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jueves, 9 de noviembre de 2023

El pueblo de EE.UU. que se rebeló contra la avalancha de influencers que buscaban la foto perfecta de sus bosques otoñales

 Granja rodeada de árboles con colores otoñales


La granja Sleepy Hollow Farm es uno de los sitios más fotografiados de Vermont

Suzanne Podhaizer

BBC Travel

6 noviembre 2023

Cuando hordas de fotógrafos comenzaron a llegar a una pequeña comunidad rural para capturar sus vibrantes colores otoñales, los residentes locales decidieron defenderse y ganaron.

Al entrar en la localidad de Pomfret, en el estado de Vermont, en el este de Estados Unidos, uno queda inmediatamente impactado por su belleza bucólica.

Desde el norte, Howe Hill Road serpentea cuesta abajo en una serie de curvas suaves y cada una revela verdes campos de cultivo salpicados de ovejas o franjas de bosque en las que las hojas otoñales rojas y anaranjadas se aferran a las ramas.

En una casa, un árbol cargado de manzanas se inclina sobre un muro de piedra meticulosamente mantenido, cuya parte superior está llena de frutas en descomposición.

A principios de octubre, más de la mitad de los automóviles que circulaban por esta ciudad de 900 habitantes tenían placas de otro estado.

Un vehículo, de Florida, se detuvo abruptamente en una carretera con un límite de velocidad de 45 millas por hora (72 km), bloqueando uno de dos carriles.

¿La razón? Tomar una fotografía del silo de una granja con un telón de fondo de hojas de otoño.


Poblado de Pomfret rodeado de bosques con colores otoñales

FUENTE DE LA IMAGEN,BACKYARD PRODUCTIONS/ALAMY

Pie de foto,

Cada otoño, admiradores de los colores otoñales de todo el mundo llegan hasta el poblado de Pomfret, en el estado de Vermont.


Con un simple puñado de negocios (una tienda de artículos generales, un centro de arte con una galería y un teatro, y algunas granjas donde puedes elegir manzanas o calabazas), Pomfret es generalmente un lugar tranquilo.

Pero en otoño, cuando los "observadores de hojas" de todo el mundo descienden a las colinas de la región y a los pequeños pueblos para presenciar el follaje caleidoscópico, todo eso cambia.

Hasta hace poco, el número de "observadores de hojas" que visitaban Pomfret era más un goteo que un torrente.

Pero desde que las imágenes de la granja Sleepy Hollow, una propiedad privada de 115 acres (46 hectáreas) ubicada en un camino rústico, comenzaron a volverse virales en las redes sociales hace unos años, los lugareños dicen que las cosas se han salido de control.

Una mirada rápida a Instagram revela miles de imágenes del sinuoso camino de tierra de la granja bordeado por majestuosos arces iluminados en rojos otoñales y naranjas que conducen hacia una elegante construcción del siglo XVIII en un camino llamado Cloudland Road. No es de extrañar, entonces, que esta granja se conozca como uno de "los lugares más fotografiados del estado".

"Es un lugar hermoso. Es una lástima que lo hayan arruinado para todos", dijo Deborah Goodwin, coordinadora de exhibiciones en el Centro de Artes Comunitario Artistree de Pomfret. "(Durante) los últimos dos años el problema ha estado fuera de control. Los autobuses turísticos simplemente descargan... gente allí".

Goodwin señala que los influencers en redes sociales trepaban por un cerco con claros carteles de "Prohibido el paso", instalaban puestos para cambiarse de vestuario para sus fotos, aparcaban sus "autos urbanos" atascados en el estrecho camino de tierra y dejaban desechos corporales al costado de la carretera.

"Los residentes fueron al (gobierno local) y dijeron: 'Ya no podemos soportar esto'", relató Goodwin.

Hoja con colores de otoño flotando en el agua

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

El follaje otoñal de los bosques de Vermont es célebre por la variedad e intensidad de sus colores.


Durante la temporada de observación de hojas de 2022, las autoridades convirtieron temporalmente la carretera que pasa por Sleepy Hollow en una vía de sentido único. Pero eso no fue suficiente para disuadir a los turistas de que se comportarsen mal. Este año, los residentes locales probaron un enfoque diferente: juntar fondos con crowdfounding o financiación colaborativa.

En una declaración en GoFundMe, el equipo de organizadores escribió: "(Hemos) experimentado un aumento sin precedentes de 'influencers' turísticos impulsados por Instagram y TikTok... (que) han dañado carreteras, han tenido accidentes, han debido ser remolcados para salir de zanjas, pisotearon jardines, defecaron en propiedades privadas... y agredieron verbalmente a los residentes".

