Se apagan las luces y, mientras empiezan a sonar el cumpleaños feliz, un amigo se te acerca con una tarta en las manos. Las velas acreditan que has superado la veintena. Los 30 han llegado y dar marcha atrás al reloj no es una opción, solo puedes hacer balance de lo vivido: la situación vital, la laboral, familiar, de pareja… cada una pasa su examen, y la económica no es que saque matrícula de honor. Tus cuentas están bajo mínimos, a duras penas llegas a fin de mes y no hay dinero en la hucha. "¿Podía haberlo hecho mejor durante la última década?", te planteas. No sufras, es una edad complicada para medrar en lo económico, pero también es cierto que existen medidas y hábitos que ayudan desde la primera nómina.
El ahorro es cosa de hormigas (y la inversión, también)
Ahorrar es como correr un maratón: ya puedes planear una carrera de larga distancia y correrla con la cabeza, porque si gastas toda la energía al principio no llegarás a la meta. Lo mejor es no despreciar el ahorro y pensar que 100 euros al mes durante una década suman 12.000 al llegar a los 30. Si lo hemos ido invirtiendo, nuestro colchón podrá ser mucho mayor. "Y no se trata de no salir. Al contrario, hay que hacerlo y disfrutar. Es una cuestión de administrar mejor el dinero que ingresamos", explica la integrante del Consejo General de Economistas de España Araceli de Frutos.
¿Que inviertan otros? Quizá no sea la mejor filosofía
Cuando nos llega la nómina, toca saldar deudas. Lo primero, los gastos fijos: el alquiler, los servicios, el abono transporte, la factura del móvil, la de internet… Luego hay que dividir lo que queda en lo que gastaremospor ocio y lo que guardaremos. "Las cantidades dependerán de nuestro sueldo. Por ejemplo, si cobras el salario mínimo [que se sitúa en 950 euros al mes y en 14 pagas] y dedicas unos 300 a los gastos fijos —compartiendo piso—, puedes destinar en torno a 100 al ahorro", explica la experta. Hechos al hábito, esta cantidad pasa a considerarse parte de los gastos fijos.
¿Y qué se puede hacer con ese dinero? Hace un tiempo, podrías haberlo tenido en una cuenta de ahorro, pero el mundo de las finanzas ha cambiado por completo la manera de gestionar el ahorro. Una opción interesante es destinarlo a productos de inversión que no tengan un riesgo elevado. Hay que tener "cuidado de no caer en las webs y negocios que prometen dinero fácil, la inversión es un tema de largo plazo. No es la multiplicación de los panes y los peces", dice Araceli de Frutos. Su recomendación es buscar asesoramiento de expertos sobre los productos que más nos convengan entre los que están regulados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) —una garantía para evitar los timos.
Más difícil todavía: ahorrar para imprevistos
Hay que tener en cuenta que los 100 euros que hemos decidido ahorrar cada mes no están ahí para el disfrute inmediato, sirven para generar un buen colchón para el futuro. Así que nada de contar con ellos para ese maravilloso viaje a las islas del sudeste asiático con los amigos. Para este tipo de gastos, la experta finanzas recomienda una nueva partida: la del ahorro para imprevistos. "Que tenga este nombre no quiere decir que sea malo. Puede servir para gastos inesperados que surjan o para hacernos un viaje, salir, el ocio en general. La diferencia con el concepto anterior es que se trata de un tipo de ahorro a corto plazo", asegura la experta. El día que el coche o la bicicleta te deje tirado en medio de la nada agradecerás tener dinero para arreglarlo inmediatamente.
Si pides un crédito, que sea para educación
La formación no es un fondo de inversiones, pero es una inversión mucho mejor. "El conocimiento siempre va a dar más y mejores salidas laborales de cara al futuro", dice Frutos. No le falta razón. Según los datos del último Informe Infoempleo Adecco de 2018 los salarios promedios de las personas aumentan considerablemente a medida que acumulan formación. Quienes deciden dejar de estudiar al acabar bachillerato cobran una media de 18.703,51 euros anuales; las personas con una licenciatura, diplomatura o un grado universitario, 25.445,43 euros al año; y quienes tienen un máster perciben una media de 29.706,50 euros anuales. Estos últimos cobran en torno a 14 pagas de 1.600 euros: con casi el doble del sueldo mínimo, la capacidad de ahorro aumenta considerablemente.
Esta diferencia salarial de al menos 4.000 euros entre un graduado universitario y un máster amortiza fácilmente el gasto en un posgrado sin necesidad de esperar demasiado tiempo. Aunque es cierto que eso dependerá del curso que elijamos, la Comunidad Autónoma donde lo hagamos y el centro. La oferta es más que amplia en este sentido. Según el informe Observatorio del Sistema Universitario (OSU), los hay desde 3.000 euros la matrícula —con un solo año con el nuevo sueldo, lo habríamos amortizado— hasta más de 70.000 euros (como el MBA del IESE, que dura 19 meses).
