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lunes, 9 de diciembre de 2024

Por qué EE.UU. es el único país del mundo que se niega a ratificar la Convención de los Derechos del Niño

Niños estadounidenses de diversas razas y géneros frente a una bandera de EE.UU.

Fuente de la imagen,Getty Images

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El 20 de noviembre de 1989, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín, la Organización de Naciones Unidas aprobó uno de sus acuerdos más exitosos y emblemáticos: la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

El tratado, diseñado para proteger a los menores, fue el primero que reconoció que los niños y adolescentes tienen derechos propios y que los adultos son responsables de garantizarlos.

A partir de la firma, los Estados miembro de la ONU comenzaron a ratificar la CDN a través de votaciones en sus respectivos Parlamentos.

A día de hoy, 196 países han sancionado la Convención, convirtiéndola en el tratado de derechos humanos más ampliamente ratificado de la historia.

Sin embargo, hay un solo país que no ha completado este proceso y que, por ende, no está comprometido legalmente a acatar el acuerdo: Estados Unidos.

Aquí te explicamos cuál es la importancia de la CDN, por qué a 35 años de su aprobación EE.UU. sigue sin ratificarla y qué impacto tiene esa decisión.

¿Qué es la Convención sobre los Derechos del Niño?

Se trata de un tratado internacional que reconoce los derechos humanos de los niños, definidos como personas menores de 18 años.

Hasta la firma de este acuerdo los niños no eran reconocidos como sujetos de derecho. De hecho, hasta la Segunda Guerra Mundial se consideraba legal que trabajasen a la par de los adultos en muchos países.

La CDN no sólo estableció los derechos básicos a los que deben acceder todos los niños, sino que también hizo a las personas adultas responsables de esos derechos.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), "la convención ve al niño como individuo y como miembro de una familia y una comunidad, con derechos y responsabilidades apropiados para su edad y su etapa de desarrollo".

Dos niños refugiados somalíes 
 
Dos niños refugiados somalíes

Fuente de la imagen,Getty Images

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La Convención busca proteger a los niños en todo el mundo.

Definida por el organismo como una "ley internacional", brinda los siguientes derechos a "todos los niños, sin discriminación de ninguna clase":

  • Medidas especiales de protección y asistencia
  • Acceso a la educación y la atención de la salud
  • Que puedan desarrollar plenamente sus personalidades, capacidades y talentos
  • Que crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión
  • Que reciban información sobre la manera en que pueden alcanzar sus derechos y participar en el proceso de una forma accesible y activa

¿Por qué no lo ratifica EE.UU.?

A pesar de que Washington firmó la CDN en 1995, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, el país nunca cumplió con la obligación de ratificar el tratado a través de su Congreso.

Ninguno de los gobernantes que lideraron el país en estas casi tres décadas desde la firma, ya sean demócratas o republicanos, enviaron el tratado ante el Senado para su ratificación, dejando su aplicación inválida desde el punto legal.

El último intento por llevarlo ante la Cámara Alta fue en 2020, cuando la legisladora demócrata Ilhan Omar presentó una resolución llamando a que se vote, intento que no prosperó.

La principal traba tiene que ver con el hecho de que quienes adhieren a la convención se comprometen a adecuar su marco normativo para incluir los 54 artículos que conforman la CDN, y así garantizar su aplicación en ese país, un paso que EE.UU. nunca ha dado.

Los defensores del tratado en ese país sostienen que la convención representa un estándar internacional básico de protección infantil y advierten que la falta de ratificación deja a EE.UU. en una posición única y aislada a nivel mundial.

Sin embargo, hasta ahora los partidarios de la convención no han logrado reunir el consenso necesario para que sea tratado por el Senado.

Incluso a pesar de que muchos gobiernos estadounidenses han dicho que respaldan los derechos descritos en la CDN.

La diputada demócrata Ilhan Omar

La diputada demócrata Ilhan Omar

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La diputada demócrata Ilhan Omar intentó ratificar la convención en 2020. 

Uno de los principales escollos que enfrentan quienes abogan por su ratificación es que, para que un tratado internacional sea ratificado en EE.UU., se necesita el apoyo de una mayoría de dos tercios en la Cámara Alta, un consenso difícil de lograr dadas las objeciones de quienes temen que la CDN pueda limitar la autoridad del país en ciertos temas.

Tres preocupaciones

Los grupos que se resisten a la ratificación, principalmente alineados con el Partido Republicano, consideran que suscribir legalmente la Convención podría llevar a interferencias en tres áreas:

1. Autoridad parental

La CDN incluye derechos como el de los niños a expresar sus opiniones en asuntos que los afectan (Artículo 12), lo que algunos grupos conservadores interpretan como una amenaza a la autoridad parental.

Estos objetores creen que otorgar a los niños derechos legales podría interferir en la capacidad de los padres para tomar decisiones en la crianza y educación de sus hijos.

Según la ONG Parental Rights, la convención le da demasiado poder al Estado, haciendo que los padres "pierdan su derecho a ser padres", y "socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y devastadores" para los mismos niños.

"(La CDN) establece que 'en todos los asuntos relacionados con los niños, la consideración primordial será el interés superior del niño'. Pero, ¿quién decide cuál es el 'mejor interés' de su hijo? Usted, no el gobierno", afirma el organismo en su sitio web.

Jo Becker, directora de incidencia de la división de derechos infantiles de Human Rights Watch (HRW) le dijo a BBC Mundo que "esta fuerte oposición de organizaciones conservadoras" es la principal causa por la que no se ha ratificado la CDN en EE.UU.

"Algunos críticos incluso han dicho que les daría a los asistentes sociales más poder que a los padres para decidir sobre sus hijos", señala.

"Pero esta creencia es falsa. Hay numerosas referencias en la convención a los roles y responsabilidades de los padres y la importancia de su lugar en la crianza de los niños. Así que están leyendo incorrectamente la CDR", asegura.

"Los únicos casos en los que un Estado puede suplantar el rol de los padres es cuando hay claros indicios de violencia, abandono o maltrato de niños. Y creo que la mayoría de las personas estarían de acuerdo en que en esos casos es apropiado que los niños sean puestos bajo el cuidado del Estado", afirma.

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

Donald Trump hablando ante la Asamblea General de la ONU en 2018

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Donald Trump cree que EE.UU. podría perder poder si ratifica un tratado que es gobernado por la ONU.

2. Soberanía nacional

Los sectores conservadores también temen que ratificar la CDN afecte la soberanía del país al permitir que una convención internacional tenga influencia sobre las leyes internas relacionadas con los derechos de los niños.

"Nunca entregaremos la soberanía de EE.UU. a una burocracia global no electa e irresponsable... EE.UU. está gobernado por estadounidenses", dijo en 2018 ante la Asamblea General de la ONU el entonces presidente Donald Trump.

"Según el Artículo VI de nuestra propia Constitución, un tratado ratificado se convierte en 'la ley suprema del país'", advierte, por su parte, Parental Rights.

El organismo resalta que, mientras que para otras naciones la ratificación de este tratado "es, en el mejor de los casos, una declaración de aspiraciones (y para muchas, como Irán, China y Corea del Norte, una mera cortina de humo política)", en EE.UU. una ratificación le daría a la convención rango de ley federal.

"Algunos, en especial miembros del Partido Republicano, están preocupados de que ratificar cualquier instrumento internacional socavará la soberanía de EE.UU., y por eso han pasado unos 20 años desde que EE.UU. ratificó cualquier tratado de derechos humanos", observa Becker, de HRW.

La experta reconoce que si EE.UU. ratificara la convención "efectivamente estaría legalmente obligado a cumplirla", pero asegura que "las leyes estadounidenses seguirían aplicando y no le daría a la ONU la autoridad para intervenir en las vidas de familias o de sustituir la ley de EE.UU.”, como temen quienes se oponen a la ratificación.

3. Impacto legal

Este teórico conflicto entre el derecho internacional y las leyes estatales y federales del país es la tercera cuestión que frena la sanción de este tratado.

En particular preocupa un tema en el que las leyes estadounidenses se contradicen con la convención.

"La CDN establece claramente que los niños nunca deben ser sentenciados a cadena perpetua sin libertad condicional por delitos cometidos antes de los 18 años y en EE.UU. aún tenemos más de 20 Estados que permiten condenas de por vida sin libertad condicional para crímenes cometidos antes de los 18", detalla la defensora de derechos infantiles.

Maños de un niño esposado

Maños de un niño esposado

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EE.UU. permite encarcelar a los menores de edad de por vida, algo que la convención prohíbe. Sin embargo, Becker afirma que esto no debería ser una barrera para la ratificación.

"EE.UU. podría presentar una reserva sobre este tema en particular, diciendo que está preparado para cumplir con todas las otras obligaciones de la convención", sostiene.

Consecuencias

Los defensores de la CDN consideran que es fundamental para la protección de niños y niñas porque establece una obligación legal y moral de los Estados a garantizar su derecho a la salud, educación y seguridad social, y su protección contra la violencia, los conflictos armados, el matrimonio infantil y la explotación.

En ese sentido, señalan que la no ratificación de EE.UU. no solo deja a ese país a contramano del mundo, dañando su reputación internacional y socavando su autoridad en cuestiones que afectan a los niños, hasta el punto de quedar como hipócritas en esta área.

También denuncian que no adherirse a la convención deja a los menores estadounidenses desprotegidos.

"HRW realizó una evaluación de las leyes en los 50 Estados del país y podemos afirmar que ni uno solo tiene leyes que cumplan con los estándares de la convención", afirma Becker.

"Por lo tanto todos los días, los niños en EE.UU. están viviendo con menos protección legal de la que tendrían si EE.UU. ratificara la convención".

Sin embargo, algunos defensores de los derechos infantiles creen que organismos como HRW y otros que hace décadas abogan por la ratificación deberían cambiar su enfoque.

"Debido a la oposición conservadora y a la norma de política internacional de EE.UU. de no ratificar los tratados internacionales de derechos humanos, es probable que EE.UU. nunca ratifique la Convención sobre los Derechos del Niño", escribió en la Revista de Derechos del Niño la académica de la Universidad de Plymouth Charlotte Galvin.

"Si bien algunos activistas pueden estar en desacuerdo, probablemente sería mejor invertir los recursos en presionar al gobierno para que reforme las leyes nacionales que actualmente están en conflicto con las disposiciones de la convención", opinó.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

Niños con camisetas con banderas de diferentes países, incluyendo EE.UU.

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Los defensores de la CDN sostienen que los niños estadounidenses están en desventaja por la negativa del país a ratificar el tratado.

Gaza

Por otra parte, también hay quienes relativizan la importancia de la CDN, remarcando que la ONU tiene poco poder para hacerla cumplir, incluso entre quienes la han ratificado.

