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jueves, 12 de diciembre de 2024

Paul Krugman. Mi última columna: la esperanza en una era de resentimiento 10 de diciembre de 2024

A view of an American flag at the Washington Monument.
Credit...
Will Matsuda para The New York Time.

Esta es mi última columna para The New York Times, donde empecé a publicar mis opiniones en enero de 2000. Me retiro del Times, no del mundo, así que seguiré expresando mis opiniones en otros lugares. Pero me parece una buena ocasión para reflexionar sobre lo que ha cambiado en estos últimos 25 años.

Lo que me sorprende, echando la vista atrás, es lo optimistas que eran entonces muchas personas, tanto aquí como en gran parte del mundo occidental, y hasta qué punto ese optimismo ha sido sustituido por ira y resentimiento. Y no me refiero solo a los miembros de la clase trabajadora que se sienten traicionados por las élites; algunas de las personas más enojadas y resentidas de Estados Unidos en estos momentos —personas que parece muy probable que tengan mucha influencia con el gobierno de Trump entrante— son multimillonarios que no se sienten suficientemente admirados.

Es difícil transmitir lo bien que se sentían la mayoría de los estadounidenses en 1999 y principios de 2000. Las encuestas mostraban un nivel de satisfacción con la dirección del país que hoy parece surrealista. Mi sensación de lo que ocurrió en las elecciones de 2000 fue que muchos estadounidenses daban por sentadas la paz y la prosperidad, por lo que votaron al tipo que parecía más divertido para pasar el rato. También en Europa las cosas parecían ir bien. En particular, la introducción del euro en 1999 fue ampliamente aclamada como un paso hacia una integración política y económica más estrecha, hacia unos Estados Unidos de Europa, por así decirlo. Algunos de nosotros, los desagradables estadounidenses, teníamos dudas, pero al principio no eran muy compartidas.

Por supuesto, no todo eran cachorritos y arcoíris. Por ejemplo, durante los años de Clinton ya había en Estados Unidos un buen número de teorías conspirativas del tipo proto-QAnon e incluso casos de terrorismo doméstico. Hubo crisis financieras en Asia, que algunos de nosotros vimos como un presagio potencial de lo que estaba por venir; publiqué un libro en 1999 titulado El retorno de la economía de la depresión, en el que argumentaba que cosas similares podrían ocurrir aquí; publiqué una edición revisada una década después, cuando ocurrieron. Aun así, la gente se sentía bastante bien respecto al futuro cuando empecé a escribir para este periódico.

¿Por qué este optimismo se agrió?
Tal y como yo lo veo, hemos sufrido un colapso de la confianza en las élites: el público ya no tiene fe en que las personas que dirigen las cosas sepan lo que hacen, o en que podamos suponer que son honestas.

No siempre fue así. En 2002 y 2003, quienes sosteníamos que la invasión de Irak era fundamentalmente fraudulenta recibimos muchas críticas de quienes se negaban a creer que un presidente estadounidense pudiera hacer algo así.

¿Quién diría eso ahora?
De otra manera, la crisis financiera de 2008 minó cualquier fe que el público tuviera en que los gobiernos sabían cómo gestionar las economías. El euro como moneda sobrevivió a la crisis europea que alcanzó su punto álgido en 2012, que llevó el desempleo en algunos países a niveles de la Gran Depresión, pero la confianza en los eurócratas —y la creencia en un futuro europeo brillante— no.

No solo los gobiernos han perdido la confianza de los ciudadanos. Es asombroso echar la vista atrás y ver cuánto más favorablemente se veía a los bancos antes de la crisis financiera.

Y no hace tanto tiempo que los multimillonarios de la tecnología eran ampliamente admirados en todo el espectro político, al grado de que algunos alcanzaron el estatus de héroes populares. Pero ahora ellos y algunos de sus productos se enfrentan a la desilusión y a cosas peores; Australia incluso ha prohibido el uso de las redes sociales a los menores de 16 años.

Lo que me lleva de nuevo a mi argumento de que algunas de las personas más resentidas de Estados Unidos en estos momentos parecen ser multimillonarios enojados.

Ya hemos visto esto antes. Tras la crisis financiera de 2008, que se atribuyó ampliamente (y con razón) en parte a los tejemanejes financieros, cabía esperar que los antiguos Amos del Universo mostraran un poco de arrepentimiento, quizá incluso gratitud por haber sido rescatados. Lo que obtuvimos en su lugar fue la “ira contra Obama”, la furia contra el 44.º presidente por sugerir siquiera que Wall Street podría haber tenido parte de culpa en el desastre.

Estos días se ha debatido mucho sobre el giro a la derecha de algunos multimillonarios de la tecnología, desde Elon Musk hacia abajo. Yo diría que no deberíamos darle demasiadas vueltas y sobre todo no deberíamos tratar de decir que esto es de algún modo culpa de los liberales políticamente correctos. Básicamente, se reduce a la mezquindad de los plutócratas, quienes solían disfrutar de la aprobación pública y ahora descubren que todo el dinero del mundo no puede comprar el amor.

Así pues, ¿hay alguna forma de salir del sombrío lugar en el que nos encontramos?
Lo que yo creo es que, aunque el resentimiento puede llevar al poder a gente mala, a largo plazo no puede mantenerla en él. En algún momento, el público se dará cuenta de que la mayoría de los políticos que despotrican contra las élites en realidad son élites en todos los sentidos importantes, y empezará a pedirles cuentas por no cumplir sus promesas. Y en ese momento el público estará dispuesto a escuchar a quien no intente argumentar desde la autoridad, no haga falsas promesas, sino que intente decir la verdad lo mejor que pueda.

Puede que nunca recuperemos el tipo de fe en nuestros dirigentes —la creencia en que las personas en el poder suelen decir la verdad y saben lo que hacen— que solíamos tener. Tampoco deberíamos. Pero si nos enfrentamos a la caquistocracia —el gobierno de los peores— que está surgiendo en estos momentos, puede que con el tiempo encontremos el camino de vuelta a un mundo mejor.

Paul Krugman se despide como columnista de ‘The New York Times’ después de 25 años.

Paul Krugman
El economista Paul Krugman, en 2020 en Madrid.

Premio Nobel de Economía en 2008 deja el rotativo en vísperas de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, con un texto titulado ‘Mi última columna: encontrar esperanza en una era de resentimiento’.

Premio Nobel de Economía en 2008, profesor en las universidades más prestigiosas del mundo, escritor y comentarista, Paul Krugman se despide después de casi 25 años como columnista de The New York Times, una tribuna desde la cual ha arremetido contra las políticas de austeridad (“es una idea realmente mala en una economía deprimida”, escribía en 2019), ha deliberado sobre la actualidad y la teoría económica y ha sacado el látigo contra la clase política. Economista de corte progresista, crítico acérrimo de Donald Trump —tituló una de sus opiniones Donald Trump y su equipo de imbéciles— y de George W. Bush —tanto en política económica como exterior; condenó severamente la guerra en Irak—, también ha censurado más de una decisión de la Administración de Barack Obama. Se va justo a la víspera de la vuelta de Trump a la Casa Blanca, un timing que parece ir más allá de la coincidencia, anunciándolo en un artículo publicado en el rotativo estadounidense y titulado Mi última columna: encontrar esperanza en una era de resentimiento.

Al igual que empezó a escribir en el periódico neoyorquino el 2 de enero de 2000 con una reflexión “sobre la economía mundial”, dice adiós con otra: “Parece una buena oportunidad para reflexionar sobre lo que ha sucedido cambiado en estos últimos 25 años”. El estilo es siempre el mismo —directo, pese a la complejidad de las materias tratadas, y parco en adjetivos—, pero el tono ha dado un viraje radical: la ilusión que sentía al inicio del nuevo siglo ha sido desplazada por la desesperanza. Todo el texto está impregnado de desánimo hacia la clase dirigente y la sociedad. “Lo que me sorprende, mirando hacia atrás, es cuán optimistas eran muchas personas, tanto aquí como en la mayoría del mundo occidental, en aquel entonces, y la medida en que ese optimismo ha sido reemplazado por la ira y el resentimiento”, escribe el economista, cuyos artículos se han publicado cada semana en el suplemento económico de EL PAÍS, Negocios.

“No me refiero solo a los miembros de la clase trabajadora que se siente traicionada por las élites, algunas de las personas más enfadadas y resentidas de Estados Unidos en este momento: gente que parece muy probable que tenga mucha influencia en la Administración entrante de Trump son multimillonarios que no se sienten lo suficientemente admirados”, continúa el también ganador del Premio Princesa de Asturias. “Es difícil expresar lo bien que se sentía la mayoría de los estadounidenses en 1999 y principios de 2000. Las encuestas mostraron un nivel de satisfacción con la dirección del país que parece surrealista comparada con los estándares actuales. Mi sensación de lo que ocurrió en las elecciones de 2000 [ganadas por George W. Bush] fue que muchos estadounidenses dieron por sentado la paz y la prosperidad, por lo que votaron por el tipo que parecía más divertido para pasar el rato”.

Pese a que no todo entonces fuera de color rosa, había esperanza en el futuro. Ahora, predomina el resentimiento, alimentado por un colapso de la confianza en las élites, sean los gobernantes, los bancos o las grades tecnológicas y sus dueños millonarios. “El rencor puede poner a personas malas en el poder, pero a la larga no puede mantenerlas allí. En algún momento el público se dará cuenta de que la mayoría de los políticos que critican las élites en realidad son élites (...) y empezarán a pedirles responsabilidades por no cumplir con sus promesas”, escribe. Mientras tanto, deja una esperanza, al menos para sus lectores: “Me retiro de The Times, no del mundo, así que seguiré expresando mis visiones en otros lugares”.


jueves, 19 de octubre de 2023

Piketty, el último gran intelectual francés.

