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sábado, 24 de septiembre de 2016

Unicef: “España no ha entendido que un niño primero es un niño y luego un inmigrante o refugiado”

InfoLibre

Sara Collantes, experta en políticas de infancia de Unicef Comité Español, denuncia situaciones como la de los jóvenes que intentan saltar la valla de Ceuta y Melilla y son devueltos sin comprobar si son menores. También preocupan los casos de niños y adolescentes que, solos o junto a sus familias, son encerrados en los Centros de Internamiento de Extranjeros.

La experta en políticas de infancia de Unicef Comité Español, Sara Collantes, opina que en España “no se ha entendido bien que un niño primero es un niño y luego, un inmigrante o un refugiado" y esa es la razón por la que teniendo ya cierta tradición tanto en flujos migratorios como en acogida de menores que llegan sin adultos que se hagan cargo de ellos, se siguen repitiendo deficiencias que tienen un impacto directo sobre la protección y el interés superior de estos niños.

“En España los dos sistemas, el de protección a la infancia y el de extranjería y asilo, tienen que darse la mano y aliarse lo suficiente como para otorgar esa doble protección a los niños migrantes o refugiados, que tienen por eso una doble vulnerabilidad. Hay un margen importantísimo para conseguir blindar esa protección en España”, afirma en una entrevista con Europa Press.

Se refiere a situaciones como la de jóvenes que intentan saltar la valla de Ceuta o la de Melilla y son entregados de vuelta a las autoridades marroquíes sin que nadie haya comprobado si eran menores de edad; a la de los niños refugiados que se ven privados del derecho a estar con toda su familia porque los requisitos para la reagrupación familiar dejan fuera a los hermanos mayores de 18 o a los que habiendo entrado en territorio español, malviven en las calles de una ciudad autónoma.

“Nos preocupan mucho las devoluciones automáticas y pedimos su fin así como que se garantice que se identifica correctamente a los niños que intentan acceder por la valla. España, como frontera terrestre con África, tiene el reto de crear un mecanismo de identificación rápida de los menores de edad que intentan acceder a Europa porque si ésta no se lleva a cabo, no se pueden poner en marcha los mecanismos de protección previstos en las leyes y así, estaríamos vulnerando la Convención de los Derechos del Niño, afirma.

Contra las devoluciones automáticas en la valla
Insiste en este sentido en que si los adultos han de tener garantías en un proceso de devolución, en el caso de los niños estas se multiplican, pues han de tener un tutor, un representante legal, que se disponga del tiempo necesario para poder determinar su interés del menor y que se haga mediante personal cualificado capaz de hacer entrevistas en condiciones con los niños. “Nos parece casi imposible que en procedimientos tan sucintos como las devoluciones automáticas se puedan abordar todas estas garantías”, señala.

Según afirma, en UNICEF son “conscientes de que hay un número importante de menores de edad en Marruecos con intención de acceder a territorio español” y de la existencia de ONG que denuncian que algunos de quienes saltan la valla efectivamente lo son. Por eso, piden que se cumpla "de forma estricta" y se paralicen esas prácticas porque “no permiten desplegar el marco de protección que contempla la ley”.

Misma preocupación tiene la agencia de la ONU para la Infancia en lo que respecta a los menores que viajan solos y a quienes no se identifica como potenciales refugiados porque “hay muy poca proactividad”. Collantes recuerda que las cifras de solicitudes de asilo de niños en España “no cuadran”, con 25 casos frente a los 95.000 que se cursaron en la UE el año pasado, siendo frontera sur y teniendo más de 3.000 niños extranjeros tutelados por las comunidades autónomas.

“No se escucha a los niños, ni a los que vienen solos ni a lo que vienen en familia, que son tratados en el paquete familiar, lo que provoca que no podamos hacer identificación de casos que se dan y que no vemos, ya no sólo de trata de seres humanos o reclutamiento forzoso, sino necesidades que se dan dentro de las propias familias y que nos pasan completamente desapercibidas”, lamenta.

Niños en la calle de Melilla
Algunos de esos niños que llegan solos acaban en las calles de Melilla, lo que no escapa tampoco a UNICEF. Collantes lo relaciona con el cambio legislativo en el que se introdujo que si un menor abandona un centro de protección durante seis meses, la administración cesa la tutela. A juicio de la Agencia de la ONU, esta situación no debería darse, como tampoco pierden la responsabilidad los padres de un hijo que por circunstancias, se va de casa y acaba en una situación de absoluta desprotección y vulnerabilidad social “como la que se está viendo en Melilla”.

“Pedimos que se intensifique el trabajo a pie de calle con estos niños, hay que acompañarles. Somos conscientes de que algo se está haciendo y que se dan los primeros esfuerzos y el propio Defensor del Pueblo lo ha valorado, pero creemos que hay margen para seguir reforzando este trabajo y conseguir un objetivo fundamental: la integración plena de estos niños en nuestra sociedad y no esperar a que cumplan la mayoría de edad para tomar otras decisiones con ellos”, añade.

