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domingo, 14 de mayo de 2023

Soñar que te siguen quedando asignaturas: qué significa la pesadilla recurrente que despierta a media humanidad.

Al caer la noche todos volvemos a repetir curso y trauma, con la escuela convertida no tanto en rutina como en consulta psicológica. Una metáfora del pasado que sirve para desahogarnos sobre los problemas del presente.

Hace apenas un mes a Carmen se le cumplieron las pesadillas. Volvió a recorrer los pasillos de la Universidad Complutense de Madrid, donde estudió. Volvió a entrar en su aula. Esta vez no tuvo que hacer un examen, como lleva soñando recurrentemente desde que terminó la carrera, hace ya una década. Iba a dar una charla, así que podría decirse que también se le cumplieron un poco sus sueños. Orgullosa, compartió la foto del momento en un chat grupal de Whatsapp. Y sus pensamientos: ”Mira que he tenido pesadillas con que tenía que volver aquí porque no me había sacado el título. ¿No os ha pasado?” preguntó. “Uy sí, sí, y del instituto. Pues anda que no he tenido que hacer exámenes de matemáticas en sueños…”, respondió una amiga. “Yo más de una vez he tenido que ir a mi carpeta de documentos a comprobar el título de la sensación horrible que se me quedó tras el sueño”, añadió otro. Las contestaciones fueron cayendo una a una en el chat. A todos les había pasado.

Es un sueño recurrente en todo el mundo. Mucho después de la graduación, la ansiedad de la vida en el día a día arrastra a los soñadores de nuevo a las aulas al llegar la noche. Abandonamos la escuela en la vida real, pero nunca llegamos a hacerlo del todo en nuestros sueños. Es en el colegio donde empezamos a entender cómo funciona la vida, se nos pone a prueba por primera vez y no siempre la superamos. Establecemos las primeras relaciones sociales lejos de la protección familiar. Y es allí a donde volvemos, una y otra vez, para revivir nuestros traumas.

Luca Maria Aiello lleva años buceando en las bibliotecas de sueños del mundo. Este profesor de ciencia computacional de la Universidad de Copenhague ha diseñado un atrapasueños virtual, un algoritmo que lee textos en busca de palabras clave. Y con él está rastrillando las bases de datos de sueños que se encuentran en internet. Hace unos años lo hizo con Dreambank.net, una colección de más de 20.000 sueños que se empezaron a recolectar a principios del siglo XX. En los últimos meses, está trabajando en una base de datos más reciente y más grande: 44.000 sueños escritos en un hilo del foro Reddit. “En este nuevo trabajo [aún no publicado] estamos utilizando el aprendizaje automático para extraer una taxonomía de los sueños y ver las distintas temáticas de los mismos”, explica Aiello por email.

Su equipo ha clasificado 22 temas recurrentes y entre ellos, como no, está el de la escuela. “Incluye poco menos del 10% de los sueños”, apunta el profesor, que destaca su prevalencia comparándolo con otro lugar donde pasamos mucho tiempo en vigilia: el puesto de trabajo. Este está presente solo en un 3% de las ensoñaciones.

La intuición –incluso la experiencia– nos haría sospechar que si al caer en brazos de Morfeo, este nos lleva de la mano hasta la escuela, estaríamos a punto de comenzar una pesadilla. Pero los datos dicen otra cosa: solo el 18% de los sueños que ocurren en este escenario podrían catalogarse como pesadillas. “Yo también habría apostado a que fueran más”, concede Aiello. “Sobre todo porque este dato es inferior al 22%, que es el porcentaje total de pesadillas sobre toda la base de sueños”. Pero la diferencia entre sueño y pesadilla es relativa, igual que los sentimientos que puede generar en muchos volver al cole a reencontrarse con compañeros, profesores y exámenes hace tiempo superados.

Aiello y su grupo no han podido trazar un perfil del alumno onírico. No saben si hay más hombres o mujeres, si tienen más o menos edad, estudios o nivel económico, pues los usuarios de Reddit no han facilitado estos datos. De estudios anteriores, puede apuntar que, en general, las mujeres tienen sueños más optimistas y amistosos, mientras que los de los hombres, por contraposición, suelen ser más agresivos y negativos.

Ursula Oberst también tira por tierra los intentos de llegar a conclusiones genéricas o dibujar soñadores tipo. “Se ha descartado la existencia de una simbología universal de los sueños. No interpretamos el sueño, sino al soñador”, explica esta profesora de psicología de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona. Oberst concede que podemos entender estos sueños “como metáforas de una situación actual”. “Incluso se ha mostrado que el soñador usa estos procesos para buscar soluciones para esta dificultad actual, como por ejemplo, contestar al profesor con algo original”.

“La infancia, la adolescencia son etapas de la vida que nos marcan mucho”, señala Oberts. Por eso volvemos a ellas en sueños “frecuentemente cargados de afectividad negativa». Pero para encontrar la causa, según la experta, no debemos echar la vista al pasado sino al presente. «Esto nos puede pasar cuando pasamos por momentos difíciles de nuestra vida adulta, que se representan de forma metafórica en los sueños», explica.

Deirdre Barrett, investigadora de sueños de la Universidad de Harvard y autora de los ensayos Pandemic Dreams y The Committee of Sleep, enumeró algunas variantes habituales de los sueños escolares: el soñador tiene que ir corriendo a un examen después de haberse quedado dormido, o no encuentra su aula, no entiende el texto, ha estudiado la asignatura equivocada, o se presenta desnudo en la escuela. Son todas ellas variantes que comparten un mismo elemento: la angustia de no estar a la altura, de no pasar una prueba.