Mediático y con influencia en el debate público, pertenece a una estirpe de pensadores franceses que no se limitaron a interpretar el mundo, sino que pretenden transformarlo.

Es el último gran intelectual francés, el heredero de esos escritores, pensadores, historiadores o sociólogos que, además de despuntar en su especialidad, influían en el debate público. Thomas Piketty (Clichy, 52 años) es economista, pero, quien haya escuchado sus intervenciones o le haya leído, se habrá dado cuenta de que es más que un economista. A veces es historiador. Y a su manera, político. Pertenece a la estirpe de filósofos, por usar la expresión de Marx, que no se limitaban a interpretar el mundo. Pretende transformarlo ...

miércoles, 16 de marzo de 2022

Javier Pérez Royo, catedrático de Derecho Constitucional. Es el momento de que las Cortes Generales investiguen al emérito.

Debería ser este órgano constitucional el que definiera de qué manera se va a proceder en la investigación las potenciales irregularidades en la ejecutoria de don Juan Carlos I de Borbón.

Como el lector sin duda recordará, la Casa Real emitió el comunicado informando de la conducta posiblemente irregular e incluso potencialmente constitutiva de delito y, en todo caso, condenable desde una perspectiva ética de don Juan Carlos, el mismo día en que se hizo público en el BOE el Real Decreto mediante el que se declaró por primera vez el Estado de Alarma. Dado que, como se decía en el propio comunicado, el rey Felipe VI había tenido conocimiento de dicha conducta desde hacía casi año y medio, parecía claro que, con la elección de la fecha, se pretendía distraer la atención de la opinión pública de la información que se transmitía.

La Fiscalía Anticorrupción ha decidido seguir la senda de la Casa Real y anunciar el archivo definitivo de la investigación sobre la conducta de don Juan Carlos en el momento en que la invasión de Ucrania por Rusia está ocupando la atención de la opinión pública nacional e internacional. Ante el desasosiego generado por el escenario bélico, es posible que se haya pensado que era el momento oportuno para anunciar la mencionada medida de archivo.

Nunca he sido partidario de la investigación de la conducta de don Juan Carlos por el Poder Judicial y, por lo tanto, no estoy ni a favor ni en contra de la decisión del Ministerio Fiscal. En mi opinión, son las Cortes Generales, que es el único órgano constitucional que "representa al pueblo español" (art. 66.1 de la Constitución Española, CE), las que deben decidir si someten a juicio la conducta del rey. La de don Juan Carlos I o la de Felipe VI, llegado el caso. "La justicia se administra… en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial" dice el primer inciso del primer artículo del Título VI de la Constitución, "Del Poder Judicial". No hay en la Constitución nada que permita atribuir al Poder Judicial el conocimiento de la conducta del rey.

Tampoco hay nada que permita atribuir dicho conocimiento a las Cortes Generales. Pero entre los Jueces y Magistrados que integran el Poder Judicial y las Cortes Generales hay una diferencia determinante. Las Cortes Generales son el único órgano constitucional a través del cual se expresa "La soberanía nacional que reside en el pueblo español" (art. 1.2 CE). El artículo 66.1 es el único artículo que conecta de manera inmediata y directa con el artículo 1.2 de la Constitución.

Como consecuencia de ello, las Cortes Generales es el único órgano constitucional que tiene "libertad" para actuar. No necesita tener una habilitación expresa para dar a un problema la respuesta que estime conveniente. Las Cortes Generales tienen "libertad" para identificar el problema y darle a continuación respuesta. Solamente ellas pueden hacerlo.

Quiere decirse, pues, que, en ausencia de previsión constitucional sobre un determinado asunto, como puede ser el de la exigencia de responsabilidad al rey en los actos no refrendados, son las Cortes Generales las que, si así lo consideran necesario, tienen que tomar la iniciativa y decidir de qué manera se tiene que proceder.

Ante la acumulación de informaciones sobre potenciales irregularidades en la ejecutoria de don Juan Carlos I de Borbón tanto durante los años en que fue titular de la Jefatura del Estado como en los que han transcurrido después de su abdicación, deberían ser las Cortes Generales las que definieran de qué manera se va a proceder en la investigación de las mismas. Y una vez concluida la investigación, las que tendrían que adoptar la decisión que estimaran pertinente.

Para las Cortes Generales la inviolabilidad no excluye la investigación de la conducta del rey. La inviolabilidad podría proteger frente a la exigencia de investigación por parte del Poder Judicial, pero no por parte de las Cortes Generales. Tras la investigación de su ejecutoria, las Cortes Generales pueden decidir que no hay nada que reprochar al rey o bien que el rey se ha inhabilitado con su conducta para ocupar la Jefatura del Estado. No se le puede condenar a una pena privativa de libertad, pero sí a que deje de ser Jefe del Estado.

Las Cortes Generales también pueden, tras dicha investigación, decidir qué reformas de tipo normativo se tendrían que introducir en el ordenamiento para evitar que puedan volver a producirse conductas como las que se habrían estado investigando.

Incluso pueden proponer que se active el procedimiento de revisión de la Constitución, con la finalidad de que quede definida la Monarquía Parlamentaria de manera más precisa. Dado que la revisión constitucional exige la ratificación en referéndum de la decisión adoptada por las Cortes Generales, podría ser una buena ocasión para que, lo que debió hacerse en el momento constituyente originario, se acabe haciendo en este.

https://www.eldiario.es/contracorriente/momento-cortes-generales-investiguen-emerito_132_8797236.html

viernes, 9 de octubre de 2020

Emilio Lledó: “Patria es una palabra hermosa, a veces en manos de cerebros corruptos”

El filósofo cumple dentro de un mes 93 años. Lo hará comprando el pan y el periódico cerca del Retiro, donde camina para hablar con las personas, los árboles y los pájaros

Emilio Lledó cumple dentro de un mes 93 años. Lo hará comprando el pan y el periódico cerca del Retiro, en Madrid, por donde camina para hablar con las personas, los árboles y los pájaros. Nació en Sevilla, donde el último jueves se le dedicó el homenaje al escritor andaluz del año. Él no pudo estar, y le hubiera encantado porque allí, y sobre todo en Salteras, vivió su infancia prolongada en el Madrid de la guerra. Su maestro don Francisco le enseñó en Vicálvaro a ir adentro en los libros, pidiéndole a él y a sus condiscípulos adolescentes que escribieran sugerencias de la lectura. Con ese título, Sugerencias de la lectura, el Centro Andaluz de las Letras ha publicado un libro sobre la vida del filósofo, preparado por su discípulo Cipriano Játiva, y una antología (En torno al “bienser”) organizada por la escritora Emma Rodríguez. Al tiempo, Taurus publica Fidelidad a Grecia, un conjunto de ensayos en los que el veterano maestro expone sus ideas radicales acerca de la educación, el pensamiento, el arte y la política. Ahí es donde desliza conceptos como los que llevan a adjetivar la exhibición de patriotismo como “patriotismo de trapo”. Su convicción de que ahora ese amor a la patria es de quita y pon le hace decir, en esta entrevista que hicimos por teléfono: “Patria es una hermosa palabra, pero a veces está en manos de cerebros corruptos”.

Emilio Lledó: “Ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras” Pregunta. Imagine que el mundo actual es un libro. ¿Qué sugerencias le produce su lectura?

Respuesta. Lo he pasado estos días de pandemia paseando por el Retiro, viendo la belleza de los árboles, comiendo una naranja, mirando una manzana o viendo la perfección de un racimo de uvas. En esas circunstancias me doy cuenta de la maravilla de la naturaleza. Viendo el mundo hoy, el que deshacemos los humanos, me asombro de estos sabores… ¡Fíjate, en plena pared han salido unas margaritas entre la rendija de los ladrillos! Y en medio de esa fuerza natural se produce esta degeneración humana en medio de gente estupenda. La incultura, la violencia, las guerras, la mentira… Me sorprende ese contraste con la maravilla que alimenta la vida. ¡Que aún la gente pueda asesinar! ¡Que persistan la miseria, la injusticia! Para resolverlo estaría la política, que es la más arquitectónica de las ciencias. Pero es imposible si la política está en manos de imbéciles, de pervertidos mentales… Todos tenemos defectos, pero como no tenemos poder no podemos corromper a nadie, pero el político con poder que hace estupideces acaba estupidizando su propio cerebro.

P. Platón y Aristóteles son sus maestros, a los que rinde gratitud en Fidelidad a Grecia. Grecia está en la actualidad. ¿Cómo se siente ante el sufrimiento que viven allí los que huyen de la miseria para refugiarse sin éxito en esa parte de Europa?

R. En el confinamiento he estado leyendo La odisea… Es la belleza de esa lengua, su riqueza y su sensibilidad; una lengua que mira al mundo, lo descubre y lo dice, es el primer momento de eso que se llama la cultura occidental. Es sorprendente que esa lengua, esos ojos que se convertían al mirar en lenguaje, fuera tan poderoso como para emocionarte aún hoy… ¡Y después de 27.000 o 28.000 años vemos que Lesbos es hoy la cuna donde se asienta la tragedia de nuestro mundo, de esos emigrantes! Hay noticias sobre el drama, pero no se explica ni se intenta curar de verdad la terrible enfermedad que la provoca… Hice una vez una estadística: el 80% o 90% de lo que se escribe es sobre el dolor y la miseria, y únicamente el 7% u 8% se refiere al origen del horror. ¡No se explica, incluso se oculta! No es porque el hombre sea un lobo para el hombre, ¡eso no existe, es una estupidez, pues el principio del amor es mucho más poderoso que el principio del odio! Podríamos crear el concepto de hombre lobo…, ¡que nos perdonen los lobos, que seguramente son más generosos que nosotros!

