Movimiento Democrático de Mujeres (MDM)
Texto que aborda una reflexión sobre el feminicidio, como denomina el MDN, a los casos de violencia machista que se han dado este verano en España sin que haya una respuesta contundente hacia los mismos.
Emparedada, estrangulada, quemada, acuchillada, disparada, a machetazos y golpetazos… son algunas de las violentas y repugnantes formas de extrema violencia que utilizan los asesinos para acabar con la vida de las mujeres que están cerca de ellos: parejas, ex parejas, novias, hijas, cuñadas, suegras, etc. Una vez más, asistimos perplejas y desgarradas a la espiral asesina de cada verano, en el que todos los días es noticia el asesinato brutal y ruin de una mujer a manos de un hombre.
La violencia contra las mujeres tiene su origen en el seno del núcleo familiar, y la sociedad, la política y la educación no consiguen erradicarla, ni tan siquiera evitarla, porque la violencia contra las mujeres es intrínseca a una sociedad en la que las mujeres experimentan opresión familiar en forma de esclavitud doméstica, debido al papel desigual de la mujer en los trabajos reproductivos y de los cuidados.
Ha triunfado el modelo social capitalista-patriarcal, que se encarga de reproducir el papel de la mujer cuidadora dentro del seno de la familia. Es obvio que, a pesar de los grandes avances en la consecución de derechos por parte de las mujeres y en su emancipación, muchos de ellos gracias a las batallas desarrolladas por el movimiento feminista a lo largo de estos dos últimos siglos, en el fondo no hemos conseguido la igualdad real. Es más, en momentos de profunda crisis económica y de valores como los que estamos sufriendo en la actualidad, parece que el sistema de Justicia, Democracia, Igualdad se esté diluyendo sigilosamente, procediéndose, de ese modo, al vaciado de una sociedad que puede aceptar el asesinato vil de cientos de mujeres cada año y que, mientras tanto, nuestros gobernantes no hagan nada desde las estructuras del Estado y de las comunidades autónomas para evitarlo y erradicarlo.
¿Qué clase de sociedad tolera este feminicidio? ¿Cómo se ha llegado a soportar el dolor de tantos asesinatos? ¿Por qué no se reacciona desde los organismos públicos?.
En la maltrecha e imperfecta Democracia de este país son pocos los pasos que se han dado para crear una sociedad basada en la Justicia Social, en la que todas y todos vivamos con dignidad, y no tengamos que gritar que necesitamos “pan, techo y trabajo”. Son muchos los pasos que se han dado para saquear y aniquilar los servicios públicos; para despojarnos de derechos como trabajadores/as; de tutelar la vida y las decisiones de las mujeres a través de reformas como la de la Ley del Aborto; de despojar a la Educación Pública de su objetivo de ser libre, crítica, coeducativa para la transformación de la realidad; de establecer protocolos de actuación en caso de violencia de género que sólo proponen la autodefensa y la cumplimentación de exhaustivos formularios (todo un insulto para las mujeres que viven esta violencia todos los días). Todas estas contrarreformas desarrolladas en los últimos años son el caldo de cultivo perfecto para la violencia, para la desigualdad, para la insolidaridad.
Pero no vamos a consentir esta deriva socio-económica que nos condena a la muerte, a la pobreza y a la desprotección. Ahora más que nunca necesitamos construir una sociedad basada en la Solidaridad, la Igualdad y la Justicia, en el que las mujeres sean esencial y auténticamente libres. Las mujeres del Movimiento Democrático de Mujeres vamos a luchar por conseguir las sinergias necesarias para plantarle cara a este sistema destructivo, y para ello hacemos un llamamiento a todas las fuerzas políticas, sindicales y sociales para conquistar las calles, la sociedad, la política y la economía, y así empiecen a mirarnos a los ojos. Sólo de esta manera conseguiremos cambiar la realidad.