El caso que hoy genera más polémica es el de Israel, país que firmó la convención en 1990 y la ratificó al año siguiente.

Según Unicef, la guerra que lleva a cabo ese país contra Hamás en la Franja de Gaza, en represalia por los ataques del 7 de octubre de 2023, ha causado la muerte de más de 14.000 niños palestinos.

En septiembre pasado, a Israel le tocó comparecer ante el Comité de los Derechos del Niño, el grupo de expertos que tiene la responsabilidad de supervisar de manera periódica si los países cumplen con las obligaciones legales establecidas por la convención.

En sus conclusiones, el comité realizó una condena muy enérgica de las acciones militares de Israel en Gaza e instó al país a que ponga fin de inmediato a la matanza y las lesiones de niños allí.

"La muerte atroz de niños es casi única en la historia", denunció a la prensa el vicepresidente del comité, Bragi Gudbrandsson.

Sin embargo, esta condena no ha frenado las acciones de Israel, que acusó al comité de tener una "agenda política" y responsabilizó de las muertes de niños palestinos a los dirigentes de Hamás que "se esconden" entre la población civil.

domingo, 3 de noviembre de 2024

_- Carta abierta a los magistrados de la Corte Penal Internacional. Yanis Varoufakis Brian Eno 08/10/2024

_- El 7 de octubre, Brian y yo instamos a la Corte Penal Internacional a que cumpla con su deber de defender el derecho internacional, persiguiendo los evidentes crímenes de guerra en Israel-Palestina, para evitar que el genocidio se normalice en todo el mundo.

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Estimados magistrados de la Corte Penal Internacional,

Nos dio ánimo recibir la noticia en Enero de que la Corte que presiden había decidido intervenir en el asunto Israel-Palestina. La humanidad necesita una Corte Penal Internacional que defienda el Estado de derecho y esté dispuesta a investigar las acusaciones más graves de violación del derecho internacional.

Hoy, 7 de Octubre de 2024, exactamente un año tras el inicio de la fase más reciente y la más inhumana de los setenta y seis años de conflicto entre Israel y Palestina, nos parece necesario dirigirnos directamente a ustedes. No sólo debido a la crueldad creciente de lo que está ocurriendo en el Oeste del río Jordán, sino también debido al peligroso precedente sentado en caso de que se permitiera a un Estado actuar de manera tan alejada del consenso internacional que define un comportamiento aceptable durante un conflicto. Si estos actos no son penalizados por una instancia como la que presiden, los Estados podrán llevar a cabo crímenes de guerra con aún más impunidad en el futuro.

Porque ahora es indiscutible: el Gobierno de Israel ha decidido la eliminación sistemática de cualquier aspecto de la vida palestina en Gaza. Ya hemos sido testigos de:

1) El bombardeo más intensivo de una área urbana con alta densidad de población que se recuerde.

2) La peor hambruna provocada a propósito en una población desde la Segunda Guerra Mundial.

3) La destrucción sistemática del sistema de salud.

4) Una cantidad sin precedentes de periodistas y trabajadores de la ONU asesinados.

El Gobierno de Israel ha atacado escuelas, universidades, bibliotecas, archivos, centros culturales, sitios del patrimonio, mezquitas e iglesias. Catedráticos y profesores han sido asesinados, junto a sus estudiantes y a menudo sus familias enteras. Mientras tanto, amparados por el conflicto de Gaza, los colonos israelíes protegidos por su ejército desahucian a los palestinos de sus tierras ancestrales, infringiendo de manera flagrante todos los principios del derecho internacional.

Todo esto no puede reducirse a simples infracciones de parte de un gobierno. La comunidad internacional no tiene la menor esperanza de que un cambio de gobierno haga que el Estado de Israel vuelva a respetar el derecho internacional. El 19 de Julio de 2024, la Corte Penal Internacional declaró ilegal la ocupación por Israel de Cisjordania, Gaza y de la parte Este de Jerusalén. Cinco días después, la Knéset, parlamento israelí, votó (65 votos a favor y 9 en contra) ignorar la resolución de la Corte Penal Internacional y de manera provocativa definió Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este como parte del “País de Israel”. Como muestra de su desprecio del derecho internacional y de las instituciones creadas por la humanidad después de la Segunda Guerra Mundial para defenderlo, el pasado martes el Gobierno de Israel negó al Secretario General de la ONU Guterres la entrada a su territorio

Por eso preguntamos: ¿Cuándo va a emitir su Corte acusaciones formales?

Hoy es el aniversario del inicio del capítulo más lúgubre de una tragedia de la que nuestra generación será responsable ante las futuras generaciones. Nunca ha sido tan necesaria para la humanidad una Corte como la suya, en la que los cerebros imparciales del derecho del mundo entero puedan alcanzar un consenso sobre las normas del comportamiento legal durante la guerra y después de ella. Su función es vital, y les imploramos para que actúen inmediatamente.

Gracias.

Brian Eno y Yanis Varoufakis

Yanis Varoufakis exministro de Finanzas de Grecia, dirigente del partido MeRA25 y profesor de Economía en la Universidad de Atenas.

Brian Eno célebre músico, compositor experimental, productor y artista visual británico, respalda las campañas de Artists for Palestine UK.

Fuente:
DIEM 25


domingo, 19 de mayo de 2024

_- Entrevista a Françoise Vergès «La liberación de Palestina sería una verdadera sacudida para el mundo»

_- Fuentes: El Salto [Foto: Vergès durante un momento de la entrevista. David F. Sabadell]


La politóloga antirracista Françoise Vergès es una pensadora clave del feminismo decolonial. La autora francesa radiografía el momento de quiebre en el que se encuentra el relato del excepcionalismo occidental que abandera Israel, y analiza los movimientos que le plantan cara desde las acampadas o el Sur global.
 

 La politóloga francesa Françoise Vergès (París, 1952) ha centrado su trabajo en la historia de la esclavitud, la investigación postcolonial o los feminismos. Autora de No todas las feministas son blancas (La vorágine, 2021), Un feminismo descolonial (Traficantes de sueños, 2022), o La memoria encadenada: Cuestiones sobre la esclavitud, (Anthropos, 2010), Vergès visitó Madrid a mediados de mayo, donde dio una conferencia en el ciclo Desde el río hasta el mar. Solidaridad internacional con Palestina, celebrado en el Museo Reina Sofía.

Sobre Palestina y su centralidad en las luchas anticoloniales del pasado y el presente, Vergès conversó ampliamente con El Salto en esta entrevista, en la que ubica la lucha por una Palestina libre en el centro del análisis de un mundo en transformación, donde un viejo régimen se revuelve contra la pulsión de transformación que viene de la juventud, del pensamiento decolonial o de los Sures. Movimientos que pujan por un cambio que nos permita por fin “humanizar el mundo”.

Su conferencia en el Reina Sofía se llamaba “Palestina es la medida de lo que somos capaces de hacer para cambiar el mundo”. 
¿Podría desarrollar esta idea? 
El pensador italiano Franco Berardi “Bifo” escribía en un artículo en el Salto que estamos ante un ataque del sionismo como vanguardia de un sujeto blanco, colonial, supremacista, patriarcal. Y que lo que estamos presenciando es una ofensiva desesperada de este antiguo régimen. 

¿Puede ser que esto sea el principio del fin para este régimen?
Sí, algo se está moviendo, algo ha cambiado. Toda la palabrería sobre que Israel es la única democracia de Oriente Medio donde los gays pueden vivir libremente, donde hay elecciones libres, se está quedando por el camino. Y el hecho de que Israel es la vanguardia del mundo occidental imperialista blanco está cada vez más claro. Como hemos visto, Sudáfrica va ante la Corte Internacional de Justicia. 52 países van ante la Corte Internacional de Justicia, todos del Sur global. Hay manifestaciones por todas partes, acampadas de estudiantes por todo el mundo. Hoy, las cosas se han movido, se han movido mucho más que antes. Hay algo de esta ilusión al ver cómo este discurso sobre la única democracia en Oriente Medio está en proceso de colapso, como lo está la idea del excepcionalismo de Occidente.

Occidente sería excepcional en comparación con otras regiones del mundo porque sería portador de los principios más generosos, de los valores más humanistas. Esa idea se derrumba. Obviamente, ha habido críticas al respecto durante mucho tiempo, pero ahora se está derrumbando de verdad. Siempre ha habido un doble rasero: Lo que era bueno aquí, lo que era bueno para la libertad y la igualdad aquí, no era bueno allí. Los derechos universales no eran universales. Esto es lo que cada vez está más claro: Los derechos universales eran para Occidente. Es un excepcionalismo desenmascarado, ahora por los jóvenes en África, Asia, América y Europa, pero antes por todo el trabajo que se ha hecho a lo largo de los años con las teorías decoloniales, postcoloniales y queer.

De hecho, a través de sus think tanks, el sionismo identifica las luchas antirracistas e interseccionales como uno de sus principales desafíos.

El sionismo es una ideología: la confusión entre ser sionista y ser judío es completamente falsa. Hay estudios que demuestran que al final de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos de Europa estaban en contra de la creación de un Estado de Israel, en contra de la creación de un Estado judío, así que el sionismo es una ideología de colonización. También es una ideología binaria, necesita un ellos y un nosotros. Y al mismo tiempo, también es una ideología de misión civilizadora colonial, dicen: “Respetamos a las mujeres, respetamos a los gays, respetamos a los queer”. Así que es esta ideología de la misión civilizadora la que también se está actualizando totalmente.

En este sentido vemos el resurgir del discurso anticolonial cuando hablamos de Israel. Ya en Palestina, desde las Intifadas, que fueron realmente importantísimas, surgió el movimiento BDS. Después, en los últimos años, los pueblos indígenas, los queers, Black Lives Matter y toda una serie de movimientos sociales en todas partes han estado cuestionando el imperialismo y el neoliberalismo y mostrando la intersección entre ambos. Sabemos que mientras BLM celebraba una gran manifestación, jóvenes palestinos les explicaban a los jóvenes estadounidenses cómo protegerse de la policía y de la represión. Podemos recordar también lo que existió en los años 60 y 70: un internacionalismo en una nueva forma que está volviendo y que muestra que los pueblos indígenas que luchan en la India están en contacto con BLM, quienes están en contacto con los movimientos en Sudáfrica, que a su vez están en contacto con Palestina.

