Las alarmas han vuelto a saltar en Alemania. Si el escándalo de Volkswagen, que está lejos de apaciguarse, ha levantado ampollas en el mundo entero por el trucaje de sus motores para pasar las pruebas de emisiones, ahora es el turno de otra de las grandes compañías alemanas.
Y de esta dependen muchas cosas en toda Europa. Se trata de Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania, el cual se encuentra en una situación límite después de haber registrado las mayores pérdidas de su historia durante el tercer trimestre de este año.
En concreto, la entidad ha registrado unos números rojos de más de 6.000 millones de euros tras asumir depreciaciones y amortizaciones, lo que ha dejado sus cuentas al borde del abismo y le ha obligado a tomar decisiones drásticas.
Deutsche Bank ha anunciado un ambicioso plan de reducción de costes que se traduce en 15.000 despidos y el cierre de filiales. De este modo, el banco dejará de operar en países como Argentina, Chile, México, Perú, Dinamarca, Finlandia o Nueva Zelanda.
Por un lado, despedirá a 9.000 empleados a jornada completa y a 6.000 procedentes de contrataciones externas. Asimismo, planea desprenderse de activos por valor de 4.000 millones, todo con el objetivo de ahorrar hasta 3.800 millones hasta 2018. Ah, y dejará a sus accionistas sin dividendo.
¿Un transatlántico a la deriva?
Los directivos de la entidad han admitido que deben simplificar sus procesos y estructura y gestionar el banco con más disciplina. ¿Quiere decir esto que Deutsche Bank ha estado malgastando dinero en operaciones y servicios? ¿Ha vivido por encima de sus posibilidades? ¿Ha desatendido la cúpula sus labores de dirección?
Al respecto nadie ha aclarado nada, pero a tenor de este duro plan de ajuste queda claro que en el gigante alemán hace tiempo que no vienen haciéndose bien las cosas. Y curiosamente, la banca alemana se ha puesto como ejemplo de solvencia durante la crisis, mientras que otras, como la española, la italiana y la griega, eran la antítesis de lo que debe ser un buen banco –en algunos casos, con razón-.
De este modo, con pocos días de diferencia, Angela Merkel se enfrenta a lo que supone ver a otra de las grandes empresas de tu país retratada en la prensa mundial, y no precisamente para bien. En un entorno de ligera recuperación en Europa, Alemania empieza a perder brillo, una decadencia agravada por sus propias compañías. ¿Significa esto que la hegemonía germana comienza a desintegrarse?
http://www.elblogsalmon.com/mercados-financieros/merkel-tenemos-otro-problema-y-no-es-volkswagen
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sábado, 7 de noviembre de 2015
viernes, 6 de septiembre de 2013
El banquero sombrío. Ackerman deja Zurich por presunta inducción a un suicidio. Antes liquidó al capitalismo renano
Hay banca en la sombra y banqueros sombríos: que también hacen banca clandestina, fuera del balance. Aunque sean tan juguetones como el expresidente del primer banco europeo, el Deutsche Bank (DB), Josef Ackerman, galardonado como “Banquero europeo del año” en 2010. Se recuerda a este suizo por sus juergas en la sede de la cancillería, prestada por su amiga, frau Merkel. Y por su trepidante feminismo, pues postulaba cooptar mujeres para el consejo, porque “lo harían más bonito y lleno de colorido”.
Este tipo, que llegó a presidir la patronal bancaria mundial, el Institute of International Finance (IIF), dimitió la semana pasada de su último cargo, la presidencia de la aseguradora Zurich. Lo hizo porque se dijo que indujo, al menos en parte, el suicidio de su director financiero, Pierre Wauthier, al aplicarle una “presión indebida”, lo que investiga la Justicia.
Pero la desastrosa carta de servicios de Ackerman viene de más lejos. Él es uno de los que rindió el capitalismo renano al capitalismo anglosajón, o sea, a la economía financiera de casino imperante en Wall Street y en la City. El modelo renano suponía el apoyo bancario a la industria; la financiación de esta más por la banca que por los mercados de capitales; la primacía de la actividad crediticia sobre la especulativa; la moderación de beneficios; la protección social y la concertación de rentas. Acabó con todo ello.
