_- Decidir presentarse a unas oposiciones supone pasar una temporada larga de mucho estrés y poca vida social, lo que puede suponer un gran fractura psicológica.
“Nunca me he considerado una persona especialmente sensible, pero opositar es una montaña rusa de emociones”. Así resume Sandra, de 31 años, cómo está siendo su experiencia como opositora a Bibliotecas. Se presentó por primera vez en 2014, tras años de “encadenar contratos cortos, becas y meses de paro”, pero la experiencia fue tan mala que no volvió a planteárselo en un tiempo.
Cuando lo hizo, el objetivo era distinto: aprobar y entrar en alguna bolsa de empleo, algo que consiguió. Ahora compagina el trabajo con los estudios para, esta vez sí, ir a por la plaza, una situación que requiere de mucha organización. “Los últimos meses, por ejemplo, si trabajo de tarde, madrugo mucho para poder dedicarle horas”, asegura. Esto incluye también muchos fines de semana de estudio, con lo que su vida social sale resentida. “A la larga, eso hace mella en ti y en tu entorno”, reflexiona. Se nota más irascible y todo le afecta más. Además, “hay gente que no entiende que no pases tanto tiempo con ellos, que te vayas antes, que no puedas descansar un fin de semana… Frases como ‘para qué estudias tanto, si seguro que ya te lo sabes todo’ son muy comunes y la gente no sabe cuánto pueden cabrear y afectar”, lamenta.
Ya desde el otro lado, con su plaza conseguida, Lorena González, de 32 años, recuerda los cinco años que pasó opositando a Educación infantil. Fueron dos y medio de estudio a tiempo completo y otros dos y medio compaginándolo con los trabajos para los que la llamaban tras haber entrado en las listas. Se presentó a cuatro convocatorias. “Lo peor es el desgaste psicológico de, año tras año, tener que estar estudiando lo mismo”, además de los cambios en el temario que le tocaron y la poca vida social con la que se quedó. Aunque, en su caso, muchas de sus amigas estaban en la misma situación, por lo que no se veían, pero se entendían.
Como hicieron Lorena y Sandra, cada año miles de personas deciden empezar a opositar. Hay quien consigue plaza a la primera, pero para otra mucha gente ser opositor se convierte en un trabajo no remunerado durante varios años. Según una encuesta realizada por Opositest, el 40% de los opositores de 2021 se dedicaban en exclusiva al estudio. El 60% restante estudiaba cuando no estaba trabajando. Ambas situaciones, una por falta de ingresos, la otra por falta de tiempo, suelen tener su impacto psicológico en la persona que oposita, especialmente si se alargan durante mucho tiempo.
El síndrome del opositor
“Preparar unas oposiciones implica estar expuesto a altos niveles de estrés por un largo periodo de tiempo y bajo la presión de una academia o preparador y la competencia de los demás opositores”, señala Ana Romero, psicóloga experta en el cuidado de la salud mental de los opositores en Nuevamente Psicólogos. Además, todo ese trabajo y esfuerzo se evalúa en un solo examen, lo que tampoco ayuda. Por otra parte, como ya señalaban las entrevistadas, los opositores suelen dedicarle mucho tiempo al estudio, lo que suele significar invertir “poco o nada de su tiempo en las relaciones sociales, familiares, de pareja, el ocio o las aficiones, lo que disminuye drásticamente la producción de emociones positivas, afectando así sobre el estado de ánimo y la motivación”, añade la experta.
Al empezar a opositar —al menos al empezar a hacerlo en serio— suele producirse un cambio de rutinas que, según apunta la psicóloga Blanca Fernández Tobar, directora de Psynthesis Psicología, no siempre se lleva bien. “Pasamos de quedar con nuestros amigos, familia o pareja cuando más nos apetece a tener que empezar con un horario bastante rígido en el que muchas veces solo se tiene un día de descanso”, explica. “Ante este proceso, se pueden tener días mejores y peores, así que hay una fluctuación emocional en la que pueden llegar a sentir que están en una montaña rusa, días en los que se está a tope y otros en los que se está más irritable, desmotivado o triste”, añade. Muchas veces, además, se sienten solos “porque mucha gente no entiende su estilo de vida actual”, como lamentaba Sandra.
