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viernes, 24 de octubre de 2025

El cráneo de un millón de años que "cambia totalmente" nuestra comprensión de la evolución humana, según los científicos

Cráneo gris con una gran caja craneana sobre una tela negra. Conserva algunos dientes. Presenta grandes cuencas oculares y orificios nasales.

Fuente de la imagen,BBC News

Pie de foto,Reproducción del cráneo de un millón de años en la que pueden observarse algunas características modernas.

Un cráneo humano de un millón de años de antigüedad hallado en China sugiere que nuestra especie, el Homo sapiens, comenzó a surgir al menos medio millón de años antes de lo que pensábamos, según indican investigadores en un nuevo estudio.

También afirman que demuestra que coexistimos con otras especies hermanas, incluidos los neandertales, durante mucho más tiempo del que creíamos.

Los científicos aseguran que su análisis "cambia totalmente" nuestra comprensión de la evolución humana y, de ser correcto, sin duda reescribiría un capítulo clave de nuestra historia.

Pero otros expertos en un campo en el que abundan los desacuerdos sobre nuestra aparición en el planeta, dicen que las conclusiones del nuevo estudio son plausibles pero lejos de ser seguras. El descubrimiento, publicado en Science, una de las revistas científicas más importantes del mundo, conmocionó al equipo de investigación, que incluía científicos de una universidad china y del Museo de Historia Natural de Reino Unido.

"Desde el principio, cuando obtuvimos el resultado, nos pareció increíble. ¿Cómo podía ser algo tan remoto?", declaró el profesor Xijun Ni, de la Universidad de Fudan, quien codirigió el análisis.

"Pero lo probamos una y otra vez para comprobar todos los modelos, utilizando todos los métodos, y ahora confiamos en el resultado y estamos realmente entusiasmados".

Tres científicos chinos se sientan alrededor de una mesa con cinco cráneos. Tres parecen ser los fósiles originales distorsionados, dos son reconstrucciones de color gris azulado y otro cráneo blanco parece pertenecer a otra especie. Dos de los científicos sostienen réplicas de cráneos.

Tres científicos chinos se sientan alrededor de una mesa con cinco cráneos. Tres parecen ser los fósiles originales distorsionados, dos son reconstrucciones de color gris azulado y otro cráneo blanco parece pertenecer a otra especie. Dos de los científicos sostienen réplicas de cráneos.

Fuente de la imagen,Fudan University


Pie de foto,
Los cráneos fueron descubiertos por un equipo chino en la provincia de Hubei, en el centro de China, que los comparó con otras especies humanas. 


Cuando los científicos encontraron el cráneo, llamado Yunxian 2, asumieron que pertenecía a un ancestro anterior, el Homo erectus, los primeros humanos con cerebros grandes. Esto se debe a que data de hace aproximadamente un millón de años, mucho antes de que se creyera que habían surgido humanos más avanzados.

El Homo erectus finalmente evolucionó y comenzó a divergir hace 600.000 años, dando lugar a los neandertales y a nuestra especie, el Homo sapiens.

Sin embargo, el nuevo análisis de Yunxian 2, revisado por expertos independientes del equipo de investigación, sugiere que no se trata de un Homo erectus.

Ahora se cree que es una versión temprana del Homo longi, una especie hermana con niveles de desarrollo similares a los de los neandertales y el Homo sapiens.

La evidencia genética sugiere que existió junto a ellos, así que si Yunxian 2 caminó sobre la Tierra hace un millón de años, según los científicos, las versiones tempranas del neandertal y de nuestra propia especie probablemente también lo hicieron.

Este sorprendente análisis ha cambiado drásticamente la cronología de la evolución de los humanos con cerebros grandes al datar su aparición al menos medio millón de años ante de lo que se creía, según el profesor Chris Stringer, del Museo de Historia Natural, quien ejerció de codirector de la investigación.

Afirmó que es probable que existan fósiles de Homo sapiens de millones de años en algún lugar de nuestro planeta, pero aún no los hemos encontrado.

Cuatro calaveras sobre una mesa. Dos calaveras blancas están distorsionadas y junto a ellas hay dos calaveras grises sin distorsión.

Cuatro calaveras sobre una mesa. Dos calaveras blancas están distorsionadas y junto a ellas hay dos calaveras grises sin distorsión.

Fuente de la imagen,Fudan University


Pie de foto,

Los cráneos blancos son los fósiles originales distorsionados y los grises son réplicas que han sido corregidas por computadora. 

La búsqueda de evidencias

Hay dos maneras de identificar la especie de un humano primitivo y determinar cuándo habitó la Tierra: analizando la forma del cráneo y analizando sus datos genéticos.

En el caso de Yunxian 2, se utilizaron ambos métodos, y ambos llegaron a la misma conclusión.