P. En Fidelidad a Grecia desarrolla el concepto persona derivado de la palabra máscara. Hoy estamos obligados a la máscara. Coincidimos con la antigüedad en lo que ahora es parte de la cara…
R. Persona era una palabra que tenía que ver con prósopon, la máscara que se ponían los actores de la comedia y la tragedia… Esos actores tenían un prósopon, un rostro, una máscara que ya expresaba de alguna manera alguno de los rasgos identificativos del personaje que encarnaban. Eso se llamó persona, que era al tiempo una máscara. Pero a veces esa máscara se nos va cuajando la cara y se convierte en nuestro verdadero rostro, en nuestro verdadero ser o personalidad. Y ahora estamos un poco enmascaradillos solo que no para hablar sino por esta realidad de la pandemia.

P. Usted instaba a sus alumnos a asombrarse. ¿Qué le asombra a usted mismo hoy?
R. Me asombran estas terribles contradicciones, estas informaciones; estamos en un mundo con unas facilidades enormes de información a través de los medios; pero a pesar de esas posibilidades maravillosas estamos más silenciosos que nunca. Ese exceso de información puede deformarnos si no es real, si no es objetiva, si no está dada por unos ojos claros que transmitan posibilidad. El mundo es posibilidad, no realidad, y a veces en la educación te dan el mundo ya realizado, con los conceptitos ya cuajados.

P. Su amigo Miguel Delibes les decía a sus nietos que Internet es el infierno. Usted previene sobre la subversión negativa que hace Internet con respecto a la cultura tal como usted la concibe…
R. La cultura es una creación maravillosa. Con la cultura dialogas y te enriqueces, y eso también es producto de los seres humanos. ¿Por qué no vamos por esos caminos en el siglo XXI donde existen, en un porcentaje monstruoso, la violencia y la muerte? Es una lucha entre la belleza y la estupidez y la ceguera, la luz y la oscuridad. No sé si Internet es un componente esencial para que la vida siga, creo que no: el componente esencial es la lucha por la igualdad y el abandono del egoísmo y de la codicia. ¡Si no necesitamos tanto para vivir! ¡Necesitamos un mundo como posibilidad en el que te puedas realizar! Por eso es tan importante la educación, que te presenta el mundo como posibilidad, si no te han entorpecido desde el principio con una escuela estúpida.

P. Dice usted: “La ignorancia es el castigo supremo de los hombres y su reino es el de la oscuridad”…
R. Sí, la ignorancia es terrible… No se trata de saber; he encontrado sabiduría verdadera en campesinos andaluces y conozco gente muy estudiada y titulada que son auténticos ignorantes porque no tienen libertad de pensar y crear sino ideas que les impiden mirar, que no les dan luz. Lo decían Giner de los Ríos y antes lo dijeron los sabios griegos: la mentira que hay en la mente de muchos políticos acaba (y este es mi neologismo) mentirizando su propio cerebro, que ya es en sí mismo una mentira. El político que transmite engaños a fuerza de engañar su propio cerebro se convierte a sí mismo en un engaño.

P. Usted instaba también en las aulas a mantener el entusiasmo… ¿Qué razón habría hoy para seguir entusiasmados?
R. La esperanza. A pesar de todo hay que ser optimista, esperar algo positivo, creativo, verdadero. Esperanza es una hermosa palabra de la lengua.

P. Es la forma humana de la eternidad, dice usted…
R. Mantengámonos todo lo posible en la línea de lo eterno, en lo que todavía tiene que cumplirse, porque lo eterno no es lo que dura sino siempre lo que da esperanza.

P. En sus textos habla con frecuencia sobre el patriotismo. “Patriotismo de trapo”, dice.
R. Sí, es lo que hay, patriotismo de trapo, envuelto en la aparente utopía, que a pesar de todo es el único contenido de la palabra patriotismo. Ahora vuelve a reverdecer porque en España hay partidos que consideran que la bandera es lo único que puede identificar el afecto a un país. Se entrapea en un trapo, en una bandera. Patria es una palabra hermosa, pero hay momentos en que no es una patria de luz sino de prejuicios, dicha por cerebros corruptos. La patria es algo más profundo, se fundamenta en el saber, en la cultura o en la solidaridad.

https://elpais.com/cultura/2020-10-04/emilio-lledo-patria-es-una-palabra-hermosa-a-veces-en-manos-de-cerebros-corruptos.html

martes, 7 de abril de 2020

John Allen Paulos: “Los modelos matemáticos son en sí un chiste”

El divulgador, que encontró en los números su tabla de salvación, pasa revista a su vida y su profesión en un libro de memorias con un punto de humor

El matemático John Allen Paulos, durante la entrevista en su casa en Filadelfia.

El matemático John Allen Paulos, durante la entrevista en su casa en Filadelfia.
FERNANDO SANCHO

Era callado y tímido de niño, poco popular entre las chicas de adolescente y peculiar como universitario, pero en mates siempre fue bueno, muy bueno. Y eso que el profesor resultaba un verdadero ogro. Un día le discutió unas estadísticas de béisbol y este lo humilló en clase. Al cabo de unos meses regresó con un periódico bajo el brazo demostrándole que estaba en lo correcto y el maestro, lejos de reconocer el error y felicitar al alumno, lo riñó de nuevo y le ordenó sentar y callar. Pero John Allen Paulos (Denver, Colorado, 1945) regresó a su pupitre mucho más tranquilo ese día, con una sonrisa de satisfacción. “Recuerdo que entonces vi las matemáticas como una especie de protector omnipotente. Yo era pequeño y callado, y él era grande y gritón, pero yo tenía razón y podía demostrárselo”, recuerda en sus memorias el hoy también profesor Allen Paulos.

Tabla de salvación, ancla a la realidad, las matemáticas han sido todo o casi todo para el tipo ahora sentado en su butaca de Filadelfia, en una casa luminosa y sobria, en la que cuelga una pintura de La Pedrera de Barcelona. Al fin y al cabo, fueron las matemáticas las que le descubrieron que Papa Noel, Santa Claus, no podía existir. ¿Un solo hombre con regalos para tantos niños? El profesor de la Universidad de Temple, matemático premiado, gran divulgador científico y autor de El hombre anumérico o Un matemático invierte en Bolsa, hace repaso a su vida y a las matemáticas en un libro que, cómo no, se llama La vida es matemática (Tusquets). Es fácil imaginarse a aquel niño en el escritor delgado y de pelo encrespado que ahora habla veloz, atropellado y con los ojos abiertos de par en par sobre lo torpe que puede resultar a veces el pensamiento humano.

PREGUNTA. Ha pasado buena parte de su vida intentando explicar al mundo que las matemáticas (como dice aquella canción de amor) están en todas partes. ¿Ha visto algún progreso en estos años?

RESPUESTA. Es difícil hacer un pronunciamiento universal. Lo importante es tener claro que las matemáticas son algo más que la computación, los cálculos. Las fórmulas o las ecuaciones son a las matemáticas lo que la mecanografía a la escritura. Nadie dice: “Eres bueno mecanografiando, deberías escribir una novela”. Esa es una visión miope de las matemáticas, por eso la gente cree que son aburridas. Es como estudiar la gramática, si te quedas ahí, no valorarás la literatura española.

P. Algunas personas, al menos en España, se vanaglorian de no saber nada “de números”.
R. Lo sé… Y a nadie se le ocurre decir: “No sé nada de Shakespeare”. En un sentido lo que dicen es correcto, dada la idea que tienen de lo que son las matemáticas, pero esa es solo una parte.

Dice Paulos que los avatares de una biografía, muchas de las emociones humanas, tienen en realidad una base matemática. “Conforme se hace mayor la gente empieza a cansarse de las cosas. Quizá es una analogía extraña, pero si tiras una moneda 1.000 veces, a lo mejor te sale cara 508 veces, y es un récord. Lo repites, y te sale cara 503 veces, luego 513… Ese es un récord nuevo. Varios intentos después logras 523 caras. Pero está claro que los récords serán cada vez más infrecuentes. Y eso es lo que ocurre cuando vas haciéndote mayor”.

Debemos asumir que una imagen siempre tendrá más fuerza que un número. Se vio con la foto del niño sirio muerto en la playa”

P. Usted mismo se ríe de la imagen de los matemáticos. ¿Son así de frikis?
R. La verdad es que creo que todo el mundo es friki. Hay dos clases de personas: las que son muy raras y esas a las que no conoces demasiado bien…
Todos somos raros.
¿Sabe lo que es un matemático extravertido? Uno que mira a los pies de la persona con la que habla.
El introvertido lo hace mirando a sus propios pies… Paulos suelta una pequeña risotada. Con los años, es de los matemáticos capaces de mirar a los pies del otro cuando habla, de los extravertidos.

P. También traza una relación interesante entre las matemáticas y el humor.
R. Sí, porque tienen varias cosas en común, una de ellas la elegancia. Un chiste muy largo, que no está bien escrito, no resulta gracioso. Tanto en el humor como en las matemáticas o la geometría es mejor ser elocuente, conciso, breve y agudo, con sorpresas… Se trata de coger todas las piezas y juntarlas de una manera elocuente. En matemáticas es lo que llamamos los modelos no estándar. Los modelos catastróficos son una especie de chiste…

P. ¿Perdone…?
R. Los modelos matemáticos son en sí mismo un chiste: si pones en una web de citas las características de lo que te gusta en una persona y dices que quieres que sea inteligente, social, que lleve ropa elegante… Entonces ese portal de citas te manda un pingüino. Es un chiste. Por eso en matemáticas hay que hacer modelos catastróficos, para que no te salga un pingüino.

