares de la convención", afirma Becker.

"Por lo tanto todos los días, los niños en EE.UU. están viviendo con menos protección legal de la que tendrían si EE.UU. ratificara la convención".

Sin embargo, algunos defensores de los derechos infantiles creen que organismos como HRW y otros que hace décadas abogan por la ratificación deberían cambiar su enfoque.

"Debido a la oposición conservadora y a la norma de política internacional de EE.UU. de no ratificar los tratados internacionales de derechos humanos, es probable que EE.UU. nunca ratifique la Convención sobre los Derechos del Niño", escribió en la Revista de Derechos del Niño la académica de la Universidad de Plymouth Charlotte Galvin.

"Si bien algunos activistas pueden estar en desacuerdo, probablemente sería mejor invertir los recursos en presionar al gobierno para que reforme las leyes nacionales que actualmente están en conflicto con las disposiciones de la convención", opinó.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,
Los defensores de la CDN sostienen que los niños estadounidenses están en desventaja por la negativa del país a ratificar el tratado.

Gaza

Por otra parte, también hay quienes relativizan la importancia de la CDN, remarcando que la ONU tiene poco poder para hacerla cumplir, incluso entre quienes la han ratificado.

El caso que hoy genera más polémica es el de Israel, país que firmó la convención en 1990 y la ratificó al año siguiente.

Según Unicef, la guerra que lleva a cabo ese país contra Hamás en la Franja de Gaza, en represalia por los ataques del 7 de octubre de 2023, ha causado la muerte de más de 14.000 niños palestinos.

En septiembre pasado, a Israel le tocó comparecer ante el Comité de los Derechos del Niño, el grupo de expertos que tiene la responsabilidad de supervisar de manera periódica si los países cumplen con las obligaciones legales establecidas por la convención.

En sus conclusiones, el comité realizó una condena muy enérgica de las acciones militares de Israel en Gaza e instó al país a que ponga fin de inmediato a la matanza y las lesiones de niños allí.

"La muerte atroz de niños es casi única en la historia", denunció a la prensa el vicepresidente del comité, Bragi Gudbrandsson.

Sin embargo, esta condena no ha frenado las acciones de Israel, que acusó al comité de tener una "agenda política" y responsabilizó de las muertes de niños palestinos a los dirigentes de Hamás que "se esconden" entre la población civil.

domingo, 3 de noviembre de 2024

_- Carta abierta a los magistrados de la Corte Penal Internacional. Yanis Varoufakis Brian Eno 08/10/2024

_- El 7 de octubre, Brian y yo instamos a la Corte Penal Internacional a que cumpla con su deber de defender el derecho internacional, persiguiendo los evidentes crímenes de guerra en Israel-Palestina, para evitar que el genocidio se normalice en todo el mundo.

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Estimados magistrados de la Corte Penal Internacional,

Nos dio ánimo recibir la noticia en Enero de que la Corte que presiden había decidido intervenir en el asunto Israel-Palestina. La humanidad necesita una Corte Penal Internacional que defienda el Estado de derecho y esté dispuesta a investigar las acusaciones más graves de violación del derecho internacional.

Hoy, 7 de Octubre de 2024, exactamente un año tras el inicio de la fase más reciente y la más inhumana de los setenta y seis años de conflicto entre Israel y Palestina, nos parece necesario dirigirnos directamente a ustedes. No sólo debido a la crueldad creciente de lo que está ocurriendo en el Oeste del río Jordán, sino también debido al peligroso precedente sentado en caso de que se permitiera a un Estado actuar de manera tan alejada del consenso internacional que define un comportamiento aceptable durante un conflicto. Si estos actos no son penalizados por una instancia como la que presiden, los Estados podrán llevar a cabo crímenes de guerra con aún más impunidad en el futuro.

Porque ahora es indiscutible: el Gobierno de Israel ha decidido la eliminación sistemática de cualquier aspecto de la vida palestina en Gaza. Ya hemos sido testigos de:

1) El bombardeo más intensivo de una área urbana con alta densidad de población que se recuerde.

2) La peor hambruna provocada a propósito en una población desde la Segunda Guerra Mundial.

3) La destrucción sistemática del sistema de salud.

4) Una cantidad sin precedentes de periodistas y trabajadores de la ONU asesinados.

El Gobierno de Israel ha atacado escuelas, universidades, bibliotecas, archivos, centros culturales, sitios del patrimonio, mezquitas e iglesias. Catedráticos y profesores han sido asesinados, junto a sus estudiantes y a menudo sus familias enteras. Mientras tanto, amparados por el conflicto de Gaza, los colonos israelíes protegidos por su ejército desahucian a los palestinos de sus tierras ancestrales, infringiendo de manera flagrante todos los principios del derecho internacional.

