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sábado, 14 de julio de 2018

_- De media, todos sufrimos dos o tres dramones en la vida. Supérelos, hacer frente a la adversidad de forma constructiva y salir fortalecido no es sencillo, pero es posible. La palabra clave es 'resiliencia'.

_- Dado que no vivimos en una urna de cristal (ni falta que hace), tarde o temprano, la vida le pondrá por delante una prueba difícil de superar. Un infortunio que, probablemente, tenga forma de enfermedad o de pérdida y que encajará con mayor o menor habilidad. Para aumentar la garantía de éxito, un consejo, o mejor, tres: sea flexible como el bambú, maleable como la arcilla y adáptese al cambio como un lobo. Solo así, estará en disposición de sobrellevar los peores momentos del devenir de los acontecimientos. Que, dicho sea de paso, tendrá al menos dos o tres a lo largo de su vida, según Rafaela Santos, psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER). Parece que nadie se libra de tener que lidiar con varios sucesos trágicos, o al menos complicados, en su biografía. “El diagnóstico de una enfermedad grave, la desaparición de un ser querido, un despido o un revés económico son circunstancias por las que todos pasaremos alguna vez”, apunta.

La buena noticia es que a pesar de que estos hechos no son algo que podamos evitar ni controlar, “todas las personas contamos con la capacidad de afrontarlos de forma constructiva”, asegura Santos. A esa fuerza interior se la conoce como resiliencia, añade esta neurocientífica: “Nos permite superar cualquier situación difícil saliendo fortalecido de ella”.

Cómo salir con la lección aprendida
En este asunto, el quid de la cuestión reside en cómo salimos del embate. Porque, aunque lo ideal sería hacerlo con la lección aprendida, no siempre lo conseguimos. “Ante una situación traumática existen dos opciones: hundirse o crecer”, señala Santos, que también preside la Sociedad Española de Especialistas en Estrés Postraumático (SETEPT). “Hemos comprobado a menudo cómo muchas personas, después de haber experimentado episodios muy difíciles en su vida, cambian su forma de entender el mundo y adoptan una perspectiva más humana, priorizando lo realmente importante frente a nimiedades a las que antes otorgaban un protagonismo infundado”, añade la psiquiatra.

De forma innata, todos disponemos de recursos psicológicos para superar un suceso trágico; luego hay que entrenarse

Por su parte, la psicóloga clínica Noelia Mata, especialista en Trastornos de la Personalidad y Neuropsicología, coincide con Santos en señalar que, en ocasiones, el individuo pierde la partida. En este contexto, Mata apunta tres posibles actitudes ante la adversidad: “En primer lugar, hay gente que se apunta al victimismo echándole la culpa de lo ocurrido al mundo, a la vida o a los demás; otros, se enfurecen y se instalan en una actitud agresiva; y, por último, estarían las personas resilientes que son las que aceptan la realidad y se adaptan y enfrentan a ella”. Ahora bien, la superación constructiva de un trauma no significa que debamos pasar necesariamente por situaciones dolorosas para poder experimentar crecimiento personal. Así lo cree Santos: “Aunque muchos de los que han ganado este tipo de batallas afirman ser más felices que antes y consideran que el sufrimiento les ha llevado a ser mejores personas, no hace falta esa experiencia para ser feliz”.

Mata va más allá y, además de compartir la opinión de Santos, cree que, para desarrollar la resiliencia y en última instancia acercarnos a la felicidad, lo ideal es trabajar la capacidad de resistencia y adaptación desde la infancia. Y para respaldar su postura la experta hace referencia al neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, autor de libros como Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida (Debolsillo), quien defiende la idea de que el mecanismo que protege a las personas frente a las adversidades de la vida se forja en los primeros años de vida gracias a la interacción que establece con su cuidador, especialmente con la madre, que es quien provee al niño de la seguridad afectiva necesaria para crear un apego seguro.

