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martes, 6 de diciembre de 2016

ANTONIO CATALÁN. El presidente de AC Hoteles carga contra la “explotación” en el sector. Antonio Catalán sostiene que "no se puede pagar tres euros por habitación" a una camarera y critica la reforma laboral.

El presidente de AC Hotels by Marriott, Antonio Catalán, puso ayer la estabilidad de las plantillas y los trabajadores por delante del beneficio económico. "Si voy a ganar más a base de sacrificar al personal, prefiero que ganemos menos", dijo ayer el empresario en un foro económico en Málaga. Catalán cargó además contra la reforma laboral puesta en marcha por el Gobierno de Mariano Rajoy, que permite, por ejemplo, despedir a camareras de hotel con poca indemnización y subcontratarlas a otras empresas de servicios que las "explotan". Las declaraciones han levantado una oleada de comentarios en las redes sociales, en su mayoría favorables a la cadena y al empresario.

"Nosotros no externalizamos los pisos. No se puede pagar [a estas camareras] tres o cuatro euros por habitación; aceptar eso supone un deterioro del producto y de la imagen. Los listos de la película siempre son los mismos", dijo el empresario, que definió su sector, el hotelero, como un sector “de personas, no tecnológico” y que el diferencial de AC by Marriot son las personas, siendo clave la formación.

Catalán aseguró que en su cadena “todo el mundo es fijo”, incluidas las camareras de piso, y recordó que los empresarios tienen la responsabilidad de generar "más y mejor empleo". Fue en este punto cuando criticó la reforma laboral de 2012, a la que ve responsable de que la buena marcha del sector turístico no tenga equivalencia en el empleo. Según él, la reforma laboral permite despedir con una indemnización de 20 días por año trabajado a toda la plantilla y empezar a subcontratar las camareras de piso con otras empresas como Ferrovial o Entrecanales, que "explotan" a estas trabajadoras. "Hoy puedo despedir pagando 20 días por año y empezar a subcontratar. Es lo que hacen los que explotan a las camareras de piso, y lo digo con todas las letras: explotan", afirmó. Así, pasan de acogerse a convenios que fijan unos 1.000 euros de salario a otros que contemplan apenas 600 y tienen que trabajar seis días a la semana en lugar de cinco, ha detallado.

Catalán ha apuntado que actualmente hay más empleo que en 2011, sin embargo, se paga menos que entonces debido a la reforma laboral. "Si este país no chuta es porque los empresarios no generan puestos de trabajo" y ha asegurado que si él formara parte de la Administración "yo sería mucho más exigente con los hoteles", considerando que tienen que tener más nivel "porque aún seguimos con una normativa de la época de Fraga".

Catalán afirmó que los trabajadores han de estar "bien pagados" y puso como ejemplo el AC by Marriot Málaga Palacio de su cadena. "Tiene cuatro millones de euros de resultados; la gente está feliz, tenemos a gente que no se quiere ni jubilar".

"Faltan empresarios a veces en este país; hay gente que hace el negocio y ya está", dijo Catalán, quien considera que si no hay consumo y empleo "las pensiones no se podrán pagar". La reforma laboral "no puede ser café con leche para todos, hay empresas que tienen que cerrar", indicó el hotelero, insistiendo en que "para hacer un país posible la gente tiene que poder vivir".

http://economia.elpais.com/economia/2016/11/24/actualidad/1479975576_031277.html

viernes, 31 de julio de 2015

Nueva York. Las letras de los restaurantes de Nueva York

La  ciudad de Nueva York  es práctica, intuitiva. Aunque seas nulo con el sentido de la orientación es difícil que te pierdas. Basta con buscar los cruces de las calles o, simplemente, orientarte con alguno de sus rascacielos de referencia y llegarás a tu destino final.

Su sistema de transporte público está abierto las 24 horas.  Su metro va hacia arriba (Uptown) o hacia abajo (Downtown). Para en todas las estaciones (Local) o va más rápido por si tienes prisa (Express). Y si te agobias con las multitudes solo te hace falta salir a la calle y coger uno de los cientos de taxis de todos los colores,  coches de Uber o sucedáneos.

