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domingo, 12 de enero de 2020

“Los burros son tremendamente inteligentes”. Dilfenio Romero trabajó casi 40 años en el Canal de Isabel II y hace 24 creó Burrolandia, la Asociación Amigos del Burro.

SERGIO C. FANJUL
22 NOV 2019 -
00:14 CET

Tiene un aire a Chanquete, el de Verano Azul, con su gorra, su barba blanca, su rostro curtido por el tiempo, los ojos vivarachos.
Dilfenio Romero, de 66 años, trabajó casi 40 en el Canal de Isabel II y hace 24 creó Burrolandia, la Asociación Amigos del Burro, por la zona de Tres Cantos. Se pasea campechano por sus dominios, rodeado de burros, caballos, cabras, perros y otros animales, con un bastón en la mano. Los domingos los visitantes humanos, entre rebuznos, dan zanahorias y lechuga a los burros, más de 50 ejemplares (leoneses, zamoranos, extremeños, africanos…) que Romero ha rescatado, ahora que la mecanización les ha sustituido en las labores del campo: están en peligro de extinción. Con ayuda de sus colaboradores les recoge, les cuida, les cura, les proporciona una existencia plácida. “Es gratificante, es lo que me da la vida”, dice.

Qué bonitos son los borricos. ¿Por qué los humanos usamos burro como sinónimo de tonto?
Es un mito. El burro es más inteligente que el caballo, y con diferencia. Si tienes siete caballos y metes un burro, a la semana todos los caballos siguen al burro. Cuando no había topógrafos ni ingenieros de caminos mandaban a un burro y, por donde pasaba, construían el mejor camino. Son tremendamente inteligentes.

¿Por qué está en peligro de extinción?
Cuando era niño, en mi pueblo, Alcolea de Tajo, Toledo, el burro era imprescindible para ir a por agua, a por leña, no había coches ni camiones. Todo lo hacíamos con los burros. En mi familia había muchos arrieros, así que les cogí muchísimo cariño.

¿Ya no sirven para nada?
Aquí tratamos de reubicarlos, por ejemplo, mediante la burroterapia, que ayuda a niños discapacitados. Es un animal muy dócil, muy cariñoso, a los niños no les da miedo. Con esa función esperamos que se mantengan.

¿De dónde salen estos animales?
Les recogemos, muchas veces abandonados. No solemos traer caballos, pero el otro día nos llamaron porque había una cuadra abandonada, la mitad estaban muertos. No tenemos mucha ayuda, nos llaman las instituciones para recoger animales y luego se olvidan de ti. Que al menos nos den sacos de pienso para que coman los animales.

¿Cómo se financian?
 Pues con lo que ves aquí: merchandising, camisetas, bocadillos y con los cubos de comida que vendemos para que la gente alimente a los animales. No cobramos entrada, para que sea accesible a las familias. Esto no es un negocio. Abrimos el domingo por la mañana y hasta luego Lucas, hasta el domingo siguiente. Por semana viene algún colegio.

¿Cómo empezó?
 Pues yo solo, en este prado, aquí no había nada. Empecé a recoger madera y construí estas casetas y estas cuadras. Algunas todavía aguantan desde el principio. En 2018 tuvimos un incendio que arrasó las oficinas, pero ya las hemos vuelto a construir.

Hay gente que trata mal a los animales.
Hace poco me llamaron para recoger una burra que andaba perdida por un pueblo de Cuenca, de un lado para otro, atravesando las carreteras. Los chavales del pueblo se montaban encima, le daban vino, le hacían putadas… Fui para allá con el remolque y me la traje. Se llama Cecilia.

Debe tener un montón de historias.
Claro: por ejemplo, un burro, llamado Viti, que tenía el lomo hundido como un dromedario de trabajar toda la vida llevando leña y carbón. Su dueño había vivido de él toda la vida… ¡mantuvo así a cinco hijos! Cuando el señor envejeció y le tenían que llevar a la residencia de ancianos, se negó hasta que le aseguraron que yo iba a recoger al burro.

Qué cosas.
Hay otra que no se me olvidará nunca. Un médico rural leonés que iba por el mundo, de pueblo en pueblo, visitando a enfermos con su burra Margarita. Cuando nacían niños y celebraban, los aldeanos le invitaban a aguardiente. Se cogía unos melocotones que no podía ni andar. Así que le subían a la burra, le ponían una manta encima y decían: “Margarita, pa’ casa”. Y la burra le llevaba a casa, a veinte kilómetros, o más, por el monte. Fíjate si son listos.

¿Es ahora la gente más sensible a los animales?
Sí, la gente está más concienciada ahora con los animales, aunque no todo el mundo. ¿Sabes quienes está más concienciados? No los chavales jóvenes, sino las personas mayores, las que han convivido con ellos.

