Peter Brown es el mayor historiador vivo en lengua inglesa. Además de un erudito de asombrosa brillantez, que domina múltiples disciplinas y más de 20 lenguas, es un maestro del estilo, un académico al que siempre es un placer leer. Su genialidad consiste en introducirse en las mentalidades del pasado lejano, tratar los temas de manera original y sugerente y combinar con coherencia amplitud y concisión.
Una extraordinaria medida de lo anterior la da el hecho de que el más influyente de sus libros tuviese tan solo 200 páginas. El mundo de la Antigüedad tardía, publicado en 1971, parecía la clase de volumen que podría adornar una mesita auxiliar, más que lo que realmente era: una reconsideración decisiva de la periodización convencional de los mundos antiguo y medieval. “Al dirigir nuestra mirada al mundo de la Antigüedad tardía”, escribía Brown en el prefacio, “nos sentimos atrapados entre la triste contemplación de antiguas ruinas y la calurosa aclamación de un nuevo nacimiento”.
Por supuesto, en la práctica, los historiadores que han investigado los siglos que fueron testigos de la implosión del poder romano en Occidente han cargado tradicionalmente el acento en la triste contemplación. Durante mucho tiempo, el periodo se presentó como una época de cielos permanentemente plomizos, termas y sistemas de calefacción abandonados, decadencia y caída.
Le interesa el islam no como la guillotina que cayó sobre el cuello de la Antigüedad tardía, sino como su culminación
A decir verdad, el énfasis de Brown en la vitalidad y la creatividad de la Antigüedad tardía no surgió de la nada. Alois Riegl, catedrático de Historia del Arte en Viena, ya había empezado a utilizar el término Spätantike en 1889. Sin embargo, Brown fue, más que ningún otro, quien introdujo en el mundo académico anglohablante la noción de “Antigüedad tardía” como periodo histórico diferenciado. Un periodo hoy en día consagrado como ortodoxia académica. Rara vez una obra tan breve ha tenido un impacto tan duradero.
El hecho de que Brown, a lo largo de su carrera, haya sido capaz de defender como lo ha hecho que la Antigüedad tardía, antes que una época de crisis y decadencia, lo fue de innovación y renovación, no es sino el reflejo de la amplitud de sus horizontes. Siendo muy joven, el futuro historiador pasaba parte de sus vacaciones en Sudán, y el recuerdo del mundo más allá del Mediterráneo parece haberlo acompañado desde entonces. Siempre ha estado tan interesado en Persia como en Roma; en los desiertos en los que los hombres santos establecieron su morada como en los paisajes más civilizados en los que los senadores levantaron sus villas; en el islam no como la guillotina que cayó sobre el cuello de la Antigüedad tardía, sino como la culminación de las tendencias más profundas de esta.
Su logro supremo, fruto de muchas décadas de trabajo académico, ha sido ofrecernos un mundo tan detallado, tan repleto y tan profusamente explicado que cobra vida para nosotros como un universo propio. En conjunto, los libros de Brown brindan sin lugar a dudas el retrato de la Antigüedad tardía más vívido y sensible jamás pintado.
Traducción de Newsclips.
Tom Holland es historiador británico, autor de libros como ‘Dominio. Una nueva historia del cristianismo’, ‘Milenio. El fin del mundo y el origen de la cristiandad’ o ‘Fuego persa. El primer imperio mundial y la batalla por Occidente’ (todos publicados por Ático de los Libros).
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