_- Miguel Ángel Villena
El diario
- El nuevo director del Instituto, catedrático y escritor procedente de IU, reconoce que su nombramiento es un gesto hacia la izquierda y anuncia más coordinación con América Latina para fomentar el español
- "El Cervantes es un instrumento magnífico para romper tópicos y falsedades sobre España"
- "Las fuerzas progresistas deben dialogar frente a un liberalismo feroz e inhumano"
Catedrático universitario de Literatura, poeta, novelista, columnista de periódicos y activista cultural de la izquierda, pocos intelectuales ofrecen una trayectoria más variada e intensa que la de Luis García Montero (Granada, 1958), nombrado la pasada semana nuevo director del Instituto Cervantes, el organismo encargado de la promoción y difusión del español con sedes en 44 países y miles de estudiantes repartidos por todo el mundo.
La oferta la recibió directamente del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la vicepresidenta, Carmen Calvo, y tras consultar con su mujer, la escritora Almudena Grandes, aceptó el cargo "con ilusión, responsabilidad y exigencia". Buen conocedor de varios centros del Cervantes como conferenciante, "aunque no es lo mismo ir de invitado que gestionar la institución", García Montero afirma: "nuestro idioma es un valor fundamental en más de una veintena de países hispanohablantes y una tarea básica pasa también por el apoyo a la literatura latinoamericana y por una mayor coordinación con los organismos de promoción del español en América".
Identifica nuestro ámbito cultural con el ámbito del idioma este escritor conocido y leído en México, Argentina, Colombia o Chile, donde ha impartido cursos y charlas con frecuencia. Y añade, por ejemplo, que las medidas de Estados Unidos contra los hispanos y el español le duelen como si fueran heridas propias.
Enseñanza del español, acción cultural y más fondos
No le cabe duda a Luis García Montero de que el Cervantes debe sostenerse con firmeza sobre dos patas: por un lado, la enseñanza del español y por otro, la acción cultural. "Ambas", opina, "deben ser complementarias y funcionar como vasos comunicantes cada vez más. En la Universidad de Granada he tenido alumnos extranjeros que han venido a estudiar a España a través de sus experiencias en el Cervantes donde, además de ir a clase, han podido ver películas españoles o exposiciones de artistas de nuestro país".
Explica a su vez que, "el Cervantes, con 28 años de funcionamiento, todavía está lejos de la potencia de un British Council o de un Goethe". Y añade: "también se halla muy lejos de aquellos viejos centros culturales franquistas que conocimos la gente de mi generación". Con 120 millones de euros de presupuesto, resulta evidente que la institución necesita más fondos y García Montero se declara dispuesto a pelear por mayores dotaciones económicas convencido de que "las inversiones en cultura no son en absoluto un derroche, sino que muy al contrario se convierten en un beneficio económico y social para la sociedad española en su conjunto".
Al margen de estar persuadido de que la expansión del Cervantes pasa por Estados Unidos, Brasil y Asia, este intelectual de hablar suave y pausado, que intercala con naturalidad su charla con citas de poetas o de filósofos, defiende que "el idioma español debe sacar pecho en Europa y el Cervantes es un magnífico instrumento para romper tópicos y falsedades sobre España que se han extendido en los últimos años", en alusión al conflicto independentista en Cataluña.
En esa línea, García Montero apuesta por una mayor presencia en las actividades del Instituto de las otras lenguas que se hablan en nuestro país, aparte del castellano. "No es una idea que me haya inventado yo, sino que los estatutos del Cervantes incluyen claramente la obligación de defender y divulgar el catalán, el gallego o el euskera. Es un objetivo que pienso impulsar con naturalidad porque creo profundamente en la riqueza lingüística de nuestro país que hay que vivir como un privilegio".