Así, en el mundo real podemos habernos graduado, haber abandonado para siempre el instituto o la universidad, con buenas notas o malos recuerdos. Pero al caer la noche todos volvemos a repetir curso y trauma, con la escuela convertida no tanto en rutina como en consulta psicológica. Una metáfora del pasado que sirve para desahogarnos sobre los problemas del presente. Tiene algo de poético pensar que aunque en el reino de la vigilia hayamos dejado el colegio atrás, en el de los sueños seguimos volviendo a él, noche tras noche, para continuar aprendiendo.

ETIQUETAS: Psicología| sueños

https://smoda.elpais.com/moda/sonar-que-te-siguen-quedando-asignaturas-que-significa-la-pesadilla/

domingo, 23 de mayo de 2021

Los sueños ya contaron la pesadilla del Tercer Reich. La periodista Charlotte Beradt presentó y analizó más de 300 testimonios oníricos reunidos en Alemania antes de la guerra, que ahora se publican en castellano

El edificio del Reichstag en la mañana del 28 de febrero de 1933.ULLSTEIN BILD DTL. / ULLSTEIN BILD 

Nunca hubo una “Oficina de Formación para la Instalación de Dispositivos de Escucha en los Muros” ni un “Reglamento en contra de las Demoras Civiles de los Funcionarios Municipales”, pero ambos existieron, en cierto sentido: según la periodista alemana Charlotte Beradt (1907-1986), los soñó un alemán de aproximadamente 50 años en torno a 1934, poco antes de que el político nacionalsocialista Robert Ley afirmara que “el único hombre en Alemania que tiene aún vida privada es aquel que duerme”. Beradt recopiló y analizó clandestinamente ese y otros más de 300 testimonios entre 1933 y 1939, cuando se vio obligada a huir de Alemania. Un material que después organizó en el libro El Tercer Reich de los sueños, que ahora ve la luz en español de la mano de la editorial Pepitas de Calabaza.

Beradt tenía menos de 30 años cuando su marido y ella fueron detenidos junto a decenas de opositores políticos tras el incendio del Reichstag, el 27 de febrero de 1933; poco después, la joven descubrió en su círculo una necesidad cada vez más pronunciada de relatar sueños, así como algo aún más importante: que esos sueños tenían todos un contenido muy similar y que el avance del nacionalsocialismo sobre la sociedad alemana estaba condicionando la producción onírica de sus integrantes.

El Tercer Reich de los sueños solo pudo ver la luz en 1966 gracias al apoyo, primero, de Hannah Arendt, y después de Reinhart Koselleck, el principal representante de la variante alemana de la historia de las ideas. Provocó un escándalo, puesto que demostraba que el carácter totalitario del nacionalsocialismo, la existencia de los campos de concentración y la persecución y asesinato de judíos (de los que muchos alemanes aseguraron después de 1945 “no haber sabido nada”) eran bien conocidos desde 1933 y se manifestaban claramente en los sueños, lo que significaba que no existieron inocentes en la sociedad del Tercer Reich, en particular entre aquellos de sus integrantes que se habían limitado a “ir con la corriente”.

Beradt reunió las pruebas corriendo un enorme riesgo personal, preguntando entre sus amistades, pidiendo protocolos oníricos y apoyada por un médico que los obtenía de sus pacientes. Desde el principio de su investigación, se había propuesto rehusar los testimonios de miembros del Partido o de los integrantes de la Resistencia, pues consideraba que el recuerdo de sus sueños podía verse condicionado por la ideología. Se centró en preguntar al proverbial “ciudadano de a pie”, y sus informantes fueron un oficinista, el dueño de una fábrica, un verdulero, un obrero de la construcción, amas de casa, escolares, un funcionario municipal, un oftalmólogo, una mujer de la limpieza: el tipo de personas que por lo general prefiere “no meterse en política” y que creía no tener nada que temer del Partido Nacionalsocialista, que hasta entonces “solo” había sido una fracción de extrema derecha que saboteaba los actos de los candidatos de izquierda y atribuía a los extranjeros y a las minorías el origen del “problema” alemán.

Lo que los sueños reunidos por Beradt ponen de manifiesto es que toda sociedad puede ser destruida por sus elementos más extremos y que los riesgos del pensamiento totalitario son evidentes incluso para quienes cierran los ojos. Lo escribe la autora: “Desde sus inicios, las personas de todos los grupos de la población podían reconocer mientras dormían los principios y las metas del Estado totalitario, así como sus consecuencias a largo plazo”. Un desmentido en todo regla del mito de la inocencia de los alemanes, a quienes Beradt no puede dejar de ver como personas aisladas, desarraigadas, despreciadas, aterrorizadas, rotas.

Un hombre humillado no puede alzar el brazo izquierdo en presencia de Joseph Goebbels. Otro descubre que las paredes de su vivienda han desaparecido y que ya no hay forma de ocultarse. Una mujer sueña con una pizarra en la que aparecen las palabras que han sido prohibidas, desde “señor” hasta “yo”. La boca de una estufa revela a las autoridades, “con voz ronca y penetrante”, las conversaciones de los habitantes de la casa. Una profesora de matemáticas desafía la prohibición de ejercer su oficio anotando con tinta invisible unas ecuaciones, en uno de los pocos sueños en los que el durmiente se permite un acto de resistencia. Un judío se mete en una papelera del Tiergarten como si fuese basura. Otra mujer descose cada noche la esvástica de la bandera alemana solo para ver que sigue allí al día siguiente.

