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miércoles, 30 de octubre de 2024

La dramática vida de los hibakusha, los sobrevivientes de las bombas atómicas que vivieron con miedo y culpa y ganaron el premio Nobel de la Paz

6 Hibakusha en fotos en blanco y negro

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Los hibakusha son el testimonio vivo de la devastación y la tragedia que causaron las bombas atómicas


Las bombas de Hiroshima y Nagasaki terminaron con la vida de miles de personas en un instante. Para los sobrevivientes fue solo el comienzo de años de dolorosas heridas, enfermedades, miedo, sentimiento de culpa y discriminación. 

La organización Nihon Hidankyo, que agrupa a los hibakusha o sobrevivientes de las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades japonesas en 1945, ganó el Premio Nobel de la Paz este año. 

El movimiento representa a los 174.080 sobrevivientes de los bombardeos atómicos que residen en Japón, Corea y otras partes del mundo.

No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos del 6 y el 9 de agosto de 1945.

Los cálculos más conservadores estiman que cinco meses después de los ataques unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades.

Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.

Escombros de edificios en Hiroshima.
Escombros de edificios en Hiroshima.

Fuente de la imagen,Getty Images


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Hiroshima quedó arrasada tras la explosión de la bomba.

El mundo ha conocido el relato del horror gracias a los sobrevivientes, a quienes se les conoce como hibakusha, que en japonés significa “persona afectada por la bomba atómica”.

Sus testimonios no solo dan cuenta de lo que vieron, sino de los traumas que aún llevan dentro.

“Hay muchos hibakusha que son narradores sociales, pero no son capaces de contarle su propia historia a sus hijos”, le dice a BBC Mundo Yuka Kamite, profesora de Psicología en la Universidad de Hiroshima, quien ha estudiado la salud mental de los hibakusha.

Una dura batalla

Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.

¿Cómo ha sido la vida de los hibakusha y por qué sobrevivir a la bomba fue solo una parte de la dura batalla que han dado para llevar una vida digna?

Miedo

Los hibakusha que recibieron el impacto de la bomba sufrieron quemaduras y heridas que marcaron sus cuerpos y sus rostros.

Una sobreviviente con quemaduras en la cara
Una sobreviviente con quemaduras en la cara

Fuente de la imagen,Getty Images


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Muchos sobrevivientes sufrieron quemaduras y de los efectos de la radiación.

Aquellos que estuvieron expuestos a mayores dosis de radiación, aunque a primera vista parecían ilesos, luego mostraron síntomas como pérdida del pelo, sangrado y diarrea.

Luego se reportó un aumento en enfermedades como el cáncer y la leucemia.

"Todavía siento miedo de que se me puedan manifestar las consecuencias de la radioactividad y morir en cualquier momento", le dice a BBC Mundo Yasuaki Yamashita, un sobreviviente de Nagasaki que tenía 6 años el día de la explosión y hoy vive en México.

Ese miedo los llevó a una vida de estrés, confusión, incertidumbre y ansiedad. Incluso vivían con temor de pasarle los efectos de la radiación a sus hijos.

“Los efectos de la radiación son invisibles, eso los hizo sentirse inestables e intranquilos, sin saber qué iba a pasar con su futuro”, le dice a BBC Mundo Hibiki Yamaguchi, investigador en el Centro para la Abolición de Armas Nucleares de la Universidad de Nagasaki.

Dos sobrevivientes con heridas

Dos sobrevivientes con heridas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Las bombas causaron heridas físicas y psicológicas.

El miedo marcó para siempre la salud mental y emocional de muchos hibakusha.

Luli van der Does, profesora en el Centro para la paz de la Universidad de Hiroshima que ha estudiado los efectos de la bomba en los sobrevivientes, menciona algunos ejemplos de cómo el miedo se quedó grabado en sus mentes.

“Algunos no pueden comer pescado seco porque les recuerda el olor de los cuerpos quemados”, le dice van der Does a BBC Mundo.