A Israel también le inquieta el judaísmo antisionista y sus alianzas con el antirracismo. Sí, le resulta muy preocupante. Creo que la brutalidad de la reacción actual es proporcional al miedo. Ven que las cosas están cambiando y que todos estos movimientos, durante todos estos años, han estado desafiando su sistema de desposesión, explotación, extracción y racismo. Así que hay que recuperar, hay que reprimir. La propaganda tiene dos cartas en la manga, por así decirlo. Una es acusar de antisemitismo a cualquier opinión que cuestione la política racista y de apartheid del Estado de Israel. Y la otra son los derechos de las mujeres, una forma de feminacionalismo.

Así, por un lado, dicen que todo es antisemita: Si decimos “del río al mar”, si hablamos de un solo Estado, si criticamos el apartheid, todo esto sería amenazar la vida de los judíos, cuando es del Estado de Israel de lo que estamos hablando, de un Estado con una política. En la guerra en Argelia hablábamos del Estado francés enviando al ejército y torturando. No hablábamos de los franceses en general. Y del mismo modo, en la época de las grandes manifestaciones contra la guerra imperialista en Vietnam, se acusaba al gobierno estadounidense, no se trataba de los estadounidenses. Del mismo modo, tenemos todo el derecho a hablar y denunciar las políticas del Estado de Israel. Sin embargo, dicen que hay antisemitismo está en todas partes, aunque, como usted ha dicho, hay muchos jóvenes judíos y también no tan jóvenes, como Jewish Voice for Peace (JVP), o la Unión Judía por la Paz, en Francia, que dicen: “No es nuestro nombre”, “nunca más significa nunca más para todos”.

La segunda carta propagandística, es la cuestión de los derechos de la mujer vistos desde Occidente, diciendo que las mujeres musulmanas están oprimidas porque los hombres musulmanes son opresores por naturaleza. Así que Occidente va a liberar a esas mujeres. Y ahí, por ejemplo, todo este orientalismo de mostrar a los hombres árabes y musulmanes como naturalmente brutales, forma parte de este feminismo imperialista de las feministas blancas, que son las portavoces de este discurso.

Usted defiende que el feminismo debe de estar del lado de la solidaridad con Palestina. Sin embargo, la ministra de Derechos de las Mujeres amenazó a los grupos feministas con no otorgarles más subvenciones si no condenaban explícitamente a Hamás. En Francia, hay todo un feminismo —es lo que intenté explicar en mi libro Un Feminismo descolonial— que ha tomado protagonismo con su obsesión por el Islam y las mujeres con velo. Así que las ministras de Derechos de las Mujeres, tanto en los gobiernos de izquierdas como en los de derechas, actúan como portavoces de un feminismo civilizatorio. Y la actual ministra de Derechos de la Mujer ha amenazado a los grupos de mujeres que no hayan condenado claramente el atentado del 7 de octubre con retirarles las subvenciones. Obviamente, al final no encontraron nada. Pero están las amenazas como ésta, están las intimidaciones constantes, son después de todo una forma de censura. Incluso existe la censura directa, cuando desde un grupo de militantes preparamos un encuentro en diciembre contra el antisemitismo y su instrumentalización por parte de Israel, y por la paz en Palestina, la ciudad de París lo prohibió.

Aquella conferencia con Judith Butler. Sí, presionaron a la sala para que la prohibiera, una sala que recibe muchas subvenciones de la ciudad de París. Así que encontramos un local privado y lo pagamos nosotras: celebramos el encuentro el 3 de marzo, pero esta gente se enfureció porque pudimos finalmente organizarlo, y porque Judith Butler, que es un icono de la filosofía, una filósofa invitada por las grandes instituciones, vino a hablar con activistas decoloniales, activistas antirracistas, ¡esa misma tarde fue atacada y amenazada!. La gente de la izquierda socialista dijo que estaba muy decepcionada con ella. Las feministas dijeron que Butler ya no podía considerarse feminista. Judith Bulter no era feminista porque había declarado su apoyo a la lucha del pueblo palestino. Y también porque explicó cómo el antisionismo no es antisemitismo. Así que estamos viendo presión, mucha presión.

Lo que enfurece a las autoridades es que las manifestaciones continúan. Los estudiantes continúan acampando en la universidad, manteniéndose firmes en sus demandas. Por eso las autoridades son cada vez más violentas, más brutales, y también intentan aprobar leyes que castiguen lo que ellas llaman “antisemitismo”: decir Palestina Libre, llevar una kufiya u ondear la bandera palestina… Este aumento de la represión es un acto de pánico.

En 2016 se aprobó la definición de antisemitismo de la IHRA que incluye ejemplos que tienen que ver con el Estado de Israel y con el sionismo como formas de antisemitismo. Desde entonces esta definición se ha ido aprobando en numerosos países. Pareciera que hubiesen previsto la necesidad de crear un marco para reprimir con más dureza las críticas a Israel.

De hecho, después de la segunda intifada, el Estado de Israel vio que estaba perdiendo crédito: después de todo, no puedes matar a niños así a ojos del mundo. Entonces fue cuando iniciaron una gran campaña de propaganda con escritores y artistas, sobre todo a través del arte. Porque el arte, es para todo el mundo, es humanista. Quisieron mostrar a Israel bajo una luz muy agradable, con un montón de series de televisión muy bien hechas, toda una serie de películas de propaganda para mostrar que “mira, somos muy abiertos”, un montón de guiones sobre las reflexiones de un joven soldado, etc, para mostrar “que también somos seres humanos” porque el Estado entendió que era absolutamente necesario. Empezaron a organizar viajes, traer escritores y artistas de fuera a Israel para mostrarles cómo Israel es un país multicultural. Tenían mucho miedo. Y ahora tienen aún más miedo. El hecho en particular de que movimientos judíos como JVP o la Unión Francesa de Judíos por la Paz, u otros grupos en Inglaterra, o en Alemania se escuchen cada vez más les aterroriza.

Estas organizaciones existían pero no las oíamos. Y ahora están al frente, denunciando, siendo virales. Eso significa que el estado de Israel ya no puede jugar el papel de ser el estado de refugio para todos los judíos del mundo, “que vienen aquí, que es donde realmente serás judío”. La gente dice, “pero puedo ser judío en Francia, puedo ser judío en Argentina, puedo ser judío en Italia, puedo ser judío en Canadá. Ese no es el punto. Ustedes son un estado de apartheid”. Por eso es extremadamente importante para el Estado de Israel continuar esta guerra y contar con el apoyo de los Estados Unidos. El apoyo incondicional de Estados Unidos también pone de relieve la injusticia en la organización mundial desde la Segunda Guerra Mundial, que haya países que tengan derecho de veto en el Consejo de Seguridad —Francia, Estados Unidos, Rusia, China. También pone de relieve cómo Estados Unidos puede permitirse sustraerse a la justicia internacional. Lo que está saliendo cada vez más a la luz es la profunda injusticia que estos países occidentales perpetran, mientras se proclaman amigos de la paz, amigos de los niños, de las mujeres. Todo lo que vemos es una sucesión de negaciones de estos principios.

También hemos visto profundizarse la brecha entre las izquierdas institucionales europeas o cierto feminismo, y los movimientos de base. 

¿Supone el genocidio una sacudida para la izquierda? 
Sí, hay una sacudida para la izquierda institucional en Europa, pero no podemos ver el reemplazo. Hay una crisis real de la izquierda en la que toda la izquierda se está moviendo hacia la derecha y la derecha se está moviendo hacia la extrema derecha. Así que la izquierda se está convirtiendo en el centro y la derecha se está convirtiendo en la extrema derecha. Eso es lo que estamos viendo. 

Hay una izquierda que no consigue decirse a sí misma ¿qué hay hoy en el horizonte? 
Estamos en el siglo XXI, ¿qué implica? Estamos, por ejemplo, en Europa. ¿Qué es Europa? Es la Europa del liberalismo, del neoliberalismo. También está el hecho de que ya no es sólo Occidente, hay muchas otras potencias. Estamos en un mundo en el que tenemos que observar todos los cambios que ocurren. Y en mi opinión, hay una contrarrevolución mundial, precisamente contra el hecho de que en las últimas décadas hay movimientos que se han hecho cada vez más fuertes. Movimientos por cosas muy concretas: por el derecho a la tierra, el derecho al agua, el derecho al aire no contaminado, la defensa de los bosques, la defensa de los ríos, la defensa de los barrios.

Así que hay una contrarrevolución mundial. Es Milei en Argentina, es Meloni en Italia, son los partidos de extrema derecha en Finlandia, Suecia, Francia, España, Inglaterra, todos contra el woke, contra las personas trans, contra el género. Su mundo se tambalea. El mundo que han construido, que se ha construido desde el siglo XV, se tambalea. Necesitamos una renovación de eso. Vemos a la izquierda de la izquierda, en los movimientos que están ocurriendo horizontalmente, movimientos como los Levantamientos de la tierra en Francia, los movimientos de cooperativas aquí, las trabajadoras de los cuidados organizándose, de todos los trabajos que no están en las fábricas, que no son considerados por los sindicatos tradicionales… Las cosas se mueven, constituyen un nuevo terreno para una izquierda anticapitalista y antirracista.

Ayer en la conferencia había cierta esperanza en su discurso, ¿qué margen de maniobra queda entre esta mejor comprensión del mundo, y la constatación de la fortaleza del poder? 
El poder es muy, muy duro. Creo que quizá muchos de nosotros habíamos olvidado que el Estado está cada vez más al servicio de las corporaciones. Es el Estado el que aprueba leyes diciendo, vamos a liberalizar, vamos a vender tierras, vamos a expulsar a los agricultores. Y es cierto que en Europa todavía se puede apelar a los tribunales. Pero también que aquí la policía está cada vez más militarizada, cada vez hay más vigilancia en nuestros teléfonos, todo esto es cada vez más extremo. 

Así que cuando te enfrentas a ello, a veces puedes preguntarte “¿Cómo lo hago? ¿Por dónde empiezo?” 
Y creo que también tenemos que empezar de nuevo, partiendo del hecho de que estamos menos en las grandes ideas y los grandes sueños. Ubicarse en el: “estoy aquí, tengo la máquina del poder delante de mí. La miro y digo, ah, si tiro una piedra, va a ralentizar la máquina, va a obstaculizarla, y va a haber mucha gente tirando piedras en España y en Estados Unidos. Así que eso va a ralentizarla aún más”.

También hay mucha esperanza en la nueva forma de luchar. En los movimientos de los jóvenes, o incluso de los no tan jóvenes, que son mucho menos jerárquicos, menos verticales y menos masculinos. Donde se cuidan las unas a las otras. Es llamativo en las acampadas estudiantiles de hoy: preparan espacios por ejemplo para la oración, para que vayan los estudiantes musulmanes o los judíos o los cristianos. Hay mucha más atención los unos a los otros. Más atención para reconocer las necesidades de cada cual, si es religioso, o si es queer. Así que se trata de tener todo eso en cuenta y al mismo tiempo ser consciente de qué es lo que nos une. 