Niños que acaban en los CIE
Se refiere en la misma línea a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde según un informe del Servicio Jesuíta a Migrantes con datos del Ministerio del Interior, estuvieron encerrados 19 menores el año pasado porque no se les había identificado como tales. “Es muy grave. Creemos realmente que la apreciación de la edad debe basarse primero en la documentación que lleva el menor, en línea con las sentencias del Tribunal Supremo, y recurrir exclusivamente como último recurso y sólo con objeto de protección a las pruebas de determinación de la edad”, asegura.

UNICEF defiende que si el caso no está claro, se debe aplicar el beneficio de la duda para conseguir el tratamiento más garantista “y eso significa evitar el internamiento y poner en marcha otras medidas ya previstas como las comparecencias periódicas o un sistema de supervisión”. “Hay que evitar el internamiento, también de niños con sus familias, porque tiene efectos muy duraderos y físicos e incluso de somatización que deben ser evitados a toda costa”, añade.

Collanes incide en que “hay margen de mejora ya sea a nivel de inclusión como de protección”. “Creo que todos los actores nos tenemos que encaminar en ese sentido porque los niños migrantes están entre los más vulnerables del mundo y por supuesto de España, y porque no hay que olvidar un niño es ante todo un niño, por encima de cualquier estatus migratorio que en el fondo lo que hace es pervertir esa categoría de niño, que es la categoría por excelencia como casi todos los Estados del mundo han consensuado firmando la Convención de la ONU al respecto”, afirma.

Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/politica/2016/09/18/ni_refugiados_inmigrantes_los_ninos_son_solo_ninos_54969_1012.html

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El pesado cargamento de las "mujeres mula" en Melilla

Todos los días, miles de mujeres deben llevar pesados cargamentos de mercancías para sobrevivir en el enclave español de Melilla.
Ellas son conocidas como las mujeres mulas. Todos los días llevan sobre sus espaldas pesadas cargas entre la frontera de España y Marruecos en el norte de África.

Melilla es un importante punto de entrada de mercancía y si las mujeres pueden llevarlas sin ningún tipo de ayuda, entonces no pagan impuestos.
Muy temprano una polvareda rodea la valla de seis metros que separa a Melilla de Marruecos debido a la frenética actividad de quienes preparan las mercancías para cruzar la frontera.
Hay miles de personas y el ruido es ensordecedor, una cacofonía de motores y gritos. En esas bolsas enormes llevan ropa de segunda mano, telas, artículos para el hogar y de higiene personal, todo destinado al mercado marroquí y mucho más allá.
Mujeres mula en Melilla, norte de África Este pesado trabajo es el único sustento que tienen estas mujeres cabezas de hogar para sobrevivir.
Los paquetes están por todos lados, envueltos en tela de saco y atados con cintas y cuerdas. Bajo ellos, ocultas por una carga que las dobla en tamaño, las mujeres "cargadoras".
Esta actividad comercial tiene lugar a diario en el barrio Chino, un cruce fronterizo sólo para peatones. Mientras una mujer pueda físicamente acarrear la carga, se clasifica como equipaje personal, así que Marruecos lo deja entrar sin impuestos.
Las mujeres tienen el derecho a visitar Melilla porque viven en la provincia marroquí de Nador, pero no pueden residir en el territorio español.
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De Nador a Melilla
Latifa se forma en una de las ruidosas filas que forman cientos de mujeres. Pone en el suelo su carga, 60 kilogramos de ropa usada. Por transportarlos va a recibir US$4.
Lleva en este trabajo 24 años, pero no es algo que disfrute.
"Tengo una familia que alimentar", explica. "Tengo cuatro hijos y no tengo marido para que me ayude, me divorcié de él porque me pegaba".
En cuanto la fila se mueve hacia adelante, ella desaparece en el mar de las mercaderías.
Son muchas las cargadoras divorciadas, madres solteras que tienen que hacerse cargo de su familia como Latifa.
(Mapa de Melilla, enclave de España en Marruecos)
Para mujeres como ella, la vida es difícil en la tradicional sociedad marroquí. Muchas veces, el de cargadoras es el único trabajo que consiguen. Algunas hacen hasta tres o cuatro viajes al día, desde el barrio Chino a Marruecos, con hasta 80 kilos a sus espaldas.

Con la vida a cuestas
Lo que ganan depende de lo que puedan cargar. Además, muchas se quejan de que tienen que sobornar a los guardias marroquíes.
En Melilla hay un debate público acerca de si se debería seguir permitiendo que esta actividad comercial continúe tal como está.
"Estas son mujeres que arriesgan su vida, nos han tocado muertes a consecuencia de la dureza física del trabajo. Se hace en condiciones de semiesclavitud", dice Emilio Guerra, del partido Unión Progreso y Democracia.
"Lo que nos gustaría es que trabajen bajo condiciones que no sean tan precarias", agrega.
Guerra considera que Melilla debe cambiar su modelo económico y ser menos dependiente del comercio, en lo que no está de acuerdo Jose María López, asesor en negocios del gobierno local.
"Hay consecuencias muy positivas en la actividad comercial. Para algunas porteadoras es la única posibilidad de ganarse la vida. Por supuesto que es un trabajo muy duro, pero algunas ganan más de la media de los trabajadores marroquíes", afirma.