“Otros se tuvieron que ir de Hiroshima y nunca volvieron a visitar su ciudad, otros dicen que no pueden comer pepinos, porque ante la falta de medicinas tras la bomba era lo único que podían usar para curar sus heridas”.

Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente
Yasuaki Yamashita en una foto de cuando era pequeño a la izquierda y una foto reciente

Fuente de la imagen,Cortesía/Marcos González


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Yasuaki Yamashita tenía 6 años cuando explotó la bomba en Nagasaki. Hoy, a sus 81 años, vive en México.

“En casos más severos, dicen que no pueden cruzar puentes ni ver ríos, porque comienzan a recordar los cadáveres que veían flotando tras la explosión”.

El miedo les afectó su salud emocional pero, además, los lanzó a una realidad que hizo aún más difícil su lucha por llevar una vida soportable después de la bomba.

Discriminación

Las heridas físicas, el temor a que los efectos de la radiación pudieran ser contagiosos y los traumas psicológicos de los hibakusha llevaron a que muchos comenzaran a ser discriminados por su condición.

“La gente temía que los sobrevivientes tuvieran una enfermedad contagiosa”, recuerda Yamashita.

“Decían: ‘Hay que separarlos, no hay que casarse con ellos, no hay que tener amistad con ellos’”.

El temor a la discriminación llevó a que muchos ocultaran su condición de hibakusha o se negaran a hablar de ello.

“Aquellos que tenían queloides [crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz] en el cuerpo usaban mangas largas para cubrir sus cicatrices, incluso en pleno verano”, dice la profesora Kamite.

Una persona muestra sus cicatrices abultadas
Una persona muestra sus cicatrices abultadas

Fuente de la imagen,Getty Images


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Los sobrevivientes ocultaban sus cicatrices queloides por miedo a la discriminación.

También se les hacía difícil conseguir y conservar sus trabajos. Así lo recuerda Yasuaki Yamashita:

“Cuando salí de la preparatoria comencé a trabajar y casi al mismo tiempo comencé a sufrir los efectos de la radiación.

Empecé a perder la sangre, evacuaba sangre, vomitaba sangre, entonces no podía trabajar.

Si conseguía un trabajo, venía esa enfermedad y tenía que renunciar, así duré como dos años.

Mucha gente me decía que yo era un flojo, que no quería trabajar, pero no era eso, era que simplemente no podía trabajar. Yo necesitaba trabajar, pero no podía”
.

Para las mujeres la situación muchas veces era aún más difícil.

En esa época casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

Setsuko Thurlow

Setsuko Thurlow

Fuente de la imagen,Getty Images


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Setsuko Thurlow recuerda que cuando era joven, poder casarse era muy importante para las mujeres japonesas.

“Era casi la única cosa que una mujer esperaba”, recuerda Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima, quien en julio compartió sus recuerdos durante un evento en línea para conmemorar el 75 aniversario de las bombas.

“Con esas cicatrices queloides, esas mujeres perdían la fe y la esperanza en la vida”, dijo Thurlow, quien en 2017 recibió en nombre de los sobrevivientes el Premio Nobel de Paz que se le otorgó a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN, por su sigla en inglés).

Keiko Ogura, otra sobreviviente de Hiroshima, recuerda que vivió esa discriminación en carne propia. Así lo contó en conversación con BBC Mundo:

“Tenía 8 años, era solo una niña pequeña en la escuela elemental, pero sabíamos que no debíamos decir que habíamos estado en la ciudad ese día. Si decíamos algo relacionado con la radiación, no nos podríamos casar.

No decíamos que éramos sobrevivientes. Teníamos un certificado de sobrevivientes y al mostrarlo en el hospital podíamos recibir tratamiento médico que ayudaba a pagar el gobierno. Sin embargo, la gente nos decía ‘no muestres eso’
.

Keiko Ogura 
Keiko Ogura

Fuente de la imagen,Getty Images


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A Keiko Ogura le enseñaban que no debía decir que era una sobreviviente de la bomba.

