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martes, 2 de diciembre de 2025

Entrevista a Francesca Albanese, relatora de la ONU «Lo llaman alto el fuego mientras los palestinos siguen muriendo bajo fuego israelí»

La figura de Francesca Albanese está en el punto de mira del Gobierno de Donald Trump. Sus informes sobre los crímenes israelíes contra Palestina molestan en Tel Aviv y en la Casa Blanca, y sus investigaciones sobre la complicidad de empresas y de Estados occidentales tampoco han sentado nada bien en muchas capitales europeas.

Washington aplica sanciones contra ella desde antes del verano, lo que le impide viajar a Estados Unidos o recibir pagos de entidades o ciudadanos estadounidenses, entre otras cosas. Es la primera relatora en la historia de Naciones Unidas que recibe este tipo de penalización, también aplicado contra la Corte Penal Internacional.

Esa animadversión contrasta con los grandes apoyos sociales que Albanese ha congregado a nivel global. Ella se limita a hacer su trabajo –investigar lo que ocurre en Palestina– y a cumplir el mandato asignado por la ONU. Habla el idioma del derecho internacional sin miedo, con un compromiso firme, y prepara ya un nuevo informe, que estará centrado en las torturas y abusos sexuales contra población palestina.

Recién regresada de Sudáfrica, nos atiende por videoconferencia desde Italia en esta entrevista, realizada para el podcast ‘Donde callan las armas’, del Centre Delàs de Estudios por la Paz, que se emite desde hoy en plataformas y en elDiario.es. En ella recuerda que, ya en enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia advirtió del riesgo de genocidio en Gaza. Desde entonces, si no antes, los países tenían la obligación de adoptar medidas.

Su último informe, publicado recientemente, se titula ‘Genocidio en Gaza: un crimen colectivo’ y en él pide a los Estados que suspendan sus relaciones y alianzas con Israel

Así es. En él argumento que, sin el apoyo diplomático, político, militar, económico y comercial de demasiados Estados, Israel no habría podido alcanzar ese nivel de impunidad, ni habría tenido la capacidad de aumentar la violencia contra los palestinos, pasando de un apartheid colonial de asentamientos a un genocidio.

Los Estados miembros han permitido que Israel continúe construyendo colonias para desplazar por la fuerza a los palestinos de la tierra que supuestamente es para su autodeterminación, para su Estado soberano e independiente. ¿Cómo se suponía que iba a materializarse ese Estado mientras Israel continuaba construyendo colonias, desplazando por la fuerza a los palestinos durante medio siglo y arrestando a miles cada año?

Israel jamás ha rendido cuentas por nada. Incluso ahora, tras la muerte de al menos 70.000 personas, entre ellas más de 20.000 niños, los líderes israelíes siguen siendo recibidos con total impunidad. Israel continúa siendo miembro de Naciones Unidas, participa en el Mundial de Fútbol y es recibido en la Bienal de Venecia. No hay ninguna consecuencia.

Ha existido un nivel de impunidad y aquiescencia ante los crímenes de Israel que ha creado el entorno perfecto para que Israel siga cometiendo genocidio contra los palestinos, destruyéndolos como grupo.

En su informe también solicita suspender a Israel de Naciones Unidas hasta que cumpla. ¿Por qué y cómo se podría llevar a cabo esto?

Con voluntad política. Estuve recientemente en Sudáfrica y comprendí algo muy importante. Nelson Mandela decía “nuestra libertad será incompleta sin la libertad del pueblo palestino” porque Palestina fue el último experimento colonial de asentamiento europeo. Esto es lo que vinculó a Sudáfrica con el apartheid: el colonialismo occidental.

El pueblo judío, después del Holocausto, en muchos casos, no tenía adónde ir. Pero se trasladaron a Palestina no como migrantes ni como refugiados, sino como parte de un proyecto que ya había diseñado el despojo de la población nativa. Y esto ha sido sostenido por los países occidentales, principalmente por Estados Unidos, que ha usado a Israel.

Cuestiono la idea de que Israel controla a Estados Unidos. No, no, es al revés. Es Estados Unidos el que necesita a Israel.

¿En qué sentido?

Como puerta de entrada para controlar una gran región rica en recursos, donde además ya cuenta con numerosos aliados. Y donde está culminando su plan para aniquilar cualquier forma de resistencia.

El Gran Israel no es un proyecto de control territorial, sino de una dominación casi metafísica para controlar los recursos. A veces los líderes israelíes aparecen blandiendo mapas del Gran Israel que abarcan desde el Nilo hasta Irak. Oigo a la gente decir que eso nunca sucederá, que Israel jamás ocupará desde el Sinaí hasta Irak. Pero, ¿acaso no está sucediendo ya?

Porque miren cómo los supuestos adversarios de Israel han sido derrotados uno a uno. No defiendo a Sadam Hussein o a Gadafi como dictadores que, al mismo tiempo, fueron aliados ‘convenientes’ de Occidente hasta que dejaron de serlo. Irak ha caído, Libia ha caído, Siria ha caído.

Los palestinos hoy son la espina clavada no solo de Israel, sino de todo el sistema, porque son el último pueblo que resiste. Por eso entiendo que ahora más que nunca se haga hincapié en el movimiento antiapartheid, que debe tener un alcance global.

Desde este movimiento contra el apartheid, ¿Qué papel pueden y deben desempeñar sindicatos, juristas y la sociedad civil, a los que en su informe pide que actúen?

Tenemos que comprender el ‘efecto Palestina’. Palestina ha supuesto un despertar, la píldora roja en Matrix: nos ha mostrado el mundo en el que vivimos. Esto no es nuevo, porque ¿cuántas personas han muerto o han sido eliminadas? ¿Cuántas han sido borradas por el colonialismo de asentamientos?

Hoy entendemos que siguen los intereses financieros y multinacionales que controlan a la gente o sus recursos. Sus recursos y sus pueblos están en medio, son molestos, por eso es necesario matarlos [ríe con amargura], para asegurarnos de que sean pacificados, ya sea esclavizados o domados.

