El Financial Times esta preocupado por las evocaciones al marxismo, bien sea en libros, bien en aniversarios y, a fin de cuentas, decidió poner manos a la obra.
Decidió recuperar las ideas utilizables del Manifiesto Comunista y tirar el resto a la basura y encargó a dos expertos presentar el mapa del tesoro: Rupert Younger, director del centro de investigación de la Universidad de Oxford sobre "reputación empresarial" y Frank Partnoy, profesor de derecho que acaba de llegar a la Universidad de Berkeley. Se explican: "somos verdaderos creyentes en el capitalismo de libre mercado, difícilmente seríamos comunista tardíos, mucho menos discípulos de Marx y Engels". Estemos tranquilos. "Pero," siempre hay un pero, "creemos que ha llegado el momento de volver a escribir el Manifiesto" porque vivimos hoy en "la ola de una crisis financiera calamitosa y en medio de una tormenta de cambio social, con un rechazo popular de los capitalistas financieros y una actividad revolucionaria generalizada". Las razones de esta "actividad revolucionaria" no son triviales: "la desigualdad económica está creciendo, los salarios se estancan, y los propietarios de capital productivo son los que van a rentabilizar los beneficios de los avances tecnológicos". Tal vez haya una constatación factual que conduzca a una cierta exageración de la "actividad revolucionaria", pero el Financial Times es, por lo general, un buen augurio de los tiempos modernos.
Un espacio para la basura
Vamos a reescribir el Manifiesto Comunista, dicen los dos académicos. A partir de la terminología. Hay 193 referencias a la "burguesía" y 93 al "proletariado", todo para reciclar. Pero no se preocupe el lector fiel a la letra del texto, el 74% sigue igual y añaden los experimentadores que sólo se desprenden de un cuarto de texto. La cuestión es hacer un cambio fundamental, que es designar una nueva clase transformadora, los accionistas de las sociedades, el accionariado, y el lugar de su emancipación, la junta general que reúne el capital de la compañía y elige su administración.
Estos nuevos "activistas" tendrán un programa radical de cambio de la "estructura de capital", esperan los dos profetas. Cuentan con la filantropía. Bill Gates, Waren Buffett y Mark Zuckerberg pueden desear seguir lavando su alma con donaciones, todo estupendo. El problema, según un estudio de la Universidad de Stanford, es que la caridad no altera la desigualdad, que crece con la acumulación de capital y de poder de una parte muy pequeña de la población. En los Estados Unidos, alrededor de 160.000 familias, que son el 0,1% más rico del país, que tenían el 7% del total del ingreso nacional en 1978, ahora absorben tres veces esa cantidad. Nunca en la historia moderna ha habido una concentración de poder tal, y lo mismo ocurre en las otras economías más poderosas, como ha estudiado Piketty.
Al mismo tiempo, la OCDE revela que la participación del trabajo en la renta nacional disminuyó en las principales economías entre un 5 y un 10% en los últimos 45 años. Es un shock. La relación social se deterioro por la ofensiva neoliberal durante este período. El economista Michael Roberts señala que estas dos características, la acumulación de la riqueza y el empobrecimiento relativo del trabajo, están implícitos en el proceso de globalización. Es así y lo seguirá siendo, en tanto las finanzas puedan y lo han logrado todo.
¿Y el accionariado?
¿Podrán los accionistas convertirse en esta nueva clase, tan poderosa, que controle los impulsos de los administradores, qué cambie los mandatos de las juntas generales? ¿Habrá una nueva "primavera de los pueblos" cuando las empresas reúnan a sus órganos estatutarios y el poder emergente de los pequeños ponga coto a la codicia de los grandes? Estrictamente hablando, es más probable que este penoso invierno nuestro se prolongue más allá de abril que surja tal rebeldía refundadora.
El caso portugués tal vez escape al Financial Times, pero es sólo un ejemplo entre muchos otros. Véase a sí mismo la CTT, una compañía que está siendo desmantelada ante nuestros ojos. En este caso, los accionistas están contentos: reciben en dividendos dos veces el rendimiento de las empresas, se benefician de un saqueo sistemático que ha recuperado, a primera vista, un tercio de lo invertido en la privatización. La dividendocracia es lo mismo, pero parece contradecir la aspiración de nuestros dos académicos: el accionariado se contenta con el cebo, acepta dividendos generosos que amenazan su inversión, ponen a la empresa al borde de la quiebra, lo que reduce las inversiones futuras y la capacidad de reajuse tecnológico. Lo fácil es desmantelar una empresa y repartirse sus escombros, lo difícil es asegurar su capacidad futura. ¿Qué prefiere el accionariado? La bolsa.
Francisco Louça catedrático de economía de la Universidad de Lisboa, ex parlamentario y miembro del Bloco de Esquerda, actualmente es Consejero de Estado.
Fuente:
https://www.esquerda.net/opiniao/o-financial-times-descobre-os-acionistas-militantes-pos-marxistas/54191
http://www.sinpermiso.info/textos/el-financial-times-descubre-a-los-accionistas-militantes-posmarxistas
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domingo, 6 de mayo de 2018
miércoles, 14 de marzo de 2018
_- El miedo a la fraternidad
_- En homenaje al profesor Antoni Domènech.
1.
Los recientes triunfos electorales de la derecha en Latinoamérica nos obligan a reflexionar acerca del quehacer de la política en nuestros países. Por cierto, debemos asumir que ninguno es una isla y ello nos relaciona entre nosotros y con otros factores, también decisivos, para comprender los hechos; es decir, el quehacer de la política es distinto en cada país y, aunque nuestro quehacer tiene cosas en común, debemos considerar con seriedad nuestras diferencias y las que tenemos con otros continentes. De eso trata este trabajo.
Por más que nos parezcan razonables ciertos acontecimientos, o incluso indiscutibles, en política pueden ocurrir cosas distintas. De hecho, ocurren muchas cosas que, pareciera, no se corresponden con los datos evidentes de la realidad. Es como cualquier acaecimiento en la realidad que, al observarlo con detención, sufre cambios en su trayectoria producto de múltiples factores ajenos a aquellos que le dieron origen. Un caso típico son los acuerdos políticos. Se puede estar de acuerdo con determinadas conductas u opiniones, tanto entre personas como entre partidos políticos, pero, por razones ajenas a ese común acuerdo, por fundamentales que sean los puntos de coincidencia, no hacer nada en conjunto, o si, y unirse o formar una alianza política. Esas son instancias tradicionales del quehacer de la política y, en esta, la suerte nunca está echada.
Analizar un conjunto de argumentos políticos y críticamente dar cuenta de ellos puede no cambiar nada en el quehacer de la política, pero permite saber de qué hablamos cuando usamos estos argumentos y, posteriormente, saber cómo nos comportamos frente a los hechos que provocamos o en que participamos.
Hace algo más de un año, publiqué un artículo (http://www.elmostrador.cl/destacado/2016/12/12/crisis-terminal-del-capitalismo-un-pronostico-sensato/), en que llamaba la atención sobre el peligro de las guerras como camino capitalista de solución a las depresiones económicas, como la iniciada el 2008. Cuando lo escribí aun no ganaba Donald Trump la presidencia norteamericana. También, recordaba cómo reaccionaron los diversos actores sociales en las anteriores depresiones, de fines del siglo XIX y comienzos del XX, y me parecía que debíamos aprender de sus argumentos y de lo hecho por cada uno de ellos. Por cierto, teniendo presente que hoy tenemos Izquierdas distintas, provenientes de diversas tradiciones, y que escribo desde Latinoamérica. Finalmente, me preguntaba sobre el efectivo aporte de los actuales gobiernos progresistas de Latinoamérica al logro de mayor justicia social, en el contexto de sus proyectos de Estados de Bienestar con economías mixtas.
En este año se han discutido los logros, crisis e incluso los fracasos de estos gobiernos. En este debate han participado todas las Izquierdas, y no sólo la derecha. La corrupción, en distintos grados, ha desempeñado un rol importante en las crisis de prácticamente todos los gobiernos de Izquierda en Latinoamérica; aunque, por cierto, no es lo mismo la situación y los efectos que ha tenido en Brasil o Argentina o Perú, que en Chile, Ecuador o Uruguay. Más allá de derrotas o triunfos electorales, los hechos han mostrado que la repuesta es necesaria y más compleja que lo esbozado hace un año, y hoy me parece necesario intentarla.
2.
En las últimas décadas, las Izquierdas latinoamericanas, integrando distintas alianzas, formaron gobiernos en países grandes y pequeños; algunos con importantes riquezas naturales exportables y otros casi carentes de ellas; unos con Estados que tienen instituciones robustas y consolidadas y otros con una frágil institucionalidad. Tal como lo han reconocido organismos internacionales, como el PNUD, lo logrado por estos gobiernos se resume en la reducción decisiva de la pobreza, y el acceso de los pobres y capas medias a derechos sociales como la salud y la educación. Pero también, por la creciente participación de sus sociedades de derechos civiles fundamentales; en particular las mujeres, sus pueblos originarios y la diversidad sexual.
En efecto, es evidente que nuestros países han tenido un importante retraso, respecto a Europa y buena parte del planeta, en el acceso a derechos civiles básicos de mujeres, niños y niñas, diversidad sexual, pueblos originarios y trabajadores. La pregunta es: (1) ¿Estos avances son suficiente argumento para considerar estos gobiernos como una herramienta exitosa para lograr transformaciones en el continente?
Nunca es bueno generalizar, y la realidad de cada país es diferente. Pero a todo este tipo de gobiernos, y desde hace varias décadas, se los ha llamado Estados Sociales o Estados de Bienestar.
Para aclarar lo que decimos con esto, lo primero es recordar el debate de la segunda mitad del siglo pasado que, en Latinoamérica, en la década de los sesenta, enfrentó los proyectados Estados de Bienestar con la vía hacia el Socialismo que inauguró Cuba en nuestro continente. Este último camino proponía garantizar derechos sociales a todos, mientras el bienestarismo de ese periodo sólo ofrecía una participación limitada de derechos civiles, no los consideraba a todos, y derechos sociales restringidos por sus criterios utilitaristas. Pero, además, en Latinoamérica estos procesos bienestaristas ocurrían con muchas dificultades, producto de Estados cuyas instituciones históricamente habían sido “instrumento de dominación” de terratenientes y capitalistas ([1]).
Entregar algunos beneficios focalizados, derechos sociales a cuentagotas, que debían dar una sensación de mayor bienestar, concedió un respiro transitorio al sistema, pero no podría detener las aspiraciones de universalización de los derechos. Los Estados Latinoamericanos no fueron democratizados, como los europeos tras la Segunda Guerra Mundial. En general, no buscaban ni entregaban condiciones universales de libertad, ni tomaron medidas redistributivas. Por tanto, era evidente que estos proyectos de bienestar del siglo pasado buscaron evitar que los cambios, que pedían los pueblos, comprometieran las bases del sistema capitalista y, durante la Guerra Fría, los norteamericanos los apoyaron para enfrentar la amenaza del ejemplo cubano. Por cierto, sobre la base que la modernización del sistema que proponían estos proyectos, sólo se entregaría algunos beneficios focalizados, derechos políticos y sociales, que debían dar una sensación de mayor bienestar, pero no cambios sustantivos. No parece necesario dar cuenta en detalle ni del fracaso de los llamados Socialismos Reales, ni del de los Estados de Bienestar en nuestra Latinoamérica de ese entonces.
En la década del noventa, tras el triunfo de la democracia sobre las dictaduras en todo el continente, cerrado el capítulo de la Guerra Fría, se forman alianzas de gobierno que reponen las propuestas de la década de los sesenta, de impulsar Estados de Bienestar utilitaristas, pero ahora con Estados e instituciones remozados por la recuperación democrática. El experimento chileno, de las dos décadas de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, ejemplifica bien el proceso y su fracaso, repitiendo lo ocurrido en los sesenta, pero por otros motivos. En los albores del siglo veintiuno, la sociedad exigía un claro compromiso con la fraternidad y acceso y exigibilidad de los llamados Derechos Sociales; es decir, que estos sean universales y Constitucionales, elementos que no existían en el anterior programa utilitarista de bienestar.
Entre tanto, los nuevos Estados sociales que estaban surgiendo en todo el continente aprendían la lección, colocando en el centro el acceso fraterno a los Derechos Sociales; es decir, un compromiso con la Dignidad de todos, de enfrentar las desigualdades con medidas redistributivas, de participación social y de cambios en sus Constituciones, que garanticen la exigibilidad de estos derechos básicos.
3.
Lo importante es tener claro cuál ha sido el aporte de estos remozados proyectos de Bienestar. De paso, me parece necesario responder algunos argumentos que ha expuesto el Profesor Noam Chomsky respecto a la Izquierda Latinoamericana. Porque creo que, a pesar que en algunos países no han logrado detener la corrupción y el populismo, ello no significa el fracaso de los nuevos proyectos de Izquierda, que el mismo había elogiado pocos años atrás. Aunque valora lo logrado respecto a “reducir la pobreza y potenciar la democracia”, su crítica se ha centrado en que “los gobiernos de izquierda no aprovecharon la oportunidad que tuvieron para crear economías sostenibles”, y se “unieron a la élite extremadamente corrupta, la cual está robando todo el tiempo, y tomaron parte en ello, desacreditándose a sí mismos”. A pesar de todo, Noam Chomsky señala que estos problemas “se pueden superar” con más democracia. Comparto su confianza, pero creo necesario aclarar en qué se basa este optimismo y, tal vez, la respuesta está en precisar qué quiere decir, en cada país de nuestro continente, avanzar en democracia ([2]).
Me parece que esta crítica desconoce el significado profundo de los avances en democracia para los latinoamericanos, que han significado la incorporación de amplios sectores a los derechos políticos y sociales. Tampoco me parece clara la critica a los limitados cambios en las estructuras económicas, tomando en consideración su historia, diferente en cada país, y como se llegó al predominio de economías extractivistas en el continente. Pero, además, creo que no considera la inestabilidad e incertidumbres de la economía a nivel global en la última década. Por cierto, esto es aún más complejo si consideramos cada país con sus distinciones. Un lector mexicano o chileno difícilmente podrá comprender las diferencias políticas al interior del peronismo argentino, o un colombiano o argentino los matices ideológicos en las últimas elecciones presidenciales en Perú, en las de Chile o en el debate político brasileño, sólo por mencionar unos pocos países del continente con sus conflictos de ideas y hechos políticos.
Parece que previamente debemos preguntarnos (2) ¿Por qué se han podido imponer en el continente gobiernos con este grado de compromiso social, sin el temor por la existencia de un sistema socialista alternativo al capitalismo, u otro?
Me detengo primero en la promesa de derechos para todos. Fue Antoni Domènech quien abordó con mayor claridad este aspecto ([3]). Hasta que las revoluciones francesa y norteamericana elevaron la Fraternidad al nivel de la Libertad y la Igualdad los derechos eran privilegio sólo de unos pocos. El Pueblo francés se había levantado y defendido la democracia, extendiendo los derechos a todos. Los alzados eran el llamado tercer estado, conformado por las clases domésticas, mujeres, niños y servidumbre, trabajadores, artesanos, y clases medias burguesas, todos los pobres y marginados, aquellos que podían y debían unirse contra el sistema de dominación impuesto por los ricos terratenientes, mineros, y la nobleza, llamados el primer estado y el clero, el segundo estado ([4]).
La revolución, que había derrocado el Antiguo Régimen señorial francés, abrazó fraternalmente al tercer estado, en una sociedad emancipada. En particular, las llamadas clases domésticas por vez primera se hermanaban con el resto en igualdad de derechos. Hasta entonces, en general, quienes se decían republicanos querían proteger la libertad solo para una cierta clase de hombres, sólo hombres, dentro de su propia comunidad política, y no para todos. Desde 1792, la palabra democracia había pasado de significar el gobierno de los hombres libres-propietarios, a ser la universalización de la libertad republicana. Este fue el compromiso de la fraternidad que perdura hasta hoy en el ideario de las Izquierdas.
Detengámonos un poco más en el punto anterior. La fraternidad es una idea vinculada a la reciproca libertad de todos, a la necesaria hermandad, y por tanto a la democracia. Y reconocerse parte de ese compromiso fraterno es políticamente relevante.
Usamos el termino fraternidad para referirnos a diversas formas de afectos, pero en la tradición anterior a la Revolución Francesa era un concepto asociado a la dominación patriarcal. San Pablo había atribuido a Dios esta dominación. Se trataba aquí de una exigencia, en particular a los pobres y a las mujeres, de sometimiento; “fraternidad como reconciliación de las llamadas clases domésticas, las mujeres, los criados, los siervos de la gleba con los padres de familia que eran los miembros de la sociedad civil” ([5]).
A partir de 1792, fraternidad se convierte en parte substantiva de la igual libertad para todos, para propietarios y para no propietarios, para los campesinos y los artesanos, para mujeres y sirvientes, como si todos pudieran llegar a ser propietarios. Emancipados, todos son sujetos de derecho, hermanados en el compromiso social. La fraternidad, como la usaron las revoluciones francesa y norteamericana, es el compromiso y el acceso a la igual libertad de todos, es una tarea pendiente, por la que los pueblos en Latinoamérica no quieren esperar.
Bernie Sanders (http://www.sinpermiso.info/textos/el-socialismo-debe-ser-competente-entrevista) relaciona fraternidad y solidaridad: “Los franceses tienen la libertad, la igualdad y la fraternidad, son valores que me parecen bien. Aquí expresamos las cosas con otras palabras, hablamos de solidaridad. Pero todos estos valores nos remiten a una misma pregunta: ¿todos los hombres han sido creados iguales? Si la respuesta es que sí, como proclama nuestra Declaración de Independencia, todos tienen los mismos derechos de base: el derecho a la sanidad, a la educación, a un empleo decente, a la posibilidad de respirar un aire no contaminado, a no ser víctimas de discriminación racial…Es un valor moral, era verdad hace doscientos años y lo sigue siendo hoy en día” ([6]).
Ya sabemos, entonces, que las Izquierdas sólo pueden dialogar entre ellas sobre la base de reconocer en la fraternidad un principio fundamental para conquistar la Justicia Social; la justicia social es para todos y con todos.
Pero esto no es suficiente para responder a la primera pregunta (1). Me detengo, entonces, en un segundo aspecto; el lugar de Latinoamérica en el sistema capitalista.
Efectivamente, mayoritariamente, somos países productores de materias primas, cuyas “grandes riquezas”, como dice Chomsky, nuevamente en general, “solo han servido para enriquecer a un pequeño sector de la sociedad y las empresas multinacionales” ([7]). Y en estos países, después de la primera mitad del siglo veinte, se desplegaron, o intentaron, diversos procesos de nacionalización y de tributación sobre la explotación de estos productos, procesos que dieron paso, como respuesta, a brutales dictaduras. Pero, y a pesar del triunfo de las democracias en los ochenta y noventa, estas poderosas transnacionales y los capitalistas de nuestras propias naciones siguen teniendo un enorme poder económico y político. Estos poderes han sido la principal fuente de corrupción y, en algunos países, se han unido al narcotráfico logrando amplios niveles de control social y económico.
En ambos casos, en Latinoamérica nos encontramos con la amenaza permanente, directa, del vaciamiento de las instituciones democráticas, por la presión ilícita de poderes constituidos de hecho, que acumulan un poder privado que muchas veces ya ha sido capaz de desafiar a la razón pública, a la deliberación pública, a sobreponerse a los parlamentos. Incluso, han intentado subyugar mediante el dinero o la fuerza a gobiernos enteros. A todo ello también se han enfrentado los nuevos Estados Sociales.
Me parece que en el análisis de Chomsky se olvidan distinciones relevantes. América Latina no es ni Europa ni Asia, China incluida. Nunca es bueno hacer generalizaciones, porque ocultan las grandes diferencias entre regiones o países. Pero, pareciera evidente que las condiciones en que se ha dado la globalización capitalista ha inducido a marcadas diferencias regionales. Y, en general, mientras en Asia se impulsó el desarrollo de actividades económicas con una mayor integración de sus sectores productivos tradicionales y de los modernos, integrados a ciencia y tecnología y a los mercados internacionales, nuestro continente vivió otra realidad. La abundancia de recursos naturales, la rápida apertura de los mercados internacionales, favorecidos por nuestra siempre peligrosa vecindad con los EEUU, indujo a los países latinoamericanos a volver a la especialización en la producción de materias primas. Por cierto, no debemos olvidar que estos procesos fueron impuestos en nuestro continente en contextos de dictaduras, represión social, asesinatos, desapariciones, una importante presencia norteamericana y control de las grandes transnacionales.
Es evidente que los triunfos de gobiernos de Izquierda, ocurrido en las décadas pasadas fueron, además, respuesta a la ofensiva desreguladora del capitalismo, neoliberal. Sus logros tienen que ver, también, con el fracaso del modelo y el inicio, el 2008, de la mayor recesión mundial desde la de los años treinta. Me refiero a la crisis estructural de la primera mitad del siglo veinte, que recordamos porque abrió el camino a la mayor conflagración bélica de nuestra historia.
Creer que estos gobiernos de Izquierda podrían cambiar, en democracia, en una década sus estructuras económicas, logrando “economías más sostenibles”, menos dependientes de la exportación de recursos naturales, como todos querríamos, junto a Chomsky, no parece realista. Entonces, pretender que el ajuste de nuestras economías a las nuevas condiciones internacionales, que nuestros países desarrollan hoy con democracias, es y será rápido y sin conflictos tampoco parece realista.
El proceso de acceso fraterno y exigible de los derechos sociales fundamentales, que ya estamos viviendo en el continente, iniciado por estos gobiernos de Bienestar de segunda generación, será con todos los desafíos propios que hoy tenemos en cada país, y estará en el centro de la confrontación social en las próximas décadas. Con las dificultades, además, de los conflictos que nos ha generado una globalización controlada por los intereses de las transnacionales y los Estados Unidos, y un desenlace de su crisis en la que no tenemos un rol mayor.
No olvidemos que nuestro vecino del norte, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y producto de los acuerdos de Bretton Woods, quedó en la posición excepcional de país globalmente dominante. Bretton Woods formalizó con cierto realismo los hechos económicos resultantes de la Segunda Guerra Mundial. La economía estadounidense estaba en una posición mucho más sólida que cualquier otra economía capitalista en el mundo, pues Europa y Japón debían reconstruirse. El famoso encuentro estableció las nuevas reglas del sistema capitalista y las instituciones económicas internacionales que velarían por su cumplimiento; lo que significó que, hasta hoy día, quedaron bajo control estadounidense. Recordemos el lugar que ocupa el dólar, y todos los privilegios de que disfruta Estados Unidos a través de las organizaciones de comercio internacional, y de instituciones como el Fondo Monetario, el Banco Mundial, etc.
Tras la debacle del 2008 se inició una recesión mundial que requiere soluciones globales. Ni Europa, ni China, ni Rusia ni otras potencias económicas están disponibles para mantener estos acuerdos. Es predecible que esta situación no podrá ser superada sin una tenaz confrontación entre los nuevos poderes económicos del sistema. El proyecto de enfrentarlo con algunas reformas y regulaciones se entiende enterrado por el gobierno de Donald Trump. Hoy no parece posible un nuevo Bretton Woods que, con alguna novísima fórmula neo-keynesiana, resuelva los problemas del sistema y de salida a la crisis global.