Al principio yo no le prestaba atención, sentíamos que todos compartíamos el mismo destino, pero cuando ya era una mujer en edad de casarme, a los 18 o 20 años, los hombres jóvenes de fuera de la ciudad me preguntaban "Keiko, ¿dónde estabas al momento de la bomba?Por mi parte no hay problema, pero a mis padres les preocupa".

Sé que muchas otras personas también tuvieron esa experiencia
”.

La profesora Van der Does cuenta que cuando llegaba el momento de casarse, algunas personas contrataban detectives para investigar si la pareja había estado en Hiroshima al momento de la bomba.

Otros, por su parte, sintieron esa discriminación de una manera más sutil o indirecta, y los puso en una posición vulnerable ante la sociedad. Una "discriminación silenciosa", como la llama la profesora Van der Does.

Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.
Yoshiro Yamawaki con una camisa a cuadros.

Fuente de la imagen,Cortesía Yoshiro Yamawaki


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Yoshiro Yamawaki lamenta no haber podido estudiar una carrera porque tras la muerte de su padre tuvo que dedicarse a trabajar. 

“No sabes exactamente qué tipo de discriminación estás sufriendo, pero simplemente la sientes en tus interacciones sociales, o al darte cuenta de que a lo largo de tu vida has recibido un trato injusto”, explica.

Yoshiro Yamawaki, sobreviviente de Nagasaki, es uno de esos casos de discriminación silenciosa.

"La bomba mató a mi padre, mi madre tenía siete hijos y no podía hacerse cargo de ellos. Por eso, tuve que dedicarme a trabajar, sin poder ir a la universidad, creo que eso fue una forma de discriminación", dice Yamawaki en conversación con BBC Mundo.

Según explica Van der Does, es difícil conocer el daño psicológico y emocional que sufrieron los hibakusha porque muchos murieron sin ser capaces de hablar de ello.

Keiko Ogura con 8 años.

Keiko Ogura con 8 años.

Fuente de la imagen,Cortesía Keiko Ogura


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Keiko Ogura tenía 8 años cuando estalló la bomba en Hiroshima.

"Hay muchos que no han admitido ser hibakusha por el miedo a la discriminación", dice la investigadora.

En una reciente encuesta que Van der Does realizó entre 1.652 hibakusha de Hiroshima y Nagasaki, encontró que el 31% de ellos ha sufrido varios tipos de trato discriminatorio a lo largo de su vida.

Esa discriminación en ocasiones se dio entre los mismos hibakusha.

“Los hibakusha conocían mejor que nadie lo que les ocurría, por eso muchas veces se discriminaban entre ellos”, dice Hibiki Yamaguchi, de la Universidad de Nagasaki.

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

Setsuko Thurlow hablando desde la tribuna de los premios Nobel

Fuente de la imagen,Getty Images


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En 2017 Thurlow asistió a la ceremonia del Premio Nobel representando a las víctimas de los bombardeos.

Según Van der Does, esa discriminación era fruto del miedo y de la desesperación por vivir. “Estaban luchando por sobrevivir, tenían que competir entre ellos por lograr algún tipo de ayuda”, dice la profesora.

Culpa

Al miedo y a la discriminación con que cargaban los hibakusha muchas veces se les sumó un sentimiento de culpa por haber escapado con vida o haber sido incapaces de ayudar a quienes pedían auxilio.

Ese sentimiento de culpa de los sobrevivientes les causó sufrimiento a largo plazo, explica la psicóloga Kamite.

Hiroshima destruida tras la bomba
Hiroshima destruida tras la bomba

Fuente de la imagen,Getty Images


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Muchos hibakusha desarrollaron un sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a las personas heridas. Así lo recuerda la sobreviviente Keiko Ogura:

“Yo, al igual que el 90% de los sobrevivientes, tuve un sentimiento de culpa porque vi morir a familiares y amigos. Después de la explosión vimos gente bajo los edificios derrumbados pidiendo ayuda, pero no podíamos ayudarlos, estaban atrapados. Las madres trataban de sacarlos pero era muy difícil.

Luego, el fuego se esparció tan rápido que no tuvieron más opción que irse del lugar.