Hoy Palestina nos demuestra que estamos unidos en el sentido de que, si no poseemos los grandes capitales, si no controlamos los algoritmos, si no tenemos acceso al poder militar —que aún está parcialmente en manos de los Estados, pero cada vez más también en manos de mercenarios—, si no formamos parte de él, somos vulnerables. En cierto modo, somos los que queremos la paz, y creo que yo también formo parte de ello como integrante del sistema de derechos humanos.

Hay anticuerpos pacíficos que aún quieren preservar la paz y resistirse a este sistema. Es importante comprender que existe algo que opera como un apartheid global. El apartheid es un sistema de dominación impuesto por un grupo racial sobre otro u otros, e incluye la comisión de actos inhumanos. Esto es lo que vemos hoy.

Existe un apartheid global porque Israel está protegido por una comunidad global. Ante ello, hay gente que se rebela contra el sistema, hacen huelgas, protesta, muestran desacuerdo. Pero necesitamos pasar del despertar a la estrategia de resistencia. Rebelarse. ¿Es eso una llamada a la lucha armada? En absoluto. Pero la resistencia pacífica debe ser activa.

¿Cómo?

De muchas formas. Los ciudadanos deben dejar de comprar ciertos productos, sobre todo, los fabricados en Israel, pero también todos los productos relacionados con la ilegalidad de la ocupación. Es probable que las empresas que explotan y se benefician del genocidio palestino sean también las que se benefician de la crisis en Sudán y en Congo, y de la crisis de acceso a los derechos humanos en Europa.

Pensemos en Airbnb. Airbnb está transformando los centros de nuestras hermosas ciudades en dormitorios, en alojamientos tipo bed and breakfast, agravando la crisis de la vivienda, desplazando a la gente y cambiando la vida de nuestras comunidades. Ya no hay espacios culturales en los barrios. Vi esto por primera vez en Madrid, hace más de una década. Y ahora está sucediendo en Italia.

Todo se está convirtiendo en funcional para el mercado, funcional para que alguien se enriquezca cada vez más. Algunos se benefician, pero la mayoría no. La mayoría pierde. Por eso necesitamos descubrir un nuevo sentido de solidaridad.

Palestina refleja dónde estamos, quiénes somos hoy. Y todos nos encontramos automatizados, debilitados y frágiles en esta situación. Por eso creo que es importante observar y actuar, comprender cuál es nuestro papel.

Las instituciones deben, ante todo y sobre todo, romper lazos con Israel, y luego comprender qué Estados están asociados a Israel. Las empresas deben desinvertir, y los ciudadanos deben, como mínimo, dejar de comprar los productos de la ocupación ilegal.

Tras la firma del plan de Trump en Sharm el-Sheikh, algunas entidades, como la Unión Europea, Eurovisión y otras, han dejado de decir que iban a estudiar la posibilidad de suspender sus acuerdos con Israel. ¿Están ignorando la ley internacional?

No es que estén ignorando la ley: están violando la ley. Y están mintiendo y mintiendo con este plan. El alto el fuego es una mentira. No hay alto el fuego. No hay alto el fuego porque más de 250 palestinos han muerto en Gaza [por ataques israelíes] desde el supuesto alto el fuego.

Y no hay paz porque no hay justicia. ¿Cómo puede haber paz? Solo hay un genocidio que ha dejado menos de dos millones de supervivientes en Gaza que no podrán sobrevivir, que seguirán muriendo, oprimidos, sin tener acceso a sus derechos y menos aún a la justicia.

Es tan cínico lo que hacen nuestros líderes que es inconcebible. Jamás imaginé encontrarme frente a semejante hipocresía estructural e institucionalizada. Lo llaman alto el fuego, mientras los palestinos siguen muriendo por fuego israelí. Y la atención se ha desviado. Por un lado, continuarán diciendo que ya no hay necesidad de protestar, ridiculizan y reprimen las protestas.

Las conferencias sobre Palestina no pueden celebrarse en mucho lugares, esos vetos llegan ahora con más histeria que antes. Esta semana, el Collège de France canceló la Conferencia sobre Palestina, donde yo iba a hablar con Dominique de Villepin. En Italia, otra charla de un historiador muy famoso, con 50 años de experiencia docente y decenas de libros publicados, también fue cancelada. Y en Reino Unido, Starmer recibe al [presidente e Israel], Isaac Herzog: ya saben, tienen negocios que atender.

Los que están en el poder tienen negocios que atender, así que nos dicen: “Callad, volved a vuestros asuntos, no hay necesidad de protestar”. El plan [para Gaza] presentado en Sharm El Sheikh es lo que hace más evidente esa sensación de apariencia.

Por eso en este momento solidarizarse con Palestina es más importante que nunca. No se trata solo de ellos, se trata de nosotros. Se trata de nuestra libertad, porque no es normal vivir en una Europa que traiciona los valores a los que se comprometió.

Sí, se sigue comerciando y cantando con israelíes que han podido cometer crímenes de guerra, porque cualquiera que haya pasado por el Ejército israelí en los últimos dos años es muy probable que haya cometido crímenes contra palestinos, en Gaza o incluso en Cisjordania. Con el debido respeto, deberían ser investigados antes de venir a Europa.

Y a los Estados miembros: lo siento, pero las autoridades israelíes no deberían ser recibidas con alfombra roja en ningún sitio. Dado que en este momento la mayoría de los Estados en Europa están dirigidos por líderes que son cobardes o cómplices, es necesaria una resistencia continua por parte del pueblo.

En 1974 la Sudáfrica del apartheid fue suspendida como miembro por la Asamblea General de Naciones Unidas, hasta 1994. ¿Por qué ahora, tras dos años de genocidio, Israel no ha sido suspendido?

Porque el sistema es inteligente y se protege a sí mismo. Aprendió cómo se puede tolerar la impunidad, y sabe que hoy no estamos en la fase de descolonización, sino en la posterior al 11-S. Incluso algunos Estados africanos están muy activos, salvo Sudáfrica, con sus propias contradicciones, al igual que Namibia y Argelia. Pero hay pocos Estados que han tenido el valor de dar la cara por Palestina. Luego está Malasia; Indonesia, que no está muy segura. Es duro.