Desde MindUp Psicólogos, Sofía Gil y Paula Rambaud hacen hincapié también en lo que implica perder vida social. “Según observamos en consulta, parece que pasar tanto tiempo aislados socialmente es uno de los factores que más afecta de manera negativa en la salud mental de las personas que opositan. En una gran mayoría de veces, este aislamiento viene motivado por la sensación de pérdida de tiempo y la culpa que invade a los opositores cuando realizan actividades diferentes al estudio. Se suele pensar que cuantas más horas se estudie, mejor, olvidando la productividad y la calidad del estudio”, explican.
Todo esto, que se puede resumir en mucho estrés y poca vida social, puede desencadenar lo que ya hay quien llama el síndrome del opositor. “Basándome en mi experiencia clínica con opositores, me atrevería a decir que para la mayoría de los que llegan a consulta se manifiestan una serie de síntomas comunes”, señala la psicóloga Ana Romero. Estos síntomas incluyen “ansiedad asociada a pensamientos catastróficos y preocupaciones como ‘voy a suspender’, disminución del rendimiento, dificultades para atender y concentrarse, alteraciones en el sueño, irritabilidad y cambios de humor, estrés, problemas de estado de ánimo, culpabilidad cuando no se está estudiando, aislamiento social, fatiga, bloqueo mental, problemas de autoestima y, en ocasiones, somatizaciones”, enumera.
La importancia del autocuidado
Opositar no es siempre un tormento. Depende mucho de la situación personal de cada uno y de la importancia que le dé a aprobar. Pese a su montaña rusa de emociones, Sandra admite que tiene la suerte de que no depende totalmente del resultado de la oposición porque ya tiene trabajo. Aun así, ha desarrollado sus trucos para intentar no obsesionarse.
“Siempre me lo he tomado con calma. Intento no fijarme objetivos ni diarios de estudio ni a largo plazo, en el sentido de tener que conseguirlo a la primera o en dos años. Me agobiaría mucho más si no llego a esos objetivos, aunque sé que mucha gente necesita trabajar así para motivarse”, explica. Además, intenta pensar en sí misma y no compararse con otros. “Y los días que no se puede o no estás bien, si el cuerpo te pide descanso, conviene descansar y al día siguiente estarás mejor”, recomienda.
Lorena coincide en la importancia del descanso y recomienda a las personas que estén opositando “que intenten sacar algún momento al día en el que puedan hacer algo que les apetezca”. Además, ella tenía un día a la semana de descanso, los domingos, y recuerda que ese respiro le ayudaba “a empezar la semana con más energía y motivación”.
Ese parar y descansar es uno de los elementos clave del autocuidado, crucial para llevar mejor la etapa opositora. Desde MindUp desgranan sus aspectos básicos: tener un buen descanso durante la noche, mantener horarios regulares de sueño, tener una alimentación saludable, practicar deporte para mantener el cuerpo activo después de tantas horas al día con una vida sedentaria y poder disfrutar de tiempo de ocio y desconexión. Ana Romero, de Nuevamente Psicólogos, lo resume en que “cuiden tanto la parte emocional como lo hacen con el estudio”. Al fin y al cabo, recuerda, opositar es una carrera de fondo y “pasará muchas horas a solas consigo mismo”. Además, recomienda tener cuidado con el perfeccionismo y recordar que hay variables que están fuera de nuestro control —el número de aspirantes, la suerte, el número de plazas ofertadas…—, por lo que no hay que ver suspender como un fracaso.
Aun así, podemos llegar a un punto en el que todo se nos haga muy grande y nos planteemos abandonar. ¿Es recomendable? Desde Psynthesis, Blanca Fernández Tobar indica que “depende de cada caso en particular y el objetivo que se haya propuesto”. Ella, como el resto de las expertas entrevistadas, defiende mucho los descansos y las vacaciones, aunque siempre programados. “No me interesa que el opositor llegue agotado a los exámenes”, asegura. La decisión de abandonar es más radical y ella en general no la recomienda si la persona tiene claro que su objetivo es esa oposición. “Si retoman más tarde, suele ser difícil volver a estudiar”, señala.
También Sofía Gil y Paula Rambaud, de MindUp, insisten en el tema del descanso, especialmente cuando se empieza a valorar la opción de abandonar. “El agotamiento mental nos puede empujar a desistir de aquello que nos está generando malestar a corto plazo”, indican. Una vez descansados podremos pensar mejor. “La decisión de poner fin al estudio de la oposición es aconsejable tomarla cuando tengamos la mente despejada, hayamos descansado y podamos valorar la situación con perspectiva y de manera racional, analítica, evitando de esta forma tomar decisiones importantes de forma precipitada”, explican.
