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viernes, 15 de julio de 2016

Autopsia o venganza. Investigaciones como el ‘informe Chilcot’ son impensables en nuestro país

Una democracia sana necesita autopsias. Disecciones profundas, con acceso a todo tipo de documentos y testigos de las acciones políticas más relevantes. Pero investigaciones como el informe Chilcot, solicitado por Gordon Brown sobre la participación británica en la guerra de Irak, son imposibles en nuestro país.

Primero, los españoles anteponemos la lealtad partidista a la lealtad a la comunidad. Es inaudito que un presidente español pida a una autoridad prestigiosa que examine la labor de un Gobierno de su propio partido. Auditaremos todo lo que haga falta de los adversarios políticos. Ya sea deuda ilegítima o facturas en los cajones. Pero no cuestionaremos a los nuestros.

Segundo, los españoles no analizamos las decisiones, sino que juzgamos a los decisores. La comisión Chilcot evaluó la política británica antes, durante y tras la invasión de Irak. El objetivo era evitar que los desastres encadenados en la política exterior británica que llevaron a la guerra de Irak se vuelvan a repetir. Aprender de los errores. Ciertamente, se nombra a los responsables de actuaciones concretas, como Blair. Pero la meta de estos informes no es juzgar a un primer ministro del pasado, sino mejorar los protocolos de actuación que ayuden a tomar mejores decisiones a los primeros ministros del futuro.

En España es difícil que invirtamos tiempo y recursos en desentrañar el fondo de decisiones políticas complejas. Cuando estamos descontentos, nosotros vamos directos al juzgado alegando crímenes contra la humanidad o contra la Constitución. Denunciamos a los políticos frente a unos tribunales que no tienen ni los medios ni el mandato para ofrecer una fotografía completa del problema.

Para resolver cualquier fallo colectivo, necesitamos detectar las instituciones, y no sólo las personas jurídicas, responsables. Los agujeros negros, en política exterior o en corrupción interior, son el resultado de procesos llenos de detalles. De pequeñas decisiones, algunas justificables y otras no. Pero es más cómodo señalar con el dedo a alguien.

 Queremos venganza, no aprender. Como Bush en 2003.

jueves, 29 de octubre de 2015

Blair pide perdón por la guerra de Irak y la vincula al ascenso del ISIS. El ex primer ministro británico no se disculpa sin embargo por la muerte de Sadam Husein

El ex primer ministro británico Tony Blair ha pedido disculpas por su papel en la guerra de Irak, a la que llevó al país hace 12 años. En una entrevista en la CNN, el último líder laborista en ganar unas elecciones ha pedido perdón por utilizar información de inteligencia errónea; ha reconocido que no supo prever el caos que se desataría tras el derrocamiento de Sadam Husein, y ha admitido que dicho caos puede haber contribuido a la aparición y crecimiento del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés). Blair, sin embargo, se ha negado a disculparse por eliminar del poder al fallecido dictador iraquí y ha defendido aquella intervención armada, señalando a la actual guerra civil en Siria para destacar los peligros de no actuar.

“Pido disculpas por el hecho de que la inteligencia que recibimos fue errónea”, dice en una entrevista que se emitirá a partir del próximo lunes en el especial Long Road to Hell, de la cadena estadounidense, presentado por Fareed Zakaria. “También pido disculpas por algunos de los fallos en la planificación y, ciertamente, por nuestro error en comprender lo que sucedería una vez que desalojáramos al régimen".

“Sin embargo, encuentro difícil pedir disculpas por desbancar a Sadam”, añade Blair, quien, a la pregunta de si la invasión de Irak ha sido uno de los factores principales de la aparición del ISIS, admite que “hay elementos de verdad en esa cuestión”, según extractos de la entrevista recogidos por el Daily Mail.

No es la primera vez que Blair admite errores en la guerra de Irak de 2003, que dañó enormemente su popularidad y que fue uno de los motivos de su salida del 10 de Downing Street en 2007. Pero sí es la vez que lo hace con mayor contundencia. Y lo hace cuando parece que están a punto de publicarse los esperados resultados de la investigación de John Chilcot sobre la guerra de Irak, encargada por el Gobierno de Gordon Brown hace seis años.

Muchos, incluida la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, han querido ver en la entrevista concedida a la CNN un intento de Blair de preparar el terreno ante las posibles críticas que suscite la publicación de las conclusiones de la investigación. No hay una fecha concreta de publicación del informe, que lleva gastados ya más de 14 millones de euros, pero el primer ministro, David Cameron, ha expresado recientemente su irritación por las demoras que arrastra y ha urgido a Chilcot a concluirla.

Aunque admite errores, según los extractos adelantados de la entrevista, Blair se declara preparado para “enfrentarse al juicio de la historia”. Y destaca que otras actuaciones internacionales posteriores tampoco han dado buenos resultados. “Hemos intentado la intervención con tropas en Irak, la intervención sin tropas en Libia y la no intervención, pero con llamamiento a un cambio de régimen, en Siria. No tengo claro que, incluso si nuestra política no funcionó, las siguientes hayan funcionado mejor”, explica.
(El País página 13, 26 de octubre)
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/10/25/actualidad/1445774504_154032.html

domingo, 17 de octubre de 2010

John le Carré: Desenmascarando a los traidores

John le Carré, el ex espía británico que se convirtió en autor de novelas de espionaje, le ha dedicado duras palabras a Tony Blair.