Compañero de generación y admirador de escritores como el gallego Manuel Rivas o el vasco Bernardo Atxaga, discípulo declarado del poeta catalán Joan Margarit, el nuevo director del Cervantes se precia de conocer las tradiciones literarias que conviven en nuestro país. "Me siento muy andaluz y mi formación y mi educación han bebido de inmensos escritores de mi tierra como Federico García Lorca, Antonio Machado o Rafael Alberti. Pero siempre he estado abierto a otras culturas y a derribar máscaras y tópicos sobre los distintos pueblos de España".
Defensa de la educación humanística
Con una triple dependencia ministerial (Asuntos Exteriores y Cooperación, Educación y Cultura) que ha provocado más de un enfrentamiento en el pasado por el control del Cervantes, García Montero comenta que ya se ha reunido con los tres ministros y confía en el diálogo constante para avanzar y en la suma de esfuerzos. "Está claro", señala, "que sin educación humanística es imposible la democracia y, por ello, debemos remar todos en esa dirección. La cultura debe ser ante todo una formación de conciencias críticas y libres y una apuesta por la imaginación moral".
"De todas maneras", reconoce, "resulta lógico que esos tres ministerios estén implicados en la gestión del Cervantes porque debemos comprender que la cultura equivale a educación y formación, y no ha de caer en el entretenimiento banal y superficial en el que algunos tratan de encuadrarla".
Militante del PCE desde su juventud y, más tarde, dirigente de Izquierda Unida y candidato a la Comunidad de Madrid en 2015 , Luis García Montero reivindica con pasión su compromiso político y reclama "la necesidad de diálogo de las fuerzas progresistas frente a un liberalismo feroz e inhumano".
Desligado un tanto de IU en los últimos tiempos, aunque cree que conserva su ficha de militante en Granada, este poeta premiado en numerosas ocasiones y condecorado en Andalucía comenta que el encargo del Gobierno del PSOE para el Cervantes se centra "en el compromiso social y cultural para gestionar el Instituto sin partidismos. Se puede considerar mi nombramiento, al igual que algunos otros, como un guiño a una izquierda amplia al llamar a gente que no tenemos ni hemos tenido carné del PSOE".
Al hilo de estas reflexiones, García Montero recuerda su amistad con Rafael Alberti, sobre el que escribió su tesis doctoral, y afirma con rotundidad, a la altura de sus 60 años, que "lo más importante para mí, según pasa el tiempo, es mantener la lealtad con el pasado y aprender a no ser sectario". "Alberti siempre decía", evoca el director del Cervantes, "que se puede admirar a Góngora y a Quevedo al mismo tiempo. Rafael me enseñó también a escuchar mucho a los jóvenes, algo que trato de practicar con mis alumnos de la Universidad de Granada donde soy profesor desde 1981".
En definitiva, Luis García Montero defiende a la gente del mundo de la cultura y de la educación que, contra viento y marea y tras años de brutales recortes, ha mantenido su vocación. "Entre esa gente se encuentran los profesionales del Instituto Cervantes y confío, a pesar de las dificultades, en reforzar esa senda de la cultura y la educación como servicios públicos y de calidad".
Fuente:
https://www.eldiario.es/cultura/politicas_culturales/Luis-Garcia-Montero-Cervantes-Espana_0_795820545.html
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miércoles, 1 de agosto de 2018
martes, 4 de noviembre de 2014
Cómo ser profesor de español en el extranjero. Desde 2011 centenares de desempleados se reciclan como docentes para poder trabajar
Es necesario prepararse, no basta con ser nativo.
En el año 2011, hubo una avalancha de estudiantes en el Instituto Cervantes de Londres. Más de 300 españoles acudieron a sus oficinas para formarse como profesores de español y poder dar clase en habitaciones de casas alquiladas, academias o colegios. Muchos de ellos eran arquitectos o ingenieros que habían perdido su trabajo en España y querían reciclarse. La demanda de orientación fue tal que llevó a los responsables del centro a diseñar el curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, de una semana y un coste de 75 libras (90 euros).