“De ningún modo se trata aquí de profecías, aunque a menudo se asemejen a ellas”, afirma Beradt. “Sus metáforas llegan a ser verdaderas porque nuestros soñadores, con la sensibilidad aguzada por la angustia y el asco [aprecian] síntomas que apenas son perceptibles. Es probable que sus sueños se asemejen a un mosaico a menudo confeccionado de modo surrealista, pero todas sus piezas provienen de la realidad del Tercer Reich”. Son, dice, prueba del “impacto directo de la dominación total sobre cada uno de los dominados”, que “se insertaban como ruedecitas en el mecanismo totalitario” sin ser del todo conscientes de que estaban siendo destruidos por ese mecanismo, que avanzaba sobre ellos bajo la forma de nuevas leyes raciales, vigilancia estricta, restricciones, la invasión de la intimidad y el terror.

A El Tercer Reich de los sueños, que Pepitas de Calabaza publica por primera vez en España en una edición que mejora la de Suhrkamp de 2016, se le considera un clásico de la bibliografía sobre el Holocausto, algo que su autora jamás imaginó siquiera mientras encriptaba sus notas (“familia” por “Partido”, “Tío Hans”, “Gustav” o “Gerhard” en lugar de, respectivamente, Hitler, Göring y Goebbels, “gripe” para “detención”) y las ocultaba en sus libros. En 1938 pudo sacarlas del país enviándolas a corresponsales en el extranjero que más tarde se las devolverían y, como La lengua del Tercer Reich de Victor Klemperer (Minúscula), el Diario de Hélène Berr (Anagrama) o el recientemente publicado en Alemania Denken ist heute überhaupt nicht mehr Mode (Pensar hoy no está en absoluto de moda), de Anna Haag (Reclam), son un testimonio a menudo incómodo de lo que Beradt llama “una realidad que se disponía a transformarse en pesadilla”. Uno de sus informantes le contó que cada noche se despertaba “baleado, torturado, con el cuero cabelludo arrancado, bañado en sangre, con los dientes quebrados, en frenética huida, siempre con la SA [sección de asalto del Reich] pisándome los talones”, pero el más iluminador de los testimonios de su libro es el del teólogo Paul Tillich, quien afirmó, acerca de sus sueños: “En la vigilia consciente creía que podríamos escapar a lo peor, pero mi subconsciente sabía más”.

https://elpais.com/cultura/2021-05-15/los-suenos-ya-contaron-la-pesadilla-del-tercer-reich.html

El monstruo que acabó con Marie Jelen, su madre y otros seis millones de judíos pervive en Europa.

miércoles, 28 de octubre de 2020

_- Freud, el ‘big data’ y los pepinos. J. M. Mulet

_- Cien años después, la tecnología actual ha desmontado con datos algunas de las hipótesis del padre del psicoanálisis, como la famosa teoría de los sueños.

No cabe duda que Freud ha sido uno de los personajes más relevantes del siglo XX. La obra freudiana ha dejado una gran huella en la cultura universal y su influencia se hace patente en el cine, en la literatura, en la política y en la sociedad. Pero ¿y en la ciencia? Aquí hay un interesante debate planteado. Freud asumía sobre él mismo que era uno de los grandes científicos de la historia de la humanidad. En el artículo publicado en 1917 “Una dificultad del psicoanálisis” dice que Copérnico había demostrado que la Tierra no era el centro del universo; Darwin, que el hombre no era el centro de la evolución, y él mismo había demostrado que el hombre no es dueño de sus actos, sino que manda el subconsciente. La biografía de Freud nos deja otros muchos episodios que nos demuestran que Freud estaba encantado de ser Sigmund Freud y de haber conocido a Sigmund Freud. Pero independientemente de sus autovaloraciones, ¿la obra de Freud tiene base científica?

Este debate lleva más de 100 años, con defensores y detractores. Freud empezó su carrera como neurólogo estudiando las lampreas; por tanto, el método experimental no le era ajeno.

De forma muy simplificada podríamos decir que el método científico se basa en 
1. hacer una observación, 
2. plantear una hipótesis, 
3. realizar experimentos y, si la confirman, 
4. establecer leyes, y si no, se desecha la hipótesis. 

Cuando Freud empezó a estudiar el subconsciente y a sentar las bases del psicoanálisis planteó muchas hipótesis rompedoras e interesantes, pero el problema es que la mayoría las dio por buenas sin ningún tipo de evidencia experimental que las respaldara.

Eso le levantó las críticas de filósofos de la ciencia como Popper, que atacaba su trabajo diciendo que la mayoría de sus afirmaciones no son falsables; es decir, no se pueden someter a una prueba que las contradigan. La falsabilidad es una herramienta para determinar si una hipótesis tiene base científica. Por ejemplo, si decimos que todos los cisnes son blancos, esa afirmación será cierta mientras solo se conozcan cisnes blancos, pero en el momento que aparezca un cisne negro sabremos que nuestra hipótesis de partida es falsa.

El hecho de que las afirmaciones de Freud no sean falsables implica que no podemos decir si son ciertas o falsas, y nos adentramos en el terreno de la fe.