Realmente debemos pedir a los gobiernos que rompan relaciones con Israel, sabiendo que no lo harán. Por eso son los estibadores de toda Europa quienes deben ir a la huelga, con el apoyo popular. Debería haber un mes de huelga. Entiendo que es difícil, para todos.

¿Acaso creéis que mañana volveremos a la normalidad después de este genocidio? El sistema está mostrando su peor cara. Y esto es solo el principio. Nos estamos abriendo a nuevas formas de control y represión.

Miren Reino Unido: allí periodistas y activistas son detenidos bajo cargos de terrorismo. Miren Alemania, donde la policía de Berlín no pierde oportunidad de usar la porra para reprimir brutalmente a los manifestantes. Miren a Francia, un país supuestamente liberal, cancelando eventos, impidiendo protestas y manifestaciones. O Italia. ¿Dónde está la libertad?

La Unión Europea es ahora mismo la explicación de quién ha ganado la Guerra Fría. ¿Quién ha ganado la Guerra Fría? Ni siquiera es la democracia, es el neoliberalismo. Porque en aras de intereses económicos y financieros, todo lo demás, incluidas nuestras libertades, se sacrifica.

Hace unas semanas vimos a Netanyahu en la Asamblea de las Naciones Unidas. Usted no pudo asistir debido a las sanciones que le impuso Estados Unidos. ¿Qué significa esto? ¿Qué mensaje ofrece?

La debilidad del sistema. Estoy consternada por cómo han reaccionado los Estados miembros ante algo tan grave. Ya debería haber una acción ante la Corte Internacional de Justicia contra Estados Unidos por la violación de la Convención sobre Privilegios e Inmunidades y la Carta de las Naciones Unidas.

No tengo por qué caerles bien, pueden estar en desacuerdo conmigo. Incluso pueden intentar destituirme de mi mandato. Pero no pueden atacarme personalmente, porque esto es un golpe al corazón mismo del sistema de confianza de Naciones Unidas.

Estoy protegida por el derecho internacional por el ejercicio de mis funciones, de mi mandato. Y lo hago gratuitamente. ¿Por qué tienen que atacarme en mi patrimonio personal, en mis finanzas? Ya he dedicado tres años de mi vida a este mandato de forma altruista.

Hay muchas mentiras sobre mí, pero no importa, porque ensuciar la reputación de la gente, difamar, aniquilar a alguien, es parte esencial de la destrucción. Pero los Estados miembros me han dejado sola, mientras permiten que Estados Unidos se comporte como un bully, como un abusador puro y duro. Es un matón. A menudo lo comparo con la mafia, porque es un uso del poder tan violento y ostentoso que cabe preguntarse: ¿dónde están los otros 191 Estados miembros de la comunidad internacional?

Por eso pienso que pueden seguir atacándome, pero solo soy una. El movimiento ha comenzado y es un proceso de toma de conciencia; cuanto más daño le hagan a gente como yo, mayor será el despertar.

En su último informe nombra a España en cuatro ocasiones, en relación a las medidas aprobadas contra el comercio de armas, sobre las exportaciones de armamento realizadas desde España en estos dos años, las maniobras militares de España con Israel en el marco de los ejercicios INIOCHOS 2025 y el papel de los trabajadores en los puertos intentando bloquear el tránsito de armamento. ¿Qué tiene que hacer España ahora?

España, por diversas razones, ha estado a la vanguardia en Europa, junto con Eslovenia, en esta resistencia. Prácticamente ha estado sola. No creo que Irlanda o Noruega se hayan acercado a lo que ha hecho España. Y no diría España como Gobierno, aunque hay figuras muy íntegras que se han pronunciado abiertamente.

Hay una combinación de elementos exitosos en España. La libertad de prensa es uno de ellos, la libertad académica, se han logrado muchos avances en las universidades, no solo gracias a los estudiantes, sino también a la academia, a los propios profesores y trabajadores. Ha sido realmente interesante.

Al mismo tiempo, incluso España no está donde debería estar, aunque ha hecho mucho más y mejor que otros países de Europa, pero tiene que romper todos los lazos con Israel. Y hay que librar una batalla por la protección del multilateralismo.

Me ha desconcertado la resistencia de España, por ejemplo, a formar parte del Grupo de La Haya como una de las fuerzas líderes. Me refiero a este grupo de Estados que ha decidido cortar lazos militares, no ofrecer puertos para el transporte de mercancías hacia Israel y no ser un reducto de impunidad, permitiendo que la justicia funcione, principalmente para aquellos que tienen órdenes de arresto. Por ejemplo, no ceder espacio aéreo a los tránsitos de Netanyahu y otros como él.

Espero que España forme parte plenamente del Grupo de La Haya, pero también que impulse a otros países europeos a hacerlo. Eslovenia ya está dentro, y podría haber otros países como Bélgica, Luxemburgo o Irlanda.

Debemos ser conscientes de que es realmente mors tua, vita mea [tu muerte, mi vida]; si es por intereses económicos que no se pueden romper los lazos con Israel, tarde o temprano se nos volverá en contra y nos estrangulará. Realmente estamos alimentando serpientes en nuestro propio pecho, como decimos en italiano.

Esta entrevista forma parte del podcast Donde callan las armas’, del Centre Delàs de Estudios por la Paz, que se emite en plataformas como Ivoox y Spotify.

Fuente: 

domingo, 20 de julio de 2025

_- Destacados economistas respaldan el informe de Francesca Albanese sobre la «economía del genocidio» en Gaza

_-La semana pasada, la relatora especial de la ONU Francesca Albanese fue noticia de todos los medios del mundo por revelar las decenas de empresas que, según ella, se han beneficiado del genocidio de Israel en Gaza. El informe de Albanese para la ONU, titulado «De la economía de la ocupación a la economía del genocidio», va más allá de los típicos culpables, los fabricantes de armas, y señala a instituciones financieras, educativas y empresas tecnológicas, entre ellas Alphabet Inc. (Google), Amazon, IBM, Palantir y muchas otras.

