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jueves, 25 de abril de 2019

Brecht y Piscator: Un legado teatral y político

Juan Antonio Hormigón y César de Vicente, en la presentación en la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León Javier Dámaso
Valladolid

Domingo, 15 de Diciembre de 2013

La relación entre teatro y política constituye uno de los aspectos más ricos de la dimensión social del teatro. Erwin Piscator y Bertold Brecht son con seguridad los representantes más cualificados del uso político, expreso y deliberado, del teatro. Que todo teatro es político, en el sentido de que manifiesta una visión determinada del poder y una lógica sobre el poder, es incuestionable, pero la utilización del teatro como instrumento de expresión de la crítica social y de combate político es otra cosa.

El pasado 10 de diciembre se presentaron en la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León dos libros editados por la Asociación de Directores de Escena de España sobre Bertold Brecht y Edwin Piscator: El legado de Brecht, de Juan Antonio Hormigón (donde recoge sus estudios sobre Bertold Brecht desde 1966) y Piscator: Teatro, política y sociedad, una selección de textos de este autor, traducidos por Cristina Díez Pampliega, con edición a cargo de César de Vicente Hernando.

A la presentación acudieron Juan Antonio Hormigón, autor del primero de los libros, director teatral y Secretario General de la Asociación de Directores de Escena de España y César de Vicente Hernando, responsable de la edición del segundo libro y filólogo, investigador y director de escena.

El legado de Brecht
A mi juicio, el libro de Juan Antonio Hormigón es un libro necesario, por Bertold Brecht y por el propio Juan Antonio Hormigón. Por Brecht, porque su obra y su método siguen siendo actuales. Su humor, su acidez, su frialdad, son como cuchillos, cortantes, impactantes. Brecht construye un método y puede utilizarse y jugarse con él. Un espectáculo de plena actualidad y de éxito en nuestro país como “Siglo de Oro, siglo de ahora (Folía)”, de la compañía española Ron Lalá, donde hay una ácida crítica social y se advierten técnicas de distanciamiento, es heredero del método brechtiano. Brecht está vivito y coleando y se pasea por los escenarios.

Y es un libro necesario por Juan Antonio Hormigón, porque como investigador teatral ha demostrado una fidelidad brechtiana encomiable, de la que este libro hace prueba. Recoger su obra brechtiana en un conjunto de textos que abarcan más de cuarenta años da como resultado observar una mirada de enorme lucidez, fruto del manejo de la teoría teatral. Y es que la teoría teatral constituye una verdadera “teoría de la acción humana”, con la intención de comprenderla, de determinar sus fines e intenciones. Otras disciplinas del conocimiento ofrecen también su propia teoría de la acción humana, como la Economía (en aras a interpretarla desde y conducirla hacia un fin lucrativo) o el Derecho Penal (con objeto de determinar su carácter delictivo, a través de los tipos penales). Pero a diferencia de esos campos del conocimiento que interpretan la acción humana desde una finalidad concreta y la tiñen de una intencionalidad específica, reduciéndola a sus parámetros, la teoría teatral persigue desvelar sus intenciones, sus interrelaciones, y poder representarla de modo reconocible (“verosímil”) por otros humanos. El interés por descubrir la lógica de poder de la acción humana, su dimensión política, hace de la teoría teatral un valioso instrumento de análisis político y de lucidez política. Y ese ha sido uno de los intereses más claros y de los quehaceres que Juan António Hormigón muestra en este volumen, de forma que la recopilación permite observar todo el elenco de trabajos en perspectiva.

Para mí, subjetiva y personalmente, el libro tiene el valor sentimental de contener, entre el listado de obras de Brecht representadas en España, una referencia al montaje que, con la Compañía Aristófanes, dirigí en 1984 de la pieza Romántico Cabaret, que recogía textos de Bertold Brecht. Fue un espectáculo que me produjo, a mis veinte años, mucha alegría montar, pero enormes disgustos después, entre ellos el enfado de algunos familiares que se personaron en el estreno y se escandalizaron ante las escenificaciones procaces, con la prostituta Jenny, de la “Balada de la tiranía del sexo” y de la “Balada del rufián”, en un ambiente de chulos y prostíbulos. Y es que Brecht en su retrato social se muestra descarnado. En ese caso, exhibiendo de forma desnuda el apetito sexual y la doble moral de ciertos sectores de la sociedad.