El avance de los diversos proyectos de economías mixtas en Latinoamérica en las últimas décadas ha significado un paso determinante para el triunfo de la fraternidad. Han implicado la incorporación de millones de personas al ejercicio de derechos fundamentales, como la educación, salud y previsión, junto a los clásicos derechos civiles. Esto da sentido a los Estados de Bienestar de segunda generación como herramientas de Justicia Social. Por cierto, sus diferencias con los proyectos anteriores son substantivas, no sólo porque estos dejan atrás el utilitarismo del proyecto de las décadas anteriores, sino porque este bienestarismo de derechos es un triunfo de la fraternidad y, al avanzar en la redistribución de la riqueza, coloca los derechos fundamentales como objetivo social. Y no olvidemos que algunos países los han incorporado a sus nuevas Constituciones haciéndolos exigibles e incluyendo en estas el reconocimiento y valoración de sus pueblos originarios.
Nuestros países no son ni Europa ni China ni Norteamérica. El cambio, en democracia, de la matriz económica serán procesos largos y complejos, donde cada país es diferente y hará su camino. Que más quisieran todas las Izquierdas, y es parte de la discusión en la mayoría de nuestros países, que reducir significativamente el peso de los ingresos del extractivismo y las materias primas en el PIB de cada país. Sobre todo, ahora que el mundo vive la inestabilidad de una gran recesión.
Ya los avances en la diversificación de la producción y el procesamiento de los productos ha sido un paso significativo. Las alternativas políticas y económicas para avanzar en derechos en cada país son distintas, y responden a muchos y diversos factores. Chile ha avanzado significativamente en Derechos Sociales, en particular al lograr progresos en la gratuidad de su educación, haciendo una reforma tributaria profundamente redistributiva, pero, con unos costos políticos que fueron tardíamente comprendidos y que le significaron a la Izquierda una importante derrota electoral, que otros países han evitado.
4.
Para responder mejor a la segunda pregunta (2) creo que debemos detenernos en una herramienta que siempre ha sido necesaria, que ayuda a comprender, pero que, como veremos, no explica lo ocurrido en estas últimas décadas.
Adam Smith nos recordaba que “las pasiones originales de la naturaleza humana” pueden contrarrestar “la máxima vil de los capitalistas”, de “los amos de la humanidad”, como les llama ([8]). En el primer párrafo de su Teoría de los sentimientos morales (1759), señala que “por mas egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de los otros, y hacen que la felicidad de estos le resulten necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla” ([9]). Daniel Dennett nos entrega buenas justificaciones evolucionarias para esta idea de Smith y, cuando se refiere a nuestra capacidad de sobrepasar nuestras capacidades biológicas, nos recuerda que “aprender no es un proceso que valga para todo, pero los seres humanos tienen tantos artilugios que valen para todo, y aprenden a sacar provecho de ellos con tal versatilidad, que la capacidad de aprender, a menudo, puede ser tratada como si fuera un regalo de no estupidez enteramente neutral respecto al medio y neutral también respecto al contenido” ([10]).
Mientras más sabemos, más difícil es justificar las desigualdades, y más solidarias y fraternas son nuestras sociedades. Eso es lo que logran los Estados Sociales en nuestro continente, imponiéndose con ellos el avance hacia la exigibilidad de los Derechos Sociales, fraternalmente, para todos, aunque ya no exista el temor al socialismo, como durante la Guerra Fría. Resulta evidente que lo que resulta necesario fue todo el proceso de lucha social que permitió recuperar la democracia y reformar nuestros Estados, en los mismos tiempos en que Europa debatía la consolidación de la Unión Europea sobre la base de Derechos Sociales exigibles, y el mundo entero enfrentaba la desregulación salvaje del neoliberalismo. Por cierto, hay muchos otros factores que confluyeron en el continente y en cada país, pero en todos ha sido relevante la superioridad que entregan los rápidos aprendizajes sociales.
Es evidente que ninguna mano invisible tiene poder explicativo por sí misma, ni lleva necesariamente a algo como, al parecer, si creía Smith ([11]). Reitero, lo que era necesario fue la lucha social que recupera la democracia.
Creo que nunca faltarán quienes quieran ver en la mano invisible el mecanismo ordenador de la historia, o del capitalismo, o del mercado, o del mismo Estado, que no es. Friedrich von Hayek lo asimilo a un orden espontaneo y Robert Nozick dedicó mucho esfuerzo en darle un lugar central en sus argumentos para reducir el Estado y lograr su justificación moral. Argumentos que ya han sido ampliamente rebatidos ([12]).
No es la única ocasión en la historia en que han ocurrido hechos de este tipo. Recordemos, al respecto, el notable discurso fúnebre de Pericles (494-429 a.n.e.), que tanto admiraba el profesor Domènech, en que rinde homenaje a su propio pueblo por el logro, entonces único, de una democracia de la que se sentía orgulloso, aunque estaban acosados por una guerra que perderían. Y lo lograron sin otra presión que, algo que llamamos, la necesidad humana de justicia: “Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo” ([13]). Sí, no han leído mal, los pobres, que son mayoría, participaban en igualdad de derechos del poder. Por cierto, era una democracia sólo de hombres y libres. Pero los Estados Latinoamericanos, hasta bien entrado el siglo veinte, no eran más avanzados y requerían que los ciudadanos fuesen propietarios para tener derecho a voto, y solo los hombres.
Respondo entonces la primera pregunta (1). Se equivocan quienes creen que estos proyectos han fracasado, al no lograr cambiar el modelo capitalista o su matriz económica continental basada en la exportación de materias primas. Equivocan el camino de su crítica. Efectivamente, hubo quienes incluyeron estas ideas en sus programas, y aquellos que lo ofrecieron no lograron avances significativos. Pero los triunfos sociales, ya mencionados, son de gran relevancia para el presente de sus pueblos, para los futuros diseños de nuestras economías, superando el extractivismo, y para consolidar un rol independiente, de las presiones norteamericanas y de las grandes transnacionales, en la disputa por un nuevo trato en el futuro de la globalización.
Comparto con Noam Chomsky su crítica implacable a la corrupción, pero creo que ya podemos aclarar qué significa en nuestros países aquello de “potenciar la democracia”. Por cierto, lo logrado no ha cambiado el modelo. Pero es evidente que sus transformaciones están en el camino de la libertad e igualdad, pero sobre todo de la tan pendiente fraternidad en Latinoamérica, incorporando a todos a la pretensión de la igual libertad. Este camino siempre aportará a superar el sistema capitalista y será fuente relevante para la unidad de las Izquierdas en las próximas décadas.
Somos un continente sometido a fuertes presiones políticas y económicas las que, sumadas a la corrupción y los errores de las Izquierdas, hacen inevitables los retrocesos, los que se expresan en cada país en forma diferente. El aprendizaje es tarea de esta década, pues la implementación de transformaciones de gran envergadura, en democracia, requiere periodos prolongados de triunfos electorales, tarea pendiente de las Izquierdas en la mayoría de nuestros países. Frente a los cambios en el mismo sistema capitalista, ya se asoman otros desafíos necesarios, como la implementación de la Renta Básica Universal en nuestros países, y lograr acuerdos continentales eficaces para enfrentar los nuevos desafíos de la globalización.
Entonces, estos nuevos Estados de bienestar, de economías mixtas, de derechos sociales exigibles, universales y constitucionales, son una victoria de la Justicia Social, de esos principios altruistas de la humanidad, que son los mismos que promueven las diversas Izquierdas. Los éxitos alcanzados por estos proyectos, en general, han mostrado su realismo; aunque algunos no hayan logrado enfrentar con energía la corrupción o avanzar en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado o instalar reformas tributarias redistributivas que consoliden estas conquistas de derechos sociales, hayan perdido elecciones con la derecha o, incluso, alguno haya profundizado su dependencia del extractivismo. Todo esto puede ser transitorio si se han consolidado las transformaciones y se mantiene la lucha social.
Estos argumentos sustentan mi optimismo y, creo, no son contradictorios con el optimismo expresado por el profesor Chomsky, pero aclaran su fundamento.
Notas:
[1] Lechner, Norbert (2014), pág. 258; Obras III, F.C.E., 412 págs.
[2] Noam Chomsky; Los cambios en Sudamérica son inspiradores, entrevista, BBC Mundo, 24-06-2009. https://www.infobae.com/america/america-latina/2017/04/14/duras-criticas-de-noam-chomsky-a-los-gobiernos-latinoamericanos-de-izquierda-de-la-ultima-decada/. https://www.democracynow.org/es/2017/4/5/chomsky_leftist_latin_american_governments_have.
[3] Domènech, Antoni (2004); El eclipse de la fraternidad, Editorial Crítica.
[4] Domènech, Antoni (2013); La metáfora de la fraternidad republicano-democrática revolucionaria y su legado al socialismo contemporáneo, Revista de Estudios Sociales No. 46, págs. 14-23, Bogotá, mayo - agosto de 2013.
[5] Domènech, Antoni (2013). “La humanidad es una sola, no un cúmulo de culturas cerradas”. Entrevista en La Habana, Revista Sin Permiso.
[6] En Chile, Patricio Zapata, un Demócrata Cristiano partidario de los Derechos Sociales para todos, ha señalado también que: “El vínculo que une a todas las personas que integran la sociedad política, y que las hace a todas, y a cada una de ellas, corresponsables de lo que ocurre con la comunidad y con los demás, se llama solidaridad”. Zapata, Patricio (2015); La casa de todos, Ediciones UC, pág. 129.
[7] http://www.hispantv.com/noticias/sudamerica/347876/empresas-transnacionales-neoliberales-america-latina-eeuu-chomsky.
[8] Smith, Adam (2007), pág. 524; La riqueza de las naciones (1776), Alianza Editorial.
[9] Smith, Adam (2013), pág. 49. Teoría de los sentimientos morales (1759), Alianza Editorial.
[10] Dennett, Daniel, La peligrosa idea de Darwin, Galaxia Gutenberg, 1999, pág. 822. También en pág. 786; “Esta es nuestra trascendencia, nuestra capacidad para ‘rebelarnos contra la tiranía de los replicadores egoístas’”.
[11] Smith, Adam (2013), pág. 324; “Una mano invisible los conduce a realizar casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin pretenderlo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y aportan medios para la multiplicación de la especie”. Smith, Adam (2007), pág. 554; “…el busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como en otros, una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos”.
[12] Nozick, Robert (1974), Anarquía, Estado y utopía, FCE; pág. 118 y, en particular págs. 121-122, el capítulo: “La explicación de mano invisible del Estado”. Joseph Stiglitz, ha señalado que el debate de esta mano invisible, con algún poder explicativo, es un error; “Las teorías que desarrollamos explican por qué los mercados sin trabas, a menudo, no sólo no alcanzan justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes. Por determinados intereses, aún no ha habido un desafío intelectual a la refutación de la mano invisible de Adam Smith: la mano invisible no guía ni a los individuos ni a las empresas -que buscan su propio interés- hacia la eficiencia económica” (todas las cursivas son mías); en http://www.beppegrillo.it/eng/2007/01/stiglitz.html.
[13] Tucídides; Discurso fúnebre de Pericles (aprox. 431 a.n.e.), Revista Estudios Públicos, Nº 11, 1983, Santiago, Chile.
Gonzalo Rovira S. Político de la izquierda chilena. Profesor de Filosofía. Autor del libro "Topías y utopías, los nuevos proyectos sociales" (Bravo y Allende).
Fuente: www.sinpermiso.info, 4-2-18
1.
Los recientes triunfos electorales de la derecha en Latinoamérica nos obligan a reflexionar acerca del quehacer de la política en nuestros países. Por cierto, debemos asumir que ninguno es una isla y ello nos relaciona entre nosotros y con otros factores, también decisivos, para comprender los hechos; es decir, el quehacer de la política es distinto en cada país y, aunque nuestro quehacer tiene cosas en común, debemos considerar con seriedad nuestras diferencias y las que tenemos con otros continentes. De eso trata este trabajo.
Por más que nos parezcan razonables ciertos acontecimientos, o incluso indiscutibles, en política pueden ocurrir cosas distintas. De hecho, ocurren muchas cosas que, pareciera, no se corresponden con los datos evidentes de la realidad. Es como cualquier acaecimiento en la realidad que, al observarlo con detención, sufre cambios en su trayectoria producto de múltiples factores ajenos a aquellos que le dieron origen. Un caso típico son los acuerdos políticos. Se puede estar de acuerdo con determinadas conductas u opiniones, tanto entre personas como entre partidos políticos, pero, por razones ajenas a ese común acuerdo, por fundamentales que sean los puntos de coincidencia, no hacer nada en conjunto, o si, y unirse o formar una alianza política. Esas son instancias tradicionales del quehacer de la política y, en esta, la suerte nunca está echada.
Analizar un conjunto de argumentos políticos y críticamente dar cuenta de ellos puede no cambiar nada en el quehacer de la política, pero permite saber de qué hablamos cuando usamos estos argumentos y, posteriormente, saber cómo nos comportamos frente a los hechos que provocamos o en que participamos.
Hace algo más de un año, publiqué un artículo (http://www.elmostrador.cl/destacado/2016/12/12/crisis-terminal-del-capitalismo-un-pronostico-sensato/), en que llamaba la atención sobre el peligro de las guerras como camino capitalista de solución a las depresiones económicas, como la iniciada el 2008. Cuando lo escribí aun no ganaba Donald Trump la presidencia norteamericana. También, recordaba cómo reaccionaron los diversos actores sociales en las anteriores depresiones, de fines del siglo XIX y comienzos del XX, y me parecía que debíamos aprender de sus argumentos y de lo hecho por cada uno de ellos. Por cierto, teniendo presente que hoy tenemos Izquierdas distintas, provenientes de diversas tradiciones, y que escribo desde Latinoamérica. Finalmente, me preguntaba sobre el efectivo aporte de los actuales gobiernos progresistas de Latinoamérica al logro de mayor justicia social, en el contexto de sus proyectos de Estados de Bienestar con economías mixtas.
En este año se han discutido los logros, crisis e incluso los fracasos de estos gobiernos. En este debate han participado todas las Izquierdas, y no sólo la derecha. La corrupción, en distintos grados, ha desempeñado un rol importante en las crisis de prácticamente todos los gobiernos de Izquierda en Latinoamérica; aunque, por cierto, no es lo mismo la situación y los efectos que ha tenido en Brasil o Argentina o Perú, que en Chile, Ecuador o Uruguay. Más allá de derrotas o triunfos electorales, los hechos han mostrado que la repuesta es necesaria y más compleja que lo esbozado hace un año, y hoy me parece necesario intentarla.
2.
En las últimas décadas, las Izquierdas latinoamericanas, integrando distintas alianzas, formaron gobiernos en países grandes y pequeños; algunos con importantes riquezas naturales exportables y otros casi carentes de ellas; unos con Estados que tienen instituciones robustas y consolidadas y otros con una frágil institucionalidad. Tal como lo han reconocido organismos internacionales, como el PNUD, lo logrado por estos gobiernos se resume en la reducción decisiva de la pobreza, y el acceso de los pobres y capas medias a derechos sociales como la salud y la educación. Pero también, por la creciente participación de sus sociedades de derechos civiles fundamentales; en particular las mujeres, sus pueblos originarios y la diversidad sexual.
En efecto, es evidente que nuestros países han tenido un importante retraso, respecto a Europa y buena parte del planeta, en el acceso a derechos civiles básicos de mujeres, niños y niñas, diversidad sexual, pueblos originarios y trabajadores. La pregunta es: (1) ¿Estos avances son suficiente argumento para considerar estos gobiernos como una herramienta exitosa para lograr transformaciones en el continente?
Nunca es bueno generalizar, y la realidad de cada país es diferente. Pero a todo este tipo de gobiernos, y desde hace varias décadas, se los ha llamado Estados Sociales o Estados de Bienestar.
Para aclarar lo que decimos con esto, lo primero es recordar el debate de la segunda mitad del siglo pasado que, en Latinoamérica, en la década de los sesenta, enfrentó los proyectados Estados de Bienestar con la vía hacia el Socialismo que inauguró Cuba en nuestro continente. Este último camino proponía garantizar derechos sociales a todos, mientras el bienestarismo de ese periodo sólo ofrecía una participación limitada de derechos civiles, no los consideraba a todos, y derechos sociales restringidos por sus criterios utilitaristas. Pero, además, en Latinoamérica estos procesos bienestaristas ocurrían con muchas dificultades, producto de Estados cuyas instituciones históricamente habían sido “instrumento de dominación” de terratenientes y capitalistas ([1]).
Entregar algunos beneficios focalizados, derechos sociales a cuentagotas, que debían dar una sensación de mayor bienestar, concedió un respiro transitorio al sistema, pero no podría detener las aspiraciones de universalización de los derechos. Los Estados Latinoamericanos no fueron democratizados, como los europeos tras la Segunda Guerra Mundial. En general, no buscaban ni entregaban condiciones universales de libertad, ni tomaron medidas redistributivas. Por tanto, era evidente que estos proyectos de bienestar del siglo pasado buscaron evitar que los cambios, que pedían los pueblos, comprometieran las bases del sistema capitalista y, durante la Guerra Fría, los norteamericanos los apoyaron para enfrentar la amenaza del ejemplo cubano. Por cierto, sobre la base que la modernización del sistema que proponían estos proyectos, sólo se entregaría algunos beneficios focalizados, derechos políticos y sociales, que debían dar una sensación de mayor bienestar, pero no cambios sustantivos. No parece necesario dar cuenta en detalle ni del fracaso de los llamados Socialismos Reales, ni del de los Estados de Bienestar en nuestra Latinoamérica de ese entonces.
En la década del noventa, tras el triunfo de la democracia sobre las dictaduras en todo el continente, cerrado el capítulo de la Guerra Fría, se forman alianzas de gobierno que reponen las propuestas de la década de los sesenta, de impulsar Estados de Bienestar utilitaristas, pero ahora con Estados e instituciones remozados por la recuperación democrática. El experimento chileno, de las dos décadas de gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia, ejemplifica bien el proceso y su fracaso, repitiendo lo ocurrido en los sesenta, pero por otros motivos. En los albores del siglo veintiuno, la sociedad exigía un claro compromiso con la fraternidad y acceso y exigibilidad de los llamados Derechos Sociales; es decir, que estos sean universales y Constitucionales, elementos que no existían en el anterior programa utilitarista de bienestar.
Entre tanto, los nuevos Estados sociales que estaban surgiendo en todo el continente aprendían la lección, colocando en el centro el acceso fraterno a los Derechos Sociales; es decir, un compromiso con la Dignidad de todos, de enfrentar las desigualdades con medidas redistributivas, de participación social y de cambios en sus Constituciones, que garanticen la exigibilidad de estos derechos básicos.
3.
Lo importante es tener claro cuál ha sido el aporte de estos remozados proyectos de Bienestar. De paso, me parece necesario responder algunos argumentos que ha expuesto el Profesor Noam Chomsky respecto a la Izquierda Latinoamericana. Porque creo que, a pesar que en algunos países no han logrado detener la corrupción y el populismo, ello no significa el fracaso de los nuevos proyectos de Izquierda, que el mismo había elogiado pocos años atrás. Aunque valora lo logrado respecto a “reducir la pobreza y potenciar la democracia”, su crítica se ha centrado en que “los gobiernos de izquierda no aprovecharon la oportunidad que tuvieron para crear economías sostenibles”, y se “unieron a la élite extremadamente corrupta, la cual está robando todo el tiempo, y tomaron parte en ello, desacreditándose a sí mismos”. A pesar de todo, Noam Chomsky señala que estos problemas “se pueden superar” con más democracia. Comparto su confianza, pero creo necesario aclarar en qué se basa este optimismo y, tal vez, la respuesta está en precisar qué quiere decir, en cada país de nuestro continente, avanzar en democracia ([2]).
Me parece que esta crítica desconoce el significado profundo de los avances en democracia para los latinoamericanos, que han significado la incorporación de amplios sectores a los derechos políticos y sociales. Tampoco me parece clara la critica a los limitados cambios en las estructuras económicas, tomando en consideración su historia, diferente en cada país, y como se llegó al predominio de economías extractivistas en el continente. Pero, además, creo que no considera la inestabilidad e incertidumbres de la economía a nivel global en la última década. Por cierto, esto es aún más complejo si consideramos cada país con sus distinciones. Un lector mexicano o chileno difícilmente podrá comprender las diferencias políticas al interior del peronismo argentino, o un colombiano o argentino los matices ideológicos en las últimas elecciones presidenciales en Perú, en las de Chile o en el debate político brasileño, sólo por mencionar unos pocos países del continente con sus conflictos de ideas y hechos políticos.
Parece que previamente debemos preguntarnos (2) ¿Por qué se han podido imponer en el continente gobiernos con este grado de compromiso social, sin el temor por la existencia de un sistema socialista alternativo al capitalismo, u otro?
Me detengo primero en la promesa de derechos para todos. Fue Antoni Domènech quien abordó con mayor claridad este aspecto ([3]). Hasta que las revoluciones francesa y norteamericana elevaron la Fraternidad al nivel de la Libertad y la Igualdad los derechos eran privilegio sólo de unos pocos. El Pueblo francés se había levantado y defendido la democracia, extendiendo los derechos a todos. Los alzados eran el llamado tercer estado, conformado por las clases domésticas, mujeres, niños y servidumbre, trabajadores, artesanos, y clases medias burguesas, todos los pobres y marginados, aquellos que podían y debían unirse contra el sistema de dominación impuesto por los ricos terratenientes, mineros, y la nobleza, llamados el primer estado y el clero, el segundo estado ([4]).
La revolución, que había derrocado el Antiguo Régimen señorial francés, abrazó fraternalmente al tercer estado, en una sociedad emancipada. En particular, las llamadas clases domésticas por vez primera se hermanaban con el resto en igualdad de derechos. Hasta entonces, en general, quienes se decían republicanos querían proteger la libertad solo para una cierta clase de hombres, sólo hombres, dentro de su propia comunidad política, y no para todos. Desde 1792, la palabra democracia había pasado de significar el gobierno de los hombres libres-propietarios, a ser la universalización de la libertad republicana. Este fue el compromiso de la fraternidad que perdura hasta hoy en el ideario de las Izquierdas.
Detengámonos un poco más en el punto anterior. La fraternidad es una idea vinculada a la reciproca libertad de todos, a la necesaria hermandad, y por tanto a la democracia. Y reconocerse parte de ese compromiso fraterno es políticamente relevante.
Usamos el termino fraternidad para referirnos a diversas formas de afectos, pero en la tradición anterior a la Revolución Francesa era un concepto asociado a la dominación patriarcal. San Pablo había atribuido a Dios esta dominación. Se trataba aquí de una exigencia, en particular a los pobres y a las mujeres, de sometimiento; “fraternidad como reconciliación de las llamadas clases domésticas, las mujeres, los criados, los siervos de la gleba con los padres de familia que eran los miembros de la sociedad civil” ([5]).