P. ¿Las matemáticas, para usted, son más un lenguaje o un método?
R. Son una forma de pensar, afrontar las cosas desde el punto de vista de ¿cuántas veces ha ocurrido algo? Por ejemplo, los asesinatos de policías en este país. La gente dice que es terrible, que es una conspiración… Pero en los setenta había más de dos veces más asesinatos de policías al año que ahora, y la población era mucho menor. La diferencia con entonces es que ahora lo tienes siempre en la televisión por cable, las cosas están mejor, pero hay un foco en los medios.

P. En España, por ejemplo, los crímenes de la violencia machista ganaron entidad en tanto que se empezaron a contar, a enumerar.
R. Cuando empiezas a contar algo, comienzas a saber y las cosas pueden mejorar.

P. Pero si se dice que las cosas existen en tanto que se las nombra, en este caso sería que existen en tanto que se las contabiliza.
R. Es parecido, es la segunda parte, primero nombras algo, así lo conoces, y lo empiezas a contar.

P. Dice que el factor emocional pesa más que los números. ¿Debemos asumir que una imagen siempre tendrá más fuerza que un número, por grande que sea?
R. Sí, eso se ha visto con Siria. Había un problema de refugiados desde hace tiempo, pero la imagen de ese niño muerto echado en la playa ha hecho que todo el mundo lo sepa. Intelectualmente, todos conocían que decenas de miles de personas están muriendo, pero… Bueno, la gente no es racional del todo, y eso tampoco es malo. Lo extraño de las personas es parte de la vida.

P. Usted perdió mucho dinero invirtiendo en Bolsa. ¿Cómo pudo creer que la racionalidad, las matemáticas, le ayudarían en algo así?
R. Creo que si entiendes el mercado hasta donde es entendible… no puedes hacer nada. El mercado, en general, suele tender a subir con el tiempo y el único consejo, probablemente, es comprar una cesta de valores diversificada, así con el tiempo te irá bien. Trump dice que tiene una fortuna de unos 10.000 millones de dólares, aunque Forbes lo reduce a 3.000 millones. Ellos calcularon que si hubiese tomado la herencia que recibió de su padre en 1987 y la hubiese puesto en un índice de bonos de bajo coste, tendría ahora 30.000 millones de dólares. Solo se hubiese tenido que echar en la cama, peinarse y tener mucho más dinero, pero él siempre se retrata a sí mismo como un gran hombre de negocios.

P. ¿Cuánto perdió?
R. Unos 500.000 dólares, pero el libro que escribí al respecto fue bastante bien, me reportó 300.000, así que las pérdidas fueron de 200.000.

P. Cree que las biografías están llenas de mentiras. ¿La suya?
R. He intentado ser sincero, pero seguro que hay errores. Yo en general no me creo lo que dice la mayoría de la gente. Los aspectos factuales deben ser correctos, es decir, nacieron aquí, se graduaron allí… Pero las historias que cuentan… Por ejemplo, en un adulterio. ¿Lo cuenta el adúltero o el traicionado? ¿O el amante?

P. Hay herramientas para detectar esos “errores”.
R. Los psicólogos han estudiado que se tienen muchos más recuerdos de joven porque es cuando se establece la identidad, y los más recientes. En algunas biografías hay recuerdos que son muy frecuentes cuando no deberían serlo, por ejemplo recuerdos de los treinta o los cuarenta.

P. También se ha dicho de las matemáticas que no son una ciencia porque no tienen que hacer concesiones a la realidad.
R. No hay nada más básico que dos más dos son cuatro, pero si tomas dos vasos de agua y dos de azúcar no obtienes cuatro vasos de palomitas azucaradas. La gente se obceca en esas excepciones… Pero la mayoría de veces dos más dos sí suman cuatro.

Todo un alivio.

La vida es matemática. John Allen Paulos. Traducción de Dulcinea Otero-Piñeiro. Tusquets. Barcelona, 2015. 239 páginas. 18 euros.

https://elpais.com/cultura/2015/11/26/babelia/1448562080_794094.html

viernes, 15 de diciembre de 2017

Sin Antoni Domènech será mucho más difícil abrir puertas al futuro. El filósofo catalán, autor de 'El eclipse de la fraternidad', ha fallecido a la edad de 65 años

"Ya puedes comprender que muerto
está nuestro conocimiento, desde el instante
en que al futuro queda cerrada toda puerta".

Con estas palabras del Infierno de Dante resumía Antoni Domènech el "nihilismo de cátedra" de aquellos quienes "con la nómina segura a fin de mes, perdida toda esperanza en el futuro" les resulta "más entretenido deconstruir a los compañeros de departamento que molestarse en averiguar cuál es el salario mínimo interprofesional del país en el que uno enseña o dicta sus conferencias".

Unas palabras que podrían servir también como epílogo de una vida dedicada a un proyecto político, moral e intelectual de enorme envergadura: pensar el presente para conquistar el futuro; y dedicada a hacerlo con la radicalidad y el rigor de quien sabe que la filosofía ni puede encerrarse en la comodidad de los despachos, ni puede reducirse a lo panfletario.

Y si hablamos de epílogo es porque Antoni Domènech falleció ayer, a la edad de 65 años.

Editor general de Sin Permiso y catedrático de Filosofía de las Ciencias Sociales y Morales en la Universidad de Barcelona, Domènech fue militante antifranquista y se definía como "socialista sin partido". Su discurso era claro, preciso y provocador: hablaba como si se estuviera riendo, como si en llevarse a la boca sus ideas recordara divertido la fuerza del discurso que se disponía a enunciar.

Para la audiencia que lo escuchaba no siempre era fácil seguir los meandros de su pensamiento. Quizá porque siempre defendió que los conceptos político-normativos no pueden aislarse de la situación histórico-real, en sus explicaciones saltaba con violencia del dato histórico o la cita exacta a una densa reflexión teórica. De hecho, en la última conferencia del filósofo catalán a la que pude asistir, titulada sesudamente "Análisis de la fraternidad como metáfora cognitiva", no solo desafió las ideas preconcebidas con las que ibas armados quienes habíamos leído sus libros, sino que desbordó toda expectativa académica con un discurso que nos llevó desde la Grecia de Aspasia hasta nuestros días.

Tras conocerse la noticia de su muerte, César Rendueles afirmó que Domènech es el "autor del ensayo en lengua castellana más importante en lo que va de siglo que, por supuesto, está descatalogado". Una afirmación potente y elusiva que nos obliga a recordar que Domènech —además de haber traducido al castellano algunas de las principales obras del liberalismo político como son las de Rawls o Habermas- escribió dos libros fundamentales, uno en cada uno de los siglos que vivió, y que -desgraciadamente— ambos son inencontrables.

Por un lado, "De la ética a la política: de la razón erótica a la razón inerte", en el que se propone una relectura de Hobbes, Rousseau y Kant desde la teoría de juegos, un ejercicio cuyo objetivo último es denunciar la transformación de la racionalidad en una "razón inerte", y sentar las bases de una ética racional que posibilite la "rectificación de la cultura moral" del capitalismo tardío y no rehuya la discusión sobre aquello que constituye una vida buena.

Publicado en 1987, suponía una recepción innovadora de la tradición analítica en filosofía política que se oponía a las habituales lecturas posmodernas: sin los aspavientos del rebelde autoproclamado, Domènech siempre pensó en los márgenes y desde los márgenes.

Por el otro, "El eclipse de la fraternidad". Una revisión republicana de la tradición socialista, que propone una revisión histórica del concepto de "fraternidad", centrándose especialmente en el período que va de 1848 a 1936, para revalidar este ideal olvidado. La fraternidad no es solo un sentimiento pospolítico, una vaga forma de solidaridad entre ciudadanos: no es una virtud supererogatoria, como muchas veces se ha interpretado siguiendo la tradición cristiana.

Entonces, la fraternidad constituiría la estructura política que daría sentido a la "igualdad" y la "libertad", la base sin la cual estos seguirían siendo meros espantajos bienpensantes que la clase dominante ondearía para justificar su dominio. Para explicarlo, Domènech siempre recordaba esta frase de Marat: "vemos perfectamente, a través de vuestras falsas máximas de libertad y de vuestras grandes palabras de igualdad, que, a vuestros ojos, no somos sino la canalla".

La fraternidad, a partir de 1790, es lo que unificaba a la población trabajadora: "una horizontalidad conscientemente política, conscientemente emancipada de los yugos señoriales y patriarcales que la venían segmentando verticalmente [...] 'emanciparse' llegó entonces a significar para el pueblo llano 'hermanarse'". Y es la desaparición de esta "bestia horizontal", como la llamó el historiador E.P. Thompson, la que documenta Domènech en El eclipse de la fraternidad.

Desde la publicación del libro, tanto él como su esposa, Maria Julia Bartomeu, también filósofa y especializada en Kant, se dedicaron a continuar pensando el potencial transformador de las ideas revolucionarias y en cómo la historiografía contemporánea ha neutralizado la fuerza de muchas de ellas. Pero también han escrito en otras direcciones: sobre feminismo, renta básica, republicanismo, filosofía en lengua castellana o la idea de utopía.