Todo esto no puede reducirse a simples infracciones de parte de un gobierno. La comunidad internacional no tiene la menor esperanza de que un cambio de gobierno haga que el Estado de Israel vuelva a respetar el derecho internacional. El 19 de Julio de 2024, la Corte Penal Internacional declaró ilegal la ocupación por Israel de Cisjordania, Gaza y de la parte Este de Jerusalén. Cinco días después, la Knéset, parlamento israelí, votó (65 votos a favor y 9 en contra) ignorar la resolución de la Corte Penal Internacional y de manera provocativa definió Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este como parte del “País de Israel”. Como muestra de su desprecio del derecho internacional y de las instituciones creadas por la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial para defenderlo, el pasado martes el Gobierno de Israel negó al Secretario General de la ONU Guterres la entrada a su territorio

Por eso preguntamos: ¿Cuándo va a emitir su Corte acusaciones formales?

Hoy es el aniversario del inicio del capítulo más lúgubre de una tragedia de la que nuestra generación será responsable ante las futuras generaciones. Nunca ha sido tan necesaria para la humanidad una Corte como la suya, en la que los cerebros imparciales del derecho del mundo entero puedan alcanzar un consenso sobre las normas del comportamiento legal durante la guerra y después de ella. Su función es vital, y les imploramos para que actúen inmediatamente.

Gracias.

Brian Eno y Yanis Varoufakis

Yanis Varoufakis exministro de Finanzas de Grecia, dirigente del partido MeRA25 y profesor de Economía en la Universidad de Atenas.

Brian Eno célebre músico, compositor experimental, productor y artista visual británico, respalda las campañas de Artists for Palestine UK.

Fuente:
DIEM 25


domingo, 19 de mayo de 2024

_- Entrevista a Françoise Vergès «La liberación de Palestina sería una verdadera sacudida para el mundo»

_- Fuentes: El Salto [Foto: Vergès durante un momento de la entrevista. David F. Sabadell]


La politóloga antirracista Françoise Vergès es una pensadora clave del feminismo decolonial. La autora francesa radiografía el momento de quiebre en el que se encuentra el relato del excepcionalismo occidental que abandera Israel, y analiza los movimientos que le plantan cara desde las acampadas o el Sur global.
 

 La politóloga francesa Françoise Vergès (París, 1952) ha centrado su trabajo en la historia de la esclavitud, la investigación postcolonial o los feminismos. Autora de No todas las feministas son blancas (La vorágine, 2021), Un feminismo descolonial (Traficantes de sueños, 2022), o La memoria encadenada: Cuestiones sobre la esclavitud, (Anthropos, 2010), Vergès visitó Madrid a mediados de mayo, donde dio una conferencia en el ciclo Desde el río hasta el mar. Solidaridad internacional con Palestina, celebrado en el Museo Reina Sofía.

Sobre Palestina y su centralidad en las luchas anticoloniales del pasado y el presente, Vergès conversó ampliamente con El Salto en esta entrevista, en la que ubica la lucha por una Palestina libre en el centro del análisis de un mundo en transformación, donde un viejo régimen se revuelve contra la pulsión de transformación que viene de la juventud, del pensamiento decolonial o de los Sures. Movimientos que pujan por un cambio que nos permita por fin “humanizar el mundo”.

Su conferencia en el Reina Sofía se llamaba “Palestina es la medida de lo que somos capaces de hacer para cambiar el mundo”. 
¿Podría desarrollar esta idea? 
El pensador italiano Franco Berardi “Bifo” escribía en un artículo en el Salto que estamos ante un ataque del sionismo como vanguardia de un sujeto blanco, colonial, supremacista, patriarcal. Y que lo que estamos presenciando es una ofensiva desesperada de este antiguo régimen. 

¿Puede ser que esto sea el principio del fin para este régimen?
Sí, algo se está moviendo, algo ha cambiado. Toda la palabrería sobre que Israel es la única democracia de Oriente Medio donde los gays pueden vivir libremente, donde hay elecciones libres, se está quedando por el camino. Y el hecho de que Israel es la vanguardia del mundo occidental imperialista blanco está cada vez más claro. Como hemos visto, Sudáfrica va ante la Corte Internacional de Justicia. 52 países van ante la Corte Internacional de Justicia, todos del Sur global. Hay manifestaciones por todas partes, acampadas de estudiantes por todo el mundo. Hoy, las cosas se han movido, se han movido mucho más que antes. Hay algo de esta ilusión al ver cómo este discurso sobre la única democracia en Oriente Medio está en proceso de colapso, como lo está la idea del excepcionalismo de Occidente.

Occidente sería excepcional en comparación con otras regiones del mundo porque sería portador de los principios más generosos, de los valores más humanistas. Esa idea se derrumba. Obviamente, ha habido críticas al respecto durante mucho tiempo, pero ahora se está derrumbando de verdad. Siempre ha habido un doble rasero: Lo que era bueno aquí, lo que era bueno para la libertad y la igualdad aquí, no era bueno allí. Los derechos universales no eran universales. Esto es lo que cada vez está más claro: Los derechos universales eran para Occidente. Es un excepcionalismo desenmascarado, ahora por los jóvenes en África, Asia, América y Europa, pero antes por todo el trabajo que se ha hecho a lo largo de los años con las teorías decoloniales, postcoloniales y queer.

De hecho, a través de sus think tanks, el sionismo identifica las luchas antirracistas e interseccionales como uno de sus principales desafíos.