A partir de 1792, fraternidad se convierte en parte substantiva de la igual libertad para todos, para propietarios y para no propietarios, para los campesinos y los artesanos, para mujeres y sirvientes, como si todos pudieran llegar a ser propietarios. Emancipados, todos son sujetos de derecho, hermanados en el compromiso social. La fraternidad, como la usaron las revoluciones francesa y norteamericana, es el compromiso y el acceso a la igual libertad de todos, es una tarea pendiente, por la que los pueblos en Latinoamérica no quieren esperar.
Bernie Sanders (http://www.sinpermiso.info/textos/el-socialismo-debe-ser-competente-entrevista) relaciona fraternidad y solidaridad: “Los franceses tienen la libertad, la igualdad y la fraternidad, son valores que me parecen bien. Aquí expresamos las cosas con otras palabras, hablamos de solidaridad. Pero todos estos valores nos remiten a una misma pregunta: ¿todos los hombres han sido creados iguales? Si la respuesta es que sí, como proclama nuestra Declaración de Independencia, todos tienen los mismos derechos de base: el derecho a la sanidad, a la educación, a un empleo decente, a la posibilidad de respirar un aire no contaminado, a no ser víctimas de discriminación racial…Es un valor moral, era verdad hace doscientos años y lo sigue siendo hoy en día” ([6]).
Ya sabemos, entonces, que las Izquierdas sólo pueden dialogar entre ellas sobre la base de reconocer en la fraternidad un principio fundamental para conquistar la Justicia Social; la justicia social es para todos y con todos.
Pero esto no es suficiente para responder a la primera pregunta (1). Me detengo, entonces, en un segundo aspecto; el lugar de Latinoamérica en el sistema capitalista.
Efectivamente, mayoritariamente, somos países productores de materias primas, cuyas “grandes riquezas”, como dice Chomsky, nuevamente en general, “solo han servido para enriquecer a un pequeño sector de la sociedad y las empresas multinacionales” ([7]). Y en estos países, después de la primera mitad del siglo veinte, se desplegaron, o intentaron, diversos procesos de nacionalización y de tributación sobre la explotación de estos productos, procesos que dieron paso, como respuesta, a brutales dictaduras. Pero, y a pesar del triunfo de las democracias en los ochenta y noventa, estas poderosas transnacionales y los capitalistas de nuestras propias naciones siguen teniendo un enorme poder económico y político. Estos poderes han sido la principal fuente de corrupción y, en algunos países, se han unido al narcotráfico logrando amplios niveles de control social y económico.
En ambos casos, en Latinoamérica nos encontramos con la amenaza permanente, directa, del vaciamiento de las instituciones democráticas, por la presión ilícita de poderes constituidos de hecho, que acumulan un poder privado que muchas veces ya ha sido capaz de desafiar a la razón pública, a la deliberación pública, a sobreponerse a los parlamentos. Incluso, han intentado subyugar mediante el dinero o la fuerza a gobiernos enteros. A todo ello también se han enfrentado los nuevos Estados Sociales.
Me parece que en el análisis de Chomsky se olvidan distinciones relevantes. América Latina no es ni Europa ni Asia, China incluida. Nunca es bueno hacer generalizaciones, porque ocultan las grandes diferencias entre regiones o países. Pero, pareciera evidente que las condiciones en que se ha dado la globalización capitalista ha inducido a marcadas diferencias regionales. Y, en general, mientras en Asia se impulsó el desarrollo de actividades económicas con una mayor integración de sus sectores productivos tradicionales y de los modernos, integrados a ciencia y tecnología y a los mercados internacionales, nuestro continente vivió otra realidad. La abundancia de recursos naturales, la rápida apertura de los mercados internacionales, favorecidos por nuestra siempre peligrosa vecindad con los EEUU, indujo a los países latinoamericanos a volver a la especialización en la producción de materias primas. Por cierto, no debemos olvidar que estos procesos fueron impuestos en nuestro continente en contextos de dictaduras, represión social, asesinatos, desapariciones, una importante presencia norteamericana y control de las grandes transnacionales.
Es evidente que los triunfos de gobiernos de Izquierda, ocurrido en las décadas pasadas fueron, además, respuesta a la ofensiva desreguladora del capitalismo, neoliberal. Sus logros tienen que ver, también, con el fracaso del modelo y el inicio, el 2008, de la mayor recesión mundial desde la de los años treinta. Me refiero a la crisis estructural de la primera mitad del siglo veinte, que recordamos porque abrió el camino a la mayor conflagración bélica de nuestra historia.
Creer que estos gobiernos de Izquierda podrían cambiar, en democracia, en una década sus estructuras económicas, logrando “economías más sostenibles”, menos dependientes de la exportación de recursos naturales, como todos querríamos, junto a Chomsky, no parece realista. Entonces, pretender que el ajuste de nuestras economías a las nuevas condiciones internacionales, que nuestros países desarrollan hoy con democracias, es y será rápido y sin conflictos tampoco parece realista.
El proceso de acceso fraterno y exigible de los derechos sociales fundamentales, que ya estamos viviendo en el continente, iniciado por estos gobiernos de Bienestar de segunda generación, será con todos los desafíos propios que hoy tenemos en cada país, y estará en el centro de la confrontación social en las próximas décadas. Con las dificultades, además, de los conflictos que nos ha generado una globalización controlada por los intereses de las transnacionales y los Estados Unidos, y un desenlace de su crisis en la que no tenemos un rol mayor.
No olvidemos que nuestro vecino del norte, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y producto de los acuerdos de Bretton Woods, quedó en la posición excepcional de país globalmente dominante. Bretton Woods formalizó con cierto realismo los hechos económicos resultantes de la Segunda Guerra Mundial. La economía estadounidense estaba en una posición mucho más sólida que cualquier otra economía capitalista en el mundo, pues Europa y Japón debían reconstruirse. El famoso encuentro estableció las nuevas reglas del sistema capitalista y las instituciones económicas internacionales que velarían por su cumplimiento; lo que significó que, hasta hoy día, quedaron bajo control estadounidense. Recordemos el lugar que ocupa el dólar, y todos los privilegios de que disfruta Estados Unidos a través de las organizaciones de comercio internacional, y de instituciones como el Fondo Monetario, el Banco Mundial, etc.
Tras la debacle del 2008 se inició una recesión mundial que requiere soluciones globales. Ni Europa, ni China, ni Rusia ni otras potencias económicas están disponibles para mantener estos acuerdos. Es predecible que esta situación no podrá ser superada sin una tenaz confrontación entre los nuevos poderes económicos del sistema. El proyecto de enfrentarlo con algunas reformas y regulaciones se entiende enterrado por el gobierno de Donald Trump. Hoy no parece posible un nuevo Bretton Woods que, con alguna novísima fórmula neo-keynesiana, resuelva los problemas del sistema y de salida a la crisis global.
El avance de los diversos proyectos de economías mixtas en Latinoamérica en las últimas décadas ha significado un paso determinante para el triunfo de la fraternidad. Han implicado la incorporación de millones de personas al ejercicio de derechos fundamentales, como la educación, salud y previsión, junto a los clásicos derechos civiles. Esto da sentido a los Estados de Bienestar de segunda generación como herramientas de Justicia Social. Por cierto, sus diferencias con los proyectos anteriores son substantivas, no sólo porque estos dejan atrás el utilitarismo del proyecto de las décadas anteriores, sino porque este bienestarismo de derechos es un triunfo de la fraternidad y, al avanzar en la redistribución de la riqueza, coloca los derechos fundamentales como objetivo social. Y no olvidemos que algunos países los han incorporado a sus nuevas Constituciones haciéndolos exigibles e incluyendo en estas el reconocimiento y valoración de sus pueblos originarios.
Nuestros países no son ni Europa ni China ni Norteamérica. El cambio, en democracia, de la matriz económica serán procesos largos y complejos, donde cada país es diferente y hará su camino. Que más quisieran todas las Izquierdas, y es parte de la discusión en la mayoría de nuestros países, que reducir significativamente el peso de los ingresos del extractivismo y las materias primas en el PIB de cada país. Sobre todo, ahora que el mundo vive la inestabilidad de una gran recesión.
Ya los avances en la diversificación de la producción y el procesamiento de los productos ha sido un paso significativo. Las alternativas políticas y económicas para avanzar en derechos en cada país son distintas, y responden a muchos y diversos factores. Chile ha avanzado significativamente en Derechos Sociales, en particular al lograr progresos en la gratuidad de su educación, haciendo una reforma tributaria profundamente redistributiva, pero, con unos costos políticos que fueron tardíamente comprendidos y que le significaron a la Izquierda una importante derrota electoral, que otros países han evitado.
4.
Para responder mejor a la segunda pregunta (2) creo que debemos detenernos en una herramienta que siempre ha sido necesaria, que ayuda a comprender, pero que, como veremos, no explica lo ocurrido en estas últimas décadas.
Adam Smith nos recordaba que “las pasiones originales de la naturaleza humana” pueden contrarrestar “la máxima vil de los capitalistas”, de “los amos de la humanidad”, como les llama ([8]). En el primer párrafo de su Teoría de los sentimientos morales (1759), señala que “por mas egoísta que se pueda suponer al hombre, existen evidentemente en su naturaleza algunos principios que le hacen interesarse por la suerte de los otros, y hacen que la felicidad de estos le resulten necesaria, aunque no derive de ella nada más que el placer de contemplarla” ([9]). Daniel Dennett nos entrega buenas justificaciones evolucionarias para esta idea de Smith y, cuando se refiere a nuestra capacidad de sobrepasar nuestras capacidades biológicas, nos recuerda que “aprender no es un proceso que valga para todo, pero los seres humanos tienen tantos artilugios que valen para todo, y aprenden a sacar provecho de ellos con tal versatilidad, que la capacidad de aprender, a menudo, puede ser tratada como si fuera un regalo de no estupidez enteramente neutral respecto al medio y neutral también respecto al contenido” ([10]).
Mientras más sabemos, más difícil es justificar las desigualdades, y más solidarias y fraternas son nuestras sociedades. Eso es lo que logran los Estados Sociales en nuestro continente, imponiéndose con ellos el avance hacia la exigibilidad de los Derechos Sociales, fraternalmente, para todos, aunque ya no exista el temor al socialismo, como durante la Guerra Fría. Resulta evidente que lo que resulta necesario fue todo el proceso de lucha social que permitió recuperar la democracia y reformar nuestros Estados, en los mismos tiempos en que Europa debatía la consolidación de la Unión Europea sobre la base de Derechos Sociales exigibles, y el mundo entero enfrentaba la desregulación salvaje del neoliberalismo. Por cierto, hay muchos otros factores que confluyeron en el continente y en cada país, pero en todos ha sido relevante la superioridad que entregan los rápidos aprendizajes sociales.
Es evidente que ninguna mano invisible tiene poder explicativo por sí misma, ni lleva necesariamente a algo como, al parecer, si creía Smith ([11]). Reitero, lo que era necesario fue la lucha social que recupera la democracia.
Creo que nunca faltarán quienes quieran ver en la mano invisible el mecanismo ordenador de la historia, o del capitalismo, o del mercado, o del mismo Estado, que no es. Friedrich von Hayek lo asimilo a un orden espontaneo y Robert Nozick dedicó mucho esfuerzo en darle un lugar central en sus argumentos para reducir el Estado y lograr su justificación moral. Argumentos que ya han sido ampliamente rebatidos ([12]).
No es la única ocasión en la historia en que han ocurrido hechos de este tipo. Recordemos, al respecto, el notable discurso fúnebre de Pericles (494-429 a.n.e.), que tanto admiraba el profesor Domènech, en que rinde homenaje a su propio pueblo por el logro, entonces único, de una democracia de la que se sentía orgulloso, aunque estaban acosados por una guerra que perderían. Y lo lograron sin otra presión que, algo que llamamos, la necesidad humana de justicia: “Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; más que imitadores de otros, en efecto, nosotros mismos servimos de modelo para algunos. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo” ([13]). Sí, no han leído mal, los pobres, que son mayoría, participaban en igualdad de derechos del poder. Por cierto, era una democracia sólo de hombres y libres. Pero los Estados Latinoamericanos, hasta bien entrado el siglo veinte, no eran más avanzados y requerían que los ciudadanos fuesen propietarios para tener derecho a voto, y solo los hombres.
Respondo entonces la primera pregunta (1). Se equivocan quienes creen que estos proyectos han fracasado, al no lograr cambiar el modelo capitalista o su matriz económica continental basada en la exportación de materias primas. Equivocan el camino de su crítica. Efectivamente, hubo quienes incluyeron estas ideas en sus programas, y aquellos que lo ofrecieron no lograron avances significativos. Pero los triunfos sociales, ya mencionados, son de gran relevancia para el presente de sus pueblos, para los futuros diseños de nuestras economías, superando el extractivismo, y para consolidar un rol independiente, de las presiones norteamericanas y de las grandes transnacionales, en la disputa por un nuevo trato en el futuro de la globalización.
Comparto con Noam Chomsky su crítica implacable a la corrupción, pero creo que ya podemos aclarar qué significa en nuestros países aquello de “potenciar la democracia”. Por cierto, lo logrado no ha cambiado el modelo. Pero es evidente que sus transformaciones están en el camino de la libertad e igualdad, pero sobre todo de la tan pendiente fraternidad en Latinoamérica, incorporando a todos a la pretensión de la igual libertad. Este camino siempre aportará a superar el sistema capitalista y será fuente relevante para la unidad de las Izquierdas en las próximas décadas.
Somos un continente sometido a fuertes presiones políticas y económicas las que, sumadas a la corrupción y los errores de las Izquierdas, hacen inevitables los retrocesos, los que se expresan en cada país en forma diferente. El aprendizaje es tarea de esta década, pues la implementación de transformaciones de gran envergadura, en democracia, requiere periodos prolongados de triunfos electorales, tarea pendiente de las Izquierdas en la mayoría de nuestros países. Frente a los cambios en el mismo sistema capitalista, ya se asoman otros desafíos necesarios, como la implementación de la Renta Básica Universal en nuestros países, y lograr acuerdos continentales eficaces para enfrentar los nuevos desafíos de la globalización.
Entonces, estos nuevos Estados de bienestar, de economías mixtas, de derechos sociales exigibles, universales y constitucionales, son una victoria de la Justicia Social, de esos principios altruistas de la humanidad, que son los mismos que promueven las diversas Izquierdas. Los éxitos alcanzados por estos proyectos, en general, han mostrado su realismo; aunque algunos no hayan logrado enfrentar con energía la corrupción o avanzar en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado o instalar reformas tributarias redistributivas que consoliden estas conquistas de derechos sociales, hayan perdido elecciones con la derecha o, incluso, alguno haya profundizado su dependencia del extractivismo. Todo esto puede ser transitorio si se han consolidado las transformaciones y se mantiene la lucha social.
Estos argumentos sustentan mi optimismo y, creo, no son contradictorios con el optimismo expresado por el profesor Chomsky, pero aclaran su fundamento.
Notas:
[1] Lechner, Norbert (2014), pág. 258; Obras III, F.C.E., 412 págs.
[2] Noam Chomsky; Los cambios en Sudamérica son inspiradores, entrevista, BBC Mundo, 24-06-2009. https://www.infobae.com/america/america-latina/2017/04/14/duras-criticas-de-noam-chomsky-a-los-gobiernos-latinoamericanos-de-izquierda-de-la-ultima-decada/. https://www.democracynow.org/es/2017/4/5/chomsky_leftist_latin_american_governments_have.
[3] Domènech, Antoni (2004); El eclipse de la fraternidad, Editorial Crítica.
[4] Domènech, Antoni (2013); La metáfora de la fraternidad republicano-democrática revolucionaria y su legado al socialismo contemporáneo, Revista de Estudios Sociales No. 46, págs. 14-23, Bogotá, mayo - agosto de 2013.
[5] Domènech, Antoni (2013). “La humanidad es una sola, no un cúmulo de culturas cerradas”. Entrevista en La Habana, Revista Sin Permiso.
[6] En Chile, Patricio Zapata, un Demócrata Cristiano partidario de los Derechos Sociales para todos, ha señalado también que: “El vínculo que une a todas las personas que integran la sociedad política, y que las hace a todas, y a cada una de ellas, corresponsables de lo que ocurre con la comunidad y con los demás, se llama solidaridad”. Zapata, Patricio (2015); La casa de todos, Ediciones UC, pág. 129.
[7] http://www.hispantv.com/noticias/sudamerica/347876/empresas-transnacionales-neoliberales-america-latina-eeuu-chomsky.
[8] Smith, Adam (2007), pág. 524; La riqueza de las naciones (1776), Alianza Editorial.
[9] Smith, Adam (2013), pág. 49. Teoría de los sentimientos morales (1759), Alianza Editorial.
[10] Dennett, Daniel, La peligrosa idea de Darwin, Galaxia Gutenberg, 1999, pág. 822. También en pág. 786; “Esta es nuestra trascendencia, nuestra capacidad para ‘rebelarnos contra la tiranía de los replicadores egoístas’”.
[11] Smith, Adam (2013), pág. 324; “Una mano invisible los conduce a realizar casi la misma distribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiese sido dividida en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin pretenderlo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad y aportan medios para la multiplicación de la especie”. Smith, Adam (2007), pág. 554; “…el busca sólo su propio beneficio, pero en este caso como en otros, una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos”.
[12] Nozick, Robert (1974), Anarquía, Estado y utopía, FCE; pág. 118 y, en particular págs. 121-122, el capítulo: “La explicación de mano invisible del Estado”. Joseph Stiglitz, ha señalado que el debate de esta mano invisible, con algún poder explicativo, es un error; “Las teorías que desarrollamos explican por qué los mercados sin trabas, a menudo, no sólo no alcanzan justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes. Por determinados intereses, aún no ha habido un desafío intelectual a la refutación de la mano invisible de Adam Smith: la mano invisible no guía ni a los individuos ni a las empresas -que buscan su propio interés- hacia la eficiencia económica” (todas las cursivas son mías); en http://www.beppegrillo.it/eng/2007/01/stiglitz.html.
[13] Tucídides; Discurso fúnebre de Pericles (aprox. 431 a.n.e.), Revista Estudios Públicos, Nº 11, 1983, Santiago, Chile.
Gonzalo Rovira S. Político de la izquierda chilena. Profesor de Filosofía. Autor del libro "Topías y utopías, los nuevos proyectos sociales" (Bravo y Allende).
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domingo, 24 de diciembre de 2017
_- La enseñanza de la Historia
_- LA SOCIEDAD ORWELIANA (LA SOCIÉTÉ ORWELLIENNE)
La enseñanza de la historia nunca ha sido un tema neutro. Las clases dominantes siempre han buscado guiar el relato para reforzar su posición, suavizar las relaciones sociales, evitar la toma de conciencia de los problemas de las relaciones de clase.
A su servicio, los poderes políticos siempre han desconfiado de esta disciplina que desarrolla el espíritu crítico más que su formateo y que impide entrar en el molde del pensamiento oficial.
L’enseignement de l’histoire n’a jamais été un sujet neutre. Les classes dominantes ont toujours cherché à orienter le récit de façon à conforter leur position, à édulcorer les rapports sociaux, à éviter la prise de conscience des enjeux de rapports de classe.
A leur service, les pouvoirs politiques se sont toujours méfiés de cette discipline qui développe l’esprit critique plutôt que son formatage et qui empêche d’entrer dans le moule de la pensée officielle.
Comme le dit l’historienne Michèle Riot-Sarcey dans la préface de son dernier livre (Le procès de la liberté. 2016 - Ed. La découverte - 355 pages), «le lien entre passé, présent et avenir, est aujourd’hui défait. Dans la France – comme dans le monde – du XXIe siècle débutant, l’absence de projection vers le futur est devenue si manifeste que la connaissance du passé semble totalement suspendue aux attentes de l’immédiat, aux modes comme aux usages pragmatiques des concepts en vogue.
L’absence de perspectives collectives, à court et à long terme, soumet la plupart de nos contemporains à la déficience politique et assujettit la recherche, y compris historique, à la demande des agences nationales dont les objectifs visent à l’application directe et à la rentabilité sociale. […/…] Aujourd’hui, l’intérêt d’une Histoire à vocation édifiante n’a plus cours, tant elle semble avoir été emportée avec la chute du mur de Berlin en 1989, quand furent programmés la mort des utopies, le triomphe du libéralisme et, paradoxalement, la «fin de l’Histoire».
Como dice la historiadora Michèle Riot-Sarcey en el prefacio de su último libro (El juicio de la libertad 2016 - Ed. "La découverte" - 355 páginas), "el vínculo entre pasado, presente y futuro está hoy desecho. En Francia -como en el mundo- del comienzo del siglo XXI, la ausencia de proyección hacia el futuro se ha vuelto tan manifiesta que el conocimiento del pasado parece totalmente suspendido a las expectativas de lo inmediato, a los modos y usos pragmáticos de los conceptos en boga.
La falta de perspectivas colectivas a corto y largo plazo coloca a la mayoría de nuestros contemporáneos en desventaja política y somete la investigación, incluida la investigación histórica, a las demandas de las agencias nacionales cuyos objetivos se dirigen a la aplicación directa y a la rentabilidad social. [... / ...] Hoy, el interés de una Historia de vocación edificante ya no es válido, ya que parece haber sido arrastrado con la caída del Muro de Berlín en 1989, cuando fueron programadas la muerte de las utopías, el triunfo del liberalismo y, paradójicamente, el "fin de la Historia".
La question est donc de savoir si l’Histoire, telle qu’enseignée aujourd’hui au collège et au lycée, a encore pour objectif de donner aux élèves les clés pour comprendre le monde actuel.
Elle semble être devenue le vecteur privilégié d’un processus visant à faire accepter ce gentil acronyme usité par l’oligarchie mondialisée: «TINA». Un joli prénom pour dire «There is no alternative». Autrement dit, pas d’autres modèles que celui du capitalisme ultralibéral.
Enseignement de l’Histoire – Enjeux, controverses autour de la question du fascisme. Ed. ADAPT SNES – 2016 – 126 pages - 12€
La cuestión es, por lo tanto, si la historia, tal como se enseña hoy en la escuela secundaria y los institutos de bachillerato, todavía pretende dar a los estudiantes las claves para comprender el mundo de actual.
Parece haberse convertido en el vector privilegiado de un proceso para hacer aceptar este buen acrónimo utilizado por la oligarquía globalizada: "TINA". Un buen nombre para decir "No hay alternativa" «There is no alternative». En otras palabras, no hay otros modelos que el del capitalismo ultraliberal.
Historia de la enseñanza: problemas y controversias en torno al fascismo. Ed. ADAPT SNES - 2016 - 126 páginas - 12 €
Deux professeures d’histoire de l’enseignement secondaire, Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet, ont étudié l’évolution des programmes scolaires en Histoire, au collège et au lycée (classes de troisième et de première), depuis les années soixante-dix. A leurs yeux, cette évolution caractérisée par des réformes à répétition, signe une volonté explicite de refondation de l’école pour qu’elle s’adapte aux besoins d’une société néolibérale qui veut surtout éviter de fournir aux élèves les moyens d’exercer une réflexion profonde sur la société actuelle.