Brecht sigue siendo incómodo, hoy lo es sin duda si se ponen sobre la escena sus obras donde denuncia hasta dónde es capaz de llegar la codicia de la banca y de los empresarios (el mercado de la carne de Santa Juana de los Mataderos). El distanciamiento brechtiano es también eso, la muestra descarnada de la acción: “ahí lo tienes”. El teatro épico contiene la intencionalidad de controlar los efectos de la acción sobre el público. Hacer que el espectador tome conciencia de lo que ve. Pero Brecht sabe que el teatro es arte y su “teatro épico”, como decía Walter Benjamin, avanza a empellones, a través del shock, como el cinematógrafo.

Piscator: Teatro político
Si para la dogmática teatral Brecht es el “teatro épico”, el “teatro dialéctico”, Piscator es, propiamente dicho, el “teatro político”. A mi juicio, a diferencia de Brecht, Piscator muestra una evolución menos tabulada, mucho más orgánica, más flexible. Una evolución que se manifiesta con toda claridad en los textos del libro: Piscator parte del Teatro Proletario (en el que comparte las ideas con Lunacharski del arte proletario), pasa por el AGITPROP (agitación y propaganda), para ir a los escenarios del teatro burgués, para conseguir proyectar su mensaje, y se anticipa en los años 60 a las posiciones de Pasolini, al proponer como destinatarios de su teatro a unas clases medias inquietas e intelectuales. Piscator se plantea el problema de la producción: ¿quién es el destinatario del teatro? Para concluir que la sociedad, los elementos más avanzados de la sociedad, tras haber intentado un teatro para el proletariado.

Lo cierto es que Brecht eclipsó a Piscator. Éste se inicia con un “arte de partido” para ir hacia un arte social. En la primera fase del Teatro Proletario de los años veinte fue de fracaso en fracaso (“Llevo mis deudas como Göring llevaba sus medallas”, decía). Brecht trabajó en la “oficina dramatúrgica” de Piscator (en palabras de Alfonso Sastre) y Piscartor, sin ningún resentimiento, terminó diciendo que él había inventado el teatro épico en la escena y Brecht en el drama.

El punto de partida de Piscator será el “teatro-documento”, en la intención de “traer a primer plano los fondos”, aunque, al tratarse de arte, con un “ingrediente lírico emotivo”. Desde esa perspectiva del documento, a diferencia de Brecht (que se pregunta “¿Cuál es la historia?”), Piscator manifiesta una tendencia antifabulista.

Su actualidad es plena. Él defendía que no había cabida a los clásicos sin transformarlos, sin hacer que su mensaje tuviera eficacia en la sociedad del presente. Esto se ha convertido ya en un lugar común del teatro actual. El modelo de El Tartufo de Marsillach, en nuestro país, es una buena muestra. Aunque desde hace años me pregunto cuándo se dejará de montar “El avaro” de Moliére como una farsa inane, cuando en su época fue una ácida crítica social. La existencia en nuestra época de sujetos como Bernard Madoff, capaces de vender a su familia por su codicia, muestran que el mensaje de Moliére tiene posibilidades de hablar del presente y no ser una cáscara vacía.

“¡Nada queda fuera de la política!”, decía Piscator. Y así es hoy en día con rabiosa actualidad. ¿Hay algo que en España quede fuera de la crisis? Y la crisis es política, o “no-política”, como bien sabemos, por la cesión de poder de los políticos al “mercado”. El último Festival de Teatro Clásico de Olmedo dio buena muestra de que nada quedaba fuera de la política y muchos de sus espectáculos constituían verdaderos discursos sobre el poder y la crisis. El Rey Lear del Centre Teatral de la Generalitat de Valencia constituia una manifestación plural de la avidez del poder, que finalizaba, significativamente, con un texto de Tiqqun, los herederos del situacionismo: “Alzarse. Alzar la cabeza. Por elección o por necesidad. Mirarse a los ojos y decir que volvemos a comenzar”.

Arte político y arte de Partido
Con todo, a mi juicio, lo que peor ha envejecido de ambos autores es la actitud que de un modo u otro, más en unas épocas que en otras, tuvieron como artistas de Partido, o como “compañeros de viaje”. Aquello de Brecht de “Quien lucha por el comunismo no tiene virtudes salvo una: que lucha por el comunismo”, o aquello otro de “El individuo tiene dos ojos, el partido tiene mil”. La estructura del poder del partido ha hecho no pocas veces que los “mil ojos” sirvan a los intereses del aparato y no a los intereses de la gente.

