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jueves, 29 de marzo de 2018

_- El conflicto como motor del mundo. Un singular proyecto artístico reflexiona sobre la revolución, la resistencia y la rebeldía en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

_- La iconografía de la Revolución Rusa mantiene intacto su poder de atracción. Se pudo observar el pasado año cuando el trabajo de aquellos artistas de vanguardia, muchos de los cuales acabarían represaliados, inundó museos y páginas de publicaciones de todo el mundo con motivo del centenario del alzamiento contra el régimen zarista. También cautivan los brillantes eslóganes y la estética pop del Mayo del 68, tanto que su uso puede resultar manido incluso antes de que se cumpla estrictamente el 50 aniversario de las manifestaciones parisienses. Por eso y porque hay que buscar nuevas líneas de investigación, los responsables del Círculo de Bellas Artes de Madrid se plantearon ir más allá, sin dejar de consignar las dos efemérides. ¿Y qué tienen en común la revolución, la resistencia, la rebeldía y la revuelta? El conflicto, se respondieron.

A partir de ahí idearon un ambicioso proyecto intelectual que cuenta con citas e imágenes reconocibles, pero que centra su interés en el conflicto a través del tiempo, del arte, de la historia, de la política. Un relato poliédrico que igual alude el origen de la expresión revolucionaria “asaltar los cielos” (popularizada por Marx, aunque ya había sido empleada por Homero o Platón) que proyecta unos dibujos soviéticos de los años 20 apenas conocidos; exhibe recortes de periódicos sobre acontecimientos históricos que rememora el viaje en barcaza de una gigantesca estatua de un lenin caído, mientras en las orillas del río algunos súbditos se arrodillan como si fuera una deidad, en unas imágenes magnéticas filmadas por Angelopoulos para su película La mirada de Ulises.

“El conflicto es lo que mueve el mundo”, dice Juan Barja, poeta y director del Círculo, en mitad de la sala de exposición interactiva que conjuga frases, fotografía, vídeo y cine para conformar el discurso de El gran río. Resistencia, Rebeldía, Rebelión, Revolución. Comisariada por Lucía Jalón Oyarzun y David Sánchez Usanos, la muestra se prolongará hasta el 26 de agosto. “En vez de organizar una celebración sobre el 17 y el 68, hemos propuesto, tras más de dos años de trabajo, una reflexión sobre el conflicto en un proyecto en el que cobra especial relevancia la película y el catálogo”, añade Barja.

Potencial poético

La película está compuesta por 22 episodios (algunos más históricos, otros enfocados temáticamente), que se pueden ver independientemente o en conjunto. El montaje pretende también subrayar el potencial poético de las imágenes de archivo de múltiples procedencias, apoyándose en textos de Leonardo da Vinci, Bertold Brech, Sófocles y Albert Camus, entre muchos otros.

“Hemos planteado El gran río como una intervención a distintos niveles: visual (exposición), textual-libresco (catálogo), fílmico (película) y conversacional (ciclo de diálogos y conferencias). Pensamos que la revolución no es algo del pasado, que pertenezca a los grandes nombres y momentos insignes de la historia, la revolución no es para los museos ni las conmemoraciones: la revolución ha de ser de todos, ha de cambiar la experiencia y la vida cotidiana de la gente. La revolución es aquí y ahora”, explica Sánchez Usanos, uno de los dos comisarios de un proyecto en que el que también han trabajado Elisa y Farael Celda, Óscar Vincentelli y el propio Barja.

El gran río es un proyecto singular, similar a los que el Círculo dedicó a Walter Benjamin y a Fernando Pesoa. Ofrece una experiencia cultural que se filtra como el agua en el espectador y lector que se deje llevar por la corriente del pensamiento.

UNA ANTOLOGÍA DE CITAS
El catálogo de la exposición es una antología de fragmentos de textos y citas, relativa a los materiales de que está hecho el pensamiento. Por ejemplo, en el epígrafe Revolución, teorías y definiciones, se incluyen citas de Hannah Arendt (“La naturaleza del inicio ya implica y comporta (...) la arbitrariedad de lo absoluto”), J. W. Goethe (“Cuanto existe merece perecer”) o P.  J. Proudhon (“El poder es en sí cosa mecánica, la revolución es creación”). En el apartado Sobre la verdad, entran F. Fanon (“La búsqueda de la verdad es colectiva”) o T. Adorno (“La necesidad de expresar el sufrimiento es condición de toda verdad”).

https://elpais.com/cultura/2018/03/23/actualidad/1521822589_230864.html

jueves, 28 de diciembre de 2017

Noviembre 1917- La democracia en el socialismo Miguel Salas 03/12/2017

Recordad que de aquí en adelante
sois vosotros mismos los que administráis el Estado.
Nadie os ayudará si no os unís por impulso propio
y si no cogéis en vuestras manos todos los asuntos del Estado.
(Lenin)