También puede ser recomendable buscar ayuda psicológica si se ve que el coste sobre la salud mental está siendo alto, defiende Ana Romero. De este modo, con el apoyo del descanso y de la terapia, será más fácil «evaluar qué está ocurriendo y si es posible continuar con el objetivo de las oposiciones».
https://smoda.elpais.com/trabajo/la-dura-factura-psicologica-de-presentarse-a-unas-oposiciones-como-hacerlo-sin-perder-la-salud-mental/
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jueves, 9 de junio de 2022
lunes, 10 de diciembre de 2018
¿Estás pensando en opositar? Hazte estas siete preguntas antes de decidirlo. Cómo elegir oposición, cuánto tiempo se tarda en preparar y cuáles son las fases del proceso.
2018 ha sido el año en el que el empleo público ha empezado a recuperar el pulso tras la crisis económica. El Gobierno anunció el pasado julio la mayor oferta de empleo público desde 2008, 23.156 plazas que se suman a las 7.688 que ya había convocado el anterior Ejecutivo en abril. En total, casi 31.000 nuevos puestos que han reactivado el sector de las oposiciones. "Vuelven a estar en auge", asegura Cristina Villanúa, responsable del área de Administración y Justicia de la academia MasterD, que señala los tres principales motivos que explican la decisión de hincar codos y estudiar para ser funcionario: la vocación, la cuestión económica y la estabilidad laboral.
La crisis se ha hecho notar también en el perfil de los opositores. "Ha habido un cambio tremendo en el alumno", señala Villanúa, que divide a los candidatos en dos categorías: jóvenes que acaban de terminar los estudios y cuyas familias, a raíz de la crisis, les animan a opositar; y adultos que superan la barrera de los 35 años, han sufrido las consecuencias de la recesión y buscan estabilidad.
Preparar una oposición es una carrera de fondo que termina con el sprint final de las pruebas de selección. La decisión supone hipotecar cada resquicio de libertad durante varios meses o incluso años, dependiendo del puesto al que se aspire. La fórmula para tener éxito parece clara, al menos sobre el papel: motivación, disciplina, mucho trabajo y sí, también un poco de suerte. Pero las dudas antes de lanzarse al vacío de opositar son numerosas. A continuación, siete preguntas básicas para formularse si te estás planteando intentarlo.
1. ¿En qué consiste una oposición y cómo funciona el proceso?
La oposición es el mecanismo que utiliza la administración pública para seleccionar e incorporar empleados públicos en la condición de funcionarios. Este proceso tiene siempre que respetar los principios de mérito y capacidad que exige la Constitución y se concreta en una serie de pruebas cuyo objetivo es, por un lado, evaluar la capacidad de los aspirantes y, por otro, establecer un orden de preferencia según la puntuación que cada candidato obtenga.
¿Pero qué hay que hacer en una oposición?
Dependerá del puesto que se vaya a cubrir, pero el Estatuto Básico del Empleado Público explica que los exámenes podrán consistir "en la comprobación de los conocimientos y la capacidad analítica de los aspirantes, expresados de forma oral o escrita, en la realización de ejercicios que demuestren la posesión de habilidades y destrezas, en la comprobación del dominio de lenguas extranjeras y, en su caso, en la superación de pruebas físicas".
Una oposición es, sobre todo, un proceso que tiene sus fases, sus plazos y su particular liturgia. Arranca siempre con la oferta de empleo público, que es la previsión de cuántas plazas va a convocar la administración o el organismo público de que se trate para un año concreto. Ese anuncio se concretará más adelante con la publicación de las bases de la convocatoria, es decir, las instrucciones sobre cómo se va a desarrollar el proceso de selección: qué requisitos se exigen, cuántas pruebas habrá, en qué van a consistir, si van a ser eliminatorias o no...
Después se publicará la convocatoria, que marca el inicio del plazo —normalmente de 20 días— para que los candidatos se postulen oficialmente y acrediten que cumplen con los requisitos (es lo que en la jerga se denomina como presentar la instancia). Transcurrido ese plazo, se publicarán la lista —primero provisional y luego definitiva— de admitidos y la fecha del examen. Solo los admitidos pueden presentarse a las pruebas, que normalmente tienen lugar en los tres o cuatro meses siguientes a la publicación de la convocatoria.