En respuesta, la Misión de Estados Unidos ante la ONU renovó sus llamamientos al secretario general de la ONU para que condene a Albanese y la destituya como relatora especial para los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.

Ahora, economistas de renombre mundial, entre ellos el exministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, el economista francés Thomas Piketty y el estadístico y ensayista libanés-estadounidense Nassim Nicholas Taleb, elogian a Albanese por su informe.

Zeteo ha obtenido una copia exclusiva en inglés de la carta abierta de los economistas sobre el informe de Albanese, en la que acusan a las empresas de «mantener el régimen de apartheid y permitir el genocidio posterior». Lea la carta completa a continuación.

ECONOMISTAS ELOGIAN EL INFORME DE LA RELATORA ESPECIAL FRANCESCA ALBANESE A LAS NACIONES UNIDAS: «DE LA ECONOMÍA DE LA OCUPACIÓN A LA ECONOMÍA DEL GENOCIDIO»

La historia nos enseña que los intereses económicos han sido motores y facilitadores clave de las empresas coloniales y, a menudo, de los genocidios que perpetraron. El sector empresarial ha sido intrínseco al colonialismo desde sus inicios, y las empresas han contribuido históricamente a la violencia, la explotación y, en última instancia, el despojo de los pueblos y las tierras indígenas, un modo de dominación conocido como capitalismo colonial racial. La colonización israelí de los territorios palestinos ocupados no es una excepción.

El reciente informe de Francesca Albanese, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967, constituye una importante contribución a la comprensión de la economía política del Estado de apartheid de Israel, la limpieza étnica de los palestinos y, ahora, su genocidio. Por ello, creemos que debe ser estudiado y debatido ampliamente y con libertad.

En vista de la carta enviada por el Gobierno de los Estados Unidos al Secretario General de las Naciones Unidas, en la que se exige la destitución de la Sra. Albanese y la anulación de su excelente informe, con un tono virulentamente hostil e intimidatorio, hemos considerado necesario expresar nuestro firme apoyo a la Sra. Albanese y animar a las Naciones Unidas a que desestime las estridentes exigencias de los Gobiernos de los Estados Unidos e Israel.

Siguiendo una trayectoria bien conocida de negación del genocidio y de intimidación de cualquiera que cuestione el derecho del poder colonial a desposeer a los pueblos indígenas, los gobiernos de Estados Unidos e Israel, con la mayoría de los gobiernos europeos demasiado tímidos para adoptar una postura, exigen que la comunidad internacional haga la vista gorda ante el genocidio en curso y, en particular, ante el papel clave que desempeñan las empresas multinacionales y nacionales en el mantenimiento del régimen de apartheid y en la facilitación del genocidio posterior.

Como economistas, sentimos el deber de destacar tres conclusiones clave que el informe de la Sra. Albanese revela con claridad y precisión.

En primer lugar, la ocupación y el genocidio son muy lucrativos para los conglomerados. Entre ellos se encuentran no solo las grandes empresas de armas y «defensa» habituales (por ejemplo, Lockheed-Martin, el principal fabricante de los F35, ELBIT, fabricante de armas de Israel, y Palantir, la empresa de software cuyos algoritmos han sido probablemente cruciales en la selección de «objetivos» en Gaza), sino también marcas muy conocidas (por ejemplo, Caterpillar, BNP Paribas, Barclays, Allianz, Chevron, BP, Petrobas, A.P. Moller-Maersk A/S). A medida que se duplicaba el presupuesto de defensa de Israel, con el apoyo activo del Gobierno estadounidense, se concentraron grandes «inversiones» en la maquinaria asesina israelí a través de esta red internacional de conglomerados cómplices en la que miles de empresas israelíes están entrelazadas con megacorporaciones estadounidenses, europeas, coreanas e incluso brasileñas. Esto explica por qué las acciones israelíes subieron un 161 % en un momento de caída de la demanda, la producción y la confianza de los consumidores.

La segunda conclusión del informe de la Sra. Albanese que merece un estudio exhaustivo es que los territorios palestinos ocupados por Israel han funcionado como el laboratorio y campo de pruebas ideal para las grandes empresas tecnológicas, una función que la transición de la ocupación al genocidio no ha hecho más que acentuar. Ningún país, por ejemplo, ha dado tanto acceso a los datos biométricos de su población como Israel a IBM. Desde el 7 de octubre de 2023, Microsoft, Amazon, Alphabet y Palantir han ampliado sus servicios de capital en la nube a un ritmo vertiginoso. El software de reconocimiento facial, los algoritmos de selección de objetivos y los sistemas de ejecución automatizada se están probando en tiempo real, a voluntad y con menos restricciones éticas que en el caso de los experimentos con ratas de laboratorio. ¡Las grandes tecnológicas no podrían estar más contentas!

La tercera conclusión clave es que las principales universidades estadounidenses y europeas dependen financieramente de seguir vinculadas al apartheid y a la economía política de ocupación y conflicto permanente de Israel. Muchas de las principales instituciones de Estados Unidos y la Unión Europea se enfrentarían a graves dificultades financieras si dejaran de apoyar el genocidio de Israel. Hay que elogiar el informe de la Sra. Albanese por poner de manifiesto esta sórdida dependencia de las prestigiosas universidades e instituciones de investigación occidentales (entre ellas la Universidad Técnica de Múnich, los Laboratorios del MIT y la Universidad de Edimburgo). Los pueblos de Europa y América tienen derecho a saber que algunas de sus instituciones académicas más preciadas dependen financieramente de ayudar a Israel a reproducir su economía política de ocupación y genocidio.