¿Es El eclipse de la fraternidad el ensayo más importante en lengua castellana en lo que va de siglo?
Probablemente sí, aunque su centralidad debe buscarse menos en esa academia que mide el impacto a golpe de cita en artículos indexados, que en la cantidad de caminos que ha ido abriendo Domènech con sus escritos. Ya sea por su rechazo al mandarinismo o por su abrumadora erudición, de la que gozaba como una golosina, pero que lo alejaba de las columnas de opinión, el catalán nunca protagonizó portadas ni primeros planos: era siempre el pensador que estaba detrás de.

Por todo ello, una cosa es segura: sin Antoni Domènech —y sin sus libros— será mucho más difícil abrir puertas al futuro.

http://www.playgroundmag.net/cultura/books/fraternidad-Antoni-Domenech_0_2049995000.html

viernes, 24 de marzo de 2017

_--Kenneth Frampton: “Los rascacielos no son arquitectura, solo dinero”.

_--El británico, autor de una obra fundamental sobre la edificación moderna, asegura que un libro como el suyo no se acaba nunca. Tras sucesivas revisiones, prepara una nueva edición no eurocéntrica.

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CON 50 AÑOS, el arquitecto británico Kenneth Frampton (Woking, In­glaterra, 1930) firmó un libro fundamental que ordenaba su disciplina. Lo curioso de su Historia crítica de la arquitectura moderna (Gustavo Gili, 1980), que continúa publicándose traducida a 11 idiomas, es que han sido las sucesivas revisiones las que han dado solidez al análisis. En la primera, este catedrático de la Universidad de Columbia, donde todavía da clase de urbanismo, acuñó un término que convulsionó la propia modernidad de su título: regionalismo crítico. Se trataba de dar voz a los avances desde otras tradiciones: la modernidad intrínseca en la arquitectura mediterránea o la modernidad orgánica –más cercana al paisaje que a la abstracción– de la escandinava. “Un libro de referencia que busca resumir que el conocimiento no se acaba nunca”, declara Frampton en el paraninfo de la Universidad Politécnica de Madrid. Todavía lleva la toga y el birrete. Acaba de ser investido doctor honoris causa, el tercer arquitecto en recibir este reconocimiento tras Félix Candela y Norman Foster.

Frampton, que lleva más de medio siglo asentado en Nueva York, señala que a veces es la vida la que cambia y obliga a corregir el contenido de un libro. Como cuando la arquitectura indagó en el deconstructivismo o como cuando ha reflejado la lógica de la sostenibilidad para no dañar el planeta. Sin embargo, admite que en otras ocasiones las enmiendas vienen motivadas por la autocrítica. “En la última revisión [que prepara para este año] no quiero presentar un mundo eurocéntrico: la arquitectura de China, India o África forma parte del planeta”.

¿Cómo decide un arquitecto abandonar su profesión para escribir su historia? “Cuando te das cuenta de que en esa historia hay muchos profesionales mejores que tú”, contesta sin rodeos. Fue Robin Middleton, editor de Thames & Hudson, quien le hizo el encargo de su vida. Recuerda que comenzó a publicarla por entregas, como las novelas del siglo XIX, porque cada capítulo aparecía en la revista World of Art.

Middleton le dio dos consejos ­fundamentales: “No necesitas una frase sobre algo que ya has dicho. Y no necesitas un adjetivo que no añada nada”. Hoy Frampton piensa que simplificar no es siempre positivo: “Mi historia necesita un lector atento. Los libros sin retórica requieren más atención”.

Con 86 años, articula la mayor autocrítica a su libro: “Nos dejamos a una gran parte del mundo. Que no conozcas algo no quiere decir que no exista”. ¿Cómo se completa entonces una visión planetaria? ¿Cuánta distancia se necesita para escribir la historia de una disciplina? “Es necesario el convencimiento de que has visto cosas que merecen ser contadas. Y la humildad para dejar claro que lo que cuentas no es nunca la historia. Es tu historia”.

El catedrático cuenta que ha procurado conocer todos los edificios de los que habla (“los que no, los he estudiado”) y admite que lo más fascinante son las casualidades. “Cuando visité al arquitecto de Bangladés Kashef Chowdhury, conocí el talento de su exmujer, Marina Tabassum. La historia de la arquitectura moderna está llena de uniones de gente con gran talento que acaban en divorcio. La atención se ha concentrado en uno solo de los lados, pero ha llegado el momento de revindicar a muchas de esas mujeres”, sostiene. Insiste en que urge prestar atención a quienes hicieron las cosas posibles, como Muzharul Islam, un arquitecto bangladesí que introdujo la modernidad en esa región de Asia. Llevó a Louis Kahn a construir el Parlamento en Daca y luego fundó allí la Escuela de Arquitectura. O Gregori Warchavchik, el emigrante ruso que llevó la modernidad a Brasil y levantó en São Paulo la primera casa moderna. Le Corbusier llegó 10 años más tarde.

Como su propio libro, Frampton considera que la modernidad es un proyecto inacabado. “Y más un sinónimo de progreso que del despotismo del que se la ha acusado”. ¿Asistimos a la dubaización del mundo? “En Nueva York se construye un rascacielos tras otro. Y son construcciones anodinas. Irrelevantes culturalmente. Solo representan al mercado. No hay significado ni simbolismo. Se llama especulación y es la reina de nuestros días. No sé cuándo parará. Pero me niego a aceptar que eso sea una herencia del Movimiento Moderno. No es arquitectura. Es solo dinero”.

Fuente: http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/kenneth-frampton/

Anatxu Zabalbeascoa
La periodista e historiadora Anatxu Zabalbeascoa escribe sobre arquitectura y diseño en El País y en libros como ‘The New Spanish Architecture’, ‘Las casas del siglo’, ‘Minimalismos’ o ‘Vidas construidas, biografías de arquitectos’.

sábado, 18 de marzo de 2017

_--David Calle: El profesor youtuber nominado al 'Nobel de la enseñanza', “Hay que dar la vuelta a las clases”.

_--El profesor youtuber cree que el sistema educativo tiene que adaptarse a los avances de la sociedad

David ha convertido la buhardilla de su casa a las afueras de Madrid en un plató donde diariamente ayuda a millones de chavales de todo el mundo a través de sus vídeos de Youtube. Ahí empezó la aventura de este ingeniero de 43 años que está nominado al Global Teacher Prize 2017el premio creado por la Fundación Varkey para impulsar la labor del profesorado, que se fallará el próximo 19 de marzo en Dubai. “Me llegó un mail que decía que tres alumnos me habían nominado como mejor profesor del mundo, no sé todavía quienes son, desde aquí les doy las gracias”.

Conocido como el profesor youtuber, creó el germen de la marca Unicoos hace seis años, cuando vio con impotencia que no tenía tiempo para explicar a sus alumnos de la academia dónde enseñaba todo lo que necesitaban: “Fue entonces cuando pensé que grabar vídeos era una solución, no solo para aquellos que necesitaban un refuerzo extra, sino también para seguir ayudando a los alumnos que se borraron de mi academia por culpa de la crisis, que fueron más de la mitad”. Hoy Unicoos, con más de cien millones de visitas y 760.000 suscriptores, es una plataforma de enseñanza online que ofrece además de vídeos tutoriales de física, química o matemáticas, foros de discusión y resolución de problemas, "hemos resuelto más de 100.000 dudas con ayuda de profesores y alumnos de todo el mundo, y totalmente gratis".

En el día en que la educación española ha vivido una nueva jornada de huelga general, Calle cree que hay que adaptar el sistema educativo actual a los tiempos en que vivimos y a las necesidades e inquietudes de los jóvenes: “Hay que dar la vuelta a las clases, hay que potenciar nuevas formas como el uso del vídeo, el trabajo colaborativo, tratar de incidir en las capacidades de cada uno y no tratar a toda la clase por igual, al final se trata de escuchar más a los chavales". Este ingeniero intenta acercar materias complejas como la física o la química a sus alumnos a través de comentarios o bromas de películas, como Spiderman o Thorn. "Intento que entiendan que las matemáticas y la física están por todos lados y cuando lo entienden y sacan buenas notas los chicos son imparables", dice. Los comentarios de alumnos, padres y profesores es lo que le da vida para seguir adelante con un trabajo que realiza totalmente de forma altruista en sus ratos libres: "Mi premio son los comentarios de todos ellos, el otro día una chica de Guatemala me escribió que con lo que su padre se había ahorrado en clases, había construído un pozo de agua potable en el pueblo".

Dentro de una semana, puede que David se convierta en el mejor profesor del mundo y ganar un millón de dólares, que asegura que invertiría en su página de educación online: "Pero con premio o sin él, yo lo que quiero es seguir acercando las ciencias a las pasiones y gustos de los chavales, yo les digo siempre que si no existieran las matemáticas no habría ni Google, ni Whatsapp ni Youtube".
https://youtu.be/a4ticIwHM-Q
http://elpais.com/elpais/2017/03/09/videos/1489079278_636354.html

sábado, 5 de noviembre de 2016

¿Puede un comunista ser profesor de Universidad en Alemania?

eldiario.es

Kerem Schamberger ha estudiado comunicación en la Universidad Ludwig Maximilian (LMU) y pretendía comenzar un doctorado el 1 de octubre. En Alemania, los doctorados por lo general se llevan a cabo mediante un contrato laboral que incluye una parte de investigación y otra de docencia en la Universidad en la que se desarrolla.

El joven, de 30 años, no ha podido comenzar aún su relación laboral con dicha institución porque según un decreto que data de 1972 todos los funcionarios o personas que trabajan en el sector público han de ser controladas por el Estado frente a su posible radicalismo, para lo cual deben presentar una aprobación del servicio secreto alemán interno (lo que vendría a ser el CNI español).

