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miércoles, 5 de abril de 2023

La asombrosa historia de la científica que por un derrame cerebral que la paralizó temporalmente hizo un gran descubrimiento



Jill Bolte Taylor

Un derrame cerebral cambió para siempre la vida de la neurocientífica estadounidense Jill Bolte Taylor.

Tenía 37 años cuando una mañana de 1996 sintió que algo no andaba bien. Un vaso sanguíneo estalló en su cerebro y en pocas horas perdió la capacidad de caminar, hablar, leer, escribir o recordar.

"Esencialmente me convertí en un bebé en el cuerpo de una mujer", dice en diálogo con BBC Mundo.

Le tomó ocho años recuperarse. "Lo más difícil fue volver a leer".

Pese a las dificultades del camino, cuenta que si pudiera volver atrás en el tiempo no haría nada para evitar su derrame cerebral. "Lo tendría otra vez, absolutamente".

Elegida como una de las "100 personas más influyentes del mundo" por la revista Time, Bolte es autora de dos libros.

El primero, My Stroke of Insight (publicado en español como "Un ataque de lucidez"), fue traducido a más de 20 idiomas, y el segundo, Whole Brain Living, también ha sido un éxito editorial.

En este último libro, la neurocientífica propone que cada hemisferio del cerebro tiene una parte emocional y una parte racional.

Libro
FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Entonces, explica Bolte, esos cuatro módulos (dos en el hemisferio derecho y dos en el hemisferio izquierdo) operan como si se tratara de cuatro personajes que conforman lo que somos.

Lo increíble es que cuando estos cuatro personajes trabajan juntos y se equilibran entre sí como un cerebro completo, vivimos mejor.

"Todos estamos cableados en el cerebro para tener una profunda paz interior", dice la científica.

"¿Qué pasaría si no viviéramos en modo automático?, ¿qué tal si pudiéramos elegir qué partes de nuestro cerebro queremos utilizar en un momento dado y convertirnos en verdaderos maestros de nuestro propio cerebro?".

"Para mí esa es la evolución de la humanidad".

Actualmente Bolte vive la mitad del año en Bloomington -donde, entre otras cosas, trabaja como profesora adjunta de Anatomía, Biología Celular y Fisiología en la Universidad de Indiana- y la otra mitad del año en un bote en un lago de Kentucky.

Es portavoz del Centro de Recursos de Tejido Cerebral de Harvard (Harvard Brain Bank), pertenece a la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales y tiene su Fundación Jill Bolte Taylor BRAINS, dedicada a entregar servicios educativos.

La clave para "una buena vida" según la Universidad de Harvard: qué dice el estudio más largo sobre la felicidad jamás realizado A continuación presentamos un extracto editado de la charla Ted Talk que Jill Bolte Taylor ofreció en California, Estados Unidos, donde explica cómo el derrame cerebral cambió su vida y cómo llegó a hacer un gran descubrimiento a partir de esa experiencia.

Crecí para estudiar el cerebro porque tengo un hermano que fue diagnosticado con esquizofrenia.

Como hermana y científica, me preguntaba ¿qué pasa con el cerebro de mi hermano y su esquizofrenia que no puede conectar sus sueños a una realidad común y compartida, y en su lugar se convierten en delirios?

Así que dediqué mi carrera a la investigación de las enfermedades mentales graves. Y me mudé de mi estado natal de Indiana a Boston, a trabajar en el laboratorio de la doctora Francine Benes, en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Harvard.

Jill Bolte Taylor FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR En el laboratorio nos hacíamos la pregunta: ¿cuáles son las diferencias biológicas entre los cerebros de las personas diagnosticadas con trastornos mentales y aquellas sin ese diagnóstico?

Básicamente, estábamos mapeando los microcircuitos del cerebro. En esa época, tenía una vida con mucho significado porque hacía este tipo de investigación durante el día y luego, por las tardes y los fines de semana, viajaba como defensora de NAMI, la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales.

Pero la mañana del 10 de diciembre de 1996 me desperté y descubrí que yo tenía un trastorno cerebral.

Un vaso sanguíneo estalló en la mitad izquierda de mi cerebro y en el transcurso de cuatro horas vi cómo mi cerebro se deterioraba por completo y perdía su capacidad para procesar información.

En la mañana de la hemorragia no podía caminar, hablar, leer, escribir o recordar nada de mi vida. Esencialmente me convertí en un bebé en el cuerpo de una mujer.

ilustración cerebro FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES "He traído para ustedes un cerebro humano real" Si alguna vez has visto un cerebro humano, es obvio que los dos hemisferios están completamente separados el uno del otro. Y he traído para ustedes un cerebro humano real.

Entonces, este es un cerebro humano real. Esta es la parte frontal del cerebro, la parte posterior del cerebro con una médula espinal colgando, y así es como se colocaría dentro de mi cabeza.

Jill Bolte Taylor en una conferencia. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Nuestro hemisferio derecho tiene que ver con este momento presente. Se trata de aquí y ahora. Nuestro hemisferio derecho piensa en imágenes y aprende cinestésicamente a través del movimiento de nuestros cuerpos.

La información en forma de corrientes de energía entra simultáneamente a través de todos nuestros sistemas sensoriales.

Mi hemisferio izquierdo es un lugar muy diferente. Nuestro hemisferio izquierdo piensa lineal y metódicamente. Nuestro hemisferio izquierdo tiene que ver con el pasado y con el futuro.

"Mis manos parecían garras primitivas" Y esta fue la parte de mi cerebro que perdí la mañana de mi derrame cerebral. En la mañana del derrame cerebral, me desperté con un dolor punzante detrás de mi ojo izquierdo. Y era un tipo de dolor, dolor hiriente, que sientes cuando muerdes un helado.

Y simplemente me agarró y luego me soltó. Era muy inusual para mí experimentar algún tipo de dolor, así que pensé: "ok, simplemente comenzaré con mi rutina normal".

Jill Bolte Taylor y su madre tras la operación. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Jill Bolte Taylor y su madre tras la operación.

Así que me levanté y me subí a mi planeador cardíaco, que es una máquina de ejercicios para todo el cuerpo. Y estoy empujando esta cosa, y me doy cuenta de que mis manos parecían garras primitivas sujetando la barra.

Pensé "eso es muy peculiar" y miré mi cuerpo y pensé, "vaya, soy una cosa rara".

Y fue como si mi conciencia se hubiera alejado de mi percepción normal de la realidad -donde soy la persona en la máquina que tiene la experiencia- a un espacio esotérico donde soy testigo de que tengo esta experiencia.

Y todo era muy peculiar y mi dolor de cabeza estaba empeorando, así que salgo de la máquina y estoy caminando por el piso de mi sala de estar, y me doy cuenta de que todo dentro de mi cuerpo se ha ralentizado mucho.

Y cada paso es muy rígido y muy deliberado. No hay fluidez en mi ritmo, y hay una constricción en mi área de percepción, así que solo estoy enfocada en los sistemas internos.