Sin embargo, otros investigadores, como el Dr. Aylwyn Scally, genetista evolutivo de la Universidad de Cambridge, afirman que ambos métodos presentan considerables incertidumbres.

"Hay que ser especialmente cauteloso con las estimaciones temporales, ya que son muy difíciles de realizar, independientemente de la evidencia que se esté analizando, ya sea genética o fósil", afirmó.

"Incluso con la mayor cantidad de datos genéticos, es muy difícil determinar el momento en que estas poblaciones pudieron haber coexistido con una diferencia de 100.000 años, o incluso más", agregó.

Añadió que, si bien las conclusiones de los profesores Ni y Stringer eran plausibles, distaban de ser seguras, y apunto que se necesitaban más pruebas para estar seguros.

"Ese panorama aún no está del todo claro para nosotros, así que si las conclusiones de esta investigación se sustentan en otros análisis, idealmente a partir de algunos datos genéticos, creo que empezaríamos a tener cada vez más confianza", declaró a BBC News.

La evidencia más antigua conocida del Homo sapiens primitivo en África data de hace 300.000 años, por lo que es tentador concluir que nuestra especie podría haber evolucionado primero en Asia.

Sin embargo, según el profesor Stringer, no hay suficiente evidencia para asegurarlo en este momento, ya que existen fósiles humanos en África y Europa que también tienen un millón de años y que deben incorporarse al análisis.

"Existe evidencia genética que apunta a la aparición aún más temprana de nuestra especie, que podría haberse recombinado con nuestro linaje, pero esto aún no está probado", declaró a BBC News.

Esta cronología anterior significa que las tres especies humanas coexistieron en el planeta durante unos 800.000 años, mucho más tiempo del que se creía, posiblemente interactuando y cruzándose durante ese tiempo.

Los "tres grandes"

La aparición más temprana también ayuda a comprender docenas de restos fósiles humanos que datan de hace 800.000 y 100.000 años, y que los científicos han encontrado difíciles de clasificar y ubicar en el árbol genealógico humano, la llamada "confusión intermedia".

Pero la aparición temprana del Homo sapiens, el Homo longi y los neandertales resuelve claramente el problema. Esto significa que ahora es posible agrupar los fósiles difíciles de clasificar como subgrupos pertenecientes a uno de los "tres grandes", o a sus ancestros más primitivos, el Homo erectus asiático y el Homo heidelbergensis, según el profesor Ni.

"La evolución humana es como un árbol", dijo. "Este árbol incluía varias ramas, y había tres ramas principales estrechamente relacionadas, que podrían haberse cruzado entre sí y coexistido durante casi un millón de años. Así que este es un resultado increíble".

El cráneo fue excavado junto con otros dos en la provincia de Hubei. Sin embargo, estaban dañados y aplastados, lo cual es una de las razones por las que Yunxian 2 fue clasificado erróneamente como erectus.

Para restaurarlos a su forma original, el equipo del profesor Ni escaneó los cráneos y les devolvió su forma mediante técnicas de modelado informático. Posteriormente, imprimió réplicas en una impresora 3D.

Al observarlos tal como eran, los científicos pudieron reclasificarlos como un grupo humano separado y más avanzado.

miércoles, 12 de julio de 2023

_- Enredos en la familia. La evolución humana ya no se explica como una simple cadena lineal de eslabones perdidos.

_- La ciencia nos revela un entramado más complejo de elementos, con una mayor diversidad entre especies

Hace ya siete años que celebramos el 150º aniversario de la publicación de El origen de las especies, el libro que fundó la biología moderna y la obra de Darwin más importante para los científicos profesionales. Pero aún nos quedan cinco años para celebrar el 150º aniversario de otro libro de Darwin que seguramente es mucho más importante para las ciencias sociales, las humanidades y la cultura en general, El origen del hombre. Porque fue aquí, 12 años después, donde Darwin desarrolló el corolario más escandaloso y rompedor de la teoría de la evolución: que nuestra especie no tiene nada de especial, nada que la distinga del gran esquema de las cosas biológicas, ni ninguna relación trascendente con la divinidad, sino que es una mera variación de nuestros primos los monos, nuestros primos segundos los mamíferos, y de todas las especies que pueblan este planeta viejo y solitario, nuestro barrio del cosmos.

Misterios y problemas
Curiosamente, y sin que lo supiera Darwin, la primera evidencia de una especie humana primitiva y extinta se había descubierto tres años antes de la publicación de El origen de las especies. El 9 de septiembre de 1856, una cuadrilla de obreros que excavaba cerca de Düsseldorf extrajo de una cueva 16 huesos fosilizados. Pensaron que eran de un oso, pero tuvieron el atino de llevárselos al maestro de un pueblo cercano por si fueran de alguna utilidad para la ciencia. Y vaya si lo fueron. El maestro, llamado Johann Carl Fuhlrott, percibió que los huesos “eran muy antiguos y pertenecían a un ser humano muy diferente del hombre contemporáneo”. Había descubierto al hombre de Neandertal.