Dentro de unos años, casi todo el mundo afirmará que se opuso a este genocidio. Pero es ahora cuando las personas con conciencia deben tomar partido. Como economistas, hoy nos solidarizamos con Francesca Albanese, la relatora especial de la ONU atacada por los Gobiernos de Estados Unidos e Israel porque su reciente informe arroja una luz indescriptiblemente importante sobre la economía política de la ocupación y el genocidio de Israel.


Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia

Thomas Piketty, autor de «El capital en el siglo XXI»

Nassim Nicholas Taleb, autor de «El cisne negro»

Michael Hudson, presidente del Instituto para el Estudio de las Tendencias Económicas a Largo Plazo (ISLET)

Guy Standing, profesor investigador asociado, SOAS, Universidad de Londres

Jayati Ghosh, profesora de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst

Giuseppe Mastruzzo, director del Colegio Universitario Internacional de Turín (IUC)

Jomo Kwame Sundaram, asesor de investigación del Instituto de Investigación Khazanah

Robert H. Wade, profesor de Economía Política y Desarrollo en la London School of Economics and Political Science

Christopher Cramer, profesor de Economía Política del Desarrollo en la Universidad SOAS de Londres

Nidhi Srinivas, profesora asociada de gestión en la Escuela de Política, Gestión y Medio Ambiente de Milán

Equipo Zeteo

Zeteo es un movimiento en favor de la rendición de cuentas. Ofrece periodismo serio, pero con un claro sesgo hacia la democracia y los derechos humanos. Periodismo riguroso y contrastado al servicio del bien público.

viernes, 18 de julio de 2025

Francesca Albanese sancionada porque en el mundo libre decir la verdad es el verdadero crimen

Bienvenidos a la nueva era del derecho internacional a la carta, donde los verdugos son homenajeados y quienes denuncian masacres son sancionados. Esta semana, el gobierno de los Estados Unidos, adalid planetario de la libertad, los derechos humanos y la diplomacia con drones, ha decidido imponer sanciones a Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados, por cometer el más imperdonable de los crímenes: atreverse a decir que el genocidio es genocidio.

¿Su delito? Denunciar, con pruebas, cifras y algo tan escandaloso como el derecho internacional, que lo que ocurre en Gaza desde octubre de 2023 no es una “operación quirúrgica” ni una “respuesta desproporcionada”, sino un exterminio sistemático de civiles. Pero en el manual occidental de decencia política, denunciar un crimen de guerra es lo mismo que apoyar a los criminales. Así, Albanese ha sido acusada, faltaba más, de “apoyar a Hamas” y de “antisemitismo” porque, claro, en este teatro global, todo aquel que condene la limpieza étnica ejecutada por “el pueblo elegido” (no se sabe bien por quien), es automáticamente sospechoso de herejía ideológica.

Albanese: Relatora o terrorista encubierta, según la CNN

Lo más patético no es solo que una funcionaria de la ONU sea sancionada por hacer su trabajo, sino que además tenga que defenderse de cargos tan sofisticados como “pensar diferente” o “mostrar empatía con los muertos equivocados”. En el nuevo orden moral, no importa cuántos niños palestinos mueran bajo los escombros: el verdadero escándalo es decirlo en voz alta.

Y mientras la maquinaria mediática etiqueta a Albanese como “controvertida”, el expresidente Donald Trump, sí, el mismo que intentó un golpe de Estado en su país, levanta sanciones a Abu Mohammad al-Jolani, ex yihadista con currículum en Al-Qaeda y nuevo rostro de la “estabilidad” en Siria. Es decir: una relatora de derechos humanos que condena un genocidio es sancionada, pero un criminal de guerra con barba perfilada y traje occidental es recompensado.

Terrorismo: ¿malo? Solo si no sirve a la narrativa

Hay’at Tahrir al-Sham, brazo reciclado de Al-Qaeda, ya no es un grupo terrorista, sino un “actor pragmático”, según Londres. Mientras tanto, Albanese es una amenaza para la paz mundial porque insiste en llamar exterminio a lo que otros llaman “defensa legítima”. Porque sí, en este universo invertido, matar 40.000 palestinos es un deber sagrado, pero llorarlos en público es incitación al odio.

Y así llegamos al absurdo total: denunciar crímenes de guerra cometidos por aliados es antisemitismo. Defender el derecho a la vida de un pueblo bajo asedio es propaganda de Hamas. Y negarse a aplaudir un genocidio es terrorismo moral.

Gaza, Líbano, Yemen, Irán: el buffet del fuego justificado

Mientras la voz de Albanese molesta, Israel sigue arrasando Gaza, bombardea Líbano, ataca Siria, castiga Yemen y amenaza irascible a Irán, todo bajo la amable mirada de los que reparten premios Nobel de la Paz y armas al mismo tiempo. No hay hipocresía. Hay coherencia imperial.

La defensa de la legalidad internacional es válida solo cuando sirve a la hegemonía occidental. Si no, es terrorismo encubierto. Los principios universales tienen fronteras, cláusulas y cláusulas adicionales. Y Albanese se saltó todas al poner sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿cuántos muertos más hacen falta para llamar a esto por su nombre?

Conclusión: la herejía de tener conciencia

La sanción a Francesca Albanese no es un error. Es un mensaje. No se persigue a Albanese por mentir, sino por no hacerlo. En este mundo, el verdadero crimen es tener conciencia en voz alta. Y si además esa conciencia osa criticar al Estado de Israel, entonces prepárate para que te llamen antisemita, aunque cites el artículo 2 del Estatuto de Roma con la misma precisión con la que ellos aprietan el botón del dron.

Porque sí: en esta tragicomedia global, los genocidios se justifican, la resistencia se criminaliza, y la compasión por las víctimas no autorizadas se convierte en motivo de sanción. Albanese pasará a la historia como la mujer que fue castigada no por lo que hizo, sino por lo que no calló.

Y eso, para el imperio, es lo más imperdonable.

jueves, 10 de julio de 2025

_- Entrevista a Francesca Albanese, relatora de la ONU para Palestina «El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello»

_- «El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello»

La relatora de la ONU está a punto de publicar un nuevo informe en el que desvela la economía que contribuye al genocidio: “Los Estados deben imponer sanciones y cortar lazos con Israel, pero también los bancos deben dejar de invertir y las empresas dejar de lucrarse con ello”.

Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para los Territorios Ocupados Palestinos, ha logrado hacer llegar su voz a sectores muy diferentes del mundo durante estos veinte meses de masacres continuadas en Gaza. Su informe “Anatomía de un genocidio”, presentado hace más de un año, provocó la ira de Israel y abrió camino a la denuncia de los crímenes masivos contra población civil palestina.

Albanese es una figura sólida en la defensa de los derechos y del derecho internacional y por ello ha intentado ser desacreditada por los sectores más ultras que defienden el genocidio en curso. Estos días ha pasado por España, donde se ha reunido con representantes de buena parte de los grupos políticos parlamentarios y con organizaciones de la sociedad civil. elDiario.es la entrevista en una cafetería céntrica de Madrid.

Está a punto de publicar un nuevo informe –saldrá la próxima semana– sobre la complicidad y responsabilidad de empresas en el genocidio en curso en Gaza.

Lo principal de este nuevo informe que voy a publicar es que este genocidio no ha sido evitado ni se ha parado porque es lucrativo. Hay gente que está haciendo dinero a costa del genocidio. Mucho dinero. Y quienes ganan mucho dinero están conectados a la estructura capitalista, desenfrenada, ilimitada, que prospera en la anarquía o en la opacidad de la ley.

Existe un capitalismo desenfrenado que nos envuelve. Y muchos de los actores que explotan Palestina y la muerte palestina son también quienes estrangularon nuestra vida. Así que esta es la cuestión. Necesitamos reglas. Hay un aspecto histórico que no es nuevo en Palestina. Estos sistemas coloniales han sido históricamente impulsados por intereses privados, en el sentido de que las empresas han sido el motor, como la Compañía de las Indias Orientales, por ejemplo. Y si no han sido motor han sido las facilitadoras, aportando capital y luego buscando obtener más capital a cambio. En Palestina no es diferente.

¿Qué marco legal hay al respecto?
La regulación, el marco legal, existe. Son los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Aunque es opaca en lo que respecta a la rendición de cuentas. Por lo tanto, las empresas se han convertido en una especie de titulares de derechos, pero no en garantes de obligaciones. Es increíble que tengamos obligaciones que vinculen a los Estados, pero las empresas pueden hacer lo que quieran. No tiene sentido.

Así que intento mencionar el hecho de que existen procesos penales contra Israel, por genocidio, pero también por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y también está la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia. No podemos obviarla. Esto crea una responsabilidad prima facie y una presunción de vínculo directo con la ocupación para quienes participan en ella.

La Unión Europea está cubriendo a Israel y, con ello, contribuyendo a sus crímenes

¿Cuáles son los pilares de la ocupación ilegal israelí?
Hay dos. Uno, es el espacio de desplazamiento, cómo se ha utilizado el sector privado para desplazar a los palestinos y también para reemplazarlos, a través del extractivismo, de la construcción, de los bienes y servicios. Y todo está registrado, es verificable.

Israel ha mejorado intencionalmente esa estructura. Por ejemplo, la empresa militar, las constructoras. Gaza no ha sido pulverizada solo por bombas, también participan en ello, por ejemplo, las excavadoras. ¿Quién proporcionó estas excavadoras? La tecnología que se ha utilizado para segregar a los palestinos en Cisjordania o en Gaza se ha utilizado para espiar a la población de Gaza y para ayudar a diseñar un sistema de asesinatos masivos, así como los drones o los cuadricópteros.

Otro pilar es el de los facilitadores, que son los fondos de capital riesgo o los bancos, los que otorgan anticipos y los que normalizan la ocupación; las universidades, por ejemplo. Hay todo un tejido involucrado, en todas partes. Y ahora lo sé, con esta investigación. Este informe abre las ventanas y, al abrirlas, podemos ver lo que hasta ahora podíamos intuir. Ahora está a la vista, y es impactante.

¿Menciona en el informe los nombres de las empresas?
Sí. Tengo registradas unas 200 empresas involucradas, de una base de datos de 1.000 que he recopilado. Pero no he podido investigar a fondo todas, así que me he centrado en cincuenta, porque son las que representan cómo están interconectados estos sistemas. Y, en los próximos años, pretendo continuar con esto.

Los Estados miembros [de la ONU] tienen la obligación de imponer sanciones y cortar lazos con Israel. Pero también los bancos deberían dejar de invertir. Las empresas deberían dejar de proveer, es decir, de lucrarse. Así que, sí, menciono estas empresas de cada sector para explicarlo.

La idea de este informe no es tener una lista a modo de base de datos, sino explicar el sistema, porque no solo se trata de las colonias. Los asentamientos están conectados a una industria lucrativa. Y la razón por la que los asentamientos prosperan es porque ya han aniquilado a los palestinos que los rodean. De eso va mi informe. Por eso la gente está tan nerviosa con él.

Hay nervios ante mi próximo informe porque muestra que existe una industria lucrativa a costa de la ocupación ilegal israelí

¿Cómo valora el papel de España?
Sé que aquí todos quieren que les den palmadas en la espalda. Es estupendo que España reconozca el Estado palestino porque con ello pueden reconocer que existe una agresión total contra un Estado soberano miembro de la comunidad internacional.

Ahora, al igual que con Ucrania, España necesita imponer sanciones y cortar lazos económicos. Eso significa, en realidad, crear un aislamiento en torno a este régimen, este país, Israel, que ha cometido crímenes muy graves y ahora está involucrado en procesos penales y procesos por genocidio.

¿Cuál es el papel de Europa ante este genocidio en curso, con masacres, bloqueo a la entrada de ayuda, desplazamientos forzados, asesinatos masivos de civiles?

Europa está ayudando. Colectivamente, está ayudando. Ante lo que Israel ha hecho en los últimos 650 días, la Unión Europea dice ahora, a estas alturas: «Ah, sí, hay algunas violaciones de derechos humanos». Toda la ocupación es una violación de los derechos humanos y del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, y la ocupación lleva décadas, no empezó ayer. Así que no tiene sentido lo que intentan decir desde la UE. Están encubriendo a Israel.