El sionismo es una ideología: la confusión entre ser sionista y ser judío es completamente falsa. Hay estudios que demuestran que al final de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos de Europa estaban en contra de la creación de un Estado de Israel, en contra de la creación de un Estado judío, así que el sionismo es una ideología de colonización. También es una ideología binaria, necesita un ellos y un nosotros. Y al mismo tiempo, también es una ideología de misión civilizadora colonial, dicen: “Respetamos a las mujeres, respetamos a los gays, respetamos a los queer”. Así que es esta ideología de la misión civilizadora la que también se está actualizando totalmente.

En este sentido vemos el resurgir del discurso anticolonial cuando hablamos de Israel. Ya en Palestina, desde las Intifadas, que fueron realmente importantísimas, surgió el movimiento BDS. Después, en los últimos años, los pueblos indígenas, los queers, Black Lives Matter y toda una serie de movimientos sociales en todas partes han estado cuestionando el imperialismo y el neoliberalismo y mostrando la intersección entre ambos. Sabemos que mientras BLM celebraba una gran manifestación, jóvenes palestinos les explicaban a los jóvenes estadounidenses cómo protegerse de la policía y de la represión. Podemos recordar también lo que existió en los años 60 y 70: un internacionalismo en una nueva forma que está volviendo y que muestra que los pueblos indígenas que luchan en la India están en contacto con BLM, quienes están en contacto con los movimientos en Sudáfrica, que a su vez están en contacto con Palestina.

A Israel también le inquieta el judaísmo antisionista y sus alianzas con el antirracismo. Sí, le resulta muy preocupante. Creo que la brutalidad de la reacción actual es proporcional al miedo. Ven que las cosas están cambiando y que todos estos movimientos, durante todos estos años, han estado desafiando su sistema de desposesión, explotación, extracción y racismo. Así que hay que recuperar, hay que reprimir. La propaganda tiene dos cartas en la manga, por así decirlo. Una es acusar de antisemitismo a cualquier opinión que cuestione la política racista y de apartheid del Estado de Israel. Y la otra son los derechos de las mujeres, una forma de feminacionalismo.

Así, por un lado, dicen que todo es antisemita: Si decimos “del río al mar”, si hablamos de un solo Estado, si criticamos el apartheid, todo esto sería amenazar la vida de los judíos, cuando es del Estado de Israel de lo que estamos hablando, de un Estado con una política. En la guerra en Argelia hablábamos del Estado francés enviando al ejército y torturando. No hablábamos de los franceses en general. Y del mismo modo, en la época de las grandes manifestaciones contra la guerra imperialista en Vietnam, se acusaba al gobierno estadounidense, no se trataba de los estadounidenses. Del mismo modo, tenemos todo el derecho a hablar y denunciar las políticas del Estado de Israel. Sin embargo, dicen que hay antisemitismo está en todas partes, aunque, como usted ha dicho, hay muchos jóvenes judíos y también no tan jóvenes, como Jewish Voice for Peace (JVP), o la Unión Judía por la Paz, en Francia, que dicen: “No es nuestro nombre”, “nunca más significa nunca más para todos”.

La segunda carta propagandística, es la cuestión de los derechos de la mujer vistos desde Occidente, diciendo que las mujeres musulmanas están oprimidas porque los hombres musulmanes son opresores por naturaleza. Así que Occidente va a liberar a esas mujeres. Y ahí, por ejemplo, todo este orientalismo de mostrar a los hombres árabes y musulmanes como naturalmente brutales, forma parte de este feminismo imperialista de las feministas blancas, que son las portavoces de este discurso.

Usted defiende que el feminismo debe de estar del lado de la solidaridad con Palestina. Sin embargo, la ministra de Derechos de las Mujeres amenazó a los grupos feministas con no otorgarles más subvenciones si no condenaban explícitamente a Hamás. En Francia, hay todo un feminismo —es lo que intenté explicar en mi libro Un Feminismo descolonial— que ha tomado protagonismo con su obsesión por el Islam y las mujeres con velo. Así que las ministras de Derechos de las Mujeres, tanto en los gobiernos de izquierdas como en los de derechas, actúan como portavoces de un feminismo civilizatorio. Y la actual ministra de Derechos de la Mujer ha amenazado a los grupos de mujeres que no hayan condenado claramente el atentado del 7 de octubre con retirarles las subvenciones. Obviamente, al final no encontraron nada. Pero están las amenazas como ésta, están las intimidaciones constantes, son después de todo una forma de censura. Incluso existe la censura directa, cuando desde un grupo de militantes preparamos un encuentro en diciembre contra el antisemitismo y su instrumentalización por parte de Israel, y por la paz en Palestina, la ciudad de París lo prohibió.