Dos profesoras de historia de la enseñanza secundaria, Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet, estudiaron la evolución de los planes de estudios de Historia, en secundaria y bachillerato (clases de primer y tercer año) desde la década de 1970. Desde su punto de vista, esta evolución caracterizada por reformas repetidas, muestra un deseo explícito de refundar la escuela para que se adapte a los deseos de una sociedad neoliberal que quiere sobre todo evitar proporcionar a los estudiantes los medios para ejercer una reflexión profunda sobre la sociedad actual.
UN FORMATAGE IDÉOLOGIQUE
Les deux auteures expliquent très clairement comment ce processus appelé «réforme», qui s’apparente à une casse de l’enseignement en général et de celui de l’Histoire en particulier, fut lancé dans les années 70.
Elles montrent bien que cette progressive et programmée aseptisation de l’analyse critique des faits historiques s’inscrit dans le cadre d’une stratégie de transformation de l’éducation nationale afin qu’elle corresponde aux directives de l’Union européenne qui formule ainsi son ambition: «devenir l’économie de la connaissance la plus compétitive du monde».
Cette stratégie aboutit à une remise en cause des principes hérités du Conseil National de la Résistance qui avait érigé en priorité nationale l’élévation générale du niveau de culture et de formation dans un but d’émancipation des individus.
Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet citent un extrait d’un des nombreux rapports officiels toujours produits par les experts pour légitimer les processus de normalisation. Ici, le rapport Thélot de 2004 : « La notion de réussite pour tous ne doit pas prêter à malentendu. Elle ne veut certainement pas dire que l’École doit se proposer de faire que tous les élèves atteignent les qualifications scolaires les plus élevées. Ce serait à la fois une illusion pour les individus et une absurdité sociale puisque les qualifications scolaires ne seraient plus associées, même vaguement, à la structure des emplois.»
La conséquence pour l’enseignement de l’Histoire est décrite par les auteures comme une « normalisation insidieuse » qui s’effectue par le biais d’une remise en cause de la continuité chronologique au profit d’un découpage thématique, ou par l’accent mis sur quelques concepts (brutalisation, guerre d’anéantissement, valeurs morales…) plutôt que sur la révélation des causes sociales, politiques et économiques des événements.
L’ouvrage présente la situation de façon nette et objective avec toutes les références requises et se compose de six chapitres. Le cœur de ce cri d’alerte occupe les trois chapitres centraux (§2 - Une Histoire désarticulée et désossée ; §3 - Une lecture dogmatique de l’Histoire : les concepts imposés de l’ordre néolibéral ; §4 - Des compétences plus que des connaissances). Il est encadré par deux autres chapitres portant sur le récit des réformes successives, allant toutes dans le même sens (§1 - Les programmes d’Histoire 2009-2010 : une naissance chaotique ; §5 - Quarante ans de normalisation insidieuse).
Il se termine par une dernière partie au titre alarmant : §6 - Vers la fin de l’enseignement de l’Histoire.
FORMATEO IDEOLÓGICO
Las dos autoras explican con mucha claridad cómo este proceso llamado "reforma", que es una ruptura de la educación en general y la de la Historia en particular, se inició en los años 70.
Muestran que esta progresiva asepsia programada del análisis crítico de los hechos históricos es parte de una estrategia de transformación de la educación nacional para que se corresponda con las directivas de la Unión Europea que formula así su ambición: "convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo".
Esta estrategia condujo a un cuestionamiento de los principios heredados del Consejo Nacional de Resistencia, que había planteado la prioridad nacional de elevar el nivel general de cultura y capacitación para emancipar a las personas.
Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet citan un extracto de uno de los muchos informes oficiales que aún producen los expertos para legitimar los procesos de normalización. Aquí, el informe Thélot 2004: "La noción de éxito para todos no debe llevar a malentendidos. Ciertamente, eso no significa que la escuela debe aspirar a que todos los estudiantes alcancen las más altas calificaciones académicas. Sería tanto una ilusión para los individuos como un absurdo social ya que las calificaciones escolares ya no estarían asociadas, ni siquiera vagamente, con la estructura de los empleos".
La consecuencia de la enseñanza de la historia es descrita por los autores como una "normalización insidiosa" que se lleva a cabo a través de un cuestionamiento de la continuidad cronológica a favor de una división temática, o por el énfasis en algunos conceptos (brutalización, guerra de aniquilación, valores morales ...) en lugar de la revelación de las causas sociales, políticas y económicas de los eventos.
El libro presenta la situación de manera clara y objetiva con todas las referencias requeridas y consta de seis capítulos. El corazón de este grito de advertencia ocupa los tres capítulos centrales (§2 - Una historia desorganizada y deshuesada, §3 - Una lectura dogmática de la historia: los conceptos impuestos del orden neoliberal; Competencias más que conocimientos). Está enmarcado por dos capítulos a causa de las sucesivas reformas, que van todos en la misma dirección (§ 1 - Los programas de Historia 2009-2010: un nacimiento caótico § 5 - Cuarenta años de insidiosa normalización).
Termina con una última parte con el título alarmante: §6 - Hacia el final de la enseñanza de la Historia.
Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet ont particulièrement analysé la façon dont la notion du fascisme est actuellement enseignée à travers l’étude des programmes scolaires. Leur diagnostic est inquiétant.
Ainsi, les conséquences de la Grande Guerre se résument en un mot: «brutalisation», néologisme anglo-saxon par lequel on enseigne de façon uniforme la naissance et le développement des deux formes de totalitarisme, le fascisme et le communisme, pourtant très différentes sur le plan politique et socio-économique.
Ce terme de brutalisation est à la fois si générique et si ancré sur le plan moral qu’il occulte complètement le jeu des rapports et des tensions politiques qui était alors à l’oeuvre. Il rend impossible l’étude de leurs origines respectives, leurs différences structurelles, les réactions des milieux industriels et financiers, la position des églises, les luttes internes, les affrontements, les résistances, etc…
Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet han analizado en particular cómo se enseña actualmente la noción de fascismo mediante el estudio de los planes de estudios escolares. Su diagnóstico es preocupante.
Así, las consecuencias de la Gran Guerra se pueden resumir en una palabra: "embrutecimiento", un neologismo anglosajón por el cual el nacimiento y el desarrollo de las dos formas de totalitarismo, fascismo y comunismo, se enseñan de manera muy uniforme sin embargo muy diferentes sobre el plano político y socioeconómico.
Este término de embrutecimiento es a la vez tan genérico y tan moralmente anclado que oscurece por completo el juego de relaciones y tensiones políticas que entonces estaba en funcionamiento. Impide el estudio de sus respectivos orígenes, sus diferencias estructurales, las reacciones de los círculos industriales y financieros, la posición de las iglesias, las luchas internas, los enfrentamientos, las resistencias, etc.
En effet, tout se résume à indiquer que les pays concernés ont vécu sous la terreur, régime présenté comme non convenable. L’anticommunisme du fascisme et l’antifascisme du communisme n’ont pas besoin d’être expliqués puisqu’ils caractérisent l’inhumanité de ces deux «bêtes immondes».
Pour les auteures, ces choix, entrés en force dans les programmes dans les années 1990, se sont traduits par des apprentissages plus superficiels, une baisse de l’intérêt des élèves pour l’Histoire, une perte de sens. Mais ils ont surtout abouti à une «lecture dogmatique de l’Histoire» qui s’observe très clairement dans l’enseignement du fascisme.
En efecto, todo se reduce a indicar que los países afectados han vivido bajo terror, un régimen presentado como inadecuado. El anticomunismo del fascismo y el antifascismo del comunismo no necesitan ser explicados ya que caracterizan la inhumanidad de estas dos "bestias inmundas".
Para los autores, estas opciones, que entraron en el plan de estudios en la década de 1990, condujeron a un aprendizaje más superficial, una disminución del interés de los estudiantes por la Historia y una pérdida de significado. Pero en su mayoría han resultado en una "lectura dogmática de la historia" que se observa muy claramente en la enseñanza del fascismo.
La notion de fascisme a en effet purement disparu des programmes, tout comme la crise de 1929 qui en est la cause première. De même, ont disparu, la guerre d’Espagne (l’Espagne républicaine et sa résistance contre les putschistes franquistes), les luttes antifascistes et dans une moindre mesure l’Italie de Mussolini, tandis que l’étude du système concentrationnaire allemand passe sous silence les centres de détention pour les opposants au nazisme (résistants allemands, militants communistes, opposants politiques parqués dans des camps dès 1933).
Les auteures avancent que mettre ainsi l’accent sur le concept générique de «totalitarisme» permet «une criminalisation du communisme» au détriment d’une analyse sérieuse d’un mode de production différent, de son histoire, de ses erreurs; une mise à l’index sans retenue depuis la chute du Mur.
La noción de fascismo simplemente desapareció de los programas, al igual que la crisis de 1929, que es la primera causa. Del mismo modo, la guerra española (la España republicana y su resistencia contra los golpistas franquista), las luchas antifascistas y, en menor medida, la Italia de Mussolini desaparecieron, mientras que el estudio del sistema concentracionario alemán pasa bajo silencio los centros de detención para opositores al nazismo (combatientes de la resistencia alemana, militantes comunistas, opositores políticos recluidos en campos desde 1933).
Los autores argumentan que al enfatizar así el concepto genérico de "totalitarismo" permite "una criminalización del comunismo" en detrimento de un análisis serio de un modo de producción diferente, su historia, sus errores; una puesta en el indice sin vuelta desde la caída del Muro.
A l’heure où, sur fond de crise économique structurelle, l’extrême droite renforce ses positions dans plusieurs pays d’Europe, et non des moindres, ce procédé efface le caractère propre du fascisme, notamment son antihumanisme et sa nature contre-révolutionnaire, la violence qu’il exerce contre les syndicalistes et toute forme de solidarité sociale, donc de fraternité dans la communauté et surtout son lien étroit avec les classes capitalistes de la grande industrie et de la haute finance.
Ce livre pose la question de la capacité dont dispose encore l’enseignement de l’Histoire à aider les jeunes à mieux comprendre les enjeux du monde d’aujourd’hui au regard des leçons du passé et ainsi former leur citoyenneté.
En un momento en que, en un contexto de crisis económica estructural, la extrema derecha está reforzando sus posiciones en varios países europeos, y no menos importante, este proceso borra las características propias del fascismo, particularmente su antihumanismo y su naturaleza contrarrevolucionaria, la violencia que ejerce contra los sindicalistas y cualquier forma de solidaridad social, por lo tanto de la fraternidad en la comunidad y especialmente su estrecho vínculo con las clases capitalistas de la gran industria y las altas finanzas.
Este libro plantea la cuestión de la capacidad que aún dispone la enseñanza de la Historia para ayudar a los jóvenes a comprender mejor las cuestiones del mundo de hoy en vista de las lecciones del pasado y así formar su ciudadanía.
Note rédigée par Edouard Mangin
POUR ALLER PLUS LOIN
La meilleure façon de se rendre compte des dégâts est de lire l’ouvrage d’Annie Lacroix-Riz L’histoire contemporaine toujours sous influence (éditions Delga – Le temps des cerises - 2012). Ce livre prolonge en quelque sorte la réflexion dans le secteur de la recherche en Histoire et dans le milieu universitaire. Il s’agit d’une réédition augmentée, d’un premier livre sorti en 2004 qui mettait l’accent sur la dérive que connaissait la recherche historique depuis les années 1980. Depuis, de «réformes» de l’université et du CNRS en «réformes» de l’évaluation des travaux, la situation s’est aggravée. L’histoire indépendante et critique, est de plus en plus mise à l’index sur fond de pressions financières, idéologiques et politiques des milieux dirigeants qui affectent en profondeur la recherche historique et l’enseignement de la discipline.
PARA IR MÁS LEJOS
La mejor manera de estar al tanto del daño es leer el libro de Annie Lacroix-Riz Contemporary History Still Under Influence (Delga Editions - Le temps des cerises - 2012). Este libro es una continuación de la reflexión en el campo de la investigación en la historia y en la academia. Es una reimpresión aumentada, de un primer libro publicado en 2004 que destacó la deriva de la investigación histórica desde la década de 1980. Desde entonces, las "reformas" de la universidad y el CNRS en "Reformas" de la evaluación del trabajo, la situación ha empeorado. La historia independiente y crítica se estigmatiza cada vez más en el contexto de las presiones financieras, ideológicas y políticas de los círculos gobernantes que afectan profundamente la investigación histórica y la enseñanza de la disciplina.
Un autre ouvrage, plus théorique et conceptuel, converge vers le même diagnostic: Pour une éducation humaniste de Noam Chomsky (Ed. L’Herne – 2010 – collection Carnets de l’Herne).
Dans ce petit livre, Chomsky développe une réflexion sur ce que signifie enseigner ou apprendre et comment il conviendrait de penser et d’organiser l’enseignement pour qu’il réponde au besoin d’enrichissement intellectuel du peuple. Il s’insurge contre la tendance endoctrinaire de l’éducation telle qu’elle est de plus en plus pratiquée dans les écoles et les universités et pourfend la propagande politique qui en prend le relais, notamment dans les médias.
Otro libro, más teórico y conceptual, converge en el mismo diagnóstico: Para una educación humanista de Noam Chomsky (Ed. L'Herne - 2010 - Colección Carnets de l'Herne).
En este pequeño libro, Chomsky desarrolla una reflexión sobre lo que significa enseñar o aprender y cómo sería apropiado pensar y organizar la enseñanza para satisfacer la necesidad del enriquecimiento intelectual de las personas. Protesta contra la tendencia doctrinaria de la educación, ya que se practica cada vez más en las escuelas y universidades y lucha contra la propaganda política que se hace cargo, incluso en los medios de comunicación.
http://www.henriguillemin.org/livres/lenseignement-de-lhistoire-en-peril/
La enseñanza de la historia nunca ha sido un tema neutro. Las clases dominantes siempre han buscado guiar el relato para reforzar su posición, suavizar las relaciones sociales, evitar la toma de conciencia de los problemas de las relaciones de clase.
A su servicio, los poderes políticos siempre han desconfiado de esta disciplina que desarrolla el espíritu crítico más que su formateo y que impide entrar en el molde del pensamiento oficial.
L’enseignement de l’histoire n’a jamais été un sujet neutre. Les classes dominantes ont toujours cherché à orienter le récit de façon à conforter leur position, à édulcorer les rapports sociaux, à éviter la prise de conscience des enjeux de rapports de classe.
A leur service, les pouvoirs politiques se sont toujours méfiés de cette discipline qui développe l’esprit critique plutôt que son formatage et qui empêche d’entrer dans le moule de la pensée officielle.
Comme le dit l’historienne Michèle Riot-Sarcey dans la préface de son dernier livre (Le procès de la liberté. 2016 - Ed. La découverte - 355 pages), «le lien entre passé, présent et avenir, est aujourd’hui défait. Dans la France – comme dans le monde – du XXIe siècle débutant, l’absence de projection vers le futur est devenue si manifeste que la connaissance du passé semble totalement suspendue aux attentes de l’immédiat, aux modes comme aux usages pragmatiques des concepts en vogue.
L’absence de perspectives collectives, à court et à long terme, soumet la plupart de nos contemporains à la déficience politique et assujettit la recherche, y compris historique, à la demande des agences nationales dont les objectifs visent à l’application directe et à la rentabilité sociale. […/…] Aujourd’hui, l’intérêt d’une Histoire à vocation édifiante n’a plus cours, tant elle semble avoir été emportée avec la chute du mur de Berlin en 1989, quand furent programmés la mort des utopies, le triomphe du libéralisme et, paradoxalement, la «fin de l’Histoire».
Como dice la historiadora Michèle Riot-Sarcey en el prefacio de su último libro (El juicio de la libertad 2016 - Ed. "La découverte" - 355 páginas), "el vínculo entre pasado, presente y futuro está hoy desecho. En Francia -como en el mundo- del comienzo del siglo XXI, la ausencia de proyección hacia el futuro se ha vuelto tan manifiesta que el conocimiento del pasado parece totalmente suspendido a las expectativas de lo inmediato, a los modos y usos pragmáticos de los conceptos en boga.
La falta de perspectivas colectivas a corto y largo plazo coloca a la mayoría de nuestros contemporáneos en desventaja política y somete la investigación, incluida la investigación histórica, a las demandas de las agencias nacionales cuyos objetivos se dirigen a la aplicación directa y a la rentabilidad social. [... / ...] Hoy, el interés de una Historia de vocación edificante ya no es válido, ya que parece haber sido arrastrado con la caída del Muro de Berlín en 1989, cuando fueron programadas la muerte de las utopías, el triunfo del liberalismo y, paradójicamente, el "fin de la Historia".
La question est donc de savoir si l’Histoire, telle qu’enseignée aujourd’hui au collège et au lycée, a encore pour objectif de donner aux élèves les clés pour comprendre le monde actuel.
Elle semble être devenue le vecteur privilégié d’un processus visant à faire accepter ce gentil acronyme usité par l’oligarchie mondialisée: «TINA». Un joli prénom pour dire «There is no alternative». Autrement dit, pas d’autres modèles que celui du capitalisme ultralibéral.
Enseignement de l’Histoire – Enjeux, controverses autour de la question du fascisme. Ed. ADAPT SNES – 2016 – 126 pages - 12€
La cuestión es, por lo tanto, si la historia, tal como se enseña hoy en la escuela secundaria y los institutos de bachillerato, todavía pretende dar a los estudiantes las claves para comprender el mundo de actual.
Parece haberse convertido en el vector privilegiado de un proceso para hacer aceptar este buen acrónimo utilizado por la oligarquía globalizada: "TINA". Un buen nombre para decir "No hay alternativa" «There is no alternative». En otras palabras, no hay otros modelos que el del capitalismo ultraliberal.
Historia de la enseñanza: problemas y controversias en torno al fascismo. Ed. ADAPT SNES - 2016 - 126 páginas - 12 €
Deux professeures d’histoire de l’enseignement secondaire, Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet, ont étudié l’évolution des programmes scolaires en Histoire, au collège et au lycée (classes de troisième et de première), depuis les années soixante-dix. A leurs yeux, cette évolution caractérisée par des réformes à répétition, signe une volonté explicite de refondation de l’école pour qu’elle s’adapte aux besoins d’une société néolibérale qui veut surtout éviter de fournir aux élèves les moyens d’exercer une réflexion profonde sur la société actuelle.
Dos profesoras de historia de la enseñanza secundaria, Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet, estudiaron la evolución de los planes de estudios de Historia, en secundaria y bachillerato (clases de primer y tercer año) desde la década de 1970. Desde su punto de vista, esta evolución caracterizada por reformas repetidas, muestra un deseo explícito de refundar la escuela para que se adapte a los deseos de una sociedad neoliberal que quiere sobre todo evitar proporcionar a los estudiantes los medios para ejercer una reflexión profunda sobre la sociedad actual.
UN FORMATAGE IDÉOLOGIQUE
Les deux auteures expliquent très clairement comment ce processus appelé «réforme», qui s’apparente à une casse de l’enseignement en général et de celui de l’Histoire en particulier, fut lancé dans les années 70.
Elles montrent bien que cette progressive et programmée aseptisation de l’analyse critique des faits historiques s’inscrit dans le cadre d’une stratégie de transformation de l’éducation nationale afin qu’elle corresponde aux directives de l’Union européenne qui formule ainsi son ambition: «devenir l’économie de la connaissance la plus compétitive du monde».
Cette stratégie aboutit à une remise en cause des principes hérités du Conseil National de la Résistance qui avait érigé en priorité nationale l’élévation générale du niveau de culture et de formation dans un but d’émancipation des individus.
Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet citent un extrait d’un des nombreux rapports officiels toujours produits par les experts pour légitimer les processus de normalisation. Ici, le rapport Thélot de 2004 : « La notion de réussite pour tous ne doit pas prêter à malentendu. Elle ne veut certainement pas dire que l’École doit se proposer de faire que tous les élèves atteignent les qualifications scolaires les plus élevées. Ce serait à la fois une illusion pour les individus et une absurdité sociale puisque les qualifications scolaires ne seraient plus associées, même vaguement, à la structure des emplois.»
La conséquence pour l’enseignement de l’Histoire est décrite par les auteures comme une « normalisation insidieuse » qui s’effectue par le biais d’une remise en cause de la continuité chronologique au profit d’un découpage thématique, ou par l’accent mis sur quelques concepts (brutalisation, guerre d’anéantissement, valeurs morales…) plutôt que sur la révélation des causes sociales, politiques et économiques des événements.
L’ouvrage présente la situation de façon nette et objective avec toutes les références requises et se compose de six chapitres. Le cœur de ce cri d’alerte occupe les trois chapitres centraux (§2 - Une Histoire désarticulée et désossée ; §3 - Une lecture dogmatique de l’Histoire : les concepts imposés de l’ordre néolibéral ; §4 - Des compétences plus que des connaissances). Il est encadré par deux autres chapitres portant sur le récit des réformes successives, allant toutes dans le même sens (§1 - Les programmes d’Histoire 2009-2010 : une naissance chaotique ; §5 - Quarante ans de normalisation insidieuse).
Il se termine par une dernière partie au titre alarmant : §6 - Vers la fin de l’enseignement de l’Histoire.
FORMATEO IDEOLÓGICO
Las dos autoras explican con mucha claridad cómo este proceso llamado "reforma", que es una ruptura de la educación en general y la de la Historia en particular, se inició en los años 70.
Muestran que esta progresiva asepsia programada del análisis crítico de los hechos históricos es parte de una estrategia de transformación de la educación nacional para que se corresponda con las directivas de la Unión Europea que formula así su ambición: "convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo".
Esta estrategia condujo a un cuestionamiento de los principios heredados del Consejo Nacional de Resistencia, que había planteado la prioridad nacional de elevar el nivel general de cultura y capacitación para emancipar a las personas.
Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet citan un extracto de uno de los muchos informes oficiales que aún producen los expertos para legitimar los procesos de normalización. Aquí, el informe Thélot 2004: "La noción de éxito para todos no debe llevar a malentendidos. Ciertamente, eso no significa que la escuela debe aspirar a que todos los estudiantes alcancen las más altas calificaciones académicas. Sería tanto una ilusión para los individuos como un absurdo social ya que las calificaciones escolares ya no estarían asociadas, ni siquiera vagamente, con la estructura de los empleos".
La consecuencia de la enseñanza de la historia es descrita por los autores como una "normalización insidiosa" que se lleva a cabo a través de un cuestionamiento de la continuidad cronológica a favor de una división temática, o por el énfasis en algunos conceptos (brutalización, guerra de aniquilación, valores morales ...) en lugar de la revelación de las causas sociales, políticas y económicas de los eventos.