Las formas de alianza son más flexibles y al mismo tiempo igual de decididas. Sí, es cierto que a veces podemos tener esa sensación, preguntarnos “¿Pero cómo se hace?” 
Pero para mí, repito, el hecho de que estemos ante esta contrarrevolución mundial demuestra que estamos avanzando.

Estamos en una nueva conmemoración de la Nakba. ¿Veremos algún día una reparación para el pueblo palestino? 
No sé si yo llegaré a ver esto, pero creo que tenemos que seguir luchando para reparar las cosas. Tenemos que luchar para reparar el mundo. Sylvia de Winter, filósofa pero también activista en Sudáfrica, dice: “Tenemos que humanizar el mundo”. El mundo aún no está humanizado. Todavía estamos en la era del Hombre con H mayúscula, del soldado blanco asesino. Todavía no somos seres humanos, y para que eso ocurra, tenemos que acabar también con todo este masculinismo. El ejército, la policía, el hecho de que el mundo esté regulado por la represión. Tenemos que replantearnos qué es la paz. Nunca hemos vivido en paz. Ha habido paz en Europa, pero sólo porque Europa externalizó las guerras. Y en cualquier caso, en la Europa de la posguerra, hubo una dictadura en Portugal, hubo una dictadura en España, hubo una dictadura en Grecia.

Ese relato anterior de la Europa en paz pre Gran Guerra olvida las guerras coloniales. Y aunque había paz para muchos europeos, era lo que Rosa Luxemburgo llamó paz armada, es decir, una paz que se hizo porque había un ejército y una policía para reprimir al pueblo. Eso no es la paz. Creo que esta noción de paz también necesita ser reapropiada contra la militarización forzada y acelerada del mundo, que necesitamos aprender a vivir en paz, de verdad. Y por eso, cuando decimos paz en Palestina, no se trata sólo de detener la masacre, obviamente, es necesario que se detenga la violencia, pero también se trata de preguntarse ¿cómo será vivir en paz? 

Tenemos que aprender. Vivir en paz significa que el Estado de Israel debe renunciar a la colonización, renunciar a lo que fundó, renunciar a ser la vanguardia del Occidente imperialista en Oriente Medio, y vivir con los demás.

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sábado, 17 de febrero de 2024

Comunicado del Instituto para la Prevención de Genocidio. «La retirada de fondos a UNRWA es un castigo colectivo contra los palestinos

>La retirada de fondos a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) por varios países sigue generando preocupación y reacciones en el ámbito de los derechos humanos. La decisión, impulsada por Estados Unidos y seguida por otras naciones aliadas, fue anunciada el mismo día en el que la Corte Internacional de Justicia establecía que hay “pruebas plausibles” para investigar a Israel por genocidio en Gaza y ordenaba medidas cautelares al Gobierno de Netanyahu, que debe cumplir en el plazo de un mes. Han pasado dos semanas desde entonces. El Ejército israelí no ha detenido sus ataques sobre Gaza, ha asediado hospitales, bombardeado viviendas y edificios públicos, matado a otros mil palestinos y mantenido un contexto que facilita el hambre y las enfermedades. A ello se suma la suspensión de la financiación a la UNRWA por parte de dieciocho países, lo que supone más del 60% del presupuesto de la principal agencia de la ONU en Gaza, que facilita alimentación, educación y refugio. Su comisionado general, Philippe Lazzarini, ha advertido de que esta retirada de fondos puede llevarla “a un riesgo de colapso”.Este jueves el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, ha denunciado que Israel está destruyendo “todos los edificios en Gaza dentro del radio de un kilómetro de la valla” que separa este territorio de Israel. “La destrucción generalizada de bienes, no justificada por necesidades militares, y ejecutada de forma ilegal y sin motivo, constituye una grave violación de la Convención de Ginebra y un crimen de guerra”, ha añadido.
"Retirar los fondos a UNRWA funciona como eje para que se propaguen los actos genocidas contra los palestinos" Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio

El comunicado
En este contexto se enmarca el contundente comunicado emitido por el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio, que lleva el nombre del abogado judío polaco Raphael Lemkin, padre del término y concepto de genocidio. En él se advierte de que la retirada de fondos a la UNRWA viola en sí misma el fallo provisional de la Corte Internacional de Justicia y opera en sentido contrario a las medidas cautelares emitidas por este tribunal.

Además, señala que “la amenaza” de suspender dicha financiación supone “una grave escalada”, facilita “que se propaguen actos genocidas” en Gaza y “sugiere la intención de destruir, total o parcialmente, al pueblo palestino, mediante la destrucción de la balsa salvavidas proporcionada por la UNRWA”.

Algunos de los párrafos del comunicado son especialmente duros, como este: “[Esta retirada de fondos] representa un giro por parte de varios países desde una posible complicidad en genocidio hasta la participación directa en una hambruna diseñada. Es un ataque a lo que queda de seguridad personal, libertad, salud y dignidad en Palestina”.

"Nos preocupa que esta acción sea una represalia contra las medidas ordenadas por la Corte Internacional a Israel" 

Una represalia
Los letrados, los expertos en genocidio y en derecho internacional que integran esta organización se unen de este modo a lo que consideran “un creciente consenso de profesionales del derecho internacional y estudiosos del genocidio” que señalan que “esta acción equivale a una mayor participación en el genocidio en curso de palestinos en Gaza”.

“Nos preocupa que esta acción, programada de tal modo, sea una represalia contra la orden de medidas preventivas a Israel adoptada por la Corte Internacional de Justicia”, advierten.

Del mismo modo se ha pronunciado el abogado y director de Human Rights Watch hasta 2022, Keneth Roth, quien señala que “parte de la vendetta de Netanyahu contra la UNRWA puede deberse a que la Corte Internacional de Justicia citó extensamente a su jefe en su fallo, en el que estableció que es creíble que Israel esté cometiendo genocidio en Gaza”.
 
"Nos preocupa que esta acción sea una represalia contra las medidas ordenadas por la Corte Internacional a Israel"

La misma denuncia desde otras voces
En el mismo sentido que el Instituto Lemkin, el abogado y profesor de derecho internacional Francis Boyle –el primero que ganó un caso de protección por genocidio (Bosnia)– ha denunciado que la ayuda militar a Israel puede constituir complicidad en genocidio y que la retirada de fondos a la UNRWA añade una “violación directa del artículo 2(c) de la Convención de Genocidio: ‘Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial’”.

La relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, también ha indicado que esta retirada de fondos a la UNRWA supone un castigo colectivo y una probable violación de la Convención sobre Genocidio. Una posición similar defiende el profesor Alonso Gurmendi Dunkelberg, experto en derecho internacional de la Universidad de Oxford, quien considera que las amenazas a la financiación se han convertido en parte del crucial “debate de intenciones” con respecto a la aplicación de la Convención sobre Genocidio en las políticas de Israel en Gaza.

Otra voz en la misma línea es la de Christopher Gunness, portavoz de UNRWA entre 2007 y 2019, quien advierte que esta retirada de fondos constituye “una violación de la ley internacional, de las medidas cautelares de la Corte Internacional de Justicia y de la Convención sobre Genocidio; será devastador para Gaza”.

"Sky News y Channel 4 han comprobado que el informe israelí contiene acusaciones pero no pruebas contra esos trabajadores de UNRWA"


La acusación, la reacción y la investigación
Las naciones que han retirado su financiación a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos son Estados Unidos, Alemania, Australia, Austria, Canadá, Estonia, Finlandia, Francia, Islandia, Italia, Japón, Países Bajos, Rumania, Suiza y Reino Unido. Justifican su decisión en base a las acusaciones presentadas por el Gobierno de Netanyahu, que afirma que doce trabajadores de UNRWA –de los 30.000 con los que cuenta, 13.000 de ellos en Gaza– habrían participado en los atentados de Hamás del 7 de octubre.

Hasta la fecha, las presuntas pruebas de esas acusaciones no se han hecho públicas. Tampoco los medios de comunicación han tenido acceso a ellas. Las cadenas británicas Sky News y Channel 4, así como el diario Financial Times, sí han conseguido obtener en exclusiva el informe israelí que contiene las acusaciones. Sky News señala que dicho informe no contiene pruebas y que varias de las acusaciones ni siquiera vinculan a la UNRWA. Del mismo modo ha informado Channel 4.

El periódico Financial Times ha señalado que “la evaluación de inteligencia, a la que ha tenido acceso el Financial Times, no proporciona ninguna prueba que respalde las afirmaciones”. Lindsey Hilsum, editora de Channel 4 News International, ha formulado públicamente la siguiente pregunta: “¿Por qué los donantes, incluido Reino Unido, retiraron la financiación tras acusaciones tan endebles y no probadas antes de una investigación?”.


"La evaluación de inteligencia, a la que hemos tenido acceso, no proporciona ninguna prueba que respalde las afirmaciones"

Financial Times



A pesar de no tener acceso a las presuntas pruebas, UNRWA reaccionó de forma inmediata y despidió a nueve de estos doce trabajadores. De los tres restantes, dos están muertos y un tercero no ha podido ser identificado aún. Además, Naciones Unidas ha encargado una investigación independiente y exhaustiva para esclarecer los hechos.

La directora de comunicación de UNRWA, Juliette Touma, ha explicado que en mayo, como cada año, la agencia entregó a Israel un listado con los nombres de todo el equipo de empleados, para que los servicios de inteligencia los supervisara. El Gobierno israelí no ofreció respuesta ni puso objeción alguna.

Sobre las consecuencias de la retirada de fondos, ha confesado que “no esperábamos la suspensión por parte de tantos donantes. Solo en las primeras 24 horas se retiraron nueve países, en medio de la guerra. Si esto no se revierte, a finales de febrero o principios de marzo tendremos que suspender el trabajo”.

Varios países que han anunciado su retirada de fondos admiten que no han tenido acceso a “todos los hechos”. “¿Cuán irresponsable puede ser el Gobierno australiano?”, se preguntaba este jueves el abogado Keneth Roth. “Suspendió la financiación de la UNRWA, acelerando la hambruna de los civiles palestinos, aunque ‘no tenía todos los hechos’. Sí sabía que la UNRWA inmediatamente despidió e investigó a los presuntos infractores”.