“Lo más importante es no lanzarse a la aventura de la docencia sin más, porque no basta con ser nativo”, apunta Gemma Belmonte, profesora de español en el Cervantes londinense. Además de aprender a planificar una clase, gestionar un grupo, corregir errores, trabajar el léxico o mejorar la pronunciación, los aspirantes a profesor de español deben conocer el contexto laboral del país en el que quieren instalarse y las vías para conseguirlo. “Los españoles llegan cabizbajos, se sienten frustrados por no poder ejercer su especialidad. Eso es lo primero que tienen que cambiar, su actitud”, precisa Belmonte. En cada país existen unos códigos de comportamiento a la hora de presentarse a una entrevista. En Inglaterra la clave es confiar en uno mismo y ser capaz de convencer en cinco minutos de la capacidad para manejarse en el aula, lo que llaman el speech elevator (conversación en el ascensor). “Es como imaginar que coincides en el ascensor con un potencial empleador y en pocos minutos contarle quién eres, qué quieres y qué puedes hacer”, remarca Belmonte.
Macarena Muñoz, licenciada en periodismo de 31 años, se matriculó en un curso de dos semanas en la Universidad Antonio de Nebrija y se presentó en Toronto (Canadá) en agosto de 2012. Nada más aterrizar, puso un anuncio como profesora de español en la web Craiglist, se hizo business cards (tarjetas de visita) y asistió a eventos de networking para hacer contactos. En pocas semanas consiguió alumnos para clases particulares y en meses la contrataron para dar clase a empleados de compañías con negocios en Latinoamérica. Su sueldo ronda los 2.000 dólares canadienses. “No basta con dominar la lengua, hace falta una mínima formación. Luego ya es como todo, se aprende a base de errores”.
Como cada territorio tiene su manual de instrucciones interno, la recomendación del Cervantes es realizar el Curso de Formación Inicial para profesores de ELE, de cuatro meses de duración y un precio de 1.450 euros, en el país en el que se vaya a residir para conocer desde el primer momento las claves sociales y burocráticas del lugar. “Las prácticas del curso -de una semana- se realizan in situ y eso permite al estudiante hacer contactos y conocer los problemas de aprendizaje que se dan en cada país. No es lo mismo enseñar español a un chino, que no conoce la existencia de los artículos, que a un francés. Tampoco es lo mismo buscar empleo en Europa que en Asia”, señala Elena Verdía, jefa del departamento de formación de profesores del Instituto Cervantes, con sede en 86 ciudades de 43 países en los cinco continentes. El requisito para acceder a este curso es ser titulado universitario.
“Informamos a los alumnos de la situación de cada país. Donde más fácil lo tienen es en la Unión Europea, pero a la vez es donde más profesores formados hay, el mercado es más competitivo”, añade. La puerta de entrada son los países más alejados como Australia, Filipinas, Rusia, China o Japón, donde ha aumentado la demanda de profesores de español. Recientemente el Cervantes de Sydney ha solicitado docentes, pero el hándicap es que el trabajador ya debe tener resuelta la residencia legal o el visado para poder trabajar. “No queremos dar a entender que es fácil entrar a la plantilla del Cervantes, porque no lo es”, incide Verdía. Hay dos vías de acceso, o por concurso público de oposiciones o como colaborador temporal.
Pese a ser licenciado en Filología Inglesa, Miguel Delatorre, de 40 años, acabó como jefe de zona de cinco agencias de viaje de Madrid, hasta que llegó la crisis. Se quedó en paro y meses después vio en Linkedin que la escuela Les Roches International School estaba buscando un profesor de español para su sede en Shanghái. Pese a su desconexión con la docencia, mandó un correo al director de la escuela ofreciéndose para el puesto. Se comprometió a realizar un curso de un mes en la International House de Madrid. Dos días después le confirmaron en una entrevista por Skype que había sido seleccionado. “Todo esto ha sido increíble porque he cumplido dos sueños: el de ser profesor y el de vivir en Asia”, cuenta en un correo electrónico.