Eso los hizo preguntarse: ¿por qué no pude cumplir con el deber de ayudar a mis hijos hasta el último momento?

Tras la explosión, dos personas muy heridas se me acercaron y solo decían 'agua, agua'. Yo les di de beber y luego murieron frente a mí. En ese momento no lo entendía, era solo una niña de 8 años, pero comencé a culparme porque sentía que los había matado. Sentía que si no les hubiera dado agua, ellos no estarían muertos. Me sentí así durante más de 10 años"
.

Yasuaki Yamashita hablando en un foro
Yasuaki Yamashita hablando en un foro

Fuente de la imagen,Getty Images


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Algunos hibakusha cuentan su historia en eventos públicos, pero otros prefieren permanecer en silencio. Según los expertos, la dificultad que muchos sobrevivientes tienen para hablar de su experiencia les ha afectado sus vidas.

“El velo de silencio sobre estos temas funcionó para ocultar las transgresiones ocasionadas por las secuelas atómicas”, dice Kamite.

Contra el silencio

Algunos hibakusha, sin embargo, han combatido ese silencio y comparten sus historias con los medios o como parte de campañas en contra de la proliferación de armas nucleares.

“Algunos están motivados por la ira, otros por un sentido de misión social, y otros pueden estar motivados por la respuesta al trauma”, dice Kamite.

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

Takashi Morita sostiene unas flores en la mano

Fuente de la imagen,Getty Images


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Algunos hibakusha se convirtieron en activistas en contra de las armas nucleares.

La profesora, sin embargo, advierte que son solo unos pocos quienes participan en estas actividades sociales y que es probable que muchos hibakusha hayan sido una “mayoría silenciosa”.

Van der Does, por su parte, explica que con el tiempo los hibakusha lograron construir un sentido de comunidad que los ayudó a ganar aceptación en la sociedad.

“Se convirtieron en líderes en la lucha por el desarme nuclear”, dice la profesora. "Pasaron de ser víctimas a creadores de un mundo nuevo".
 
 *Este artículo fue publicado originalmente en 2020, a propósito del 75 aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. 


"Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos": quién fue Robert Oppenheimer, el arrepentido padre de la bomba atómica

viernes, 6 de enero de 2023

_- Alva Myrdal, la mujer que creó la Suecia moderna

 

Alva Myrdal (Foto de Jan de Meyere, (1879-1950), número JdM 1802, Stockholmskällan)
Pie de foto,

_- Alva Myrdal fue una de los reformadores sociales más influyentes del siglo XX. (Foto de Jan de Meyere, (1879-1950), número JdM 1802, Stockholmskällan)


"Hemos visto esta competición, esta carrera por construir arsenales excesivos sin sentido. Mi mensaje aquí hoy tendrá que ser que creo que el mundo está enfermo".

Eso dijo Alva Myrdal, con su típica franqueza, en 1982, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz.

Había nacido en el albor de ese siglo, en un mundo muy diferente, en el que no había armas nucleares y su Suecia natal era casi irreconocible: una tierra de granjeros, pobre y patriarcal.

"A principios de ese siglo, Suecia era casi el país más pobre de Europa y Alva no podía ir a la escuela primaria pues no era permitido que las niñas lo hiciera allá donde vivía, en el campo", le dijo a la BBC su hija, Kaj Foelster.

Su padre, Albert Reimer, había tenido poca educación formal, pero era muy leído.

La joven Alva devoró su biblioteca repleta de libros de socialistas y filósofos alemanes y suecos, lo que convenció al padre "de apoyarla para que pudiera estudiar, pero tuvieron que pagar a profesores fuera de la escuela".

Además de lo que aprendió en aquellas lecciones privadas, Alva fue instruida sobre política e ideas de justicia social de su padre, quien fue uno de los primeros miembros del partido socialdemócrata que dominaría la política sueca durante la mitad del siglo XX.

