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miércoles, 30 de octubre de 2024

La dramática vida de los hibakusha, los sobrevivientes de las bombas atómicas que vivieron con miedo y culpa y ganaron el premio Nobel de la Paz

6 Hibakusha en fotos en blanco y negro

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Los hibakusha son el testimonio vivo de la devastación y la tragedia que causaron las bombas atómicas


Las bombas de Hiroshima y Nagasaki terminaron con la vida de miles de personas en un instante. Para los sobrevivientes fue solo el comienzo de años de dolorosas heridas, enfermedades, miedo, sentimiento de culpa y discriminación. 

La organización Nihon Hidankyo, que agrupa a los hibakusha o sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades japonesas en 1945, ganó el Premio Nobel de la Paz este año. 

El movimiento representa a los 174.080 sobrevivientes de los bombardeos atómicos que residen en Japón, Corea y otras partes del mundo.

No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos del 6 y el 9 de agosto de 1945.

Los cálculos más conservadores estiman que cinco meses después de los ataques unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades.

Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.

Escombros de edificios en Hiroshima.
Escombros de edificios en Hiroshima.

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Hiroshima quedó arrasada tras la explosión de la bomba.

El mundo ha conocido el relato del horror gracias a los sobrevivientes, a quienes se les conoce como hibakusha, que en japonés significa “persona afectada por la bomba atómica”.

Sus testimonios no solo dan cuenta de lo que vieron, sino de los traumas que aún llevan dentro.

“Hay muchos hibakusha que son narradores sociales, pero no son capaces de contarle su propia historia a sus hijos”, le dice a BBC Mundo Yuka Kamite, profesora de Psicología en la Universidad de Hiroshima, quien ha estudiado la salud mental de los hibakusha.

Una dura batalla

Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.

¿Cómo ha sido la vida de los hibakusha y por qué sobrevivir a la bomba fue solo una parte de la dura batalla que han dado para llevar una vida digna?

Miedo

Los hibakusha que recibieron el impacto de la bomba sufrieron quemaduras y heridas que marcaron sus cuerpos y sus rostros.

Una sobreviviente con quemaduras en la cara
Una sobreviviente con quemaduras en la cara

Fuente de la imagen,Getty Images


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Muchos sobrevivientes sufrieron quemaduras y de los efectos de la radiación.

Aquellos que estuvieron expuestos a mayores dosis de radiación, aunque a primera vista parecían ilesos, luego mostraron síntomas como pérdida del pelo, sangrado y diarrea.

Luego se reportó un aumento en enfermedades como el cáncer y la leucemia.

"Todavía siento miedo de que se me puedan manifestar las consecuencias de la radioactividad y morir en cualquier momento", le dice a BBC Mundo Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de Nagasaki que tenía 6 años el día de la explosión y hoy vive en México.

Ese miedo los llevó a una vida de estrés, confusión, incertidumbre y ansiedad. Incluso vivían con temor de pasarle los efectos de la radiación a sus hijos.

“Los efectos de la radiación son invisibles, eso los hizo sentirse inestables e intranquilos, sin saber qué iba a pasar con su futuro”, le dice a BBC Mundo Hibiki Yamaguchi, investigador en el Centro para la Abolición de Armas Nucleares de la Universidad de Nagasaki.

Dos sobrevivientes con heridas

Dos sobrevivientes con heridas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Las bombas causaron heridas físicas y psicológicas.

El miedo marcó para siempre la salud mental y emocional de muchos hibakusha.

Luli van der Does, profesora en el Centro para la paz de la Universidad de Hiroshima que ha estudiado los efectos de la bomba en los sobrevivientes, menciona algunos ejemplos de cómo el miedo se quedó grabado en sus mentes.

“Algunos no pueden comer pescado seco porque les recuerda el olor de los cuerpos quemados”, le dice van der Does a BBC Mundo.

“Otros se tuvieron que ir de Hiroshima y nunca volvieron a visitar su ciudad, otros dicen que no pueden comer pepinos, porque ante la falta de medicinas tras la bomba era lo único que podían usar para curar sus heridas”.

Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente
Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente

Fuente de la imagen,Cortesía/Marcos González


Pie de foto,
Yasuaki Yamashita tenía 6 años cuando explotó la bomba en Nagasaki. Hoy, a sus 81 años, vive en México.

“En casos más severos, dicen que no pueden cruzar puentes ni ver ríos, porque comienzan a recordar los cadáveres que veían flotando tras la explosión”.

El miedo les afectó su salud emocional pero, además, los lanzó a una realidad que hizo aún más difícil su lucha por llevar una vida soportable después de la bomba.

Discriminación

Las heridas físicas, el temor a que los efectos de la radiación pudieran ser contagiosos y los traumas psicológicos de los hibakusha llevaron a que muchos comenzaran a ser discriminados por su condición.

“La gente temía que los sobrevivientes tuvieran una enfermedad contagiosa”, recuerda Yamashita.

“Decían: ‘Hay que separarlos, no hay que casarse con ellos, no hay que tener amistad con ellos’”.

El temor a la discriminación llevó a que muchos ocultaran su condición de hibakusha o se negaran a hablar de ello.

“Aquellos que tenían queloides [crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz] en el cuerpo usaban mangas largas para cubrir sus cicatrices, incluso en pleno verano”, dice la profesora Kamite.

Una persona muestra sus cicatrices abultadas
Una persona muestra sus cicatrices abultadas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Los sobrevivientes ocultaban sus cicatrices queloides por miedo a la discriminación.

También se les hacía difícil conseguir y conservar sus trabajos. Así lo recuerda Yasuaki Yamashita:

“Cuando salí de la preparatoria comencé a trabajar y casi al mismo tiempo comencé a sufrir los efectos de la radiación.

Empecé a perder la sangre, evacuaba sangre, vomitaba sangre, entonces no podía trabajar.

Si conseguía un trabajo, venía esa enfermedad y tenía que renunciar, así duré como dos años.

Mucha gente me decía que yo era un flojo, que no quería trabajar, pero no era eso, era que simplemente no podía trabajar. Yo necesitaba trabajar, pero no podía”
.

Para las mujeres la situación muchas veces era aún más difícil.

En esa época casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

Setsuko Thurlow

Setsuko Thurlow

Fuente de la imagen,Getty Images


Pie de foto,
Setsuko Thurlow recuerda que cuando era joven, poder casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

“Era casi la única cosa que una mujer esperaba”, recuerda Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima, quien en julio compartió sus recuerdos durante un evento en línea para conmemorar el 75 aniversario de las bombas.

“Con esas cicatrices queloides, esas mujeres perdían la fe y la esperanza en la vida”, dijo Thurlow, quien en 2017 recibió en nombre de los sobrevivientes el Premio Nobel de Paz que se le otorgó a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés).

Keiko Ogura, otra sobreviviente de Hiroshima, recuerda que vivió esa discriminación en carne propia. Así lo contó en conversación con BBC Mundo:

“Tenía 8 años, era solo una niña pequeña en la escuela elemental, pero sabíamos que no debíamos decir que habíamos estado en la ciudad ese día. Si decíamos algo relacionado con la radiación, no nos podríamos casar.

No decíamos que éramos sobrevivientes. Teníamos un certificado de sobrevivientes y al mostrarlo en el hospital podíamos recibir tratamiento médico que ayudaba a pagar el gobierno. Sin embargo, la gente nos decía ‘no muestres eso’
.

Keiko Ogura 
Keiko Ogura

Fuente de la imagen,Getty Images


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A Keiko Ogura le enseñaban que no debía decir que era una sobreviviente de la bomba.

Al principio yo no le prestaba atención, sentíamos que todos compartíamos el mismo destino, pero cuando ya era una mujer en edad de casarme, a los 18 o 20 años, los hombres jóvenes de fuera de la ciudad me preguntaban "Keiko, ¿dónde estabas al momento de la bomba?Por mi parte no hay problema, pero a mis padres les preocupa".

Sé que muchas otras personas también tuvieron esa experiencia
”.

La profesora Van der Does cuenta que cuando llegaba el momento de casarse, algunas personas contrataban detectives para investigar si la pareja había estado en Hiroshima al momento de la bomba.

Otros, por su parte, sintieron esa discriminación de una manera más sutil o indirecta, y los puso en una posición vulnerable ante la sociedad. Una "discriminación silenciosa", como la llama la profesora Van der Does.

Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.
Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.