La razón es que Schamberger no solo es comunista, sino que además es portavoz del partido comunista alemán DKP en Múnich. A pesar de que es un partido legal, se encuentra bajo vigilancia de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (el Verfassungsschutz), que lo califica de extremista.

La Universidad conocía la norma y la posición de Kerem en el partido comunista, por lo que pidió a las autoridades dicho consentimiento ya en julio. Sin embargo, este organismo aún no se ha pronunciado sobre la fiabilidad ideológica de Schamberger, con lo cual no ha podido comenzar a trabajar hasta el momento. Según el profesor Michael Meyen, que lleva la tesis de Kerem, en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, éste ha sido un alumno excelente y asegura que tiene interés en contratarle “no porque sea comunista, ni tampoco a pesar de ello”.

Para Kerem, se trata de una exclusión práctica de la función docente para los comunistas. Y ello supondría un hecho anticonstitucional, ya que la Carta Magna alemana garantiza la elección libre de una profesión.

Schamberger asegura a este diario que de esta forma “se demoniza a los comunistas”, y explica que esta medida sirve como forma de intimidación: “Conozco a jóvenes que querían entrar en el partido pero que se lo piensan dos y tres veces antes de hacerlo, porque saben las consecuencias que puede tener en el caso de querer hacer carrera en el sector público”, asegura.

Schamberger explica además que en los últimos días, desde que se hizo pública la noticia, ha recibido numerosas muestras de solidaridad, desde los partidos políticos socialdemócrata SPD, Los Verdes (Die Grüne) y La Izquierda (Die Linke), así como de los sindicatos.

Herta Däubler-Gmelin, abogada de Kerem y ministra de Justicia entre 1998 y 2002– ha declarado al Süddeutsche que la actuación del servicio de protección a la Constitución “seguramente no es legal”. A raíz del suceso, se debatirá en el parlamento regional de Baviera la idoneidad de dicha ley, creada en el contexto de la guerra fría.

Las autoridades han comunicado a la prensa que no se pueden dar a conocer datos del caso por cuestiones de privacidad del afectado, así como que en ocasiones se tarda más tiempo en recibir una respuesta a este tipo de consultas porque hay que “comprobar todos los hechos”.

Esta no es la primera vez que Kerem Schamberger se ve en apuros por sus ideas políticas. En 2014 el Commerzbank cerró sin previo aviso su cuenta bancaria, como se contó en este medio. Kerem veía detrás de esta acción asimismo una motivación política y cómo no pudo hacer nada para impedirla.

Limpieza ideológica de facto
El llamado “Decreto de los radicales” (Radikalenerlass, en alemán) fue promulgado en 1972 bajo el Gobierno de Willy Brandt. En dicha ley se especifica que la fidelidad al orden constitucional actual debe ser un requisito para poder trabajar en el sector público. Pertenecer a una organización catalogada por el servicio secreto interno alemán como peligrosa para dicho orden era excluyente de la función pública.

Ya en los 50 y 60 algunos candidatos a funcionarios fueron rechazados, pero a partir de entonces se mencionaba dicho requisito explícitamente. La guerra fría no solo continuaba su curso, sino que se acentuaba. De ahí que el Estado alemán pretendiese de ese modo acabar con todo tipo de influencia de su enemigo comunista en el interior del Estado.

La prohibición de ejercer una profesión pública por motivos políticos afectó durante décadas a personas que pretendían trabajar por ejemplo como profesores o como conductores de tren, ya que a estas profesiones se accedía únicamente a través del empleo público. Desde que la ley se creó hasta 1991 alrededor de 1,4 millones de personas tuvieron que pasar por dicho proceso de control.

Esta praxis fue muy criticada en el interior de Alemania, así como en el exterior. En Francia por ejemplo François Mitterrand, el entonces presidente del partido socialista, se opuso a dicha ley. Las personas afectadas por el decreto continúan aún hoy reclamando una reparación y rehabilitación de su función pública.

Después de la caída del muro de Berlín, en el este de Alemania hubo una auténtica limpieza en el profesorado, desde infantil a universitario. Cientos de profesores fueron despedidos por su relación con el comunismo. Muchos investigadores se marcharon al extranjero a otras universidades, otros se reciclaron en la empresa privada con otras profesiones. La democracia de mercado de la Alemania reunificada demostraba en aquel momento muy poca flexibilidad.

Aunque la legislación continúa vigente, en cada Estado alemán se aplica de forma diferente. Por una parte existe la autocensura de la que hablaba Kerem Schamberger más arriba, en el sentido de que las personas que ya saben desde muy pronto que quieren dedicarse a la función pública no suelen formar parte oficial en organizaciones vigiladas. Por otro lado, la justicia ha ido dando la razón en parte a quien se ha mostrado contrario a que siga vigente una ley creada en un contexto muy diferente al actual.

En 1995 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que el Estado alemán había actuado en contra de los artículos 10 y 11 de la Convención Europea de Derechos Humanos al haber suspendido a una maestra por el mero hecho de pertenecer al partido comunista DKP. Dichos artículos garantizan la libertad de opinión y reunión. La maestra Dorothea Voigt recuperó su empleo y el Estado alemán fue condenado a pagar una multa.

En 2004 el profesor de instituto Michael Csaszkóczy fue suspendido de la función pública por sus actividades como activista antifascista. A pesar de no haber sido condenado por crimen alguno, durante 25 años el servicio secreto le tuvo sometido a vigilancia y en 2004 le despidieron por formar parte de la comitiva de la asociación Rote Hilfe, que se encarga de ofrecer ayuda jurídica a activistas cuando se encuentran con problemas legales.

En 2007 Csaszkóczy ganó un juicio y volvió a su puesto como profesor. Seguramente Kerem conseguirá su puesto en la Universidad, pero el tufillo a guerra fría y a las dos Alemanias no ha desaparecido del todo en el país.

Fuente original:
http://www.eldiario.es/internacional/Kerem_Schamberger-Universidad-Alemania-comunista_0_572542875.html

domingo, 4 de septiembre de 2016

El profesor era lo que somos. Se ganó un puesto de honor en mi memoria por tres acciones notables. Pero demonios, eran trucos, no genialidades

XAVI SANCHO
14 AGO 2016 - 00:04

En el colegio tenía un profesor de Lengua que llevaba unas gafas con un cristal tan grueso que si te las ponías y mirabas al cielo veías cosas en la Luna. Se ganó un puesto de honor en mi memoria por tres acciones notables. La primera sucedió cuando nos advirtió de que no habláramos mientras escribía en la pizarra, pues nos veía por el rabillo del ojo. Nos quedamos en silencio, hasta que caímos en la imposibilidad de que tamaño topo viera algo, ni por el ojo, ni por ningún rabillo. La segunda tuvo lugar cuando, sin coordinación previa, fracasamos todos en un examen. Tras repartirnos las notas, preguntó: “¿Creéis que lo podríais haber hecho mejor?”. Como el coro de voces vírgenes que éramos, respondimos que sí. “Entonces, ¿por qué no lo habéis hecho?”. La tercera sucedió al repartir calificaciones de otro examen que salió entre regular y menos mal que tu padre tiene un bar. Uno que había sacado un 4,9 exigió el aprobado. “Si te apruebo, debo aprobar también al del 4,8, porque a él le faltará entonces también una décima. Y luego, al de 4,7, pues a ese también le faltará, en realidad, solo una, no tres…”. Así llegó a cero.

Hace unas semanas me encontré con un tipo que iba al mismo colegio, pero un curso por detrás. Hablamos de este hombre y me confesó que los mismos tres casos sucedieron en su año. Demonios, eran trucos, no genialidades. Se me cayó un ídolo. Luego recordé que me encantan los Ramones y siempre hacían la misma canción y de que vivo en un país en el que la mayoría de la gente vota siempre a los mismos tipos, no importa qué canción toquen.

http://elpais.com/elpais/2016/08/12/estilo/1471010564_130619.html

miércoles, 30 de marzo de 2016

JOSEP FONTANA, HONORIS CAUSA

Juan Romero. Catedrático de Geografía Humana. Universidad de Valencia

El pasado mes de febrero Josep Fontana fue investido Doctor Honoris causa por la Universitat de València de la que fuera profesor como catedrático en la Facultad de Ciencias Económicas durante los años 1974 y 1975. El Doctorado Honoris Causa es la máxima distinción que la Universitat de València concede a una persona en reconocimiento a su trayectoria en el ámbito académico, científico o cultural, a sus valores, así como a su especial vinculación con la Universidad.

Quienes desde las Facultades de Geografía e Historia y de Economía promovimos su candidatura ante los órganos de gobierno queríamos de este modo no solo reconocer de forma solemne sus extraordinarios méritos académicos y científicos y su indiscutible influencia en una nueva generación de jóvenes profesores y estudiantes durante esos años en los que dejó una huella imborrable que aún perdura, sino una forma de darle las gracias y un reconocimiento a sus valores, a su forma de ver mundo y de estar en él. Si existiera un Doctorado Honoris causa global Josep Fontana sería uno de los candidatos indiscutibles.

HISTORIADOR
Queríamos reconocer, en primer lugar, su figura como historiador, por cuanto como tuvo ocasión de argumentar el profesor Pedro Ruiz, catedrático de Historia Contemporánea y ex-Rector de la Universitat que fuera el encargado de leer la “laudatio” que se encuentra completa pulsando aquí.  Abrió nuevos caminos en el estudio de periodos fundamentales de la Historia de España del siglo XIX y XX. También contribuyó a enriquecer los enfoques de la Historia de España y de Cataluña desde su formidable trabajo editorial. Y todavía sigue proponiendo y sugiriendo la necesidad de revisar enfoques y miradas, tanto de la Historia de España, por ejemplo en la espléndida presentación a la Historia de las Españas, como en su propia lección magistral, que se puede consultar aquí. en la que sugiere la necesidad de revisar el concepto de progreso a la vista de la evolución de nuestras sociedades desde los años ochenta del siglo XX.