Niños suecos pobres a principios del siglo. FUENTE DE LA IMAGEN, STANDSMUSEET I STOCKHOLMO

Suecia solía ser uno de los países más pobres de Europa. (Hornsgatan 1920-1930, Okänd fotograf, Standsmuseet i Stockholm)

A Reimer le interesaban las nuevas ideas, ideas que pronto absorbió su hija mayor.

"Desde que tenía tres o cuatro años, se sentaba debajo de la mesa durante las reuniones para escuchar los debates de esos hombres", le contó su hija al programa BBC Witness History.

Amor en bicicleta
A los 17 años, Alva conoció a un estudiante que le cambió la vida.

Estando de vacaciones, Gunnar Myrdal se fue a hacer una ruta en bicicleta con amigos y un día, por casualidad, se detuvo en la granja de la familia de Alva.

"Él pensó que podía presumir de todo lo que sabía, pero cuando ella le pidió que leyera (al filósofo alemán Arthur) Schopenhauer, él se sorprendió. Así empezó ese gran amor".

Se casaron en 1924, cuando ella tenía 22 años e imaginaba que esa unión iba a ser una colaboración basada en la amistad, y que vivirían, estudiarían, escribirían y tendrían aventuras juntos.

Gunnar y Alva Myrdal en el estudio de su casa FUENTE DE LA IMAGEN, KW GULLERS / NORDISKA MUSEET

El sueño era que su unión se basara en la colaboración, como parecía ser todavía en esta foto de 1945, en el estudio de su casa.

Alva fue a Estocolmo para reunirse con Gunnar en la universidad. Él estudió Derecho y, más tarde, Economía, materia en la que más tarde ganaría un Premio Nobel. Ella estudió biblioteconomía.

En 1929, cuando les ofrecieron la oportunidad de pasar un año en Estados Unidos con una beca de viaje, la aprovecharon, aunque tuvieron que dejar a su hijo Jan, quien no tenía ni dos años, con la familia en Suecia (algo que, según su otra hija Sissela Bok, más tarde Alva consideró como uno de los grandes errores de su vida).

"Eso no debe sucederle a Suecia"
Tanto para Alva como para Gunnar, ese fue un punto de inflexión.

Llegaron a un EE.UU. en la cúspide de la Gran Depresión. Y al viajar por el país, lo que vieron los sorprendió.

"Fue allá y en aquel momento que se volvieron realmente conscientes políticamente. Les aterró que en el país más rico del mundo hubiera tanta pobreza y se convencieron de que eso no le debía pasar a Suecia", señala Foelster.

Hombre desesperado en EE.UU. durante la Gran Depresión FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Lo que vieron en Estados Unidos en medio de la Gran Depresión los aterró.

Unos años después de su regreso a Suecia, Gunnar y Alva publicaron un libro que electrizó al país.

Y es que trataba un tema en biga: cómo mejorar la tasa de natalidad del país, entonces la más baja de Europa.

Publicado en 1934, en "La cuestión de la crisis en la población" argumentaron que, para alentar a las personas a tener más hijos, era necesario que hubiera ayuda estatal.

Debía haber atención médica, anticonceptivos y almuerzos escolares gratuitos; beneficios sociales universales y mejores viviendas más asequibles.

Las mujeres debían tener libertad para trabajar o estudiar creando lugares donde sus hijos puedan ser cuidados durante el día.

Alva y Gunnar argumentaron que una vez que todos los suecos sintieran que tenían asegurado un nivel de vida básico decente, elegirían tener hijos.

Y funcionó.
"Postularon ideas que les permitirían a todas las familias jóvenes conseguir su lugar en la sociedad. De esa manera, tendrían ganas de tener hijos. Fue el libro más leído y casi todas esas reformas se hicieron realidad. Eso es lo que se llama el estado de bienestar sueco", explica Foelster.

La pareja de oro
Ella y su hermana crecieron en aquella época en la que sus padres se volvieron famosos, una pareja de oro que desafiaba las viejas costumbres.

Gunnar y Alva Myrdal FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Los atacaron por sus ideas, pero éstas cambiaron a Suecia.