Fuente de la imagen,Cortesía Yoshiro Yamawaki


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Yoshiro Yamawaki lamenta no haber podido estudiar una carrera porque tras la muerte de su padre tuvo que dedicarse a trabajar. 

“No sabes exactamente qué tipo de discriminación estás sufriendo, pero simplemente la sientes en tus interacciones sociales, o al darte cuenta de que a lo largo de tu vida has recibido un trato injusto”, explica.

Yoshiro Yamawaki, sobreviviente de Nagasaki, es uno de esos casos de discriminación silenciosa.

"La bomba mató a mi padre, mi madre tenía siete hijos y no podía hacerse cargo de ellos. Por eso, tuve que dedicarme a trabajar, sin poder ir a la universidad, creo que eso fue una forma de discriminación", dice Yamawaki en conversación con BBC Mundo.

Según explica Van der Does, es difícil conocer el daño psicológico y emocional que sufrieron los hibakusha porque muchos murieron sin ser capaces de hablar de ello.

Keiko Ogura con 8 años.

Keiko Ogura con 8 años.

Fuente de la imagen,Cortesía Keiko Ogura


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Keiko Ogura tenía 8 años cuando estalló la bomba en Hiroshima.

"Hay muchos que no han admitido ser hibakusha por el miedo a la discriminación", dice la investigadora.

En una reciente encuesta que Van der Does realizó entre 1.652 hibakusha de Hiroshima y Nagasaki, encontró que el 31% de ellos ha sufrido varios tipos de trato discriminatorio a lo largo de su vida.

Esa discriminación en ocasiones se dio entre los mismos hibakusha.

“Los hibakusha conocían mejor que nadie lo que les ocurría, por eso muchas veces se discriminaban entre ellos”, dice Hibiki Yamaguchi, de la Universidad de Nagasaki.

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

Fuente de la imagen,Getty Images


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En 2017 Thurlow asistió a la ceremonia del Premio Nobel representando a las víctimas de los bombardeos.

Según Van der Does, esa discriminación era fruto del miedo y de la desesperación por vivir. “Estaban luchando por sobrevivir, tenían que competir entre ellos por lograr algún tipo de ayuda”, dice la profesora.

Culpa

Al miedo y a la discriminación con que cargaban los hibakusha muchas veces se les sumó un sentimiento de culpa por haber escapado con vida o haber sido incapaces de ayudar a quienes pedían auxilio.

Ese sentimiento de culpa de los sobrevivientes les causó sufrimiento a largo plazo, explica la psicóloga Kamite.

Hiroshima destruida tras la bomba
Hiroshima destruida tras la bomba

Fuente de la imagen,Getty Images


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Muchos hibakusha desarrollaron un sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a las personas heridas. Así lo recuerda la sobreviviente Keiko Ogura:

“Yo, al igual que el 90% de los sobrevivientes, tuve un sentimiento de culpa porque vi morir a familiares y amigos. Después de la explosión vimos gente bajo los edificios derrumbados pidiendo ayuda, pero no podíamos ayudarlos, estaban atrapados. Las madres trataban de sacarlos pero era muy difícil.

Luego, el fuego se esparció tan rápido que no tuvieron más opción que irse del lugar.

Eso los hizo preguntarse: ¿por qué no pude cumplir con el deber de ayudar a mis hijos hasta el último momento?

Tras la explosión, dos personas muy heridas se me acercaron y solo decían 'agua, agua'. Yo les di de beber y luego murieron frente a mí. En ese momento no lo entendía, era solo una niña de 8 años, pero comencé a culparme porque sentía que los había matado. Sentía que si no les hubiera dado agua, ellos no estarían muertos. Me sentí así durante más de 10 años"
.

Yasuaki Yamashita hablando en un foro
Yasuaki Yamashita hablando en un foro

Fuente de la imagen,Getty Images


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Algunos hibakusha cuentan su historia en eventos públicos, pero otros prefieren permanecer en silencio. Según los expertos, la dificultad que muchos sobrevivientes tienen para hablar de su experiencia les ha afectado sus vidas.

“El velo de silencio sobre estos temas funcionó para ocultar las transgresiones ocasionadas por las secuelas atómicas”, dice Kamite.

Contra el silencio

Algunos hibakusha, sin embargo, han combatido ese silencio y comparten sus historias con los medios o como parte de campañas en contra de la proliferación de armas nucleares.

“Algunos están motivados por la ira, otros por un sentido de misión social, y otros pueden estar motivados por la respuesta al trauma”, dice Kamite.

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

Fuente de la imagen,Getty Images


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Algunos hibakusha se convirtieron en activistas en contra de las armas nucleares.

La profesora, sin embargo, advierte que son solo unos pocos quienes participan en estas actividades sociales y que es probable que muchos hibakusha hayan sido una “mayoría silenciosa”.

Van der Does, por su parte, explica que con el tiempo los hibakusha lograron construir un sentido de comunidad que los ayudó a ganar aceptación en la sociedad.

“Se convirtieron en líderes en la lucha por el desarme nuclear”, dice la profesora. "Pasaron de ser víctimas a creadores de un mundo nuevo".
 
 *Este artículo fue publicado originalmente en 2020, a propósito del 75 aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. 


"Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos": quién fue Robert Oppenheimer, el arrepentido padre de la bomba atómica

domingo, 6 de agosto de 2023

Christopher Nolan y las contradicciones de J. Robert Oppenheimer.

A man in a period brown suit and hat leads three men on a dusty road with some buildings to the left. Two of the men are in military uniforms and a third is wearing an overcoat and suit.
From left, Cillian Murphy, Olli Haaskivi, Matt Damon and Dane DeHaan in a scene set at Los Alamos.Credit...

El director de la película biográfica argumenta que el físico que supervisó la creación de la bomba atómica era a la vez la persona más importante que jamás haya existido y un ingenuo irremediable.

Con la película biográfica "Oppenheimer", que se estrenará el 21 de julio, el escritor y director Christopher Nolan, conocido por películas que retuercen el cerebro como "Interstellar" y "Origen", aborda un viejo temor de la infancia, uno basado no en la ciencia ficción sino en la ciencia real. a saber, la amenaza de la guerra termonuclear y la aniquilación humana.

La película sigue la historia de J. Robert Oppenheimer, el físico cerebral, carismático y atormentado (interpretado por Cillian Murphy, la estrella de "Peaky Blinders") que fue seleccionado para liderar el Proyecto Manhattan en Los Alamos, N.M., para construir la atómica bomba durante la Segunda Guerra Mundial.

El posterior bombardeo de Hiroshima y Nagasaki puso fin a la guerra contra Japón en 1945 (Alemania ya se había rendido) y Oppenheimer fue aclamado como un héroe. Pero solo unos años después, en 1954, su autorización de seguridad fue revocada en una audiencia infame de asesores de la Comisión de Energía Atómica que lo declaró una amenaza para la seguridad basada en vínculos izquierdistas en la Universidad de California, Berkeley, entre otras cosas, una novia. y su hermano, Frank, eran ambos miembros del Partido Comunista, y su oposición a construir una bomba aún más grande, la "Super" o bomba de hidrógeno defendida por su colega Edward Teller.

Ese fue el final de la carrera de Oppenheimer en los círculos gubernamentales y de su capacidad para influir en el futuro de la energía atómica en la Guerra Fría. Como resultado, se convirtió en un mártir para la comunidad científica. Muchos físicos, incluido Albert Einstein, estaban decepcionados de que Estados Unidos hubiera arrojado la bomba sin previo aviso sobre un enemigo que ya estaba derrotado, mientras que Oppenheimer esperaba que el advenimiento de la bomba hiciera impensable la guerra y condujera a controles internacionales sobre tales armas. Sin embargo, una vez que los rusos tuvieron la bomba, ese sueño no tuvo ninguna posibilidad con los intransigentes como el presidente en ese momento, Harry S. Truman, quien llamó a Oppenheimer un “llorón”.

El enorme elenco de la película incluye a Matt Damon como el malhumorado general de división Leslie Groves, quien estuvo a cargo general del proyecto, y Robert Downey Jr. como el almirante Lewis Strauss, presidente de la Comisión de Energía Atómica. Strauss lideró la carga de la posguerra contra Oppenheimer, y su nominación para secretario de Comercio bajo el presidente Dwight D. Eisenhower fue rechazada por el Senado en parte debido a su papel en la caída de Oppenheimer.