Hay indicaciones en todos los idiomas. Policías en cada esquina y gente que se acerca a preguntarte si necesitas ayuda cuando te ve con un mapa desplegado. Podrás encontrarte incluso a paisanos de tu tierra que están también de turismo, a quien puedes preguntar por si te da corte hablar en inglés.

En los puntos de interés o grandes atractivos de la ciudad se forman colas y se respetan para poder acceder a ellos. Hay wifi gratuito en muchos puntos de la ciudad y, cuando no es así, basta con entrar en el Starbucks de turno.

Hay guías y publicaciones diarias, semanales o mensuales acerca de lo que está sucediendo en la ciudad. Cuenta con un departamento de turismo de calidad, que ofrece diversas webs en varios idiomas para consultar toda la información que necesites (www.nycgo.com y www.iloveny.com), e incluso puedes descargártela en tu smartphone  gracias a su aplicación oficial para móviles.

Si hablamos de tiendas y comercios, tendrás de todos los tipos, tamaños y colores, en todos los barrios y a todas horas. Incluyendo algunos que abren 24 horas al día como el  Apple Store o alguna de las tiendas de Times Square. Tampoco lo ponen difícil los bancos. Abren incluso fines de semana. Algo que incluye a los brokers de pisos. Se ajustarán al horario que tu prefieras: primera hora de la mañana, última del domingo, llueva o nieve.

Pero del mismo modo, hay tanto que hacer, tanto que ver y, por lo general, tan poco tiempo para todo ello que la vida del visitante acaba complicándose en la Gran Manzana pese a todas estas facilidades. Por ejemplo, con las letras de los bares y restaurantes de Nueva York.

Uno de los quebraderos de cabeza tanto para turistas como para residentes es la elección de restaurantes, ya que, como sucede en España, prácticamente hay uno en cada esquina. Para ponérselo fácil al consumidor, el Estado de Nueva York publicó en junio de 2010 un código de puntuación  similar al que se aplica en el sistema educativo estadounidense, en el que se califica, de mejor a peor, con las letras A, B o C. En el caso de los bares y restaurantes, las notas son otorgadas por el departamento de Salud y deben figurar, de manera bien visible, en la entrada o en el escaparate del local.

Hay guías y publicaciones diarias, semanales o mensuales acerca de lo que está sucediendo en la ciudad. Cuenta con un departamento de turismo de calidad, que ofrece diversas webs en varios idiomas para consultar toda la información que necesites (www.nycgo.com y www.iloveny.com), e incluso puedes descargártela en tu smartphone gracias a su aplicación oficial para móviles.

Si hablamos de tiendas y comercios, tendrás de todos los tipos, tamaños y colores, en todos los barrios y a todas horas. Incluyendo algunos que abren 24 horas al día como el Apple Store o alguna de las tiendas de Times Square. Tampoco lo ponen difícil los bancos. Abren incluso fines de semana. Algo que incluye a los brokers de pisos. Se ajustarán al horario que tu prefieras: primera hora de la mañana, última del domingo, llueva o nieve.

Pero del mismo modo, hay tanto que hacer, tanto que ver y, por lo general, tan poco tiempo para todo ello que la vida del visitante acaba complicándose en la Gran Manzana pese a todas estas facilidades. Por ejemplo, con las letras de los bares y restaurantes de Nueva York.

Uno de los quebraderos de cabeza tanto para turistas como para residentes es la elección de restaurantes, ya que, como sucede en España, prácticamente hay uno en cada esquina. Para ponérselo fácil al consumidor, el Estado de Nueva York publicó en junio de 2010 código de puntuación similar al que se aplica en el sistema educativo estadounidense, en el que se califica, de mejor a peor, con las letras A, B o C. En el caso de los bares y restaurantes, las notas son otorgadas por el departamento de Salud y deben figurar, de manera bien visible, en la entrada o en el escaparate del local.