Sin embargo, la ciencia avanza y muchas de las afirmaciones de Freud ahora pueden someterse al escrutinio experimental utilizando herramientas informáticas o haciendo análisis de big data. Por ejemplo, la teoría de los sueños. Freud decía que soñar con alimentos era una muestra del deseo sexual y que por eso se solía soñar con alimentos de forma fálica o que recuerde a un genital femenino, y era el motivo de que fueran tan frecuentes. Existen bases de datos como Shadow donde la gente registra sus sueños. Analizando los datos vemos que los alimentos más representados son los más consumidos, y un análisis de regresión demuestra que tener una forma fálica no hace que un alimento aparezca más en sueños. Por tanto, es más relevante comer un alimento para soñar con él que tener un deseo sexual reprimido y soñar con higos o pepinos. 

Freud también afirmaba que los lapsus eran expresiones del subconsciente. Si una persona dice “penicuro” en vez de “pedicuro”, puede ser que esté pensando en un pene en vez de un pie y que esté expresando un deseo sexual reprimido. ¿Podemos poner a prueba esa afirmación? Microsoft registra los datos de las erratas tipográficas y las correcciones que cometen los que aportan texto a la aplicación MTurk de Amazon. Realmente existen lapsus que pueden tener una interpretación sexual como escribir “polla” en vez de “pollo” o “sexo” en vez de “seso”, pero también abundan las erratas sin doble intención del tipo “fegetales” en vez de “vegetales”. 

Un experimento ingenioso que realizó el investigador en big data Seth Stephens-Davidowitz consistió en calcular cuáles eran los errores más frecuentes tecleando y programar un sistema informático para que produjera estos errores aleatoriamente. Una vez obtenidos los errores, se compararán con los errores producidos por los humanos. Dado que el algoritmo informático no tiene subconsciente, si el subconsciente nos induce a expresar nuestra sexualidad reprimida, la previsión era que aparecerían más palabras relacionadas con el sexo en los errores humanos que en los programados. El resultado fue otra vez en contra de Freud. Las palabras que aparecían eran similares. —eps

J. M. Mulet es bioquímico y divulgador

domingo, 23 de febrero de 2020

_- Tú no harás nada en la vida.

_- He viajado a Ceuta invitado por la Unidad de Programas Educativos del Ministerio de Educación. Un hermoso viaje en helicóptero desde Málaga sobrevolando la Costa del Sol y el estrecho de Gibraltar. Y, al día siguiente, el regreso de noche con el suelo alfombrado de aguas y de luces. Pero lo más hermoso estuvo en los asistentes a las dos sesiones. Una de profesores y profesoras y otra de directivos y directivas de los colegios e institutos de la ciudad. Emocionantes actividades para mí al comprobar la expectación y la vibrante respuesta a los planteamientos que compartimos.

Al final de una de las sesiones estuve charlando con una profesora que, entre lágrimas, tuvo a bien compartir conmigo su historia. Le pedí que la escribiera para poder alertar a otros docentes verdugos y prevenir a otros alumnos y alumnas que pueden ser víctimas como ella. Afortunadamente, con su esfuerzo y su rabia, ella salió de un pozo profundo al que fue arrojada por la actitud irresponsable, insensible y cruel de quien tenía el deber de animarla y cuidarla.

Habla Watlawick de las profecías de autocumplimiento. La profecía de un suceso, dice, suele convertirse en el suceso de la profecía. Pero ella rompió el pronóstico y destrozó la profecía. Ella es ahora una maestra entusiasta que está haciendo realidad un sueño. Como ella cuenta, de niña llevaba a casa trozos de tiza y con ellos le explicaba a sus muñecos, en un teatro anticipatorio, lo que les deseaba enseñar. Le cedo la palabra a la protagonista a la vez que agradezco desde aquí la autorización explícita que me concedió para hacer pública su experiencia. Nadie lo puede contar mejor que ella.

“La vida pasa demasiado rápido a veces. Quizás sin darnos cuenta. Y cuando echamos la vista atrás vemos todo lo que hemos avanzado, todos los miedos superados, todos los fracasos convertidos en éxito.

A mis casi 28 años puedo decir que he tenido una vida bonita, pero con algunos momentos desagradables, sobre todo en mi adolescencia.

Durante años he sufrido acoso no solo en el colegio sino también en la calle. Supongo que es algo contagioso. Cuando alguien ve a un sujeto débil y sensible, lo fácil es atacar e imitar al resto.

Todo empezó en la secundaria, en el momento que pasé a primero de la E.S.O. El paso de la primaria a la secundaria siempre es algo lleno de ilusión, al menos para mí, ya que me encanta aprender cosas nuevas. Siempre me había encantado ir colegio. Pero no siempre trae buenas cosas. La etapa del desarrollo, la aparición de acné y ser una persona a la que nunca le ha gustado destacar sino mantenerse siempre en segunda fila, me pasaron factura y como ya he contado antes trajeron consigo el acoso. Yo, que era una niña de sobresaliente, empecé a bajar mis notas un poco, pero seguía siendo buena estudiante.