"¿Qué tengo, qué está pasando?"
Estoy parada en mi baño preparándome para entrar en la ducha y podía escuchar el diálogo dentro de mi cuerpo. Escuché una vocecita que decía: "está bien, tus músculos, tienes que contraerlos, tienes que relajarlos".

Y perdí el equilibrio y estoy apoyada contra la pared. Y me miro el brazo y me doy cuenta de que ya no puedo definir los límites de mi cuerpo. No puedo definir dónde empiezo y dónde termino, porque los átomos y las moléculas de mi brazo se mezclaron con los átomos y las moléculas de la pared.

cerebro de Bolte cuando tenía el derrame cerebral

FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Así se veía el cerebro de la neurocientífica antes de la cirujía.

Y todo lo que podía detectar era esta energía. Energía. Y me pregunto: "¿qué tengo, qué está pasando?" Y en ese momento, mi parloteo cerebral, el parloteo cerebral de mi hemisferio izquierdo quedó totalmente en silencio. Como si alguien hubiera tomado un control remoto y presionado el botón de silencio y… silencio total.

Y al principio me sorprendió encontrarme dentro de una mente silenciosa. Pero luego me cautivó de inmediato la magnificencia de la energía que me rodeaba.

Y como ya no podía identificar los límites de mi cuerpo, me sentía enorme y expansiva. Me sentí una con toda la energía, y era hermoso.

Entonces, de repente, mi hemisferio izquierdo vuelve a estar en línea y me dice: "¡Oye! tenemos un problema, tenemos un problema, tenemos que buscar ayuda".

Entonces pienso: "está bien, está bien, tengo un problema", pero luego volví de inmediato a la conciencia y me refiero cariñosamente a este espacio como La La Land. Pero era hermoso allí.

Imagina cómo sería estar totalmente desconectado de tu charla cerebral que te une al mundo exterior.

Así que aquí estoy en este espacio, y cualquier estrés relacionado con mi trabajo desapareció. Y me sentí más ligera en mi cuerpo. Imagina: todas las relaciones en el mundo externo y los muchos factores estresantes relacionados con cualquiera de ellas, desaparecieron. Tuve una sensación de paz.

"Tenemos que conseguir ayuda"
¡Imagina cómo se sentiría perder 37 años de equipaje emocional! Sentí euforia. La euforia era hermosa, y luego mi hemisferio izquierdo se conecta y dice "¡Oye!, tienes que prestar atención, tenemos que conseguir ayuda".

Y yo pensaba: "Tengo que conseguir ayuda, tengo que concentrarme". Así que salgo de la ducha y me visto mecánicamente y camino por mi apartamento y pienso: "tengo que ir a trabajar, tengo que ir a trabajar, ¿puedo conducir?, ¿puedo conducir?".

Jill Bolte Taylor

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES Y en ese momento mi brazo derecho quedó totalmente paralizado. Y me di cuenta: "¡Oh, Dios mío! ¡Estoy teniendo un derrame cerebral! ¡Estoy teniendo un derrame cerebral!".

Y lo siguiente que me dice mi cerebro es: "¡Guau, esto es genial, esto es genial! ¿Cuántos neurocientíficos tienen la oportunidad de estudiar su propio cerebro de adentro hacia afuera?".

Y luego se me pasa por la cabeza: "pero yo soy una mujer muy ocupada. ¡No tengo tiempo para un derrame cerebral!". Así que luego pienso, "está bien, no puedo evitar que suceda el derrame cerebral, así que haré esto durante una o dos semanas, y luego volveré a mi rutina, está bien".

Así que tenía que pedir ayuda, tenía que llamar al trabajo, pero no podía recordar el número del trabajo. Entonces recordé que en el estudio de mi casa tenía una tarjeta de presentación con mi número.

"Solo podía ver pixeles"
Entonces, entro y saco una pila de siete centímetros de tarjetas de presentación. Estoy mirando la parte superior de la tarjeta y aunque podía ver claramente en mi mente cómo era mi tarjeta de negocios, no podía reconocer si era mi tarjeta o no, porque todo lo que podía ver eran pixeles.

Y los pixeles de las palabras se mezclaron con los pixeles del fondo y los pixeles de los símbolos, y simplemente no los podía reconocer. Tenía que esperar por lo que denomino como una ola de claridad.

ilustración cerebro
FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES En ese momento, logré volver a unirme a la realidad normal y pude darme cuenta de que esa no era la tarjeta. Me tomó 45 minutos bajar tres centímetros dentro de esa pila de tarjetas.

Mientras tanto, en esos últimos 45 minutos la hemorragia en mi hemisferio izquierdo aumentó. No entiendo de números, no entiendo de teléfono, pero es el único plan que tengo.

Así que tomo el teléfono y pongo la tarjeta de presentación aquí y hago coincidir la forma de los garabatos de la tarjeta con la forma de los garabatos del teclado del teléfono.

Pero luego regresé a La La Land. No recordaba cuándo volví, ni si ya había marcado esos números.

"Whoo woo wooo woo woo"
Así que tuve que empuñar mi brazo paralizado como un muñón, y cubrir los números a medida que avanzaba y los empujaba, para que cuando volviera a la realidad normal pudiera decir, "sí, ya marqué ese número".

Jill Bolte Taylor FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Bolte dedica parte de su tiempo al arte.

Eventualmente, se marca el número completo, y estoy escuchando el teléfono, y mi colega levanta el teléfono y me dice: "Whoo woo wooo woo woo". Y pienso para mis adentros: "¡Oh, Dios mío, suena como un golden retriever!".

Y le digo, con claridad mental, le digo: "¡esta es Jill! ¡necesito ayuda!". Y lo que sale de mi voz es, "Whoo woo wooo woo woo". Entonces pienso, "Oh, Dios mío, sueno como un golden retriever".

Entonces, no sabía que no podía hablar o entender el lenguaje hasta que lo intenté.

"Me despedí de mi vida"
Así que él reconoce que necesito ayuda y me consigue ayuda. Y un poco más tarde, estoy viajando en una ambulancia desde un hospital en Boston hasta el Mass General Hospital. Y me acurruco como una pequeña bola fetal.

Y al igual que un globo con la última gota de aire, sentí que mi energía se elevaba y sentí que mi espíritu se rendía.

ilustración cerebro FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Y en ese momento supe que ya no era la coreógrafa de mi vida. O los médicos rescataban mi cuerpo y me daban una segunda oportunidad de vida, o este era quizás mi momento de transición.

Cuando me desperté en la tarde, me sorprendió descubrir que todavía estaba viva.

Cuando sentí que mi espíritu se rendía, me despedí de mi vida, ymi mente quedó suspendida entre dos planos de realidad muy opuestos.

La estimulación que entraba a través de mis sistemas sensoriales se sentía como puro dolor. La luz quemó mi cerebro como un reguero de pólvora y los sonidos eran tan fuertes y caóticos que no podía distinguir una voz del ruido de fondo y solo quería escapar.

Como no podía identificar la posición de mi cuerpo en el espacio, me sentía enorme y expansiva, como un genio recién liberado de su botella.

