_- Por Aixaferra | 26/10/2005
Fuentes: Lo que Somos
Lo bueno que tienen las vacaciones es que uno puede permitirse el lujo de hacer lo que más le gusta sin la interrupción del trabajo. Cada año cuando se acerca el mes de julio se cierne sobre mí lo que yo llamo el ansia del bibliógrafo y atesoro en mis estanterías todos los libros que quiero (o los que puedo) que esperan pacientemente su turno veraniego.
Este año Saramago fue el primer elegido de la temporada porque pocos días antes de las vacaciones una compañera y yo comentábamos nuestras últimas lecturas, me hablaba del «ensayo sobre la lucidez» y recordé que en la estantería me esperaba «ensayo sobre la ceguera», no me dijo nada, me conoce bien porque compartimos utopías y otros fracasos, pero su mirada me hizo ansiar su lectura y no dejé pasar ni un solo día más, me puse a ello y me sumergí en la lectura incluso con agonía.
Una de las cosas que más me interesa en esta vida es comprender algunos comportamientos humanos, por ello siempre estoy con los sentidos en estado de emergencia y este libro narra algunos comportamientos que lejos de ser humanos han sido cometidos (en un principio, en la ficción de esta novela) por humanos. Muchas veces he afirmado con rotundidad que cualquier persona es capaz de matar, algunos de mis interlocutores se han echado las manos a la cabeza y no han estado de acuerdo conmigo, sin duda eran tan idealistas como yo pero muchísimo menos realistas, lo que nos gustaría que fuera es muy improbable que se dé. Quitarle la vida a otro ser humano es algo extremo, un simple ejemplo gráfico para orientar mis pensamientos, es el extremo de un continuo de comportamientos que pueden darse en cualquiera de nosotros, este libro, ofrece un amplio ramillete de ellos y me dejó la impronta de que puestos en esa situación: una epidemia mundial de ceguera, podríamos mostrarnos tan salvajes como describe Saramago, los que lo hayáis leído comprenderéis mejor lo que digo, a los que no se lo recomiendo vivamente y espero no haberlo destripado mucho. Durante varios días el libro me acompañó a todas partes porque me ensimismé con la historia, tanto que hasta mitad del libro no me di cuenta de la forma peculiar de usar los signos de puntuación del portugués y días después de acabarlo siguió acompañándome, no entendí la historia como una metáfora sino, con ciertos escalofríos, como una realidad posible, la ceguera no sólo es la pérdida de la vista sino del propio entendimiento y esto es lo que aquí sucede.
Con Saramago y sus ensayos comencé el verano y con su ceguera lo terminé. Empezaron a llegar noticias de los estragos de un huracán Katrina y aunque tengo poca confianza en la veracidad de noticias americanas, en esta ocasión, por las imágenes y sobre todo por la, por fin, caída de popularidad del presidente, presté más atención de la que acostumbro y esos escalofríos que sentí ante la posibilidad de que una ceguera temporal del planeta nos convirtiera en seres inhumanos, se exacerbaron porque es cierto que la realidad supera con creces la ficción, las imágenes de saqueos y violencia, que probablemente fueron las más dulces de la verdadera situación que pudieron ofrecernos sin… herir la sensibilidad del telespectador, fueron la confirmación de mis sospechas, la ceguera mundial ya estaba aquí, unos porque el hambre, la pérdida o la satisfacción de aprovecharse de las desgracias ajenas restó perspectiva, otros porque miramos para otro lado para no toparnos con la herida de nuestra sensibilidad… ciegos todos. La ceguera del planeta a la que abriré mis ojos una vez más, en nombre de huracanes, vallas fronterizas, destrucción, niños que viven en la calle, guerras petrolíferas, atentados y otras pérdidas, inaceptables todas y a las que parecemos habernos vuelto insensibles. ¿Aún hay esperanzas para este planeta? Recuperemos la visión, abramos los ojos y dejemos que nuestra sensibilidad nos guíe.
miércoles, 25 de agosto de 2021
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