¿Genes o voluntad?
Esa sensación de bienestar emocional a la que es posible llegar tras la superación de un suceso trágico, está al final de un recorrido que tiene su origen en los recursos psicológicos que todos disponemos de forma innata. La doctora Santos defiende con rotundidad que la resiliencia “no es una habilidad externa, sino una actitud que se desarrolla en nuestro interior gracias a la plasticidad neuronal y que se va modificando en función de las experiencias vividas”. Y anima: “Todo individuo puede acrecentar poco a poco su resiliencia”. Eso sí, también advierte que no todos tendrán el mismo éxito, ya que si no se le dedica tiempo y esfuerzo "no se alcanzarán los niveles mínimos de resistencia que garantizan la superación del suceso”.

“Aunque el sufrimiento ha llevado a muchos a ser mejores, no hay que vivir un trauma para ser feliz”, Rafaela Santos

Aunque esta psiquiatra reconoce que en un tercio de la población se puede encontrar una predisposición genética que determina la capacidad de una persona a ser resiliente, también recalca que la biología es solo parte de la explicación, “y si no se trabaja mediante el entrenamiento consciente o se moldea a través de la experiencia, no pasará de ser una capacidad en potencia”. Por su parte, la psicóloga Mata tampoco cree que el comportamiento resiliente responda en exclusiva a los dictados del ADN. Para esta psicóloga, una persona será más o menos resiliente dependiendo de la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. “Las variantes genéticas interactúan tanto con las ambientales como con las conductas aprendidas para enfrentarnos de forma positiva a situaciones adversas”, sostiene.

Esto no es tan sencillo como 2+2
¿Quién podría negarse a tener en sus manos las herramientas necesarias para superar un revés de la vida o alcanzar una meta determinada? Sin embargo, la psiquiatra Santos no duda un instante en recordarnos que el funcionamiento del cerebro no es tan sencillo como nos gustaría. Incluso, es mucho más complejo de lo que imaginamos, ya que se autogestiona y tiene capacidad de responder a cualquier demanda que recibe del exterior. “Intervienen en él muchos neurotransmisores, y además la mayoría de ellos están supeditados a que otros hagan de neuromodulador. Es decir, si uno falla, la cadena se rompe e impide que tomemos las decisiones correctas”, aclara.

Y, ¿cuáles son esos eslabones “neurológicos” que integran la cadena? A grandes rasgos, Santos distingue “tres cerebros” ubicados en tres alturas distintas:

1. “En primer lugar, está el cerebro más primitivo, donde se encuentran los instintos de supervivencia; 

2. a continuación, el cerebro medio, que es emocional y, 

3. por último, el cerebro superior o racional, el que toma las decisiones”.

Cualquier decisión que tomamos es el resultado del modo en que se conectan los tres cerebros y, si todo va bien, "es un proceso que arranca con la reacción instintiva del primero de ellos, la cual da paso a una respuesta influenciada por las emociones del cerebro medio y, por último, llega al superior que es el responsable de tomar una decisión basada en la experiencia y el conocimiento, lo cual es sin duda lo más bonito y, definitivamente, lo más humano”, explica la psiquiatra.

Hay que asumir que luchar por un objetivo implica sacrificio y sufrimiento. Y eso, según los especialistas, no es malo

Sin embargo, este recorrido ideal en ocasiones se ve truncado produciendo lo que se denomina cerebro secuestrado. Consiste en que, ante un estímulo muy estresante, "la respuesta se queda atrapada en el cerebro primitivo sin posibilidad de seguir el ascenso y tomar una decisión racional fruto de la intervención del cerebro superior”, aclara Santos.
“En cambio, si el estrés es menor se percibe como un reto y resulta motivador”.

Por su parte, la psicóloga Mata ubica la respuesta resiliente a medio camino entre lo 100% instintivo y lo totalmente racional: “Un comportamiento resiliente debe implicar una estimación de los riesgos que conlleva la adopción de una decisión o postura determinada”.