Un hombre con un traje marrón de época y un sombrero conduce a tres hombres por un camino polvoriento con algunos edificios a la izquierda. Dos de los hombres visten uniformes militares y un tercero lleva abrigo y traje. De izquierda a derecha, Cillian Murphy, Olli Haaskivi, Matt Damon y Dane DeHaan en una escena ambientada en Los Álamos Credit... Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

La película, adaptada de la biografía ganadora del premio Pulitzer "American Prometheus" de Kai Bird y Martin J. Sherwin, es la más reciente de una serie de libros, largometrajes y documentales que narran el trágico nacimiento de las armas atómicas, incluido otro Pulitzer. ganador del premio, “La fabricación de la bomba atómica”, de Richard Rhodes; una serie de siete capítulos de la BBC, “Oppenheimer”; “Fat Man and Little Boy”, protagonizada por Paul Newman como Groves; otro documental, “Los juicios de J. Robert Oppenheimer”; e incluso una ópera de John Adams, “Doctor Atomic”. (El director es muy consciente de que su película se enfrenta a otra rival, "Barbie", que se estrena el mismo día, y ofreció "sin comentarios" sobre la elección que enfrentan los espectadores).

Mientras tomaban el té en su oficina en un tranquilo barrio residencial de Los Ángeles, Nolan discutió por qué pensaba que Oppenheimer era la persona más importante que jamás haya existido, eligiendo entre los mitos y el disco, el corte de pelo de Cillian Murphy y cómo llegó a hacer esta película. Estos son extractos editados de nuestra conversación.

En las notas de producción dices: "Te guste o no, J. Robert Oppenheimer es la persona más importante que jamás haya existido". ¿Por qué?
En Hollywood, no tenemos miedo de un poco de exageración. ¿Realmente lo creo? Absolutamente. Porque si mis peores temores son ciertos, él será el hombre que destruyó el mundo. ¿Quién es más importante que eso?

Tal vez el hombre que apretó el botón que destruyó el mundo.
Tiene que tener un botón para empujar.
Creo que es muy fácil defender a Oppenheimer como la persona más importante que jamás haya existido, porque es la persona que facilitó y logró las armas atómicas y, de hecho, la bomba de hidrógeno, porque dejó que Teller trabajara en ella. Así que él es el individuo que pudo dirigir las fuerzas de manera efectiva.

¿Existe un universo paralelo en el que no era él, sino alguien más y eso hubiera pasado? Muy posiblemente. Ese es el argumento para disminuir su importancia en la historia. Pero esa es una suposición de que la historia está hecha simplemente por movimientos de la sociedad y no por individuos. Es un debate muy filosófico.

Aparentemente, unos 15 minutos después de escuchar que el átomo se había dividido, estaba sugiriendo que se podía hacer una bomba en una reacción en cadena. Pero creo que muchos científicos dijeron lo mismo: "Oh, esto podría ser una bomba".

Su historia es fundamental para la forma en que vivimos ahora y la forma en que viviremos para siempre. Cambió absolutamente el mundo de una manera que nadie más ha cambiado el mundo. Hablas del advenimiento de la imprenta o algo así. Le dio al mundo el poder de destruirse a sí mismo. Nadie ha hecho eso antes.

'Oppenheimer': una historia de origen siniestro
La nueva película de Christopher Nolan sobre J. Robert Oppenheimer, el científico que encabezó el desarrollo de la bomba atómica, se estrenó el 21 de julio.

Una participación taquillera: el dúo incongruente de "Oppenheimer" y "Barbie" se combinó para vender muchas más entradas de las esperadas durante el primer fin de semana de las películas. 

Redescubriendo un viejo documental: Décadas después de su estreno, los espectadores acuden en masa a "The Day After Trinity" de Jon H. Else como complemento de la película biográfica de Nolan.

Robert Downey Jr.: El actor coprotagoniza "Oppenheimer" como el ex presidente de la Comisión de Energía Atómica y principal antagonista de Oppenheimer. Para él, la película representó un reinicio de carrera. 

A grandes longitudes: el formato IMAX de 70 milímetros se suele asociar con la acción. Pero Nolan dice que "Oppenheimer" se benefició de la imagen alta.

Esa es una visión pesimista si su invento realmente acabó con el mundo. Si no fuera así, sigue siendo el hombre más importante porque la bomba habría detenido la guerra para siempre. No hemos tenido una guerra mundial desde 1945 basada en la amenaza de destrucción mutua asegurada.
Así que hay dos formas de ver esta contribución. Y no sabemos cuál tiene razón. Mucho de lo que dijo sobre el control de armas y la forma en que se desarrollarían los acontecimientos ha demostrado ser absolutamente cierto. Mucho de esto también ha parecido irremediablemente ingenuo. Esta es una historia que aún no tiene final.

Para bien o para mal, realmente creo que es una de las figuras más claramente ambiguas de la historia.

En una escena de la película, la silueta de un hombre se encuentra en una habitación con parte de las paredes y el techo que parecen incompletos. Está al lado de un objeto masivo.

Murphy como Oppenheimer. “La película ciertamente trata de abrazar la naturaleza icónica de quién era el hombre, pero también entiende que es autocreativo y consciente de sí mismo”, dijo Nolan.

La pregunta candente que tengo es ¿por qué? ¿Por qué Oppenheimer ahora? Quiero decir, esta es una historia con la que he crecido toda mi vida como un niño de la era nuclear.
Hay ciertas historias que quieres esperar hasta que te sientas listo para contarlas. [Esta] historia es una que conozco desde que era un niño que crecía a la sombra de las armas nucleares a principios de los años 80 en el Reino Unido. Estaba muy en la cultura pop. Eran los días de la Campaña por el Desarme Nuclear y las protestas de Greenham Common y sobre el estacionamiento de misiles nucleares de crucero. Para mí, siempre me ha parecido una de esas historias que no creo que se haya contado en ningún sentido cinematográfico definitivo. Y, sin embargo, es una de las historias más importantes y dramáticas que existen.

Así que leer “American Prometheus”, es un libro tan bien investigado y bien contado, me dio confianza. Esa podría ser la base, ya sabes, de una película o un guión.

Parece que el miedo nuclear ha vuelto.
Estuve hablando con Steven Spielberg sobre esto recientemente. Creció en la época de la Crisis de los Misiles en Cuba, los años 60, en plena Guerra Fría. Fue un período en el que hubo una enorme cantidad de miedo. Y luego la ola que describí a principios de los 80. Muchas cosas de la cultura pop surgieron de eso, incluida la canción de Sting, "Russians", sobre las tensiones globales, que se refiere a los "juguetes mortales de Oppenheimer".

Creo que nuestra relación con las armas nucleares en la cultura pop es muy complicada y tiene altibajos. Cuando le dije por primera vez a uno de mis hijos adolescentes lo que estaba escribiendo, él literalmente me dijo, eso es algo que ya no le preocupa a nadie.

Fui al libro para verificar los hechos de la película y me sorprendió leer que Truman realmente lo llamó llorón.
No parece muy presidencial, ¿verdad?

Dada la historia reciente, me suena muy presidencial. Para mí, ese fue un punto dramático enorme en la película porque dejó completamente claro cuán mal se había engañado Oppenheimer.
Esa es una buena manera de decirlo. Hay diferentes relatos de esa reunión, pero estas son cosas que Truman recordó.

Siento que es justo presentar las cosas como él las vio. Porque en ese momento estás buscando un gran cambio en la percepción de la realidad de la situación de Oppenheimer. Esos dos hombres entran en esa habitación con expectativas completamente diferentes sobre lo que es esa reunión. Y creo que fue un gran momento de desilusión, un gran punto de inflexión [para Oppenheimer] en su enfoque para tratar de lidiar con las consecuencias de lo que había estado involucrado.

Es difícil para mí no pensar que Oppenheimer podría ser acusado de tomarse a sí mismo demasiado en serio. Todos estos comentarios, “los físicos han conocido el pecado” y “me he convertido en muerte”. ¿Crees que estaba tratando de tenerlo en ambos sentidos, como, queremos construir este fantástico dispositivo, pero luego queremos que se nos impida usarlo? Es como si un asesino en serie dijera atrápame antes de que vuelva a matar.
O como dice un científico de una empresa de tecnología, regulenme, por favor.

