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lunes, 18 de agosto de 2025

La crueldad y la impunidad del franquismo

Fuentes: Nai



Las mujeres han sufrido la represión franquista de una manera excepcional y específica. Hace pocos días ha sido el aniversario del asesinato de las trece rosas. Quizás sea este el episodio más conocido de la crueldad de los asesinos franquistas, que aún hoy siguen controlando gran parte del aparato del Estado.

Hay más casos. Matilde Landa, militante comunista, se tiró desde lo alto de una galería de la prisión de Mallorca para no acceder a los requerimientos de la catequista Bárbara Pons, del obispo José Miralles y de la orden de monjas Hijas de la Caridad de San Vicente Paul, que se dedicaban a la caritativa actividad de torturar a las presas, que exigían a Matilde que se bautizara y si no lo hacía lo pagarían sus compañeras de cárcel. En la violencia contra las mujeres, a veces violencia vicaria, la Iglesia franquista desempeñó un papel primordial. El sadismo que demostraron es de una crueldad inigualable.

El caso de Maravillas Lamberto, una niña de 14 años asesinada un 15 de agosto de 1936, día de la virgen, es el paradigma del franquismo y su manera de actuar.

Era natural de Larraga, en Navarra, donde los fascistas entraron como en toda la provincia muy rápidamente. La cobardía del Frente Popular contribuyó a ello. En Navarra tuvieron la desgracia de «disfrutar» de dos fascistas de alto renombre como Mola y Sanjurjo. No eran dos cualesquiera. Eran los dirigentes del golpe y Sanjurjo, que ya había intentado antes otro golpe, La Sanjurjada, iba para presidente del gobierno.

En Navarra la represión fue tremenda. No respetaron nada. Falangistas y requetés. Las cunetas están llenas de enterramientos. Mi abuelo, Pedro Béjar, fue una de las víctimas. Trabajaba en Cáseda haciendo el canal de riego de las Bardenas. En ese pueblo mataron a más de 40 personas. Entre ellos al cura, que abogaba por la gente sin tierra, y al que los criminales franquistas no perdonaron a pesar de ser cura y le cortaron la cabeza.

En el caso de Maravillas, su padre, militante de UGT, fue detenido y ella pidió ir con él al ayuntamiento para protegerle. La violaron en presencia del secretario del ayuntamiento. La violaron delante de su padre. Los llevaron al campo, los asesinaron y echaron los restos a los perros.

Nadie pagó por ello ni pagará. La ley de amnistía, ley de punto final, es la excusa para que nadie haya pagado y nadie pagará porque la mayoría de las alimañas que hicieron estas cosas ha fallecido. Se han ido de rositas en compensación de una inmaculada transición.

El caso es que en Larraga siguen gobernando los herederos políticos de los asesinos. Los herederos de los requetés y los carlistas siguen mandando por doquier. El ayuntamiento de Larraga no ha hecho ningún homenaje a Maravillas y su familia en todos estos años. Solo las asociaciones se han volcado y los partidos de izquierda han defendido el nombre de Maravillas y han creado asociaciones para mantener su memoria.

Si aplicaran el mismo rasero que con la ley de partidos, en la que puedes ir a la cárcel o tu organización puede ser disuelta por no condenar el terrorismo, el PP y toda la derecha estarían disueltos y sus dirigentes en la cárcel. Un terrorismo, el franquista, cien veces mayor que el de ETA y dirigido desde el Estado, que sigue teniendo a sus seguidores actuando impunemente. Si se aplicase el mismo rasero, la mayoría de estos podridos franquistas estarían en la cárcel y no luciendo su chulería por todas partes.

Hoy, casi 90 años después, sigue sin haber justicia, ni reparación, ni verdad. La Administración hace muy poco. Algunas ayudas para exhumaciones, nacionalizaciones para familiares de víctimas del franquismo y un reconocimiento, que según me dijeron de la Fiscalía, no tiene ningún valor salvo el sentimental. No perseguirán a nadie. De hecho, el único condenado fue el juez Baltasar Garzón por intentar investigar al franquismo. No tendrás derecho a ninguna compensación. Y nadie moverá un dedo para conseguir información. Hazlo tú por tu cuenta. Conocemos muchas cosas por las asociaciones memorialistas. El gobierno, progresista, ni siquiera colabora con la llamada querella argentina que pretende acabar con esta injusticia exigiendo que los crímenes de lesa humanidad no prescriban. No harán nada que no sea arrancado con la lucha.

Ahora el monumento a los caídos de Pamplona es de nuevo motivo de enfrentamiento. La izquierda siempre ha defendido el derribo de ese símbolo criminal. En ese monumento estuvieron enterrados los asesinos de Mola y Sanjurjo, a los cuales se les sigue homenajeando hoy en día. Para desgracia de la izquierda, una más, los partidos gobernantes en Pamplona han decidido «resignificar» el monumento a los caídos. ¡Como si se pudiese reciclar el franquismo y su simbología! Las asociaciones memorialistas se han movilizado, se están movilizando, para impedir este despropósito. Y lo peor es que quieren ponerle a este monumento franquista el nombre de Maravillas Lamberto, cuando uno de los asesinos, Julio Redin Sanz, figura con su nombre en el citado monumento.