El libro presenta la situación de manera clara y objetiva con todas las referencias requeridas y consta de seis capítulos. El corazón de este grito de advertencia ocupa los tres capítulos centrales (§2 - Una historia desorganizada y deshuesada, §3 - Una lectura dogmática de la historia: los conceptos impuestos del orden neoliberal; Competencias más que conocimientos). Está enmarcado por dos capítulos a causa de las sucesivas reformas, que van todos en la misma dirección (§ 1 - Los programas de Historia 2009-2010: un nacimiento caótico § 5 - Cuarenta años de insidiosa normalización).
Termina con una última parte con el título alarmante: §6 - Hacia el final de la enseñanza de la Historia.
Joëlle Fontaine et Gisèle Jamet ont particulièrement analysé la façon dont la notion du fascisme est actuellement enseignée à travers l’étude des programmes scolaires. Leur diagnostic est inquiétant.
Ainsi, les conséquences de la Grande Guerre se résument en un mot: «brutalisation», néologisme anglo-saxon par lequel on enseigne de façon uniforme la naissance et le développement des deux formes de totalitarisme, le fascisme et le communisme, pourtant très différentes sur le plan politique et socio-économique.
Ce terme de brutalisation est à la fois si générique et si ancré sur le plan moral qu’il occulte complètement le jeu des rapports et des tensions politiques qui était alors à l’oeuvre. Il rend impossible l’étude de leurs origines respectives, leurs différences structurelles, les réactions des milieux industriels et financiers, la position des églises, les luttes internes, les affrontements, les résistances, etc…
Joëlle Fontaine y Gisèle Jamet han analizado en particular cómo se enseña actualmente la noción de fascismo mediante el estudio de los planes de estudios escolares. Su diagnóstico es preocupante.
Así, las consecuencias de la Gran Guerra se pueden resumir en una palabra: "embrutecimiento", un neologismo anglosajón por el cual el nacimiento y el desarrollo de las dos formas de totalitarismo, fascismo y comunismo, se enseñan de manera muy uniforme sin embargo muy diferentes sobre el plano político y socioeconómico.
Este término de embrutecimiento es a la vez tan genérico y tan moralmente anclado que oscurece por completo el juego de relaciones y tensiones políticas que entonces estaba en funcionamiento. Impide el estudio de sus respectivos orígenes, sus diferencias estructurales, las reacciones de los círculos industriales y financieros, la posición de las iglesias, las luchas internas, los enfrentamientos, las resistencias, etc.
En effet, tout se résume à indiquer que les pays concernés ont vécu sous la terreur, régime présenté comme non convenable. L’anticommunisme du fascisme et l’antifascisme du communisme n’ont pas besoin d’être expliqués puisqu’ils caractérisent l’inhumanité de ces deux «bêtes immondes».
Pour les auteures, ces choix, entrés en force dans les programmes dans les années 1990, se sont traduits par des apprentissages plus superficiels, une baisse de l’intérêt des élèves pour l’Histoire, une perte de sens. Mais ils ont surtout abouti à une «lecture dogmatique de l’Histoire» qui s’observe très clairement dans l’enseignement du fascisme.
En efecto, todo se reduce a indicar que los países afectados han vivido bajo terror, un régimen presentado como inadecuado. El anticomunismo del fascismo y el antifascismo del comunismo no necesitan ser explicados ya que caracterizan la inhumanidad de estas dos "bestias inmundas".
Para los autores, estas opciones, que entraron en el plan de estudios en la década de 1990, condujeron a un aprendizaje más superficial, una disminución del interés de los estudiantes por la Historia y una pérdida de significado. Pero en su mayoría han resultado en una "lectura dogmática de la historia" que se observa muy claramente en la enseñanza del fascismo.
La notion de fascisme a en effet purement disparu des programmes, tout comme la crise de 1929 qui en est la cause première. De même, ont disparu, la guerre d’Espagne (l’Espagne républicaine et sa résistance contre les putschistes franquistes), les luttes antifascistes et dans une moindre mesure l’Italie de Mussolini, tandis que l’étude du système concentrationnaire allemand passe sous silence les centres de détention pour les opposants au nazisme (résistants allemands, militants communistes, opposants politiques parqués dans des camps dès 1933).
Les auteures avancent que mettre ainsi l’accent sur le concept générique de «totalitarisme» permet «une criminalisation du communisme» au détriment d’une analyse sérieuse d’un mode de production différent, de son histoire, de ses erreurs; une mise à l’index sans retenue depuis la chute du Mur.
La noción de fascismo simplemente desapareció de los programas, al igual que la crisis de 1929, que es la primera causa. Del mismo modo, la guerra española (la España republicana y su resistencia contra los golpistas franquista), las luchas antifascistas y, en menor medida, la Italia de Mussolini desaparecieron, mientras que el estudio del sistema concentracionario alemán pasa bajo silencio los centros de detención para opositores al nazismo (combatientes de la resistencia alemana, militantes comunistas, opositores políticos recluidos en campos desde 1933).
Los autores argumentan que al enfatizar así el concepto genérico de "totalitarismo" permite "una criminalización del comunismo" en detrimento de un análisis serio de un modo de producción diferente, su historia, sus errores; una puesta en el indice sin vuelta desde la caída del Muro.
A l’heure où, sur fond de crise économique structurelle, l’extrême droite renforce ses positions dans plusieurs pays d’Europe, et non des moindres, ce procédé efface le caractère propre du fascisme, notamment son antihumanisme et sa nature contre-révolutionnaire, la violence qu’il exerce contre les syndicalistes et toute forme de solidarité sociale, donc de fraternité dans la communauté et surtout son lien étroit avec les classes capitalistes de la grande industrie et de la haute finance.
Ce livre pose la question de la capacité dont dispose encore l’enseignement de l’Histoire à aider les jeunes à mieux comprendre les enjeux du monde d’aujourd’hui au regard des leçons du passé et ainsi former leur citoyenneté.
En un momento en que, en un contexto de crisis económica estructural, la extrema derecha está reforzando sus posiciones en varios países europeos, y no menos importante, este proceso borra las características propias del fascismo, particularmente su antihumanismo y su naturaleza contrarrevolucionaria, la violencia que ejerce contra los sindicalistas y cualquier forma de solidaridad social, por lo tanto de la fraternidad en la comunidad y especialmente su estrecho vínculo con las clases capitalistas de la gran industria y las altas finanzas.
Este libro plantea la cuestión de la capacidad que aún dispone la enseñanza de la Historia para ayudar a los jóvenes a comprender mejor las cuestiones del mundo de hoy en vista de las lecciones del pasado y así formar su ciudadanía.
Note rédigée par Edouard Mangin
POUR ALLER PLUS LOIN
La meilleure façon de se rendre compte des dégâts est de lire l’ouvrage d’Annie Lacroix-Riz L’histoire contemporaine toujours sous influence (éditions Delga – Le temps des cerises - 2012). Ce livre prolonge en quelque sorte la réflexion dans le secteur de la recherche en Histoire et dans le milieu universitaire. Il s’agit d’une réédition augmentée, d’un premier livre sorti en 2004 qui mettait l’accent sur la dérive que connaissait la recherche historique depuis les années 1980. Depuis, de «réformes» de l’université et du CNRS en «réformes» de l’évaluation des travaux, la situation s’est aggravée. L’histoire indépendante et critique, est de plus en plus mise à l’index sur fond de pressions financières, idéologiques et politiques des milieux dirigeants qui affectent en profondeur la recherche historique et l’enseignement de la discipline.
PARA IR MÁS LEJOS
La mejor manera de estar al tanto del daño es leer el libro de Annie Lacroix-Riz Contemporary History Still Under Influence (Delga Editions - Le temps des cerises - 2012). Este libro es una continuación de la reflexión en el campo de la investigación en la historia y en la academia. Es una reimpresión aumentada, de un primer libro publicado en 2004 que destacó la deriva de la investigación histórica desde la década de 1980. Desde entonces, las "reformas" de la universidad y el CNRS en "Reformas" de la evaluación del trabajo, la situación ha empeorado. La historia independiente y crítica se estigmatiza cada vez más en el contexto de las presiones financieras, ideológicas y políticas de los círculos gobernantes que afectan profundamente la investigación histórica y la enseñanza de la disciplina.
Un autre ouvrage, plus théorique et conceptuel, converge vers le même diagnostic: Pour une éducation humaniste de Noam Chomsky (Ed. L’Herne – 2010 – collection Carnets de l’Herne).
Dans ce petit livre, Chomsky développe une réflexion sur ce que signifie enseigner ou apprendre et comment il conviendrait de penser et d’organiser l’enseignement pour qu’il réponde au besoin d’enrichissement intellectuel du peuple. Il s’insurge contre la tendance endoctrinaire de l’éducation telle qu’elle est de plus en plus pratiquée dans les écoles et les universités et pourfend la propagande politique qui en prend le relais, notamment dans les médias.
Otro libro, más teórico y conceptual, converge en el mismo diagnóstico: Para una educación humanista de Noam Chomsky (Ed. L'Herne - 2010 - Colección Carnets de l'Herne).
En este pequeño libro, Chomsky desarrolla una reflexión sobre lo que significa enseñar o aprender y cómo sería apropiado pensar y organizar la enseñanza para satisfacer la necesidad del enriquecimiento intelectual de las personas. Protesta contra la tendencia doctrinaria de la educación, ya que se practica cada vez más en las escuelas y universidades y lucha contra la propaganda política que se hace cargo, incluso en los medios de comunicación.
http://www.henriguillemin.org/livres/lenseignement-de-lhistoire-en-peril/
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martes, 27 de diciembre de 2016
LA UTILIDAD DE LO INÚTIL
Por Agustín L de la Cruz.
En medio de la banalidad mediática triunfante, aderezada en estos días por la agonía del dragón Cebrián y por las patéticas luchas internas de los partidos políticos, peleas por el poder disfrazadas de combates ideológicos; en medio también de esa fantástica nacionalización de las autopistas radiales ruinosas, ejercicio de virtud neoliberal-comunista que no debería escandalizarnos tanto como el ya consolidado rescate bancario; en medio, cómo no, del consumismo rampante propio de las navidades, surgen como un soplo de brisa fresca las lecciones contenidas en el librito La utilidad de lo inútil, del filósofo italiano Nuccio Ordine. Veamos un ejemplo de su diagnóstico:
“Los bancos y los acreedores reclaman implacablemente, como Shylock en El mercader de Venecia , la libra de carne viva de quien no puede restituir la deuda. Así, con crueldad, muchas empresas (que se han aprovechado durante décadas de la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas) despiden a los trabajadores, mientras los gobiernos suprimen los empleos, la enseñanza, la asistencia social a los discapacitados y la sanidad pública. El derecho a tener derechos queda sometido a la hegemonía del mercado, con el riesgo progresivo de eliminar cualquier forma de respeto por la persona. Transformando a los hombres en mercancías y dinero, este perverso mecanismo económico ha dado vida a un monstruo, sin patria y sin piedad, que acabará negando también a las futuras generaciones toda forma de esperanza”.
¿Y cuál es el tratamiento que receta Ordine para resquebrajar el pensamiento único y dominante que consume toda esperanza? Las tareas inútiles, los saberes sin aparente aplicación práctica, los comportamientos que carecen de beneficio económico inmediato:
“Sólo el saber puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común con los otros mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo enseñar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida al milagro de un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe”.
¿Para qué sirve lo inútil, de qué sirve leer a Montaigne, entender la teoría de la relatividad, visitar el Museo del Prado, escuchar a Miles Davis, contemplar un bosque o escribir, salvando las distancias, para Politocracia? Para nada, es decir, para todo lo que importa. En palabras de Eugène Ionesco: “Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe, un país sin espíritu; donde no hay risa, hay cólera y odio”.
Ante esta situación insostenible que nos hemos dado todos, en la cual reina la dictadura de los mercados o, como dice el propio Ordine, la democracia comercial, hay dos salidas que se contraponen, a pesar de los denodados esfuerzos del poder por confundirlas en una sola mediante la burda etiqueta de populistas: el fascismo y el humanismo. El primero echa la culpa de la pobreza a los todavía más pobres, a los excluidos, a los inmigrantes, a las mujeres; el segundo señala a los realmente culpables, a quienes toman y aplican las decisiones: la élite política y empresarial, y propone soluciones que no pasan exclusivamente por lo político, puesto que el cambio exterior y colectivo ha de estar acompañado de un cambio interior e individual que nos sitúe por encima de nuestras propias mezquindades.
En esta encrucijada entre quienes impulsan el neofascismo como última vuelta de tuerca del orden establecido, y quienes colocan al ser humano por encima de un sistema monstruoso que devora a sus hijos y al planeta entero, en tierra de nadie pero con la capacidad de desnivelar la balanza, queda la socialdemocracia, que ante la duda suele tomar partido por los primeros, y cuyos dirigentes forman parte de esa élite que toma y aplica las decisiones que conducen al desastre. ¿Hasta cuándo?
http://politocracia.es/la-utilidad-de-lo-inutil/
En medio de la banalidad mediática triunfante, aderezada en estos días por la agonía del dragón Cebrián y por las patéticas luchas internas de los partidos políticos, peleas por el poder disfrazadas de combates ideológicos; en medio también de esa fantástica nacionalización de las autopistas radiales ruinosas, ejercicio de virtud neoliberal-comunista que no debería escandalizarnos tanto como el ya consolidado rescate bancario; en medio, cómo no, del consumismo rampante propio de las navidades, surgen como un soplo de brisa fresca las lecciones contenidas en el librito La utilidad de lo inútil, del filósofo italiano Nuccio Ordine. Veamos un ejemplo de su diagnóstico:
“Los bancos y los acreedores reclaman implacablemente, como Shylock en El mercader de Venecia , la libra de carne viva de quien no puede restituir la deuda. Así, con crueldad, muchas empresas (que se han aprovechado durante décadas de la privatización de los beneficios y la socialización de las pérdidas) despiden a los trabajadores, mientras los gobiernos suprimen los empleos, la enseñanza, la asistencia social a los discapacitados y la sanidad pública. El derecho a tener derechos queda sometido a la hegemonía del mercado, con el riesgo progresivo de eliminar cualquier forma de respeto por la persona. Transformando a los hombres en mercancías y dinero, este perverso mecanismo económico ha dado vida a un monstruo, sin patria y sin piedad, que acabará negando también a las futuras generaciones toda forma de esperanza”.
¿Y cuál es el tratamiento que receta Ordine para resquebrajar el pensamiento único y dominante que consume toda esperanza? Las tareas inútiles, los saberes sin aparente aplicación práctica, los comportamientos que carecen de beneficio económico inmediato:
“Sólo el saber puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común con los otros mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo enseñar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida al milagro de un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe”.
¿Para qué sirve lo inútil, de qué sirve leer a Montaigne, entender la teoría de la relatividad, visitar el Museo del Prado, escuchar a Miles Davis, contemplar un bosque o escribir, salvando las distancias, para Politocracia? Para nada, es decir, para todo lo que importa. En palabras de Eugène Ionesco: “Si no se comprende la utilidad de lo inútil, la inutilidad de lo útil, no se comprende el arte. Y un país en donde no se comprende el arte es un país de esclavos o de robots, un país de gente desdichada, de gente que no ríe, un país sin espíritu; donde no hay risa, hay cólera y odio”.
Ante esta situación insostenible que nos hemos dado todos, en la cual reina la dictadura de los mercados o, como dice el propio Ordine, la democracia comercial, hay dos salidas que se contraponen, a pesar de los denodados esfuerzos del poder por confundirlas en una sola mediante la burda etiqueta de populistas: el fascismo y el humanismo. El primero echa la culpa de la pobreza a los todavía más pobres, a los excluidos, a los inmigrantes, a las mujeres; el segundo señala a los realmente culpables, a quienes toman y aplican las decisiones: la élite política y empresarial, y propone soluciones que no pasan exclusivamente por lo político, puesto que el cambio exterior y colectivo ha de estar acompañado de un cambio interior e individual que nos sitúe por encima de nuestras propias mezquindades.
En esta encrucijada entre quienes impulsan el neofascismo como última vuelta de tuerca del orden establecido, y quienes colocan al ser humano por encima de un sistema monstruoso que devora a sus hijos y al planeta entero, en tierra de nadie pero con la capacidad de desnivelar la balanza, queda la socialdemocracia, que ante la duda suele tomar partido por los primeros, y cuyos dirigentes forman parte de esa élite que toma y aplica las decisiones que conducen al desastre. ¿Hasta cuándo?
http://politocracia.es/la-utilidad-de-lo-inutil/
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martes, 5 de julio de 2016
El FMI contiene su "revolución". El economista jefe sale al paso de la polémica por un artículo de la institución que cuestionaba el neoliberalismo y la austeridad.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) no reniega ni de la austeridad ni del liberalismo más decidido. Aunque alimentó las dudas durante las últimas semanas, el economista jefe de la institución, Maurice Obstfeld, ha salido al paso para calmar las aguas. Hay poca épica en el Fondo, los conatos de revuelta se producen en forma de artículos y se sofocan con las mismas armas.
Un artículo publicado a finales de mayo por tres importantes economistas del FMI dio la campanada al cuestionar las bondades de las recetas económicas neoliberales, admitir que muchas no habían dado los resultados esperados y vincular los efectos de la austeridad con el aumento de la desigualdad. "Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han dado los frutos esperados", señalan Jonathan D. Ostry (subdirector del departamento de Análisis), Prakash Loungani (jefe de división) y David Furceri (miembro del mismo departamento).
Los expertos del Fondo hallaron tres conclusiones "preocupantes" al analizar las políticas de austeridad y la retirada de restricciones al movimiento de capitales: que "los beneficios en términos de mayor crecimiento son difíciles de identificar cuando se mira un amplio grupo de países", si bien "los costes en cuanto a mayor desigualdad son prominentes". En cambio, certifican que "la mayor desigualdad daña el crecimiento". Así, aunque ese ideario liberal busque la expansión económica, "sus defensores deben prestar atención a los efectos en su distribución".
El artículo, publicado en una revista del FMI bajo el título Neoliberalism: Oversold? (algo así como Neoliberalismo: ¿sobrevalorado?) también cuestiona los objetivos del Fondo en cuanto a la reducción de la deuda pública de los Estados. "Muchos países (como los del sur de Europa) no tienen mucha más elección que adoptar consolidación fiscal", señalan, pero esa necesidad "en algunos países" no es aplicable "a todos los países", resaltan.
Ajustes más suaves
El propio FMI, desde su ex economista jefe Olivier Blanchard, hasta su actual directora gerente, Christine Lagarde, han manifestado en los últimos años que los ajustes fiscales no deben ser bruscos para evitar castigar el crecimiento (sobre todo después de ver las secuelas de la crisis griega) y que los Estados con margen para gastar deben hacerlo. Los economistas cuestionan algo más en su artículo y se habla mucho de un giro keynesiano en los análisis del Fondo. "Pero el FMI también ha defendido bajar la deuda en el medio plazo en algunas economías emergentes y desarrolladas, sobre todo como seguro ante futuros shocks. Pero ¿es realmente defendible para países como Alemania, Reino Unido o EE UU?", se preguntan.
Hace unos días, el FMI publicó una entrevista con su economista jefe para matizar a sus compañeros. "No se trata de que el Fondo esté a favor o en contra de la austeridad, nadie quiere austeridad innecesaria", señaló Obstfeld, sino de que los gobiernos deben vivir acorde a sus posibilidades o asumir medidas más duras como el impago de la deuda. "Esto es un hecho, no una posición ideológica", dijo. "El artículo se ha malinterpretado, no significa un gran cambio en el Fondo". Si algo se ha sobreestimado es la capacidad de revolución en el Fondo.
EL FONDO AVISA DE LA ALTA DEUDA DE CHINA
El subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, urgió ayer a China a tomar "medidas inmediatas" para reducir la creciente deuda de sus empresas, o de lo contrario se encontrará con "consecuencias peligrosas" en su transición hacia una economía de consumo.
Lipton recordó que el país asiático es el miembro del G20 que ha acumulado deuda de forma más rápida, y estimó que ya equivale al 225% de su PIB, o el 145% si solo se atiende a su deuda corporativa. "La deuda empresarial sigue siendo un grave y creciente problema que debe ser afrontado de inmediato y con un compromiso para adoptar reformas serias", señaló.
http://economia.elpais.com/economia/2016/06/11/actualidad/1465663527_582337.html
Un artículo publicado a finales de mayo por tres importantes economistas del FMI dio la campanada al cuestionar las bondades de las recetas económicas neoliberales, admitir que muchas no habían dado los resultados esperados y vincular los efectos de la austeridad con el aumento de la desigualdad. "Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han dado los frutos esperados", señalan Jonathan D. Ostry (subdirector del departamento de Análisis), Prakash Loungani (jefe de división) y David Furceri (miembro del mismo departamento).
Los expertos del Fondo hallaron tres conclusiones "preocupantes" al analizar las políticas de austeridad y la retirada de restricciones al movimiento de capitales: que "los beneficios en términos de mayor crecimiento son difíciles de identificar cuando se mira un amplio grupo de países", si bien "los costes en cuanto a mayor desigualdad son prominentes". En cambio, certifican que "la mayor desigualdad daña el crecimiento". Así, aunque ese ideario liberal busque la expansión económica, "sus defensores deben prestar atención a los efectos en su distribución".
El artículo, publicado en una revista del FMI bajo el título Neoliberalism: Oversold? (algo así como Neoliberalismo: ¿sobrevalorado?) también cuestiona los objetivos del Fondo en cuanto a la reducción de la deuda pública de los Estados. "Muchos países (como los del sur de Europa) no tienen mucha más elección que adoptar consolidación fiscal", señalan, pero esa necesidad "en algunos países" no es aplicable "a todos los países", resaltan.
Ajustes más suaves
El propio FMI, desde su ex economista jefe Olivier Blanchard, hasta su actual directora gerente, Christine Lagarde, han manifestado en los últimos años que los ajustes fiscales no deben ser bruscos para evitar castigar el crecimiento (sobre todo después de ver las secuelas de la crisis griega) y que los Estados con margen para gastar deben hacerlo. Los economistas cuestionan algo más en su artículo y se habla mucho de un giro keynesiano en los análisis del Fondo. "Pero el FMI también ha defendido bajar la deuda en el medio plazo en algunas economías emergentes y desarrolladas, sobre todo como seguro ante futuros shocks. Pero ¿es realmente defendible para países como Alemania, Reino Unido o EE UU?", se preguntan.
Hace unos días, el FMI publicó una entrevista con su economista jefe para matizar a sus compañeros. "No se trata de que el Fondo esté a favor o en contra de la austeridad, nadie quiere austeridad innecesaria", señaló Obstfeld, sino de que los gobiernos deben vivir acorde a sus posibilidades o asumir medidas más duras como el impago de la deuda. "Esto es un hecho, no una posición ideológica", dijo. "El artículo se ha malinterpretado, no significa un gran cambio en el Fondo". Si algo se ha sobreestimado es la capacidad de revolución en el Fondo.
EL FONDO AVISA DE LA ALTA DEUDA DE CHINA
El subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, urgió ayer a China a tomar "medidas inmediatas" para reducir la creciente deuda de sus empresas, o de lo contrario se encontrará con "consecuencias peligrosas" en su transición hacia una economía de consumo.