Refugiados palestinos en Rafah. El hambre está siendo usada como arma de guerra, denuncian varias organizaciones, como Human Rights Watch. Mohammed Zaanoun/MEI/AFP via Getty Images

"Si esto no se revierte, a finales de febrero o principios de marzo tendremos que suspender el trabajo"

UNRWA



La celeridad de EEUU –y de otros países– para retirar los fondos a la principal agencia de la ONU en Gaza contrasta con su negativa a paralizar su financiación militar al Ejército israelí y su apoyo diplomático al Gobierno ultraderechista de Netanyahu, a pesar de las medidas cautelares ordenadas por la Corte Internacional de Justicia, y de que ésta haya establecido que existen pruebas verosímiles de genocidio en curso en Gaza.

El Instituto Lemkin lamenta que, lejos de empujar a Israel para que cumpla, parte de la comunidad internacional occidental esté operando en sentido contrario. La correlación de fuerzas en el escenario global sigue dificultando la defensa de los derechos de los palestinos e, incluso, en algunos espacios la estigmatiza y criminaliza.

Juristas, expertos en genocidio, organizaciones de derechos humanos y de ayuda humanitaria, así como algunos Estados –encabezados por Sudáfrica–, buscan caminos y vericuetos posibles para salvar vidas y prevenir más matanza en Gaza, cuando ya hay más de 27.000 palestinos muertos, 69.000 heridos, miles de desaparecidos y más de un millón y medio de desplazados, según datos de la ONU.

"El Instituto Lemkin denuncia que Israel tortura a presos palestinos, 'un método que produce información poco fiable'"


El hambre como arma de guerra
Uno de los puntos más desarrollados por el Instituto Lemkin para la Prevención del Genocidio incide en el peligro de perpetuar y empeorar el contexto de hambruna que sufre Gaza.

“Más allá de las muertes por bombardeos, disparos de francotiradores, guerra química y armamento autónomo, el hambre domina la Franja de Gaza. Esto no es único: convertir el hambre en un arma está previsto específicamente por la Convención sobre Genocidio como método e indicador del crimen de genocidio”.

En sólo tres meses el deterioro en Gaza se ha multiplicado hasta tal punto que actualmente el 80% de la población mundial en riesgo de muerte por hambre se encuentra en la Franja. El economista jefe del Programa Mundial de Alimento de Naciones Unidas ha señalado que “nunca en mi vida había visto algo así en términos de gravedad, escala y velocidad”, y el experto en derecho internacional de la Universidad de Tel Aviv, Aeyel Gross, ha advertido de que la UNRWA debe ser “apoyada” y no “desfinanciada”.

Varias organizaciones, como Human Rights Watch, también alertan de que el hambre se está usando como arma de guerra en Gaza. Sobre ello, el Instituto Lemkin denuncia que “durante un período de hambruna, implementar una cancelación permanente o una pausa en la financiación pone a los Estados con fondos previamente comprometidos en una situación potencial de violación de la Convención sobre Genocidio”.

En su comunicado menciona pronunciamientos similares, como los de Noruega, que ha indicado que continuará proporcionando fondos a la agencia de la ONU en Gaza con el fin de “salvar vidas y salvaguardar las necesidades básicas y derechos; la UNRWA es la columna vertebral de los esfuerzos humanitarios en Gaza”. España se ha posicionado del mismo modo, manteniendo e incluso incrementando su financiación.

También dedica unas líneas a los medios de comunicación, lamentando que muchos no hayan “reaccionado con alarma a estas amenazas” de retirar los fondos, e insta “a periodistas y editores a que informen de forma sólida de las dimensiones humanitarias y legales que supone esta retención de ayuda humanitaria a los palestinos”.

"En dos semanas expira el plazo planteado por la Corte Internacional de Justicia para que Israel muestre que cumple"

La tortura

Hace unas semanas la antigua funcionaria del Ministerio de Exteriores israelí, Noga Arbell, instó al Gobierno de Netanyahu a tomar medidas para debilitar a la UNRWA, afirmando que “será imposible ganar la guerra si no destruimos la UNRWA, y esta destrucción debe comenzar de inmediato”. Poco antes, en el mes de diciembre, la prensa israelí se había hecho eco de un plan del Ejecutivo de Tel Aviv para deshacerse de la agencia de la ONU, cuya primera fase consistiría, precisamente, en vincularla con Hamás.

“Poco después de los comentarios de Arbell, la Agencia de Seguridad de Israel (el Shin Bet) anunció sus acusaciones contra el personal de la UNRWA”, relata el Instituto Lemkin. Según medios de comunicación israelíes, tales afirmaciones se basaron en gran parte en confesiones extraídas a través de interrogatorios a prisioneros palestinos.

El Instituto para la Prevención del Genocidio recuerda que “Israel tortura habitualmente a los presos palestinos, un método que se ha demostrado que produce información falsa y poco confiable. Tras los ataques del 7 de octubre, de hecho, el Gobierno israelí adoptó y renovó varias medidas para legalizar una política de internamiento e institucionalizar la tortura a los detenidos. (…) Antes de estas medidas, el Shin Bet era conocido incluso dentro de Israel por buscar confesiones falsas bajo tortura”.

"Tomar medidas contra la UNRWA en su conjunto intensifica las acciones contra los refugiados palestinos". 

Instituto para la Prevención del Genocidio


Asimismo, solicita que “los Estados que han optado por suspender la financiación a la UNRWA comprendan las condiciones de interrogatorio en Israel. Según el derecho internacional, las confesiones obtenidas mediante tortura no pueden contarse como pruebas”.

Por lo demás, hace también referencia a la credibilidad de las acusaciones, recordando el informe Brom, elaborado en su día para el Centro Jaffee de Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv. En él, el general de brigada israelí Shlomo Brom concluyó que “los organismos gubernamentales manipularon falsamente información de inteligencia para obtener apoyo” para impulsar la invasión de Irak, debido a “las relaciones entre la Inteligencia [israelí] y los altos responsables de la toma de decisiones”.

El informe Brom mostró que cuando se preparaba la invasión de Irak se presentó una “evaluación exagerada”, “impulsada por una imagen de inteligencia que fue manipulada”. El Instituto Lemkin advierte del peligro de una dinámica similar en la actualidad. “Una prisa por emitir juicios, en lugar de una confianza en el protocolo y en una investigación metódica, puede resultar en un error con consecuencias letales”, alerta.

Por último, resalta que “Israel ha violado sistemáticamente la seguridad y la santidad del estatuto de refugiado en la región. Tomar medidas contra la UNRWA en su conjunto representa una intensificación de las acciones contra los refugiados palestinos”.

Quedan dos semanas para que se cumpla el plazo otorgado por la Corte Internacional de Justicia a Israel. El Gobierno de Netanyahu tendrá entonces que mostrar que ha cumplido las medidas cautelares ordenadas por el máximo tribunal de la ONU. Éstas ordenan que Tel Aviv facilite la llegada a Gaza de toda la ayuda humanitaria necesaria y que adopte “todas las medidas a su alcance” para evitar “matar a miembros de un grupo”, causarles daños físicos o mentales e infligirles “deliberadamente condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial”.

En los circuitos defensores de la ley internacional y los derechos humanos se advierte de que las víctimas mortales y los heridos acumulados en estos últimos quince días en Gaza, la destrucción de más viviendas e infraestructuras y el desplazamiento forzado, junto con la retirada coordinada de fondos a UNRWA, no contribuyen a ejecutar los objetivos establecidos.

Fuente original: 

martes, 14 de noviembre de 2023

Alegato contra la guerra

Antes de comenzar la conferencia de apertura de la Quinta Edición del Congreso Recrea Academy en la ciudad de Guadalajara (México), pedí a los asistentes un minuto de silencio por las víctimas de la guerra entre Palestina e Israel. Los educadores y educadoras no podemos mirar para otro lado. No podemos cruzarnos de brazos como si nada pasara. No podemos encogernos de hombros como si nada tuviera que ver con nosotros.

Fue impresionante ver a una multitud de siete mil personas meterse en esa caja invisible de silencio hecha con materiales de rechazo, de dolor, de indignación y de condena. Después de escuchar mi breve alocución se pusieron de pie para recordar, sobre todo, a los niños y a las niñas. No solo a los que mueren en los bombardeos sino a los que seguirán viviendo con el horror en la mente y en el corazón. Quedarán marcados por el terror para siempre. “No hay bandera lo suficientemente larga para cubrir la vergüenza de matar a gente inocente”, dijo Howard Zinn.

El ataque terrorista por sorpresa de Hamas a Israel (milagrosamente no detectado por los sofisticados sistemas de vigilancia israelíes) suscitó una reacción de inusitada violencia. “Pagará un precio que nunca ha conocido”, dijo (e hizo) el primer Ministro Benjamin Netanyahu. Miles de personas han muerto en Israel y miles de personas han muerto en la franja de Gaza. Suma y sigue.

Otra guerra. Qué horror. Después de casi dos años de contienda en Ucrania estalla este horrible conflicto. No aprendemos. Después de tantos años de historia seguimos instalados en esta terrible irracionalidad: dirimir los conflictos en el campo de batalla. El que más muertos cause en el bando contrario es quien gana, quien tiene razón. Qué horror. Qué error. Decía Henry Miller que “cada guerra es una destrucción del espíritu humano”.

Cuesta creer que las imágenes que entran en las casas a través de los televisores son el fruto de decisiones que proceden de seres humanos racionales. ¿Cómo es posible que se denomine a nuestra especie como homo sapiens? Otros desastres (volcanes en erupción, tornados, danas, pestes, terremotos, tsunamis…) son fenómenos inevitables que causan destrucción y muerte. La guerra es el fruto de decisiones desquiciadas. Y, además, están impregnadas de sentimientos de odio que se acrecientan y multiplican con la destrucción y la derrota. Y con la sádica administración de la victoria.

Cuesta pensar que los miles y miles de millones que cuestan las armas de guerra podrían haberse destinado a salvar vidas, curar enfermedades, crear escuelas, hacer hospitales, acabar con el hambre, investigar la curación de enfermedades…

Todavía, después de tantos siglos de guerras, no hemos entendido que el ojo por ojo y diente por diente nos lleva a la destrucción total. “En la guerra no hay soldados ilesos”, dijo José Narosky. ¿Qué más necesitamos para darnos cuenta de que no hay nadie que gane una guerra? “La primera víctima de la guerra es la verdad”, decía Hiram Warren Johnson.

Si los grandes triunfadores del sistema educativo, que son quienes gobiernan los pueblos, no están especialmente empeñados en que desparezca del mundo la miseria, la ignorancia, la injusticia, el hambre, la dominación, el trabajo y el matrimonio infantil… ¿por qué hablamos de éxito del sistema educativo?

Si quienes gobiernan el mundo desprecian la palabra, la negociación y la diplomacia y pretenden solucionar los conflictos con bombas, misiles, tanques, aviones y fusiles…¿por qué pensamos que funcionaron los sistemas de enseñanza?