La toma del poder por una nueva clase social es el momento cumbre de todo proceso revolucionario y, al mismo tiempo, solo es el inicio de la titánica tarea de crear una nueva sociedad. Cuando la burguesía se adueñó del poder, en la revolución francesa o americana, previamente había conquistado buena parte de la base económica de la sociedad, sin embargo, para la revolución obrera adueñarse del poder era la condición previa para empezar a cambiar las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la sociedad. El nuevo gobierno representativo de los soviets tuvo desde el primer día una tarea inmensa. La situación no dejaba de ser desesperada. La burguesía y los terratenientes no podían creerse lo que estaba sucediendo y confiaban que los bolcheviques no pudieran sostenerse en el poder. Kerensky, que había logrado huir, contactó con generales golpistas para marchar sobre Petrogrado, los oficiales reaccionarios intentaron organizarse y contaron, lamentablemente, con el apoyo de los mencheviques y social-revolucionarios. Al día siguiente de la insurrección, el 26 de octubre, formaron un Comité de Salvación de la Patria y la Revolución, otro intento más de conservar la alianza con la burguesía en contra de la revolución, no para hacer declaraciones formales ni para ejercer el papel de oposición, sino para llamar “a todos los ciudadanos a negar obediencia a los bolcheviques, a resistir de una manera activa a la sublevación, a echar mano del sabotaje y de la desorganización del avituallamiento. Su santo y seña es: Todos los medios son buenos contra los bolcheviques.” (Publicado en el diario Novaia Zhizn del 28 de octubre de 1917) El fracaso militar de los primeros intentos contrarrevolucionarios permitió un pequeño respiro. El 2 de noviembre la insurrección obrera se impuso en Moscú, mientras por toda la extensa Rusia iba prendiendo la llama de la revolución. La contrarrevolución fue sofocada porque no tenía apoyos suficientes entre la población. La guerra civil, que duraría hasta 1920 y causaría millones de muertos y la devastación de todo el país, solo pudo sostenerse por la ayuda e intervención de ejércitos extranjeros. Ejércitos de diez países intervinieron directamente y fueron los gobiernos imperialistas quienes sostuvieron y pagaron esa guerra contra los soviets, sin esa intervención la guerra civil probablemente hubiera durado bien poco.

Para ganar en la guerra de clases, lo decisivo eran las medidas políticas que el gobierno iba desarrollando. En la entrega del mes de octubre explicamos que las primeras decisiones fueron el llamamiento a una paz inmediata y sin anexiones y la entrega de la tierra a los campesinos. Los Comisarios del Pueblo (los ministros en los gobiernos burgueses) recibirían un sueldo igual al salario medio de un obrero cualificado, además de un suplemento de cien rublos mensuales por cada miembro de sus familias que no estuviese en edad de trabajar. El 2 de noviembre se promulgaba “la declaración de los derechos de los pueblos de Rusia” que ponía en práctica la igualdad y soberanía de los pueblos; el derecho de los pueblos a disponer de su propio destino, inclusive la separación; la abolición de todos los privilegios nacionales y religiosos y el libre desarrollo de todas las minorías nacionales. Esta declaración se complementó el 22 de noviembre con un llamamiento a los obreros musulmanes de Rusia y de Oriente en el mismo sentido. El 5 de noviembre se firmó un llamamiento a la población para combatir el sabotaje, “Poneos manos a la obra -decía- desde abajo, sin esperar que os den señal alguna. Instaurad el orden revolucionario más severo.” El 10, se emite un decreto aboliendo la diferencia de castas, el mismo día se deja a las municipalidades la tarea de proveer el avituallamiento local y de resolver la crisis de alojamiento por los medios que estén a su alcance. El 14 de noviembre, mediante un decreto, se invita a los obreros a que controlen, mediante sus respectivos comités, la producción, los negocios y la situación financiera de las empresas. El 1 de diciembre se crea el Consejo Superior de Economía; el 2, se firma un armisticio con Alemania; el 4, se establece el derecho de revocación de los cargos electos por sus electores, sin la necesidad de esperar a nuevas elecciones; el 7, se decide formar una Comisión extraordinaria para luchar contra el sabotaje y la contrarrevolución; el 9, se inician las conversaciones de paz en la ciudad de Brest-Litovsk (que no finalizarán hasta marzo de 1918) El 11 de diciembre se decreta la jornada de 8 horas de trabajo en la red ferroviaria (en la mayoría de las empresas ya se había conquistado antes de octubre) y se decide la creación de una Comisaría de Instrucción Pública para la enseñanza general, laica y gratuita (hasta entonces buena parte de la enseñanza básica estaba en manos de la Iglesia) El 14, se presenta ante el Consejo Superior de Economía el decreto sobre la nacionalización de los bancos; el 16, se establece la elegibilidad de los grados en el ejército y se decreta la confiscación de los bienes de la Sociedad Metalúrgica ruso-belga; el 17, se hace lo mismo con la Sociedad de Electricidad 1886; el 18, se legalizó el matrimonio civil y el 19, el derecho al divorcio; el 24, se acordó confiscar las industrias Putilov; el 29, se resolvió dejar de pagar el pago de cupones de rentas y dividendos; el 31, se creó un colegio de protección a la maternidad y a la infancia. El 3 de enero, se proclamó la República Federativa de los Soviets de Rusia. Una inmensa tarea legislativa para empezar a construir el socialismo.