Es cierto que Brecht no se afilió al Partido Comunista y en su época de la RDA fue ambiguo e incluso se mantuvo en ocasiones en una prudente distancia de las autoridades. Piscator, por su parte, fue tomando otros derroteros y es sintomático que su etapa de 1951 a 1966 discurriese en la RFA.

Las relaciones entre las organizaciones políticas y la creación artística no siempre son fáciles. Contaré una anécdota personal. En 1989, siendo coordinador del Área de Cultura de Izquierda Unida de Valladolid (permanecí en IU hasta 1997), contactó conmigo un director de un grupo de teatro de la ciudad, pues ponían en escena Santa Juana de los Mataderos de Brecht y querían que promoviésemos que fueran a ver la obra, como expresión del Teatro Político, los afiliados y simpatizantes de la organización. La decepción y el fiasco fue enorme. El espectáculo era gratuito y la actriz protagonista se pasaba la mitad de la función desnuda sobre el escenario. Ella era una belleza, pero la obra era una estafa. Una estafa artística y una estafa política. Yo sentí vergüenza por el espectáculo que vi. Si el director quería ver a la primera actriz desnuda, seguramente tenía otras vías para lograrlo. Un vanguardismo gratuito desenfocaba completamente el sentido de la obra. Cualquier mensaje, no sólo el político, se había quedado por el camino.

Anécdotas aparte, los dos libros, como expresión de dos experiencias teatrales de una enorme consistencia, muestran que la relación entre teatro y política es fructífera y que el teatro no puede dejar de tener una función crítica en la sociedad. El teatro político y el teatro épico siguen vivos y de plena actualidad. Lo dejaron muy claro en Valladolid Juan Antonio Hormigón y César de Vicente Hernando.

http://anterior.ultimocero.com/articulo/brecht-y-piscator-legado-teatral-y-pol%C3%ADtico

jueves, 29 de marzo de 2018

_- El conflicto como motor del mundo. Un singular proyecto artístico reflexiona sobre la revolución, la resistencia y la rebeldía en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

_- La iconografía de la Revolución Rusa mantiene intacto su poder de atracción. Se pudo observar el pasado año cuando el trabajo de aquellos artistas de vanguardia, muchos de los cuales acabarían represaliados, inundó museos y páginas de publicaciones de todo el mundo con motivo del centenario del alzamiento contra el régimen zarista. También cautivan los brillantes eslóganes y la estética pop del Mayo del 68, tanto que su uso puede resultar manido incluso antes de que se cumpla estrictamente el 50 aniversario de las manifestaciones parisienses. Por eso y porque hay que buscar nuevas líneas de investigación, los responsables del Círculo de Bellas Artes de Madrid se plantearon ir más allá, sin dejar de consignar las dos efemérides. ¿Y qué tienen en común la revolución, la resistencia, la rebeldía y la revuelta? El conflicto, se respondieron.

A partir de ahí idearon un ambicioso proyecto intelectual que cuenta con citas e imágenes reconocibles, pero que centra su interés en el conflicto a través del tiempo, del arte, de la historia, de la política. Un relato poliédrico que igual alude el origen de la expresión revolucionaria “asaltar los cielos” (popularizada por Marx, aunque ya había sido empleada por Homero o Platón) que proyecta unos dibujos soviéticos de los años 20 apenas conocidos; exhibe recortes de periódicos sobre acontecimientos históricos que rememora el viaje en barcaza de una gigantesca estatua de un lenin caído, mientras en las orillas del río algunos súbditos se arrodillan como si fuera una deidad, en unas imágenes magnéticas filmadas por Angelopoulos para su película La mirada de Ulises.

“El conflicto es lo que mueve el mundo”, dice Juan Barja, poeta y director del Círculo, en mitad de la sala de exposición interactiva que conjuga frases, fotografía, vídeo y cine para conformar el discurso de El gran río. Resistencia, Rebeldía, Rebelión, Revolución. Comisariada por Lucía Jalón Oyarzun y David Sánchez Usanos, la muestra se prolongará hasta el 26 de agosto. “En vez de organizar una celebración sobre el 17 y el 68, hemos propuesto, tras más de dos años de trabajo, una reflexión sobre el conflicto en un proyecto en el que cobra especial relevancia la película y el catálogo”, añade Barja.