Aquella conferencia con Judith Butler. Sí, presionaron a la sala para que la prohibiera, una sala que recibe muchas subvenciones de la ciudad de París. Así que encontramos un local privado y lo pagamos nosotras: celebramos el encuentro el 3 de marzo, pero esta gente se enfureció porque pudimos finalmente organizarlo, y porque Judith Butler, que es un icono de la filosofía, una filósofa invitada por las grandes instituciones, vino a hablar con activistas decoloniales, activistas antirracistas, ¡esa misma tarde fue atacada y amenazada!. La gente de la izquierda socialista dijo que estaba muy decepcionada con ella. Las feministas dijeron que Butler ya no podía considerarse feminista. Judith Bulter no era feminista porque había declarado su apoyo a la lucha del pueblo palestino. Y también porque explicó cómo el antisionismo no es antisemitismo. Así que estamos viendo presión, mucha presión.

Lo que enfurece a las autoridades es que las manifestaciones continúan. Los estudiantes continúan acampando en la universidad, manteniéndose firmes en sus demandas. Por eso las autoridades son cada vez más violentas, más brutales, y también intentan aprobar leyes que castiguen lo que ellas llaman “antisemitismo”: decir Palestina Libre, llevar una kufiya u ondear la bandera palestina… Este aumento de la represión es un acto de pánico.

En 2016 se aprobó la definición de antisemitismo de la IHRA que incluye ejemplos que tienen que ver con el Estado de Israel y con el sionismo como formas de antisemitismo. Desde entonces esta definición se ha ido aprobando en numerosos países. Pareciera que hubiesen previsto la necesidad de crear un marco para reprimir con más dureza las críticas a Israel.

De hecho, después de la segunda intifada, el Estado de Israel vio que estaba perdiendo crédito: después de todo, no puedes matar a niños así a ojos del mundo. Entonces fue cuando iniciaron una gran campaña de propaganda con escritores y artistas, sobre todo a través del arte. Porque el arte, es para todo el mundo, es humanista. Quisieron mostrar a Israel bajo una luz muy agradable, con un montón de series de televisión muy bien hechas, toda una serie de películas de propaganda para mostrar que “mira, somos muy abiertos”, un montón de guiones sobre las reflexiones de un joven soldado, etc, para mostrar “que también somos seres humanos” porque el Estado entendió que era absolutamente necesario. Empezaron a organizar viajes, traer escritores y artistas de fuera a Israel para mostrarles cómo Israel es un país multicultural. Tenían mucho miedo. Y ahora tienen aún más miedo. El hecho en particular de que movimientos judíos como JVP o la Unión Francesa de Judíos por la Paz, u otros grupos en Inglaterra, o en Alemania se escuchen cada vez más les aterroriza.

Estas organizaciones existían pero no las oíamos. Y ahora están al frente, denunciando, siendo virales. Eso significa que el estado de Israel ya no puede jugar el papel de ser el estado de refugio para todos los judíos del mundo, “que vienen aquí, que es donde realmente serás judío”. La gente dice, “pero puedo ser judío en Francia, puedo ser judío en Argentina, puedo ser judío en Italia, puedo ser judío en Canadá. Ese no es el punto. Ustedes son un estado de apartheid”. Por eso es extremadamente importante para el Estado de Israel continuar esta guerra y contar con el apoyo de los Estados Unidos. El apoyo incondicional de Estados Unidos también pone de relieve la injusticia en la organización mundial desde la Segunda Guerra Mundial, que haya países que tengan derecho de veto en el Consejo de Seguridad —Francia, Estados Unidos, Rusia, China. También pone de relieve cómo Estados Unidos puede permitirse sustraerse a la justicia internacional. Lo que está saliendo cada vez más a la luz es la profunda injusticia que estos países occidentales perpetran, mientras se proclaman amigos de la paz, amigos de los niños, de las mujeres. Todo lo que vemos es una sucesión de negaciones de estos principios.

También hemos visto profundizarse la brecha entre las izquierdas institucionales europeas o cierto feminismo, y los movimientos de base. 

¿Supone el genocidio una sacudida para la izquierda? 
Sí, hay una sacudida para la izquierda institucional en Europa, pero no podemos ver el reemplazo. Hay una crisis real de la izquierda en la que toda la izquierda se está moviendo hacia la derecha y la derecha se está moviendo hacia la extrema derecha. Así que la izquierda se está convirtiendo en el centro y la derecha se está convirtiendo en la extrema derecha. Eso es lo que estamos viendo. 

Hay una izquierda que no consigue decirse a sí misma ¿qué hay hoy en el horizonte? 
Estamos en el siglo XXI, ¿qué implica? Estamos, por ejemplo, en Europa. ¿Qué es Europa? Es la Europa del liberalismo, del neoliberalismo. También está el hecho de que ya no es sólo Occidente, hay muchas otras potencias. Estamos en un mundo en el que tenemos que observar todos los cambios que ocurren. Y en mi opinión, hay una contrarrevolución mundial, precisamente contra el hecho de que en las últimas décadas hay movimientos que se han hecho cada vez más fuertes. Movimientos por cosas muy concretas: por el derecho a la tierra, el derecho al agua, el derecho al aire no contaminado, la defensa de los bosques, la defensa de los ríos, la defensa de los barrios.