Crisis de gobierno
En ningún manual estaban escritos los pasos a dar tras la victoria de la revolución. De hecho, muchos la veían como una anomalía histórica que hubiera sido mejor evitar. Los revolucionarios rusos solo contaban con el conocimiento de la revolución francesa y con las experiencias de la Comuna de Paría de 1871 y la revolución rusa de 1905, pero se atrevieron y tuvieron que decidir, improvisar y poner en práctica lo que nadie había hecho en la historia.

Se pretende explicar algunas de las causas de la posterior degeneración estalinista en un primigenio pecado original sobre el supuesto carácter dictatorial del bolchevismo y su rechazo hacia las otras tendencias socialistas, los mencheviques y los social-revolucionarios. Pongamos las cosas en su sitio. Lenin defendió que, dada la fuerza de los soviets que agrupaban a la mayoría de la clase trabajadora y los campesinos, era posible un tránsito pacífico si los partidos mayoritarios en los soviets tomaban el poder. Pero las tendencias socialistas moderadas rechazaron esa posibilidad y prefirieron la alianza con la burguesía, con todo lo que eso significaba, mantener la guerra, no dar la tierra a los campesinos, etc. Cuando en octubre, en el II Congreso de los soviets, los bolcheviques lograron la mayoría, el resto de tendencias socialistas abandonaron el Congreso y rechazaron sus decisiones, sólo se mantuvo una minoría menchevique, encabezada por Martov, y otra de los social-revolucionarios de izquierda, que presionaron para que se formara un gobierno de todas las tendencias socialistas. ¿Un gobierno entre quienes querían avanzar hacia el socialismo y quienes querían seguir manteniendo su alianza con la burguesía? Los bolcheviques propusieron un gobierno responsable de poner en práctica el programa decidido en el Congreso, paz, pan y tierra. “¡Que los conciliadores acepten nuestro programa y entren en el Gobierno!”, repetía Lenin, pero nadie respondió positivamente. Así fue como se conformó el primer gobierno de la revolución.

El vértigo de empezar a construir una nueva sociedad también afectó a la dirección del partido bolchevique. A los pocos días de estar en el gobierno, algunos miembros del gobierno y otros dirigentes del Comité Central decidieron dimitir de sus responsabilidades para presionar a favor de la formación de un gobierno de todos los partidos socialistas. La situación era crítica, pero pudo resolverse democráticamente. En esos tiempos las diferencias políticas solo eran eso, políticas, se debatían y se decidían por mayorías y minorías. Víctor Serge escribió en El año I de la revolución rusa: “No conocemos en la historia del movimiento obrero otro caso de una crisis tan grave que se haya resuelto de una manera tan sencilla y tan lógica.” No será la única ocasión. La cruel guerra civil y la paz de Brest-Litovsk con los alemanes y austríacos pusieron de nuevo al partido ante el abismo de la ruptura.

...

Rosa Luxembourg
En las polémicas sobre la revolución rusa suele utilizarse un breve ensayo de Rosa Luxembourg titulado La revolución rusa [https://www.marxists.org/espanol/luxem/11Larevolucionrusa_0.pdf] para enfrentar sus opiniones a las del bolchevismo. Rosa, junto a Karl Liebneckt, fue una de las pocas revolucionarias que en Alemania denunció desde el primer día el carácter imperialista de la guerra y la traición de los dirigentes de la socialdemocracia alemana. Por su denuncia fue juzgada y condenada en junio de 1916. La revolución de noviembre de 1918 la liberó, pero en enero de 1919 fue asesinada por las fuerzas policiales que dirigían sus ex camaradas socialdemócratas.

Rosa escribió el ensayo en las duras condiciones de la cárcel y con poca información, como también se quejaba Liebneckt “incapaz una vez más de enterarme como es debido de los problemas rusos”, pero cuando recibió la noticia de la caída del zarismo no pudo más que exclamar: “una ventana se ha abierto al fin bruscamente y ha penetrado una corriente de aire puro y vivo.” En su trabajo polemizó con los bolcheviques sobre la política agraria, sobre la autodeterminación de las naciones y sobre la Asamblea Constituyente, pero, curiosamente, quienes pretenden utilizarla contra el bolchevismo solo suelen referirse a esta última cuestión. Efectivamente, Rosa plantea toda una serie de críticas y reservas sobre la política de los bolcheviques, en el sentido de que sus medidas ahogan la vida democrática y defiende “la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la democracia sin límites.” Es más que probable que los bolcheviques apoyaran esa afirmación y, de hecho, son numerosos los llamamientos a la iniciativa audaz de las masas, a que sean ellas mismas quienes gestionen el Estado, “la organización proletaria tiene que hacer prodigios”, repetía Lenin. Pero todo eso sucedía con una guerra civil en marcha y con el retraso y posterior fracaso de la revolución en Europa.