PROFESOR
En segundo lugar, su figura como profesor, porque desde su cátedra de Historia Económica impresionaba su forma de concebir y practicar la enseñanza de la Historia. Aquella inusual forma de enseñar dejó una huella imborrable. Quienes tuvimos el privilegio de asistir a sus clases, siempre llenas de estudiantes sentados hasta en el suelo, nunca hemos podido olvidarlo. Y muchos de nosotros, que años más tarde nos hemos dedicado a este extraordinario oficio de profesor, todavía procuramos inspirarnos en aquella forma de enseñar.

Con Josep Fontana aprendimos, aprendí y ya no he podido olvidar, que ser profesor significa mucho más que trabajar en la enseñanza. Ser profesor es una tarea noble, la más noble y comprometida que tal vez exista. Ser profesor es un privilegio. Supone una formidable responsabilidad. Un compromiso que no acaba en el aula o cuando se acaba la clase o el periodo lectivo, sino que se ha de prolongar durante todo el curso, toda la carrera e incluso más allá. Un compromiso que no acaba en la obligación de explicar de forma competente los contenidos de la materia.

No se trata de que los estudiantes sepan o piensen lo que dice, exige o piensa el profesor. Se trata de proporcionar a los estudiantes todos los conocimientos disponibles, un buen estado de la cuestión acerca de todo lo que se piensa, sobre las cuestiones relevantes de cada materia, para que cada estudiante sea capaz de comprender en profundidad los procesos en curso y de extraer sus propias conclusiones. Pero también de sugerirles caminos y vías de acceso a información variada y a actividades que tienen lugar fuera del aula.

Se trata de ayudar a formarse, como ciudadanos y como profesionales, a personas que son muy diferentes y que acuden a la universidad con trayectorias vitales muy distintas. Se trata de enseñar a pensar, a ser críticos, a ser capaces de resolver problemas, a saber trabajar en grupo con personas que piensan diferente. Se trata de crear un vínculo, invisible pero sólido, basado en la confianza mutua entre profesor y estudiante, en singular no en plural. Se trata, por supuesto, de ser competente y experimentado y de valorar con justicia el esfuerzo personal. Pero también de estar siempre disponible, de acompañar al estudiante durante su etapa formativa, de estar particularmente pendiente de quienes necesitan más ayuda, de saber también proporcionar alas a quienes quieren volar más alto. Un profesor nunca mira el reloj para ver si la clase o la tutoría han acabado. Esa es la diferencia entre ser profesor y trabajar en la enseñanza.

No es un trabajo cualquiera. Trabajas con personas, abiertas, atentas y sensibles y de tu trabajo y de tu actitud se derivan consecuencias muy importantes. Para bien o para mal. Quien entienda que el oficio de profesor es un trabajo ha equivocado su vocación y no será feliz en el aula. Y si un profesor no es feliz en el aula rápidamente transmite esa sensación a los estudiantes. Y entonces no es posible sacar nada bueno de ahí. Todo esto, y mucho más, es lo que sembró Josep Fontana entre muchos de nosotros. Prueba de ello es que mantiene hasta hoy relación con muchos de sus antiguos alumnos y alumnas. Y sigue disponible.

CIUDADANO CRÍTICO
En tercer lugar, queríamos reconocerle públicamente muchas más cosas. Queríamos agradecerle su incansable compromiso con las causas justas, su mirada crítica sobre el mundo actual, su batalla contra el aumento de las desigualdades, su interés por explicar, en especial a las jóvenes generaciones, que las cosas pueden cambiar y que el futuro será lo que nosotros queramos que sea. Todavía recuerdo que meses antes, en el propio paraninfo de la Universidad de Valencia, Josep Fontana impartió una conferencia sobre el mundo actual, con motivo de la presentación de su gran obra reciente Por el bien del Imperio, y lo más impresionante es que el paraninfo quedó completamente desbordado por la presencia de centenares de jóvenes.

Porque Josep Fontana es también un académico y un ciudadano comprometido con su tiempo y muy atento a los cambios recientes. Con ello quiero decir que entiende la importancia del conocimiento como algo fundamental. Como condición necesaria, pero no suficiente. También es necesario el compromiso cívico, la necesidad de impulsar movimientos sociales amplios y campañas explicativas.

REFERENTE ÉTICO
Personalmente creo que Josep Fontana es mucho más que un académico-activista. Para muchos de nosotros es una referencia ética. Forma parte de un grupo extraordinario de mujeres y hombres que dedican su vida a defender y explicar, con argumentos, que hay otras formas más decentes de hacer las cosas. Que hay una agenda alternativa a la impulsada por el pensamiento neoliberal. Que hay valores que hunden sus raíces en la Ilustración por los que merece la pena implicarse. Que no es posible callar frente a lo intolerable. Que hay que abandonar las “zonas de confort” académicas, el pensamiento “cómodo” y explicar lo que verdaderamente está pasando. Aunque te sientas en minoría en mitad de la gran marea neoliberal con todos sus bien financiados think tanks, fundaciones y departamentos universitarios dedicados a dar apariencia de barniz académico lo que no es más que una descarada estrategia dedicada a desmontar sistemáticamente los pilares fundamentales del Estado social y la democracia allí donde la democracia y el Estado social han ido más lejos. Y a impedir que en otras partes del mundo puedan imaginar un día en que las gentes puedan disponer de algo parecido. Y esto no es nada revolucionario. O sí, según se mire. Pero ese día hizo una afirmación que bien podría resumir lo que ha sido hasta ahora su brújula, que lo es también para muchos de nosotros: procurar que exista el mayor grado de igualdad posible con el mayor nivel de libertad posible.

En este grupo extraordinario de mujeres y hombres están, para mí, junto a Josep Fontana, personas como Susan George, David Harvey, Saskia Sassen, Vandana Shiva, Wendy Brown, Noam Chomsky, Amin Malouf, Zigmut Bauman o Sami Naïr. Desde otro plano personas como José Mujica o Josep Bové. También algunos que ya nos han dejado, como Eduardo Galeano y José Saramago. Son la conciencia global. Son el fundamento que inspira a muchos movimientos alterglobalizadores en el mundo. Y todos reúnen una cualidad que está al alcance de muy pocos: son referente para las jóvenes generaciones. Lo pude comprobar ese día en el paraninfo de mi universidad. También cuando meses más tarde vino al mismo lugar Susan George. Ambos “jóvenes” de más de 80 años.

En ese contexto hay que situar su insistencia en poner la atención en los grandes cambios que se están produciendo en las recientes décadas y además de no resignarse la necesidad de revisar paradigmas como el de progreso social. Y sobre todo en algo sobre lo que insiste de forma reiterada, también en la lección magistral que dictó en el acto académico: “Uno de los aspectos más alarmantes de la evolución actual de nuestras sociedades es que la desigualdad está experimentando un aumento incontrolable”.

Las causas que explican lo que Krugman ha llamado “la Gran Divergencia”, Rosanvallon “el Gran Cambio” y Susan George “ la Gran Regresión Neoliberal”, son de naturaleza política y responde a una estrategia que se remonta a los años setenta del siglo XX. La desproporcionada distribución de ingresos en las sociedades desarrolladas, aquella que hace que realmente haya sido una exigua minoría la que se beneficia en detrimento de la mayoría, obedece a cambios operados en “las normas, las instituciones y el poder político” y es en ese terreno donde ha de formularse un proyecto alternativo. Con un enfoque coincidente, lo explicó muy bien Josep Fontana, en un texto seminal que también merece ser leído con atención: “ (…) necesitamos evitar el error de analizar la situación que estamos viviendo en términos de una mera crisis económica –esto es, como un problema que obedece a una situación temporal, que cambiará, para volver a la normalidad, cuando se superen las circunstancias actuales–, ya que esto conduce a que aceptemos soluciones que se nos plantean como provisionales, pero que se corre el riesgo de que conduzcan a la renuncia de unos derechos sociales que después resultarán irrecuperables. Lo que se está produciendo no es una crisis más, como las que se suceden regularmente en el capitalismo, sino una transformación a largo plazo de las reglas del juego social, que hace ya cuarenta años que dura y que no se ve que haya de acabar, si no hacemos nada para lograrlo. Y que la propia crisis económica no es más que una consecuencia de la gran divergencia”.

Esta profunda transformación del poder se basa en una ideología muy concreta que bien podemos definir como neoliberalismo que ha sido capaz de construir una narrativa hoy hegemónica, y también un nuevo tipo de legitimidad. A esta tarea se dedica “un amplio espectro de oscuros personajes no elegidos” (…) con muchos medios, para influir, infiltrar y en algunos casos reemplazar gobiernos, jibarizando siempre la democracia. Son los “escuderos” de los que habla Owen Jones en The Stablisment.

La Agenda de Washington no fue más que el corolario lógico de un trabajo previo que desbrozó todo el camino. Responde al gran consenso de las élites. Al consenso del sistema. La extraordinaria concentración de poder y riqueza en manos de grandes corporaciones transnacionales y de una clase alta global, el hecho de que pueda tomar sus decisiones de forma unilateral y sin que apenas se les pueda ofrecer resistencia, que puedan usurpar, detentar, el poder de forma ilegítima, no es ninguna casualidad sino fruto de una estrategia deliberada mantenida durante décadas. Y aunque algunos hechos geopolíticos contribuyeron a allanar el camino, lo cierto es que desde mucho antes había un propósito: ganar la batalla de las ideas y las percepciones. Y esa batalla a día de hoy la han ganado de forma incontestable. Y ganada la batalla de las ideas (y del lenguaje) han conseguido que la política se oriente a beneficiar a una reducida élite social, trasladando a su vez la percepción de que lo que es bueno para esa élite es bueno para la mayoría.