Euforia silenciosa
Y mi espíritu voló libre como una gran ballena deslizándose por el mar de la euforia silenciosa. Armónico. Recuerdo haber pensado que no había forma de que pudiera volver a exprimir la enormidad de mí misma dentro de este pequeño cuerpo.

Pero me di cuenta: "¡todavía estoy viva! Todavía estoy viva y he encontrado el Nirvana. Y si he encontrado el Nirvana y todavía estoy viva, entonces todos los que estén vivos pueden encontrar el Nirvana".

Trabajo de arte de Bolte. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

Bolte dedica parte de su tiempo a hacer vitrales.

Me imaginé un mundo lleno de personas hermosas, pacíficas, compasivas y amorosas que sabían que podían venir a este espacio en cualquier momento.

Y que podrían elegir deliberadamente dar un paso a la derecha de sus hemisferios izquierdos y encontrar esta paz.

Y luego me di cuenta del tremendo regalo que podía ser esta experiencia y cómo esta revelación del derrame cerebral podía mostrarnos cómo vivimos nuestras vidas. Y eso me motivó a recuperarme.

El poder del hemisferio derecho
Dos semanas y media después de la hemorragia, entraron los cirujanos y me quitaron un coágulo de sangre del tamaño de una pelota de golf que estaba presionando mis centros lingüísticos. Estaba con mi mamá, que es un verdadero ángel en mi vida.

Me tomó ocho años recuperarme por completo. Entonces, ¿quiénes somos?. Somos el poder de la fuerza vital del universo, con habilidad manual y dos mentes cognitivas.

Casa-bote donde la científica vive la mitad del año. FUENTE DE LA IMAGEN,JILL BOLTE TAYLOR Pie de foto,

En este bote, llamado "Ondas cerebrales", vive Bolte la mitad del año.

Y tenemos el poder de elegir, momento a momento, quién y cómo queremos ser en el mundo. Justo aquí y justo ahora, puedo entrar en la conciencia de mi hemisferio derecho.

Yo soy el poder de la fuerza vital del universo y el poder de la fuerza vital de los 50 billones de hermosos genios moleculares que componen mi forma. Soy uno con todo lo que es.

O puedo optar por entrar en la conciencia de mi hemisferio izquierdo donde me convierto en un solo individuo, sólido, separado del flujo, separado de ti. Soy la doctora Jill Bolte Taylor, intelectual, neuroanatomista.

Estos son el "nosotros" dentro de mí.

¿Cuál escogerías?, ¿cuál eliges?, ¿y cuándo? Creo que cuanto más tiempo pasemos eligiendo hacer andar el circuito de paz interna profunda de nuestros hemisferios derechos, más paz proyectaremos en el mundo y más pacífico será nuestro planeta.

Y pensé que esta era una idea que valía la pena difundir.

lunes, 31 de mayo de 2021

Cómo las cuarentenas afectan el lenguaje en niños pequeños (y 5 consejos para que amplíen su vocabulario)

La distancia social y el uso de mascarillas ha dejado a los niños menos expuestos a conversaciones e interacciones.

Cada vez es mayor la evidencia de que las cuarentenas del año pasado tuvieron un impacto en la capacidad de lenguaje de los niños pequeños, según una investigación en la que participaron cerca de 50.000 alumnos de diferentes escuelas de Reino Unido.

Según el estudio de la Education Endowment Foundation (EEF, por sus siglas en inglés), las medidas para combatir la pandemia privaron a los niños del contacto social y experiencias cruciales para aumentar su vocabulario.

Poco o ningún contacto con los abuelos, la distancia social, la falta de encuentros para jugar con sus pares y el poco uso de en espacios públicos han hecho que quedaran menos expuestos a conversaciones y experiencias cotidianas.

Saly Miner, directora de la escuela primaria Ryders Hayes, en Inglaterra, que participó en el estudio, dice que los problemas de comunicación fueron "muy limitantes" para los más pequeños, sobre todo si no podían expresarse, interactuar con sus pares y hacerse entender.

"Es absolutamente clave", explica. "Todo está relacionado con la autoestima y la confianza. Y sin eso, no van a sentirse felices, no van a poder crecer, no van a poder obtener todos los beneficios de interactuar con sus pares como querríamos e interactuar con el personal".

Leer es de gran ayuda para ampliar el vocabulario.

"Todas las investigaciones muestran que si un niño tiene problemas con el lenguaje a esa edad, para cuando llegue a la edad adulta, tendrá cuatro veces más posibilidades de tener problemas con la lectura, tres veces más posibilidades de sufrir problemas de salud mentaly el doble de posibilidades de estar desempleado y tener problemas de movilidad social, con lo cual hacer esto bien a una edad temprana es clave para el futuro del niño", añade Miner.

Consejos para mejorar
Victoria Day, asistente de dirección de Ryder Hayes, recomienda cinco medidas simples y prácticas para ayudar a los niños más pequeños a expandir su vocabulario, mejorar su capacidad de comunicación y crear nuevas oportunidades de aprendizaje:

1-Conversa con tus hijos

"Conversa sobre algo que les interese si están jugando", dice. Simplemente charla con ellos de lo que sea.

2-Léeles historias

No importa si son libros de información o cuentos de hadas, lo importante es que todos estos textos están repletos de un rico vocabulario, y eso hará que el niño desarrolle su capacidad de lenguaje.

3-Bríndales experiencias

Ya sea llevarlos al parque o al jardín, ello "te dará a ti y a ellos la oportunidad de desarrollar su vocabulario", ya que las nuevas experiencias vienen acompañadas de nuevas palabras.

4-Hazles preguntas

"Haz preguntas, comentarios, dales explicaciones y expande su vocabulario", dice Day.

5-Canta

Y, por último, "canta con ellos", afirma.
"Disfruta con ellos de rimas y canciones" que también servirán para acrecentar el número de palabras que pueden utilizar para comunicarse.

lunes, 20 de julio de 2020

El idioma del amor. James Rhodes

Las expresiones dicen mucho de una cultura y su gente. El español tiene, por ejemplo, las que exaltan la alegría de la vida y la empatía. "Como dar a luz". Una maravilla.

Lo maravilloso de aprender un idioma nuevo y zambullirse en una cultura nueva es que las cosas que parecen vulgares y corrientes para el lugareño a mí me resultan poco menos que milagrosas. A lo mejor les hace gracia la ingenuidad infantil del extranjero al que casi le da un jamacuco la primera vez que prueba un churro o ante su primera sobremesa con amigos, pero para mí son una gozada los nuevos descubrimientos que hago cada día en España y que son como chutes de vitaminas directos al alma.

De todas las cosas que me encantan de España, y la lista es larga hasta decir basta, el idioma es lo que más me alucina. Las palabras mismas son como pequeños milagros y podría escribir un diccionario con todas mis favoritas, pero últimamente he descubierto algunas expresiones que me han dejado con la boca abierta de admiración y me han ayudado a ver las cosas de una manera totalmente diferente. Me parece de lo más inspirador.