La relatora especial de las Naciones Unidas sobre los territorios palestinos, Francesca Albanese

Por eso digo que la UE no está haciendo lo suficiente. Vemos que hay Estados miembros escudándose en la UE, delegan su política exterior en la UE, la usan como coartada. No puede ser una coartada para justificar crímenes. Europa está colaborando, es parte del problema.

¿Cómo valora el papel que juega la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen?

No es una líder elegida que hable en nombre de los europeos, que tome decisiones en nombre de los europeos. Europa no es un reino, ella no es una reina, no está por encima de la ley. Está sujeta al derecho europeo, al derecho internacional. Así que no debería actuar así. Es notable cómo elude el derecho internacional.

Hay mucha gente que se afilia a la ideología equivocada, a ideologías que se han vuelto genocidas. Ella no sería la primera. Pero estamos en 2025, no en 1925. Y, en ese sentido, creo que es necesario que haya una investigación al respecto dentro de la Unión Europea para ver si ella obedece a cuestiones ideológicas o si hay otros intereses. Sabemos que hay grupos de presión que premian a políticos si adoptan determinadas posiciones. No digo que sea así en este caso, pero hay que investigarlo.

Tras 20 meses de masacres en Gaza y el Acuerdo de Asociación UE-Israel vigente, es imposible que la UE no parezca una farsa total en materia de derechos humanos

La Unión Europea no ha suspendido su Acuerdo de asociación con Israel ni ha decidido imponer sanciones. Mantiene relaciones comerciales a pesar del dictamen de la Corte Internacional de Justicia del pasado julio, que pide a los países impedir relaciones comerciales que puedan contribuir a la ocupación ilegal.

¿Qué deberían hacer la Unión Europea y los países que la integran?

El Acuerdo de Asociación entre la UE e Israel demuestra lo hipócrita que es el compromiso con los derechos humanos. Israel ya violaba el derecho internacional y los derechos humanos de los palestinos cuando se impulsó este Acuerdo. Por lo tanto, si los derechos humanos hubieran significado algo para quienes lo firmaron, no debería haber entrado en vigor en su día.

Ahora, tras 20 meses de masacre en Gaza, con ese Acuerdo vigente y sin ser suspendido, es imposible que la Unión Europea no parezca una farsa total en materia de derechos humanos. La UE parece una farsa y debería haber consecuencias legales.

Son los Estados los que pueden hacer cumplir el derecho internacional, pero los Estados lo están violando. Y es aquí es donde digo que nosotros, el pueblo, marcamos la diferencia. Puede parecer imposible, hasta que se hace posible. Por lo tanto, tenemos que participar en la vida pública. No podemos delegar el uso del poder político. No, tenemos que ocuparnos de ello. Es nuestra vida y son nuestros derechos.

Y, además, debemos ejercer todos los mecanismos de escrutinio existentes mediante la presión pública, la denuncia pública, las revisiones judiciales y los informes de investigación. Y debemos profundizar en los vínculos que unen a Israel con nuestros países y con la Unión Europea.

Las empresas, los negocios privados, se han usado para desplazar a los palestinos y para reemplazarlos: para la ocupación ilegal

España se ha diferenciado de algunos países europeos en sus declaraciones y el reconocimiento del Estado palestino, pero mantiene relaciones armamentísticas y comerciales con Israel, ha habido importaciones, por ejemplo.

Según el derecho internacional, los países no pueden importar. Estamos ante crímenes muy graves y este tipo de transacciones son complicidad en la comisión de un delito. Hay armamento probado sobre los palestinos, contra la gente. Pero incluso otro tipo de productos tampoco son admisibles, porque Israel es un Estado que comete crímenes, y, por lo tanto, las relaciones deberían reducirse.

Los Estados y los gobiernos de Europa aún están en proceso de negación. Así que dicen que no compran ni comercian con un genocida, pero luego dicen que sí, porque no saben si sigue siendo genocida. El principio es que no se puede tener tratos con Estados que cometen genocidio. También vemos que hay países que dicen que no venden, pero compran, eso es lo mismo, es una relación comercial.

Nosotros, el pueblo, la gente, marcamos la diferencia: puede parecer imposible, hasta que se hace posible, pero para eso hay que participar en la vida pública, no delegar el uso del poder político

En España ha habido varios contratos de compra a armamentísticas israelíes desde octubre de 2023 a abril de 2025

Ayer escuché decir a un político que los lobbies sionistas no tienen mucho margen de maniobra aquí [en España]. Pero hay otros cómplices y es necesario saber quiénes son. Hay grupos de presión proisraelíes que son cristianos, hay otros que son racistas, o están los que tienen miedo. Pero la clave es el negocio. El negocio es transversal.

Hay países que siguen comerciando con empresas instaladas en los asentamientos ilegales israelíes. Esta semana hemos conocido nuevos transbordos y tránsitos por puertos españoles de material procedente de estos asentamientos, con destino EEUU. A día de hoy el comercio con productos de las colonias no es legal, porque es complicidad. Mi informe lo confirma. Hay que ponérselo muy difícil a Israel, es un Estado que está matando de hambre a toda una población.

España permite que barcos con destino a Israel atraquen en sus puertos. El argumento es que son bienes civiles. Pero son bienes civiles que se basan necesariamente en la explotación. Todo lo que proviene de los asentamientos no debería estar sujeto a nuestras tasas. Tenemos que adoptar medidas extremas ante una situación extrema. Israel ha dificultado enormemente la entrada de productos de primera necesidad en Gaza. Ante ese bloqueo, hay que reaccionar. Hay que asegurase de que no haya ese tipo de comercio, no hay que facilitarlo. Eso significaría hacer algo, reaccionar.

Hay gente en Europa que justifica la falta de acción asegurando que hasta que EEUU no reaccione, aquí no se puede hacer nada, como si no hubiera capacidad de presión.