Ya en 1996, cuando procedente del Credit Suisse llegó al consejo del DB como responsable de la banca de inversión, se propuso imitar los peligrosos modos inventados por Goldman Sachs. Compró Bankers Trust en 1998 e introdujo así a su casa como jugador en Wall Street y en el tapete verde de las finanzas separadas de la economía real. Usó la más enloquecida ingeniería financiera (derivados, creación de beneficios fantasma, ocultación de deudas) para favorecer las trampas de clientes dolosos como Enron (energía) o World.Com (teleco), aquellas faraónicas quiebras de 2001 y 2002.
Ya como presidente (de 2006 a 2012) multiplicó la locura. Como uno de los grandes protagonistas de Wall Street —no todos eran norteamericanos— que provocaron la crisis, se dedicó a fabricar y vender hipotecas subprime, derivados insolventes y otros productos tóxicos.
Por ejemplo, “a los estúpidos inversores alemanes de Dusseldorf”, como documentó Michael Lewis (The big short, Penguin, Londres, 2010) ¿Quiénes eran esos estúpidos? Pues la banca pública IKB, que tuvo que ser nacionalizada en 2007 (coste al contribuyente: 10.000 millones), con lo que Ackerman se salvó de responder por la mercancía averiada que le colocó: un buen dineral. DB ni siquiera informó al organismo de supervisión bancaria de su tropelía... hasta que logró deshacerse de sus propios productos.
También ganó con el rescate del Hypo Real Estate, salvando los miles de millones que le había prestado, no en vano era muy escuchado por las alfombras rojas del poder. Y se le premió con la fusión del Postbank, millones de clientes.
Ackerman usó su presidencia del IIP y del directorio del Foro de Davos para empujar a Europa a “privatizar sus cajas de ahorros y bancos públicos siguiendo el modelo anglosajón”, narra Andy Robinson en su estupendo “Un reportero en la montaña mágica” (Ariel, 2013).
Fiel al paradigma anglosajón, llevó al paroxismo la política de bonus y paracaídas de oro a los directivos. Él mismo predicó con el ejemplo y se embolsó 43 millones de euros. Contribuyó a que el sueldo de un consejero-delegado alemán multiplicase por 147 veces el de un trabajador. Y logró que a Mannesman, de la que era consejero, la procesaran por dar bonus excesivos no previstos en los contratos.
Dejó al DB con múltiples condenas y procesos abiertos en EE UU, Alemania, Italia... Por estafa, lavado de dinero, manipulación del líbor, evasión fiscal, falsificación de balances y similares lindezas. Respondía que era por envidia cochina.
¿Benefició al Deutsche Bank? Lo hizo grande. A costa de romper su solidez: es el penúltimo en reservas (en relación a activos) de los 18 grandes bancos del mundo, pero la elefantiasis le protege. Sus sucesores andan inyectándole liquidez. Él se negaba. En el casino se juega con fichas.
Fuente: El País.
Nota: Las fotos nada tienen que ver con la noticia excepto que ante tanta sombra apetece más que una foto del banquero sombrío, un poco de luz y nadie mejor que la modelo Kate Upton, que es noticia hoy en los principales diarios sobre todo su foto desfilando en ropa interior. Las curvas tienen premio... Y merecen un lugar entre tantas oscuridad e individuos sombríos y malvados. Si ya sé que me dirán eso es machismo!!! Bueno, lo asumo, en ello he estado criado y educado por mujeres, y por más que intento superarlo me persigue y caigo en ello, disculpas... a mis amigas...
Este tipo, que llegó a presidir la patronal bancaria mundial, el Institute of International Finance (IIF), dimitió la semana pasada de su último cargo, la presidencia de la aseguradora Zurich. Lo hizo porque se dijo que indujo, al menos en parte, el suicidio de su director financiero, Pierre Wauthier, al aplicarle una “presión indebida”, lo que investiga la Justicia.