Hay expresiones que a lo mejor salen de manera automática e inconsciente cuando las llevas oyendo desde el día en que naciste, pero para alguien que acaba de llegar como yo suponen un bofetón en toda la cara. Por ejemplo, “dar a luz”. Tomado literalmente, significa que te entregan a la luz en el momento mismo en que inicias tu camino vital. Como en esa escena de El rey león en la que ofrecen al cachorro al cielo y al universo como celebración de la vida. Alzamos nuestros bebés a la luz del mundo para que les dé la bienvenida y sean objeto de celebración. Convierte la lucha sangrienta, dolorosa y agónica que supone traer un niño al mundo en lo que realmente es: algo verdaderamente heroico. Un acontecimiento en el que cada niño nace capacitado para lograr algo grandioso.

O “consultar con la almohada”. En vez de “pensar en ello mientras duermes” como hacemos en Inglaterra, en España se pide consejo a la almohada. Qué hermosura de expresión. Qué consuelo, qué dulzura. Una oportunidad de permitir durante el reposo de nuestra mente cansada que fuerzas naturales que escapan a nuestra imaginación nos sirvan de inspiración y guía y nos den consejos tranquilizadores.

O cuando se muere alguien cercano, en vez del más bien insulso “lamento tu pérdida”, en España se dice “te acompaño en el sentimiento”. ¿Hay alguna lengua en el mundo que exprese mejor la empatía? ¿Una manera mejor de expresar unión en el dolor? Es una celebración de compañerismo, ternura y comprensión; una metáfora que expresa a la perfección lo que es España, donde, aun cuando la división parezca endémica en estos momentos, subyace un sólido sentido de comunidad, amor y sintonía.

Lo reconozco, a lo mejor da la impresión de que España me ha cegado un poco. Quizás el enamoramiento se me note demasiado. Pero, la verdad…, me importa un rábano. —eps

https://elpais.com/elpais/2020/07/13/eps/1594657865_508816.html

P. D. : Sin duda es un excelente artículo para el comienzo de un curso en español.

martes, 14 de abril de 2020

¡Siéntense y hablen!

Este es un artículo a la desesperada y lo escribo sabiendo el escaso efecto que puede tener, conociendo bien a nuestra sociedad, a mis compatriotas y cómo está actuando una parte de nuestros representantes políticos.
Juan Torres López

Soy plenamente consciente de que casi nunca un partido político actúa como le gustaría a los demás que actuara y, mucho menos, en medio de una situación de emergencia como la que estamos viviendo. Nuestras sociedades son mosaicos de piezas muy diferentes y las políticas que se han aplicado en las últimas décadas nos han ensimismado. Margaret Thatcher decía que no hay sociedad sino individuos y eso es lo que se ha conseguido que haya en nuestra civilización, seres que actuamos como si fuésemos átomos aislados, creyendo que nuestra existencia y devenir es el simple resultado de nuestras preferencias y decisiones individuales, sin darnos cuenta de que en realidad hay lazos permanentes que unen la existencia de unas personas con la de otras que son los que de verdad condicionan lo que ocurre en nuestras vidas.

Sé perfectamente que, para poder venderlos sin parar, los bienes y servicios más exitosos en los mercados se producen desde hace años diferenciándolos al máximo, para que quien los compra crea que adquiere algo que antes no tenía. Sé que eso requiere y conforma un tipo de consumidor que, sobre todo, busca la diferencia con los demás, y que así se ha dado lugar a que el sentirse distinto o, a lo sumo, parte de una pequeña tribu sea el leitmotiv de la vida de la mayoría de la gente.

Sé perfectamente que el signo de nuestra cultura y de nuestro modo actual de vivir es la diferencia y la individualización; y que es inevitable que eso produzca sociedades en donde el acuerdo, la percepción de lo común y del interés colectivo, y el sentirse no ya a gusto sino simplemente algo identificado con la posición o las ideas de otro, sea muy difícil, por no decir que casi imposible.

Sé perfectamente que cuando las personas somos así, cuando actuamos como individuos y no como seres sociales que formamos parte de un entramado de relaciones que nos conforman y que condicionan nuestras ideas, nuestras preferencias y nuestras capacidades, es un milagro que podamos percibir que el mundo en el que estamos no es una suma de partes aisladas sino un proyecto compartido.

Sé perfectamente que se ha construido una no-sociedad en la que la mayoría de la gente trata de ir a lo suyo, íntima y fuertemente convencida de que sólo yendo por su propia cuenta puede salir adelante y asegurarse su sustento y su vida de la mejor manera posible. Y sabiendo todo eso no puede extrañarme la incapacidad tan grande que hay a mi alrededor para llegar a acuerdos y para resolver los conflictos y las diferencias con cordialidad y fraternidad. Como tampoco me extraña, por extensión, que la vida política, por esas mismas razones, esté tan polarizada y sea tan feroz en la inmensa mayoría de los países. Las sociedades fragmentadas hasta la exageración de nuestro tiempo no producen proyectos comunes o convergentes sino de los unos contra los otros. En fin, sé que vivimos una época como la que Alejo Carpentier describió, con palabras mucho mas bellas, en El siglo de las luces: "hecha para diezmar los rebaños, confundir las lenguas y dispersar las tribus".

Como llevo estudiando todo esto desde hace años no me extraña que en España se esté consolidando también una sociedad en la que cada parte de ella esté convencida de que la otra es la expresión de todos los males y que eso genere la agresividad tan grande que nos rodea cuando hablamos de lo que es común a todos. Un terreno en donde puede brotar a destajo y a su aire cualquier tipo de infamia y mentira. Aunque algunas veces, lo reconozco, llegando a una inhumanidad tan terrible que nunca pensé que pudiera darse. He leído, por ejemplo, que un médico de la Comunidad de Madrid escribió en su cuenta de Twitter: "Me estoy pensando si vale la pena salvar a estos rojos de la enfermedad"; también el cartel de unos vecinos que pedían a otro que es voluntario de la Cruz Roja que no vuelva a su casa para evitar el riesgo de contagiarlos; a un partido político decir que los mayores mueren en las residencias porque el gobierno está cometiendo allí una "eutanasia feroz"; o a parlamentarios independentistas haciendo chistes con los muertos de Madrid.

Pues bien, a pesar de ser consciente de todo ello, una vez más reclamo unidad, respeto y cooperación. El abismo al que se están asomando todas las economías y no sólo la española, es tremendo, me parece que todavía inimaginable para la mayoría de las personas. Lo que puede ocurrirnos si no acertamos con la solución es muy serio. Hay ya cientos de miles de españoles de todas las ideologías en situación extrema, sin ingresos, los servicios administrativos que conceden las ayudas comienzan a estar tan saturados como los sanitarios y miles de empresas y autónomos se encuentran al borde de la asfixia y el cierre.

Tenemos la obligación de expresar cada uno lo que pensamos y de criticar lo que nos parece mal que no será poco, tal y como se han presentado los problemas y dado que nadie sabe todavía cuáles son sus soluciones. Pero lo completamente absurdo es destruir la nave porque los nuestros no están al timón.