Además de los licenciados en filología hispánica que deciden ejercer como docentes fuera de España, hay otros muchos perfiles profesionales que sin tener conocimientos específicos se lanzan a la docencia del español. Para ellos existen dos opciones. O bien matricularse en un máster en ELE (Enseñanza del Español como Lengua Extranjera) o en uno de los múltiples cursos intensivos de dos semanas o varios meses de duración. Las dos opciones se imparten en universidades públicas y privadas con la colaboración del Instituto Cervantes o en escuelas privadas de prestigio como International House.
“Lo que nos diferencia de otras escuelas es el aspecto práctico del curso. Desde la primera semana ya dan clases supervisadas por un tutor a alumnos extranjeros”, indica Berta Sarralde, coordinadora de formación en International House Madrid, centro acreditado por la International House World Organisation y con una trayectoria de más de 30 años en la formación de profesores de español. El Curso de Profesor especialista en ELE, de 150 horas, cuesta 1.350 euros y se puede realizar de forma intensiva en un mes o en tres meses. Para acceder se requiere una titulación universitaria o superar un proceso de selección donde se valoran los conocimientos generales y la capacidad de análisis de la lengua.
Universidades públicas y privadas también imparten másteres y cursos. Ejemplo de ello es la Universidad Antonio de Nebrija, pionera en España en la formación de docentes con el lanzamiento en 1990 del Máster en lingüística aplicada a la enseñanza de ELE, de un año de duración y 6.775 euros en modalidad semipresencial. Además, imparte cursos intensivos más cortos de dos o más semanas en colaboración con el Cervantes a un precio que ronda los 600 euros.
5 consejos para buscar trabajo como profesor en Inglaterra
1- Deshacer ideas preconcebidas. Lo primero es cambiar la forma de pensar y no considerar la reconversión a profesor d español como una derrota. En Reino Unido no es un fracaso cambiar de profesión, es otra fase de la vida, una nueva experiencia. Es importante cambiar el chip para empezar la búsqueda de empleo.
2- Conocimiento práctico de la lengua inglesa. El B1 o B2 no garantizan que se hable un buen inglés. Es necesario dominar un nivel de inglés que permita desenvolverse en la búsqueda de empleo, realizar entrevistas telefónicas y redactar documentos. Debe sonar profesional. La clave es estar seguro de poder transmitir todo lo que se quiere decir. La profesora del Cervantes Gemma Belmonte recomienda apuntarse a clases y cursos de conversación. El St. Giles College de Londres ofrece estas clases de forma gratuita. El objetivo es manejar la terminología específica de educación en inglés.
3- Saber venderse. Un punto en el que suelen fallar bastante los españoles son las herramientas para saber venderse. El currículum y la carta de presentación deben estar perfectamente elaborados en inglés. “Algunos preguntan si hay que llevar corbata. Obviamente, sí. La sociedad británica es menos permisiva en las entrevistas, son muy estrictos”, apunta Belmonte.
4- Convalidación de títulos. Los filólogos pueden convalidar sus títulos en el Ministerio de Educación británico para dar clase.
5- Convencer de tu valía en 5 minutos. Transmitir seguridad, confianza en uno mismo y profesionalidad es muy importante. Los empleadores deciden sobre los candidatos en cinco minutos. En Inglaterra suelen hablar del elevator speech (conversación en el ascensor): si te montas en un ascensor con un potencial empleador tienes cinco minutos para presentarte, contar tu experiencia profesional y sonar interesante.
Estas recomendaciones forman parte del curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, impartido por el Instituto Cervantes de Londres.
En el año 2011, hubo una avalancha de estudiantes en el Instituto Cervantes de Londres. Más de 300 españoles acudieron a sus oficinas para formarse como profesores de español y poder dar clase en habitaciones de casas alquiladas, academias o colegios. Muchos de ellos eran arquitectos o ingenieros que habían perdido su trabajo en España y querían reciclarse. La demanda de orientación fue tal que llevó a los responsables del centro a diseñar el curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, de una semana y un coste de 75 libras (90 euros).