Pero la desastrosa carta de servicios de Ackerman viene de más lejos. Él es uno de los que rindió el capitalismo renano al capitalismo anglosajón, o sea, a la economía financiera de casino imperante en Wall Street y en la City. El modelo renano suponía el apoyo bancario a la industria; la financiación de esta más por la banca que por los mercados de capitales; la primacía de la actividad crediticia sobre la especulativa; la moderación de beneficios; la protección social y la concertación de rentas. Acabó con todo ello.
Ya en 1996, cuando procedente del Credit Suisse llegó al consejo del DB como responsable de la banca de inversión, se propuso imitar los peligrosos modos inventados por Goldman Sachs. Compró Bankers Trust en 1998 e introdujo así a su casa como jugador en Wall Street y en el tapete verde de las finanzas separadas de la economía real. Usó la más enloquecida ingeniería financiera (derivados, creación de beneficios fantasma, ocultación de deudas) para favorecer las trampas de clientes dolosos como Enron (energía) o World.Com (teleco), aquellas faraónicas quiebras de 2001 y 2002.
Ya como presidente (de 2006 a 2012) multiplicó la locura. Como uno de los grandes protagonistas de Wall Street —no todos eran norteamericanos— que provocaron la crisis, se dedicó a fabricar y vender hipotecas subprime, derivados insolventes y otros productos tóxicos.
Por ejemplo, “a los estúpidos inversores alemanes de Dusseldorf”, como documentó Michael Lewis (The big short, Penguin, Londres, 2010) ¿Quiénes eran esos estúpidos? Pues la banca pública IKB, que tuvo que ser nacionalizada en 2007 (coste al contribuyente: 10.000 millones), con lo que Ackerman se salvó de responder por la mercancía averiada que le colocó: un buen dineral. DB ni siquiera informó al organismo de supervisión bancaria de su tropelía... hasta que logró deshacerse de sus propios productos.
También ganó con el rescate del Hypo Real Estate, salvando los miles de millones que le había prestado, no en vano era muy escuchado por las alfombras rojas del poder. Y se le premió con la fusión del Postbank, millones de clientes.
Ackerman usó su presidencia del IIP y del directorio del Foro de Davos para empujar a Europa a “privatizar sus cajas de ahorros y bancos públicos siguiendo el modelo anglosajón”, narra Andy Robinson en su estupendo “Un reportero en la montaña mágica” (Ariel, 2013).
Fiel al paradigma anglosajón, llevó al paroxismo la política de bonus y paracaídas de oro a los directivos. Él mismo predicó con el ejemplo y se embolsó 43 millones de euros. Contribuyó a que el sueldo de un consejero-delegado alemán multiplicase por 147 veces el de un trabajador. Y logró que a Mannesman, de la que era consejero, la procesaran por dar bonus excesivos no previstos en los contratos.
Dejó al DB con múltiples condenas y procesos abiertos en EE UU, Alemania, Italia... Por estafa, lavado de dinero, manipulación del líbor, evasión fiscal, falsificación de balances y similares lindezas. Respondía que era por envidia cochina.
¿Benefició al Deutsche Bank? Lo hizo grande. A costa de romper su solidez: es el penúltimo en reservas (en relación a activos) de los 18 grandes bancos del mundo, pero la elefantiasis le protege. Sus sucesores andan inyectándole liquidez. Él se negaba. En el casino se juega con fichas.
Fuente: El País.
Nota: Las fotos nada tienen que ver con la noticia excepto que ante tanta sombra apetece más que una foto del banquero sombrío, un poco de luz y nadie mejor que la modelo Kate Upton, que es noticia hoy en los principales diarios sobre todo su foto desfilando en ropa interior. Las curvas tienen premio... Y merecen un lugar entre tantas oscuridad e individuos sombríos y malvados. Si ya sé que me dirán eso es machismo!!! Bueno, lo asumo, en ello he estado criado y educado por mujeres, y por más que intento superarlo me persigue y caigo en ello, disculpas... a mis amigas...
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