Y como la polémica de Rosa se desarrolla a partir del reconocimiento y la importancia de la revolución rusa, expresa sus críticas teniendo en cuenta esas circunstancias. Se lee en su ensayo: “Todo lo que sucede en Rusia es comprensible y refleja una sucesión inevitable de causas y efectos que comienza y termina en la derrota del proletariado en Alemania y la invasión de Rusia por el imperialismo alemán” y, continúa más adelante, “pues una revolución proletaria modelo en un país aislado, agotado por la Guerra Mundial, estrangulado por el imperialismo, traicionado por el proletariado mundial, sería un milagro.” No pretendemos negar las diferencias de Rosa, que no tuvo ocasión de compartir con Lenin o Trotsky, y sobre las que no volvió a insistir desde que salió de la cárcel en noviembre de 1918, pero sí denunciar el abuso interesado de sus opiniones para desprestigiar la revolución. En la biografía de Rosa Luxemburg, escrita por Peter Nettl, escribe que ese ensayo “cumpliría mejor su objeto si lo viéramos como un análisis de la revolución ideal basado, como buena parte de la obra luxemburguiana, en una forma de diálogo crítico […] Los que se sienten felices con las críticas a los fundamentos de la revolución bolchevique harían mejor en dirigirse a otra parte.”

PD.:
En el suplemento cultural de El País del 2 de diciembre, el escritor Antonio Muñoz Molina ha publicado un artículo titulado "Un retrato de Lenin". Más que un retrato se ha limitado a recoger las más burdas calumnias e intoxicaciones. Dice que “La obsesión de Lenin no era la justicia social ni la igualdad, sino el poder político absoluto.” ¿Alguien podría explicarle la diferencia entre Lenin y Stalin?

Escribe también: “No habría llegado a Rusia sin la asistencia directa del Alto Mando alemán, que organizó su viaje en tren y le dio todo el dinero que necesitaba para la organización y la propaganda.”

¿Este es el nivel de conocimientos de la intelectualidad actual? Hace cien años que corren tales calumnias y está visto que no cesarán nunca. No se trata ni de cultura ni de conocimientos, sino de la estupidez de quienes sencillamente no pueden reconocer la verdad y tienen la posibilidad de seguir publicando mentiras.

http://www.sinpermiso.info/textos/noviembre-1917-la-democracia-en-el-socialismo

martes, 7 de noviembre de 2017

_- La Revolución de Octubre: Diez días que transformaron el mundo

_- Poco antes de las 10 de la noche del día 7 de noviembre de 1917 (el 25 de octubre según el calendario juliano vigente en Rusia en ese momento), apenas transcurrida una hora desde que se había inaugurado el II Congreso de los Soviets (asambleas) de Diputados Obreros y Soldados, la Guardia Roja -después de escuchar la señal esperada: un cañonazo del acorazado Aurora-, tomaba al asalto el pazo de Invierno, sede del gobierno provisional ruso, procediendo a la detención de varios ministros, aunque el primer ministro Kerenski pudo abandonar la ciudad de Petrogrado. Horas más tarde, sobre las 5 de la madrugada del día 8 (26), después de tensos debates en los que participaron principalmente los mencheviques y bolcheviques, el Congreso de los Soviets ‘toma el poder en sus manos’.

En el transcurso de ese mismo día, el Comité Militar Revolucionario desarrolló una intensa actividad legal para garantizar el orden público (se persiguieron la especulación y cualquier acto delictivo…) y el funcionamiento de la administración (se ordenó al funcionariado que permaneciera en sus puestos de trabajo…), se liberó a todos los presos políticos que el Gobierno presidido por Kerenski había mantenido o metido en la cárcel y se abolió la pena de muerte.

Paralelamente, el Congreso nombró un Gobierno interino presidido por Lenin, que inmediatamente puso en marcha las primeras medidas revolucionarias:

Anunció una propuesta de ‘paz justa y democrática’, que comunicó sobre las 10 de la noche de ese día 8 de noviembre, que no llegó a fructificar, por lo que el Gobierno soviético se vio obligado a negociar un armisticio al margen de las potencias beligerantes con las que estaba aliada y que continuaron la guerra.

Aprobó, en la madrugada del día 9, dos decretos fundamentales:

Sobre la tierra, mediante el cual se abolía la propiedad de la tierra, por lo que –en consecuencia-, se suprimían los latifundios en manos del Estado, la Corona, la Iglesia y la aristocracia, que pasaban a ser patrimonio de todo el pueblo para que la trabajase en régimen de usufructo.

Sobre la constitución del poder, que establecía la constitución de un gobierno provisional para todas las Rusias: el Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin e integrado, entre otros, por Leon Trotski (Negocios Extranjeros), Anatoli Lunacharski (Instrucción Pública), Stalin (Asuntos de las Nacionalidades) o Alexandra Kollontai (Asistencia Social), que de ese modo se convirtió en la primera mujer en la historia en ocupar un cargo ministerial.

Según ese decreto, el nuevo Gobierno de Comisarios del Pueblo tendría que trabajar en estrecha alianza con las organizaciones obreras, campesinas, de soldados y de empleados públicos… y tendría por misión ejecutar el programa de Gobierno aprobado por el Congreso de los Soviets.