A más de siete años de la invasión de Iraq, el ex primer ministro británico, que ahora no ocupa ningún cargo y se encuentra de gira por el mundo promocionando sus memorias políticas, se suele enfrentar a graves protestas durante la firma de ejemplares de su libro.

Cuando estuve en Londres recientemente, John le Carré me dijo: “No puedo entender que Blair tenga una vida pública y tal vez un futuro político aún. Me parece que un político cualquiera que haya llevado a su país a la guerra utilizando pretextos falsos ha cometido el máximo pecado. Creo que una guerra, en la que nos negamos a aceptar el número de personas que hemos matado, es una guerra de la que deberíamos estar avergonzados. Siempre hay que tener cuidado con eso. No hablo como un profeta, supongo que simplemente hablo como un ciudadano enojado. Pienso que es cierto que hemos causado daños irreparables en Medio Oriente y creo que vamos a tener que pagar por ello por largo tiempo.”

Estábamos sentados en un estudio de televisión en una de las orillas del Támesis, con vista a dos de sus antiguos lugares de trabajo: el MI5, el Servicio de Seguridad Interior, y el MI6, el Servicio Secreto de Inteligencia británico, que opera a nivel internacional (equivalentes al FBI y la CIA de Estados Unidos). John le Carré es el seudónimo bajo el que escribe David Cornwell, que fue espía desde finales de la década de 1950 hasta principios de la de 1960. Comenzó a escribir novelas y tuvo que elegir un seudónimo debido a su trabajo como espía. Tenía su base en Alemania cuando en 1961 vio cómo se elevaba el Muro de Berlín, lo que lo motivó a escribir su tercera novela: “El espía que surgió del frío”, que luego se convirtió en un best-seller en todo el mundo.

... los personajes de las novelas de le Carré son sujetos desolados, involucrados en actos de engaños deshonestos y violencia deliberada. Con la atención del mundo puesta en el Muro de Berlín y la crisis de los misiles en Cuba, le Carré cautivó al público del mundo entero al mostrar la cruda realidad del espía en el frente de batalla de la Guerra Fría.Cuando la Guerra Fría llegó a su fin, le Carré continuó su prolífica carrera de escritor, fue cambiando el foco de su escritura acercándose cada vez más a temas como las desigualdades de la globalización, el poder corporativo multinacional sin restricciones y la frecuente confluencia de los intereses corporativos y las actividades de los servicios nacionales de espionaje.

Quizás una de las más conocidas de sus últimas novelas sea “El jardinero fiel”, que trata de una compañía farmacéutica que utiliza, sin su consentimiento, a personas de Kenya para realizar peligrosas pruebas de una droga experimental que en ocasiones pueden resultar mortales. Le Carré explica: “Las cosas que se hacen en nombre del accionista son, desde mi punto de vista, tan escalofriantes como las cosas que se hacen, permitanme decirlo, en nombre de Dios.” Como muchas de sus novelas, “El jardinero fiel” tuvo su versión cinematográfica y se convirtió en una película muy popular, protagonizada por Ralph Fiennes y Rachel Weisz.Le Carré ha escrito con frecuencia acerca de África: “Es donde he visto a la globalización en funcionamiento. Es un panorama bastante feo. Es una fantasía de reunión de directorio. Lo que significa en verdad es la explotación de mano de obra muy barata, y con frecuencia también el desastre ecológico que lleva consigo, la creación de mega ciudades y el fin de la cultura agraria y tribal.”

Su último libro (el vigésimo segundo), publicado esta semana, se llama “Un traidor como los nuestros.” Se trata de una ficción sobre un conjunto de banqueros londinenses y sus protectores en el parlamento que se confabulan con la mafia rusa para apuntalar la resquebrajada economía mundial por medio del lavado de cientos de miles de millones de dólares provenientes de ganancias criminales. En 2003, antes de la invasión a Iraq, le Carré participó de las manifestaciones contra la guerra junto a, según cifras estimativas, más de un millón de personas: “Nos detuvimos. Estábamos muy juntos y con la mirada puesta en Downing Street, donde está la residencia del Primer Ministro. Parecía que nadie iba a decir nada, pero la voluntad del pueblo se hizo oír en una especie de grito salvaje. Traté de imaginarme lo que debe haber sido para Blair estar sentado dentro de ese edificio y oír aquel sonido. Era como un grito inmenso, como esos que surgen de un partido de fútbol o algo así, donde en realidad no se verbaliza nada, como si fuera un sonido animal. Creo que siempre se recordará de él que nos llevó a la guerra, como percibe mucha gente, a fuerza de mentiras.”

Le Carré me dijo que no comprará el libro de Blair pero que tiene algunas preguntas para hacerle: “¿Vio alguna vez lo que ocurre cuando una granada cae en una escuela? ¿Realmente sabe lo que hace cuando ordena emplear la estrategia de ‘impacto e intimidación’? ¿Está preparado para ponerse de rodillas al lado de un soldado que está muriendo y explicarle por qué fue a la guerra de Iraq?”

Le Carré resumió lo que considera el problema central de los poderes mundiales, especialmente del poder británico y estadounidense: “Las víctimas nunca olvidan. Los vencedores sí. Olvidan muy rápido.” Por eso, a los 80 años, John le Carré continúa escribiendo, captando el interés de los lectores en su búsqueda de lo que él llama “la gran verdad.” (Amy Goodman. Democracy Now!) (Fotos de blog oficial y de El País)