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Los límites de las tierras de cultivo y el agua disponible obliga a los gobiernos y al sector alimentario a tecnificarse para afrontar la cada vez mayor demanda mundial de comida Una gran expo para debatir la alimentación sostenible del mundo Milán se convierte hasta el 31 de octubre en una plataforma para buscar ideas que permitan llevar la comida a todos los rincones del planeta
Italia es muchas cosas. Es arte, es historia, es cultura. Y es comida. Conscientes de que su gastronomía es una de sus aportaciones universales a la humanidad, cuando la ciudad de Milán se planteó albergar una Exposición Universal, la alimentación fue lo primero que se les vino a la cabeza a sus promotores. “Decidimos no hacer algo sobre tecnología o futurismo, sino sobre alimentación para todos y energía sostenible”, explican desde la organización, que abre hoy sus puertas hasta el 31 de octubre.
El recinto, con una forma que recuerda a un enorme pez, tiene una médula espinal de 1,8 kilómetros que sirve de pasarela para recorrer el millón de metros cuadrados sobre los que se asienta. Los recintos que se pueden visitar están agrupados con un doble criterio: en primer lugar, por países. Los más ricos han montado 53 pabellones en los que muestran sus aportaciones a la gastronomía, la innovación alimentaria y a la creación de un mundo más sostenible. Los más pequeños o los que no han podido pagar una infraestructura propia están agrupados por grupos de alimentos, en función de su producción. Forman el clúster del arroz, del maíz, del café... y suman 30 pabellones más para un total de 145 países participantes.
Uno de los principales planteamientos de la Expo es que cada país aporte sus innovaciones e ideas para garantizar un futuro en el que haya comida para todos. El mundo de hoy produce más alimentos de los que se consume, a pesar de que más de 800 millones de personas pasan hambre. Pero como recuerda el representante permanente de España ante la FAO, Santiago Menéndez de Luarca, para alimentar a 9.100 millones de habitantes en 2050 habrá que aumentar en un 60% la producción agrícola, y un 100% en los países en desarrollo. Con este panorama, Milán se convertirá durante estos meses en una plataforma de debate sobre alimentación. Los organizadores ponen el ejemplo de Israel como caso de éxito: “Puede enseñar al mundo cómo hacer que los cultivos tengan un rendimiento en tierra árida muy por encima de lo habitual”.
Aunque también contará con una parte de ocio, de gusto por la comida, de divertimento, la Expo tiene un enfoque muy didáctico. Dispone de espacios que repasan la historia de la alimentación, desde tiempos del Imperio Romano hasta nuestros días, haciendo una proyección de lo que nos espera. Un ejemplo de esta evolución: a principios del siglo XX era común consumir más de 700 tipos de manzana. Hoy, en un supermercado normal se pueden encontrar entre cinco y siete. La uniformidad se ha impuesto y probablemente ha abaratado precios, pero a costa de perder variedad y riqueza gastronómica.
Con este espíritu pedagógico, el Laboratorio de la Expo ha creado una red entre las universidades de Milán y de la región de Lombardía para poner en contacto al ámbito científico con la sociedad con recomendaciones para un futuro sostenible. Trabajará en tres áreas temáticas: Agricultura, nutrición y futuro sostenible, donde se explorará la transformación de los alimentos, con especial atención a la nutrición; No estamos solos, un examen a los aspectos sociales y medioambientales de la alimentación en una sociedad global y multicultural; Cultura alimentaria, energía y vida comunal, la comida como medio social y cultura. Por último, La ciudad, modelos smart y slow, sobre los retos urbanos.
Uno de los apartados que estará más centrado en el desarrollo es el programa Alimentando el conocimiento, que a través de charlas y exposiciones tratará de identificar las necesidades de los países con menos recursos para que puedan conseguir una seguridad alimentaria real. Abordarán cinco áreas: gestión sostenible de recursos naturales, mejora en la calidad y cantidad de la producción agrícola, dinámicas socioeconómicas en los mercados globales, desarrollo sostenible en las pequeñas áreas rurales y hábitos de consumo. En los encuentros tendrán protagonismo algunas prácticas que se han demostrado eficaces, como los planes que está implementando Mongolia para evitar la desertificación de sus pastos, la intensificación de la agricultura por medio de las cooperativas en Niger, la red regional de productores de café en Guatemala o el proyecto para producir y consumir leche en Tanzania.
THIAGO FERRER MORINI Madrid 24 MAY 2015 - El País.