Llegué a segundo y mis problemas con mis compañeras iban a peor, pero nadie hacia nada. Recuerdo un día en clase con el profesor de Lengua y Literatura, estuvimos trabajando una redacción que hablaba del futuro, nos preguntaron en clase qué queríamos ser de mayores. Yo, sin ninguna duda, le dije que quería ser maestra. Siempre fue mi sueño. Recuerdo que cuando era niña robaba las tizas del colegio y me las guardaba en los bolsillos. Cuando llegaba a casa me metía en mi cuarto y pintorreaba mis armarios con cualquier cosa interesante para contarle a los muñecos. Era una adolescente llena de vida y de sueños, sueños que casi me arrebatan porque a veces las palabras duelen y te hacen pensar que no vales o que no eres capaz de hacerlo.

Empecé a bajar las notas, incluso a suspender algún examen, eso en mí era casi imposible y este profesor, este docente que sabía que su alumna no lo estaba pasando bien y que tenía sueños, se los destruyó en un minuto diciendo: “En esta clase hay gente excelente como Ana (llamémosla así) que conseguirá todo lo que se proponga y gente mediocre como fulanita (yo) que empezará pronto a suspender asignaturas y no hará nada en la vida” (Recordar este comentario en una clase donde la gente, no toda, se reía de mi, fue demoledor).

Por cierto, se me ha olvidado comentar que debido a este bullying desarrollé un trastorno compulsivo que consistía en que cuando me daba ansiedad cogía mi goma de borrar y me ponía a manosearla compulsivamente. Cuando me veían las niñas de mi clase, (porque por aquel entonces el colegio solo era femenino) se oía a una decir: miradla, ya está otra vez con la gomita.

Volviendo a la historia principal, el profesor me acaba de decir que soy mediocre y que seguramente no haga nada en la vida. Me vengo abajo, pero aguanto las, lágrimas me aferro a mi goma y dejo pasar las horas y los días pensando que un día esa profecía iba a ser autocumplida.

Llegué a cuarto de E.S.O. y me quedaron para junio tres asignaturas. Era excelente en mi casa, todo lo sabía hacer bien. Pero mi inseguridad en clase era tan grande que no daba pico en bolo y me quedaba en blanco casi siempre. Además, desarrollé una ansiedad que a día de hoy sigo arrastrando. Solo un maestro era capaz de ayudarme sin decir nada. El resto parecía que no quería darse cuenta que en clase no estaba bien; mejor dicho, no me trataban bien.

Llegamos a junio, aprobé las asignaturas y pude pasar un verano tranquilo, pero lo bueno, mi racha buena estaba por llegar. Por suerte, las niñas que había en mi clase eran de familias de un nivel socioeconómico alto, y todas (sobre todo la que más se reían de mi) se fueron a un centro privado a hacer bachiller. Como mis padres no podían permitírselo a mí me llevaron a un instituto público cerca de casa. Siempre lo digo y lo seguiré diciendo, fueron los dos mejores años de mi vida, volví a ser yo, volví a mis buenas notas, empecé a participar en clase. Me di cuenta de que mi luz, que yo creía fundida, simplemente estaba apagada y se volvió a encender, esta vez con mucha más fuerza. Terminé bachillerato con una media de 9´38 y selectividad con un 8’6. Podría haber elegido cualquier carrera, pero elegí magisterio porque era mi sueño, no me imagino a día de hoy trabajando de otra cosa, creo que es la carrera más bonita del mundo. Cuando llegué a las prácticas, elegí el cole donde estuve siempre, porque es un buen colegio a pesar de mi historia. El psicólogo me dijo que era raro que quisiera volver a un sitio donde lo pasé tan mal. Mi respuesta fue: quiero demostrar que valía para esto.

Antes de terminar mi carrera empecé a trabajar en una academia de inglés. El año pasado fue mi primer año de tutora en un colegio en el que sigo contratada a día de hoy.

Soy insegura, valiente y feliz.

Nunca dejéis que fundan vuestra luz. Ni dejéis a vuestros niños que se fundan. Termino con una cita de Louis L. Hay: “Enseña con amor porque no sabes de qué tormentas vienen tus alumnos. A veces, el único lugar seguro que los alumnos tienen es cuando están contigo y tu ejemplo.”

Gracias mamá, papá y hermana por no dejarme caer. (Mis padres no conocían esta historia hasta hoy, nunca tuve fuerzas suficientes para contárselo, ya lo estaban pasando bastante mal por mi situación)”.

Se dirige luego a mí para agradecer la inspiración y “por darme voz para contar mi historia”. No hay de qué. Yo solo he actuado de notario. Solo tengo palabras de reconocimiento, de admiración y de afecto para quien supo darme una hermosa y valiente lección de vida.

 https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2020/02/01/tu-no-haras-nada-en-la-vida/

martes, 2 de octubre de 2018

__ En foco: El costo real de las marcas y la ropa ‘barata’.

__ La explotación laboral de las marcas de lujo es una realidad en Italia. Miles de personas son subcontratadas por empresas de lujo para trabajar desde casa en la elaboración de prendas a cambio de un sueldo muy bajo y sin contar con un contrato ni seguro. Esas condiciones son permitidas por el gobierno italiano que no ha fijado un salario mínimo nacional.

A cinco años del derrumbe de una fábrica textil de Bangladés —en el que fallecieron más de 1100 personas— los trabajadores de la industria de la moda en ese país continúan con las mismas extenuantes jornadas laborales, salarios bajos y condiciones precarias para fabricar ropa que se usa en todo el mundo. Además, las empresas dedicadas a la confección de prendas no dan indicios de implementar los cambios necesarios para mejorar las condiciones de trabajo de los operarios.