Así, si el Gobierno revolucionario había sido fiel a sus consignas en las primeras horas de la Revolución con el anuncio de la paz y el decreto de la tierra, en los siguientes días desplegó una intensa actividad revolucionaria, que se concretó en la aprobación de los siguientes decretos:

Sobre prensa (10 de noviembre), por el cual el Estado se hacía con el control de las imprentas –eliminando de esa forma la dependencia de la publicidad y el capital privado-, cuyo uso se cedía al propio Estado, a los partidos de acuerdo con su apoyo ciudadano y en último lugar a los ciudadanos que lo demandasen siempre que tuviesen alguna proyección social. Asimismo, la prensa estaba obligada a informar de los objetivamente (por lo que se cerraron cabeceras que deformaban deliberadamente los hechos) y se prohibieron las publicaciones que instigasen a la resistencia o a la desobediencia.

Sobre milicia (10 de noviembre), mediante el cual se constituía una milicia popular puesta a las órdenes de los soviets.

Seguro social (11 de noviembre), que benefició a todos los obreros y a todas las obreras que perdieran su capacidad para trabajar por enfermedad, mutilación, vejez, desempleo…

Educación (11 de noviembre), estableciendo la educación obligatoria, por lo que se pusieron en marcha las primeras campañas de alfabetización y de escolarización de la población.

Control democrático de las fábricas (16 de noviembre), por el cual se establecía que las fábricas pasaban a estar en manos de un comité de obreros que se encargaría de garantizar la producción, de revisar las cuentas de la empresa y del mantenimiento del orden, la disciplina y la protección de los bienes dentro de las fábricas.

Algunos días después tomaron forma otras demandas históricas de las clases populares:

Se estableció la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.

Se estableció la separación de la Iglesia y el Estado, por lo que la religión quedaba completamente excluida del ámbito público y estatal -incluido el escolar y sanitario-, se reconocían, entre otros, el derecho al matrimonio civil, al divorcio, al aborto o a la homosexualidad –que no se incluyó como delito en el Código Penal de 1926-. No obstante, con el tiempo, algunos de esos derechos (aborto, homosexualidad…) serían prohibidos…

Se estableció una equiparación salarial entre el funcionariado y el proletariado, por lo que además se fijaba un salario máximo en relación al salario mínimo.

Se abolieron los antiguos tribunales de tradición aristocrática y se crearon tribunales populares.

Se estableció una banca pública al servicio de los intereses de las clases populares. Y entre otras medidas,

Se reconoció el derecho a la autodeterminación y a la igualdad de todos los pueblos de Rusia, cuya Declaración de Derechos se proclamó el 27 de noviembre, poniendo fin a siglos de opresión étnica y cultural de al menos 100 minorías étnicas que de ese modo vieron reconocido su derecho a la existencia.

Ya a principios de 1918 se aprobó la Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, en la que se recogían los derechos al trabajo, a educación, a reunión, a libertad de expresión y conciencia… que se incorporarían en la Constitución de la nueva República soviética (10 de julio de 1918) y se firmó el Tratado de Brest-Litovks (3 de marzo de 1918) con los imperios centrales (Austría-Hungría y Alemania) en condición de potencia ‘perdedora’, lo que supuso el reconocimiento de la independencia de Polonia, Finlandia, Ucrania, Georgia y Azerbaiyán, así como la renuncia a los Estados bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) y a Besarabia. En definitiva, la pérdida del 26% de la población, el 27% de las tierras fértiles, el 75% del carbón, del hierro y del acero, el 26% de las vías férreas y el 40% del proletariado industrial. Un duro golpe para la naciente república soviética...

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=233730

miércoles, 18 de octubre de 2017

La Revolución de Octubre cien años después

El Viejo Topo

Introducción a La Revolución de Octubre cien años después

Las grandes revoluciones hacen la historia; las resistencias conservadoras y las contrarrevoluciones no hacen más que retrasar su curso. La revolución francesa inventó la política y la democracia modernas; la revolución rusa abrió el camino a la transición socialista; la revolución china asoció la emancipación de los pueblos oprimidos por el imperialismo a su implicación en la vía del socialismo.

Estas revoluciones son grandes, precisamente porque son portadoras de proyectos que están muy por delante de las exigencias inmediatas de su tiempo. Y es por ello que chocan, en su progresión, con las resistencias del presente que están en el origen de los retrocesos, de los termidor y de las restauraciones. Las ambiciones de las grandes revoluciones, expresadas en las fórmulas de la revolución francesa (liber tad, igualdad, fraternidad), de la revolución de Octubre (proletarios de todo el mundo, ¡uníos!), y del maoísmo (proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, ¡uníos!) no encuentran su traducción en la realidad inmediata. Pero siguen siendo los faros que iluminan los combates siempre inacabados de los pueblos por su realización. Es, pues, imposible comprender el mundo contemporáneo haciendo abstracción de las grandes revoluciones.

Conmemorar estas revoluciones equivale, por tanto, a tomar la medida de sus ambiciones (la utopía de hoy será la realidad de mañana) y al mismo tiempo comprender los motivos de sus retrocesos provisionales. Los espíritus conservadores y reaccionarios se niegan a hacerlo. Quieren hacer creer que las grandes revoluciones no han sido más que accidentes desafortunados, que los pueblos que las han hecho, llevados por su entusiasmo engañoso, se han metido en un callejón sin salida y a contracorriente del curso normal de la historia. Estos pueblos han de ser castigados por los errores criminales de su pasado. Los espíritus conservadores no creen que sea posible ni desea – ble la emancipación de la humanidad y la abolición de las desigualdades. La desigualdad de los individuos y de los pueblos, la explotación del trabajo y la alienación son para ellos exigencias eternas.