Potencial poético

La película está compuesta por 22 episodios (algunos más históricos, otros enfocados temáticamente), que se pueden ver independientemente o en conjunto. El montaje pretende también subrayar el potencial poético de las imágenes de archivo de múltiples procedencias, apoyándose en textos de Leonardo da Vinci, Bertold Brech, Sófocles y Albert Camus, entre muchos otros.

“Hemos planteado El gran río como una intervención a distintos niveles: visual (exposición), textual-libresco (catálogo), fílmico (película) y conversacional (ciclo de diálogos y conferencias). Pensamos que la revolución no es algo del pasado, que pertenezca a los grandes nombres y momentos insignes de la historia, la revolución no es para los museos ni las conmemoraciones: la revolución ha de ser de todos, ha de cambiar la experiencia y la vida cotidiana de la gente. La revolución es aquí y ahora”, explica Sánchez Usanos, uno de los dos comisarios de un proyecto en que el que también han trabajado Elisa y Farael Celda, Óscar Vincentelli y el propio Barja.

El gran río es un proyecto singular, similar a los que el Círculo dedicó a Walter Benjamin y a Fernando Pesoa. Ofrece una experiencia cultural que se filtra como el agua en el espectador y lector que se deje llevar por la corriente del pensamiento.

UNA ANTOLOGÍA DE CITAS
El catálogo de la exposición es una antología de fragmentos de textos y citas, relativa a los materiales de que está hecho el pensamiento. Por ejemplo, en el epígrafe Revolución, teorías y definiciones, se incluyen citas de Hannah Arendt (“La naturaleza del inicio ya implica y comporta (...) la arbitrariedad de lo absoluto”), J. W. Goethe (“Cuanto existe merece perecer”) o P.  J. Proudhon (“El poder es en sí cosa mecánica, la revolución es creación”). En el apartado Sobre la verdad, entran F. Fanon (“La búsqueda de la verdad es colectiva”) o T. Adorno (“La necesidad de expresar el sufrimiento es condición de toda verdad”).

https://elpais.com/cultura/2018/03/23/actualidad/1521822589_230864.html

lunes, 25 de septiembre de 2017

_- En la muerte de Antoni Domènech (1952-2017)

_- Daniel Raventós 

21/09/2017

El 17 de septiembre murió Antoni Domènech y el 20 tuvo lugar su sepelio. Dos días después hubiera cumplido 65 años. En este acto hablaron, por este orden: Ernest Urtasun y David López, por la familia, y sus amigos Concha RoldánDavid Casassas y Daniel Raventós. Reproducimos a continuación, traducidas y con los enlaces a los textos originales, las palabras que éste último dirigió a los asistentes en la despedida de Antoni Domènech, editor general de Sin Permiso. SP

Tener que hablar unos minutos en este acto por la muerte de Toni es duro para mí, como lo es para los miembros de su familia, pero lo hago porque nada me podría impedir dirigir estas breves palabras de homenaje que me han pedido que haga.

Tiempo habrá de hacer actos en recuerdo de su inmenso legado académico y también político, ambos difícilmente separables, pero hemos acordado con su compañera María Julia, su hija Marta, su yerno David, su hermana Roser, sus sobrinos Ernest y Eduard, y su cuñado Xavier, que hoy sea una despedida del Toni más político, porque así lo hubiera deseado él, como todos sus más íntimos estamos convencidos. No será pues hoy que me extenderé sobre su lúcida y aguda opinión sobre las miserias académicas, que comportaban como él decía sin concesiones a la galería hacer "amiguetes" (fer amiguets, suena más duro en la lengua en la que nosotros hablábamos) de forma creciente. No éramos ninguno de los dos demasiado comprensivos con determinadas tonterías que además afectan al erario público y a miles de estudiantes. Pero él menos. Era muy inclemente con quienes confundían un buen currículum académico con una buena y meritoria investigación. Me comentaba muchas veces, aunque no me está permitido decir nombres ¡lástima!: "el currículum se puede fabricar con contactos, devolución de favores, citas cruzadas y mezquindades similares ... pero sólo los necios y pobres de espíritu pueden confundir estos juegos de manos con una genuina investigación." He elegido "necios y pobres de espíritu" para no tener que escribir más duras y merecidas palabras que Toni disparaba sin manías.

