Raniya Chowdhury, de 17 años, le pidió a una niña de 8 años consejos para mantener la esencia de la infancia aún en la vida adulta.
Este ensayo de Raniya Chowdhury, de 17 años, de Mississauga, Ontario, es uno de los 11 ganadores de la nueva edición del concurso de redacción informativa para adolescentes, “Cómo ser”, de The Learning Network.
Publicamos los trabajos de todos los ganadores, que podrás encontrar aquí, en inglés.
“Lo mejor de ser niño es que te dan dulces cuando estás triste”, dice Lolia Almasri, una niña de ocho años amante de Mickey Mouse que vive en los tranquilos suburbios del sur de Ontario y es una experta en todo lo relacionado con los niños. Para muchos adolescentes como yo, que bailan en el umbral de la “edad adulta” —en el sentido legal, al menos—, enfrentarse a la madurez se ha sentido como un apocalipsis inminente de responsabilidades. Para los que están en la cuenta regresiva del fatídico reloj que marca los 18 años, puede que tu esperanza sea aferrarte a la sensación de la niñez y posponer lo inevitable. O quizás ya seas mayor desde hace algún tiempo y anheles recuperar esa agradable y mágica capacidad de sorprenderte que tenías en la infancia.
Este ensayo de Raniya Chowdhury, de 17 años, de Mississauga, Ontario, es uno de los 11 ganadores de la nueva edición del concurso de redacción informativa para adolescentes, “Cómo ser”, de The Learning Network.
Publicamos los trabajos de todos los ganadores, que podrás encontrar aquí, en inglés.
“Lo mejor de ser niño es que te dan dulces cuando estás triste”, dice Lolia Almasri, una niña de ocho años amante de Mickey Mouse que vive en los tranquilos suburbios del sur de Ontario y es una experta en todo lo relacionado con los niños. Para muchos adolescentes como yo, que bailan en el umbral de la “edad adulta” —en el sentido legal, al menos—, enfrentarse a la madurez se ha sentido como un apocalipsis inminente de responsabilidades. Para los que están en la cuenta regresiva del fatídico reloj que marca los 18 años, puede que tu esperanza sea aferrarte a la sensación de la niñez y posponer lo inevitable. O quizás ya seas mayor desde hace algún tiempo y anheles recuperar esa agradable y mágica capacidad de sorprenderte que tenías en la infancia.
Pues bien, según Lolia, no es difícil seguir siendo un niño, ya que gira en torno a los principios básicos de recordar el valor de la bondad y divertirse. La empatía es la base de su ética y expresa su importancia a través de una anécdota personal: “Cuando mi amigo necesitó unas tijeras, le di las mías y conseguí otras”. La economía de los niños se basa en el trueque (por ejemplo, si me das tu tarjeta Pokémon, te doy mi borrador con aroma de fresa). Sus transacciones son intercambios de felicidad, así que un buen punto de partida para ti es compartir cosas con los demás, aunque eso se vuelva difícil con la edad.
Una vez que domines esto, es hora de la parte divertida. “Los niños tienen que portarse bien y también jugar”, dice Lolia, una faceta de la infancia que me pregunto por qué dejamos de lado. Es imprescindible volver a jugar al aire libre. Ponle pausa a tu incredulidad. En lugar de eso, ¡crea escenarios imaginarios! Ponte unas zapatillas con luces y busca hadas en el bosque, juega rayuela en el patio, da patadas a una pelota… permítete disfrutar sinceramente de las pequeñas cosas.
Pero, en realidad, lo que más me llama la atención de la filosofía de Lolia sobrevivir la vida como si estuvieras en el país de Nunca Jamás es su paso final: un amable recordatorio de que “aunque seas mayor, si tienes miedo por la noche puedes seguir acurrucándote con tus padres”. Al fin y al cabo, en el mundo de Lolia no hay realidad en la que no haya alguien que la consuele después de una pesadilla. Para ella, los unicornios y los dragones existen, y también el amor, siempre. En definitiva, el mejor consejo que da Lolia para ser una niña para siempre es tener fe en que no se está sola en la vida y acudir a alguien cuando se tiene miedo a la oscuridad.
NYT