Navegar entre tanto requisito y papeleo puede ser complicado, sobre todo si es la primera vez que uno se presenta. Villanúa señala que es muy importante conocer todos estos pasos al detalle: "El opositor debe entender todo el proceso en su conjunto y verlo como una serie de fases que tiene que ir superando".
2. ¿Qué requisitos hay que cumplir para presentarse?
Hay cuatro exigencias básicas: tener la nacionalidad española, poseer la capacidad funcional para desempeñar las tareas que correspondan al puesto, tener entre 16 y 65 años, no estar afectado por ningún expediente disciplinario y tener la titulación que se exija para la plaza a la que se aspira. Estos requisitos deben cumplirse, como regla general, antes de que finalice el plazo de presentación de las instancias.
En algunos casos, se pueden pedir otras condiciones adicionales relacionadas con el puesto que se vaya a desempeñar. Es lo que ocurre por ejemplo, en las pruebas de acceso a los cuerpos y fuerzas de seguridad, donde hay ciertas exclusiones médicas.
3. ¿Qué debo tener en cuenta para elegir a qué oposición presentarme?
La titulación es el primer escollo que hay que salvar a la hora de elegir oposición. Los funcionarios se dividen en tres grupos (A, B y C), según el nivel de formación que se requiera para su puesto. Para acceder al grupo A es necesario ser graduado universitario, para el B se exige título de Técnico Superior y para el C, Bachillerato en el caso del subgrupo C1 y graduado escolar en el C2. "Puedes presentarte a una oposición de un grupo más bajo al de tu nivel formativo, pero nunca puedes tener una titulación inferior", explica Ana Iglesias, directora pedagógica de Adams Formación. Es habitual, por ejemplo, que graduados universitarios opositen para plazas de auxiliar administrativo, del grupo C2, para acceder de forma más rápida a un puesto de funcionario y, a partir de ahí, promocionar internamente.
La movilidad geográfica es otra de las claves. Sacar una plaza en oposiciones a nivel nacional normalmente implica tener que trabajar, al menos durante un tiempo, en otro lugar. En caso de no querer cambiar de destino, habrá que fijarse en las convocatorias autonómicas y locales.
Hay otros factores importantes, según explica Iglesias: si es una oposición que se convoca con regularidad (para que en el caso de que suspendas, no tengas que esperar demasiado tiempo para poder volver a intentarlo), si normalmente se presenta mucha gente (suele ocurrir cuando hay muchas plazas y los requisitos no son muy exigentes), cuál es el temario de la oposición y qué funciones tendrás que desempeñar.
4. ¿Cuánto tiempo necesito para preparar una oposición?
"No hay una regla", afirma tajante Iglesias. "Depende mucho de la oposición a la que optes, de tu capacidad de trabajo y de aprendizaje, del tiempo del que dispongas para estudiar cada día y de lo bien que aproveches ese tiempo".
En cualquier caso, lo que sí que parece claro es que a más nivel de oposición, más tiempo habrá que emplear en preparar el examen. Como orientación, para las del grupo A se necesitan entre uno y tres años; para las del B, entre nueve meses y un año; y para el resto, entre seis y nueve meses. Este último plazo es el mínimo que apuntan las dos expertas. "Con cuatro horas de estudio al día", añade Cristina Villanúa, de MasterD. "Por debajo de ese tiempo, te vas a ir al año seguro".
5. ¿Qué opciones tengo para prepararla?
Hay dos vías, estudiar por tu cuenta o hacerlo con la orientación de un preparador o de una academia. La dificultad de prepararlas por libre reside sobre todo en la necesidad de hacerse con los materiales de estudio. No hay temarios ni libros oficiales y la única guía para saber qué hay que estudiar es el programa que se incluye en cada convocatoria. Se trata de una mera relación de epígrafes o temas sobre los que versará el examen. Así, para una oposición a auxiliar administrativo en un ayuntamiento se pide, por ejemplo, dominar al detalle los presupuestos locales y estudiar la ley de contratos públicos.