Así que hay una contrarrevolución mundial. Es Milei en Argentina, es Meloni en Italia, son los partidos de extrema derecha en Finlandia, Suecia, Francia, España, Inglaterra, todos contra el woke, contra las personas trans, contra el género. Su mundo se tambalea. El mundo que han construido, que se ha construido desde el siglo XV, se tambalea. Necesitamos una renovación de eso. Vemos a la izquierda de la izquierda, en los movimientos que están ocurriendo horizontalmente, movimientos como los Levantamientos de la tierra en Francia, los movimientos de cooperativas aquí, las trabajadoras de los cuidados organizándose, de todos los trabajos que no están en las fábricas, que no son considerados por los sindicatos tradicionales… Las cosas se mueven, constituyen un nuevo terreno para una izquierda anticapitalista y antirracista.

Ayer en la conferencia había cierta esperanza en su discurso, ¿qué margen de maniobra queda entre esta mejor comprensión del mundo, y la constatación de la fortaleza del poder? 
El poder es muy, muy duro. Creo que quizá muchos de nosotros habíamos olvidado que el Estado está cada vez más al servicio de las corporaciones. Es el Estado el que aprueba leyes diciendo, vamos a liberalizar, vamos a vender tierras, vamos a expulsar a los agricultores. Y es cierto que en Europa todavía se puede apelar a los tribunales. Pero también que aquí la policía está cada vez más militarizada, cada vez hay más vigilancia en nuestros teléfonos, todo esto es cada vez más extremo. 

Así que cuando te enfrentas a ello, a veces puedes preguntarte “¿Cómo lo hago? ¿Por dónde empiezo?” 
Y creo que también tenemos que empezar de nuevo, partiendo del hecho de que estamos menos en las grandes ideas y los grandes sueños. Ubicarse en el: “estoy aquí, tengo la máquina del poder delante de mí. La miro y digo, ah, si tiro una piedra, va a ralentizar la máquina, va a obstaculizarla, y va a haber mucha gente tirando piedras en España y en Estados Unidos. Así que eso va a ralentizarla aún más”.

También hay mucha esperanza en la nueva forma de luchar. En los movimientos de los jóvenes, o incluso de los no tan jóvenes, que son mucho menos jerárquicos, menos verticales y menos masculinos. Donde se cuidan las unas a las otras. Es llamativo en las acampadas estudiantiles de hoy: preparan espacios por ejemplo para la oración, para que vayan los estudiantes musulmanes o los judíos o los cristianos. Hay mucha más atención los unos a los otros. Más atención para reconocer las necesidades de cada cual, si es religioso, o si es queer. Así que se trata de tener todo eso en cuenta y al mismo tiempo ser consciente de qué es lo que nos une. 

Las formas de alianza son más flexibles y al mismo tiempo igual de decididas. Sí, es cierto que a veces podemos tener esa sensación, preguntarnos “¿Pero cómo se hace?” 
Pero para mí, repito, el hecho de que estemos ante esta contrarrevolución mundial demuestra que estamos avanzando.

Estamos en una nueva conmemoración de la Nakba. ¿Veremos algún día una reparación para el pueblo palestino? 
No sé si yo llegaré a ver esto, pero creo que tenemos que seguir luchando para reparar las cosas. Tenemos que luchar para reparar el mundo. Sylvia de Winter, filósofa pero también activista en Sudáfrica, dice: “Tenemos que humanizar el mundo”. El mundo aún no está humanizado. Todavía estamos en la era del Hombre con H mayúscula, del soldado blanco asesino. Todavía no somos seres humanos, y para que eso ocurra, tenemos que acabar también con todo este masculinismo. El ejército, la policía, el hecho de que el mundo esté regulado por la represión. Tenemos que replantearnos qué es la paz. Nunca hemos vivido en paz. Ha habido paz en Europa, pero sólo porque Europa externalizó las guerras. Y en cualquier caso, en la Europa de la posguerra, hubo una dictadura en Portugal, hubo una dictadura en España, hubo una dictadura en Grecia.

Ese relato anterior de la Europa en paz pre Gran Guerra olvida las guerras coloniales. Y aunque había paz para muchos europeos, era lo que Rosa Luxemburgo llamó paz armada, es decir, una paz que se hizo porque había un ejército y una policía para reprimir al pueblo. Eso no es la paz. Creo que esta noción de paz también necesita ser reapropiada contra la militarización forzada y acelerada del mundo, que necesitamos aprender a vivir en paz, de verdad. Y por eso, cuando decimos paz en Palestina, no se trata sólo de detener la masacre, obviamente, es necesario que se detenga la violencia, pero también se trata de preguntarse ¿cómo será vivir en paz? 

Tenemos que aprender. Vivir en paz significa que el Estado de Israel debe renunciar a la colonización, renunciar a lo que fundó, renunciar a ser la vanguardia del Occidente imperialista en Oriente Medio, y vivir con los demás.