Creo que eso es falta de liderazgo. Hay que votar por las personas adecuadas. Eso es lo que se necesita. Tenemos obligaciones legales. Si alguien se está muriendo en la calle, no podemos decir que no podemos salir a prestar primeros auxilios porque nuestros vecinos no lo están haciendo. Este es un argumento similar. No tiene sentido. Están poniendo excusas.

Creo que todas las personas que vemos las imágenes de Gaza tenemos un trauma enorme por la cantidad de cuerpos descuartizados que hemos contemplado. Tengo una gran empatía hacia los demás. La razón por la que estoy tan involucrada en esto es porque me tomo las cosas muy en serio. Probablemente, lo haría en otras circunstancias. Nunca he sido activista, pero probablemente este es el momento en que me convertiría en activista, porque esto no es normal. Esta es la rabia que siento.

¿Cómo se siente, tras tantos meses en los que, pese a las denuncias, las masacres han continuado?

Creo firmemente en las reglas. ¿Cómo es que nada funciona? No quiero que mis hijos crezcan pensando que esto es normal. El otro día mi hijo entró en mi habitación, yo estaba mirando unas fotografías, y me preguntó: “Mamá, ¿qué es esa pierna?”. Le tapé los ojos. Pero, ¿cuánto tiempo puedo tapárselos? No quiero que piense que esto es normal.

Cuando tenía 18 años y oí hablar de la masacre de Srebrenica o de la violación masiva de mujeres en Bosnia, me sentí devastada y me pregunté qué podíamos hacer al respecto. Ahora estamos viendo cómo la gente palestina sigue siendo asesinada. A una velocidad increíble. Los números siguen aumentando. Estos días de guerra con Irán en Gaza han matado a más de 600 palestinos.

Israel es un Estado que comete crímenes y, por tanto, las transacciones con Israel son complicidad en la comisión de un delito

Ante esta impunidad, ¿cómo ve el papel del derecho internacional, de Naciones Unidas o de su trabajo como relatora? Si no se para esta impunidad, ¿hacia dónde vamos?

Estamos dirigiéndonos a un lugar donde no hay reglas. O hay una revolución en defensa de los derechos humanos o vamos a un lugar muy oscuro. A través de la tecnología se establece control social, control de los recursos, del poder del Estado. Si la gente no despierta, estamos colectivamente en problemas.

Hoy vi un vídeo en el que aparecen dos jóvenes quejándose de que esta generación ya no socializa, no interactúa, no hace el amor, compra on line. Y entonces deciden salir, limpiar los espacios públicos, abrir camino, y otros les siguen, y construyen comunidad, hacen cosas, cuidan las plantas en vez de matarlas, y es una buena metáfora. Este genocidio me ha acercado más a mi gente, a mi familia, al amor, a las cosas importantes de la vida, con un sentido y un propósito que nunca había tenido.

¿Le pasa factura a nivel personal?
Cuando la gente me pregunta cómo sobrevivo a esto, miro a mis amigos, a mis hijos, a la comunidad que hemos construido, la gente que nos miramos y tenemos la sensación de que nos conocemos muy bien, porque estamos afectadas por lo mismo, porque estamos en el mismo lado y somos parte de una gran familia.

Hay mucha gente que está demostrando que está dispuesta a arriesgarse, y tenemos que seguir hablando de las lecciones. Cuando hay gente que me pregunta: ¿Qué haces ante tanto odio? Yo contesto: ¿Has visto cuánto amor hay?

Hay Estados y grupos que me desacreditan y no me protegen, pero también hay tantas redes de gente que me apoyan… Y ahora, después de tanto, sé que no voy a descansar hasta ver justicia para el pueblo palestino, voy a vivir hasta el final de mis días dedicada a ello. Esto me ha transformado, y creo que le ha pasado a mucha gente.

¿Cuándo estuvo en Palestina por primera vez?
En 2009, no hace tanto. Había violaciones generalizadas, como la destrucción de viviendas, el desplazamiento de palestinos y los arrestos y detenciones arbitrarias, incluso de niños. Cuando estuve allí, salió un informe de UNICEF que indicaba que Israel arrestaba a 600 niños al año, en plena noche y los torturaba.

Por aquel entonces, ya en 2009 y 2010, tenía la sensación de que algo andaba mal en la forma en que usamos el marco del derecho internacional. La comunidad internacional obligaba a los palestinos a la dependencia, frustrando también sus derechos.

Y hoy en día se plantean propuestas que dejan fuera la voz palestina. Cuando nos dicen que se está hablando con los saudíes o con los egipcios o los israelíes sobre el futuro de Palestina, ¿eso qué es? Es con los palestinos con quienes hay que hablar. Hoy le pregunté a un político: «¿Estaría contento si el futuro de España dependiera de la voluntad de los portugueses y los franceses?».

Europa no está ayudando, no es parte de la solución, es parte del problema, hay sectores muy sesgados con una mentalidad colonial y racista

Así no funciona el derecho a la autodeterminación. Y esta mentalidad colonial es el principal obstáculo para comprender el problema de los palestinos. Aquí en Europa hay grandes sectores muy parciales, muy sesgados, muy racistas y orientalistas. Y esto se lleva a la política.

Europa no está ayudando, no es parte de la solución, es parte del problema. El espectro político tiene que cambiar. Triunfa la ley del más abusador. Hay algunos hitos en este camino hacia la oscuridad. Uno de ellos es cuando el primer ministro de Reino Unido dijo que está bien recortar los suministros esenciales en Gaza. Después, cuando políticos de Reino Unido y también en Italia afirmaron que no estamos ante un genocidio porque no han muerto tantas personas y porque Israel no quiere matarlos a todos.

También cuando el canciller alemán afirmó, hace escasos días, que Israel está haciendo el trabajo sucio para Europa. Han llegado al punto de admitirlo y de seguir con ello, y los demás no dicen nada… Esta es una forma mafiosa de ejercer el poder. Aquí, en plena Europa en 2025. 

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