“Lo más importante es no lanzarse a la aventura de la docencia sin más, porque no basta con ser nativo”, apunta Gemma Belmonte, profesora de español en el Cervantes londinense. Además de aprender a planificar una clase, gestionar un grupo, corregir errores, trabajar el léxico o mejorar la pronunciación, los aspirantes a profesor de español deben conocer el contexto laboral del país en el que quieren instalarse y las vías para conseguirlo. “Los españoles llegan cabizbajos, se sienten frustrados por no poder ejercer su especialidad. Eso es lo primero que tienen que cambiar, su actitud”, precisa Belmonte. En cada país existen unos códigos de comportamiento a la hora de presentarse a una entrevista. En Inglaterra la clave es confiar en uno mismo y ser capaz de convencer en cinco minutos de la capacidad para manejarse en el aula, lo que llaman el speech elevator (conversación en el ascensor). “Es como imaginar que coincides en el ascensor con un potencial empleador y en pocos minutos contarle quién eres, qué quieres y qué puedes hacer”, remarca Belmonte.
Macarena Muñoz, licenciada en periodismo de 31 años, se matriculó en un curso de dos semanas en la Universidad Antonio de Nebrija y se presentó en Toronto (Canadá) en agosto de 2012. Nada más aterrizar, puso un anuncio como profesora de español en la web Craiglist, se hizo business cards (tarjetas de visita) y asistió a eventos de networking para hacer contactos. En pocas semanas consiguió alumnos para clases particulares y en meses la contrataron para dar clase a empleados de compañías con negocios en Latinoamérica. Su sueldo ronda los 2.000 dólares canadienses. “No basta con dominar la lengua, hace falta una mínima formación. Luego ya es como todo, se aprende a base de errores”.
Como cada territorio tiene su manual de instrucciones interno, la recomendación del Cervantes es realizar el Curso de Formación Inicial para profesores de ELE, de cuatro meses de duración y un precio de 1.450 euros, en el país en el que se vaya a residir para conocer desde el primer momento las claves sociales y burocráticas del lugar. “Las prácticas del curso -de una semana- se realizan in situ y eso permite al estudiante hacer contactos y conocer los problemas de aprendizaje que se dan en cada país. No es lo mismo enseñar español a un chino, que no conoce la existencia de los artículos, que a un francés. Tampoco es lo mismo buscar empleo en Europa que en Asia”, señala Elena Verdía, jefa del departamento de formación de profesores del Instituto Cervantes, con sede en 86 ciudades de 43 países en los cinco continentes. El requisito para acceder a este curso es ser titulado universitario.
“Informamos a los alumnos de la situación de cada país. Donde más fácil lo tienen es en la Unión Europea, pero a la vez es donde más profesores formados hay, el mercado es más competitivo”, añade. La puerta de entrada son los países más alejados como Australia, Filipinas, Rusia, China o Japón, donde ha aumentado la demanda de profesores de español. Recientemente el Cervantes de Sydney ha solicitado docentes, pero el hándicap es que el trabajador ya debe tener resuelta la residencia legal o el visado para poder trabajar. “No queremos dar a entender que es fácil entrar a la plantilla del Cervantes, porque no lo es”, incide Verdía. Hay dos vías de acceso, o por concurso público de oposiciones o como colaborador temporal.
Pese a ser licenciado en Filología Inglesa, Miguel Delatorre, de 40 años, acabó como jefe de zona de cinco agencias de viaje de Madrid, hasta que llegó la crisis. Se quedó en paro y meses después vio en Linkedin que la escuela Les Roches International School estaba buscando un profesor de español para su sede en Shanghái. Pese a su desconexión con la docencia, mandó un correo al director de la escuela ofreciéndose para el puesto. Se comprometió a realizar un curso de un mes en la International House de Madrid. Dos días después le confirmaron en una entrevista por Skype que había sido seleccionado. “Todo esto ha sido increíble porque he cumplido dos sueños: el de ser profesor y el de vivir en Asia”, cuenta en un correo electrónico.