Por lo que pueda pasar...
Considerar un suceso objetivamente amenazante como un reto personal es una tarea complicada que podría simplificarse si nos preparamos para ello desde la infancia. Uno de los centros donde esto es posible es el IER. Gran parte del trabajo que se desarrolla ahí se hace desde la prevención. Es decir, preparando a las personas para afrontar las dificultades de la vida antes de que sucedan. Esta actividad se lleva a cabo con adultos, pero también se realizan programas para niños. Si entrenar un cerebro maduro es importante, aún lo es más trabajar el de los niños. Por eso, “aplicamos la neurociencia en la educación, con el fin de que los jóvenes maduren adecuadamente”, dice Santos, su presidenta.

En este sentido, y ante cualquier proceso de aprendizaje, la psiquiatra destaca en su libro Levantarse y luchar (Conecta) el valor del esfuerzo. “Cualquier persona que lucha por un objetivo, ya sea un desafío personal o en el caso de un deportista batir una marca o a un rival, debe asumir que lograrlo supondrá sacrificio y sufrimiento. Y eso no es malo”, concluye Rafaela Santos.

CÓMO SALIR FORTALECIDO DE LA ADVERSIDAD
Quizás haya heredado las espaldas de su abuelo y que sean tan anchas que pueda echarse sobre ellas los problemas propios y ajenos. Pero si no es así, con voluntad, coraje y determinación también puede conseguir unos hombros fuertes que soporten lo que venga.

La psiquiatra y neurocientífica Rafaela Santos, que participó en el pasado encuentro de salud mental Mens Sana, organizado por El Ser Creativo, señala tres pasos principales que le servirán de guía para superar la adversidad de forma constructiva:

1. Asuma la realidad. Es imprescindible que acepte lo que no puede cambiar. Haciendo referencia al neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, la doctora nos recuerda que la persona que no acepta la realidad sufre el doble.

2. Adáptese al cambio. En este punto, intervienen multitud de procesos neuronales cuyo fin último es encontrar nuevas vías de resolución positivas.

3. Escoja un camino. Por último, la psiquiatra nos anima a preguntarnos hacia dónde queremos crecer, y a que actuemos después en consecuencia.

Para completar la lista, la psicóloga Noelia Mata añade dos más:

4. Busque apoyo a su alrededor. Las personas de nuestro entorno nos ayudan a tener una visión más global de la situación, lo cual revierte en una mejor toma de decisiones.

5. Lleve hábitos de vida saludable. Practicar ejercicio, seguir una buena higiene del sueño o meditar con regularidad ayudan a afrontar los problemas con más energía.

https://elpais.com/elpais/2016/08/11/buenavida/1470931364_262339.html?rel=mas

jueves, 28 de abril de 2016

Las lecciones de negocios que dejó Shakespeare

Si bien es cierto que William Shakespeare es considerado como el mejor dramaturgo en el idioma inglés, también lo es que era un astuto hombre de negocios.

En el Londres de la época de Isabel I, el teatro El Globo original podía dar cabida a 3.000 personas. Los plebeyos o "Groundlings" pagaban un centavo para estar al aire libre, mientras que la nobleza gastaba hasta seis peniques para sentarse sobre cojines en las galerías cubiertas.

A pesar de que El Globo se incendió en 1613, el teatro le dejó a Shakespeare una buena fortuna.
Además, era uno de los dueños de otro teatro de Londres y de una compañía de producción.
En su ciudad natal de Stratford-upon-Avon, en el condado británico de Warwickshire, invirtió mucho en tierra y propiedades, y se dice que también comerciaba granos.
Cuando Shakespeare murió, el 23 de abril de 1616 -hace 400 años- era un hombre muy rico. En dinero de hoy en día habría sido cómodamente un millonario.

Musa de fuego
Cuatro siglos más tarde, Shakespeare probablemente se sentiría bastante satisfecho de que su obra y su legado haya seguido apoyando una gran y lucrativa industria, que está lejos de limitarse a la venta de entradas para el teatro y al empleo de actores.