Hasta la fecha, la solicitud ha obtenido 103 donaciones y ha recaudado US$16.068.

Los funcionarios de la ciudad votaron a favor de cerrar a los no residentes los caminos que conducen a la granja durante la temporada alta de follaje de otoño (del 23 de septiembre al 15 de octubre), lo que provocó la ira de los viajeros que habían conducido hasta el área con la esperanza de capturar la foto perfecta.

La mayoría de los residentes de Pomfret enfatizaron que no son antituristas; simplemente quieren que la gente trate a su pueblo con respeto. Más allá de que no se respete la propiedad privada -señalaron varios lugareños- les preocupa la seguridad de los residentes de Cloudland Road, así como de los propios turistas.

Turistas con sus cámaras y trípodes frente a una granja con árboles de colores otoñales

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Turistas de todo el mundo llegan a Vermont para captar "la foto perfecta".


Según el sheriff del condado de Windsor, Ryan Palmer, "esta no es una carretera diseñada para varios vehículos. (En 2021 y 2022) había filas de tráfico estacionado a lo largo de la carretera, y no hubiese podido circular un carro de bomberos o una ambulancia. Simplemente el tráfico estaba abrumando la infraestructura de la zona".

Las cosas eran diferentes en la animada ciudad vecina de Woodstock, donde termina Cloudland Road. Allí, multitudes de visitantes entraban y salían de lindas boutiques, con sus escaparates decorados con macetas de crisantemos y calabazas de invierno.

Afuera del bar de cócteles Au Comptoir, los clientes que esperaban mesa se recostaban en las paredes de piedra. En las aceras de la ciudad, la gente se detenía para hacer fotografías panorámicas de majestuosos edificios erigidos por la familia Rockefeller.

Los restaurantes de la ciudad también estaban abarrotados. En el Woodstock Inn & Resort, cuyo principal chef, Matthew McClure, es siete veces semifinalista del concurso de cocina James Beard Award, solo había suficiente espacio en el restaurante para quienes se hospedaban en la posada.

A diferencia de Pomfret, Woodstock es una ciudad que prospera gracias al turismo y está equipada para afrontarlo.

Lori Crowningshield, gerente minorista de la tienda The Vermont Flannel Co en Elm Street, afirmó que era el fin de semana de mayores ventas en el año.

Después de un verano sorprendentemente lluvioso que fue "muy duro para todos", dijo, "realmente necesitamos a los turistas aquí".

Granja rodeada de árboles con colores otoñales

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Pie de foto,

Una granja cerca de la ciudad de Woodstock, Vermont.


Pero lo que es bueno para Woodstock no necesariamente es bueno para Pomfret.

En un momento en que ciudades como Venecia están tan inundadas de viajeros que las autoridades consideran imponer un impuesto turístico a los visitantes, y los restaurantes de moda prohíben cenar a los influencers con sus teléfonos, Pomfret es solo uno de los muchos lugares en todo el mundo que intentan frenar el turismo de masas y luchar contra los hashtaggers.

Pero eso tiene un costo. Según Palmer, cerrar las carreteras de Pomfret no sólo consume mucho tiempo de las autoridades; también es caro.

Palmer estima que los residentes de Cloudland Road pagaron una factura de más de US$10.000 para que funcionarios locales colocaran señales de cierre de carreteras y patrullaran por el lugar, todo lo cual en vez de disuadir a los turistas acabó elevando el perfil del pueblo cuando se corrió la voz.

Calle en Woodstock con plantas con flores y árboles con colores otoñales

FUENTE DE LA IMAGEN,SEAN PAVONE/ALAMY

Pie de foto,

Woodstock, a diferencia de Pomfret, es una ciudad que prospera gracias al turismo y está equipada para afrontarlo.


Palmer espera que el problema de Pomfret se resuelva de una vez.

Los residentes plantearon la idea de crear un sistema de reservas o de venta de entradas para visitar Sleepy Hollow con el fin de que se gestione la avalancha turística de una manera más responsable. Sin embargo, hasta donde Palmer sabe, esa opción no se está considerando seriamente.

"Nos gusta tener turistas aquí, es una gran parte de la economía de Vermont y queremos que la gente disfrute de la belleza natural, visite a los vendedores y las tiendas, y pasee en auto por la zona", agregó.