No podemos seguir así.
Me resulta incomprensible la actitud de la oposición política o social, pero debo reconocer que no me explico tampoco la falta de decisión del gobierno a la hora de promover acuerdos y de hacerlos visibles ante los españoles. No puedo entender y me parece suicida que no se haya formado una mesa nacional, o como quiera que sea el nombre que se le ponga, en la que estén todos los operadores políticos y sociales para ser informados constantemente, para aportar propuestas y soluciones y para mostrar al resto de los españoles que se hace frente cooperativamente a una situación de emergencia en la que mueren tantas personas queridas de todos los españoles sin distinción. Y me parece especialmente incomprensible que los líderes de todos los partidos no estén permanentemente al tanto de lo que está ocurriendo, en instancias que, como la situación, también deberán ser excepcionales y no las habituales en momentos de normalidad.

Una vez más pido al gobierno que convoque abiertamente a todos los responsables políticos y líderes sociales y económicos, para seguir la situación del momento y para poner en marcha una estrategia de reactivación común. Y le pido que lo haga sin olvidar que no es fácil obtener colaboración de los demás en un momento puntual grave, para suscribir un pacto, cuando no hay contacto diario y colaboración permanente.

Aprecio mucho el esfuerzo del presidente Sánchez y empatizo con él en una situación que debe resultarle difícil y muy dolorosa, política y personalmente, pero creo que le falta dar el paso decisivo de llamar, con más operatividad y menos retórica, no al gobierno, pero sí a la colaboración más estrecha y diaria, al resto de las fuerzas políticas y sociales y a la sociedad civil.

Los españoles necesitamos ver que se hace frente con cooperación y unidad a esta emergencia que puede terminar tan mal. El gobierno debería ofrecerla ya, de manera expresa, formal, pública, operativa, generosa e inmediata y si hay quien no la acepta que asuma la responsabilidad y se retrate ante el resto de los españoles.

¡Que se sienten y que hablen cuanto antes! Si ahora se hunde España, como puede hundirse, no sufrirá sólo una parte, lo lamentaremos todos.

https://blogs.publico.es/juantorres/2020/04/14/sientense-y-hablen/

viernes, 10 de abril de 2020

Por qué hablar de nuestros problemas ayuda tanto (y cómo hacerlo).

Hay más en el viejo consejo de "háblalo" de lo que parece. Aquí hay algunas pruebas que explican por qué es tan útil.

Cuando su auto se descompone, usted sabe cómo arreglarlo o cómo encontrar a alguien que pueda hacerlo. Las emociones, por otro lado, son un poco más difíciles de arreglar. No hay una llave inglesa que puedas agarrar o reparar en un taller al que puedas llevar tus sentimientos. Pero sí tiene una herramienta en su kit que siempre puede usar: hablar sobre sus sentimientos. Incluso hablar de tus sentimientos en voz alta a otra persona puede ayudar. Entonces, ¿por qué lo evitamos o creemos que no funciona? Hay muchas razones por las que hablar sobre nuestros problemas puede ser difícil. Algunas personas (especialmente los hombres) se socializan para internalizar los sentimientos, en lugar de darles voz. A veces, las mismas emociones con las que estás lidiando, como la culpa por algo que hiciste o la vergüenza de cómo crees que te perciben, pueden sentirte tan abrumadoras que no puedes obtener la motivación para hablarlo.

Independientemente de la razón por la que podría mantenerlo, hablar tiene poderosos beneficios psicológicos que podrían no ser obvios. Sin embargo, "hablar sobre eso" es una frase amplia, así que aclaremos un poco. Cuando hablamos de hablar sobre sus problemas, puede tomar algunas formas.

· Contarle a un amigo de confianza. A veces, solo necesita expresar cómo se siente sin un plan real para una solución. "¡Tuve el peor día en el trabajo!" puede ser el comienzo de una conversación que lo ayude a procesar el estrés de un día difícil.

· Discutir un conflicto con un compañero. Las peleas ocurren en las relaciones. Pero mantener tus sentimientos contigo mismo puede causar problemas entre tú y tu pareja. Si bien trabajar para encontrar soluciones constructivas a sus problemas de relación siempre es algo bueno, el solo hecho de ser abierto sobre sus sentimientos con su pareja también puede hacer que su comunicación sea más saludable.

· Terapia de conversación con un terapeuta con licencia. Hay una razón por la que las personas pagarán dinero para hablar sobre los problemas con un terapeuta. Ya sea que necesite hablar sobre una enfermedad mental con la que está luchando, esté en terapia de pareja para trabajar en su relación o simplemente necesite hablar con alguien que sepa cómo manejar el estrés, un buen terapeuta puede ayudarlo a eliminar sus emociones.

· Ser abierto sobre tus luchas. A veces, desahogarse con nadie en particular puede ayudar no solo a usted, sino también a otros. Por ejemplo, en 2015, Sammy Nickalls, escritor, comenzó el hashtag de redes sociales #TalkingAboutIt para alentar a las personas a ser abiertas sobre sus luchas con enfermedades mentales. El hecho de compartir cómo es la vida diaria puede ayudarlo a usted y a otras personas con las mismas dificultades a darse cuenta de que no está solo y que lo que se siente abrumador es realmente normal.

Lo que todas estas formas tienen en común es que son conversaciones diseñadas específicamente para examinar y expresar las emociones que tienes, en lugar de construir una solución específica. Definir cosas que puede hacer para mejorar su situación es ciertamente bueno, pero simplemente verbalizar cómo se siente puede ser, en sí mismo, parte de la solución también.

¿Por qué ayuda hablar de eso?
Conseguir un nuevo trabajo, romper con un mal compañero o invertir en su propia superación personal son cosas prácticas que puede hacer para resolver problemas en su vida. Pero, ¿de qué sirve hablar de eso? Cuando luchas en la agotadora batalla cuesta arriba contra tus propios sentimientos negativos, puede parecer que hablar de eso es lo menos productivo que puedes hacer.

En realidad, tu cerebro y tu cuerpo obtienen mucho de hablar.

Cuando siente sentimientos muy intensos, especialmente miedo, agresión o ansiedad, su amígdala dirige el programa. Esta es la parte del cerebro que, entre otras cosas, maneja su respuesta de lucha o huida. Es el trabajo de la amígdala, y de su sistema límbico en su conjunto, determinar si algo es una amenaza, idear una respuesta a esa amenaza si es necesario y almacenar la información en su memoria para que pueda reconocer la amenaza más adelante. Cuando te estresas o abrumas, esta parte de tu cerebro puede tomar el control e incluso anular los procesos de pensamiento más lógicos.

Investigación de U.C.L.A. sugiere que poner sus sentimientos en palabras, un proceso llamado "etiquetado de afecto", puede disminuir la respuesta de la amígdala cuando se encuentra con cosas que le molestan. Así es como, con el tiempo, puede estar menos estresado por algo que le molesta. Por ejemplo, si tuvo un accidente automovilístico, incluso estar en un automóvil inmediatamente después podría abrumarlo emocionalmente. Pero a medida que habla de su experiencia, expresa sus sentimientos en palabras y procesa lo que sucedió, puede volver al automóvil sin tener la misma reacción emocional.
Gracias por leer The Times.