Foester recuerda que "eran atacados... mucho, pero mi mamá nunca se enojó. Era una sociedad sumida en el cambio político".

"Teníamos discusiones maravillosas. Gunnar investigaba las cuestiones profundamente y Alva siempre estaba en busca de soluciones; decía que siempre tenía que haber algo que se pudiera hacer". Alva fue descrita como la mujer más moderna de su época. Como muchas hoy, hacía malabares con el trabajo, los hijos y un esposo exitoso que quería su ayuda. Pero en las décadas de 1930 y 1940 no había tantas trabajando fuera del ámbito doméstico. ¿Cómo se las arregló?

"Siendo muy estricta con el tiempo. Desde las 6:00 en punto era nuestro momento: por dos horas podíamos tenerla solo para nosotros".

A las 8:00, cuenta su hija, se escuchaba la voz de Gunnar reclamando su atención.

"Manejaba una especie de economía del tiempo".

La pareja dispareja
Alva continuó haciendo campaña durante esos años: fundó la primera escuela en Suecia para formar a maestros de preescolar. Y vio cómo, una tras otra, las ideas que ella y Gunnar habían articulado fueron adoptadas por el nuevo estado de bienestar de Suecia.

Pero también se hizo evidente que esa colaboración en la que supuestamente se basaba la unión con su esposo era unidireccional.

Carátula del libro

El libro que había disparado el cambio en Suecia fue escrito a cuatro manos, pero no todo siguió siendo tan colaborativo entre ellos.

Gunnar era un economista brillante, pero también un hombre petulante y exigente. Todo estaba subordinado a su trabajo, incluida su esposa.

Cuando la Carnegie Corporation lo eligió para que dirigiera su monumental estudio sobre "El problema del negro estadounidense", no había duda de que su esposa abandonaría el Seminario de Pedagogía Social para atenderlo en EE.UU.

Cuando, en 1945, parecía probable que Gunnar fuera nombrado ministro de Comercio de Suecia, Alva retiró su nombre de entre las que se barajaban para ministra de Educación para evitar un conflicto.

Cuando Julian Huxley le pidió a Alva al año siguiente que fuera directora de la recién formada Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ella lo rechazó porque su esposo no quería mudarse a París, la sede de la agencia.

Sin embargo, él quería dirigir la Comisión Económica de la ONU para Europa en Ginebra y le pidió a su esposa que le transmitiera su interés en su carta de rechazo. Consiguió el trabajo.Fiel a sus principios, sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que Alva se sintió capaz de dejarlo y pasar al escenario internacional.

Libre para... ¡tanto!
En 1949, fue la primera mujer a la que se le ofreció un puesto de alto nivel en la ONU: jefa del Departamento de Asuntos Sociales en la secretaría en Nueva York.

Al año siguiente, se fue a París para dirigir la División de Ciencias Sociales de la Unesco.

Alva Myrdal

Salió a caminar sola por el mundo, y dejó huellas.

En 1956 publicó, en colaboración con la socióloga austríaca Viola Klein, "Los dos papeles de la mujer", una obra influyente que se publicó antes del advenimiento de la segunda ola del feminismo pero que anticipó muchos de sus argumentos.

Y pronosticó también, inadvertidamente, un dolor de su propio futuro.

"Dado que en el campo de la crianza de los padres existe la situación extraordinaria de que el producto está en condiciones de juzgar tanto al productor como al proceso de producción, es casi inútil aspirar a la perfección.

"Una vez que tienen la edad suficiente para leer literatura psicológica, muchos niños, de todos modos, culparán a sus padres por cometer uno u otro pecado o ambos".

Pero antes de que esas palabras se ajustaran a su historia, le faltaba aún mucho por hacer, entre otras...

Fue elegida como enviada de Suecia a India, donde permaneció hasta 1960.
Escribió "Nuestra responsabilidad por los pobres: un primer plano social de los problemas del desarrollo".
Fue elegida al Parlamento como socialdemócrata. Planeó y luego presidió el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo. Se convirtió en la única ministra de Desarme del mundo.
Fundó Mujeres por la Paz.
Fue galardonada con el primer Premio de la Paz del Pueblo Noruego.
Pero sobre todo, durante dos décadas dedicó su energía y pasión a uno de los grandes temas de la Guerra Fría: el desarme nuclear.