"Lo más importante es respetar los hogares y las propiedades de las personas. Por favor, vengan a visitarnos, pero sean respetuosos".

Esta nota fue publicada originalmente en BBC Travel. Puedes ver la versión original en inglés haciendo clic aquí. BBC. 

martes, 23 de septiembre de 2014

La democracia del siglo XXI. Con reglas de juego correctas podríamos restaurar un crecimiento rápido y compartido

La recepción en Estados Unidos, y en otras economías avanzadas, del reciente libro de Thomas Piketty (El Capital en el Siglo XXI) da testimonio de la cada vez mayor preocupación sobre la creciente desigualdad. El libro de Piketty refuerza aún más la colección ya abrumadora de pruebas sobre la vertiginosa subida de la proporción de ingresos y riqueza en la parte más alta de la distribución del ingreso y la riqueza.

El libro de Piketty, además, ofrece una perspectiva diferente sobre los 30 o más años posteriores a la Gran Depresión y a la Segunda Guerra Mundial: ve a este período como una anomalía histórica, tal vez causada por la inusual cohesión social que los eventos catastróficos pueden estimular. En dicha época de rápido crecimiento económico, la prosperidad fue ampliamente compartida, y todos los grupos avanzaron; sin embargo, aquellos grupos en la parte inferior vieron mayores ganancias porcentuales.

Piketty también arroja nueva luz sobre las “reformas” que promocionaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher en la década de los ochenta como potenciadoras del crecimiento del cual todos se beneficiarían. De manera posterior a dichas reformas sobrevino un crecimiento más lento y una mayor inestabilidad a nivel mundial, y además, el crecimiento que sí aconteció benefició en su gran mayoría a aquellos en la parte superior de la distribución.

Pero el trabajo de Piketty va más allá: plantea problemas fundamentales tanto sobre la teoría económica como sobre el futuro del capitalismo. Piketty documenta un gran incremento en el ratio riqueza/producción. En la teoría estándar, tales incrementos estarían asociados con una caída en el rendimiento del capital y un aumento en los salarios. Sin embargo, hoy en día el rendimiento del capital no parece haber disminuido, a pesar de que los salarios sí disminuyeron. (En Estados Unidos, por ejemplo, los salarios medios han disminuido alrededor de un 7% en las últimas cuatro décadas).

La explicación más obvia es que el incremento en la riqueza medida no corresponde a un incremento en el capital productivo —y los datos parecen ser consistentes con esta interpretación—. Gran parte del incremento en la riqueza provino de un incremento en el valor de los inmuebles. Antes de la crisis financiera de 2008, se pudo evidenciar en muchos países la presencia de una burbuja inmobiliaria; incluso hasta ahora, puede no se haya “corregido” dicha situación de manera completa. El aumento en el valor también puede representar la competencia entre los ricos por bienes que denotan una “posición” —una casa en la playa o un apartamento en la Quinta Avenida de la ciudad de Nueva York—.

A veces, un aumento en la riqueza financiera medida corresponde a casi nada más que un simple desplazamiento desde la riqueza “no medida” hacia esa riqueza medida —y estos desplazamientos pueden, en los hechos, reflejar un deterioro en el desempeño de la economía en general—. Si aumenta el poder monopólico o las empresas (como, por ejemplo, los bancos) desarrollan mejores métodos para la explotación de los consumidores comunes, ello se mostrará como mayores ganancias y, cuando dichas ganancias se capitalizan, se mostrarán como un aumento en la riqueza financiera.

No obstante, cuando lo anteriormente detallado sucede, el bienestar social y la eficiencia económica por supuesto que caen, incluso de manera simultánea a un aumento oficial en la riqueza medida. Nosotros simplemente no tomamos en cuenta la disminución correspondiente al valor del capital humano —es decir, no tomamos en cuenta la disminución de la riqueza de los trabajadores—.

Por otra parte, si los bancos tienen éxito en el uso de su influencia política para socializar las pérdidas y retener más y más del total de sus ganancias mal habidas, la riqueza medida en el sector financiero aumenta. No medimos la disminución correspondiente a la riqueza de quienes pagan impuestos. Del mismo modo, si las corporaciones convencen a los gobiernos para que estos paguen más de lo debido por sus productos (tal como las grandes compañías farmacéuticas pudieron lograrlo), o si las corporaciones obtienen acceso a recursos públicos a precios por debajo de los precios del mercado (tal como las empresas mineras pudieron lograrlo), aumenta la riqueza financiera medida, a pesar de que existe una disminución en la riqueza de los ciudadanos comunes.