Estos temarios los puede confeccionar cada opositor, consultando directamente la ley que toque estudiar, aunque lo normal es comprarlos ya preparados (elaborados por editoriales o academias especializadas). "En cualquier caso, debes asegurarte de que se desarrollen cada uno de los epígrafes y temas que contiene el programa oficial en su totalidad, no solo parcialmente. Y que estén actualizados, sobre todo porque suele entrar mucha materia jurídica que cambia", aconseja Ana Iglesias, de Adams.
Si eliges preparar el examen con la ayuda de un preparador o de una academia, cobra cada vez más fuerza la opción de formarse online. Aun así, la decisión entre ir por libre o hacerlo acompañado depende del compromiso que estés dispuesto a aceptar o de si necesitas ayuda para ser constante, organizar un buen plan de trabajo, fijarte un horario, seguir un método... "Ten en cuenta además que una oposición no es solo estudiar un contenido, sino superar un examen que tiene unas características concretas y para eso también tienes que prepararte", añade Iglesias.
6. ¿Es posible preparar una oposición si estoy trabajando?
Sí, aunque hay que ser muy realista con los tiempos. "Para opositar tienes que hacer muchas renuncias y una de ellas son los tiempos de descanso, vas a tener que invertirlos en estudiar", explica Cristina Villanúa, de MasterD. El 60% de los alumnos de su academia estudian y trabajan, aunque la mayoría lo hacen a tiempo parcial. Con empleos de ocho horas, la experta lo ve más complicado.
Para Ana Iglesias, de Adams, compaginar una oposición con un trabajo a tiempo completo es posible, aunque exige un nivel de disciplina muy alto. "Debes aprender a gestionar tu tiempo, planificarte bien y tener una rutina clara porque si no sabes a qué hora te tienes que poner a estudiar cada día, lo más probable es que no te pongas nunca", explica. La motivación es clave en este punto. Los alumnos que más clara tienen la razón por la que decidieron opositar son los que más suelen aguantar en la carrera.
7. ¿Qué pasa si apruebo? ¿Y si suspendo?
"Aprobar no te asegura ni pasar a la siguiente prueba ni conseguir una plaza", explica Cristina Villanúa, de MasterD. El aprobado lo marca la nota de corte, que se suele calcular en función del número de plazas convocadas, la cantidad de aspirantes que se hayan presentado y la puntuación que hayan obtenido. Puede haber más aprobados que plazas, aunque en Adams aseguran que este fenómeno es cada vez menos habitual.
Lo que sí es más común es el tener que afrontar un suspenso. Lo importante aquí es saber reaccionar. "Hay que hacer un análisis realista de por qué has suspendido para de esa manera evaluar el suspenso en su justa dimensión", recomienda Iglesias. El factor suerte también entra en juego. "Es un 10% de todo el proceso", asegura Villanúa. "Un 5% depende de que te toque el tema que más hayas estudiado o las preguntas que mejor preparadas llevas y el otro 5% es que aquel día no te levantes con jaqueca, o que de camino al examen no te pille un chaparrón y llegues empapado... Eso es algo que no podemos preparar".
https://elpais.com/economia/2018/12/04/actualidad/1543945956_464831.html?rel=lom
La crisis se ha hecho notar también en el perfil de los opositores. "Ha habido un cambio tremendo en el alumno", señala Villanúa, que divide a los candidatos en dos categorías: jóvenes que acaban de terminar los estudios y cuyas familias, a raíz de la crisis, les animan a opositar; y adultos que superan la barrera de los 35 años, han sufrido las consecuencias de la recesión y buscan estabilidad.
Preparar una oposición es una carrera de fondo que termina con el sprint final de las pruebas de selección. La decisión supone hipotecar cada resquicio de libertad durante varios meses o incluso años, dependiendo del puesto al que se aspire. La fórmula para tener éxito parece clara, al menos sobre el papel: motivación, disciplina, mucho trabajo y sí, también un poco de suerte. Pero las dudas antes de lanzarse al vacío de opositar son numerosas. A continuación, siete preguntas básicas para formularse si te estás planteando intentarlo.
1. ¿En qué consiste una oposición y cómo funciona el proceso?
La oposición es el mecanismo que utiliza la administración pública para seleccionar e incorporar empleados públicos en la condición de funcionarios. Este proceso tiene siempre que respetar los principios de mérito y capacidad que exige la Constitución y se concreta en una serie de pruebas cuyo objetivo es, por un lado, evaluar la capacidad de los aspirantes y, por otro, establecer un orden de preferencia según la puntuación que cada candidato obtenga.