En España este tipo de gastos lo suelen asumir los padres, explica la experta: "No es como en Estados Unidos, donde uno se va de casa a los 18 y pide préstamos para pagar la universidad". Aun así, sería la única circunstancia en la que recomendaría pedir un crédito siendo joven.
Gastar, sí, pero con mesura
Ir rellenando poco a poco una hucha que nos de más seguridad económica en el futuro no tiene que implicar que nos encerremos en casa para conseguirlo. De hecho, nada de esto debe ir en detrimento del ocio y el disfrute. Simplemente se trata de compaginarlo con cabeza: buscar fórmulas que nos ayuden a gastar un poco menos y evitar caer en las trampas del dinero rápido.
Si existen cuentas de Netflix compartidas, ¿por qué optar por una individual?
Son muchos los gastos de ocio que podemos tener: unas cañas, ir al cine, una cena, un capricho en las rebajas, la cuenta de Netflix —y las de HBO y Amazon Prime—, que no falte otra de Spotify… Y no disfrutar no debería ser una opción. “Hay que pasárselo bien, pero siendo conscientes.”, dice la experta. Pero vale la pena hacerlo sin derrochar, algo que, desde su punto de vista, los jóvenes comprenden mejor cada día: "Los datos apuntan a que cada vez más son de hacer planes en las casas. Es una forma de optimizar".
Un ejemplo son las mil y una cuentas de servicios de streaming que es necesario tener para estar al día de todas las series y películas que se producen actualmente. "Hay opciones para compartirlas con amigos y por unos 3 euros puedes tener lo que quieras", aclara. De hecho, si en lugar de tener una cuenta para un solo usuario, compartimos una de cuatro podemos ahorrar más de 120 euros al año. En una década estaríamos hablando de 1.200 euros más, que se sumarían a los 12.000 que hemos destinado al ahorro. Lo mismo ocurre con las salidas: no es necesario que salgamos todos los días de la semana, podemos hacerlo solo los fines de semana. Al final, todo suma.
Cuidado con los caramelos envenenados
Cuando el banco nota que los ingresos de una cuenta son periódicos no tarda en mandar un pequeño regalo. En la cartera hay más de una como ella —la del supermercado en el que más compras, la que acumula descuentos para determinada tienda de ropa, alguna que ni siquiera recuerdas cómo ha llegado ahí y la de débito con la que sobrevives cada mes—, pero la nueva es especial. No solo suele estar hecha de un color más brillante (dorados y platas se llevan la palma), sino que puedes gastar hasta el dinero que no tienes. Pero lo mejor que se puede hacer con las tarjetas de crédito es guardarlas muy lejos de la billetera. "Es preferible optar por la de débito por un tema de autocontrol. La tarjeta de crédito no la controlas, y menos aún cuando eres joven y quieres hacer tantas cosas. Es un caramelito que te ponen delante y es difícil no picar", indica la experta. Usar ese dinero y no poder pagarlo en el plazo indicado por el banco va a generar gastos añadidos a la deuda: los intereses son incluso peores si decidimos pagarla a plazos.
Vivienda, ¿gasto o inversión?
Con la llegada del salario también entran las ganas de emanciparse. Como en todo, hay que hacerlo con cabeza. Si vas justo, "será un error tanto cogerte un piso de alquiler como comprarte una casa. Como también lo es tener la posibilidad de irse a un piso de los padres y elegir otro porque la zona nos gusta más", afirma Frutos. Si nos queremos ir de casa, tendremos que buscar una opción adecuada a nuestro presupuesto. Sabemos que no es tarea fácil, los precios están por las nubes (en Madrid la media está en 819 euros al mes y en Barcelona en 769 euros al mes), pero la experta da algunos consejos: "No te metas en una hipoteca, ni te vayas al barrio más caro, ni alquiles un piso enorme. Busca una habitación o un estudio y mantén siempre en mente la importancia del ahorro". En definitiva, que la casa no te impida llegar a fin de mes.
Si aún no has hecho nada, todavía hay tiempo
Si hubiéramos seguido estos consejos durante la década de los 20 estaríamos hablando de que al soplar las velas de los 30 tendríamos un ahorro de al menos 13.200 euros. Esto sin contar las subidas de sueldo que van llegando con los años y los intereses que generan las buenas inversiones. Pero no ha sido así.
Toca partir de cero, pero no es demasiado tarde. "La cantidad que tengamos guardada será menor, pero la receta es la misma: ahorro periódico a largo plazo", dice la experta. Todos los consejos que ha dado Frutos se pueden aplicar a cualquier edad y en ningún caso deben ir en detrimento de poder descansar, salir, desahogarnos y pasarlo bien, en su opinión. Además, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los salarios suelen ir en aumento a medida que cumplimos años (entre los 20 y los 24 la media está en 11.775,39 euros; entre los 25 y los 29 aumenta a 16.440,55; con la llegada de los 30 vuelve a subir hasta los 19.847,27; y con 35 hasta 22.616,45), lo que puede ayudar a que el ahorro sea mayor… y también la esperanza.
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