Lipton recordó que el país asiático es el miembro del G20 que ha acumulado deuda de forma más rápida, y estimó que ya equivale al 225% de su PIB, o el 145% si solo se atiende a su deuda corporativa. "La deuda empresarial sigue siendo un grave y creciente problema que debe ser afrontado de inmediato y con un compromiso para adoptar reformas serias", señaló.
http://economia.elpais.com/economia/2016/06/11/actualidad/1465663527_582337.html
martes, 14 de junio de 2016
¿Austero Aznar? La austeridad neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por ellos mismos.
Y va Josemari Aznar y le pega un rapapolvo a Mariano Rajoy por “relajar la corrección del déficit”. Y le instruye a hacer lo contrario: “España debe acelerar el proceso de consolidación fiscal”, reduciendo el gasto público. O como, más claro, dejó escrito: el Gobierno tiene “el deber” de aplicar “políticas de máxima austeridad” (España puede salir de la crisis, Planeta).
Más vale reír que llorar. El incumplidor fiscal, el que vocea que denunciará a Cristóbal Montoro por revelar sus infracciones y sanciones, el amigo de sobrios de lujo como Rupert Murdoch, Bernie Ecclestone, Flavio Briatore, Paco Camps, Jaume Matas, Rita Barberá y la tribu gurtélida-escurialense, dando lecciones de frugalidad. La austeridad neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por nosotros mismos.
Pincha Aznar a Mariano con que la bonanza económica de su tiempo se debió a esa política; le replican la vice y Luis de Guindos que ellos lo han hecho mejor. Oculta un factor clave del crecimiento económico bajo el aznarato: su ley del suelo. Fue esa la que disparó desde 1998 la burbuja inmobiliaria, bajo el principio de que todo era urbanizable salvo lo prohibido, y que incubó la Gran Recesión a la española. Pero el máximo austero lo olvida.
Como, generoso, obvió en las 219 páginas de ese libro siquiera mencionar a Rodrigo Rato, quien algo tendría que ver con aquella recuperación. Para nada, el generoso Aznar se autoatribuyó el fugaz mérito: “El milagro soy yo”, declaró a The Wall Street Journal. Modesta frase que “era precisamente lo contrario a cualquier planteamientro egocéntrico”, según nos asegura en El compromiso del poder, su segundo volumen de desmemorias selectivas.
Cuando las invectivas de estilo Rottenmeier atenazan a Mariano, asalta a muchos la compasión de minimizar sus fracasos, la pérdida de un ejercicio presupuestario por culpa de bajar los impuestos para subir los votos, el patético papelón ante Europa para evitar la multa por incumplimiento del déficit... Al fin y al cabo, es un tipo apacible que no suele ofender.
Pero entonces comprueban que les promete en España volver a reducir impuestos y al tiempo escribe a la Comisión asegurando que una vez pasen las elecciones volverá a aplicar recortes; qué digo recortes: “nuevas medidas”. Y se sienten burlados.
http://elpais.com/elpais/2016/05/23/opinion/1464021800_997153.html
Más vale reír que llorar. El incumplidor fiscal, el que vocea que denunciará a Cristóbal Montoro por revelar sus infracciones y sanciones, el amigo de sobrios de lujo como Rupert Murdoch, Bernie Ecclestone, Flavio Briatore, Paco Camps, Jaume Matas, Rita Barberá y la tribu gurtélida-escurialense, dando lecciones de frugalidad. La austeridad neoliberal empieza siempre por los demás, jamás por nosotros mismos.
Pincha Aznar a Mariano con que la bonanza económica de su tiempo se debió a esa política; le replican la vice y Luis de Guindos que ellos lo han hecho mejor. Oculta un factor clave del crecimiento económico bajo el aznarato: su ley del suelo. Fue esa la que disparó desde 1998 la burbuja inmobiliaria, bajo el principio de que todo era urbanizable salvo lo prohibido, y que incubó la Gran Recesión a la española. Pero el máximo austero lo olvida.
Como, generoso, obvió en las 219 páginas de ese libro siquiera mencionar a Rodrigo Rato, quien algo tendría que ver con aquella recuperación. Para nada, el generoso Aznar se autoatribuyó el fugaz mérito: “El milagro soy yo”, declaró a The Wall Street Journal. Modesta frase que “era precisamente lo contrario a cualquier planteamientro egocéntrico”, según nos asegura en El compromiso del poder, su segundo volumen de desmemorias selectivas.
Cuando las invectivas de estilo Rottenmeier atenazan a Mariano, asalta a muchos la compasión de minimizar sus fracasos, la pérdida de un ejercicio presupuestario por culpa de bajar los impuestos para subir los votos, el patético papelón ante Europa para evitar la multa por incumplimiento del déficit... Al fin y al cabo, es un tipo apacible que no suele ofender.
Pero entonces comprueban que les promete en España volver a reducir impuestos y al tiempo escribe a la Comisión asegurando que una vez pasen las elecciones volverá a aplicar recortes; qué digo recortes: “nuevas medidas”. Y se sienten burlados.
http://elpais.com/elpais/2016/05/23/opinion/1464021800_997153.html
domingo, 3 de abril de 2016
Escenas de la lucha de clases en Francia
La Vanguardia
Empujones a la entrada e insultos en la sala. Señoras bien vestidas y enjoyadas, comportándose como verdaderas verduleras y hombres encorbatados llamando “zorra” a la gaditana alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, afortunadamente ausente. Lo nunca visto en el elegante distrito XVI de París. Era la “reunión informativa”, organizada por el Ayuntamiento de París para los vecinos del distrito en el aula magna de la Universidad París Dauphine, que linda con el Bois de Boulogne. ¿Motivo de la bronca?: el ayuntamiento ha tenido la audacia de colocar en un barrio rico un centro provisional de acogida para 200 sin techo, pobres, vagabundos y demás. La decisión rompe un tabú: los pobres sin techo deben estar con sus parientes con techo, es decir en los distritos modestos del norte y el este de la ciudad. Nada de mezclas. El distrito XVI, 150.000 habitantes, una de las densidades de población más bajas de París, solo tiene 18 de las 10.000 plazas de acogida para los sin techo que hay en toda la ciudad, que rebosa gente durmiendo por las calles. El popular distrito XX tiene más de mil plazas. La idea de Hidalgo es repartir un poco la solidaridad, pero el alcalde de barrio, Claude Goasguen, del partido de Sarkozy, dice que lo que quieren es “castigar a los burgueses”. “Este centro de acogida hará bajar el precio de mi piso”, se queja un ciudadano. “Esta gente no tiene medios y robará”, augura una señora.
Jóvenes, abuelos y sindicatos
Eso sucedía el lunes, y ante lo crispado del ambiente el Presidente de la Universidad, Laurent Batsch, decidió dar por concluida la “reunión informativa” a los quince minutos de su inicio.
El jueves los estudiantes y bachilleres volvían a salir a la calle. Ya lo hicieron el día 9, sumándose en gran número a los sindicatos para protestar contra el proyecto de ley laboral del gobierno, que recorta un poco más el derecho laboral. Varios centenares de miles de estudiantes, trabajadores, parados y jubilados en toda Francia.Tras tantos años de recortes moderados, el bien afilado cuchillo neoliberal francés que corta muy fino, tocó nervio y el país despertó: “Hasta aquí podíamos llegar”, se leyó en un manifiesto de socialistas y compañeros de viaje de Hollande y Valls. El gobierno no se esperaba que el pueblo desenterrara su hacha de guerra, y asistió incrédulo a una reacción que en pocos días unificó a todos los sindicatos en una convocatoria de huelga general para el 31 de marzo pidiendo la retirada del proyecto de ley involucionista. Inmediatamente se borraron dos o tres aspectos enojosos del texto. Con eso se ha conseguido que algunos sindicatos, la mansa CFDT y otros, vuelvan al redil, sin embargo los otros mantienen la convocatoria de huelga, lo que a 14 meses de las presidenciales pinta muy mal para el Elíseo.
Soñando con un cambio
Como en toda Europa, la involución social francesa data de 30 años. Algunos fechan su inicio en 1983, cuando Mitterrand cambió su programa común de izquierdas por la desregularización neoliberal. El caso es que hace mucho tiempo que la vida social se degrada en Francia. Como en todas partes, la teología dominante afirma que el problema de la economía francesa tiene que ver con el exceso de Estado y de gasto social. El bombardeo mediático de esta idea, así como la escuela que ha creado a lo largo de toda una generación, son considerables, pero ya en 2005, con el referéndum contra la Constitución Europea, los franceses dijeron no, por más que su voluntad fuera olímpicamente ignorada. En todo caso, muchos sueñan ahora con un despertar. Con la idea de un vaso colmado, cuya última gota —el proyecto de ley laboral— comienza a desbordar para dar lugar a una de esas erupciones sociales francesas. Frédéric Lordon, el principal panfletista de moda de la izquierda de la izquierda local, repite estos días en sus intervenciones que si Francia peta se llevará por delante las instituciones existentes. Yannis Varufakis apunta, y tiene razón, que sin una Francia rebelde y despierta, no habrá cambio en Europa. La huelga general del día 31 deberá dar la medida de todo eso. La juventud ha estado más bien ausente de las discretas movilizaciones sociales francesas, pero el día 9 algo se movió. Llama en especial la atención la ausencia del sujeto, precario y marginado de las banlieues. Sin que ese sujeto aparezca en la calle, el cambio se quedará en sueño.
Fuente:
http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/03/19/escenas-de-la-lucha-de-clases-en-francia-32226/
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sábado, 5 de septiembre de 2015
Hacia un programa común: ¿Decrecimiento o resiliencia?
Si algo han mostrado las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo es que las candidaturas unitarias populares han tenido más éxito que las de los partidos en solitario en las principales capitales, aunque no en el conjunto de las circunscripciones. Sería imperdonable que los partidos de la izquierda radical de ámbito estatal (Equo, IU y Podemos) no alcanzaran acuerdos sobre un programa común por dificultades organizativas o mero cálculo electoral que no vamos a valorar aquí. Con ser muy positivos los resultados de estas elecciones al desalojar al PP de algunas Comunidades y Ayuntamientos importantes, son insuficientes para realizar el cambio que se requiere. Como escribe Rosa (1), claro que sí se puede, pero no solos. En la medida en que las fuerzas de la izquierda radical se consoliden y se avance en el desarrollo de un programa común, los pactos futuros con otras fuerzas (PSOE, principalmente) podrán inclinar la balanza en favor de una economía más social frente a otra más neoliberal. Ante la época que nos va a tocar vivir, valores como los de la solidaridad, cooperación y colaboración serán imprescindibles para la defensa de una vida digna. Valores que han de ser transmitidos en las escuelas e institutos y que serían mucho más creíbles si, desde ahora mismo, empezaran a ser percibidos por la ciudadanía.
Pero, si bien los obstáculos para llegar a un programa común en el terreno social y económico parecen superables, las dificultades para alcanzar un programa que a la vez afronte las consecuencias de la crisis ecológica se nos antojan insalvables. La percepción de la situación económica y social es compartida básicamente por los tres partidos a los que hemos hecho referencia, pero la de emergencia ecológica, derivada de la crisis energética y del cambio climático, está lejos de ser valorada por igual por estos partidos. Salvo Equo y muchos ciudadanos no necesariamente adscritos a partido alguno, el resto de la izquierda parece subestimar la irreversibilidad de problema ambiental y sus consecuencias, quizá debido a una concepción de la cuestión ambiental permanentemente postergable o, sencillamente, al efecto Casandra, según el cual la gente hace oídos sordos ante las malas noticias. Y, sin embargo, ignoremos o no la crisis ambiental, ya empezamos a entrar en la era de sus consecuencias: con el petróleo cada vez más escaso y caro no podremos salir de la crisis económica (2) y con el cambio climático acelerando la desertización de nuestro país, más pronto que tarde, se desencadenarán graves problemas en el suministro de agua y de alimentos. El caso de la crisis actual del agua de California -el estado más rico de EE.UU- es paradigmático (3), así que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”Para muestra el conflicto por el agua desencadenado este verano entre las Comunidades de Castilla La Mancha y de Valencia. Evitar en la medida de lo posible estas consecuencias disminuyendo la vulnerabilidad de la ciudadanía para así garantizar el futuro de nuestro país, debe ser la tarea prioritaria de una política de izquierdas. Sirvan estas líneas para contribuir a este gran objetivo.
Decrecimiento o resiliencia
Sabemos que el crecimiento se detendrá porque las leyes que gobiernan la economía en última instancia no son financieras sino físicas. Respecto a la salida de la crisis, Crespo (4) sostiene que nos hallamos en un terreno desconocido ya que ninguna de las dos estrategias diseñadas para regresar a la senda del crecimiento, la americana, expansiva para estimular el consumo y la europea, basada en una política de austeridad, han tenido éxito para lograr superar la misma. ¿No será que el sistema capitalista está entrando en una fase de contradicciones que hacen inviable el crecimiento; un crecimiento que, además, se está convirtiendo en indeseable para la sociedad?
Así parece defenderlo Hinton en un artículo clarividente (5) al indicar que el capital ya no extrae suficientes beneficios del trabajo y ahora trata de hacerlo de los bienes y servicios públicos de los Estados hasta el punto de llevar a la destrucción de los mismos, como en el caso de Grecia, provocando, al mismo tiempo, una desigualdad cada vez más obscena y un paro creciente que entran en contradicción con la necesidad del sistema de un perpetuo crecimiento. Como señala Luengo: “la relación existente entre el avance del PIB y la tasa de desempleo es débil o inexistente” (6) debido seguramente, entre otras razones, a que el aumento de productividad a causa de la mecanización del sistema productivo se ha traducido en más beneficios para los empresarios en lugar de beneficiar a los trabajadores, bien económicamente, bien mediante la reducción de la jornada laboral.
La otra contradicción del sistema capitalista parte del supuesto inverosímil de que el crecimiento económico es ilimitado y que la tecnología solucionará las limitaciones de los recursos y de los sumideros, supuesto que nos está llevando a la colisión con los límites planetarios e introduciéndonos en la era del decrecimiento físico impuesto por la naturaleza. El resultado de esta colisión en el terreno económico es una espiral de destrucción de la oferta (de los recursos menguantes) seguida de una destrucción de la demanda (cuando la crisis arrecia) (7).
Frente a la política de “más de lo mismo” que apuesta por el crecimiento y las soluciones tecnológicas milagrosas, un análisis racional de las políticas posibles y de sus riesgos nos decantaría por un cambio en la orientación política encaminado hacia el decrecimiento y la sostenibilidad. Si tuviera razón la política del crecimiento y se lograran poner a punto las tecnologías necesarias para evitar la crisis energética en ciernes y lo peor del cambio climático, lo único que perderíamos, de escoger la prudente política decrecentista, serían oportunidades económicas. Pero de tener razón la opción decrecentista y no dispusiéramos de tales tecnologías, la obsesiva política del crecimiento nos llevaría a un callejón sin salida.
La élite neoliberal y sus acólitos han elegido ya. A pesar de los abundantes datos de las investigaciones y avisos de la comunidad científica, continúan impertérritos escuchando las señales y oráculos de su único dios, el dios mercado, a la espera de un milagro tecnológico. Curiosa forma de entender la ciencia y la tecnología; confían en ellas para aumentar la producción y combatir los riesgos inducidos por los seres humanos, pero no para anticiparse a los mismos y modificar su causa, que no es otra que un sistema económico fagocitador de la vida que nos sostiene. Aunque la escasez de petróleo y su repercusión en el crecimiento ya empiezan a dar señales perturbadoras en los mercados, el sistema necesita “buenas noticias” para embarcar a los Estados y ciudadanía en la trampa de la deuda. Antes de reconocer que está herido de muerte, la élite sembrará los medios de explicaciones tranquilizadoras. Y es que tras la jerga mercadotécnica se esconden los intereses y privilegios de las grandes compañías y poderes financieros (8) por lo que, antes de renunciar a ellos, la élite neoliberal está dispuesta a tensar la cuerda hasta llevarse por delante el clima del planeta y con él a la humanidad.
Dado el dominio que ejerce a escala mundial la ideología neoliberal y su inacción ante los problemas ambientales globales más urgentes, no parece que se pueda evitar ya la colisión con algunos de los límites planetarios (9). Nuestra civilización se verá abocada a un colapso, a una pérdida de complejidad socioeconómica y ecológica. A tenor de los indicios (pico del crudo y otros picos a la vista, manifestaciones del cambio climático, crisis económica persistente, aumento de las tensiones geopolíticas, entre otros), creemos que tal colapso está a la vuelta de la esquina, si no se ha desatado ya. Así parecen haberlo entendido los redactores y firmantes del Manifiesto Última Llamada (10) lanzado en el verano de 2014 a la sociedad.
Descartada la solución del sentido común a escala global -y, al parecer, también a escala europea- no queda otra opción que tratar de mitigar las consecuencias del colapso en nuestro país, ahora que puede abrirse una ventana de oportunidad para un gobierno o una oposición decisiva de la izquierda radical y, posiblemente, del PSOE.
Con motivo de la firma del citado Manifiesto en el que se reclama el cambio del actual modelo económico y social que haga frente a la crisis ecológica por parte de dirigentes de los partidos de la izquierda radical, entre ellos Pablo Iglesias, y de la elaboración de un documento base del programa económico de Podemos, titulado “Un proyecto económico para la gente” encargado a Viçent Navarro y a Juan Torres (11), se ha suscitado un debate en el que han participado algunos firmantes del Manifiesto, como Prieto, Turiel, Torres, Gadrey. En esencia, el debate se centra en la contradicción que supone firmar un manifiesto de corte decrecentista para luego abrazar fórmulas socialdemócratas keinesianas de estímulo al crecimiento, como las que proponen estos economistas en el documento citado.
Sin duda alguna, la política más razonable consistiría en implementar un decrecimiento organizado y controlado. Sin embargo, hoy por hoy, sería contraproducente poner en marcha una política decrecentista sin realizar previamente un amplio debate transversal en nuestra sociedad, como el que intenta promover el citado Manifiesto. Son demasiados años de dependencia del consumo como para que el mensaje de que cada vez va a haber menos recursos y que hay que cambiar nuestro modo de vida por otro más austero y menos consumista sea aceptado por la sociedad. Sencillamente no lo entendería la ciudadanía y provocaría su distanciamiento del propio concepto de decrecimiento y de los partidos que lo propusieran. Monedero lo sabe y de ahí que despachara la alternativa del decrecimiento con la expresión: “Hablando de decrecimiento no se ganan elecciones“(12).
Más allá de establecer y agrandar las diferencias entre partidarios del decrecimiento y del crecimiento, es necesario y urgente llegar a puntos de encuentro entre ambas posiciones si se pretenden paliar los efectos del colapso, encauzándolo de una manera más o menos ordenada y reducir así el sufrimiento de la población española actual y de las próximas generaciones.
Afortunadamente, todavía es posible la convergencia entre ambas posiciones. Debemos abandonar las políticas de crecimiento y aprovechar la ventana de oportunidad para una supervivencia digna. De acuerdo con Heinberg (13), comenzar a tomar medidas de resiliencia, es decir, medidas que aumenten nuestra capacidad para superar la adversidad, es quizá la mejor manera de adaptar las sociedades al colapso. En torno a un programa basado en la idea de resiliencia pueden alcanzarse acuerdos programáticos muy positivos con el fin de dotar a nuestro país de mayor capacidad para afrontar y sobreponerse ante las presentes y futuras crisis que se avecinan. El diagnóstico de los puntos más vulnerables (14) de la economía y sociedad españolas, así como de los sistemas naturales amenazados, resulta imprescindible y previo a proponer medidas de resiliencia tanto de índole ecológica, como económica y social.
A grandes rasgos, el colapso supondrá la transformación radical del sistema financiero, problemas en el transporte (aviación, buques, camiones), problemas en la agricultura industrial (riego, maquinaria, abonos), muy posiblemente la disolución paulatina del comercio global y la consiguiente relocalización de las economías y un aumento de los riesgos naturales que cada vez tendrán mayor incidencia social y económica (15).
Los partidos de izquierda han recogido en sus programas de las pasadas elecciones del 24 de Mayo, medidas tanto sociales, como económicas y ambientales para mitigar los efectos de la crisis económica, intentar revertir los daños de las políticas del gobierno del PP y así disminuir la vulnerabilidad de la ciudadanía. Muchas de estas medidas coinciden con las que se pueden proponer adoptando el punto de vista de la resiliencia, por lo que nos limitaremos a indicar algunas que nos parecen especialmente relevantes y que, en esencia, se engloban en los siguientes principios:
1. Mayor intervención del Estado: frente a la tendencia actual a la privatización, más nacionalización, frente a la desregulación, mayor control estatal, frente a la mercantilización, imposición de límites y más derechos ciudadanos y obligaciones del Estado.
2. Las sociedades humanas son ecodependientes. Los ecosistemas poseen límites. Aplicación de principios de sostenibilidad para compatibilizar las actividades humanas con la protección de los recursos renovables y los ecosistemas. Desmaterialización en la medida de lo posible de la economía.
3. El ser humano vive en sociedad, es interdependiente. Promoción de la vida en comunidad y de la solidaridad y la cooperación frente al individualismo instalado en la sociedad. Profundización de la democracia. La economía social al servicio de la población.
Vulnerabilidad y resiliencia social
Entre los puntos más vulnerables de la sociedad española destacamos los siguientes: una gran desinformación de la población acerca de los problemas ambientales globales (el cambio climático se ve como un problema episódico y lineal que se manifestará gradualmente, mientras que el pico del petróleo es desconocido por la gran mayoría de la población), así como un desconocimiento bastante generalizado de la responsabilidad de las políticas del crecimiento en la generación de los mismos, el desempleo insoportable que afecta principalmente a los jóvenes, la desigualdad creciente entre ricos y pobres y la exclusión social.
El crecimiento económico es un aspecto del capitalismo extraordinariamente arraigado en la población por haber sido imbuido en nuestros cerebros por los políticos, economistas y medios de comunicación como un bien “per se”. Además de haberse asentado ya como una cuestión de fe, la fórmula del crecimiento parece de sentido común para crear empleo y salir de la crisis y, por ello, se encuentra aún más enraizada. Decía Margaret Tatcher, “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” (16). El neoliberalismo no solo es una ideología, es también, y sobre todo, una práctica generalizada de la que hemos interiorizado sus reglas de juego. De una u otra manera, nos han cambiado el alma a través de la presión que se ejerce sobre la inmensa mayoría de la población en situaciones de competencia cotidiana y de inversión de los pequeños ahorros. Esta presión se ejerce a través de la imposición de una serie de convenciones, prácticas y normas, en definitiva, reglas del juego establecidas política, institucional y jurídicamente (17).
¿Cuál ha sido el antídoto hasta ahora para hacer frente a la crisis económica que, por definición, es una situación de la economía con un débil o negativo crecimiento? Lógicamente, el de activar el crecimiento. Eso es lo que espera la gran mayoría de ciudadanos, que se pongan en marcha políticas de crecimiento para generar trabajo, activar el consumo y salir de la situación actual.