¿Pero qué hay que hacer en una oposición?
Dependerá del puesto que se vaya a cubrir, pero el Estatuto Básico del Empleado Público explica que los exámenes podrán consistir "en la comprobación de los conocimientos y la capacidad analítica de los aspirantes, expresados de forma oral o escrita, en la realización de ejercicios que demuestren la posesión de habilidades y destrezas, en la comprobación del dominio de lenguas extranjeras y, en su caso, en la superación de pruebas físicas".
Una oposición es, sobre todo, un proceso que tiene sus fases, sus plazos y su particular liturgia. Arranca siempre con la oferta de empleo público, que es la previsión de cuántas plazas va a convocar la administración o el organismo público de que se trate para un año concreto. Ese anuncio se concretará más adelante con la publicación de las bases de la convocatoria, es decir, las instrucciones sobre cómo se va a desarrollar el proceso de selección: qué requisitos se exigen, cuántas pruebas habrá, en qué van a consistir, si van a ser eliminatorias o no...
Después se publicará la convocatoria, que marca el inicio del plazo —normalmente de 20 días— para que los candidatos se postulen oficialmente y acrediten que cumplen con los requisitos (es lo que en la jerga se denomina como presentar la instancia). Transcurrido ese plazo, se publicarán la lista —primero provisional y luego definitiva— de admitidos y la fecha del examen. Solo los admitidos pueden presentarse a las pruebas, que normalmente tienen lugar en los tres o cuatro meses siguientes a la publicación de la convocatoria.
Navegar entre tanto requisito y papeleo puede ser complicado, sobre todo si es la primera vez que uno se presenta. Villanúa señala que es muy importante conocer todos estos pasos al detalle: "El opositor debe entender todo el proceso en su conjunto y verlo como una serie de fases que tiene que ir superando".
2. ¿Qué requisitos hay que cumplir para presentarse?
Hay cuatro exigencias básicas: tener la nacionalidad española, poseer la capacidad funcional para desempeñar las tareas que correspondan al puesto, tener entre 16 y 65 años, no estar afectado por ningún expediente disciplinario y tener la titulación que se exija para la plaza a la que se aspira. Estos requisitos deben cumplirse, como regla general, antes de que finalice el plazo de presentación de las instancias.
En algunos casos, se pueden pedir otras condiciones adicionales relacionadas con el puesto que se vaya a desempeñar. Es lo que ocurre por ejemplo, en las pruebas de acceso a los cuerpos y fuerzas de seguridad, donde hay ciertas exclusiones médicas.
3. ¿Qué debo tener en cuenta para elegir a qué oposición presentarme?
La titulación es el primer escollo que hay que salvar a la hora de elegir oposición. Los funcionarios se dividen en tres grupos (A, B y C), según el nivel de formación que se requiera para su puesto. Para acceder al grupo A es necesario ser graduado universitario, para el B se exige título de Técnico Superior y para el C, Bachillerato en el caso del subgrupo C1 y graduado escolar en el C2. "Puedes presentarte a una oposición de un grupo más bajo al de tu nivel formativo, pero nunca puedes tener una titulación inferior", explica Ana Iglesias, directora pedagógica de Adams Formación. Es habitual, por ejemplo, que graduados universitarios opositen para plazas de auxiliar administrativo, del grupo C2, para acceder de forma más rápida a un puesto de funcionario y, a partir de ahí, promocionar internamente.
La movilidad geográfica es otra de las claves. Sacar una plaza en oposiciones a nivel nacional normalmente implica tener que trabajar, al menos durante un tiempo, en otro lugar. En caso de no querer cambiar de destino, habrá que fijarse en las convocatorias autonómicas y locales.
Hay otros factores importantes, según explica Iglesias: si es una oposición que se convoca con regularidad (para que en el caso de que suspendas, no tengas que esperar demasiado tiempo para poder volver a intentarlo), si normalmente se presenta mucha gente (suele ocurrir cuando hay muchas plazas y los requisitos no son muy exigentes), cuál es el temario de la oposición y qué funciones tendrás que desempeñar.
4. ¿Cuánto tiempo necesito para preparar una oposición?
"No hay una regla", afirma tajante Iglesias. "Depende mucho de la oposición a la que optes, de tu capacidad de trabajo y de aprendizaje, del tiempo del que dispongas para estudiar cada día y de lo bien que aproveches ese tiempo".