Ya con ocasión del bicentenario de la Revolución Francesa pudimos ver cómo el coro mediático que está al servicio de los poderes reaccionarios desplegaba todos los medios a su alcance para denigrar a dicha revolución. Financiada por las instituciones académicas (ellas mismas inspiradas por los servicios de la CIA de Estados Unidos), la campaña en la que destacó entre otros François Furet reveló los objetivos reales de la estrategia contrarrevolucionaria. Este año, el mismo coro mediático ha puesto en marcha todos los medios de que dispone para vilipendiar a la revolución de Octubre. Los herederos del comunismo de la Tercera Internacional han sido invitados a lamentar los errores de sus convicciones revolucionarias de antaño. En Europa serán muchos los que lo harán.

Las grandes revoluciones constituyen la excepción en la historia y no la regla general. Y la predisposición de los pueblos concernidos a la radicalización de su imaginario del porvenir exige a su vez el examen de su historia particular en la larga duración. Mathiez, Soboul, Michelet, Hobsbawm y otros lo han hecho en el caso de la Revolución Francesa, y Mao en el de la vía china. Mi libro Rusia en la larga duración (2016) propone una lectura análoga respecto a 1917. La medida del alcance universal de las grandes revoluciones no excluye el examen de las condiciones históricas concretas propias de los pueblos concernidos; al contrario, combina el análisis de las mismas.

El primer capítulo de este libro pone el acento en las consecuencias dramáticas del aislamiento de Octubre. El siguiente capítulo (“Revoluciones y contrarrevoluciones de 1917 a 2017”) propone una lectura de la formación de las sociedades del centro imperialista contemporáneo susceptible de explicar la adhesión de los pueblos concernidos a la ideología del orden conservador, el mayor obstáculo al despliegue del imaginario revolucionario creativo. El tercer capítulo invita a hacer una distinción entre la lectura de El Capital de Marx y la de las realidades históricas constituidas por las naciones del capitalismo moderno. La primera de dichas lecturas proporciona la clave que permite comprender el capitalismo y tomar la medida de la ruptura que representa por oposición a todas las sociedades anteriores. La segunda permite precisamente situar en la larga duración a estas formaciones diversas del mundo contemporáneo y medir de este modo sus capacidades desiguales para avanzar por la larga ruta del socialismo. El cuarto capítulo prolonga el análisis de Mao relativo a las perspectivas propias de las regiones periféricas del sistema mundial. Sugiere a tal efecto una estrategia de etapas que asocia la liberación nacional a los avances posibles en el ámbito de los proyectos nacionales soberanos y populares.

Propongo conmemorar de este modo la Revolución de Octubre del 17, situando el acontecimiento en un marco actual, que solo es el del triunfo de la contrarrevolución “liberal” en apariencia, dado que dicho sistema ha entrado ya en buena medida en la ruta de su descomposición caótica, abriendo el camino a la cristalización posible de una nueva situación revolucionaria. 

Fuente:
http://tienda.elviejotopo.com/home/1405-la-revolucion-de-octubre-cien-anos-despues-9788416995271.html

domingo, 9 de julio de 2017

_- Aproximaciones a El siglo soviético, de Moshe Lewin Samir Amin y Octubre de 1917

_- Salvador López Arnal

Ante a los intentos del general Kornilov de aplastar la revolución en agosto las mujeres se sumaron a la defensa de Petrogrado construyendo barricadas y organizando la asistencia médica. En octubre las mujeres del Partido Bolchevique participaron en la asistencia médica y en las comunicaciones fundamentales entre las localidades, varias mujeres se responsabilizaron de coordinar el levantamiento en diferentes zonas de Petrogrado y algunas fueron miembros de la Guardia Roja. McDermid y Hillyer describen la participación de otra mujer bolchevique en octubre: “La conductora de tranvía A.E. Rodionova había escondido 42 rifles y otras armas en su estación de tranvía cuando el gobierno provisional trató de desarmar a los trabajadores después de los días de julio. En octubre ella se encargó de asegurar que dos tranvías con ametralladoras dejaran la estación para la toma del Palacio de Invierno. Tenía que asegurarse de que el servicio de tranvía funcionara durante la noche del 25 al 26 de octubre para asistir a la toma de poder y para comprobar los puestos de la Guardia Roja en toda la ciudad”.

Megan Trudell (2017)

Samir Amin [1] no se corta ni un pelo y va directo al núcleo del asunto: “la Humanidad entera debe mucho a la Unión Soviética surgida de esta revolución, pues fue el Ejército Rojo, y solo él, el que derrotó a las hordas nazis”. No sólo eso: “El modelo de la Unión Soviética, el de un estado plurinacional basado en el apoyo aportad por los menos necesitados a los más necesitados, sigue a día de hoy sin haber sido igualado”. Más aún: “El apoyo de la URSS a las luchas de liberación nacional de los pueblos de Asia y de África obligó en su momento a las potencias imperialistas a retroceder y a aceptar una mundialización policéntrica, menos desequilibrada, más respetuosa con la soberanía de las naciones y con sus culturas”.