Además de los licenciados en filología hispánica que deciden ejercer como docentes fuera de España, hay otros muchos perfiles profesionales que sin tener conocimientos específicos se lanzan a la docencia del español. Para ellos existen dos opciones. O bien matricularse en un máster en ELE (Enseñanza del Español como Lengua Extranjera) o en uno de los múltiples cursos intensivos de dos semanas o varios meses de duración. Las dos opciones se imparten en universidades públicas y privadas con la colaboración del Instituto Cervantes o en escuelas privadas de prestigio como International House.
“Lo que nos diferencia de otras escuelas es el aspecto práctico del curso. Desde la primera semana ya dan clases supervisadas por un tutor a alumnos extranjeros”, indica Berta Sarralde, coordinadora de formación en International House Madrid, centro acreditado por la International House World Organisation y con una trayectoria de más de 30 años en la formación de profesores de español. El Curso de Profesor especialista en ELE, de 150 horas, cuesta 1.350 euros y se puede realizar de forma intensiva en un mes o en tres meses. Para acceder se requiere una titulación universitaria o superar un proceso de selección donde se valoran los conocimientos generales y la capacidad de análisis de la lengua.
Universidades públicas y privadas también imparten másteres y cursos. Ejemplo de ello es la Universidad Antonio de Nebrija, pionera en España en la formación de docentes con el lanzamiento en 1990 del Máster en lingüística aplicada a la enseñanza de ELE, de un año de duración y 6.775 euros en modalidad semipresencial. Además, imparte cursos intensivos más cortos de dos o más semanas en colaboración con el Cervantes a un precio que ronda los 600 euros.
5 consejos para buscar trabajo como profesor en Inglaterra
1- Deshacer ideas preconcebidas. Lo primero es cambiar la forma de pensar y no considerar la reconversión a profesor d español como una derrota. En Reino Unido no es un fracaso cambiar de profesión, es otra fase de la vida, una nueva experiencia. Es importante cambiar el chip para empezar la búsqueda de empleo.
2- Conocimiento práctico de la lengua inglesa. El B1 o B2 no garantizan que se hable un buen inglés. Es necesario dominar un nivel de inglés que permita desenvolverse en la búsqueda de empleo, realizar entrevistas telefónicas y redactar documentos. Debe sonar profesional. La clave es estar seguro de poder transmitir todo lo que se quiere decir. La profesora del Cervantes Gemma Belmonte recomienda apuntarse a clases y cursos de conversación. El St. Giles College de Londres ofrece estas clases de forma gratuita. El objetivo es manejar la terminología específica de educación en inglés.
3- Saber venderse. Un punto en el que suelen fallar bastante los españoles son las herramientas para saber venderse. El currículum y la carta de presentación deben estar perfectamente elaborados en inglés. “Algunos preguntan si hay que llevar corbata. Obviamente, sí. La sociedad británica es menos permisiva en las entrevistas, son muy estrictos”, apunta Belmonte.
4- Convalidación de títulos. Los filólogos pueden convalidar sus títulos en el Ministerio de Educación británico para dar clase.
5- Convencer de tu valía en 5 minutos. Transmitir seguridad, confianza en uno mismo y profesionalidad es muy importante. Los empleadores deciden sobre los candidatos en cinco minutos. En Inglaterra suelen hablar del elevator speech (conversación en el ascensor): si te montas en un ascensor con un potencial empleador tienes cinco minutos para presentarte, contar tu experiencia profesional y sonar interesante.
Estas recomendaciones forman parte del curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, impartido por el Instituto Cervantes de Londres.
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