En cualquier caso, lo que sí que parece claro es que a más nivel de oposición, más tiempo habrá que emplear en preparar el examen. Como orientación, para las del grupo A se necesitan entre uno y tres años; para las del B, entre nueve meses y un año; y para el resto, entre seis y nueve meses. Este último plazo es el mínimo que apuntan las dos expertas. "Con cuatro horas de estudio al día", añade Cristina Villanúa, de MasterD. "Por debajo de ese tiempo, te vas a ir al año seguro".
5. ¿Qué opciones tengo para prepararla?
Hay dos vías, estudiar por tu cuenta o hacerlo con la orientación de un preparador o de una academia. La dificultad de prepararlas por libre reside sobre todo en la necesidad de hacerse con los materiales de estudio. No hay temarios ni libros oficiales y la única guía para saber qué hay que estudiar es el programa que se incluye en cada convocatoria. Se trata de una mera relación de epígrafes o temas sobre los que versará el examen. Así, para una oposición a auxiliar administrativo en un ayuntamiento se pide, por ejemplo, dominar al detalle los presupuestos locales y estudiar la ley de contratos públicos.
Estos temarios los puede confeccionar cada opositor, consultando directamente la ley que toque estudiar, aunque lo normal es comprarlos ya preparados (elaborados por editoriales o academias especializadas). "En cualquier caso, debes asegurarte de que se desarrollen cada uno de los epígrafes y temas que contiene el programa oficial en su totalidad, no solo parcialmente. Y que estén actualizados, sobre todo porque suele entrar mucha materia jurídica que cambia", aconseja Ana Iglesias, de Adams.
Si eliges preparar el examen con la ayuda de un preparador o de una academia, cobra cada vez más fuerza la opción de formarse online. Aun así, la decisión entre ir por libre o hacerlo acompañado depende del compromiso que estés dispuesto a aceptar o de si necesitas ayuda para ser constante, organizar un buen plan de trabajo, fijarte un horario, seguir un método... "Ten en cuenta además que una oposición no es solo estudiar un contenido, sino superar un examen que tiene unas características concretas y para eso también tienes que prepararte", añade Iglesias.
6. ¿Es posible preparar una oposición si estoy trabajando?
Sí, aunque hay que ser muy realista con los tiempos. "Para opositar tienes que hacer muchas renuncias y una de ellas son los tiempos de descanso, vas a tener que invertirlos en estudiar", explica Cristina Villanúa, de MasterD. El 60% de los alumnos de su academia estudian y trabajan, aunque la mayoría lo hacen a tiempo parcial. Con empleos de ocho horas, la experta lo ve más complicado.
Para Ana Iglesias, de Adams, compaginar una oposición con un trabajo a tiempo completo es posible, aunque exige un nivel de disciplina muy alto. "Debes aprender a gestionar tu tiempo, planificarte bien y tener una rutina clara porque si no sabes a qué hora te tienes que poner a estudiar cada día, lo más probable es que no te pongas nunca", explica. La motivación es clave en este punto. Los alumnos que más clara tienen la razón por la que decidieron opositar son los que más suelen aguantar en la carrera.
7. ¿Qué pasa si apruebo? ¿Y si suspendo?
"Aprobar no te asegura ni pasar a la siguiente prueba ni conseguir una plaza", explica Cristina Villanúa, de MasterD. El aprobado lo marca la nota de corte, que se suele calcular en función del número de plazas convocadas, la cantidad de aspirantes que se hayan presentado y la puntuación que hayan obtenido. Puede haber más aprobados que plazas, aunque en Adams aseguran que este fenómeno es cada vez menos habitual.
Lo que sí es más común es el tener que afrontar un suspenso. Lo importante aquí es saber reaccionar. "Hay que hacer un análisis realista de por qué has suspendido para de esa manera evaluar el suspenso en su justa dimensión", recomienda Iglesias. El factor suerte también entra en juego. "Es un 10% de todo el proceso", asegura Villanúa. "Un 5% depende de que te toque el tema que más hayas estudiado o las preguntas que mejor preparadas llevas y el otro 5% es que aquel día no te levantes con jaqueca, o que de camino al examen no te pille un chaparrón y llegues empapado... Eso es algo que no podemos preparar".
https://elpais.com/economia/2018/12/04/actualidad/1543945956_464831.html?rel=lom
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