El siglo XX contempló episodios gloriosos en la búsqueda del eslabón perdido, o los estadios intermedios en la evolución de nuestra especie a partir de sus ancestros simiescos. Y produjo una narración entrañable de elevación progresiva a los cielos de la consciencia, la inteligencia y la trascendencia moral que se nos suponen.

Pasando a limpio una crónica algo más farragosa, la sucesión de eslabones perdidos quedó más o menos así: hace seis millones de años éramos lo mismo que los chimpancés; hace cuatro millones, evolucionaron los australopitecos (como Lucy), ya bípedos pero todavía con un cerebro de medio litro; hace dos millones apareció el Homo erectus, que había duplicado su tamaño craneal hasta un litro, usaba herramientas y fue la primera especie humana en abandonar África; y nuestra especie, el Homo sapiens, se revelaba como una recién llegada a la gran historia del planeta, con poco más de 100.000 años, casi un litro y medio de cráneo y caracterizada desde sus inicios por herramientas avanzadas y una cultura no solo innovadora, sino también variable y creativa, cuya representación gráfica inmejorable son las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux.

Casi un siglo y medio después de la publicación de 'El origen del hombre' las tesis de Darwin quedan superadas por la genómica y las excavaciones La ciencia no solo aspira a describir la realidad — esa es la parte aburrida—, sino también a entenderla. La esperanza de un investigador es que, a medida que se obtienen más datos y se afinan las teorías, empiece a vislumbrarse un modelo del mundo cada vez más simple y comprensible. Por desgracia, este no ha sido el caso de la investigación de la evolución humana en las últimas décadas, y las cosas no han hecho más que complicarse aún más en los últimos años. Las excavaciones paleontológicas —de Sudáfrica a Atapuerca— y los espectaculares avances de la genómica han enmarañado el cuadro de manera sustancial. Pero ese es el mensaje que nos transmite la realidad. La simplicidad y el entendimiento profundo tendrán que esperar.

Un ejemplo perfecto de complicación inesperada es el hobbit (Homo floresiensis), descubierto en 2004 en la isla de Flores, un reducto poco explorado del sur de Indonesia. Con un metro de estatura y la capacidad craneal de un australopiteco o un chimpancé, pero lo bastante inteligente como para manejar herramientas de piedra y, tal vez, haber llegado navegando a la isla, el hombre de Flores —que en realidad era una mujer— vivió hasta hace solo 18.000 años, y por tanto había coexistido con nuestra especie durante 20 milenios. El hobbit encajaba en nuestro modelo de la evolución humana tanto como un burro en un garaje. Y, de hecho, fue recibido con mucha resistencia por la comunidad paleontológica.

En el siglo XIX, cuando Fuhlrott descubrió al hombre de Neandertal, se encontró con una resistencia parecida. El gran Rudolf Virchow, padre de la teoría celular que constituyó la primera gran unificación de la biología (“Omnis cellula e cellula”, toda célula proviene de otra), se pegó el gran batacazo de su carrera al dictaminar que los restos estudiados por Fuhl­rott pertenecían en realidad a un “idiota con artrosis”. Puesto que la evolución no se aceptaba en la época, el mero hecho de que hubiera existido una especie humana primitiva le parecía un disparate. Como les ha pasado a muchos sabios antes y después, Virchow se mostró refractario a las evidencias.

La historia se ha repetido con el hobbit, en una especie de homenaje paradójico al planchazo de Virchow. Un grupo de paleontólogos defendieron desde el principio que se trataba de una mujer con microcefalia. Las investigaciones recientes, sin embargo, confirman que el cráneo de Flores es una versión miniaturizada del típico del género Homo, al que pertenecemos los Homo erectus y nosotros. Los científicos no saben si el hobbit ya era pequeño cuando llegó a la isla o se miniaturizó después de llegar allí, como ciertamente le ocurrió a un elefante enano que también vivía ahí. Los últimos datos apuntan a lo segundo, aunque sin encontrar más cráneos la cuestión seguirá abierta.

Tras el “idiota con artrosis” de Virchow y la mujer microcefalica de Flores, viene al pelo una cita de Darwin: “La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia”. Darwin lo escribió en El origen del hombre, preparándose para la que sin duda se le vendría encima. Pero la cita es aplicable a las resistencias científicas que encontraron el neandertal y el hobbit.