Creo que hay un grado muy alto de timidez, de autoconciencia, particularmente en la forma en que se presenta ante el mundo. Y creo que tenía una mente estratégica increíble. Podría ser acusado de ingenuidad de muchas maneras, pero es el tipo de ingenuidad, los errores que cometió fueron el tipo de errores que solo las personas estratégicas más brillantes pueden cometer, porque creen que son más inteligentes que los demás. No necesariamente leen la habitación exactamente como deberían.

La película ciertamente trata de abrazar la naturaleza icónica de quién era el hombre, pero también entiende que es autocreativo y consciente de sí mismo.

La otra cosa que me preguntaba: ¿Cuánto de su oposición al Súper se debía a que había sido idea de Teller?
Eso es bastante duro, pero pones el dedo en algo realmente importante que espero esté presente en la textura de la película, que es cómo lo personal interactúa con lo histórico y lo geopolítico. ¿Habría sucedido esto de todos modos sin este individuo?

En “American Prometheus”, cuando te das cuenta de que Los Álamos en Nuevo México era solo un lugar al que le gustaba ir de campamento con su hermano, es simplemente hermoso.

En un paisaje borroso y polvoriento, un hombre visto de hombros para arriba mira al cielo. Lleva el pelo muy corto y lleva chaqueta y corbata.

Truman llamó llorón a Oppenheimer. El físico “fue muy, muy estratégico en su forma de pensar y aun así quedó aplastado y aún parecía ingenuo”, dijo Nolan. Crédito...Universal Pictures

Y lo primero que hace como director es secuestrar a los mejores físicos de Estados Unidos en una especie de campo de entrenamiento intelectual en su amado Nuevo México.
Él hizo que eso sucediera. Así que la forma en que se desató la energía atómica en el mundo fue ciertamente muy personal para Oppenheimer. Y eso proporciona un gran drama cuando se aplica a sus relaciones. Hay una enorme cantidad de camaradería y un ambiente de discoteca en la comunidad científica, pero enormes rivalidades y celos. Era un campo muy competitivo.

Con consecuencias desastrosas; el mundo ahora está lleno de bombas H en submarinos, misiles y bombarderos, a 45 minutos de Armagedón.
Ahí es donde tienes diferentes esferas de influencia y diferentes científicos apelando a diferentes aspectos. Lo que ves a principios de los años 50 es Oppenheimer tratando de alinearse con el Ejército en lugar de la Fuerza Aérea. El programa de la Fuerza Aérea tenía que ver con las bombas de hidrógeno genocidas, y Oppenheimer ideó este nuevo enfoque táctico, llevar la batalla de vuelta al campo de batalla. Giró para jugar el Ejército contra la Fuerza Aérea. La lección que creo que es muy interesante es que él era muy, muy estratégico en su forma de pensar y aun así quedó aplastado y aún parecía ingenuo.

Creo que la ambición de Oppenheimer superó su intelecto, a pesar de que era una de las personas más brillantes. No era el mejor matemático. No era el mejor físico cuántico. Estaba en la cima, pero no era la cima real. No había ganado un premio Nobel como muchos de sus contemporáneos. Pero su ambición era ser el mejor, el más famoso. Creo que esa cualidad de ambición, junto con su comprensión de los científicos, los conocía a todos. Era una persona muy encantadora.

Conectó con Groves, a quien ni siquiera parecía gustarle los científicos.
Nadie pensó que Oppenheimer era la persona adecuada para dirigir Los Álamos, excepto Groves, lo cual es asombroso.

¿Cómo funcionó?
Pude poner a Kip Thorne [el físico de Caltech y premio Nobel que fue productor ejecutivo de “Interstellar”] al teléfono con Cillian. Cuando Kip estaba en Princeton, pudo asistir a seminarios en el Instituto de Estudios Avanzados, que dirigía Oppenheimer. Entonces, Kip pudo hablar sobre cómo Oppie permitiría que se llevara a cabo una especie de discusión grupal y luego intervendría en el momento justo para resumir. Aparentemente podría hacer esto muy rápido. Podía resumir algo muy largo y complejo que había dicho un colega científico y luego llevar la discusión a la siguiente etapa.

Esa calidad de orquestación era necesaria para que un proyecto tan vasto se convirtiera en un éxito.

¿Es esto como lo que hace un director de cine? Reuniste a una enorme cantidad de los mejores actores para esta película.

Cada actor se sentaba a la mesa con una investigación sobre cuál había sido su contraparte en la vida real. Tenían un montón de tareas que hacer. [Risas] Tenían un gran recurso con "American Prometheus". Luego hicieron su propia investigación y lo que significó para mí, que no es algo que realmente haya podido hacer en el pasado. Entonces, por ejemplo, con la escena en el aula de sección con todos los científicos, podríamos improvisar la discusión. El guión está ahí, pero podrían entrar en él con pasión y conocimiento basado en todo su propio aprendizaje.

Un hombre con traje y corbata, las manos en los bolsillos, se recuesta contra una pizarra. Junto a él hay un hombre vestido de forma más informal que gesticula con las manos en alto como si estuviera enmarcando una toma. Nolan en el set con Murphy. Los actores aportaron su propia investigación al rodaje. Credit...Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

¿Hubo alguna sorpresa para usted en la forma en que los actores interpretaron sus papeles?
Fue un proceso continuo de sorpresa. A veces tendrías una discusión muy estimulante sobre lo que realmente está pasando, porque esta es una historia en la que el comportamiento de las personas, ya sea político o personal, está plagado de ambigüedades.

Por ejemplo, hay un momento en el que James Remar, quien interpretó a [Henry L. Stimson, el secretario de guerra de Truman], no dejaba de hablarme sobre cómo se enteró de que Stimson y su esposa se habían ido de luna de miel a Kioto. Y esa fue una de las razones por las que Stimson eliminó Kioto de la lista para ser bombardeada.

Le pedí que tachara la ciudad de la lista debido a su importancia cultural, pero yo digo, solo agregue eso. Es un momento fantásticamente emocionante en el que nadie en la sala sabe cómo reaccionar.

¿Cómo filmas con un elenco tan grande y tantas localizaciones?
Cada vez que ingresas a innumerables ubicaciones, muchos actores diferentes, siempre será un rompecabezas. Insistí en programarlo en torno al corte de pelo de Cillian. [Risas] Porque soy muy alérgico a las pelucas en las películas. Realmente quería que la película no tuviera ningún artificio obvio en lo que respecta a la forma en que se presentaban los personajes.

Uno de los momentos clave que realmente me enganchó a la historia, al que me referí en mi última película, "Tenet" [2020], fue esta idea de que cuando los científicos hicieron sus cálculos, no pudieron eliminar por completo la posibilidad de que podría incendiar la atmósfera y destruir el mundo. Y siguieron adelante y presionaron ese botón. Pero mi sensación fue, ¿y si pudieras estar en esa habitación? ¿Como seria eso?

¿Cómo se sienten acerca de eso? Puede minimizar eso y decir que pensaron que era una pequeña posibilidad. Pero después de haber hecho muchas explosiones gigantes en sets de filmación, donde la seguridad es absolutamente lo más importante, la tensión alrededor de esos encendidos es increíble. Es muy difícil para los chicos de efectos especiales cuantificar exactamente cómo sonará, cómo se verá exactamente. Entonces, cuando llega la cuenta regresiva, es increíblemente tenso, y extrapolándolo al Proyecto Manhattan, a la prueba Trinity, ni siquiera podía imaginarlo. Estaba emocionado de tratar de darle a la audiencia una sensación de eso, de vivir en esa habitación.

En este caso, funcionó y el mundo sobrevivió. ¿Quién hizo ese cálculo?
Vino de Teller. Una de las pocas cosas que he cambiado es que no fue a Einstein a quien Oppenheimer consultó al respecto, sino a Arthur Compton, quien dirigió un puesto de avanzada del Proyecto Manhattan en la Universidad de Chicago. Pero cambié eso a Einstein.

Y Einstein es la personalidad que la gente conoce en la audiencia. Pero el cálculo vino de Teller. Y creo que tomó casi el tipo perverso de orgullo, ¿sabes? Esa es la naturaleza de las discusiones. Horripilante.

En ese momento, Oppenheimer y Einstein estaban en lados opuestos de un argumento de que podrían existir lo que ahora llamamos agujeros negros. Einstein dijo que no, Oppenheimer dijo que sí. En esa escena junto al estanque, simplemente se cruzaron en silencio, lo que interpreté como la tensión en ese desacuerdo.

Vi la relación entre ellos como la del maestro que había sido suplantado y cuyo trabajo había sido asumido por el más joven. Eso para mí es lo fundamental que está pasando en la película.

