Confesaré para empezar que tengo un tic de profesor que me hace estar pendiente de la corrección de estilo. No puedo leer un trabajo sin prestar atención a la forma de expresión, no solo al contenido. Porque estilo es precisión, no solo elegancia. Me pasa lo mismo cuando leo artículos de prensa y cuando escucho telediarios, tertulias o programas de radio.
Puede ser que alguien me considere un pedante cuando corrijo una expresión:
– ¿Está el señor director?, pregunto por teléfono después del saludo.
– El señor director está reunido, me contesta quien atiende la llamada.
Y, alguien pensará que de forma indiscreta, digo:
Eso quiere decir que lo tiene todo unido. ¿Es así?
Luego viene la explicación (hay que decir está en una reunión), la justificación y la disculpa. La inmensa mayoría de las veces, por no decir todas, la persona que estaba al otro hilo del teléfono me ha dado las gracias. Desde luego, yo lo haría con cualquier persona que me advirtiese de un error que he cometido.
La frase del título es una muestra clara de que, cuando se incurre en errores o incorrecciones, no se expresa lo que se quiere decir. Si dijéramos que se venden camas de hierro para matrimonios habríamos expresado una idea muy distinta y más certera.
En las tertulias televisivas o de radio es frecuente escuchar formas incorrectas de expresión: yo me parece que (en lugar de a mí me parece que), o tú dijistes hace un momento (en lugar de dijiste), habían muchas personas en el acto (en lugar de había muchas personas)…
Si no… es la introducción de una oración condicional negativa, mientras que sino es una conjunción adversativa o un sustantivo sinónimo de «destino». Puede verse este error en muchos mensajes de whatsapp, en artículos de prensa, en cartas y en trabajos de clase.
Algunas personas usan las palabras atribuyéndoles acepciones imprecisas y, a veces, disparatadas:leer el periódico espasmódicamente (por esporádicamente), tomar un jarabe en pequeñas diócesis (por dosis), es bueno intimidar (por intimar) con la gente, no hay que dilapidar (por lapidar) a nadie, se destornillaba de risa (por desternillaba)… Cuando se dice que los partidos políticos buscan la confrontación, se suele querer decir que buscan el enfrentamiento. Pero confrontación quiere decir comparación, no choque, no encontronazo.
Le acabo de oír decir al señor Feijóo que no es el momento de hacer un pronunciamiento sobre la maternidad subrogada. No sabe que un pronunciamiento es un tipo de rebelión o levantamiento militar. Ningún momento es el adecuado para ese menester.
Oigo una y otra vez decir que “el gobierno debe de…” o que “la oposición debe de…”. Cuando la expresión contiene la idea de obligación, es necesario decir “el gobierno debe…”, “la oposición debe…”. Otra cosa es cuando en la expresión existe duda. Lo explico con este ejemplo, fácilmente comprensible.
¿A qué hora pasa el tren?
Debe de pasar a las ocho (hay duda).
Debe pasar a las ocho (obligación, es su hora).
Las expresiones “delante mío”, “detrás tuya”, “encima mío”, “debajo tuyo”… son incorrectas. Porque mío y tuyo son adjetivos posesivos. Este libro es mío. Esta cartera es tuya. Lo correcto es decir “delante de mí”, “detrás de ti”, ”encima de mí”, “debajo de ti”…
Es muy importante, para hablar y escribir bien, ser un buen lector, una buena lectora. Aprender de quienes saben hacerlo. No siempre los periodistas que hablan en la televisión o en la radio, ni los políticos que lo hacen en el parlamento, son buenos ejemplos. Critiqué en esta misma sección al periodista Carlos Herrera por el título de una sección de su programa de radio matinal en la Cope que se titula “Pienso de que…”. Me parece un atentado al lenguaje. Mientras los profesores y las profesoras nos afanamos en la escuela por enseñar a cultivar la lengua, un periodista de postín, para hacerse el gracioso, hace propaganda de un error de bulto. Digo para hacerse el gracioso porque estoy seguro de que sabe perfectamente que se trata de una incorrección gramatical. Todos los oyentes que intervienen en la sección comienzan diciendo: “Pienso de que…”. Es un atentado al bien hablar.