Movimiento Democrático de Mujeres (MDM): Movimiento democrático de las Mujeres participamos mujeres, organizaciones y colectivos de mujeres anticapitalistas y antipatriarcales de todo el estado Español.
https://movimientodemocraticodemujeres.wordpress.com/
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sábado, 10 de septiembre de 2016
viernes, 20 de junio de 2014
Basta ya. “Nos hemos acostumbrado a la esclavitud femenina y echo de menos un movimiento mundial”
Un amigo que, por otra parte, es un encanto, me dijo el otro día que la India goza de un estado espiritual superior a Occidente; que nosotros estamos en el tercer chacra, que es el ego, y los indios en el cuarto, que es el amor universal.
Me dejó atónita porque demuestra hasta qué punto somos capaces de no ver los horrores que se cometen contra las mujeres. Llevamos mucho tiempo sabiendo de los atroces asesinatos sexistas de la India. Por citar los más recientes: una muchacha ultrajada y luego obligada a beber ácido, y dos niñas violadas en grupo y después colgadas de un árbol.
Comentario ante esto de un ministro del Gobierno indio: “La violación es un crimen social que algunas veces está bien y algunas veces está mal”. Puro amor universal. Claro que también llevamos toda la vida sabiendo (y olvidando) las monstruosidades que cometen todos los días los talibanes; los tres millones de niñas cuyo clítoris es rebanado cada año; las muertas de Ciudad Juárez; los millones de feminicidios, mujeres lapidadas, azotadas, torturadas, ultrajadas, abrasadas con ácido, quemadas vivas. O secuestradas, como las niñas de Nigeria.
¿Pero qué demonios nos pasa? ¿Cómo podemos asistir a estas brutalidades e ignorarlas? “Nos hemos acostumbrado a la esclavitud femenina y echo de menos un movimiento mundial”, me dice Paco Cuéllar, secretario general de Proyecto Gran Simio. Y lo compara con el movimiento antiesclavista de hace 150 años, cuando los ingleses abordaban y liberaban barcos de negreros.
¿Por qué no sucede lo mismo con las mujeres? Paco reclama un grupo de trabajo en la ONU, una Cruz Rosa Internacional, convenios mundiales defendidos por cascos azules.
Tiene razón. Es urgente, esencial.
Hay que hacer algo.
Rosa Montero
Me dejó atónita porque demuestra hasta qué punto somos capaces de no ver los horrores que se cometen contra las mujeres. Llevamos mucho tiempo sabiendo de los atroces asesinatos sexistas de la India. Por citar los más recientes: una muchacha ultrajada y luego obligada a beber ácido, y dos niñas violadas en grupo y después colgadas de un árbol.
Comentario ante esto de un ministro del Gobierno indio: “La violación es un crimen social que algunas veces está bien y algunas veces está mal”. Puro amor universal. Claro que también llevamos toda la vida sabiendo (y olvidando) las monstruosidades que cometen todos los días los talibanes; los tres millones de niñas cuyo clítoris es rebanado cada año; las muertas de Ciudad Juárez; los millones de feminicidios, mujeres lapidadas, azotadas, torturadas, ultrajadas, abrasadas con ácido, quemadas vivas. O secuestradas, como las niñas de Nigeria.
¿Pero qué demonios nos pasa? ¿Cómo podemos asistir a estas brutalidades e ignorarlas? “Nos hemos acostumbrado a la esclavitud femenina y echo de menos un movimiento mundial”, me dice Paco Cuéllar, secretario general de Proyecto Gran Simio. Y lo compara con el movimiento antiesclavista de hace 150 años, cuando los ingleses abordaban y liberaban barcos de negreros.
¿Por qué no sucede lo mismo con las mujeres? Paco reclama un grupo de trabajo en la ONU, una Cruz Rosa Internacional, convenios mundiales defendidos por cascos azules.
Tiene razón. Es urgente, esencial.
Hay que hacer algo.
Rosa Montero
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