La democratización de la industria del lujo ha ocasionado una larga cadena de vicios empresariales sustentados en la mano de obra barata para el consumo de los mercados internacionales en este artículo  [en inglés], Dana Thomas sostiene que los ejecutivos de las marcas de lujo no comercializan “sueños”, como les gusta sugerir; simplemente venden artículos de bajo costo y alta rentabilidad envueltos en logotipos exclusivos.

lunes, 14 de noviembre de 2016

¿‘In vino veritas’?

SE DICE que los niños, los locos y los borrachos dicen la verdad, que el alcohol elimina las inhibiciones y permite que todas las opiniones fluyan sin censura. Sin embargo, no es el alcohol el que crea y alimenta nuestras opiniones. Tendríamos que definir si realmente cuando hablamos siendo niños, o cuando lo hacemos bajo los efectos de sustancias o estados psíquicos que favorecen la desinhibición –como la psicosis o, simplemente, la ansiedad o la ira–, hablamos “sin censura” o lo hacemos “con madurez”.

La  formación de un sistema de valores es un procedimiento dinámico, individual, rico en matices y que consta de una serie de elementos que vamos adquiriendo a lo largo de toda la vida.

En la infancia nuestras opiniones son muy limitadas. Adquirimos nuestros valores y no los ponemos en duda, no nos los planteamos, los damos por ciertos ya que todavía no tenemos capacidad de juicio; prácticamente solo contamos con los pareceres de nuestra familia más próxima, en general las de nuestros padres.

Más tarde, llegan las de la escuela, profesores y compañeros. Por cierto, es característico de estas etapas que vayamos dando por aceptables únicamente los valores de nuestro entorno pues todavía no tenemos un criterio propio y son los de estas personas cercanas los que nos aportan la necesaria sensación de pertenencia a un grupo: creencias políticas más o menos radicalizadas, gustos musicales o una manera de vestir que de una u otra forma nos posiciona.

Más adelante vamos enriqueciendo nuestro “estar en el mundo” con lecturas, conversaciones, canciones, viajes, películas…, multitud de estímulos imposibles de resumir que van dejando una impronta.

Para que con todos los estímu­los que vamos recibiendo a lo largo de la infancia, la adolescencia y la madurez se vaya generando un criterio propio es imprescindible la reflexión. Es un proceso continuo, circular. A medida que el hombre madura y se enriquece el criterio, nos hacemos más reflexivos y más sensatos.

Sin embargo, aquellos valores que adquirimos en la infancia y en la adolescencia y que posteriormente pusimos en duda después de llegar a nuestras propias conclusiones, tal vez opuestas a aquellas que nos enseñaron de niños, esos principios aprendidos, de algún modo, permanecen almacenados en el cerebro.

LOS VALORES QUE ADQUIRIMOS EN LA INFANCIA Y EN LA ADOLESCENCIA PERMANECEN ALMACENADOS EN EL CEREBRO

La reflexión y la madurez los descartan como propios. Consideran que nos fueron dados y llega un momento que nos parecen primitivos. Decidimos, por nuestra propia voluntad, que no son válidos para la persona que somos en la actualidad. Tal vez lo fueran para aquel niño, para aquel adolescente y en aquel contexto social, familiar y cultural, pero no lo son para este adulto reflexivo, sensato y educado.

A medida que maduramos vamos añadiendo límites, acotando situaciones, definiendo circunstancias y tomando decisiones sobre cómo actuar, qué decir, qué hacer en función de quiénes somos y qué queremos conseguir teniendo en cuenta cuáles son nuestros valores. De este modo, el cerebro funciona en constante conflicto.

La sospecha de que sustancias como el alcohol o estados psíquicos de desinhibición como la ansiedad o la ira liberan creencias más primitivas del ser humano es antigua. El Talmud babilónico contiene una frase lapidaria: “Entró el vino y salió un secreto”, y dice después: “En tres cosas se revela un hombre: en su copa de vino, en su bolsa y en su cólera”. Según el historiador romano Tácito, los pueblos germánicos aconsejaban beber alcohol a sus políticos para impedir que estos mintieran en los consejos. De hecho, la expresión In vino veritas, de Plinio el Viejo, no es más que la traducción de la expresión popular En oino álétheia, acuñada por el poeta griego Alceo de Mitilene.

No cabe duda de que en ocasiones la desin­hibición que producen el alcohol, la ira, la ansiedad o la inmadurez pueden hacernos revelar “verdades” que no somos capaces de expresar cuando dominamos nuestra consciencia. Lo que se debe distinguir es si en ese estado de llamémosle liberación, exteriorizamos cosas que hubiésemos preferido callar o lo que provoca es que olvidemos por un rato una opinión que ya hemos elaborado, madurado y reflexionado. Algo, esto último, que nos puede situar en una posición peligrosa o dañina.

No todos sabemos o podemos

- La etapa de reflexión en la que nos cuestionamos las enseñanzas y la educación recibida es, casi por definición, un periodo difícil y de soledad. Pero también se trata de un momento clave porque a partir de entonces el núcleo de nuestro pensamiento dejará de ser la opinión heredada y comenzará a ser la propia. A partir de entonces nuestro criterio debe permanecer permeable pero no dependiente de las opiniones de los demás. No necesitamos líderes de opinión, sino ideas que enriquezcan las nuestras, las maticen o incluso las contradigan.