En su memoria, sobre todo en el País Vasco y Navarra, se han desarrollado diversos homenajes, se han compuesto canciones y se hicieron películas y documentales. La canción más conocida es la de Fermín Balentzia, aunque el grupo Berri Txarrak tiene también una canción muy conocida. Y han participado en su homenaje cantantes como Enrique Villareal “el Drogas”, ex de Barricada.

Como dejó escrito Julia Conesa, una de las trece rosas, «que mi nombre no se borre de la historia». No dejemos de hablar de ellas.

Fuente 

martes, 26 de febrero de 2019

_- Recuperar la conciencia social. Los ciudadanos necesitamos que la política se reoriente hacia la igualdad y la solidaridad

_- La política se define como la obligación con la sociedad desde la óptica de la ética, que se basa en el individuo. Se asienta además en la moral que surge del compromiso con los demás. Siempre desde ambos puntos de vista el objetivo es el bienestar social. Frente a esta forma de buen hacer político existen organizaciones que anteponen sus intereses a los de todos. Por esa intención egoísta no representan los valores de la democracia.

Nos encontramos ante una situación política compleja en la que un partido político —el PSOE— ha salido a la palestra con valentía a deponer del Gobierno a un partido sentenciado por su relación con la corrupción, con el apoyo algo renuente de otras formaciones. De inicio, los socialistas se han comprometido éticamente con los ciudadanos y en apariencia los partidos que apoyaron su postura han adoptado asimismo tal compromiso moral.

El pasado viernes, en el Congreso de los Diputados, el PSOE se quedaba solo con los votos del PNV para aprobar las urgentes medidas sobre déficit y techo de gasto que debían hacer efectiva la acción económica no solo del Gobierno de la nación sino de las comunidades autónomas. Y supondría además un ajuste menos lesivo frente a los postulados económicos que exige la Unión Europea. La abstención de Podemos, ERC y PDeCAT, junto a los votos contrarios de Ciudadanos y Partido Popular, han hecho inviable que estas medidas salieran adelante. La decisión de abstenerse es legítima en la búsqueda de objetivos propios de estos partidos, pero ¿es moralmente admisible? ¿Dónde queda el compromiso con los demás, con la sociedad, una responsabilidad que debería estar grabada a fuego en la genética de cada individuo dedicado al servicio público?

Mientras en el Congreso se producen tan cuestionables discusiones, en el sur español se viven situaciones límite ante las que, de nuevo, el Gobierno está solo y que no parecen interesar demasiado al resto de partidos nacionales, no sea sino para reprochar. El sur del sur es en estos momentos un espacio de nuestra geografía al que deberíamos estar apoyando para buscar soluciones ante dos temas álgidos: la masiva recepción de migrantes y las actividades de las organizaciones criminales de la droga que campan desde hace demasiado tiempo por el Campo de Gibraltar.

¿Por qué no una zona franca en La Línea que permita a Gibraltar aumentar el espacio para la demanda actual de las empresas?

En mi opinión, Marruecos y España deben abordar una dinámica que de verdad se base en los derechos humanos, no utilizando el oportunismo sino viajando al fondo de la cuestión política europea. Es un tema a tratar en una conferencia de seguridad y derechos humanos. Cuidar de los más vulnerables es el objetivo prioritario, como ha expresado con acierto en el Parlamento la ministra de Justicia. En un ambiente de reflexión es preciso hablar de seguridad, de terrorismo, de inmigración, de derechos fronterizos, de droga, de trata, de pesca, de justicia... Es decir, no solo de política común europea.

Ante la droga se debe actuar de forma integral. Hay que reconducir a Marruecos, siempre con la UE, para transformar su producción de hachís y dar salida a quienes se dedican al cultivo como condición para otras concesiones. El Campo de Gibraltar necesita una actividad alternativa con nuevas infraestructuras, fomentando el turismo, creando una estructura acogedora y cómoda. Y sobre todo facilitando soluciones a una juventud que, sin más salidas, hace de la droga su modo de vida.

O buscar otras fórmulas: ¿por qué no una zona franca en La Línea que permita a Gibraltar aumentar el espacio para la demanda actual de las empresas? Sería una situación beneficiosa para todos.

La izquierda no puede estar faenando a la contra por intereses personalistas y los independentistas tienen que dejar de mirarse al ombligo y cejar en su ceguera que no les permite ver el bosque de lo que precisan las personas a causa de un par de árboles en estos momentos sin sentido. El signo del Gobierno ha variado, pero ellos prosiguen varados en el capítulo anterior lo que les dota de sinrazón e impacienta al resto.

Hay que recuperar esos valores atascados en un encabezonamiento que a nada conduce. Los ciudadanos necesitamos que la política se reoriente hacia la moral. Si queremos alcanzar igualdad y dar sentido al concepto de solidaridad, todos los partidos deben recuperar el sentido de la obligación para con los otros. La herramienta que combate el egoísmo en la política se llama conciencia social. Y es un arma, esta sí, cargada de futuro.

Baltasar Garzón, jurista, es promotor de Actúa.

https://elpais.com/elpais/2018/07/30/opinion/1532961220_567808.