Las famosas letras que dan la bienvenida a los locales neoyorquinos no se conceden aleatoriamente, sino que responden a estricto proceso de control y regulación. Los técnicos estatales de salud realizan inspecciones por sorpresa en restaurantes, bares, discotecas o cafeterías, que obtienen una u otra puntuación en función del número de irregularidades encontradas: cuanto más baja es dicha calificación, mejor grado se obtiene. De hecho, cada punto representa la violación de algún reglamento.

Así, los restaurantes con una puntuación entre 0 y 13 obtienen una letra A; los que oscilan entre 14 y 27 puntos se quedan con la letra B y los establecimientos que superan los 28 puntos tienen que conformarse con la letra C.

¿En qué suelen reparar los inspectores de Sanidad que revisan diariamente los miles de locales de los diferentes barrios de la ciudad? Pues desde las condiciones de manipulación de la comida, hasta la temperatura de conservación de la misma, la higiene del personal del establecimiento, el mantenimiento de utensilios de cocina o el control de plagas, desde insectos hasta ratones y ratas. Sí, ratas… Hay más. Esta rigurosa auditoría de la limpieza del local y el cumplimiento de la normativa también abarca, por ejemplo, a la utilización de elementos químicos a la hora de cocinar.

La puntuación otorgada por los inspectores, en definitiva, estima el riesgo que podría causar un establecimiento en la salud de sus comensales en función de cuánto y cómo se salta las normas del reglamento estatal. Y no es broma: se pueden encontrar restaurantes muy monos por fuera pero en los que una letra C en la puerta delata que ha cometido irregularidades en el interior de su cocina. Desde incumplimientos tan comunes como no tener los utensilios que emplean sus cocineros bien limpios (sancionado de dos a cinco puntos), hasta riesgos mayores, como no conservar determinados ingredientes –mariscos, carnes o pescados– a la temperatura adecuada (castigado con al menos siete puntos) o servir alimentos frescos, como la verdura, sin haber sido lavados bien previamente (sancionado con un mínimo de 5 puntos). Cuando alguno de estos despropósitos no pueden resolverse antes de que acabe la inspección, el local es obligado a cerrar hasta que lo solucione.

Una letra B en la puerta significa que algo no permitió que dicho local obtuviese una A, información que, gracias a este sistema, no solo es conocida por el dueño del restaurante, sino también por los comensales que acuden a él, quienes, probablemente, se vayan en busca de un restaurante de clase A. Cuando el cartel es de “Calificación en espera", significa que el lugar está siendo evaluado o que el propietario ha impugnado la decisión del inspector tras su visita.

Publicaciones de prestigio, como The New York Times, han creado sus propios mapas interactivos  que permiten buscar restaurante en la ciudad filtrando por el tipo de cocina, el barrio donde se ubica y los delitos cometidos contra la salud pública.

Por su parte, el Gobierno de Nueva York, además de contar con su propio  servicio de búsqueda avanzado para localizar restaurantes por su nombre, tipo de comida, código postal o calificación obtenida, tiene a disposición de los usuarios desde material explicativo en Power Point hasta aplicaciones móviles para actualizar la calificación de los restaurantes y bares de la ciudad.

Cinco años después de la aplicación de esta, los datos oficiales aseguran que el 95% de los establecimientos en Nueva York cuentan con una calificación A, superando el 80% anterior a junio de 2011; los casos de salmonella se han reducido un 24% de 2010 a 2014 y se ha incrementado la formación del personal que trabaja en el sector de la hostelería: más de 31.000 personas realizaron en 2014 el curso de higiene alimentaria que ofrece el propio departamento de salud, con el objetivo de evitar nuevas sanciones y mejorar la nota que otorgan estos estrictos hombres de negro.

¿Vas a viajar a Nueva York?  Pincha aquí.
http://elviajero.elpais.com/elviajero/2015/07/09/actualidad/1436442113_195991.html

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