Fuente: 

sábado, 17 de febrero de 2024

Comunicado del Instituto para la Prevención de Genocidio. «La retirada de fondos a UNRWA es un castigo colectivo contra los palestinos

>La retirada de fondos a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) por varios países sigue generando preocupación y reacciones en el ámbito de los derechos humanos. La decisión, impulsada por Estados Unidos y seguida por otras naciones aliadas, fue anunciada el mismo día en el que la Corte Internacional de Justicia establecía que hay “pruebas plausibles” para investigar a Israel por genocidio en Gaza y ordenaba medidas cautelares al Gobierno de Netanyahu, que debe cumplir en el plazo de un mes. Han pasado dos semanas desde entonces. El Ejército israelí no ha detenido sus ataques sobre Gaza, ha asediado hospitales, bombardeado viviendas y edificios públicos, matado a otros mil palestinos y mantenido un contexto que facilita el hambre y las enfermedades. A ello se suma la suspensión de la financiación a la UNRWA por parte de dieciocho países, lo que supone más del 60% del presupuesto de la principal agencia de la ONU en Gaza, que facilita alimentación, educación y refugio. Su comisionado general, Philippe Lazzarini, ha advertido de que esta retirada de fondos puede llevarla “a un riesgo de colapso”.Este jueves el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha denunciado que Israel está destruyendo “todos los edificios en Gaza dentro del radio de un kilómetro de la valla” que separa este territorio de Israel. “La destrucción generalizada de bienes, no justificada por necesidades militares, y ejecutada de forma ilegal y sin motivo, constituye una grave violación de la Convención de Ginebra y un crimen de guerra”, ha añadido.
"Retirar los fondos a UNRWA funciona como eje para que se propaguen los actos genocidas contra los palestinos" Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio

El comunicado
En este contexto se enmarca el contundente comunicado emitido por el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio, que lleva el nombre del abogado judío polaco Raphael Lemkin, padre del término y concepto de genocidio. En él se advierte de que la retirada de fondos a la UNRWA viola en sí misma el fallo provisional de la Corte Internacional de Justicia y opera en sentido contrario a las medidas cautelares emitidas por este tribunal.

Además, señala que “la amenaza” de suspender dicha financiación supone “una grave escalada”, facilita “que se propaguen actos genocidas” en Gaza y “sugiere la intención de destruir, total o parcialmente, al pueblo palestino, mediante la destrucción de la balsa salvavidas proporcionada por la UNRWA”.

Algunos de los párrafos del comunicado son especialmente duros, como este: “[Esta retirada de fondos] representa un giro por parte de varios países desde una posible complicidad en genocidio hasta la participación directa en una hambruna diseñada. Es un ataque a lo que queda de seguridad personal, libertad, salud y dignidad en Palestina”.

"Nos preocupa que esta acción sea una represalia contra las medidas ordenadas por la Corte Internacional a Israel" 

Una represalia
Los letrados, los expertos en genocidio y en derecho internacional que integran esta organización se unen de este modo a lo que consideran “un creciente consenso de profesionales del derecho internacional y estudiosos del genocidio” que señalan que “esta acción equivale a una mayor participación en el genocidio en curso de palestinos en Gaza”.

“Nos preocupa que esta acción, programada de tal modo, sea una represalia contra la orden de medidas preventivas a Israel adoptada por la Corte Internacional de Justicia”, advierten.

Del mismo modo se ha pronunciado el abogado y director de Human Rights Watch hasta 2022, Keneth Roth, quien señala que “parte de la vendetta de Netanyahu contra la UNRWA puede deberse a que la Corte Internacional de Justicia citó extensamente a su jefe en su fallo, en el que estableció que es creíble que Israel esté cometiendo genocidio en Gaza”.
 
"Nos preocupa que esta acción sea una represalia contra las medidas ordenadas por la Corte Internacional a Israel"

La misma denuncia desde otras voces
En el mismo sentido que el Instituto Lemkin, el abogado y profesor de derecho internacional Francis Boyle –el primero que ganó un caso de protección por genocidio (Bosnia)– ha denunciado que la ayuda militar a Israel puede constituir complicidad en genocidio y que la retirada de fondos a la UNRWA añade una “violación directa del artículo 2(c) de la Convención de Genocidio: ‘Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial’”.

La relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, también ha indicado que esta retirada de fondos a la UNRWA supone un castigo colectivo y una probable violación de la Convención sobre Genocidio. Una posición similar defiende el profesor Alonso Gurmendi Dunkelberg, experto en derecho internacional de la Universidad de Oxford, quien considera que las amenazas a la financiación se han convertido en parte del crucial “debate de intenciones” con respecto a la aplicación de la Convención sobre Genocidio en las políticas de Israel en Gaza.

Otra voz en la misma línea es la de Christopher Gunness, portavoz de UNRWA entre 2007 y 2019, quien advierte que esta retirada de fondos constituye “una violación de la ley internacional, de las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia y de la Convención sobre Genocidio; será devastador para Gaza”.

"Sky News y Channel 4 han comprobado que el informe israelí contiene acusaciones pero no pruebas contra esos trabajadores de UNRWA"


La acusación, la reacción y la investigación
Las naciones que han retirado su financiación a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos son Estados Unidos, Alemania, Australia, Austria, Canadá, Estonia, Finlandia, Francia, Islandia, Italia, Japón, Países Bajos, Rumania, Suiza y Reino Unido. Justifican su decisión en base a las acusaciones presentadas por el Gobierno de Netanyahu, que afirma que doce trabajadores de UNRWA –de los 30.000 con los que cuenta, 13.000 de ellos en Gaza– habrían participado en los atentados de Hamás del 7 de octubre.

