Al momento de anunciarse la visita de Barack Obama a la Argentina, todos los ojos apuntaron a uno de sus colegas: Adolfo Pérez Esquivel (Buenos Aires, 1931) también recibió un Premio Nobel a la Paz. El activista argentino comprometido con la no violencia y la teología de la liberación fue reconocido en 1980, en plena dictadura, por su compromiso con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos frente a los regímenes militares en América Latina.
Pérez Esquivel recogió el guante y le envió una carta al presidente de los Estados Unidos, para que reconsiderara la fecha de su visita a la Argentina, que coincide con el 40º aniversario del golpe de Estado que instauró la dictadura. “Es importante que sepas que los días 24 de marzo ningún presidente ni personalidad puede representar al pueblo argentino, que en toda su diversidad siempre se representa a sí mismo a través de sus consignas y su movilización pacífica en todas las calles y plazas del país” y “no puedes desconocer que tu país tiene muchas deudas pendientes con el nuestro y con muchos otros”, son algunas de las frases de la contundente texto que se publicó en diversos medios del país. Pérez Esquivel creía que había logrado con su carta que Obama no estuviera en Buenos Aires el 24, pero finalmente sí estará. El presidente de Estados Unidos, que ha llegado este miércoles a Argentina tras su histórico viaje a Cuba, rendirá homenaje este jueves por la mañana a las víctimas, aunque no visitará la ESMA, el lugar más simbólico, porque los grupos de derechos humanos rechazaban que lo hiciera.
Pregunta: ¿Cuál fue el objetivo de la carta a Obama?
Respuesta: El objetivo era advertirle que no venga el 24 a Buenos Aires por los antecedentes del gobierno de Estados Unidos con América Latina, porque ese país tiene participación en nuestros golpes de Estado. La decisión de ir a Bariloche [el 24 a mediodía] es una respuesta muy clara a la carta. Obama fue prudente de no interferir en un momento de la memoria y evitar disturbios que podrían dañar su visita porque el pueblo no ve conveniente que vaya a la ESMA (el espacio de la memoria creado en la vieja escuela de la Armada). Sería bueno para su visita el reconocimiento público del intervencionismo de Estados Unidos. Hay muchísima información, como las bases militares norteamericanas en muchos países de Latinoamérica.
P. ¿Qué cree que sucederá con el Gobierno de Macri y el proceso de Memoria que inició Argentina?
R. Macri no puede desconocer lo que es la voluntad del pueblo porque tendría dificultades. Me preocupa la gobernabilidad de Argentina porque hay cosas que no vemos bien, por ejemplo, bajar las retenciones a las empresas mineras y a los productores del campo porque eso no coincide con pedir crédito para el pago a los buitres. Hay otros caminos para resolver los problemas económicos del país.
P. ¿Considera que mejorado el diálogo en Argentina?
R. No. Aunque es lógico que de todas maneras vamos a tener que abrir una instancia de diálogo. Lo hemos hecho en la provincia y ahora tendremos que repetirlo en la nación. Me irrita que Macri solo refiere a los derechos humanos cuando habla de Venezuela pero no dice nada de lo que ocurre aquí. No se puede bastardear ni manipular los derechos humanos.
P. ¿Usted nota algún cambio en la política en este asunto del nuevo gobierno?
R. Tuvimos una reunión con el secretario de DDHH, Claudio Avruj. Ellos dicen que van a seguir acompañando la cuestión de los juicios. Les pedimos que el banco genético [para identificar a hijos de desaparecidos] no quede reducido a la época de la dictadura, sino que se abra a todos aquellos que lo necesitan, también que se preserven los espacios de memoria.
P. ¿Cómo analiza al protocolo de seguridad que permite reprimir las manifestaciones?
R. El protocolo de seguridad hay que revisarlo. No pueden reprimir con balas de goma a menores de edad como fue el caso de la murga [en la villa 1-11-14]. No puede ser que en lugar de buscar una solución a través del diálogo sean actitudes represivas porque este es un retroceso que además viola el derecho del pueblo a manifestarse.
P. Y las declaraciones del ministro de Cultura de Buenos Aires, Darío Lopérfido, poniendo en duda que hubiera 30.000 desaparecidos?
R. Los 30.000 desaparecidos son un número estimativo. Lopérfido quiere hacer de esto una cuestión de cantidad y no habla de un hecho gravísimo. Si hubiese un solo desaparecido tendríamos que haber trabajado igual y él no puede desmerecer eso. Tal vez nos quedamos cortos, porque entre los muertos, los desaparecidos y la gente en el exilio hay mucho daño hecho a un pueblo. Lo que dice Lopérfido se descalifica en sí mismo.
P. ¿Como ve estos 40 años en la lucha por los derechos humanos en Argentina?
R. Fue difícil y es difícil hasta el día de hoy, porque muchos tratan de apropiarse de los derechos humanos con intereses políticos. Si bien el kirchnerismo habló mucho del tema en épocas de la dictadura, nunca hablo de los derechos humanos de hoy. La pobreza, la megaminería, los agrotóxicos. De eso no se habló absolutamente nada y se provocaron situaciones muy conflictivas con los pueblos originarios. Los gobiernos privilegian al capital financiero sobre la vida de los pueblos y es ahí donde nosotros tenemos que denunciar. Se habla únicamente de lo que pasó con las personas, pero hay complicidad de grandes empresas con el golpe y de algunos sectores de la Iglesia Católica. Los militares por sí solos no dan un golpe de Estado. Esto es lo que se está tratando de abrir porque la única forma es preservar la memoria colectiva del pueblo.
P. ¿Existe un abuso del poder policial en Argentina?
R. Sí. Y trabajamos para cambiar esto. Es necesario reformular la formación de la policía judicial y supervisar el rol de la policía. No puede ser que el país tenga 6.835 casos de tortura entre 2014 y 2015 en 50 institutos penitenciarios. La policía sigue con los mismos mecanismos de la dictadura y de fuerzas de prevención se transformaron en fuerzas de represión. Todo lo quieren resolver por medio de la tortura y eso es nefasto.
P. ¿Cómo se tradujeron en la modernidad los golpes de estado en América Latina?
R. Ahora se utilizan los golpes blandos, a través de los poderes económicos y a través del poder judicial. Esto lo hicieron contra Fernando Lugo en Paraguay, en Honduras contra Manuel Zelaya y en Brasil, ahora, están contra Dilma y Lula. Los desprestigian para que la gente no les crea y no los voten. Es la política que se utiliza al día de hoy. Cuando logran consenso, derrocan a los gobiernos sin necesidad de las Fuerzas Armadas.
P. Obama y usted tienen un Premio Nobel, ¿Se siente parecido al presidente de Estados Unidos?
R. Yo le dije a Obama que me extrañó que le hayan dado el premio Nobel pero que ahora que lo tiene intente ser coherente y trabaje por la paz.
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/22/argentina/1458682757_119259.html
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