Cualquier convocatoria electoral que se produzca ocultando a la población los límites del crecimiento, rebajaría su calidad democrática. Si bien es cierto que la ciudadanía intuye, de alguna manera, que esta crisis es diferente y que los hijos van a vivir peor que sus padres, la apertura de un debate, tanto en las Cámaras de nuestros representantes como en la sociedad, permitiría tomar conciencia de la situación tan delicada y llena de riesgos que atravesamos y lograría que estos problemas, junto a los sociales, ocuparan la centralidad de la política, aumentando así la resiliencia social. Es de esperar entonces que la sociedad acabara siendo más proclive a admitir la adopción de medidas de mayor alcance, a medio y largo plazo.
Junto a esta iniciativa, un gobierno con sensibilidad ecológica y social debe potenciar los movimientos decrecentistas y de ciudades y pueblos en transición (18), generando así dinámicas favorables al lema decrecentista de” vivir mejor con menos” en detrimento del modo de vida BAU (Bussines As Usual), o sea, el negocio como actividad normal.
España es uno de los países con mayor paro, desigualdad económica y exclusión social de la Unión Europea. Sin la defensa del Estado de bienestar y sin la adopción de medidas sociales como la distribución más equitativa de la riqueza, la generación y el reparto de trabajo reduciendo el periodo de trabajo semanal y la adopción de medidas que eviten la exclusión social, no se podrían entender políticas ecológicas que son absolutamente necesarias para conservar los recursos naturales para la presente y futuras generaciones.
A juzgar por los programas electorales actuales, pensamos que sería relativamente sencillo llegar a acuerdos en el terreno social entre estos partidos. Quizá el punto donde se manifiestan las diferencias más notorias sea el de optar por la inicial propuesta de Renta Básica de Podemos, o por el Trabajo Garantizado, propuesta de IU, aunque no parece que llegar a un acuerdo sea insalvable pues el propio Eduardo Garzón (19), padre de la propuesta del Trabajo Garantizado, ya ha formulado una solución mixta.
No obstante, para llevar a cabo estas iniciativas sociales habrá que tener presente la advertencia de Trainer (20); en una época de decrecimiento impuesto por la naturaleza no se podrán realizar políticas de igualdad de corte socialdemócrata basadas solamente en el reparto de la menguante riqueza. Además de la solidaridad, la austeridad, entendida dentro de una justicia social, tendrá que ser otro de los pilares para poder desarrollarlas.
Vulnerabilidad y resiliencia ecológica
La vulnerabilidad ecológica de nuestro país es elevada. Los recursos renovables que han constituido y constituirán la principal riqueza de este país: como suelo, aguas superficiales y subterráneas, fuentes de energía dependientes del sol, pesca, bosques, humedales y demás ecosistemas y paisajes se encuentran cada día más amenazados por distintos problemas: desertización, erosión, salinización, fragmentación del territorio, sobrexplotación, etc.
Si necesarias son las medidas de resiliencia social para cohesionar el país, las medidas ecológicas son imprescindibles para la conservación de los recursos naturales renovables, fundamento de una economía sostenible a largo plazo.
Como medida administrativa más importante para frenar el deterioro ecológico (21) y proporcionar resiliencia se encuentra la Ordenación del territorio.
La Ordenación del territorio se fundamenta, desde el punto de vista de la sostenibilidad, en un principio de integración de actividades, según el cual la huella humana no debe exceder la biocapacidad del territorio. Aunque la palabra austeridad está hoy en día muy vituperada (austericidio, austerocracia, austeritarismo) debido a las políticas aplicadas por los gobiernos neoliberales, lo cierto es que, desde el punto de vista ecológico, no solamente los españoles, sino la gran mayoría de los ciudadanos de los países desarrollados han vivido por encima de sus posibilidades, apropiándose “de facto” de un territorio mayor a costa de otras naciones.
La salida civilizada a la situación actual consiste en construir una economía que no rebase la biocapacidad de cada territorio, con un comercio local y regional estrictamente necesario y que sea socialmente justa. De figurar algún tipo de déficit en las constituciones de los países, debería ser el déficit ecológico cero. Ateniéndonos a él, a los españoles nos tocaría vivir a un nivel de vida menor de la mitad del que disponemos actualmente, pues nuestra huella ecológica supera unas dos veces y media la biocapacidad del territorio nacional. Sabemos que, con un nivel de renta más austero pero bien repartido, se pueden mantener todavía unos buenos servicios públicos indispensables para que la ciudadanía pueda tener una vida tan digna o más que en la actualidad. Así lo indican los índices de felicidad/PIB y problemas sociales/desigualdad (22). En el primero se comprueba que, a partir de un nivel de riqueza, la felicidad no aumenta significativamente, mientras que en el segundo aparece una clara correlación entre el aumento de los problemas sociales y la desigualdad.
Aunque limitar el déficit ecológico a cero no es posible todavía, sin embargo, es necesario avanzar en esa línea tanto para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, pico del petróleo y pérdida de biodiversidad, como para aumentar nuestra autonomía y resiliencia en caso probable del colapso de la red de comercio mundial.
En este sentido, con la Ordenación del territorio se propone cubrir los siguientes objetivos:
- Uso y protección de nuestros recursos naturales (suelos, aguas, bosques, pesca y biodiversidad…) atendiendo a los principios de sostenibilidad para recursos de Daly
- Evitar impactos (contaminación, incendios, introducción de especies foráneas, etc.) utilizando los principios de sostenibilidad de Daly para los desechos, además de los de eficiencia y precaución.
- Prevención de riesgos naturales e inducidos (erosión, salinización, incendios, sequías, temporales) aplicando el principio de precaución.
- Regulación de las actividades humanas (agrícola, industrial, construcción de infraestructuras, asentamientos humanos, turismo) a través de la promulgación de leyes: Ley del suelo, Ley de aguas, Ley de costas, etc.
Otra estrategia relevante es la de avanzar en la soberanía alimentaria ya que el colapso, como hemos dicho, puede llegar a suponer la disolución del comercio global y la relocalización de las economías. España importa aproximadamente un 40% de los alimentos que consume (23). Se trata de hacer compatible una producción agrícola nacional suficiente para alimentar a la población con la conservación de los suelos y recursos hídricos, frenando así la desertización y la salinización. Dicho de otra manera, se trata de sustituir paulatinamente el modelo de agricultura industrial imperante por el de la agricultura ecológica, aumentando la diversificación de cultivos (un estudio de Gómez Cantero (24) del IPCC para Grupo Los Verdes del Parlamento Europeo revela que en el plazo de 35 años habrá un incremento de la aridez que, junto a la erosión y las plagas, puede acabar con las grandes extensiones de monocultivos como las viñas, naranjos y olivos), utilizando abonos orgánicos, desechando malas prácticas agrícolas (como el cultivo en pendiente arando a favor de la misma y el riego sin control), etc.
Aunque parezca un tanto paranoica esta preocupación por la soberanía alimentaria y pudiera levantar sospechas de proteccionismo en la UE, se pueden dar algunos pasos obviando este problema como, por ejemplo, el fomento de la repoblación de pueblos, la formación en agricultura ecológica, la creación de un banco de semillas tradicionales, el fomento de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas en detrimento de las grandes explotaciones, la prohibición de cultivos transgénicos, la promoción de una campaña para la paulatina modificación de la dieta de los españoles hacia una dieta más vegetariana,…
Quizá algunas de las medidas que se vayan a tomar en este terreno se encuentren entre las más controvertidas entre partidarios del crecimiento y de la resiliencia. Por ejemplo, ¿Cómo llevar a cabo la protección de nuestros recursos naturales al tiempo que los utilizamos? ¿Hasta qué punto y cómo pueden aplicarse las reglas de Daly en una economía capitalista? ¿Puede la agricultura ecológica alimentar a todo el país o ha de convivir con la industria agrícola y ganadera actuales? Este tipo de cuestiones son las que hay que debatir y ponderar con el fin de priorizar unas medidas sobre otras y de establecer plazos para llevarlas a cabo.
Vulnerabilidad y resiliencia económica y política
La vulnerabilidad de la economía española es crítica. La elevada deuda pública y privada, la dependencia financiera del Estado de la banca privada y del BCE, la fuerte dependencia de los combustibles fósiles y de la industria manufacturera a causa del declive industrial de nuestro país, la escasa diversidad del modelo productivo, su reducido I+D con una financiación que no está enfocada hacia el cambio del modelo productivo (25), la pérdida de derechos de los trabajadores y una fiscalidad retrógrada que grava las rentas del trabajo y las de los pequeños y medianos empresarios muy por encima de las del gran capital, hacen que la economía española sea muy sensible a futuras eventualidades, como, por ejemplo, crisis financieras, fluctuaciones de los precios del petróleo, consecuencias del cambio climático en la agricultura, etc.
El principal objetivo entonces no será el crecimiento económico (aumento de productividad, aumento del valor añadido), ni tampoco el decrecimiento, sino dotar a nuestro país de un sistema económico con mayor resiliencia y encaminado a lograr la sostenibilidad ecológica. Podría pensarse que la mejor manera de aumentar la resiliencia es potenciar el crecimiento y así obtener ventajas comparativas respecto a otros países pero, como se ha comentado anteriormente, el capitalismo es un sistema que nos lleva a la destrucción y en este contexto no hay ventajas comparativas que valgan.
Creemos que un aspecto esencial para el futuro de nuestro país es el cambio del modelo productivo actual. Dada su fuerte dependencia del exterior, su escasa diversificación y su insostenibilidad ambiental, el modelo actual es muy vulnerable a un contexto de decrecimiento de energía y materiales, de agravamiento del cambio climático o de una crisis financiera.
Queda fuera de nuestra capacidad y de los objetivos de este artículo la elaboración de una propuesta de un modelo productivo, por lo que solo nos limitaremos a enunciar unos criterios e indicar algunas medidas a modo de ejemplos.
Creemos que el nuevo modelo productivo ha de basarse en los siguientes criterios:
- El sistema productivo está enclavado en el territorio por lo que ha de ajustarse a la legislación derivada de la nueva Ordenación del Territorio.
- En un contexto de decrecimiento energético y material, el sistema productivo ha de iniciar el camino hacia una relativa desmaterialización de la economía, mediante el ahorro, la eficiencia, el reciclado y el desarrollo de economías con bajos insumos de materiales y energías, como la economía de cuidados.
- Ha de ser más sostenible con predominio de un uso de energías y materiales renovables, adoptando medidas como, por ejemplo, la reforestación de zonas próximas a pueblos y ciudades para el aprovechamiento comunitario dentro de unos años de biomasa para cocina y calefacción elevando así la Tasa de Retorno Energético de esta fuente de energía y preservando la diversidad biológica.
- Ha de ser más adaptable aumentando la diversificación y la localización de la producción, fomentado la empresa cooperativa y la reestructuración de los sectores estratégicos actuales: agroalimentario, transporte y automoción, turismo y construcción.
- Promover el desarrollo de una tecnología apropiada a la escala de nuestro sistema productivo y que sea coherente con sus objetivos mediante un Plan I+S+i (denominación más apropiada que la de I+D+i en una economía encaminada a la Sostenibilidad)
- El trabajo no es una mercancía, por lo que han de garantizarse los derechos de los trabajadores; en primer lugar, el derecho al trabajo.
- El Estado se reserva el derecho de planificar democráticamente la economía y la producción y nacionalizar total o parcialmente los distintos sectores productivos para garantizar los objetivos del modelo productivo. Por ejemplo, habría que crear una banca pública no solo para facilitar el crédito a familias y empresas sino para financiar las nacionalizaciones y un Plan I+S+i, así como aminorar las consecuencias de un posible colapso del sistema financiero internacional. Nacionalizar Red Eléctrica Española con la perspectiva a medio plazo de hacer lo propio con las empresas eléctricas. Recuperar la gestión pública del agua.
No obstante, el principal problema de la sociedad y economía españolas es político y viene determinado por la existencia de una oligarquía que domina las finanzas, es dueña de los grandes medios de comunicación privados y que, aliada del poder político, acaba imponiendo la política económica. El crecimiento económico español, que con la crisis nos ha llevado al endeudamiento actual del Estado y a un alto grado de corrupción, es resultado de esta alianza. El movimiento 15M ya denunció este pacto. Con el gobierno del PP se puso de manifiesto la falta de escrúpulos para mentir con tal de conseguir el poder y desmontar el estado de bienestar con la anuencia de la UE, mientras los numerosos escándalos de corrupción distanciaban cada vez más a los ciudadanos de la clase política.
La emergencia de Podemos, como partido que ha sabido recoger las demandas del 15M, ya ha empezado a airear las estructuras de los partidos y a modificar el discurso de sus dirigentes. Pero sería muy importante para empoderar a la ciudadanía, revitalizar la política, mejorar la democracia representativa con sistemas de control eficaces y promover la democracia participativa. Sin duda alguna, estas medidas aumentarían la confianza de la gente en el sistema político y la resiliencia, en general.
Pero todos los logros carecerán de sentido si no se detienen la implantación del TTIP y del TiSA (Acrónimos en inglés del Tratado de Libre Comercio e Inversión y de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión, respectivamente).
Si ya es fuerte la dependencia del Estado de las reglas del juego de corte neoliberal surgidas de Maastricht, con la firma de estos tratados la dependencia y vulnerabilidad de los Estados, de los trabajadores y de la ciudadanía sería extrema e irreversible por mucho tiempo debido a las cláusulas de indefensión de los mismos frente a las compañías privadas. El TTIP es un tratado entre EEUU y la UE. Con este tratado, la población europea se encontraría indemne ante las empresas de transgénicos, de la ganadería hormonada y de los agroquímicos (26) y los agricultores quedarían a merced de las compañías multinacionales. Con el TTIP, España perdería no solo la seguridad alimentaria sino la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaria. En la negociación del TiSA, participan, además de la UE y EEUU, 21 países más. El secretismo más absoluto preside la negociación de este tratado cuyos términos no se podrán dar a conocer hasta 5 años después de su implantación. Con este Tratado unas cuantas compañías privadas van a monopolizar el sector servicios de los países firmantes.
Sería de desear que la población española apoyara a la izquierda en las próximas elecciones generales. Pero de no ganar, hay tres compromisos que el conjunto de la izquierda radical debería asumir en la próxima legislatura:
- Informar y promover un debate sobre la emergencia de la situación que vivimos a causa del pico del petróleo y del cambio climático.
- Promover sendos debates sobre el contenido y consecuencias del TTIP y del TiSA para España, en general, y la clase trabajadora, en particular.
- Formar una comisión de científicos y técnicos que elabore un Plan de Ordenación del territorio que garantice el uso sostenible de nuestros recursos renovables.
Es la hora de las grandes decisiones y para eso se requieren grandes estadistas. Las autoridades de un pequeño Estado, el archipiélago de Kiribati, pretenden comprar 20 kilómetros cuadrados de tierra en las islas Fiji para poder alojar a 103.000 compatriotas ante la irreversible subida del nivel del mar y la salinización de sus acuíferos. Sin duda se trata de una medida radical (27). ¿Por qué no se percibe en España una situación de emergencia como la que se nos viene encima y comienzan a tomarse medidas para mitigar el sufrimiento de la población actual y asegurar el futuro de las próximas generaciones?
Máximo Luffiego García y Julio Soto López
Pero, si bien los obstáculos para llegar a un programa común en el terreno social y económico parecen superables, las dificultades para alcanzar un programa que a la vez afronte las consecuencias de la crisis ecológica se nos antojan insalvables. La percepción de la situación económica y social es compartida básicamente por los tres partidos a los que hemos hecho referencia, pero la de emergencia ecológica, derivada de la crisis energética y del cambio climático, está lejos de ser valorada por igual por estos partidos. Salvo Equo y muchos ciudadanos no necesariamente adscritos a partido alguno, el resto de la izquierda parece subestimar la irreversibilidad de problema ambiental y sus consecuencias, quizá debido a una concepción de la cuestión ambiental permanentemente postergable o, sencillamente, al efecto Casandra, según el cual la gente hace oídos sordos ante las malas noticias. Y, sin embargo, ignoremos o no la crisis ambiental, ya empezamos a entrar en la era de sus consecuencias: con el petróleo cada vez más escaso y caro no podremos salir de la crisis económica (2) y con el cambio climático acelerando la desertización de nuestro país, más pronto que tarde, se desencadenarán graves problemas en el suministro de agua y de alimentos. El caso de la crisis actual del agua de California -el estado más rico de EE.UU- es paradigmático (3), así que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”Para muestra el conflicto por el agua desencadenado este verano entre las Comunidades de Castilla La Mancha y de Valencia. Evitar en la medida de lo posible estas consecuencias disminuyendo la vulnerabilidad de la ciudadanía para así garantizar el futuro de nuestro país, debe ser la tarea prioritaria de una política de izquierdas. Sirvan estas líneas para contribuir a este gran objetivo.
Decrecimiento o resiliencia
Sabemos que el crecimiento se detendrá porque las leyes que gobiernan la economía en última instancia no son financieras sino físicas. Respecto a la salida de la crisis, Crespo (4) sostiene que nos hallamos en un terreno desconocido ya que ninguna de las dos estrategias diseñadas para regresar a la senda del crecimiento, la americana, expansiva para estimular el consumo y la europea, basada en una política de austeridad, han tenido éxito para lograr superar la misma. ¿No será que el sistema capitalista está entrando en una fase de contradicciones que hacen inviable el crecimiento; un crecimiento que, además, se está convirtiendo en indeseable para la sociedad?
Así parece defenderlo Hinton en un artículo clarividente (5) al indicar que el capital ya no extrae suficientes beneficios del trabajo y ahora trata de hacerlo de los bienes y servicios públicos de los Estados hasta el punto de llevar a la destrucción de los mismos, como en el caso de Grecia, provocando, al mismo tiempo, una desigualdad cada vez más obscena y un paro creciente que entran en contradicción con la necesidad del sistema de un perpetuo crecimiento. Como señala Luengo: “la relación existente entre el avance del PIB y la tasa de desempleo es débil o inexistente” (6) debido seguramente, entre otras razones, a que el aumento de productividad a causa de la mecanización del sistema productivo se ha traducido en más beneficios para los empresarios en lugar de beneficiar a los trabajadores, bien económicamente, bien mediante la reducción de la jornada laboral.
La otra contradicción del sistema capitalista parte del supuesto inverosímil de que el crecimiento económico es ilimitado y que la tecnología solucionará las limitaciones de los recursos y de los sumideros, supuesto que nos está llevando a la colisión con los límites planetarios e introduciéndonos en la era del decrecimiento físico impuesto por la naturaleza. El resultado de esta colisión en el terreno económico es una espiral de destrucción de la oferta (de los recursos menguantes) seguida de una destrucción de la demanda (cuando la crisis arrecia) (7).
Frente a la política de “más de lo mismo” que apuesta por el crecimiento y las soluciones tecnológicas milagrosas, un análisis racional de las políticas posibles y de sus riesgos nos decantaría por un cambio en la orientación política encaminado hacia el decrecimiento y la sostenibilidad. Si tuviera razón la política del crecimiento y se lograran poner a punto las tecnologías necesarias para evitar la crisis energética en ciernes y lo peor del cambio climático, lo único que perderíamos, de escoger la prudente política decrecentista, serían oportunidades económicas. Pero de tener razón la opción decrecentista y no dispusiéramos de tales tecnologías, la obsesiva política del crecimiento nos llevaría a un callejón sin salida.
La élite neoliberal y sus acólitos han elegido ya. A pesar de los abundantes datos de las investigaciones y avisos de la comunidad científica, continúan impertérritos escuchando las señales y oráculos de su único dios, el dios mercado, a la espera de un milagro tecnológico. Curiosa forma de entender la ciencia y la tecnología; confían en ellas para aumentar la producción y combatir los riesgos inducidos por los seres humanos, pero no para anticiparse a los mismos y modificar su causa, que no es otra que un sistema económico fagocitador de la vida que nos sostiene. Aunque la escasez de petróleo y su repercusión en el crecimiento ya empiezan a dar señales perturbadoras en los mercados, el sistema necesita “buenas noticias” para embarcar a los Estados y ciudadanía en la trampa de la deuda. Antes de reconocer que está herido de muerte, la élite sembrará los medios de explicaciones tranquilizadoras. Y es que tras la jerga mercadotécnica se esconden los intereses y privilegios de las grandes compañías y poderes financieros (8) por lo que, antes de renunciar a ellos, la élite neoliberal está dispuesta a tensar la cuerda hasta llevarse por delante el clima del planeta y con él a la humanidad.
Dado el dominio que ejerce a escala mundial la ideología neoliberal y su inacción ante los problemas ambientales globales más urgentes, no parece que se pueda evitar ya la colisión con algunos de los límites planetarios (9). Nuestra civilización se verá abocada a un colapso, a una pérdida de complejidad socioeconómica y ecológica. A tenor de los indicios (pico del crudo y otros picos a la vista, manifestaciones del cambio climático, crisis económica persistente, aumento de las tensiones geopolíticas, entre otros), creemos que tal colapso está a la vuelta de la esquina, si no se ha desatado ya. Así parecen haberlo entendido los redactores y firmantes del Manifiesto Última Llamada (10) lanzado en el verano de 2014 a la sociedad.
Descartada la solución del sentido común a escala global -y, al parecer, también a escala europea- no queda otra opción que tratar de mitigar las consecuencias del colapso en nuestro país, ahora que puede abrirse una ventana de oportunidad para un gobierno o una oposición decisiva de la izquierda radical y, posiblemente, del PSOE.
Con motivo de la firma del citado Manifiesto en el que se reclama el cambio del actual modelo económico y social que haga frente a la crisis ecológica por parte de dirigentes de los partidos de la izquierda radical, entre ellos Pablo Iglesias, y de la elaboración de un documento base del programa económico de Podemos, titulado “Un proyecto económico para la gente” encargado a Viçent Navarro y a Juan Torres (11), se ha suscitado un debate en el que han participado algunos firmantes del Manifiesto, como Prieto, Turiel, Torres, Gadrey. En esencia, el debate se centra en la contradicción que supone firmar un manifiesto de corte decrecentista para luego abrazar fórmulas socialdemócratas keinesianas de estímulo al crecimiento, como las que proponen estos economistas en el documento citado.
Sin duda alguna, la política más razonable consistiría en implementar un decrecimiento organizado y controlado. Sin embargo, hoy por hoy, sería contraproducente poner en marcha una política decrecentista sin realizar previamente un amplio debate transversal en nuestra sociedad, como el que intenta promover el citado Manifiesto. Son demasiados años de dependencia del consumo como para que el mensaje de que cada vez va a haber menos recursos y que hay que cambiar nuestro modo de vida por otro más austero y menos consumista sea aceptado por la sociedad. Sencillamente no lo entendería la ciudadanía y provocaría su distanciamiento del propio concepto de decrecimiento y de los partidos que lo propusieran. Monedero lo sabe y de ahí que despachara la alternativa del decrecimiento con la expresión: “Hablando de decrecimiento no se ganan elecciones“(12).