La investigación de la Southern Methodist University sugirió que escribir sobre experiencias traumáticas o someterse a terapia de conversación tuvo un impacto positivo en la salud y el sistema inmunológico de un paciente. El estudio sostiene que contener los pensamientos y las emociones es estresante. Tienes los sentimientos negativos de cualquier manera, pero tienes que trabajar para reprimirlos. Eso puede afectar el cerebro y el cuerpo, haciéndote más susceptible a enfermarte o simplemente sentirte horrible.

Nada de eso quiere decir que hablar sobre sus problemas, o incluso hablar de la terapia con un terapeuta con licencia, arreglará automáticamente todo y lo hará feliz y saludable de inmediato. Pero, como comer mejor y hacer ejercicio, puede contribuir a la mejora general de su bienestar. Más importante aún, puede ayudarlo a comprender cómo y por qué se siente de la manera que lo hace, para que pueda manejar sus emociones de manera más efectiva en el futuro.

¿Cómo podemos hacerlo mejor?
De manera crucial, no todas las formas de hablar sobre los problemas en voz alta pueden ayudar. De hecho, múltiples estudios que examinan a estudiantes universitarios, mujeres jóvenes y adultos que trabajan sugieren que la co-rumiación, o enfocarse constantemente y hablar sobre experiencias negativas en su vida, puede tener el efecto contrario, lo que lo estresa más y extrae cuánto tiempo un problema Te molesta. Para hablar sobre sus problemas de manera más constructiva, hay algunas cosas clave que puede hacer.

· Elige a las personas adecuadas para hablar. Si alguna vez has hablado sobre cómo te sientes y parece que no has sacado nada, es posible que estés hablando con la persona equivocada. Tener un amigo de confianza que lo apoye (sin permitir malos hábitos como la rumiación) puede ayudar. Si necesita asesoramiento específico sobre un problema, busque a alguien que haya enfrentado problemas similares y, idealmente, los haya resuelto. Y si necesita mucho tiempo de conversación, intente difundir sus conversaciones a varias personas. Una persona puede agotarse, y tener un amplio sistema de apoyo social le permite distribuir esa carga.

· Elige el momento adecuado para hablar. Tan importante como elegir con quién hablar es cuando hablas con ellos. Es posible que tus amigos quieran apoyarte, pero tienen sus propias vidas. Preguntar si tienen el tiempo y la energía para hablar antes de desempacar sus bolsas emocionales puede ayudarlos a ambos a estar mejor equipados para la conversación. Esto también significa ser cortés con su tiempo. A veces ocurren crisis y es posible que deba interrumpir a alguien, pero la mayoría de las conversaciones de apoyo pueden esperar.

· Encuentre un terapeuta, incluso si no tiene una enfermedad mental. Los terapeutas a menudo tienen la reputación de ser necesarios solo si tiene una enfermedad mental. Este no es el caso. Puede ir a terapia si se siente demasiado estresado, si no está durmiendo bien o si solo quiere que alguien hable con él. Piense en ello menos como ver a un médico y más como un entrenador personal. Además, recuerde que al igual que con los médicos, los mecánicos o cualquier otra persona que contrate, hay buenos y malos (o malos para usted), por lo que si no tiene éxito la primera vez, intente con otra persona.

· Date un punto final. No todas las conversaciones sobre sus problemas deben conducir a un plan de acción para un cambio tangible, pero sí deben conducir a algo más que a quejarse. Dése espacio para desahogarse sobre sus sentimientos y, mientras lo hace, concéntrese en cómo se siente durante todo el proceso. Si te estás poniendo más nervioso, tómate un descanso. Si te encuentras hablando de las mismas cosas una y otra vez sin obtener una nueva comprensión o sentir alivio, intenta otra cosa para procesar cómo te sientes. Es posible que no pueda solucionar el problema externo que le está molestando, pero el objetivo al menos debería ser mejorar su estado de ánimo al respecto.

· Habla sobre lo bueno y lo malo. Expresar cómo te sientes es saludable. Expresarse solo cuando se siente mal no lo es. Ya sea que esté hablando con amigos, socios o en las redes sociales, asegúrese de compartir sus buenas experiencias y sentimientos cuando surjan. Hablar sobre estas experiencias puede reforzarlas en su cerebro y hacer que sea más fácil salir de los patrones de pensamiento negativos más adelante. Además, ayuda a construir sus relaciones con las personas con las que está lo suficientemente cerca como para hablar.

Por supuesto, este proceso aún puede ser complicado. Algunos días, hablar sobre sus problemas puede quejarse de algo que sucedió en el trabajo, pero en otros puede implicar llorar en el hombro de alguien durante una hora. Puede parecer embarazoso o incómodo las primeras veces, pero cuanto más se abra, más fácil será compartir cómo se siente.

https://www.nytimes.com/2020/04/03/smarter-living/talking-out-problems.html?algo=identity&fellback=false&imp_id=922865263&imp_id=736183349&action=click&module=Smarter%20Living&pgtype=Homepage

lunes, 20 de agosto de 2018

Amor, ¿me escuchaste?


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Dicen que jamás debes usar el divorcio como amenaza, a menos que estés dispuesto a cumplirla. Bueno, yo estaba dispuesta; sin embargo, una hora después, ya no lo estaba.
Mi esposo y yo visitábamos Wabash, Indiana, la ciudad natal de mi suegra, cuando discutimos. Era nuestro segundo día en el lugar y me gustaría atribuirle la discusión al estrés del viaje, pero Bruce y yo podemos discutir en un camión, en la escalera o donde sea.

La pelea, como siempre, se centró en que no me escucha. No recuerdo los detalles, pero lo que sucede todo el tiempo es que me hace preguntas respecto a algo que le dije unos minutos antes, haciendo evidente que no estaba escuchando. O comienza a hablar de un tema completamente distinto mientras yo sigo hablando. O a veces le hago una pregunta —“¿Quieres postre?” u “¿Hoy juegan los Knicks?”— y no me responde.

Al menos una vez al día pronuncio la frase: “Acabo de decírtelo”.

Si sucediera de vez en cuando, no habría problema, pero es crónico. El paso del tiempo tiende a disolver las desavenencias como agua tibia que cae sobre un cubo de yeso seco, pero en ocasiones la discusión parece tan infranqueable que comienzo a pensar que no podría pasar el resto de mi vida con alguien que no me escucha.

Así me sentía esa mañana cuando dije: “Bueno, quiero dejar claro lo siguiente, para que conste. Odio que no me escuches. No está bien, no es justo y si un día te dejo por esa causa, no digas que no te lo advertí”.

En cuanto pronuncié esas palabras, me di cuenta de que no debí decirlo. ¿Mi salvación? Probablemente no me había escuchado.