Y en 1962, el gobierno sueco la nombró negociadora principal de Suecia en el Comité de Desarme de Dieciocho Naciones de la ONU.

Ejército contra la locura
Para ella, la creciente carrera armamentista era irracional y peligrosa.

"No era en pacifista radical —aclara su hija—, pero decía que no entendía cómo algunas personas podían estar tan locas como para ver la carrera armamentista como una solución".

Alva Myrdal FUENTE DE LA IMAGEN, GETTY IMAGES

Para ella, lo que las superpotencias estaban haciendo era una locura.

Insistía en que el desarme brindaría una seguridad mucho mayor tanto a las superpotencias como a todos los pueblos del mundo.

"Le gustaba mucho la idea de que hubiera todo un ejército de oposición contra esta militarización", señala Foester.

Con un poderoso movimiento de mujeres respaldándola, Myrdal reunió una coalición de voces no alineadas para defender soluciones concretas de desarme, como zonas libres de armas nucleares y un tratado de prohibición total de los ensayos nucleares supervisado ​​por estaciones sísmicas y satélites.

"Llegó optimista pues creía que nadie podría estar tan loco, pero después de 10 años escribió el libro 'El juego del desarme' para decirle al mundo lo que había visto: que las dos grandes potencias no tenían ni el deseo ni la intensión de parar", recuerda Foelster.

"No puedo darles buenas noticias sobre el buen trabajo en las negociaciones de desarme. La verdad es que lo que hemos estado viendo es un juego, nada más que un juego", declaró, decepcionada, Alva Myrdal.

Debido a que no hubo un desarme real después de la firma del Tratado de Limitación de Armas Estratégicas en 1971, consideró que sus esfuerzos fueron un fracaso.

Sin embargo, había demostrado la capacidad de liderazgo de las mujeres en un ámbito técnicamente complejo y crucial de la diplomacia de la Guerra Fría, y sus propuestas dieron frutos más tarde.

Pero ella no los vio
"En los otros ambientes en los que había trabajado había visto progreso, pero en éste, no y cuando obtuvo el premio Nobel de la Paz estaba muy cansada; dijo que era un poco demasiado tarde", le contó su hija a Louise Hidalgo de la BBC.

Alva Myrdal y Alfonso García Robles FUENTE DE LA IMAGEN,FUNDACIÓN NOBEL

El Premio Nobel de la Paz 1982 fue otorgado conjuntamente a Alva Myrdal y Alfonso García Robles de México "por su labor por el desarme y las zonas libres de armas y armas nucleares".

El galardón se lo otorgaron por su trabajo por el desarme nuclear cuando tenía 80 años.

Días después de que el Comité Noruego del Nobel anunciara su selección, tuvo que soportar el dolor de ver a su hijo volverse públicamente en contra de ella y su marido.

Jan Myrdal, de 55 años, autor de obras de ficción y literatura política, publicó un libro cuyo título puede traducirse como "Niñez", pero también como "El veredicto del niño".

Y eso último es lo que realmente era.

El libro dio pie a una serie, se leyó en la radio los fines de semana y reseñas varias fueron publicadas en periódicos suecos con titulares como "Detesto a mi madre y a mi padre porque nunca me dieron amor".

Alva Myrdal murió cuatro años después, en 1986.

En 1991, la escritora y filósofa moral Sissela Bok publicó en 1991 "Alva Myrdal: memorias de una hija", una respuesta clara a la oscuridad de la sombra que había cernido su hermano sobre su madre.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-56780692

lunes, 11 de octubre de 2021

_- Premio Nobel de la Paz 2021 para los periodistas María Ressa y Dmitry Muratov

_- María Ressa, de Filipinas y Dmitry Muratov,de Rusia son periodistas independientes que han luchado por la libertad de expresión frente a condiciones adversas en sus países.