Si esas personas que gobiernan y deciden meter el mundo es tantos horrores, han sido elegidas por los votantes, ¿qué aprendieron esos electores y electoras en la escuela y qué les enseñamos? No parece lógico que se vote a corruptos si se ha aprendido a pensar y parece imposible que se vote a personas crueles que nos lleven a la guerra si se ha aprendido a convivir.

Por eso, este alegato contra la guerra se convierte en una interpelación a la escuela. Porque tanto los electores como los gobernantes han tenido muchos años de escolaridad. ¿Qué hicieron en las aulas? ¿Qué aprendieron? ¿Qué les enseñamos? ¿Qué ha pasado con los programas de educación para la paz, si alguna vez los hubo?

Quizás le esté atribuyendo a la escuela un poder que no tiene. Porque hay muchos otros agentes educativos en la sociedad: las familias, los medios de comunicación, las organizaciones gubernamentales… Sin embargo, quiero pensar que el epicentro de la educación se encuentra en la escuela.

¿Qué aprendieron estos líderes en la escuela? ¿Oyeron hablar alguna vez de educación para la paz? ¿Pensaron alguna vez en la importancia de la palabra, del diálogo, de la negociación para solucionar los conflictos? ¿Aprendieron que todos los seres humanos, sea cual sea su raza, su sexo, su edad, su credo… son depositarios de una dignidad indiscutible y de unos derechos inalienables?

Son pocos quienes deciden declarar una guerra. No conozco un plebiscito en el que pueblo haya votado sí a la guerra. “Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba” (Heródoto de Halicarnaso). Estoy seguro de que no ganaría nunca el referéndum del sí a la guerra. Los pocos que deciden declarar la guerra van a permanecer en retaguardia y, casi con seguridad, se van a librar de la muerte. Ellos envían a su pueblo a las trincheras, ellos mandan a su pueblo a la muerte para que defienda la patria. “La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran”.

Mi amigo José Antonio Binaburo, dedicó muchas horas y muchas ilusiones al desarrollo de un estupendo programa que operaba en las escuelas andaluzas bajo el lema “La escuela espacio de paz”.

No es fácil trabajar cada día en la escuela en estas ideas y sentimientos bajo el ruido aterrador de los bombardeos. El ruido que producen las bombas llega a los oídos de nuestros alumnos y alumnas con tanta fuerza que les impide oír nuestras palabras sobre la paz.

En nuestro país tenemos un expresidente del gobierno que todavía no ha pedido perdón al mundo ni a las víctimas por habernos metido en la guerra de Irak utilizando una solemne mentira que repitió, no cabe duda que a sabiendas, hasta la saciedad: existen armas de destrucción masiva en Irak. Y no las había. Cuántas veces gritamos en las calles, en las plazas, en las escuelas, en las televisiones NO A LA GUERRA? ¿De qué sirvió aquel clamor más que para desgañitarnos y desesperarnos?

He contado alguna vez que, en plena guerra del Golfo, un Instituto de Sevilla me pidió una conferencia sobre educación para la paz. Salí de mi casa en coche y, en el desplazamiento por carretera, me sobrevolaron los aviones que, desde la base americana de Rota, iban a la guerra. Estuve a punto de dar la vuelta y regresar. Porque pensé: ¿qué les voy a decir con sentido a estos chicos sin que se me caiga la cara de vergüenza?, ¿cómo voy a explicar que la guerra es una forma irracional e injusta de resolver los conflictos cuando la empleaban los poderosos de la tierra?, ¿por qué los gritos del pueblo no habían detenido el horror?, ¿por qué se utilizaban las armas pudiendo utilizar las palabras?

Creo que una guerra como la que ha estallado, destruye miles y miles de horas de trabajo, de educación y de solidaridad practicadas en la escuela durante décadas. Habrá que seguir trabajando por esta causa hasta erradicar de nuestro mundo esta horrible realidad. La reflexión cotidiana, la práctica de la solidaridad.

Habrá que practicar “La Pedagogía del mutuo aprecio”, como reza el título del hermoso libro del profesor mexicano Antonio Paoli. Dice el autor, con quien he tenido la oportunidad de dialogar estos días, que “nuestro propósito central es promover el mutuo aprecio. Este es el objetivo principal de toda pedagogía. El afán de nuestro quehacer es que cada uno se convierta en el horizonte del enaltecimiento de otro”.

¿Cómo funciona la escuela en un país en guerra? Alternando las horas de refugio con las horas de aprendizaje, viendo cómo las bombas aniquilan las palabras, comprobando cada día que faltan algunos niños y algunas niñas que ya nunca podrán volver. ¿Qué sentido tiene en ellas la educación para la paz?

La guerra destruye todas las utopías. Es necesario volver a reconstruirlas, volver a creer que es posible una convivencia armoniosa e inteligente. “La humanidad debe poner un final a la guerra antes de que la guerra ponga un final a la humanidad”. Y será la educación para la paz quien ponga el punto final a la guerra.

jueves, 4 de marzo de 2021

_- Yanis Varoufakis: En defensa de Ken Loach

_- Así que hemos llegado a esto: Ken Loach está siendo objeto de una campaña de difamación alentada por quienes no se detendrán ante nada para proteger las políticas de apartheid de Israel. El mensaje que se envía a las personajes de buena conciencia es sencillo: si no queréis veros tachados de antisemitas, guardad silencio sobre los crímenes contra la humanidad y los ataques a los derechos humanos en tierra palestina. Nos ponen a los demás sobre aviso: si podemos hacerle esto a Ken Loach, un hombre que ha pasado su vida abogando en favor de las víctimas de la opresión, el racismo y la discriminación, imaginaos lo que os haremos a vosotros. Si os atrevéis a apoyar los derechos humanos de los palestinos, afirmaremos que odiáis a los judíos.

El arte de difamar el perfil de un izquierdista se ha ido afinando aún más en los últimos tiempos. Cuando me llamó “motorista marxista” el Financial Times, me confesé gustosamente culpable. Llamarme estalinista, como hacen algunos derechistas nada sofisticados, tampoco logra desatar una crisis existencialista en mi alma, pues sé perfectamente bien que yo sería un estupendo candidato al gulag bajo cualquier régimen estalinista. Pero si me llaman misógino o antisemita, el dolor es inmediato. ¿Por qué? Pues porque conocedor de hasta qué punto estamos todos imbuidos en las sociedades occidentales de patriarcado, antisemitismo y otras formas de racismo, esas acusaciones tocan nervio.

Así pues, resulta una deliciosa ironía que a aquellos de nosotros que hemos hecho los mayores esfuerzos por librar a nuestras almas de la misoginia, el antisemitismo y otras formas de racismo es a quienes más nos duele que nos acusen de estos prejuicios. Somos perfectamente conscientes de la facilidad con la que el antisemitismo puede contagiarse a gente que no es racista en otros aspectos. Entendemos bien su astucia y su fuerza, el hecho, por ejemplo, de que los judíos son el único pueblo acusado a la vez de ser capitalistas y revolucionarios de izquierda. Esta es la razón por la que la acusación estratégica de antisemitismo, cuya finalidad consiste en silenciar y condenar al ostracismo a los que disienten, nos provoca un turbulencia interior. Y esto es que lo que está detrás del desmedido éxito de esas campañas de vilipendio contra amigos míos como Jeremy Corbyn, Bernie Sanders, Brian Eno, Roger Waters y ahora Ken Loach.

‘¿No es síntoma de antisemitismo su crítica exclusivamente de Israel?’, se nos pregunta a menudo. Dejando aparte la ridiculez de la afirmación de que nos hemos dedicado a criticar exclusivamente a Israel, la crítica de Israel no es y no puede ser nunca crítica de los judíos, exactamente igual que la crítica del Estado griego o del imperialismo norteamericano no es una crítica de los griegos o de los norteamericanos. Lo mismo se aplica a la hora de interrogarse sobre la sensatez de haber creado un Estado específicamente étnico. Cuando gente notable, tal es el caso de héroes míos como Hannah Arendt y Albert Einstein, han cuestionado el proyecto sionista de un estado judío en Palestina, resulta ofensivo afirmar que debatir la existencia de Israel significa ser antisemita. La cuestión no es si Arendt y Einstein llevaban o no llevaban razón. La cuestión es si el cuestionamiento de la sensatez de un estado judío en la tierra de Palestina resulta antisemita o no. Está claro que, si bien los antisemitas se opusieron a la fundación del Estado de Israel, no se sigue de ello que sólo los antisemitas se opusieran a la fundación de un Estado judío en Palestina.

Por aportar una nota personal, en 2015, mientras desempeñaba el cargo de ministro de Finanzas de Grecia, un diario griego favorable a la troika pensó que podía hacerme de menos representándome con la figura de Shylock. De lo que estos idiotas no se dieron cuenta es de que mancillar mi imagen asemejándome a un judío era y siguen siendo un timbre de honor. Por hablar también en nombre de amigos ya mencionados denigrados como antisemitas, nos sentimos profundamente halagados cuando un antisemita nos mete en el mismo saco que a un pueblo que ha resistido tan valerosamente el racismo durante tanto tiempo. Mientras un solo judío se sienta amenazado por el antisemitismo, nos prenderemos la estrella de David en el pecho, listos y dispuestos a que se nos cuente como judíos en solidaridad, aunque pueda ser que no seamos judíos. Al mismo tiempo, llevamos la enseña palestina como símbolo de solidaridad con un pueblo que vive en un Estado de apartheid construido por los israelíes reaccionarios, lo cual perjudica a mis hermanos y hermanas judíos y árabes, y atiza las llamas del racismo que, irónicamente, forjan siempre una variedad más acerada de antisemitismo.

Volviendo a Ken Loach, ninguna campaña de calumnias en su contra puede, afortunadamente, tener éxito. No sólo porque la obra y la vida de Ken son prueba del absurdo de la acusación, sino debido también a los valerosos israelíes que corren terribles riesgos al defender el derecho de judíos y no judíos a criticar a Israel. Así, por ejemplo, el grupo de especialistas académicos que ha deconstruído metódicamente la indefendible definición de antisemitismo del IHRA [International Holocaust Remembrance Alliance], que lo equipara a la legítima crítica que comparten muchos israelíes progresistas. O la gente maravillosa que trabaja con la ONG israelí de derechos humanos B’TSELEM para resistirse a las políticas de apartheid de sucesivos gobiernos israelíes. Me siento tan agradecido a ellos como a mi amigo y mentor Ken Loach.

Yanis Varoufakis Co-fundador del Movimiento por la Democracia en Europa (DIEM25), Yanis Varoufakis es diputado y portavoz de este grupo en el Parlamento griego y profesor de economía de la Universidad de Atenas. Es ex-ministro del Gobierno de Syriza, del que dimitió por su oposición al Tercer Memorándum UE-Grecia. Es autor, entre otros, de "El Minotauro Global".