Hasta la fecha, las presuntas pruebas de esas acusaciones no se han hecho públicas. Tampoco los medios de comunicación han tenido acceso a ellas. Las cadenas británicas Sky News y Channel 4, así como el diario Financial Times, sí han conseguido obtener en exclusiva el informe israelí que contiene las acusaciones. Sky News señala que dicho informe no contiene pruebas y que varias de las acusaciones ni siquiera vinculan a la UNRWA. Del mismo modo ha informado Channel 4.

El periódico Financial Times ha señalado que “la evaluación de inteligencia, a la que ha tenido acceso el Financial Times, no proporciona ninguna prueba que respalde las afirmaciones”. Lindsey Hilsum, editora de Channel 4 News International, ha formulado públicamente la siguiente pregunta: “¿Por qué los donantes, incluido Reino Unido, retiraron la financiación tras acusaciones tan endebles y no probadas antes de una investigación?”.


"La evaluación de inteligencia, a la que hemos tenido acceso, no proporciona ninguna prueba que respalde las afirmaciones"

Financial Times



A pesar de no tener acceso a las presuntas pruebas, UNRWA reaccionó de forma inmediata y despidió a nueve de estos doce trabajadores. De los tres restantes, dos están muertos y un tercero no ha podido ser identificado aún. Además, Naciones Unidas ha encargado una investigación independiente y exhaustiva para esclarecer los hechos.

La directora de comunicación de UNRWA, Juliette Touma, ha explicado que en mayo, como cada año, la agencia entregó a Israel un listado con los nombres de todo el equipo de empleados, para que los servicios de inteligencia los supervisara. El Gobierno israelí no ofreció respuesta ni puso objeción alguna.

Sobre las consecuencias de la retirada de fondos, ha confesado que “no esperábamos la suspensión por parte de tantos donantes. Solo en las primeras 24 horas se retiraron nueve países, en medio de la guerra. Si esto no se revierte, a finales de febrero o principios de marzo tendremos que suspender el trabajo”.

Varios países que han anunciado su retirada de fondos admiten que no han tenido acceso a “todos los hechos”. “¿Cuán irresponsable puede ser el Gobierno australiano?”, se preguntaba este jueves el abogado Keneth Roth. “Suspendió la financiación de la UNRWA, acelerando la hambruna de los civiles palestinos, aunque ‘no tenía todos los hechos’. Sí sabía que la UNRWA inmediatamente despidió e investigó a los presuntos infractores”.

Refugiados palestinos en Rafah. El hambre está siendo usada como arma de guerra, denuncian varias organizaciones, como Human Rights Watch. Mohammed Zaanoun/MEI/AFP via Getty Images

"Si esto no se revierte, a finales de febrero o principios de marzo tendremos que suspender el trabajo"

UNRWA



La celeridad de EEUU –y de otros países– para retirar los fondos a la principal agencia de la ONU en Gaza contrasta con su negativa a paralizar su financiación militar al Ejército israelí y su apoyo diplomático al Gobierno ultraderechista de Netanyahu, a pesar de las medidas cautelares ordenadas por la Corte Internacional de Justicia, y de que ésta haya establecido que existen pruebas verosímiles de genocidio en curso en Gaza.

El Instituto Lemkin lamenta que, lejos de empujar a Israel para que cumpla, parte de la comunidad internacional occidental esté operando en sentido contrario. La correlación de fuerzas en el escenario global sigue dificultando la defensa de los derechos de los palestinos e, incluso, en algunos espacios la estigmatiza y criminaliza.

Juristas, expertos en genocidio, organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria, así como algunos Estados –encabezados por Sudáfrica–, buscan caminos y vericuetos posibles para salvar vidas y prevenir más matanza en Gaza, cuando ya hay más de 27.000 palestinos muertos, 69.000 heridos, miles de desaparecidos y más de un millón y medio de desplazados, según datos de la ONU.

"El Instituto Lemkin denuncia que Israel tortura a presos palestinos, 'un método que produce información poco fiable'"


El hambre como arma de guerra
Uno de los puntos más desarrollados por el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio incide en el peligro de perpetuar y empeorar el contexto de hambruna que sufre Gaza.

“Más allá de las muertes por bombardeos, disparos de francotiradores, guerra química y armamento autónomo, el hambre domina la Franja de Gaza. Esto no es único: convertir el hambre en un arma está previsto específicamente por la Convención sobre Genocidio como método e indicador del crimen de genocidio”.

En sólo tres meses el deterioro en Gaza se ha multiplicado hasta tal punto que actualmente el 80% de la población mundial en riesgo de muerte por hambre se encuentra en la Franja. El economista jefe del Programa Mundial de Alimento de Naciones Unidas ha señalado que “nunca en mi vida había visto algo así en términos de gravedad, escala y velocidad”, y el experto en derecho internacional de la Universidad de Tel Aviv, Aeyel Gross, ha advertido de que la UNRWA debe ser “apoyada” y no “desfinanciada”.