Se puede aprender de quienes saben hablar y escribir. Esas personas han de ser un estímulo y un motivo de superación, no de desaliento. No podemos desconfiar de que nosotros podamos hacerlo bien. Jacinto Benavente era muy respetado por sus colegas. Después de un estreno al que asiste entre otros Pedro Muñoz Seca, dice uno de los amigos:
Desde luego, al lado de Don Jacinto, todos somos una mierda.
Y Muñoz Seca apostilla:
– Y yo, seca.
Es curioso cómo se quebrantan las reglas del buen uso del lenguaje. En el aeropuerto he escuchado en estos días: “Señores pasajeros del vuelo X, embarquen puerta 10”. Deberían decir por la puerta 10, porque lo que literalmente dicen es que hay que embarcar una puerta. Al aterrizar el avión en el aeropuerto de destino la azafata dice: “Señores pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de X”, pero no tiene mucha lógica que quien viaja contigo te dé la bienvenida. Quien lo puede hacer es alguien que está esperando a los pasajeros en tierra.
Cuántas veces he oído (y cuántas corregido) las expresiones a nivel de y en base a. En castellano no hay más pasos a nivel que los de las vías del tren. Y no hay más envases que los de las botellas.
He visto ¡en algunas escuelas! carteles en las puertas que contienen faltas. Por ejemplo: Sala Profesores, Despacho Dirección, Sala Música… ¿Para qué queremos las preposiciones? ¿Solo para estudiarlas? Tendremos que escribir Sala de Profesores, Despacho de Dirección y Sala de Música. Es como si en la entrada de un Academia se hiciese el siguiente anuncio: Aquí se dan clases de hortografía.
La falta de exigencia ejemplar me recuerda la historia de aquel alumno al que un profesor le había escrito una sugerencia en la hoja de examen. El alumno acude al profesor con el texto y le dice:
No entiendo lo que me ha escrito aquí.
Y el profesor contesta:
Ahí te digo que escribas con la letra más clara.
Es un galicismo la expresión “temas a tratar”, “problemas a solucionar”… Deberíamos decir: temas que vamos a tratar, problemas que deseamos solucionar…
Hace unos días, se inauguró en Jerez un museo dedicado a la cantante Lola Flores. Es famosa su frase pronunciada en la boda de su hija Lolita y de Guillermo Furiase, ante la avalancha de gente (se dice que más de cinco mil) que obligó a los novios a darse el sí quiero en la sacristía: ¡Si me queréis, irse! El uso del imperativo es objeto de frecuentes incorrecciones. En este caso debería haber dicho idos o iros.
He corregido miles de veces la expresión modal sobre todo cuando se escribe unido y se quiere decir principalmente, especialmente. Un sobretodo es un abrigo.
Es un error tan grave como frecuente, sobre todo en el ámbito deportivo, hablar de favoritismo (trato de favor) cuando se habla de la condición de favorito de uno de los equipos que compiten.
El infinitivo viudo, también llamado infinitivo suelto, es un error muy socorrido. Se trata de iniciar la frase diciendo, por ejemplo: “terminar diciendo que…”. Lo correcto es decir: Quiero terminar diciendo, voy a terminar diciendo, deseo terminar diciendo…
No se debe utilizar el gerundio de posterioridad; la acción que indica el gerundio no puede ser posterior a la del verbo principal. No es correcto decir: “Nació en Madrid en 1970, marchándose a Nueva York veinte años después”. Debe decirse: “Nació en Madrid en 1970 y se marchó a Nueva York veinte años después”.
Los periódicos suelen tener su libro de estilo. Tengo delante el “Libro de estilo de El País” y el “Libro de estilo de El Mundo”. Hace ya algunos años tres compañeros de la Facultad de Educación escribimos un “Libro de estilo para universitarios”. Una de las secciones del libro recoge, de la A a la Z, los errores más frecuentes que se suelen cometer.
Del filósofo Savater dice Fernando Subirats, prologuista de su libro “Misterios gloriosos”: “La definición de su estilo lo lleva a estar más preocupado por una clase de lucha, que es la lucha de frases, que por la lucha de clases; su rebeldía está más cerca de Camus que de Sartre”. Nuestra lucha ha de estar en el cultivo del lenguaje. Hablar bien es una forma de mejorar la sociedad. Feliz Día del Libro.