Fuente:
Sidecar NLR, 18 de febrero de 2021
Traducción: Lucas Antón
Temática: cine, cultura,

lunes, 13 de julio de 2020

Entrevista a la activista afroamerica Angela Davis “El capitalismo global no puede ser adecuadamente comprendido si se ignora la dimensión racial”

Dice Angela Davis:
«Mis conferencias recientes reflejan la necesidad de un marco internacionalista, dentro del cual la tarea en curso de desmantelar las estructuras del racismo, el heteropatriarcado y la injusticia económica dentro de EE UU puede ser más duradera y más relevante. En mi propia trayectoria política, Palestina siempre ha ocupado un lugar fundamental…»

Futures of Black Radicalism (Verso) es una obra que reúne a militantes, investigadores y pensadores de la Tradición Negra Radical en reconocimiento y celebración de las obras de Cedric J. Robinson, el primero que definió el término. Los ensayos aquí recogidos miran al pasado, presente y futuro del radicalismo negro, así como a las influencias que ha ejercido en otros movimientos sociales. El capitalismo racial, otra potente idea desarrollada por Cedric J. Robinson, conecta con los movimientos sociales internacionales de hoy, explorando las conexiones entre la resistencia negra y el anticapitalismo.

Gaye Theresa Johnson y Alex Lubin: En tu investigación te has centrado en el abolicionismo carcelario, el feminismo negro, la cultura popular y el blues, y el internacionalismo negro, con una mirada en Palestina. ¿En qué sentido se inspira este trabajo en la Tradición Radical Negra, a la vez que la desarrolla?

Angela Davis: Cedric Robinson nos retó a pensar sobre el papel de los teóricos y activistas radicales negros en la formación de las historias sociales y culturales que nos inspiran, y a vincular nuestras ideas y nuestras prácticas políticas con profundas críticas al capitalismo racial. Me alegra haber vivido lo suficiente para ver como las generaciones más jóvenes de académicos y activistas han comenzado a desarrollar su propia noción de una tradición radical negra. El marxismo negro desarrolló una importante genealogía que giraba en torno al trabajo de C. L. R. James, W. E. B. Du Bois y Richard Wright. Si uno mira su trabajo en su conjunto, incluidos los Movimientos Negros en América y la Antropología del marxismo, como ha señalado H. L. T. Quan, no podemos dejar de observar lo centrales que han sido las mujeres a la hora de forjar una Tradición Radical Negra. Quan escribe que cuando le preguntan por qué en su trabajo hay un enfoque tan central en el papel de la mujer y su resistencia, Robinson responde: “¿Por qué no? Toda resistencia, en efecto, se manifiesta en el género, se manifiesta como género. El género es de hecho un lenguaje de opresión [y] un lenguaje de resistencia”.

He aprendido mucho de Cedric Robinson con respecto a los usos de la historia: formas de teorizar la historia, o permitir que se teorice, que son cruciales para nuestra comprensión del presente y para nuestra capacidad de concebir colectivamente un futuro más habitable. Cedric ha explicado que sus notables excavaciones en la historia emanan de la asunción de objetivos políticos en el presente. Siento mucha afinidad con su enfoque desde la primera vez que leí su libro sobre el marxismo negro. El primer artículo que publiqué, escrito mientras estaba en la cárcel, centrado en las mujeres negras y la esclavitud, fue un esfuerzo por refutar el discurso dañino, pero cada vez más popular, del matriarcado negro, tal y como se representaba a través de informes oficiales del gobierno, así como a través de ideas masculinistas generalizadas (como la necesidad de jerarquías de liderazgo basadas en el género diseñadas para garantizar el dominio de los hombres negros), que circulaban dentro del movimiento negro a finales de la década de 1960 y principios de la de los 1970. Aunque no era así como estaba enfocando mi trabajo en ese momento, ciertamente no dudaría hoy en vincular esa investigación al esfuerzo de hacer más visible una tradición radical negra y feminista.

Los estudios críticos sobre prisiones en un marco explícitamente abolicionista se sitúan dentro de la Tradición Radical Negra, tanto a través de su reconocida relación genealógica con el período de la historia de los Estados Unidos que llamamos Reconstrucción Radical como, por supuesto, a través de su relación tanto con el trabajo de W. E. B. Du Bois y el feminismo negro histórico. El trabajo de Sarah Haley, Kelly Lytle Hernández y de una nueva y emocionante generación de académicos, al vincular su valiosa investigación con su activismo, está ayudando a revitalizar la Tradición Radical Negra.

Parece que con cada generación de activismo antirracista, un estrecho nacionalismo negro regresa cual ave fénix para reclamar la lealtad de nuestros movimientos. El trabajo de Cedric fue inspirado en parte por su deseo de responder al estrecho nacionalismo negro de la era de su (y mi) juventud. Es extremadamente frustrante presenciar el resurgimiento de formas de nacionalismo que no solo son contraproducentes, sino que contravienen lo que debería ser nuestro objetivo: el florecimiento negro y, por lo tanto, humano. Al mismo tiempo, es emocionante presenciar las formas en que las nuevas formaciones juveniles, Black Lives Matter, BYP100, Dream Defenders, están ayudando a dar forma a un nuevo internacionalismo negro influido por las feministas y que resalta el valor de las teorías y prácticas queer.

G: T. J. y A. L.: ¿Cuál es tu balance del movimiento Black Lives Matter(BLM), particularmente a la luz de tu participación en el Black Panther Party (BPP) durante la década de 1970? ¿Black Lives Matter, en tu opinión, tiene un análisis y una teoría de la libertad? ¿Ves alguna similitud entre el movimiento BLM y el BPP?

A.D.: Cuando consideramos la relación entre el BPP y el movimiento BLM, parece que las décadas y generaciones que separan al uno del otro crean una inconmensurabilidad que es consecuencia de los cambios económicos, políticos, culturales y tecnológicos. Cambios que hacen que el momento contemporáneo sea tan diferente en muchos aspectos importantes a lo que fueron los años sesenta. Por eso quizás debemos buscar conexiones entre los dos movimientos que se muestren no tanto en las similitudes, sino más bien en sus diferencias radicales.

El BPP surgió como una respuesta a la ocupación policial de las comunidades de Oakland, California y las zonas negras urbanas de todo el país. Fue un gesto brillante por parte de Huey Newton y Bobby Seale patrullar los barrios con armas y libros de leyes para vigilar a la policía. Al mismo tiempo, su estrategia también estaba inspirada por el surgimiento de luchas guerrilleras en Cuba, los ejércitos de liberación en el sur de África y Oriente Medio, o la exitosa resistencia del Frente de Liberación Nacional en Vietnam. En retrospectiva, esto también refleja un fracaso para reconocer, como dijo Audre Lorde, que «las herramientas del amo nunca desmantelarán la casa del amo». De alguna manera, el uso de las armas, aunque era usado principalmente como símbolo de resistencia, transmitió el mensaje de que se podía desafiar a la policía de forma eficaz a través de estrategias policiales.

El hashtag #BlackLivesMatter desarrollado por Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi tras el asesinato del vigilante Trayvon Martin, comenzó a transformarse en una red como respuesta directa a las crecientes protestas en Ferguson, Missouri, que manifestaron un deseo colectivo de exigir justicia para Mike Brown y para todas las vidas negras sacrificadas en el altar del terror racista de la policía. Al pedirnos que resistiéramos radicalmente a la violencia racista en el corazón de las estructuras y estrategias policiales, BLM reconoció desde el principio que, si queríamos avanzar de un modo colectivo hacia una nueva idea de justicia, tendríamos que colocar la demanda de desmilitarizar a la policía en el centro de nuestros esfuerzos. En última instancia, esta reflexión está vinculada a un enfoque que exige la abolición de la vigilancia policial tal como la conocemos y experimentamos, planteando la forma en que las estrategias policiales se han transnacionalizado dentro de los circuitos que vinculan a los pequeños departamentos de policía de EE UU con Israel, que domina este campo a través de la policía militarizada asociada con la ocupación de Palestina.

Aprecio el análisis más complejo que adoptan muchos activistas de BLM, porque refleja con precisión una lectura histórica que es capaz de construir, abrazar y criticar radicalmente los activismos y las teorías antirracistas del pasado. A medida que el BPP intentó, a veces sin éxito, abrazar los feminismos emergentes y lo que luego se denominó el movimiento de liberación gay, los líderes y activistas de BLM han desarrollado enfoques que abordan de manera más productiva las teorías y prácticas feministas y queer. Pero las teorías de la libertad son siempre tentativas. He aprendido de Cedric Robinson que cualquier teoría o estrategia política que pretenda poseer una teoría total de la libertad, o una que pueda entenderse categóricamente, no ha tenido en cuenta la multiplicidad de posibilidades. Esto significa que tal vez, una teoría de la libertad solo puede representarse de manera evocativa en el reino de la cultura.

G. T. J. y A. L.: Tu investigación más reciente se centra en la cuestión de Palestina y su conexión con el movimiento de libertad negra. ¿Cuándo se hizo evidente esta conexión y qué circunstancias, o coyunturas, hicieron posible esta idea?

A. D.: En realidad, mis conferencias y entrevistas más recientes reflejan una comprensión cada vez más extendida de la necesidad de un marco internacionalista, dentro del cual la tarea en curso de desmantelar las estructuras del racismo, el heteropatriarcado y la injusticia económica dentro de EE UU puede ser más duradera y más relevante. En mi propia trayectoria política, Palestina siempre ha ocupado un lugar fundamental, precisamente por las similitudes entre Israel y EE UU: su colonialismo y sus procesos de limpieza étnica con respecto a los pueblos indígenas, sus sistemas de segregación, su uso de la ley, sus sistemas para promover la represión sistemática etc.. A menudo señalo que mi toma de conciencia sobre la situación de Palestina se remonta a mis años de licenciatura en la Universidad de Brandeis, que fue fundada el mismo año que el Estado de Israel. Además, durante mi propio encarcelamiento, recibí el apoyo de los presos políticos palestinos, así como de los abogados israelíes que defienden a los palestinos.

En 1973, cuando asistí al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Berlín (en la República Democrática Alemana), tuve la oportunidad de conocer a Yasser Arafat, quien siempre reconoció la relación entre la lucha palestina y la lucha por la libertad negra en EE UU. Como el Che, Fidel, Patrice Lumumba y Amilcar Cabral, Arafat fue una figura venerada dentro del movimiento negro de liberación. En aquella época el internacionalismo comunista —en África, Oriente Medio, Europa, Asia, Australia, América del Sur y el Caribe— era una fuerza poderosa. Yo seguramente habría seguido una trayectoria diferente si este internacionalismo no hubiera jugado un papel tan importante.