Y ¿qué decir en pocas palabras de su pensamiento político? Mencionaré sólo 6 aspectos que no abarcan ni mucho menos todo su inmenso legado, pero que lo definen creo que muy bien. Y preferiré decirlo más con sus palabras que con las mías. Las suyas son mejores.

1. Enemigo implacable del posmodernismo y de su no inútil sino perniciosa aportación a las ciencias sociales y, por supuesto, a la política.

Le gustaba emplear una frase de su amigo Mario Bunge algo ampliada y modificada con el fin de liquidarse en un plis-plas al postmodernismo: "El postmodernismo, como los artículos adulterados, corrompen la cultura, ponen en peligro la búsqueda de la verdad y hacen perder tiempo a todos". Cuando quería dedicar páginas eruditas a la miseria postmoderna lo hacía con menos clemencia.

2. Algún medio de comunicación y en este caso creo que sin la menor mala intención, sino simplemente ignorancia extrema, ha llegado a decir que Toni continuó su formación con Wolfgang Harich y… ¡Walter Ulbricht!, que como todos sabéis fue del 50 al 71 el principal dirigente del Partido en el poder en la estalinista RDA. Harich pasó 8 años en las cárceles de la RDA de 1956 a 1964 por haber firmado un manifiesto democrático. En las cárceles del régimen de Ulbrich. Comprobar cómo salió de la cárcel Harich, 8 años después de haber entrado, conmocionó mucho a Toni, como me contó varias veces. Con Harich tenía una especial admiración. “Si tu dices que tengo memoria, tendrías que haber conocido a Wolfgang, ¡aquello sí que era una memoria prodigiosa!”. Y me contaba unas anécdotas sobre esta memoria de Harich que no tienen desperdicio.

En diciembre de 2005 escribía: “Todos los totalitarismos de la pasada centuria –el nazi-fascista y el estalinista del segundo cuarto del siglo XX y el neoliberal del último cuarto— se han apoyado de uno u otro modo en filosofías relativistas: en filisteísmos epistemológicos o éticos.”

En una entrevista de finales de 2006 decía:

“Muy pronto los dirigentes comunistas más cultos y valiosos, como Joaquín Maurín y Andreu Nin (ambos procedentes del anarcosindicalismo), se percataron de la naturaleza sectaria y políticamente tornadiza del fenómeno estalinista y de la involución burocrático-tiránica de la URSS, y se alejaron o fueron expulsados del pequeño Partido Comunista de España. Pero ese pequeño partido sectario, que había saludado el advenimiento de la II República el 15 de abril de 1931 con la estólida consigna de ‘abajo la república burguesa’, creció exponencialmente a partir del golpe de Estado del 18 de julio de 1936.

El grueso de las corrientes socialistas –socialdemocracia clásica (Bernstein, Rosa Luxemburgo, Kautsky, Largo Caballero), anarquismo (Bakunin, Kropotkin, Durruti), comunismos de izquierda (Trostsky, Korsch, Andreu Nin) o de derecha (Paul Levi, Bujárin, el último Gramsci, Joaquín Maurín)— no sobrevivieron entre 1930 y 1950 a la máquina trituradora combinada del fascismo, el estalinismo y la guerra fría.”

3. Defensor e innovador muy original del republicanismo democrático. Éste, en mi opinión, es el legado más importante y propio de Toni, si tuviera que escoger solamente uno. Sus libros están dedicados al republicanismo y una buena parte de sus artículos, por no decir la inmensa mayoría, también. Imposible ni siquiera de forma groseramente esquemática apuntar ahora algo al respecto que le haga una mínima justicia, pero una cita de una entrevista hace poco más de 4 años puede servir:

“Si queremos ser fieles al espíritu ético-moral del republicanismo democrático clásico y del socialismo marxista clásico que se deriva de él, nuestra tarea es civilizar al Estado, democratizarlo en serio. El Estado es un monstruo burocrático a medio civilizar, porque las repúblicas democráticas que trajo a Europa el movimiento obrero después del final de la I Guerra Mundial fueron truncadas por el fascismo, por un lado, y el estalinismo, por el otro.”