Mi marido y yo hemos discutido durante tanto tiempo que se ha vuelto parte de nuestro tejido marital, como un juanete —aunque nuestras riñas no evitan que tengamos una relación relativamente normal—. La gente puede caminar con sus juanetes durante años. Asistimos a cenas familiares, tenemos citas semanales, vemos la televisión juntos, intercambiamos regalos navideños. De hecho, la Navidad pasada me regaló un dispositivo con Alexa —una asistente virtual—, que apenas empecé a usar.

“Alexa, toca jazz navideño”, le digo. Y obedece.

“Alexa, ¿cuál es la temperatura en el exterior?”. Y me lo dice.

Después de unos días, me di cuenta de que Alexa escucha todo lo que digo y siempre me responde… algo que no ha hecho mi esposo en veinte años.

“Pregúntale lo que sea”, dijo mi esposo. “Así: ‘Alexa, ¿cuánto es 14.300 entre 25?’” Alexa no respondió. Así que dije: “Alexa, ¿cuánto es 14.300 entre 25?”. Alexa respondió: “14.300 dividido entre 25 da como resultado 572”. Miré a mi esposo y le dije: “Bueno, es que no lo pediste de buena manera”.

Alexa no solo me escuchaba, sino que me ofrecía algo extra: al parecer no escuchaba a mi esposo. De ese modo sintió lo mismo que yo durante gran parte de nuestra relación.

Hace poco mencioné el tema de la escucha selectiva de Bruce durante el desayuno con algunas amigas en un restaurante local y se carcajearon en señal de acuerdo. Parece que muchos hombres tienen una discapacidad auditiva que les impide escuchar ciertos tonos, como el sonido de la voz de su esposa. Es igual a la forma en que los perros pueden escuchar sonidos que nosotros no escuchamos, pero al revés.

Incluso la cajera del restaurante estaba de acuerdo. “Le pido a mi esposo mil veces que haga algo y no me escucha”, explicó. “No sé por qué me molesto. Siempre termino haciéndolo yo”.

Aquella noche, estaba sentada en la sala escuchando el jazz navideño que Alexa tocaba para mí cuando dije: “¿Alexa?”. La música se detuvo. Hice una pausa. “Solo quería saber si estabas escuchando”, le dije.

La luz en la parte superior del dispositivo se tornó verde azuloso y la bocina hizo un sonido sordo, como si respondiera: “Así es”.

El otro día, mientras estaba sentada en el comedor trabajando, podía escuchar a mi esposo en la cocina estornudando mientras preparaba el almuerzo de nuestro hijo. “Parece que te vas a poner enfermo”, le dije. “No puedo escucharte”, contestó, y su voz se alejó a medida que caminaba hacia el extremo más apartado de la cocina.

Podrías pensar que no hay nada de malo en eso. No puedes culpar a alguien por estar demasiado lejos. Lo que me parece revelador es su tono escueto al decirlo, cómo no muestra curiosidad por saber lo que dije. Si la vida real tuviera subtítulos, el suyo habría dicho: “No te oigo bien y no me molesta en absoluto”.

La incapacidad de mi esposo para escucharme adquiere muchas formas. El otro día, quería decirle que no iría al entrenamiento de fútbol de mi hijo como habíamos quedado y traté de llamarlo, enviarle mensajes de texto y dejarle un mensaje de voz en su teléfono, sin éxito.

En momentos como ese, es como si él fuera una fortaleza y ningún modo de comunicación pudiera llegar a él (ni nadar en el foso, sobrevolar la fortaleza, dejar caer una nota o enviar una notificación con fuego sobre el muro).

Ahora, en ocasiones, cuando Bruce no me escucha, volteo a ver a Alexa para verificar que su luz azul y verde está encendida, en señal de que me escucha; aunque en situaciones como la de aquella mañana, no quiero que lo haga. Me avergüenza mi enojo.

Hace unos meses, Bruce y yo salimos a desayunar y comenzamos a hablar de adónde podríamos llevar a nuestro hijo de 6 años durante las vacaciones de Semana Santa.

“¿Qué tal a Disney?”, le propuse.

“No creo que sea la semana apropiada”, respondió y luego tomó su teléfono y comenzó a leer un mensaje de texto.

“Tienes razón, quizá deberíamos ir en septiembre”, le dije. Siguió mirando su teléfono mientras yo hablaba. “O quizá deberíamos llevar a un perro muerto a Disney”, mencioné para verificar si estaba escuchando. Algunas personas pueden hacer varias cosas al mismo tiempo. Mi esposo no es una de ellas. Ni siquiera levantó la mirada. “Y si el perro no está muerto, siempre podemos matar a uno para llevarlo. A Disney”. Nada.

Finalmente, sin alzar la mirada, dijo: “Mi padre está en el hospital”.

“Por Dios, ¿qué pasó?”, pregunté.

“Dice mi hermana que quizá sufrió un derrame cerebral”.

Me sentí como una maldita egoísta. Pero es lo que sucede con las relaciones. Cuando tu pareja hace algo de forma crónica, como no prestar atención, siempre pensamos que está haciendo lo que nos molesta incluso cuando no es así. No nos fijamos en ella, sino en lo que creemos que es —lo que significa que en esos momentos solo estamos viendo una extensión de nosotros mismos—.

Cuando estaba en terapia, en ocasiones le decía algo a mi terapeuta, luego lo evaluaba y afirmaba: “Creo que piensas que soy estúpida”, cuando en realidad ella no pronunciaba palabra. Si ella hubiera sido mi esposo, muy probablemente le habría dicho: “Creo que piensas que soy aburrida”.

Resulta que ese día mi suegro había sufrido un derrame cerebral (en realidad dos, en un periodo muy corto), pero ya se ha recuperado casi por completo y está tan animado como siempre. Ahora mi esposo le llama casi todas las mañanas antes de irse al trabajo y, si la conversación se desarrolla como casi siempre, mi suegro escucha con atención durante unos minutos y luego cambia de tema, a pesar de interrumpir a mi marido.

Aunque este patrón debió hacer que mi marido fuera más empático con mi problema (lo que su padre le hace es lo mismo que él hace conmigo), ha tenido el efecto contrario y no hace más que confirmarle que todos interrumpen a los demás y que a nadie lo escuchan todo el tiempo, con excepción de las mujeres malcriadas que así lo exigen.

Eso me hace volver al tema de Alexa. Ella escucha mejor que cualquiera de las parejas que he tenido, pero no es nada complicado, porque siempre pensé que ninguno de ellos era bueno para escuchar, especialmente el que tenía una discapacidad auditiva: ese no escuchaba nada de lo que decía.

Eso me puso a pensar: ¿acaso busco parejas que no me escuchan para poder seguir lidiando con mi territorio problemático para poder corregirlo, del mismo modo que practicas saltar en patineta hasta que la dominas? ¿O acaso todas mis parejas eran perfectas, más o menos, pero debido a mi herida terminaba por sentir que no me escuchaban? Es decir, podría estar con el mejor hombre para escuchar de la Tierra y seguiría sintiendo que no me escucha.