- Si bien es cierto que esta fase es necesaria y enriquecedora, no es tarea fácil porque se puede sentir que se traiciona a la tradición recibida y porque siempre resulta más cómodo no tener que repensar nuestra identificación y pertenencia a un grupo. Una buena parte de la población permanece estática en esa herencia. El gran riesgo de quien no se toma la molestia de crear su propio mundo ideológico y sus principios es que se convierten en las víctimas más fáciles para la radicalización, el conservadurismo extremo o el populismo.
Lola Morón
Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/in-vino-veritas/#leer

jueves, 16 de abril de 2015

La realidad de la noticia y el poema de E. Galeano


 Nueva tragedia en el Mediterráneo: temen 400 emigrantes ahogados
15 abril 2015
Naciones Unidas pidió mayores esfuerzos para proteger las vidas de quienes intentan llegar a Europa, después de que se reportara que unos 400 emigrantes permanecen desaparecidos tras el naufragio de su embarcación, en las costas de Libia.

Entretanto, las autoridades italianas esperan la llegada a Sicilia este miércoles de otros cientos de emigrantes rescatados de barcos en el Mar Mediterráneo.

En los últimos días han recogido del mar a casi 10.000 personas y se sabe que hay más embarcaciones en dirección a la costa italiana. Cientos de miles de emigrantes han tratado de cruzar el Mar Mediterráneo hacia Europa en los últimos años para escapar de la pobreza y los conflictos en países de África y Oriente Medio.

Los Nadies
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.


Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.

Os ninguém

A pulgas sonho de comprar um cão
e os ninguéns sonho de escapar da pobreza,
que um dia mágico
chover de repente boa sorte,
chuva boa sorte;
mas boa sorte não chover ontem ou hoje,
nem amanhã, nem nunca,
nem ou garoa cai do céu boa sorte,
Por mais que os ninguéns a chamada
e, embora eles despertar o lado esquerdo,
ou levantar-se com o pé direito,
mudando ano de início ou vassoura.


Os ninguém: Filhos de ninguém,
proprietários de nada.
Os ninguém: none, as ninguneados,
correndo como coelhos, morrendo ao longo da vida, parafusado,
rejodidos:

Eles não são, mas poderia ser.
Que não falam idiomas, mas dialetos.
Eles não professam nenhuma religião,
mas superstições.
Quem não fazen arte, mas artesanato.
Que não praticam a cultura, mas folclore.
Eles não são seres humanos,
mas os recursos humanos.

Eles não têm rostos, mas os braços.
Eles não têm nomes, mas números.
Não listado na história do mundo,
mas nos relatórios da criminalidade na imprensa local.
Os ninguéns,
eles custam menos
que a bala que mata-los.

The Nobodies
Fleas dream of buying a dog
and the nobodies dream of getting out from under their poverty,
that some magic day
suddenly good fortune will rain upon them
that it will downpour bucket-fulls of good luck.
But good luck doesn’t rain today
or tomorrow or ever,
not even a little drizzle falls from the sky.
No matter how much the nobodies cry for it
and even when their left hand itches
or they get up on the right foot,
or when they start the year getting a new broom.

The nobodies: the sons of no one,
the owners of nothing.
The nobodies: treated as no one,
running after the carrot, dying their lives, fucked,
double-fucked.

Who are not, even when they are.
Who don’t speak languages, but rather dialects.
Who don’t follow religions,
but rather superstitions.
Who don’t do art, but rather crafts.
Who don’t practice culture, but rather folklore.
Who are not human,
but rather human resources.
Who have no face but have arms,
who have no name, but rather a number.
Who don’t appear in the universal history books,
but rather in the police pages of the local press.
The nobodies,
the ones who are worth less
than the bullet that kills them.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Cumplir los propios sueños. Recuperar los deseos más profundos de nuestra infancia es una poderosa motivación y un acto de justicia hacia nosotros mismos.

En el paso de la infancia enterramos bajo las obligaciones muchos sueños. La madurez viene acompañada casi siempre del temido “baño de realidad”. El futuro, que para el niño tenía un horizonte casi infinito de posibilidades, se puede estrechar hasta convertirse en una vía de sentido único. Frases como “qué le vas a hacer” o “la vida es así” certifican el fin de las ilusiones para pasar a un mundo de certezas totalmente previsible. Sin embargo, ¿es esa la clase de existencia que queremos vivir?

Este artículo es una invitación a rescatar los sueños que dejamos atrás, algunos de los cuales están reclamando un sitio en nuestra vida adulta para volver a sentirnos nosotros mismos.

Cuando se habla de sueños casi inalcanzables, a menudo se cita el caso de Lou Holtz, quien a mediados de la década de los sesenta se encontró en una situación crítica. Tenía 28 años, acababa de perder su empleo, no tenía un céntimo y su mujer estaba embarazada de ocho meses.

En lugar de venirse abajo y lamentar su mala suerte, este estadounidense se sentó a la mesa del comedor para redactar una lista con sus deseos más desmesurados e improbables. Ni corto ni perezoso, llegó a anotar 107 metas tan ambiciosas como cenar en la Casa Blanca, conocer al Papa, ser el entrenador de su equipo favorito de fútbol americano, aparecer en el magacín televisivo The tonight show...

Tras completar una lista que parecía un catálogo de locuras, Lou Holtz pasó a la siguiente fase y se propuso lo siguiente: “Una vez has escrito todo lo que quieres conseguir en la vida, asegúrate de que cada día haces algo concreto para cumplir al menos uno de esos sueños”.