Junto a un estanque, un hombre con cabello blanco rebelde sostiene su sombrero y mira a otro hombre con sombrero y abrigo. Tom Conti como Einstein frente a Murphy. En la película, Oppenheimer consulta al eminente físico, pero en realidad consultó a otro colega.Credit...Melinda Sue Gordon/Universal Pictures

Oppenheimer se presenta en la película como una persona tremendamente torturada, y siempre parece haber chispas en su cabeza.

Pues mira, la película es mi interpretación de su vida. Quería que fuera una interpretación fuerte, una interpretación muy personal. No quería hacer un documental. En cuanto a la adhesión al registro histórico, creo que la película es mucho más precisa de lo que la gente se imagina. Muchas de las cosas que potencialmente parecen artilugios resultan ser ciertas.

Una pregunta rápida sobre la prueba Trinity, cuando Oppenheimer, Groves y los físicos e ingenieros detonaron la primera bomba nuclear. ¿Cómo conseguiste ese tiro? ¿Eran algunas imágenes antiguas de la prueba en sí?

La forma en que abordamos [la] prueba de Trinity fue renunciar a las imágenes gráficas de computadora porque creo que los gráficos de computadora son intrínsecamente un poco seguros, un poco anodinos, así que desafié a mi equipo de efectos a crear tipos de imágenes analógicas del mundo real que podría usar para lograr esto porque sabíamos que la prueba Trinity tenía que ser un éxito en la película. Algunas de las cosas que se les ocurrieron eran extremadamente pequeñas y microscópicas que parecen más grandes. Algunos eran absolutamente masivos y requerían todo tipo de protocolos de seguridad complicados e involucraban a los actores en una versión muy pequeña de lo que debe haber sido estar en el desierto por la noche en esos búnkeres esperando para detonar ese dispositivo.

Es difícil creer que inventaste esto en el corto tiempo transcurrido desde “Tenet”.
Escribí el guión relativamente rápido una vez que comencé a escribir, pero había trabajado mucho de antemano.

Hace muchos años, había escrito un guión sobre la vida de Howard Hughes que nunca se hizo porque lo escribí justo cuando Scorsese estaba haciendo su propia película. [Risas] Pero descifré el guión a mi satisfacción, y eso me dio mucha información sobre cómo destilar la vida de una persona y cómo ver la vida de una persona de una manera temática, de modo que la película sea más que la suma de sus partes. Entonces, de alguna manera, el guión, sí, me tomó unos meses, pero en realidad fue la culminación de 20 años de reflexión.

Mientras hago entrevistas y sale la película, siempre me preguntan, ¿sabes qué vas a hacer a continuación?
Y la respuesta es siempre la misma. Para mí, hago una cosa a la vez y pongo todo en ella obsesivamente, y la película no está terminada. Bueno, como me gusta decirlo, el público termina la película.

Entonces, cuando la película sale en los cines, es cuando la película termina y se convierte en lo que será en la cultura. Y eso por lo general tiene un profundo impacto en el lugar al que me dirijo a continuación. Sería mucho más sensato trabajar en tres cosas a la vez y tener la siguiente en orden. Muchos cineastas hacen eso. Nunca he sido bueno en eso.

Dennis Overbye se unió a The Times en 1998 y ha sido reportero desde 2001. Ha escrito dos libros: “Lonely Hearts of the Cosmos: The Story of the Scientific Search for the Secret of the Universe” y “Einstein in Love: A Scientific Romance." Más sobre Dennis Overbye

Una versión de este artículo aparece impresa el 30 de julio de 2023, sección AR, página 8 de la edición de Nueva York con el título: Enfrentando la brillantez contra la ingenuidad. Solicitar reimpresiones

lunes, 9 de agosto de 2021

_- Hiroshima...y Nagasaki, “mon amour “, en el 76 aniversario del horror atómico

_- Hace unos meses estuvieron en nuestra casa un matrimonio japonés que viven en Hiroshima, y ella hace un servicio voluntario de acompañar a visitantes al museo y al centro donde sucedió una de las mayores atrocidades del siglo XX. Fue una delicia la convivencia de unos días con personas de Hiroshima, que viven todavía para mostrar el horror, y lograr la reconstrucción física pero sobre todo moral de los habitantes de Hiroshima: no olvidan, informan, y lo hacen con una serenidad y grandeza moral contagiosa: que la paz no permita que se repita el horror.

Cada año en el aniversario se recuerda lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki y se organizan actos emotivos para recordar a las víctimas como si todo hubiera sido un accidente de la historia, olvidando que fue un acto premeditado llegado a cabo con conocimiento de los daños que causaría y con desprecio absoluto por el sufrimiento humano.

Estados Unidos ha justificado este inmenso acto terrorista culpabilizando a los japoneses y mostrándolo como un mal necesario para un futuro mejor; esos son exactamente los argumentos que los nazis usaron para que los ciudadanos alemanes participaran en el genocidio nazi, pero ni las personas inocentes que estaban en sus casas eran culpables, ni se consiguió un mundo mejor, todo lo contrario, llevó terrible dolor y sufrimiento innecesario a millones de personas y algunas de ellas todavía sufren las consecuencias y siguen muriendo a causa de la radiación.

Leyendo y escuchando los comentarios dominantes en los medios de comunicación, me han parecido tan sesgados y evasivos que me siento obligado a exponer otras opiniones absolutamente diferentes. Tuve la suerte de conocer en una visita a Gijón al historiador norteamericano Gabriel Jackson, y oírle comentar uno de sus libros más interesantes y documentados, “Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX”. Me parecen muy importantes sus reflexiones sobre este hecho terrible, que me hicieron verlo de forma muy distinta de la que transmiten los gobiernos de Estados Unidos, hoy las versiones dominantes.

La primera observación que me llama la atención es que en los medios de opinión se habla del aniversario de Hiroshima pero apenas se menciona que, tres día más tarde, fue lanzada la segunda bomba atómica sobre la población civil de Nagasaki, sin darle al gobierno japonés la menor oportunidad razonable de reconsiderar su postura ante una acción tan singular y aterrorizante.

Para Jackson los actos de mayor barbarie del siglo fueron los ejecutados por el nazismo, el estalinismo y las dos bombas atómicas sobre ciudades. Se usó la atroz arma atómica de forma deliberada sobre poblaciones civiles, buscando el mayor efecto posible, es decir el mayor número de muertos civiles (hoy ya se cuentan más de dos millones de personas) que produjera un terror generalizado. Jackson hace un detallado análisis crítico sobre las diversas justificaciones oficiales de este genocidio, exponiendo otras posibilidades de un uso nuclear disuasorio sin víctimas civiles que se hubieran podido llevar a cabo; y cómo la “justificación” de “rendición incondicional” que habían planteado los americanos a Japón, no impidió que de hecho los Estados Unidos aceptaron finalmente la principal condición en la que habían insistido los japoneses: que no se obligara a abdicar al emperador y que no fuera juzgado como criminal de guerra. Si se hubiera aceptado esta condición previamente, el gobierno japonés se hubiera rendido sin haberse producido el bombardeo atómico.

Achacar tamaña decisión al pueblo norteamericano es injusto y es un error. La democracia americana está dominada, como advirtió el mismo Eisenhower, por el pentágono militar y la industria armamentística. Cito la tremenda reflexión con la que termina Jackson este análisis:

“A mi como norteamericano que en aquel tiempo prestaba servicio como cartógrafo militar, me pareció un “crimen de guerra”, y en el (más de) medio siglo transcurrido desde entonces jamás he leído ninguna explicación convincente de porque no se pudo hacer una prueba en una zona deshabitada o escasamente habitada para salvar vidas humanas y no solo la de los soldado norteamericanos. En las circunstancias específicas de agosto de 1945 el uso de la bomba atómica demostró que un Ejecutivo desde el punto de vista psicológico muy normal, elegido en elecciones democráticas, pudo utilizar el arma exactamente igual que la habría utilizado el dictador nazi. Ninguna persona a quien le preocupe las distinciones morales en la conducta de diversos tipos de gobierno puede dejar de pensar que, con el lanzamiento de las bombas atómicas, Estados Unidos redujo la diferencia entre fascismo y democracia” .