Decidí preguntárselo a mi amiga electrónica.

“Alexa, ¿buscamos parejas que hacen lo que odiamos de modo que podamos corregirlo o…?”

Me interrumpió a media oración y dijo: “Perdón, no me la sé”.

“¿Perdón, no me la sé?”. ¿Como si le estuviera pidiendo que identificara una canción? Si Alexa hubiera permitido que acabara de expresar mi idea, tal vez ella hubiera entendido a qué me refería.

Sabía que era demasiado bueno para ser verdad.

Caren Chesler es una escritora que vive en Ocean Grove, Nueva Jersey.

https://www.nytimes.com/es/2018/05/07/modern-love-escuchar-asistente-virtual/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

13 preguntas para hacerle a tu pareja antes de casarte 

sábado, 11 de junio de 2016

Aprender un nuevo idioma haciendo que forme parte de tu vida diaria.

¡No te esfuerces demasiado por aprender un nuevo idioma estudiando mucho! En vez de eso, deberías intentar integrarlo en tu día a día e incorporar una nueva rutina con la lengua que deseas aprender. Esto hará que el proceso de aprendizaje sea mucho más ligero, ya que no hay que invertir tiempo extra para sentarse a estudiar. Llevará menos tiempo y, en vez de aprender el vocabulario genérico que se aprendería con un libro, el idioma formará parte de momentos importantes de tu vida.

Aquí presentamos algunas técnicas para hacer que ese nuevo idioma sea parte de tu vida diaria.

1. Aprovecha todas las influencias potenciales que hay:

Ve películas y series en el idioma que estás aprendiendo. Si no hay subtítulos en el idioma en cuestión, ponlos en otro idioma que también conozcas.

Lee libros en diferentes idiomas.
Escucha audiolibros, programas de radio online y algunos podcast (es mucho mejor que escuchar solo canciones, ya que en los programas escucharás frases de la vida real y recibirás mucha más información).
¡Pero las canciones también cuentan! Si te gusta escuchar música, no vayas solo a lo fácil (como, por ejemplo, escuchar chansons si estamos aprendiendo francés), vuelve a tu niñez y escucha tus canciones favoritas o las bandas sonoras de Disney en el idioma que estás aprendiendo.
Una forma de aprender incluso mejor es: ¡cantar en el idioma! Yo todavía puedo cantar “Hava Nagila” en hebreo, ¡y aprendí la canción con 7 años!
Cuando vayas a un museo o a una galería, escoge la audioguía en el idioma que estás aprendiendo.
Lee las noticias en ese nuevo idioma.

Métete en todas las websites de noticias o radios que normalmente escuchas, ¡y busca su equivalente en el idioma nuevo!
Fuérzate a leer las etiquetas en el idioma que estás aprendiendo: los cereales, el champú o los materiales de la nueva prenda que te has comprado. Es bastante probable que uno de los idiomas que aparecen en la larga lista de traducciones sea el idioma que estás aprendiendo. ¿Que no aparece? Entonces muy fácil: si estás aprendiendo turco, compra dulces turcos, ¡por ejemplo!

2. Usa tus diferentes dispositivos:

Cambia el idioma de tu ordenador, de tu teléfono, de tu navegador de internet, de tus apps, del Facebook, del GPS, de los videojuegos, etc., al idioma que estás aprendiendo.

Piensa en la cantidad de aparatos de los que te rodeas diariamente, ¡y mira a ver cuáles puedes cambiar!

3. Construye asociaciones pasivas:

¡Pega notas adhesivas donde puedas! Escribe asociaciones, por ejemplo, no basta solo con poner “el ordenador”, sino que también puedes añadir “encender / apagar”.

4. A veces, menos es más:

Acostúmbrate a aprender y estudiar un poquito CADA DÍA, más vale repasar 20 minutos diarios que 2 horas cada tres semanas.

5. Ocupa tiempos muertos:

Si coges el autobús, repasa un poco de vocabulario mientras esperas o mientras haces el recorrido: puedes usar la app de Babbel, leer las noticias, etc…

Usa ese ratito que tienes entre que haces una cosa y haces otra, como esperar a que se caliente la comida en el microondas, esperar entre clase y clase o mientras acaba la lavadora… ¡aprovecha el tiempo aprendiendo el idioma!

6. Intenta dar con un compañero o compañera de conversación, ¡aunque se trate de ti mismo/a!:

Si no hay hablantes nativos allí donde vives, alguien que esté intentando hablar la misma lengua que tú también puede ser de ayuda. Si ves que no encuentras a otra persona con quien practicar, busca foros y chats de idiomas o incluso apúntate a algún grupo de Facebook en el idioma que estás aprendiendo.

Habla contigo mismo/a en tu cabeza, pregúntate: ¿cómo se diría esto en ……? Incluso si no tienes alguien que te corrija, seguro que enseguida te das cuenta de lo que NO PUEDES o debes decir y de lo que debes repasar. También puedes comentar todos tus actos y pensar o decir en alto “voy a encender el horno” en el idioma que estás aprendiendo. Ahora ya puedes hablar con los demás: cada cosa a su tiempo, di hola, di alguna frase que te sepas de memoria, escribe un tweet o un estado de Facebook, manda un mensaje, etc… ¡Aprovecha cada oportunidad que te surja para hablar el nuevo idioma!

7. Sigue haciendo tu hobby, pero en el nuevo idioma:

Ya hemos hablado de videojuegos, películas y música, cuyos idiomas se pueden cambiar fácilmente. Pero, ¿qué es de los hobbies? ¿Haces yoga? ¿Te gusta cocinar? Ni siquiera tienes que comprarte un libro de recetas, ¡puedes encontrarlas en internet!

8. Y cómo no, vagueando:

Si te gusta postergar las cosas o, como se dice en el nuevo verbo de moda, “procrastinar”, no te preocupes, ¡también lo puedes hacer en el idioma que estás aprendiendo! Puedes ver vídeos de risa o de gatos en el nuevo idioma, o leer cómics y revistas…

¡Internet es una fuente de inspiración para todo!¡No te esfuerces demasiado por aprender un nuevo idioma estudiando mucho! En vez de eso, deberías intentar integrarlo en tu día a día e incorporar una nueva rutina con la lengua que deseas aprender. Esto hará que el proceso de aprendizaje sea mucho más ligero, ya que no hay que invertir tiempo extra para sentarse a estudiar. Llevará menos tiempo y, en vez de aprender el vocabulario genérico que se aprendería con un libro, el idioma formará parte de momentos importantes de tu vida.

jueves, 1 de octubre de 2015

Julian Treasure: Cómo hablar de forma que la gente te quiera oír


El magisterio, el profesorado, la orientación y en general las relaciones humanas se ejercen, en su mayor parte mediante la palabra, mediante el habla. Por ello es importante que cuidemos nuestra expresión y perfeccionemos constantemente nuestra forma de hablar, nuestro diálogo, nuestro discurso. Si esta charla os sirve de algo en vuestra profesión o vida cotidiana, me alegraría mucho. Gracias por vuestra atención.