Más allá de establecer y agrandar las diferencias entre partidarios del decrecimiento y del crecimiento, es necesario y urgente llegar a puntos de encuentro entre ambas posiciones si se pretenden paliar los efectos del colapso, encauzándolo de una manera más o menos ordenada y reducir así el sufrimiento de la población española actual y de las próximas generaciones.
Afortunadamente, todavía es posible la convergencia entre ambas posiciones. Debemos abandonar las políticas de crecimiento y aprovechar la ventana de oportunidad para una supervivencia digna. De acuerdo con Heinberg (13), comenzar a tomar medidas de resiliencia, es decir, medidas que aumenten nuestra capacidad para superar la adversidad, es quizá la mejor manera de adaptar las sociedades al colapso. En torno a un programa basado en la idea de resiliencia pueden alcanzarse acuerdos programáticos muy positivos con el fin de dotar a nuestro país de mayor capacidad para afrontar y sobreponerse ante las presentes y futuras crisis que se avecinan. El diagnóstico de los puntos más vulnerables (14) de la economía y sociedad españolas, así como de los sistemas naturales amenazados, resulta imprescindible y previo a proponer medidas de resiliencia tanto de índole ecológica, como económica y social.
A grandes rasgos, el colapso supondrá la transformación radical del sistema financiero, problemas en el transporte (aviación, buques, camiones), problemas en la agricultura industrial (riego, maquinaria, abonos), muy posiblemente la disolución paulatina del comercio global y la consiguiente relocalización de las economías y un aumento de los riesgos naturales que cada vez tendrán mayor incidencia social y económica (15).
Los partidos de izquierda han recogido en sus programas de las pasadas elecciones del 24 de Mayo, medidas tanto sociales, como económicas y ambientales para mitigar los efectos de la crisis económica, intentar revertir los daños de las políticas del gobierno del PP y así disminuir la vulnerabilidad de la ciudadanía. Muchas de estas medidas coinciden con las que se pueden proponer adoptando el punto de vista de la resiliencia, por lo que nos limitaremos a indicar algunas que nos parecen especialmente relevantes y que, en esencia, se engloban en los siguientes principios:
1. Mayor intervención del Estado: frente a la tendencia actual a la privatización, más nacionalización, frente a la desregulación, mayor control estatal, frente a la mercantilización, imposición de límites y más derechos ciudadanos y obligaciones del Estado.
2. Las sociedades humanas son ecodependientes. Los ecosistemas poseen límites. Aplicación de principios de sostenibilidad para compatibilizar las actividades humanas con la protección de los recursos renovables y los ecosistemas. Desmaterialización en la medida de lo posible de la economía.
3. El ser humano vive en sociedad, es interdependiente. Promoción de la vida en comunidad y de la solidaridad y la cooperación frente al individualismo instalado en la sociedad. Profundización de la democracia. La economía social al servicio de la población.
Vulnerabilidad y resiliencia social
Entre los puntos más vulnerables de la sociedad española destacamos los siguientes: una gran desinformación de la población acerca de los problemas ambientales globales (el cambio climático se ve como un problema episódico y lineal que se manifestará gradualmente, mientras que el pico del petróleo es desconocido por la gran mayoría de la población), así como un desconocimiento bastante generalizado de la responsabilidad de las políticas del crecimiento en la generación de los mismos, el desempleo insoportable que afecta principalmente a los jóvenes, la desigualdad creciente entre ricos y pobres y la exclusión social.
El crecimiento económico es un aspecto del capitalismo extraordinariamente arraigado en la población por haber sido imbuido en nuestros cerebros por los políticos, economistas y medios de comunicación como un bien “per se”. Además de haberse asentado ya como una cuestión de fe, la fórmula del crecimiento parece de sentido común para crear empleo y salir de la crisis y, por ello, se encuentra aún más enraizada. Decía Margaret Tatcher, “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma” (16). El neoliberalismo no solo es una ideología, es también, y sobre todo, una práctica generalizada de la que hemos interiorizado sus reglas de juego. De una u otra manera, nos han cambiado el alma a través de la presión que se ejerce sobre la inmensa mayoría de la población en situaciones de competencia cotidiana y de inversión de los pequeños ahorros. Esta presión se ejerce a través de la imposición de una serie de convenciones, prácticas y normas, en definitiva, reglas del juego establecidas política, institucional y jurídicamente (17).
¿Cuál ha sido el antídoto hasta ahora para hacer frente a la crisis económica que, por definición, es una situación de la economía con un débil o negativo crecimiento? Lógicamente, el de activar el crecimiento. Eso es lo que espera la gran mayoría de ciudadanos, que se pongan en marcha políticas de crecimiento para generar trabajo, activar el consumo y salir de la situación actual.
Cualquier convocatoria electoral que se produzca ocultando a la población los límites del crecimiento, rebajaría su calidad democrática. Si bien es cierto que la ciudadanía intuye, de alguna manera, que esta crisis es diferente y que los hijos van a vivir peor que sus padres, la apertura de un debate, tanto en las Cámaras de nuestros representantes como en la sociedad, permitiría tomar conciencia de la situación tan delicada y llena de riesgos que atravesamos y lograría que estos problemas, junto a los sociales, ocuparan la centralidad de la política, aumentando así la resiliencia social. Es de esperar entonces que la sociedad acabara siendo más proclive a admitir la adopción de medidas de mayor alcance, a medio y largo plazo.
Junto a esta iniciativa, un gobierno con sensibilidad ecológica y social debe potenciar los movimientos decrecentistas y de ciudades y pueblos en transición (18), generando así dinámicas favorables al lema decrecentista de” vivir mejor con menos” en detrimento del modo de vida BAU (Bussines As Usual), o sea, el negocio como actividad normal.
España es uno de los países con mayor paro, desigualdad económica y exclusión social de la Unión Europea. Sin la defensa del Estado de bienestar y sin la adopción de medidas sociales como la distribución más equitativa de la riqueza, la generación y el reparto de trabajo reduciendo el periodo de trabajo semanal y la adopción de medidas que eviten la exclusión social, no se podrían entender políticas ecológicas que son absolutamente necesarias para conservar los recursos naturales para la presente y futuras generaciones.
A juzgar por los programas electorales actuales, pensamos que sería relativamente sencillo llegar a acuerdos en el terreno social entre estos partidos. Quizá el punto donde se manifiestan las diferencias más notorias sea el de optar por la inicial propuesta de Renta Básica de Podemos, o por el Trabajo Garantizado, propuesta de IU, aunque no parece que llegar a un acuerdo sea insalvable pues el propio Eduardo Garzón (19), padre de la propuesta del Trabajo Garantizado, ya ha formulado una solución mixta.
No obstante, para llevar a cabo estas iniciativas sociales habrá que tener presente la advertencia de Trainer (20); en una época de decrecimiento impuesto por la naturaleza no se podrán realizar políticas de igualdad de corte socialdemócrata basadas solamente en el reparto de la menguante riqueza. Además de la solidaridad, la austeridad, entendida dentro de una justicia social, tendrá que ser otro de los pilares para poder desarrollarlas.
Vulnerabilidad y resiliencia ecológica
La vulnerabilidad ecológica de nuestro país es elevada. Los recursos renovables que han constituido y constituirán la principal riqueza de este país: como suelo, aguas superficiales y subterráneas, fuentes de energía dependientes del sol, pesca, bosques, humedales y demás ecosistemas y paisajes se encuentran cada día más amenazados por distintos problemas: desertización, erosión, salinización, fragmentación del territorio, sobrexplotación, etc.
Si necesarias son las medidas de resiliencia social para cohesionar el país, las medidas ecológicas son imprescindibles para la conservación de los recursos naturales renovables, fundamento de una economía sostenible a largo plazo.
Como medida administrativa más importante para frenar el deterioro ecológico (21) y proporcionar resiliencia se encuentra la Ordenación del territorio.
La Ordenación del territorio se fundamenta, desde el punto de vista de la sostenibilidad, en un principio de integración de actividades, según el cual la huella humana no debe exceder la biocapacidad del territorio. Aunque la palabra austeridad está hoy en día muy vituperada (austericidio, austerocracia, austeritarismo) debido a las políticas aplicadas por los gobiernos neoliberales, lo cierto es que, desde el punto de vista ecológico, no solamente los españoles, sino la gran mayoría de los ciudadanos de los países desarrollados han vivido por encima de sus posibilidades, apropiándose “de facto” de un territorio mayor a costa de otras naciones.
La salida civilizada a la situación actual consiste en construir una economía que no rebase la biocapacidad de cada territorio, con un comercio local y regional estrictamente necesario y que sea socialmente justa. De figurar algún tipo de déficit en las constituciones de los países, debería ser el déficit ecológico cero. Ateniéndonos a él, a los españoles nos tocaría vivir a un nivel de vida menor de la mitad del que disponemos actualmente, pues nuestra huella ecológica supera unas dos veces y media la biocapacidad del territorio nacional. Sabemos que, con un nivel de renta más austero pero bien repartido, se pueden mantener todavía unos buenos servicios públicos indispensables para que la ciudadanía pueda tener una vida tan digna o más que en la actualidad. Así lo indican los índices de felicidad/PIB y problemas sociales/desigualdad (22). En el primero se comprueba que, a partir de un nivel de riqueza, la felicidad no aumenta significativamente, mientras que en el segundo aparece una clara correlación entre el aumento de los problemas sociales y la desigualdad.
Aunque limitar el déficit ecológico a cero no es posible todavía, sin embargo, es necesario avanzar en esa línea tanto para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, pico del petróleo y pérdida de biodiversidad, como para aumentar nuestra autonomía y resiliencia en caso probable del colapso de la red de comercio mundial.
En este sentido, con la Ordenación del territorio se propone cubrir los siguientes objetivos:
- Uso y protección de nuestros recursos naturales (suelos, aguas, bosques, pesca y biodiversidad…) atendiendo a los principios de sostenibilidad para recursos de Daly
- Evitar impactos (contaminación, incendios, introducción de especies foráneas, etc.) utilizando los principios de sostenibilidad de Daly para los desechos, además de los de eficiencia y precaución.
- Prevención de riesgos naturales e inducidos (erosión, salinización, incendios, sequías, temporales) aplicando el principio de precaución.
- Regulación de las actividades humanas (agrícola, industrial, construcción de infraestructuras, asentamientos humanos, turismo) a través de la promulgación de leyes: Ley del suelo, Ley de aguas, Ley de costas, etc.
Otra estrategia relevante es la de avanzar en la soberanía alimentaria ya que el colapso, como hemos dicho, puede llegar a suponer la disolución del comercio global y la relocalización de las economías. España importa aproximadamente un 40% de los alimentos que consume (23). Se trata de hacer compatible una producción agrícola nacional suficiente para alimentar a la población con la conservación de los suelos y recursos hídricos, frenando así la desertización y la salinización. Dicho de otra manera, se trata de sustituir paulatinamente el modelo de agricultura industrial imperante por el de la agricultura ecológica, aumentando la diversificación de cultivos (un estudio de Gómez Cantero (24) del IPCC para Grupo Los Verdes del Parlamento Europeo revela que en el plazo de 35 años habrá un incremento de la aridez que, junto a la erosión y las plagas, puede acabar con las grandes extensiones de monocultivos como las viñas, naranjos y olivos), utilizando abonos orgánicos, desechando malas prácticas agrícolas (como el cultivo en pendiente arando a favor de la misma y el riego sin control), etc.
Aunque parezca un tanto paranoica esta preocupación por la soberanía alimentaria y pudiera levantar sospechas de proteccionismo en la UE, se pueden dar algunos pasos obviando este problema como, por ejemplo, el fomento de la repoblación de pueblos, la formación en agricultura ecológica, la creación de un banco de semillas tradicionales, el fomento de pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas en detrimento de las grandes explotaciones, la prohibición de cultivos transgénicos, la promoción de una campaña para la paulatina modificación de la dieta de los españoles hacia una dieta más vegetariana,…
Quizá algunas de las medidas que se vayan a tomar en este terreno se encuentren entre las más controvertidas entre partidarios del crecimiento y de la resiliencia. Por ejemplo, ¿Cómo llevar a cabo la protección de nuestros recursos naturales al tiempo que los utilizamos? ¿Hasta qué punto y cómo pueden aplicarse las reglas de Daly en una economía capitalista? ¿Puede la agricultura ecológica alimentar a todo el país o ha de convivir con la industria agrícola y ganadera actuales? Este tipo de cuestiones son las que hay que debatir y ponderar con el fin de priorizar unas medidas sobre otras y de establecer plazos para llevarlas a cabo.
Vulnerabilidad y resiliencia económica y política
La vulnerabilidad de la economía española es crítica. La elevada deuda pública y privada, la dependencia financiera del Estado de la banca privada y del BCE, la fuerte dependencia de los combustibles fósiles y de la industria manufacturera a causa del declive industrial de nuestro país, la escasa diversidad del modelo productivo, su reducido I+D con una financiación que no está enfocada hacia el cambio del modelo productivo (25), la pérdida de derechos de los trabajadores y una fiscalidad retrógrada que grava las rentas del trabajo y las de los pequeños y medianos empresarios muy por encima de las del gran capital, hacen que la economía española sea muy sensible a futuras eventualidades, como, por ejemplo, crisis financieras, fluctuaciones de los precios del petróleo, consecuencias del cambio climático en la agricultura, etc.
El principal objetivo entonces no será el crecimiento económico (aumento de productividad, aumento del valor añadido), ni tampoco el decrecimiento, sino dotar a nuestro país de un sistema económico con mayor resiliencia y encaminado a lograr la sostenibilidad ecológica. Podría pensarse que la mejor manera de aumentar la resiliencia es potenciar el crecimiento y así obtener ventajas comparativas respecto a otros países pero, como se ha comentado anteriormente, el capitalismo es un sistema que nos lleva a la destrucción y en este contexto no hay ventajas comparativas que valgan.
Creemos que un aspecto esencial para el futuro de nuestro país es el cambio del modelo productivo actual. Dada su fuerte dependencia del exterior, su escasa diversificación y su insostenibilidad ambiental, el modelo actual es muy vulnerable a un contexto de decrecimiento de energía y materiales, de agravamiento del cambio climático o de una crisis financiera.
Queda fuera de nuestra capacidad y de los objetivos de este artículo la elaboración de una propuesta de un modelo productivo, por lo que solo nos limitaremos a enunciar unos criterios e indicar algunas medidas a modo de ejemplos.
Creemos que el nuevo modelo productivo ha de basarse en los siguientes criterios:
- El sistema productivo está enclavado en el territorio por lo que ha de ajustarse a la legislación derivada de la nueva Ordenación del Territorio.
- En un contexto de decrecimiento energético y material, el sistema productivo ha de iniciar el camino hacia una relativa desmaterialización de la economía, mediante el ahorro, la eficiencia, el reciclado y el desarrollo de economías con bajos insumos de materiales y energías, como la economía de cuidados.
- Ha de ser más sostenible con predominio de un uso de energías y materiales renovables, adoptando medidas como, por ejemplo, la reforestación de zonas próximas a pueblos y ciudades para el aprovechamiento comunitario dentro de unos años de biomasa para cocina y calefacción elevando así la Tasa de Retorno Energético de esta fuente de energía y preservando la diversidad biológica.
- Ha de ser más adaptable aumentando la diversificación y la localización de la producción, fomentado la empresa cooperativa y la reestructuración de los sectores estratégicos actuales: agroalimentario, transporte y automoción, turismo y construcción.
- Promover el desarrollo de una tecnología apropiada a la escala de nuestro sistema productivo y que sea coherente con sus objetivos mediante un Plan I+S+i (denominación más apropiada que la de I+D+i en una economía encaminada a la Sostenibilidad)
- El trabajo no es una mercancía, por lo que han de garantizarse los derechos de los trabajadores; en primer lugar, el derecho al trabajo.
- El Estado se reserva el derecho de planificar democráticamente la economía y la producción y nacionalizar total o parcialmente los distintos sectores productivos para garantizar los objetivos del modelo productivo. Por ejemplo, habría que crear una banca pública no solo para facilitar el crédito a familias y empresas sino para financiar las nacionalizaciones y un Plan I+S+i, así como aminorar las consecuencias de un posible colapso del sistema financiero internacional. Nacionalizar Red Eléctrica Española con la perspectiva a medio plazo de hacer lo propio con las empresas eléctricas. Recuperar la gestión pública del agua.
No obstante, el principal problema de la sociedad y economía españolas es político y viene determinado por la existencia de una oligarquía que domina las finanzas, es dueña de los grandes medios de comunicación privados y que, aliada del poder político, acaba imponiendo la política económica. El crecimiento económico español, que con la crisis nos ha llevado al endeudamiento actual del Estado y a un alto grado de corrupción, es resultado de esta alianza. El movimiento 15M ya denunció este pacto. Con el gobierno del PP se puso de manifiesto la falta de escrúpulos para mentir con tal de conseguir el poder y desmontar el estado de bienestar con la anuencia de la UE, mientras los numerosos escándalos de corrupción distanciaban cada vez más a los ciudadanos de la clase política.
La emergencia de Podemos, como partido que ha sabido recoger las demandas del 15M, ya ha empezado a airear las estructuras de los partidos y a modificar el discurso de sus dirigentes. Pero sería muy importante para empoderar a la ciudadanía, revitalizar la política, mejorar la democracia representativa con sistemas de control eficaces y promover la democracia participativa. Sin duda alguna, estas medidas aumentarían la confianza de la gente en el sistema político y la resiliencia, en general.
Pero todos los logros carecerán de sentido si no se detienen la implantación del TTIP y del TiSA (Acrónimos en inglés del Tratado de Libre Comercio e Inversión y de Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión, respectivamente).
Si ya es fuerte la dependencia del Estado de las reglas del juego de corte neoliberal surgidas de Maastricht, con la firma de estos tratados la dependencia y vulnerabilidad de los Estados, de los trabajadores y de la ciudadanía sería extrema e irreversible por mucho tiempo debido a las cláusulas de indefensión de los mismos frente a las compañías privadas. El TTIP es un tratado entre EEUU y la UE. Con este tratado, la población europea se encontraría indemne ante las empresas de transgénicos, de la ganadería hormonada y de los agroquímicos (26) y los agricultores quedarían a merced de las compañías multinacionales. Con el TTIP, España perdería no solo la seguridad alimentaria sino la posibilidad de alcanzar la soberanía alimentaria. En la negociación del TiSA, participan, además de la UE y EEUU, 21 países más. El secretismo más absoluto preside la negociación de este tratado cuyos términos no se podrán dar a conocer hasta 5 años después de su implantación. Con este Tratado unas cuantas compañías privadas van a monopolizar el sector servicios de los países firmantes.
Sería de desear que la población española apoyara a la izquierda en las próximas elecciones generales. Pero de no ganar, hay tres compromisos que el conjunto de la izquierda radical debería asumir en la próxima legislatura:
- Informar y promover un debate sobre la emergencia de la situación que vivimos a causa del pico del petróleo y del cambio climático.
- Promover sendos debates sobre el contenido y consecuencias del TTIP y del TiSA para España, en general, y la clase trabajadora, en particular.
- Formar una comisión de científicos y técnicos que elabore un Plan de Ordenación del territorio que garantice el uso sostenible de nuestros recursos renovables.
Es la hora de las grandes decisiones y para eso se requieren grandes estadistas. Las autoridades de un pequeño Estado, el archipiélago de Kiribati, pretenden comprar 20 kilómetros cuadrados de tierra en las islas Fiji para poder alojar a 103.000 compatriotas ante la irreversible subida del nivel del mar y la salinización de sus acuíferos. Sin duda se trata de una medida radical (27). ¿Por qué no se percibe en España una situación de emergencia como la que se nos viene encima y comienzan a tomarse medidas para mitigar el sufrimiento de la población actual y asegurar el futuro de las próximas generaciones?
Máximo Luffiego García y Julio Soto López
Referencias
(1) Rosa, I (2015). Sí se puede, pero solos no podemos. http://www.eldiario.es/
(2) Turiel, A (2010). Digámoslo alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca.http://crashoil.blogspot.com.
(3) Deroeux, I (2015). California se seca y las autoridades imponen severas restricciones al consumo de agua.http://www.infolibre.es/
(4) Crespo, J.I (2015). En los límites de lo desconocido. http://www.elmundo.es/opinion/
(5) Hinton, J (2015). Esta búsqueda incesante del crecimiento es lo que está llevando a Grecia a la autodestrucción. http://www.15-15-15.org/
(6) Luengo, F (2015). Crecimiento y desempleo. Más falacias. http://blogs.publico.es/
(7) Turiel, A (2014). La espiral. http://crashoil.blogspot.com.
(8) Harich, J. Citado por Mediavilla, M (2015). Matar para sobrevivir. https://contadashabas.
(9) Foley J. Límites de un planeta sano. Investigación y Ciencia, Junio 2010.Nº 405
(10) VV. AA. (2014). Manifiesto última llamada https://
(11) Navarro, V y Torres, J (2014). Un proyecto económico para la gente. Podemos.
(12) Monedero, J.C. Citado por Noguero, E (2014). Podemos y el techo de cristal. The oil crash.http://crashoil.blogspot.com.
(13) Heinberg, R (2015). Después del Pico. http://laencrucijadasistemica.
(14) Carpintero, O y Bellver, J (2013). ¿Es posible la sostenibilidad ambiental en la economía española? La situación del mundo en 2013. Worldwatch Institute.
(15) Fenández Durán, R y González Reyes, L (2014). En la espiral de la energía. Libros en Acción, Baladre y Autores (Eds.)
(16) Laval, Ch y Dardot, P. Entrevista realizada por Fernández-Savater, A, Malo, M y Ávila, D (2014). El neoliberalismo es una forma de vida, no solo una ideología o política económica. http://www.eldiario.es/
(17) Laval, Ch y Dardot, P. (Op. Citada)
(19) Garzón, E. (2014). La renta básica estaría muy bien, pero la garantía de empleo estaría mejor. Blog Saque de esquina. http://eduardogarzon.net/la-
(20) Trainer, T (2011). ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero? http://www.sinpermiso.info/
(21) Carpintero, O y Bellver, J (2013). Op. Citada.
(22) Jackson, T (2009). Prosperidad sin crecimiento. Eds. Icaria, Intermón Oxfam. Barcelona, 2011.
(23) Agencia Estatal de Administración Tributaria (2012). Información estadística sobre el comercio exterior. Ed. Ministerio de Hacienda.
(24) Gómez Cantero, J. (2014). Cambio climático en Europa: Percepción e impactos 1950-2050. Eds. Los Verdes-ALE / EQUO
(25) Torres, J (2010). Cambio de modelo productivo ¿de qué estamos hablando? Temas para el Debate, nº 194
(26) Vivas, E (2014). TTIP ¡Sacad las manos de la comida! http://blogs.publico.es/
(27) La Voz del Interior (2012). Kiribati, el país que se mudaría a Fiji para evitar desaparecer. http://noticias-ambientales-
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