Algunas de sus reflexiones más importantes [1]:

1. El imperialismo como fase superior del capitalismo.
“Lenin y Bujari, yendo más lejos que los análisis del Hobson y Hilderfing relativos al capitalismo de los monopolios y al imperialismo, sacaron la principal conclusión política: la guerra imperialista de 1914-1918 (prevista solo por ellos, o casi) hacía necesaria y posible una revolución guiada por el proleriado. Bujarin lo dejó escrito en 11915 (El imperialismo y la acumulación del capital) y Lenin en 1916 (El imperialismo fase superior del capitalismo)” (p. 9)
La posición de Amin:

“Con el beneficio que me de la perspectiva temporal, señalaré aquí los límites de sus análisis. Lenin y Bujarin consideran el imperialismo como una etapa nueva (superior), asociada a la transición al capitalismo de los monopolios. Yo he cuestionado esa tesis y he considerado que el capitalismo histórico ha sido siempre imperialista, en el sentido de que desde su origen en el siglo XVI ha sido el generador de una polarización entre sus centros y sus periferias, polarización que se fue intensificando durante el transcurso de su despliegue mundializado ulterior... Lenin y Bujarin pensaban que la revolución, iniciada en Rusia (el “eslabón débil”) tenía que proseguir en los centros (en Alemania en particular). Su esperanza se fundamentaba en una estimación a la baja de los efectos de la polarización imperialista, aniquilando la perspectiva revolucionaria en los centros”.

2. La Guerra Fría y la coexistencia pacífica.
 “Después de las guerras de intervención “calientes”, la guerra fría será permanente desde 1920 a 1990. El Occidente imperialista, como los nazis, n siquiera tolera la existencia de la Unión Soviética. Por su parte, Lenin primero y después Stalin tratan por todos los medios de hacerles comprender que no tienen intención de “exportar” su revolución; buscan la coexistencia pacífica por todos los medios diplomáticos a su disposición.

Durante el período de entreguerras Stalin había buscado desesperadamente la alianza de las democracias occidentales contra el nazismo. Las potencias occidentales no respondieron a la invitación; todo lo contrario, buscaron empujar la Alemania hitleriana a hacer la guerra a la Unión Soviética… Más tarde, con la entrada en al guerra de Estados Unidos, Stalin renovará sus tentativas de fundar la posguerra sobre una alianza duradera con Washington y Londres. Nunca renunciará a ello. Pero también en esta ocasión la política de coexistencia y de paz buscada por la Unión Soviética estará condenada al fracaso por culta de la decisión unilateral de Washington y Londres de poner fin a la alianza de guerra tomando la iniciativa d ella guerra fría al día siguiente de Postdam, dado que Estados Unidos dispone del monopolio de las armas nucleares”.

3. LA NEP, la Nueva Política Económica.
“Pero Lenin aprende rápidamente la lección que le impone la historia. La revolución, hecha en nombre del socialismo (y del comunismo) es en realidad otra cosa: es gran parte una revolución campesina. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo vincular al campesinado a la construcción del socialismo? ¿Haciendo concesiones al mercado y respetando la nueva propiedad campesina adquirida; progresando, pues, lentamente hacia el socialismo? Esta será la estrategia que pondrá en marcha la Nueva Política Económica. Sí, pero… porque Lenin y Stalin comprenden también que las potencias imperialistas no aceptarán nunca ni la Revolución ni la neuva NEP. Pues la Rusia soviética, por lejos que esté del poder construir el socialismo, se ha liberado ya del yugo que el imperialismo pretende imponer a todas las periferias del sistema mundial que está bajo su dominio; la Rusia soviética se desconecta”.

4. La doctrina Zdanov.
“Al año siguiente <1948>, Zdanov (de hecho, Stalin), con su famoso informe, que está en el origen de la creación del Komintern (forma atenuada dell renacimiento de la tercera Internacional), dividía también él el mundo en dos esferas: la esfera socialista (la URSS y la Europa del Este) y la esfera capitalista (el resto del mundo). El informe ignoraba las contradicciones que, en el seno de la esfera capitalista, oponen a los centros imperialistas y a las naciones de las periferias implicadas en la lucha por su liberación. La doctrina Zdanov tenía un objetivo prioritario: imponer la coexistencia pacífica y de este modo calmar los ardores agresivos de Estados Unidos y de sus aliados subalternos europeos y japoneses. En contrapartida, la Unión Soviética aceptaría adoptar un perfil bajo, absteniéndose de ingerirse en los asuntos coloniales que las potencias imperialistas consideraban como sus asuntos internos. Los movimientos de liberación, incluida la revolución china, no fueron apoyados con entusiasmo en aquella época, y se impusieron por sí mismos. Pero su victoria (en particular, evidentemente, la de China) introducía cambios en las relaciones de fuerza internacionales. Moscú solo tomó la auténtica medida de estos cambios después de Bandung, lo que le permitió, mediante su apoyo a los países en conflicto con el imperialismo, romper su aislamiento y convertirse en un actor principal en los asuntos mundiales”.