LECHE DE BURRA, COMO EN SU INFANCIA
“La leche de burra está buenísima y tiene muchas propiedades, dado su alto contenido en retinol”, explica Romero. De niño, en el pueblo, acostumbraba a beber este preciado líquido. No en vano, dicen que la mismísima Cleopatra la usaba como cosmético natural. Uno de los quesos más caros del mundo, a 1.260 euros el kilo, procedente de Zasavica, Serbia, está hecho con esta leche.

https://elpais.com/ccaa/2019/11/21/madrid/1574333617_961582.html?rel=lom

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El documental "The act of killing" y el contexto político que propició la matanza de comunistas indonesios

“El revolucionario que no va hasta el final cava su propia tumba”, Georges-Jacques Danton

La matanza de comunistas en Indonesia es una página de horror y reacción en la historia contemporánea que se ha procurado y casi conseguido ocultar. En muchas ocasiones en que me he referido a esos acontecimientos me encontré o con el absoluto desconocimiento de mis interlocutores o con sus muestras de incredulidad. En 1965 yo vivía en París y seguí en “Le Monde” (cuando ese periódico todavía ofrecía un considerable grado de fiabilidad, hoy lamentablemente no es así) aquellos acontecimientos, aquel genocidio en el que por “Le Monde” me enteré de que fueron asesinados en cuatro semanas más de medio millón de comunistas, algunos quemados vivos en las calles. Hoy se sabe que la cifra fue finalmente mucho mayor. Parece ser que en el documental “The Act of Killing”, de Joshua Oppenheimer ("En Indonesia matamos a todos los comunistas") se descubre que acabaron con la vida de un millón de personas en menos de un año. No he visto el documental, pero por todo lo que he podido leer sobre él, mucho me temo que a pesar de la valiosa aportación que supone “destapar” ese genocidio, adolezca de la carencia de dos fundamentales aspectos de aquellos hechos: Por un lado el papel de la CIA en fabricar un supuesto intento de golpe de los comunistas, lo que fue reconocido por el gobierno estadounidense hace algunos años al hacer públicos documentos desclasificados de la CIA, hasta entonces materia de alto secreto; y por otro lado, el contexto político que favoreció dicha matanza y que explicaré brevemente:

El PKI (Partido Comunista de Indonesia) era un partido que en el cisma del comunismo entre la URSS y la RPCh, era considerado pro-chino, maoista, y consecuentemente respondía a los dictados de Pekin adoptando posiciones nacionalistas y apoyando las políticas anticolonialistas y opuestas a Occidente del gobierno del presidente general Sukarno, líder de la independencia de Indonesia y genuino representante de la burguesía local.

Con un creciente apoyo popular y casi 3 millones de afiliados en 1965, el PKI era el mayor partido comunista del mundo aparte de los de la URSS y la República Popular China. La creciente influencia del PKI incomodaba a los Estados Unidos. Asimismo, y aunque Sukarno mantuvo una cierta benevolencia con los comunistas indonesios, veía peligrar su régimen ante el rápido y fuerte ascenso de éstos. También veían peligrar sus privilegios sociales los líderes religiosos del Islam (ya entonces Indonesia era el país con más musulmanes del mundo), así como de los sectores del ejército más vinculados, o pertenecientes, a la burguesía nacional. En la noche del 30 de septiembre de 1965 tras una serie de actos violentos patrocinados por la CIA, el PKI fue acusado de instigar un intento de golpe de estado, y sirvió de pretexto para el golpe de estado del general Suharto. El PKI sufrió una durísima represión, en la que más de 500.000 de sus miembros y simpatizantes fueron asesinados y más de un millón fueron detenidos. Las listas de sospechosos de ser comunistas fueron proporcionadas por la CIA. En1966, el PKI y toda su órbita quedaron totalmente al margen de la ley.

Algunos de estos hechos fueron reflejados en la popular novela y película “El año que vivimos peligrosamente” , que estuvo prohibida en Indonesia hasta 1999. La novela fue escrita por el australiano Cristopher Koch y llevada al cine por Peter Weir en 1983.

Según Amnistía Internacional, en 1998 aún quedaban 13 ancianos en las cárceles indonesias acusados de pertenecer al PKI. Los antiguos miembros del PKI estaban todavía en 2004 apartados de determinados trabajos, incluso en la Administración Pública.

En 1965 la política de China era la de apoyar a los gobiernos nacionalistas, recuerdo que cuando se referían al Presidente indonesio le llamaban “el hermano Sukarno”. El PKI controlaba incluso alguna de las grandes islas de Indonesia, tenía sus propias universidades, un brazo militar que, en fotos de la época, pude ver como se permitía desfilar por Yakarta con sus flamantes uniformes rojos.

Tal era el poder del PKI que se podía hablar casi de una situación de “doble poder”, un equilibrio de fuerzas entre las clases populares dirigidas por los comunistas y la burguesía nacional compuesta en gran parte por los altos mandos del Ejército. Lógicamente las situaciones de doble poder no se pueden mantener mucho tiempo y el equilibrio entre las fuerzas es frágil y está llamado a romperse, bien sea con una revolución social (en Indonesia no podía ser otra que la toma del poder del PKI) o una contrarevolución que fue lo que allí ocurrió, cuando una parte del Ejército tomó la iniciativa y con la ayuda de EEUU rompió dicho equilibrio, exterminó a los comunistas e implantó la dictadura del corrupto general pro-yanqui Suharto que se mantuvo en el poder durante 34 años. Algunos partidos comunistas que actuando bajo la batuta de Moscú o de Pekín supeditaron el hacer la revolución a los intereses nacionales de Rusia o de China pagaron caro, muy caro, su falta de independencia y la renuncia a hacer la revolución. Al PKI le supuso su exterminio. Y al pueblo indonesio sufrir durante décadas una cruel dictadura y ser inducido a buscar refugio en el fundamentalismo islámico. Ya lo decía el revolucionario francés Georges-Jacques Danton “El revolucionario que no va hasta el final cava su propia tumba”, el propio Danton, por conciliador, acabó con su cuello en la guillotina al no ser consecuente con sus palabras.
Pepe Arrastia.