Los encuentros entre las luchas de liberación negra en EE UU y los movimientos contra la ocupación israelí de Palestina tienen una larga historia. Sin embargo, a menudo, no es en el ámbito explícitamente político en donde se descubren los momentos de contacto. Como destacó Cedric Robinson, a veces están en el ámbito cultural. Freedom Dreams: The Making of the Black Radical Imagination, de Robin Kelley, sitúa el campo del surrealismo como una zona de contacto especialmente productiva. A finales del siglo XX, fue la poeta feminista negra June Jordan quien puso en primer plano el tema de la ocupación de Palestina. A pesar de los ataques sionistas que sufrió, y de perder temporalmente de su amistad con Adrienne Rich (quien más tarde también se convirtió en crítica de la ocupación), June se convirtió en una poderosa defensora de Palestina. En su poesía encarnó la causa de la liberación negra y palestina: “I was born a Black woman / and now / I am become a Palestinian / against the relentless laughter of evil / there is less and less living room / and where are my loved ones / It is time to make our way home” (“Nací una mujer negra/ y ahora me he convertido en palestina/ contra la risa implacable del mal/ cada vez hay menos sala de estar/ y donde están mis seres queridos/ es hora de regresar a casa”).

En un momento en que las feministas negras intentaban crear estrategias basadas en lo que ahora llamamos interseccionalidad, June, que representaba lo mejor de la tradición radical negra, nos enseñó sobre el potencial de las afinidades políticas más allá de las fronteras nacionales, culturales y supuestamente raciales, ayudándonos a imaginar futuros más habitables.

Como he señalado en muchas ocasiones, tuve la impresión de que entendí completamente la ocupación cuando me uní a una delegación en 2011 de activistas académicas feministas indígenas y de mujeres negras en Cisjordania y Jerusalén Este. Aunque todas nosotras ya estábamos vinculadas al movimiento de solidaridad, todas estábamos completamente conmocionadas por lo poco que realmente sabíamos sobre la violencia cotidiana de la ocupación. Al concluir nuestra visita, decidimos colectivamente dedicar nuestras energías a participar en la campaña Boicot, Desinversiones, Sanciones (BDS) y ayudar a elevar la conciencia de nuestros diversos grupos con respecto al papel de EE UU en el mantenimiento de la ocupación militar. Así que sigo profundamente conectada a este proyecto, con Chandra Mohanty, Beverly Guy-Sheall, Barbara Ransby, Gina Dent y las otras compañeras de la delegación.

En los años posteriores a nuestro viaje, muchas otras delegaciones de académicos y activistas han visitado Palestina y han ayudado a acelerar, ampliar e intensificar el movimiento de solidaridad con Palestina. En la medida que los impulsores del movimiento de BDS se han inspirado en la campaña contra el apartheid contra Sudáfrica, los activistas estadounidenses han señalado que se pueden extraer lecciones profundas de aquella política de boicot. Muchas organizaciones y movimientos dentro de EE UU han visto cómo la incorporación de estrategias anti-apartheid a sus agendas transforma radicalmente su propio trabajo. La campaña contra el apartheid no solo ayudó a fortalecer los esfuerzos internacionales para acabar con el estado del apartheid, sino que también revitalizó y enriqueció muchos movimientos nacionales contra el racismo, la misoginia y la injusticia económica.

De la misma manera, la solidaridad con Palestina tiene el potencial de transformar y ampliar la conciencia política de nuestros movimientos contemporáneos. Los activistas de BLM y otros vinculados con este momento histórico tan importante demuestran una creciente conciencia colectiva en este terreno que puede desempeñar un papel importante en obligar a otros sectores del activismo por la justicia social a asumir la causa de la solidaridad palestina, en concreto, el BDS. Las alianzas en los campus universitarios que incluyen a organizaciones estudiantiles negras, los Students for Justice in Palestine y los Jewish Voice for Peace nos recuerdan la profunda necesidad de unir los esfuerzos antirracistas y desafiar a la islamofobia y el antisemitismo mediante la resistencia global a las políticas y prácticas de apartheid del Estado de Israel.

Teórica e ideológicamente, Palestina también nos ha ayudado a ampliar nuestra visión de la abolición, entendida como la abolición del encarcelamiento y la vigilancia. La experiencia de Palestina nos empuja a revisar conceptos como nación carcelaria o estado carcelario para comprender seriamente las vicisitudes cotidianas de la ocupación y la vigilancia no solo por parte de las fuerzas israelíes, sino también de la Autoridad Palestina. Esto, a su vez, ha estimulado otras vías de investigación sobre los usos del encarcelamiento y su papel, por ejemplo, en la perpetuación de nociones binarias con respecto al género y en la naturalización de la segregación basada en la capacidad física, mental e intelectual.

G. T. J. y A. L.: ¿Qué tipo de movimientos sociales pueden, o deben existir en la coyuntura actual, teniendo en cuenta la hegemonía global estadounidense, las relaciones económicas neoliberales, la contrainsurgencia militarizada en lo local y el daltonismo racial?

A. D.: En un momento en que el discurso popular está cambiando rápidamente, en respuesta directa a las presiones que emanan de las protestas sostenidas contra la violencia estatal y de las prácticas de representación vinculadas a las nuevas tecnologías de comunicación, sugiero que necesitamos movimientos que presten tanta atención a la educación política popular como a las movilizaciones que han logrado colocar la violencia policial y el encarcelamiento masivo en la agenda política nacional. Creo que esto significa tratar de forjar un análisis de la coyuntura actual que extraiga lecciones importantes de los ciclos relativamente recientes, que han llevado nuestra conciencia colectiva más allá de los límites anteriores. En otras palabras, necesitamos movimientos que estén preparados para resistir las inevitables presiones hacia la asimilación. El movimiento Occupy nos permitió desarrollar un vocabulario anticapitalista: El 99 por ciento frente al 1 por ciento es un concepto que se ha incorporado al lenguaje popular. La cuestión no es solo cómo preservar este vocabulario, como hizo, por ejemplo, la plataforma de Bernie Sanders, sino cómo construir sobre esto o enriquecerlo con la idea del capitalismo racial, lo cual no puede expresarse en términos que asuman la homogeneidad que siempre subyace al racismo.

Cedric Robinson nunca dejó de investigar ideas, productos culturales y movimientos políticos del pasado. Intentó comprender por qué coexistieron las trayectorias de asimilación y resistencia en los movimientos negros de liberación en EE UU. Las estrategias asimilacionistas que dejan intactas las circunstancias y las estructuras que perpetúan la exclusión y la marginación siempre se han ofrecido como la alternativa más razonable a la abolición, que, por supuesto, no solo requiere resistencia y desmantelamiento, sino también reinvenciones y reconstrucciones radicales.

Quizás este sea el momento de crear las bases para un nuevo partido político, uno que hable con un número mucho mayor de personas de las que los partidos políticos progresistas tradicionales han demostrado ser capaces de hacer. Este partido tendría que estar orgánicamente vinculado a la gama de movimientos radicales que han emergido tras el surgimiento del capitalismo global. Al reflexionar sobre el valor del trabajo de Cedric Robinson en relación con el activismo radical contemporáneo, me parece que este partido tendría que estar anclado en la idea del capitalismo racial: sería antirracista, anticapitalista, feminista y abolicionista. Pero lo más importante de todo, tendría que reconocer la prioridad de los movimientos sobre el terreno, movimientos que reconocen la interseccionalidad de los problemas actuales, movimientos que son lo suficientemente abiertos para permitir la aparición futura de problemas, ideas y movimientos que ni siquiera podemos empezar a imaginar hoy.

G. T. J. y A. L.: ¿Haces una distinción, en tu investigación y activismo, entre el marxismo y el marxismo negro?
A. D.: He pasado la mayor parte de mi vida estudiando las ideas marxistas y me he identificado con grupos que no solo han asumido las críticas inspiradas por los marxistas sobre el orden socioeconómico dominante, sino que también han luchado por comprender la relación co-constitutiva entre el racismo y el capitalismo. Habiendo seguido especialmente las teorías y prácticas de los comunistas negros y antiimperialistas en EE UU, África, el Caribe y otras partes del mundo, y habiendo trabajado durante varios años dentro del Partido Comunista con una formación negra que tomó como referencia al Che Guevara o a Patrice Lumumba, el marxismo, desde mi punto de vista, siempre ha sido un método y un objeto de crítica. En consecuencia, no necesariamente veo los términos marxismo y marxismo negro como opuestos.

Me tomo muy en serio los argumentos de Cedric Robinson en Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition [de próxima publicación en castellano por Traficantes de sueños]. Si asumimos la centralidad incuestionable de Occidente y de su desarrollo económico, filosófico y cultural, los modos económicos, las historias intelectuales, las religiones y las culturas asociadas con África, Asia y los pueblos indígenas no serán reconocidos como dimensiones significativas de la humanidad. El concepto mismo de humanidad siempre ocultará una racialización interna y clandestina, que excluirá las posibilidades de igualdad racial. Huelga decir que el marxismo está firmemente anclado en esta tradición de la Ilustración. Los brillantes análisis de Cedric Robinson revelaron nuevas formas de pensar y actuar generadas precisamente a través de los encuentros entre el marxismo y los intelectuales y activistas negros, que ayudaron a constituir la Tradición Radical Negra.

El concepto asociado con el marxismo negro que considero más productivo y potencialmente más transformador es el concepto de capitalismo racial. Aunque Capitalismo y esclavitud de Eric Williams se publicó en 1944, los esfuerzos académicos que exploran esta relación han permanecido relativamente en los márgenes. Con suerte, las nuevas investigaciones sobre el capitalismo y la esclavitud ayudarán a legitimar aún más la noción de capitalismo racial. Si bien es importante reconocer el papel fundamental que desempeñó la esclavitud en la consolidación histórica del capitalismo, los desarrollos más recientes vinculados al capitalismo global no se pueden comprender adecuadamente si se ignora la dimensión racial del capitalismo.

Gaye Theresa Johnson es profesora asociada de Estudios negros y chicanos en la Universidad de California en Los Ángeles. Alex Lubin es profesor de Estudios Americanos en la Universidad de Nuevo México.

Fuente: https://www.versobooks.com/blogs/3421-angela-davis-an-interview-on-the-futures-of-black-radicalism?fbclid=IwAR3lCZ97Wyo9CacNi_PRcjOZXxfZOrjcgwsAk0ZvTD5CX5EUWkrwOPNbWSE

Traducción: Viento Sur

Fuente: https://vientosur.info/spip.php?article16108