Una segunda observación sobre la ideas centrales que se difunden en las opiniones oficiales y dominantes es la del peligro para la humanidad del posible uso del arma atómica por otros países, particularmente los del tercer mundo. Se habla del peligro atómico que supone que tengan el arma atómica Rusia, Pakistán, la India, o sobre todo Corea del Norte, o Irán. No se suele citar a quienes más amenazan de usar el arma atómica, al margen de los acuerdos internacionales, es decir a Israel. Y no se dice nada de las opiniones de altos cargos políticos y militares de Estados Unidos, particularmente los miembros del Tea Party hace años y Trump y su grupo de descerebrados sobre su predisposición a utilizar incluso como medio disuasorio, el arma nuclear. Y sobre todo no se exige ni se plantea responsabilidad jurídica o moral alguna al gobierno que tomó consciente y deliberadamente la decisión del pasmoso genocidio.

No es suficiente con recordar a las víctimas, ni se puede perdonar a los verdugos mientras sigan justificando lo injustificable, mientras no pidan perdón a las víctimas y reconozcan lo terrible e innecesario de sus actos. Por el futuro de la humanidad, Justicia y Paz.

Manuel García Fonseca Veterano militante de la izquierda asturiana, profesor jubilado de filosofia y diputado de IU Asturies de 1986 a 1995.

https://www.sinpermiso.info/textos/hiroshimay-nagasaki-mon-amour-en-el-76-aniversario-del-horror-atomico

miércoles, 22 de enero de 2020

TOPO EXPRESS. La verdadera razón por la cual EE.UU. utilizó armas nucleares contra Japón. Mundo, Política 6 agosto, 2019 Washington’s blog

Como a todos los estadounidenses, me enseñaron que EE.UU. lanzó bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki para terminar la Segunda Guerra Mundial y salvar vidas estadounidenses y japonesas.

Sin embargo, la mayoría de los altos oficiales militares estadounidenses de la época dijeron otra cosa.

El grupo de Estudio de Bombardeo Estratégico de EE.UU., asignado por el presidente Truman para estudiar los ataques aéreos contra Japón, produjo un informe en julio que concluyó(52-56):

Sobre la base de una detallada investigación de todos los hechos y con el apoyo del testimonio de los dirigentes japoneses involucrados, el Estudio opina que Japón se habría rendido ciertamente antes del 31 de diciembre de 1945 y con toda probabilidad antes del 1 de noviembre de 1945 incluso si las bombas atómicas no se hubieran lanzado, incluso si Rusia no hubiera entrado a la guerra, e incluso si no se hubiera planificado o contemplado ninguna invasión. (1)

El general (y después presidente) Dwight Eisenhower -entonces comandante supremo de todas las Fuerzas Aliadas, y el oficial que creó la mayor parte de los planes militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial para Europa y Japón– dijo:

Los japoneses estaban dispuestos a rendirse y no era necesario atacarlos con esa cosa horrible. (2)

Eisenhower también señaló (pg. 380)

En [julio de] 1945… el secretario de Guerra Stimson, en visita a mi oficina central en Alemania, me informó de que nuestro gobierno se preparaba para lanzar una bomba atómica sobre Japón. Yo era uno de los que pensaban que había una serie de razones convincentes para cuestionar la inteligencia de un acto semejante… el secretario, después de darme la noticia del exitoso ensayo de la bomba en Nuevo México, y del plan de utilizarla, me pidió mi reacción, esperando al parecer una enérgica aprobación.

Durante su relato de los hechos relevantes, había sido consciente de un sentimiento de depresión y por lo tanto le expresé mis graves aprensiones, primero sobre la base de mi creencia en que Japón ya estaba derrotado y que el lanzamiento de la bomba era totalmente innecesario, y en segundo lugar porque pensaba que nuestro país debía evitar horrorizar a la opinión mundial debido al uso de un arma cuyo empleo, pensaba, ya no era indispensable como medida para salvar vidas estadounidenses. Pensaba que Japón estaba, en ese mismo momento, buscando alguna forma de rendirse con la menor pérdida de prestigio. El secretario se mostró profundamente perturbado por mi actitud… (3)

El almirante William Leahy –el miembro de más alta graduación de las fuerzas armadas de EE.UU. desde 1942 hasta su retiro en 1949, quien fue el primer jefe de facto del Estado Mayor Conjunto y que estaba al centro de todas las principales decisiones militares de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial– escribió (pg. 441):

En mi opinión el uso de esa cruel arma en Hiroshima y Nagasaki no fue una ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y se disponían a rendirse debido al efectivo bloqueo marítimo y los exitosos bombardeos con armas convencionales.

Las posibilidades letales de la guerra atómica en el futuro son aterradoras. Mi propio sentimiento era que al ser los primeros en utilizarla, habíamos adoptado un estándar ético común a los bárbaros de la Alta Edad Media. No me enseñaron a hacer la guerra de esa manera, las guerras no se pueden ganar destruyendo a mujeres y niños. (4)

El general Douglas MacArthur estuvo de acuerdo (pg. 65, 70-71):

Los puntos de vista de MacArthur respecto a la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki fueron totalmente diferentes de lo que supuso el público en general… Cuando pregunté al general MacArthur sobre la decisión de lanzar la bomba, me sorprendió escuchar que ni siquiera le habían consultado. ¿Cuál habría sido su consejo?, le pregunté. Respondió que no veía ninguna justificación militar para lanzar la bomba. La guerra podría haber terminado semanas antes, dijo, si EE.UU. hubiera aceptado, como en todo caso lo hizo posteriormente, que se conservara la institución del emperador. (5)

Además (pg. 512):

La declaración de Potsdam, en julio, exigió que Japón se rindiera incondicionalmente o se enfrentaría a ‘una rápida y total destrucción’. MacArthur se escandalizó. Sabía que los japoneses jamás renunciarían a su emperador y que sin él, en cualquier caso, sería imposible una transición ordenada a la paz, porque su pueblo no se sometería jamás a la ocupación aliada a menos que el emperador lo ordenara. Irónicamente, cuando tuvo lugar la rendición, fue condicional, y la condición fue la continuación del reino imperial. Si se hubiera seguido el consejo del general, es posible que el recurso a las armas atómicas en Hiroshima y Nagasaki hubiera sido innecesario. (6)

Del mismo modo, el secretario adjunto de Guerra, John McLoy señaló (pg. 500):

Siempre he pensado que nuestro ultimátum al gobierno japonés emitido desde Potsdam [en julio de 1945] lo habría aceptado, si nos hubiésemos referido al mantenimiento del emperador como monarca constitucional y hubiésemos hecho alguna referencia al acceso razonable a materias primas de futuro gobierno japonés. Por cierto, creo que incluso en la forma en la que se dio dicho ultimátum había una cierta disposición por parte de los japoneses a considerarlo de manera favorable. Cuando terminó la guerra llegué a esta conclusión después de hablar con una serie de funcionarios japoneses que habían estado íntimamente asociados con la decisión del gobierno japonés de entonces de rechazar el ultimátum tal como se presentó. Creo que perdimos la oportunidad de lograr una rendición japonesa, completamente satisfactoria para nosotros, sin necesidad de lanzar las bombas. (7)

El subsecretario de la Armada, Ralph Bird, dijo:

Pienso que los japoneses querían la paz y ya habían contactado a los rusos y creo que a los suizos. Y esa sugerencia de [dar] una advertencia [de la bomba atómica] fue una propuesta que les habría permitido salvar las apariencias y la habrían aceptado de buena gana. (…)

A mi juicio, la guerra japonesa ya estaba ganada antes de que utilizásemos la bomba atómica. Por lo tanto, no habría sido necesario que reveláramos nuestra posición nuclear y estimular a los rusos a desarrollar lo mismo mucho más rápido de lo que lo hubieran hecho si no hubiésemos lanzado la bomba. (8)

También señaló (pg. 144-145, 324):

Me pareció que los japoneses estaban cada vez más débiles. Rodeados por la armada, no podían recibir ninguna importación ni podían exportar nada. Naturalmente, a medida que pasaba el tiempo y la guerra se desarrollaba a nuestro favor era bastante lógico esperar que con el tipo adecuado de advertencia los japoneses estuvieran en una posición para hacer la paz, lo que habría hecho que fuera innecesario lanzar la bomba y tuviésemos que hacer que participara Rusia. (9)

El general Curtis LeMay, el duro “halcón” de la Fuerza Aérea del Ejército, declaró públicamente poco antes del lanzamiento de las bombas nucleares sobre Japón:

La guerra habría terminado en dos semanas… La bomba atómica no tuvo absolutamente nada que ver con el fin de la guerra. (10)

El vicepresidente del Estudio de Bombardeo de EE.UU., Paul Nitze, escribió (pg. 36-37, 44-45):

Llegué a la conclusión de que incluso sin la bomba atómica, era probable que Japón se rindiera en cosa de meses. Mi propio punto de vista era que Japón capitularía en noviembre de 1945. (…)

Incluso sin los ataques a Hiroshima y Nagasaki parecía muy poco probable, en vista de lo que establecimos que era el estado de ánimo del gobierno japonés, que fuera necesaria una invasión estadounidense de las islas [programada para el 1 de noviembre de 1945]. (11)

El director adjunto de la Oficina de Inteligencia Naval, Ellis Zacharias, escribió:

Precisamente cuando los japoneses estaban dispuestos a capitular, seguimos adelante e introdujimos en el mundo el arma más devastadora que había visto, y en efecto dimos el visto bueno a Rusia para que se extendiera sobre Asia Oriental.