España en el norte de África
Ceuta y Melilla, zonas de Europa en el norte de África, forman parte de España desde hace 500 años. Madrid dice que los enclaves urbanos son parte integral del país. Estos limitan con Marruecos, que a través de sus líderes afirma que es una posesión de origen colonial y reclama soberanía sobre ellos.
Los enclaves están protegidos con mallas, con el propósito de detener la inmigración ilegal. Pero Ceuta y Melilla continúan siendo un escalón para llegar a España.
El turismo es un importante generador de recursos con las mercancías libres de impuestos que atraen a miles de visitantes. Y los beneficios que da el comercio a otros miles de marroquíes y sus familias –los que venden la mercancía en sus tiendas o las exportan a países más al sur– son enormes.
López estima que este comercio informal supone más de US$400 millones para Melilla, a lo que se refiere como ingreso "atípico". Otros lo llaman "contrabando" que creen que mueve hasta el doble.

De vuelta al barrio Chino, el ambiente se torna medio histérico, las puertas de la frontera cierran a mediodía, así que empieza a crecer la presión para ir a Marruecos y volver para la próxima consigna.

"Está un poco tranquilo hoy", comenta Arturo Ortega, guardia civil (policía militarizada) encargado de mantener el orden y evitar las avalanchas humanas.
"Si vinieras todos los días, empezarías a pensar que esto es normal, pero no lo es".
No muy lejos, Hasna se apoya en una barrera, sin carga en sus espaldas. Frente a ella, un grupo de hombres jóvenes están cargados hasta el tope.

"Están ocupando nuestro lugar", se queja. Tradicionalmente quienes cargaban eran mujeres, ahora tienen la competencia de jóvenes desempleados, y Hasna tiene problemas para atravesar la multitud y tomar su paquete.
Tiene un hijo y un marido enfermo, está embarazada de seis meses, pero toma su carga sin miramientos. Nada la detiene.
"Si hago un viaje hoy, me van a pagar 5 ó 6 euros (US$6,8 o US$8,2)", dice. "Si pudiera encontrar otro trabajo, limpiando casas o cocinando, no haría esto. Pero de momento, no tengo otra opción".
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"Lo odio, pero lo necesito. "Portadora en Melilla María es una de las "mujeres mula". Ella tiene cáncer de seno y una pierna lastimada.
También mirando a los hombres está María, que llama la atención porque tiene que apoyarse en una muleta.
No es usual en las cargadoras, pero María habla algo de español y explica que se lesionó la pierna al caerse mientras hacía fila. También tiene cáncer de mama.
Llevaba toda la mañana en el barrio Chino, pero cuando vio el caos y del desorden se dio cuenta de que no se sentía en condiciones de trabajar. Regresará a su casa sin haber hecho nada de dinero.
Ella vive justo al otro lado de la frontera con Melilla, en Beni Enzar. Su casa tiene dos habitaciones y las comparte con sus tres hijas. No tiene agua corriente, pero el vecino le permite recoger agua de su grifo.
María estuvo casada y trabajó como camarera, pero hace cuatro años su vida comenzó a desmoronarse. Después de que le diagnosticaran el cáncer, su marido la dejó. Ya estaba embarazada de su hija menor.
"El médico dijo que iba a perder al bebé con el tratamiento, pero nació viva, así que la llamé Malak, que significa ángel".
Mientras habla, sus dos hijas mayores escuchan. Ninguna va a la escuela, se quedan en casa cuidando de su hermana mientras su madre va al barrio Chino. Se preocupan por ella.
"Esta no es la primera vez que se lesiona la pierna. El doctor le dijo que ella no debe cargar nada pesado", dice Ikram, una de las hijas de María. "Ella solo trabaja en eso para que nosotras podamos comer".
A María la atormenta la idea de que sus hijas también acaben como cargadoras. "Sería mejor para ellas que se casaran, este trabajo es peligroso y no hay dignidad en él. Lo odio, pero lo necesito".
Y luego Sanaa, de 13 años, pone una pequeña patineta en la mesa. María sonríe. Eso la ayudará a llevar con más facilidad la carga de mañana.

Ceuta y Melilla,
Zonas de Europa en el norte de África, forman parte de España desde hace 500 años. Madrid dice que los enclaves urbanos son parte integral del país. Estos limitan con Marruecos, que a través de sus líderes afirma que es una posesión de origen colonial y reclama soberanía sobre ellos.
Los enclaves están protegidos con mallas, con el propósito de detener la inmigración ilegal. Pero Ceuta y Melilla continúan siendo un escalón para llegar a España.
El turismo es un importante generador de recursos con las mercancías libres de impuestos que atraen a miles de visitantes. Fuente: BBC.
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