Los periodistas María Ressa, de Filipinas y Dmitry Muratov, de Rusia, son los ganadores del Permio Nobel de la Paz 2021.

El Comité Noruego del Nobel en Oslo otorgó el premio a Ressa y Muratov por sus "esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión que es una precondición para la democracia y la paz duradera".

El comité resaltó que los galardonados recibieron el premio por su valiente labor en aras de la libertad de expresión en Filipinas y Rusia.

Añadió que, al mismo tiempo, Ressa y Muratov representan a todos los periodistas que se pronuncian por este ideal en un mundo en el que la democracia y la libertad de prensa enfrentan crecientes condiciones adversas.

Los galardonados compartirán un premio que incluye un cheque de US$1,1 millones.

Es la primera vez que el Nobel de Paz se entrega a periodistas desde que el alemán Carl von Ossietzky lo ganara en 1935 por revelar el programa secreto de rearme de su país tras su derrota en la Primera Guerra Mundial.

Ressa y Muratov fueron seleccionados de entre 329 candidatos.

Entre ellos se encontraban la activista del medio ambiente Greta Thunberg, el encarcelado disidente ruso Alexei Navalni y la líder de la oposición en Bielorrusia Svetlana Tikhanovskaya.

María Ressa ha sido objeto de arrestos y acoso por sus denuncias contra el polémico gobierno del presidente Rodrigo Duterte en Filipinas.

María Ressa, que es cofundadora del sitio noticioso Rappler, fue elogiada por el comité "usar la libertad de expresión para "denunciar el abuso de poder, el uso de violencia y el creciente autoritarismo en su país de origen, Filipinas".

En una transmisión en vivo este viernes a través de su sitio Rappler, la veterana periodista confesó estar en "shock", al tiempo que dijo que "nada es posible sin los hechos".

"Un mundo sin hechos significa un mundo sin verdad y confianza", añadió.

Mucho de su trabajo se ha enfocado en la polémica y violenta campaña antidrogas del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, a la que el comité Nobel tildó de "asesina", como una campaña que se asemeja a una guerra contra la propia población por el gran número de muertes.

A través de Rappler, Ressa también ha documentado cómo las redes sociales están siendo utilizadas para propagar las noticias falsas, acosar a los opositores del gobierno y manipular el debate público.

La periodista ha sido objeto de una serie de demandas que ella señala como actos de intimidación en su contra y de otros periodista de su país. En marzo de 2019 fue arrestada en el aeropuerto de Manila por supuesto fraude, pero liberada poco después tras el clamor de periodistas internacionales

En mayo de este año Ressa recibió el Premio Mundial de la Libertad de Prensa Unesco - Guillermo Cano, uno de los más prestigiosos reconocimientos periodísticos del mundo. En 2018 fue nombrada personalidad del año por la revista Time.

Por otra parte, el comité dijo que Dmitry Muratov, cofundador del diario independiente Novaja Gazeta, durante décadas ha defendido la libertad de expresión en Rusia bajo crecientes condiciones adversas.

Novaya Gazeta informa de manera regular sobre las acusaciones de corrupción y abuso oficiales en Rusia. Seis de sus reporteros han sido asesinados, incluyendo Anna Politkovskaya.

En una entrevista hecha por el popular canal Podyom en Telegram, Muratov dijo: "Estoy riendo. De ninguna manera me lo esperaba. Esto está hecho una locura aquí".

El editor catalogó el premio como "una retribución al periodismo ruso que ahora está siendo reprimido".

No obstante, el Kremlin felicitó a Muratov a través de su portavoz, Dmitry Peskov, que expresó: "Él trabaja persistentemente de acuerdo con sus propios ideales, está dedicado a ellos, tiene talento y es valiente".

El propósito del premio es honrar a un individuo u organización que haya "hecho la mejor labor en pos de la fraternidad de naciones".

El ganador del año pasado fue el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (WFP), que fue galardonado por sus esfuerzos en el combate contra el hambre y para mejorar las condiciones para la paz.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58842837