Washington decidió que Japón había tenido su oportunidad y que era hora de utilizar la bomba atómica.

Sugiero que fue la decisión equivocada. Fue un error por motivos estratégicos. Y fue un error por motivos humanitarios. (12)

El brigadier General Carter Clarke –el oficial de inteligencia militar a cargo de preparar los resúmenes de los cables japoneses interceptados para el presidente Truman y sus consejeros– dijo: (pg. 359):

Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo y ellos sabían que no necesitábamos hacerlo, los utilizamos como un experimento para dos bombas atómicas. (13)

Muchos otros altos oficiales militares estuvieron de acuerdo. Por ejemplo:

El comandante en jefe de la Armada de EE.UU. y jefe de Operaciones Navales, Ernest J. King, declaró que el bloqueo naval y el bombardeo anterior en Japón en marzo de 1945, habían incapacitado a los japoneses y que el uso de la bomba atómica fue innecesario e inmoral. También, se informó de que el almirante de la Flota Chester W. Nimitz dijo en una conferencia de prensa el 22 de septiembre de 1945 que “el almirante aprovechó la oportunidad para sumar su voz a las de los que insistían en que Japón estaba derrotado antes del bombardeo atómico y del ingreso de Rusia a la guerra”. En un discurso subsiguiente en el Monumento Washington el 5 de octubre de 1945, el almirante Nimitz declaró: “Los japoneses, de hecho, habían pedido la paz antes de que se anunciara al mundo la era atómica con la destrucción de Hiroshima y antes de la entrada de Rusia a la guerra”. También se supo que el 20 de julio de 1945, o cerca de esa fecha, el general Eisenhower había instado a Truman, en una visita personal, a que no utilizara la bomba atómica. La evaluación de Eisenhower era que “No era necesario atacarlos con esa cosa espantosa… utilizar la bomba atómica para matar y aterrorizar a civiles, sin intentar siquiera [negociaciones] fue un doble crimen”. Eisenhower también declaró que no era necesario que Truman “sucumbiera” ante el [ínfimo puñado de personas que presionaban al presidente para que lanzara bombas atómicas en Japón]. (14)

Los oficiales británicos pensaban lo mismo. Por ejemplo Sir Hastings Ismay, general y jefe de Estado Mayor del ministerio británico de Defensa, dijo al primer ministro Churchill que “si Rusia entrara a la guerra contra Japón, los japoneses probablemente desearían salir bajo casi cualquier condición que no sea el destronamiento del emperador”.

Al oír que la prueba atómica fue exitosa, la reacción privada de Ismay fue de “repulsión”.

¿Por qué se lanzaron las bombas en ciudades pobladas y sin valor militar?

Incluso los oficiales militares que estaban a favor del uso de armas nucleares preferían que se utilizaran en áreas no pobladas u objetivos militares japoneses… no en las ciudades.

Por ejemplo el asistente especial del secretario de la Armada, Lewis Strauss, sugirió a su jefe, James Forrestal, que bastaría una demostración no letal de armas atómicas para convencer a los japoneses de que se rindieran… y el secretario de la Armada estuvo de acuerdo. (pg. 145, 325):

Sugerí al secretario Forrestal que se hiciese una demostración del arma antes de utilizarla. En primer lugar porque era obvio para un número de personas, incluyéndome a mí, que la guerra casi había terminado. Los japoneses estaban prácticamente listos para capitular… mi propuesta al secretario fue que se debía hacer la demostración del arma en un área accesible a observadores japoneses y donde sus efectos serían dramáticos. Recuerdo haber sugerido que un sitio adecuado para una demostración de ese tipo sería un gran bosque de cedros japoneses no lejos de Tokio. El cedro japonés es la versión japonesa de nuestra secoya… Supuse que una bomba detonada a una altura adecuada sobre un bosque semejante… esparciría los árboles desde el centro de la explosión en todas direcciones como si fueran fósforos y por supuesto les prendería fuego en el centro. Pensaba que una demostración de este tipo demostraría a los japoneses que podíamos destruir a voluntad cualquiera de sus ciudades… El secretario Forrestal estuvo completamente de acuerdo con la recomendación…

(…) Me parecía que no era necesaria un arma semejante para acabar con la guerra, y que una vez que se utilizase se incorporaría a los armamentos del mundo… (15)

El general George Marshall estuvo de acuerdo:

Algunos documentos contemporáneos muestran que Marshall pensaba que “esas armas se podrían utilizar primero contra objetivos militares propiamente tales como una gran instalación naval y entonces, si no se lograba un resultado total con su efecto, pensaba que deberíamos determinar una serie grandes áreas manufactureras en las que se avisaría a la gente de que se fuera y advirtiendo a los japoneses de que teníamos la intención de destruir esos centros…”

Como sugiere el documento sobre los puntos de vista de Marshall, la pregunta de si se justificaba el uso de la bomba atómica se concentra… en si las bombas tenían que usarse contra un objetivo mayormente civil en lugar de un objetivo estrictamente militar, lo que en los hechos era la alternativa explícita, ya que aunque había soldados japoneses en las ciudades, los planificadores estadounidenses no consideraban vitales a Hiroshima ni Nagasaki desde el punto de vista militar. (Es uno de los motivos por los que hasta entonces no se había bombardeado con fuerza a ninguna de ellas). Además los ataques [en Hiroshima y Nagasaki] apuntaban explícitamente a instalaciones no militares rodeadas de viviendas de trabajadores. (16)

Los historiadores están de acuerdo en que la bomba no era necesaria

Los historiadores están de acuerdo en que no era necesario utilizar bombas nucleares para detener la guerra o salvar vidas.

Como señala el historiador Doug Long:

El historiador de la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU., J. Samuel Walker, ha estudiado la historia de la investigación sobre la decisión de utilizar armas nucleares en Japón. En su conclusión escribe: “El consenso entre los expertos es que la bomba no era necesaria para evitar una invasión de Japón y terminar la guerra dentro de un plazo relativamente corto. Es obvio que existían alternativas a la bomba y que Truman y sus consejeros lo sabían”. (17)

Los políticos estaban de acuerdo

Muchos políticos de alto nivel estaban de acuerdo. Por ejemplo, Herbert Hoover dijo, (pg. 142):

Los japoneses estaban dispuestos a negociar definitivamente desde febrero de 1945… hasta que se lanzaron las bombas atómicas, … si se hubieran tenido en cuenta esas señales no habría habido ocasión alguna para lanzar las bombas [atómicas]. (18)

El subsecretario de Estado, Joseph Grew, señaló (pg. 29-32):

A la luz de la evidencia disponible otras personas y yo pensábamos que si una declaración tan categórica sobre [el mantenimiento de] la dinastía se hubiera emitido en mayo de 1945, los elementos favorables a la rendición en el gobierno [japonés] podrían haber obtenido a través de una declaración semejante una razón válida y la fuerza necesaria para llegar a una decisión claramente definida.

Si la rendición hubiera tenido lugar en mayo de 1945, o incluso en junio o julio, antes de la entrada de la Rusia soviética en la guerra [en el Pacífico] y del uso de la bomba atómica, el ganador habría sido el mundo. (19)

¿Entonces por qué se lanzaron las bombas atómicas en Japón?

Si el lanzamiento de bombas nucleares no era necesario para acabar la guerra o salvar vidas, ¿por qué se tomó la decisión de lanzarlas? ¿Especialmente a pesar de las objeciones de tantos altos personajes militares y políticos?