Los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal y los asiáticos llevan tramos de ADN denisovano El neandertal y el hobbit comparten otra cualidad: no son ancestros nuestros, sino ramificaciones independientes de la nuestra. Son la primera indicación —y de ningún modo la última, como veremos— de que la evolución humana no tiene la forma de una cadena lineal, con un eslabón tras otro ascendiendo la escalera al cielo. Su forma es más bien la de un arbusto, con una variedad de ramas aquí y allá, con diversificaciones locales, salidas en falso, callejones sin salida y extinciones frecuentes. Tan frecuentes que, de hecho, ahora solo quedamos nosotros.

El truco para aceptar esta teoría sin escándalo es percibir que esa forma de arbusto no es ninguna peculiaridad de la evolución humana. Más bien es la forma general de los procesos evolutivos. Esta es una idea a la que dedicó media vida el evolucionista neoyorquino Stephen Jay Gould, muerto en 2002. Darwin insistió en el carácter gradual de la evolución inspirado por su mentor, Charles Lyell, cuya geología era estrictamente gradual para huir de los diluvios universales de la religión y el catastrofismo de la cultura popular. Pero la historia geológica del planeta solo es gradual en tiempos de bonanza, y aparece puntuada por cambios bruscos del entorno, movimientos tectónicos, orgías volcánicas, sequías desastrosas y hasta impactos de asteroides gigantescos. La vida intenta adaptarse como puede: por eso seguimos aquí tras 4.000 millones de años.

Un segundo aspecto esencial es que no toda la evolución humana ha ocurrido en África, contra lo que creíamos hace poco. El hombre de Atapuerca u Homo antecessor, descubierto en el inmenso yacimiento paleontológico burgalés, es seguramente un buen ejemplo. Arsuaga y sus colegas lo llamaron preneandertal porque tiene todos los signos de estar evolucionando hacia los rasgos típicos de los neandertales, y los preceden en el tiempo geológico por unos cientos de miles de años. Es probable por tanto que los neandertales evolucionaran en Europa, y no salieran ya formados de África.

De hecho, la genómica aporta evidencias incuestionables de ciertas formas de evolución fuera de África. La lectura del ADN antiguo ha avanzado hasta tal punto que ya es capaz de descubrir una nueva especie a partir de una falange de un dedo. Así se descubrió hace unos años a los denisovanos, una especie coetánea de los neandertales, pero distinta de ellos y que habitaba más bien en Asia que en Europa. Y, de hecho, los europeos actuales llevan tramos de ADN neandertal; y los asiáticos y habitantes de las islas del Pacífico llevan tramos de ADN denisovano.

Cuando nuestros ancestros sapiens salieron de África, hace algo más de 50.000 años, esas dos especies antiguas ya llevaban cientos de miles de años adaptándose a las circunstancias ambientales de Eurasia. Y los recién llegados se beneficiaron de esos genes adaptados por una conocida vía de evolución rápida. Se llama sexo.

En fin, una historia más complicada de lo esperado, pero también más interesante, ¿no es cierto?

miércoles, 12 de octubre de 2022

_- Nobel de Medicina 2022: el sueco Svante Pääbo gana el premio por sus hallazgos sobre la evolución humana


_- El sueco Svante Pääbo fue galardono por su aporte a la salud a partir de su estudio de la evolución humana. 


El sueco Svante Pääbo es el ganador del premio Nobel de Fisiología y Medicina 2022, anunció este lunes el Instituto Karolinska de Suecia.

De acuerdo al instituto, Pääbo, quien tiene 67 años, recibe el importante galardón "por sus descubrimientos sobre los genomas de los homínidos extintos y la evolución humana".

De acuerdo a lo señalado los miembros del comité que otorga el premio "Svante Pääbo ha establecido una disciplina científica completamente nueva, la paleogenómica".

Homo Sapiens FUENTE DE LA IMAGEN, NOBEL PRIZE

De acuerdo al comité que otorga el Nobel de Fisiología o Medicina, Svante Pääbo ha logrado crear una disciplina completamente nueva: la paleogenómica.

Y agregan: "Al revelar las diferencias genéticas que distinguen a todos los humanos vivos de los homínidos extintos, sus descubrimientos proporcionan la base para explorar lo que nos hace únicamente humanos".

Durante la exposición hecha después del anuncio, el sueco también hizo el descubrimiento de un homínido extinto, el denisova, que hizo a partir de datos del genoma recuperados de una muestra de hueso de un dedo pequeño.

Para el comité también es importante destacar que Pääbo descubrió el hecho de que se había producido una transferencia de genes de estos homínidos ahora extintos al Homo sapiens tras la migración fuera de África hace unos 70.000 años.

De acuerdo a lo señalado en los estudios del nuevo galardonado, "este antiguo flujo de genes para los humanos actuales tiene relevancia fisiológica hoy en día, por ejemplo, afectando la forma en que nuestro sistema inmunológico reacciona a las infecciones".

Desde 1997 Pääbo es el director del departamento de Genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

Más infomación en breve.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63117248