4. Defensor del derecho de autodeterminación de las naciones. Tema muy actual. Hoy, día de su sepelio, algunas calles de Barcelona están llenas de gente concentrada para protestar por el atropello de las libertades democráticas por parte del Gobierno del partido Popular. Cuando en el año 2012, una persona (iba a poner el nombre, pero no vale la pena) le pidió a Toni la firma de un documento supuestamente federalista, la respuesta fue:

“Gracias, amigo C. Ya lo había recibido por otros lados. Pero yo no puedo suscribir un manifiesto pretendidamente federal que no reconoce claramente de entrada, sin reservas, el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, referéndum incluido. No es ni política ni intelectualmente creíble un ‘federalismo’ así, y estoy convencido de que no hará sino cargar de razón democrática a los independentistas. Con respeto y afecto.”

¡Qué habría dicho del mezquino manifiesto “1-O estafa antidemocrática. No participes. No votes!” que hace pocos días acaba de salir! O del manifiesto firmado por profesores de universidades españolas en contra del derecho de autodeterminación de Catalunya. No es difícil de imaginar, en realidad es muy fácil.

5. Toni fue un gran admirador de Robespierre y de su papel en la Revolución francesa. Toni no se cansaba de repetirlo. Catalogar de burguesa la Revolución francesa era para Toni no haber entendido una palabra de aquella revolución. De ahí su admiración por el gran historiador de la revolución y seguramente el mejor conocedor de Robespierre, Albert Mathiez. Para Toni la consideración de la revolución francesa como revolución burguesa era una muestra de la vulgarización de determinado marxismo mainstream. Mainstream lo pongo yo para ser cortés. Toni decía “descerebrado”.

6. Y para terminar en algún lugar:

La construcción de Sin Permiso desde hace más de 12 años fue un legado al que más esfuerzos político dedicó en su última etapa. Él era el editor general y aunque había momentos en que podía dedicarse más y otros, especialmente en los 5 o 6 últimos meses de su vida, mucho menos, siempre ejercía el papel de editor general. Sin Permiso fue algo de lo que se sintió muy feliz de haber empezado y muy orgulloso del éxito que fue teniendo a lo largo del paso de los años. ¿Qué era Sin Permiso para Toni? Él mismo lo contaba en una presentación que hizo de la revista en Buenos Aires y que tiene el valor añadido de representar una muestra de su forma de entender la política:

“SinPermiso está abierto a quienes piensan, con Rosa, con Mariátegui y con Gramsci, que la verdad es "revolucionaria", lo que era su forma, quizá no tan anticuada, de decir que honrar la verdad está por encima de todo.

Abierto a quienes piensan, con Brecht, que cuando la verdad está demasiado amenazada como para defenderse, debe pasar a la ofensiva

Abierto a quienes piensan, con Benjamin, que ni siquiera nuestros muertos están a salvo de la victoria del enemigo

Abierto a quienes piensan, con Cervantes, que la historia es la madre de la verdad

Abierto a quienes piensan, con Machado, que ni el pasado ha muerto ni está el mañana –ni el ayer— escrito. (…)

SinPermiso está abierto en general al pensamiento laico, enemigo por igual de la obscuridad de las jergas sectarias, académicas o no, y de la infertilidad de las escolásticas dogmáticas.” …

Un pequeño comentario muy personal. Como amigo ya no podré disfrutar de nuestras conversaciones, de nuestras comidas (era un cocinero que dejaba boquiabiertos a otros excelentes cocineros y cocineras), de “nuestros” vinos (no puedo poner las marcas preferidas para que no parezca publicidad encubierta) y de los muchísimos momentos que nos reímos gracias a personas que involuntariamente nos aportaron material para tal fin. Y debe entenderse que no diga nombres. Habría muchos y nadie quedaría contento de ser citado. Aunque a algunos, siempre bromeábamos, deberíamos agradecerles los grandes momentos de desproporcionadas risas que nos proveyeron de forma completamente involuntaria. ¡Muy involuntaria!

Uno de sus admirados héroes, el dirigente de los pobres libres en la larga democracia ática, Pericles, en el discurso fúnebre de Tucídides, éste le hace decir unas palabras que eran muy queridas y citadas por Toni:

“Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo.

Tenemos por norma respetar la libertad...”

Descanse en paz.

http://www.sinpermiso.info/textos/en-la-muerte-de-antoni-domenech-1952-2017