Una teoría es que a los científicos les gusta jugar con sus juguetes:

El 9 de septiembre de 1945 se citó ampliamente en público al almirante William F. Halsey, comandante de la Tercera Flota, declarando que la bomba atómica se usó porque los científicos tenían un “juguete y querían probarlo…” Además señaló: “La primera bomba atómica fue un experimento innecesario… Fue un error lanzarla”. (20)

Sin embargo, la mayoría de los científicos del Proyecto Manhattan que desarrollaron la bomba atómica se oponían a utilizarla en Japón.

Albert Einstein –un importante catalizador del desarrollo de la bomba atómica (pero que no estaba directamente conectado con el Proyecto Manhattan)– dijo algo diferente:

“La mayoría de los científicos se opuso a usar de repente la bomba atómica”. Según Einstein, el lanzamiento de la bomba fue una decisión política-diplomática más que una decisión militar o científica. (21)

Por cierto, algunos de los científicos del Proyecto Manhattan escribieron directamente al secretario de Defensa en 1945 para intentar disuadirlo de lanzar la bomba:

Creemos que estas consideraciones hacen que el uso de bombas nucleares en un anticipado y no anunciado ataque a Japón no sea aconsejable. Si EE.UU. fuera el primero en introducir este nuevo medio de destrucción indiscriminada a la humanidad, sacrificaría el apoyo público en todo el mundo, precipitaría la carrera armamentista, y perjudicaría la posibilidad de lograr un acuerdo internacional sobre el control futuro de tales armas. (22) (23)

Los científicos cuestionaron la capacidad de destruir ciudades japonesas con bombas atómicas para lograr la rendición cuando la destrucción de las ciudades con bombas convencionales no lo había hecho y –como algunos de los oficiales militares antes mencionados– recomendó una demostración de la bomba atómica en Japón en un área deshabitada.

¿La verdadera explicación?

History.com señala:

A lo largo de los años desde el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre Japón, una serie de historiadores han sugerido que las armas tenían un doble objetivo… Se ha sugerido que el segundo objetivo era hacer una demostración de la nueva arma de destrucción masiva a la Unión Soviética. En agosto de 1945, las relaciones con la Unión Soviética se habían deteriorado considerablemente. La Conferencia de Potsdam entre el presidente de EE.UU., Harry S. Truman, el líder ruso José Stalin y Winston Churchill (antes de ser reemplazado por Clement Attlee) terminó solo cuatro días antes del bombardeo de Hiroshima. La reunión estuvo marcada por recriminaciones y sospechas entre estadounidenses y soviéticos. Los ejércitos rusos ocupaban la mayor parte de Europa Oriental. Truman y muchos de sus consejeros esperaban que el monopolio atómico de EE.UU. ayudase a presionar diplomáticamente a los soviéticos. De esta manera, el lanzamiento de la bomba atómica en Japón se puede ver como el primer disparo de la Guerra Fría. (24)

New Scientist informó en 2005:

La decisión de EE.UU. de lanzar bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, tenía el propósito de comenzar la Guerra Fría más que de terminar la Segunda Guerra Mundial, según dos historiadores nucleares que dicen que tienen nueva evidencia que respalda la controvertida teoría.

Dicen que el objetivo de una reacción de fisión en varios kilógramos de uranio y plutonio y de la matanza de más de 200.000 personas hace 60 años, fue más impresionar a la Unión Soviética que doblegar a Japón. Y el presidente de EE.UU. que tomó la decisión, Harry Truman, fue el culpable, agregan.

“Sabía que estaba iniciando el proceso de aniquilación de la especie”, dice Peter Kuznick, director del Instituto de Estudios Nucleares en la American University en Washington DC, US. “No fue solo un crimen de guerra, fue un crimen contra la humanidad.”(…)

[La explicación convencional del uso de las bombas para terminar la guerra y salvar vidas] es cuestionada por Kuznick y Mark Selden, un historiador de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, EE.UU.

(…) Nuevos estudios de los archivos diplomáticos estadounidenses, japoneses y soviéticos sugieren que el principal motivo de Truman fue limitar la expansión soviética en Asia, afirma Kuznick. Japón se rindió porque la Unión Soviética inició una invasión unos días después del bombardeo de Hiroshima, no debido a las bombas atómicas en sí, dice.

Según un informe de Walter Brown, asistente del secretario de Estado de EE.UU. de la época, James Byrnes, tres días antes del lanzamiento de la bomba en Hiroshima, en una reunión Truman reconoció que Japón “busca la paz”. Sus generales del ejército, Douglas Macarthur y Dwight Eisenhower, y su jefe de Estado Mayor naval William Leahy, dijeron a Truman que no existía ninguna necesidad militar de utilizar la bomba.

“Impresionar a Rusia era más importante que terminar la guerra en Japón”, dice Selden. (25)

John Pilger señala:

El secretario de Guerra de EE.UU., Henry Stimson, dijo al presidente Truman que “temía” que la fuerza aérea de EE.UU. hubiera bombardeado tanto a Japón que la nueva arma no podría “mostrar su fuerza”. Más adelante admitió que “no se hizo ningún esfuerzo, y ninguno se consideró seriamente, para lograr simplemente la rendición con el fin de no tener que usar la bomba”. Sus colegas de la política exterior estaban ansiosos “de intimidar a los rusos con la bomba en lugar de portarla ostentosamente”. El general Leslie Groves, director del Manhattan Project, testificó: “Nunca pensé en que Rusia era nuestro enemigo y que el proyecto se llevó a cabo sobre esa base”. Al día siguiente de la destrucción de Hiroshima, el presidente Truman expresó su satisfacción por el “abrumador éxito del experimento”. (26)

Dejamos la última palabra al profesor de economía política de la Universidad de Maryland, exdirector legislativo en la Cámara de Representantes y el Senado de EE.UU. y asistente especial en el Departamento de Estado, Gar Alperovitz:

Aunque la mayoría de los estadounidenses lo ignora, cada vez más historiadores reconocen ahora que EE.UU. no tuvo necesidad de utilizar la bomba atómica para terminar la guerra contra Japón en 1945. Además, esta opinión esencial fue expresada por mayoría de los máximos dirigentes militares estadounidenses en las tres ramas de las fuerzas armadas en los años posteriores a la guerra: Ejército, Armada, y Fuerza Aérea del Ejército. Tampoco fue la opinión de “liberales”, como se piensa a veces en la actualidad. En los hechos, destacados conservadores fueron mucho más sinceros en el cuestionamiento de la decisión como injustificada e inmoral que los liberales estadounidenses en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

(…) En lugar de permitir otras opciones para terminar la guerra, como que los soviéticos atacaran Japón con fuerzas terrestres, EE.UU. se apresuró a utilizar dos bombas atómicas en torno a la fecha del 8 de agosto en la que estaba programado un ataque soviético: Hiroshima el 6 de agosto y Nagasaki el 9 de agosto. La oportunidad en sí ha provocado obviamente preguntas entre numerosos historiadores. La evidencia disponible, aunque no concluyente, sugiere fuertemente que en parte las bombas pudieron utilizarse porque los dirigentes estadounidenses “prefirieron” –como dice el historiador premiado con el Premio Pulitzer, Martin Sherwin– terminar la guerra con las bombas en lugar del ataque soviético. Parece que es probable que también fuera un factor significativo el intento de impresionar a los soviéticos en las primeras fintas diplomáticas que finalmente llevaron a la Guerra Fría.

(…) La perspectiva más esclarecedora, sin embargo, proviene de altos dirigentes militares estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial. La creencia generalmente aceptada de que la bomba atómica salvó un millón de vidas está tan generalizada que… la mayoría de los estadounidenses ni siquiera se han detenido a considerar algo bastante impactante para cualquiera que se haya preocupado seriamente del tema: La mayoría de los máximos dirigentes militares de EE.UU. no solo pensaba que los bombardeos eran innecesarios e injustificados, muchos se sintieron ofendidos moralmente por lo que consideraron como la destrucción innecesarias de ciudades japonesas y esencialmente de poblaciones no combatientes. Además, hablaron del tema de un modo bastante abierto y público.

(…) Poco antes de su muerte el general George C. Marshall defendió tranquilamente la decisión, pero en general consta que dijo repetidamente que no fue una decisión militar sino política. (27)

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-verdadera-razon-por-la-cual-ee-uu-utilizo-armas-nucleares-contra-japon/