Para asombro de muchos, los cuatro propósitos “casi imposibles” que hemos enumerado los llegó a cumplir, junto con muchos más. Él alcanzó su sueño americano gracias a un hecho evidente y, al mismo tiempo, obviado: muchas cosas nunca llegan a suceder porque nadie se atreve a intentarlas.

Algo así sucede con las grandes metas que pudimos tener de niños y que de adultos nos parecen ingenuas. Son de tal envergadura, que les asignamos la etiqueta de “imposibles”. Sin embargo, alguien acabará siendo astronauta o dirigiendo la Filarmónica de Berlín.

Tanto en la época de la pluma y el bolígrafo como en la era digital, las palabras escritas tienen una fuerza superior al pensamiento, que nos seduce por unos instantes y luego se va diluyendo. El solo hecho de anotar un propósito en un papel o en un archivo de Word hace que nuestro inconsciente sepa en todo momento que el objetivo sigue ahí.

En su libro ¡Escríbalo y hágalo realidad!, Henriette Anne Klauser propone que escribamos nuestro propio guion vital a partir de las metas que queremos conquistar. Según esta autora, no se trata de hacer una lista que nos haga sentir culpables si no cumplimos ninguno de los puntos. Lo esencial al escribir los propios sueños es que podemos identificarlos y empezamos a verlos posibles.

Estos son algunos de los consejos que brinda en su manual:
Escribir nuestros objetivos sin temer que sean demasiados, ni excesivamente grandes. El solo hecho de haberlos plasmado en el papel hará que estemos más atentos a las oportunidades y posibilidades.

Fijar prioridades. Klauser recomienda ordenar las metas por importancia, a la vez que nos preguntamos por qué el deseo que ocupa el primer lugar está allí. Entender nuestros deseos también nos ayuda a materializarlos.

Soñar cerca del agua. Por extraño que parezca, se ha comprobado que la creatividad “fluye” mejor cuando estamos al aire libre, así que la autora recomienda abandonar la silla y airearnos.

Escalonar los logros. Alcanzar una meta, por pequeña que sea, nos dará impulso para la siguiente.

Hay hábitos negativos que desactivan nuestros propósitos más profundos. Sin duda, el más poderoso es el miedo al fracaso. Muchos proyectos que podrían realizarse se quedan en estado embrionario por temor al batacazo que sufriríamos si las cosas no saliesen bien. A su vez, este miedo está fundamentado en varios prejuicios e ideas preconcebidas:

Fracasar en el pasado nos autoconvence de que lo mismo nos espera en próximos intentos.

Nos preocupa la opinión de los demás si nos atrevemos a llevar adelante un gran proyecto. ¿Pensarán que somos demasiado ambiciosos?

Creemos que los grandes sueños son patrimonio de personas mucho más capacitadas que nosotros.

En ese sentido, a veces la mejor manera de cumplir un sueño es detectar y eliminar los cortafuegos que ponemos para que pueda desplegarse.

En uno de los vídeos más célebres de la era YouTube, el profesor universitario Randy Pausch anunciaba ante sus alumnos que a sus 46 años estaba sentenciado de muerte debido a un cáncer incurable.

Sobre esta charla en la Universidad Carnegie Mellon, que dio la vuelta al mundo y se convertiría en el libro La última lección, Pausch aseguró que la había pronunciado sobre todo para sus tres hijos pequeños, a los que no vería crecer. Y en ella dio las siguientes claves:

Debemos creer que todo es posible, nunca hay que perder esa visión.

Si no puedes alcanzar tus sueños, lograrás ya mucho intentando alcanzarlos. Los muros que nos frenan en nuestro camino están allí por una razón: sirven para saber cuánto queremos lograr nuestros sueños.

Nunca permitas que la diversión y el asombro te abandonen.

Antes de llevar a cabo cualquier sueño debes decidir entre ser una persona positiva o negativa.

Jamás subestimes la importancia de hacer las cosas de forma divertida.

Muestra gratitud a los demás.

No te quejes, eso nunca ayuda a hacer realidad tus sueños.

Trabaja duro para alcanzar todo lo que quieres.

La experiencia es aquello que te queda cuando no obtienes lo que deseabas.

Tenemos la misión de poner en nuestro horizonte aquello que un día iluminó nuestro corazón y entregarnos a la tarea de lograrlo. La vida pondrá lo demás.

Vida en estado puro.
Un libro
– La última lección, de Randy Pausch (DeBolsillo). En Estados Unidos existe la tradición de que los profesores den una “última lección” explicando qué harían si supieran que pronto van a morir. El autor de esta charla padecía cáncer terminal en el momento de hablar sobre cómo alcanzar los sueños de la infancia. No es una conferencia sobre la muerte, sino sobre la vida en estado puro.

Una película
– Billy Elliot, de Stephen Daldry. Esta emotiva historia tiene como protagonista al hijo de un minero que, con solo 11 años, decide ser bailarín en un entorno hostil. Curiosamente, esta película logró que muchos adolescentes británicos cambiaran el fútbol por la danza.

Un disco
– This silence kills, de Dillon (BPitch Control). Esta joven estrella radicada en Berlín emigró de Brasil con su madre a la edad de cuatro años. En 2011 cumplió el sueño de grabar su único disco hasta la fecha.

"Llena el papel con cada latido de tu corazón”. William Wordsworth

"La mejor manera de hacer realidad tus sueños es despertar”. Paul Valéry.

"La sabiduría suprema es tener sueños lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen”. William Faulkner