La casa donde cortejó a quien se convertiría en su esposa, Anne Hathaway, es una de las favoritas de los turistas.
En la actualidad, todavía Shakespeare es la columna vertebral de una comunidad empresarial sustancialmente más amplia: desde hoteles y restaurantes en Stratford hasta recorridos a pie en Londres, sin olvidar los bares cercanos a ese balcón tan especial en la ciudad italiana de Verona, además de las ventas de libros y objetos de interés, e incluso clases de liderazgo para hombres y mujeres de negocios. Definitivamente no se trata de mucho ruido y pocas nueces.

Medida por medida
En la opinión de Piers Ibbotson, hay tantas lecciones de Shakespeare acerca de los peligros y trampas del poder que le han proporcionado un fondo inagotable de material para sus talleres de gestión y liderazgo en las últimas dos décadas.

"Las obras de Shakespeare son estudios de caso de los dilemas humanos centrales", dice Ibbotson, de 61 años de edad, quien forma parte de la unidad Crear de la escuela de negocios de Warwick. "Sus obras son tan ricas y tan complejas, que hay muchas situaciones reales para examinar. Representarlas es una experiencia muy poderosa, pues la gente puede meterse físicamente en esas situaciones". Crear utiliza las obras de Shakespeare para guiar a los estudiantes y a sus clientes empresariales a través de numerosas situaciones difíciles de negocios.

Parece que los que trabajan en teatro evitan decir su nombre y la llaman "la obra escocesa", pues se dice que Shakespeare usó hechizos reales y las brujas se enojaron y la maldijeron.

"Macbeth", por ejemplo, es visto como un estudio sobre los límites de la ambición, mientras que "La tempestad", como una metáfora de una tormenta perfecta de la rivalidad en el lugar de trabajo.

"El sueño de una noche de verano" se utiliza para explorar la transformación en los negocios, y "El mercader de Venecia" enseña sobre el cumplimiento de los contratos.
Ibbotson dice: "Shakespeare es un recurso maravilloso y, por supuesto, siempre estás usando un lenguaje tan poderoso, que le permite a la gente articular las ideas mucho más sutiles y complejas que si se limitaran al pobre lenguaje de negocios".

Hijo del mejor
Richard Olivier, de 54 años, es otra persona que aprovecha las obras de Shakespeare para enseñar buen liderazgo y práctica empresarial.

"Shakespeare, lo más cercano a la encarnación del ojo de Dios", dijo Sir Lawrence Olivier
Es el hijo de Sir Laurence Olivier, el actor shakespeariano más famoso del siglo XX de Reino Unido, y opina que "Shakespeare es un profesor de ética increíble".

"Aparte de las obras históricas, no hay obras en las que el malo se salga con la suya al final".

Los clientes de la empresa de Olivier. Olivier Mythodrama, incluyen a los gerentes del Servicio Nacional de Salud británico, la Policía Metropolitana y Daimler-Benz.

"Hay un gran drama en el liderazgo, y Shakespeare fue probablemente el primer dramaturgo en retratar el drama humano y el liderazgo en forma tridimensional", señala Olivier.

¿Sueño de una noche de verano?
Shakespeare vivió de su arte y sus inversiones... y durante 400 años muchos otros han vivido gracias a él.

El área conocida como la Inglaterra de Shakespeare (que incluye las ciudades de Stratford, Royal Leamington Spa, Kenilworth y Warwick) recibió a 9,94 millones de turistas en 2014, según Shakespeare Birthplace Trust, la fundación de beneficencia que cuida de los sitios del patrimonio Shakespeare.

Añade que el valor total del turismo para la economía local de la región es de US$900 millones, que sustenta unos 11.150 puestos de trabajo.

Alisan Cole, del Shakespeare Birthplace Trust, le contó a la BBC que "2014, el 450 aniversario del nacimiento de Shakespeare, fue nuestro año récord, con 820.000 visitantes, y estamos esperando que 2016 llegue a estar a la par o lo supere".

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/04/160421_legado_economico_de_william_shakespeare_finde_dv