Varias organizaciones, como Human Rights Watch, también alertan de que el hambre se está usando como arma de guerra en Gaza. Sobre ello, el Instituto Lemkin denuncia que “durante un período de hambruna, implementar una cancelación permanente o una pausa en la financiación pone a los Estados con fondos previamente comprometidos en una situación potencial de violación de la Convención sobre Genocidio”.

En su comunicado menciona pronunciamientos similares, como los de Noruega, que ha indicado que continuará proporcionando fondos a la agencia de la ONU en Gaza con el fin de “salvar vidas y salvaguardar las necesidades básicas y derechos; la UNRWA es la columna vertebral de los esfuerzos humanitarios en Gaza”. España se ha posicionado del mismo modo, manteniendo e incluso incrementando su financiación.

También dedica unas líneas a los medios de comunicación, lamentando que muchos no hayan “reaccionado con alarma a estas amenazas” de retirar los fondos, e insta “a periodistas y editores a que informen de forma sólida de las dimensiones humanitarias y legales que supone esta retención de ayuda humanitaria a los palestinos”.

"En dos semanas expira el plazo planteado por la Corte Internacional de Justicia para que Israel muestre que cumple"

La tortura

Hace unas semanas la antigua funcionaria del Ministerio de Exteriores israelí, Noga Arbell, instó al Gobierno de Netanyahu a tomar medidas para debilitar a la UNRWA, afirmando que “será imposible ganar la guerra si no destruimos la UNRWA, y esta destrucción debe comenzar de inmediato”. Poco antes, en el mes de diciembre, la prensa israelí se había hecho eco de un plan del Ejecutivo de Tel Aviv para deshacerse de la agencia de la ONU, cuya primera fase consistiría, precisamente, en vincularla con Hamás.

“Poco después de los comentarios de Arbell, la Agencia de Seguridad de Israel (el Shin Bet) anunció sus acusaciones contra el personal de la UNRWA”, relata el Instituto Lemkin. Según medios de comunicación israelíes, tales afirmaciones se basaron en gran parte en confesiones extraídas a través de interrogatorios a prisioneros palestinos.

El Instituto para la Prevención del Genocidio recuerda que “Israel tortura habitualmente a los presos palestinos, un método que se ha demostrado que produce información falsa y poco confiable. Tras los ataques del 7 de octubre, de hecho, el Gobierno israelí adoptó y renovó varias medidas para legalizar una política de internamiento e institucionalizar la tortura a los detenidos. (…) Antes de estas medidas, el Shin Bet era conocido incluso dentro de Israel por buscar confesiones falsas bajo tortura”.

"Tomar medidas contra la UNRWA en su conjunto intensifica las acciones contra los refugiados palestinos". 

Instituto para la Prevención del Genocidio


Asimismo, solicita que “los Estados que han optado por suspender la financiación a la UNRWA comprendan las condiciones de interrogatorio en Israel. Según el derecho internacional, las confesiones obtenidas mediante tortura no pueden contarse como pruebas”.

Por lo demás, hace también referencia a la credibilidad de las acusaciones, recordando el informe Brom, elaborado en su día para el Centro Jaffee de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv. En él, el general de brigada israelí Shlomo Brom concluyó que “los organismos gubernamentales manipularon falsamente información de inteligencia para obtener apoyo” para impulsar la invasión de Irak, debido a “las relaciones entre la Inteligencia [israelí] y los altos responsables de la toma de decisiones”.

El informe Brom mostró que cuando se preparaba la invasión de Irak se presentó una “evaluación exagerada”, “impulsada por una imagen de inteligencia que fue manipulada”. El Instituto Lemkin advierte del peligro de una dinámica similar en la actualidad. “Una prisa por emitir juicios, en lugar de una confianza en el protocolo y en una investigación metódica, puede resultar en un error con consecuencias letales”, alerta.

Por último, resalta que “Israel ha violado sistemáticamente la seguridad y la santidad del estatuto de refugiado en la región. Tomar medidas contra la UNRWA en su conjunto representa una intensificación de las acciones contra los refugiados palestinos”.

Quedan dos semanas para que se cumpla el plazo otorgado por la Corte Internacional de Justicia a Israel. El Gobierno de Netanyahu tendrá entonces que mostrar que ha cumplido las medidas cautelares ordenadas por el máximo tribunal de la ONU. Éstas ordenan que Tel Aviv facilite la llegada a Gaza de toda la ayuda humanitaria necesaria y que adopte “todas las medidas a su alcance” para evitar “matar a miembros de un grupo”, causarles daños físicos o mentales e infligirles “deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial”.

En los circuitos defensores de la ley internacional y los derechos humanos se advierte de que las víctimas mortales y los heridos acumulados en estos últimos quince días en Gaza, la destrucción de más viviendas e infraestructuras y el desplazamiento forzado, junto con la retirada coordinada de fondos a UNRWA, no contribuyen a ejecutar los objetivos establecidos.

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