5. La colectivización.
“Son comprensibles por tanto los zigzagueos de Lenin, Bujarin y Stalin frente al doble desafío de la cuestión agraria y la agresividad de las potencias occidentales… Finalmente, a partir de 1930/1933 (y no sin que ello tenga relación con el ascenso del fascismo), Stalin impone la opción de la industrialización y del armamento acelerados.

La colectivización es el precio a pagar. Pero tampoco en este caso hemos de precipitarnos a emitir un juicio: todos los socialistas de la época (y los capitalistas todavía más) comparten los análisis de Kautsky en este punto y están convencidos de que el porvenir pertenece a la gran explotación agrícola (aludo aquí a las tesis de Kautsky en La cuestión agraria, primera edición de 1899). La idea de que la explotación familiar modernizada es más eficaz que la gran explotación tendrá que esperar mucho tiempo antes de sr aceptada. Los agrónomos (en particular los de la escuela francesa) comprendieron antes que los economistas que la división extrema del trabajo del modelo industrial no era conveniente en el caso de la agricultura; el agricultor se enfrenta a las exigencias de unas tareas políticas difíciles de prever…”

6. Abandono de la democracia.
“La ruptura de la alianza obrera y campesina que implicó la opción de colectivización en las formas concretas que adoptó está en el origen del abandono de la democracia y de la deriva autocrática”

7. China y Mao.
“La diferencia es importante; impone una perspectiva larga de mantenimiento de la alianza obrera y campesina. Esto permitirá a China no cometer el error fatal de la colectivización forzosa, e inventar otra vía que hará conciliable la propiedad del Estado sobre la totalidad del suelo agrícola con el acceso legal de los campesinos al uso de la tierra y con la explotación familiar renovada. Mao da una respuesta nueva a la cuestión agraria, basada en la pequeña explotación familiar renovada sin pequeña propiedad, reduciendo la presión migratoria hacia las ciudades, y haciendo compatible el objetivo estratégico de la soberanía alimentaria con la construcción de un sistema industrial nacional completo y moderno… La fórmula es ciertamente la única respuesta posible a la cuestión agraria para todos los países del Sur contemporáneo, aunque las condiciones políticas que hacían posible su puesta en práctica solo se dieron en China y en Vietnam”.

Podemos dejarlo en este punto. Continuamos en la próxima entrega.

(1) Tomo pie en Samir Amin, Octubre 1917, Vilassar de D’Alt, El Viejo Topo, 2017 (traducción de Josep Sarret) y en Samir Amin, Rusia en la larga duración, Vilassar de D’Alt, El Viejo Topo, 2017.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Aniversario de la Revolución de Octubre

7 de Noviembre: Aniversario de la Revolución de Octubre

La Rusia zarista se guiaba por el antiguo calendario juliano, distinto del gregoriano que hoy se usa en todas partes. Eso hizo que la fecha del triunfo de los soviets, el 25 de octubre según el calendario prerrevolucionario, coincidiese con el 7 de noviembre gregoriano. De ahí procede la aparente contradicción temporal de una Revolución de Octubre que se celebra en noviembre.

La recién nacida Unión Soviética adoptó el calendario gregoriano de inmediato, pero no por ello dejó de aludir a su revolución como culminada en el mes de octubre. Más tarde, la inolvidable película de Eisenstein fijó para siempre esa confusión.

Sobre el 7 de noviembre de 1917 y su importancia histórica se han escrito toneladas de páginas. La Revolución rusa fue la segunda de la historia, pero la primera que ganó el proletariado, pues la francesa –de carácter burgués– dejó intacta la propiedad privada capitalista de los medios de producción como sistema económico imperante. En cambio, la Revolución rusa fue la prueba tangible que necesitaban los parias de la tierra para estar seguros de que el sueño de Marx no era irreal. ¿Cómo no iba a representar el principio de una nueva esperanza? El capitalismo explotador esta vez no siguió en pie, sino que fue reemplazado por el comunismo, bellísimo concepto a pesar de toda la desinformación que ha sufrido durante más de un siglo, y ese comunismo significaba la igualdad en el disfrute de los bienes terrenales.

Que en última instancia aquel edificio se derrumbara siete décadas después no hace menos sublime su construcción. A lo sumo nos confirma que los sueños, una vez realizados, necesitan mimo y lucha diaria durante toda la vida para que no se extingan.

El comunismo, ese bellísimo concepto, sería la “igualdad de disfrute de los bienes terrenales”. Se trata de un concepto básico del materialismo histórico, que se desprende de la sociedad sin clases y de la propiedad pública de los medios de producción. El paraíso, si es que existe, está aquí abajo y no tiene por qué ser sólo para unos pocos, sino para todos. A eso se le llama compartir, lo cual es ajeno a la naturaleza del capitalismo. El mensaje evangélico del cristianismo es exactamente igual que el del comunismo, salvo que se adentra en el terreno del pensamiento mágico para fantasear un hipotético disfrute igualitario en el más allá... Seguir leyendo aquí.
“Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversas maneras. Sin embargo, lo importante es cambiarlo.” Marx. (Tumba de Karl Marx en el Highgate Cemetery de Londres (Palabras de una entrevista con Manuel Talens, para leerla entera hacer clik en el titular)