Lo que hemos estado observando —estancamiento de los salarios e incremento en la desigualdad, incluso a medida que la riqueza aumenta— no refleja el funcionamiento de una economía de mercado que se considera como normal, sino que refleja lo que yo denomino como “capitalismo sucedáneo” (en inglés ersatz capitalism). El problema puede que no sea cómo los mercados deberían funcionar o cómo dichos mercados funcionan en los hechos, pero puede que el problema se ubique en nuestro sistema político, el mismo no ha logrado garantizar que los mercados sean competitivos; y además, dicho sistema político ha diseñado reglas que sustentan mercados distorsionados en los que las corporaciones y los ricos pueden (y por desgracia sí lo hacen) explotar a todos los demás.

Los mercados, por supuesto, no existen en un espacio vacío. Tienen que haber reglas del juego, y éstas son establecidas a través de procesos políticos. Los altos niveles de desigualdad económica en países como Estados Unidos y, cada vez más en países que han seguido el modelo económico de dicho país, conducen a la desigualdad política. En un sistema como el que se describe, las oportunidades para el progreso económico se tornan, a su vez, en desiguales, y consecuentemente refuerzan los bajos niveles de movilidad social.

Por lo tanto, el pronóstico de Piketty sobre niveles aún más altos de desigualdad no refleja las inexorables leyes de la economía. Simples cambios —incluyendo la aplicación de niveles más altos de impuestos a las ganancias de capital y las herencias, un mayor gasto para ampliar el acceso a la educación, la aplicación rigurosa de las leyes antimonopolio, reformas a la gobernanza corporativa que contengan los salarios de los ejecutivos, y regulaciones financieras que frenen la capacidad de los bancos para explotar al resto de la sociedad— reducirían la desigualdad y aumentarían la igualdad de oportunidades de manera muy notable.

Si logramos tener las reglas de juego correctas, podríamos incluso ser capaces de restaurar el crecimiento económico rápido y compartido que caracterizaba a las sociedades de clase media de la mitad del siglo XX. La principal interrogante a la que nos enfrentamos hoy en día realmente no es un cuestionamiento sobre el capital en el siglo XXI. Es una pregunta sobre la democracia en el siglo XXI.

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, es profesor universitario en la Universidad de Columbia. Su libro más reciente, en coautoría con Bruce Greenwald, es Creating a Learning Society: A New Approach to Growth, Development, and Social Progress.
Fuente: El País.
Thomas PikettyPágina Web oficial de Piketty

viernes, 15 de noviembre de 2013

El coste humano de las políticas de recorte. Por qué la austeridad mata.

"La política no es más que medicina a gran escala" Rudolph Virchow, 1848

Interesante libro de David Stuckler y Sanjay Basu, editado por Taurus en 2013. D. Stuckler es investigador en la Universidad de Oxford en Inglaterra y S. Basu es epidemiólogo y trabaja en la Universidad de Stanford en California.

Es el primer libro que aborda el debate político y económico sobre la llamada "crisis" desde una nueva y muy necesaria perspectiva: su coste humano. La recesión económica global ha tenido un impacto brutal sobre la riqueza de los países pero todavía ignoramos cómo afecta a un elemento esencial; el bienestar humano y mental de sus ciudadanos.

¿Por qué tras enfrentarse a la crisis la salud de unos países (como Grecia) se ha deteriorado mientras en otros (como Islandia) ha mejorado? Tras una década de investigaciones los autores nos demuestran que incluso ante las peores catástrofes económicas los efectos negativos de la salud pública no son inevitables. Es la mala gestión de los gobiernos la que puede conducir a un desastroso saldo de tragedias humanas.

El libro presenta una conclusión demoledora; los recortes son seriamente perjudiciales para su salud. Son las recetas de austeridad, las que agravan fatalmente las consecuencias de la crisis, mutilando programas sociales claves justo en el momento en el que más se necesitan, empeorando el desempleo y obstaculizando la recuperación.

En el se defiende que las decisiones económicas no son únicamente una cuestión de ideologías, de tasas de crecimiento y de déficit presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Solo un sistema más justo e igualitario, acompañado de políticas inteligentes que refuercen las redes públicas de protección, garantizará el bienestar de nuestras sociedades.

Y ¿qué propone?
Curar el cuerpo económico.
Ante todo "No hacer daño".
En segundo lugar, ayudar a la gente a volver a trabajar.
Tercero, invertir en salud pública.