Hoy son los que menos tienen los que están a la defensiva. Bien mirado, el debate sobre el poder (y la capacidad de intimidación) ha sido siempre la gran cuestión central. Y desde hace tiempo el poder (y la capacidad de infundir temor) se ha concentrado solo en un lado de la mesa. La “capacidad de intimidación”, a la que también Fontana presta mucha atención, propia de las sociedades industriales y de los poderosos sindicatos obreros (el “reformismo del miedo” del que habla Rosanvallon es cosa del siglo pasado. Es más, las élites y las grandes empresas transnacionales no ven ahora razón alguna para tener que sentarse a la mesa de los consensos, puesto que en el otro lado hay ruido e indignación fragmentada, pero no alternativas consistentes ni organización. De ahí, la arrogante pero muy sincera afirmación de Warren Buffet, uno de los mayores exponentes de la élite global: “la lucha de clases sigue existiendo, pero los de mi clase van ganando”.

Han sido capaces de cambiar completamente el marco del debate. Para conseguir que las ideas que en los años sesenta eran impensables o extravagantes fueran lo único posible veinte años más tarde. Para “sentar las bases intelectuales para toda una serie de ideas radicales de derechas y luego popularizadas ante el gran público”. Ideas, mitos y creencias, muchas veces equivocadas o sin mayor fundamento que la fe, que hoy se consideran “verdades incuestionables” y que contribuyen a justificar una agenda no muy extensa pero consistente que objetivamente perjudica a la mayoría, aunque esa mayoría no lo perciba así, en el seno de nuestras sociedades.

Hoy, entre las verdades incuestionables de aquella formidable “contrarreforma” consolidada en los noventa (bancaria, educativa, sanitaria, de gestión pública, laboral…) encontramos aquellas que fundamentan la economía política de la desigualdad y de la inseguridad: subir los impuestos a los que más tienen es perjudicial para la mayoría, es necesario introducir recortes en el gasto público social para garantizar el equilibrio de las cuentas públicas, las políticas de austeridad y de recortes salariales acabarán por traer la recuperación a nuestras economías, la gestión privada es mucho más eficiente que la gestión pública por lo que la “externalización” es lo más adecuado, una economía desregulada es mejor que un sistema en el que el Estado mantenga estrictos mecanismos de regulación y control, las empresas funcionan mejor si no están sujetas a rígidos acuerdos sindicales o a convenios que regulan sectores, el Estado es demasiado grande y es necesario reducirlo en favor de los mercados, si las cosas me van mal yo soy el responsable, las políticas keynesianas son el pasado… No hay más que una política posible. No hay alternativa, dicen desde hace décadas.

Porque el marco del debate es otro: lo importante, dicen, es eliminar barreras comerciales porque se crearán millones de empleos, bajar los impuestos porque “el dinero donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos”, aunque la consecuencia sea recortar gasto público social. Lo importante es, al tiempo que se aprueban regalos fiscales y se decretan amnistías para los evasores de impuestos, perseguir a los “gorrones del Estado” que se “benefician” de forma fraudulenta del cobro de pequeños subsidios o ayudas por desempleo, hijos o vivienda. Lo importante es impedir que inmigrantes puedan acceder a servicios de sanidad o ayudas de vivienda. Estos son los adversarios del Estado a los que perseguir. Y no los otros.

Han conseguido también superar contradicciones injustificables y situar en el imaginario público la versión contraria a la realidad de los hechos. En especial una: afirman que son firmes partidarios de reducir el Estado pero en realidad las grandes corporaciones obtienen formidables beneficios de la esfera pública. Hasta el punto de que probablemente no podrían vivir sin los presupuestos del Estado. El nuevo “neoliberalismo de Estado” defendido por las élites, una curiosa variante del pensamiento liberal, consiste en privatizar y liberalizar lo que proporciona beneficios y en dejar en manos del Estado o devolver lo que no es rentable. Se trata de obtener el máximo de ventajas del presupuesto público, haciendo ver al tiempo que el Estado tiene que reducirse porque es lo mejor para la mayoría. “Se trata de convertir intereses privados en leyes de parlamentos nacionales”.

Y aunque los datos indiquen de forma reiterada que situar excesivamente el foco en déficit y deudas en detrimento de objetivos de largo plazo como crecimiento y reducción del desempleo es un camino equivocado, las corporaciones y sus representantes en los gobiernos y parlamentos insisten. Es el único camino posible que las élites europeas han sido capaces de ofrecer a sus ciudadanos mediante la aplicación sistemática de lo que Fituossi y Saraceno han definido como el Consenso Berlin-Washington. Aunque la teoría evidencie ausencia de robustez empírica y aunque los datos aconsejen lo contrario, no hay elección para los ciudadanos. Gobiernos y parlamentos aplican acuerdos y pactos de inspiración neoliberal.

Es, por tanto, en la política donde están las causas que explican la situación actual. Es el poder concentrado en pocas manos y la política puesta al servicio de las élites y las grandes corporaciones. Las causas que explican esta gravísima erosión del Estado social y el espectacular aumento de renta del 1 por ciento más rico no puede atribuirse a la globalización “sino que derivan del alcance y del poder globalizado de las élites económicas euro-estadounidenses”. Es decir, decisiones que se sitúan en el ámbito de la(s) política(s). Y además, las élites escriben las reglas del juego y también eligen a sus propios árbitros

Pero en ningún lugar está escrito que las cosas no puedan ser de otra manera. Esta es otra de sus ideas fundamentales. Hay que insistir en la batalla de las ideas. Para cambiar completamente el marco del debate. Pero como bien sabemos las ideas cambian lentamente y los cambios profundos todavía más. De ahí que no haya tiempo que perder.

ALTERNATIVA POSTNEOLIBERAL
Yo también creo, como él que es posible construir un nuevo relato alternativo para un futuro postneoliberal. Que lo que hoy puede parecer utópico puede ser un marco de referencia aceptado por la mayoría dentro de una década.

Hay que construir la alternativa sobre otros fundamentos. Trabajando de forma paciente para cambiar los términos del debate. Un reconocimiento honesto y realista de la situación de partida puede ser de gran utilidad para construir una alternativa a medio plazo. Los campos de discusión decisivos tienen que ver con la igualdad, con el papel del espacio público, con la redistribución de la riqueza, con el fortalecimiento del Estado social, con la autonomía de la política, y con la apuesta por la transición hacia nuevas formas de organización política, social, económica y ambiental.

Hoy, las élites europeas solo pueden presentar como credencial más sobresaliente su fracaso y su connivencia a la hora de impulsar su agenda neoliberal y sus políticas de austeridad. Por eso es imprescindible conseguir que suba la marea en favor de otra Europa. Para que las democracias low cost adquieran mayor densidad y capacidad. Para que democracia y soberanía sean conceptos que tengan pleno sentido. Para que el poder tenga que escuchar. Para obligarlo a cambiar. Porque “el poder no hace ninguna concesión a menos que se le exija (…) Nunca ha hecho ninguna y nunca lo hará”. Esto es lo que nos enseña la historia. Y los ciudadanos movilizados tienen una gran capacidad para llevar a las élites a la mesa de los consensos.

Esta es la invitación amable que nos hace Josep Fontana: aunque sea costoso y lento, trabajar con otros para conseguir cambios positivos en el mundo es la forma de vida más reconfortante. También sabemos por experiencia que hay avances y retrocesos, que no hay nada asegurado. Que lo que parecía estable, “sólido”, para una generación de europeos, ya no lo es para la siguiente. Al final dependerá de lo que los ciudadanos organizados decidamos respecto a nuestro futuro y el de nuestros hijos. Como suele repetir a menudo, lo que tengamos será lo que habremos merecido.

Gracias, querido maestro.
(Foto de Rosa Peña: Primavera en mi barrio. Rivermark. Santa Clara. California)

lunes, 20 de abril de 2015

El maestro inspirador. A los que lean esto y aún tengan abuelos, no olviden ir a verlos, hablar con ellos, escucharlos, aprender de ellos

En la entrevista con Ángel Viñas de El País Semanal del 16 de febrero, en la página 53, se hace una mención a mi abuelo, José Aldomar Poveda, de quien afirma que le inspiró. Me gustaría escribir unas cosas sobre mi maravilloso abuelo, que falleció el 30 de diciembre pasado y dejó un vacío inmenso en nuestras vidas.

Mi abuelo nació el año de la revolución rusa, y fue “miliciano de la cultura”, con orgullo, en las trincheras republicanas, durante la Guerra Civil, enseñando a leer y a escribir a muchos. Conoció a mi abuela a los 12 años en el instituto de San Isidro de Madrid, donde se enamoraron y siguieron juntos el resto de sus vidas. Como él decía, su universidad fue la cárcel. Y ¡qué universidad tan privilegiada; en vez de truncarle la vida, le dio alas! Rodeado de personas como Buero Vallejo, Miguel Hernández y muchos otros, le sirvió de inspiración para transmitir a muchos otros ese espíritu y visión del mundo que ellos tuvieron que luchar tanto por conseguir y defender, y no paró hasta el final. Y por eso se hizo profesor.

Su bondad, gracia, espíritu, valentía, generosidad, sus valores, marcaban o llamaban la atención de las personas. Era tanto filósofo como profesor; por supuesto, gran lector y escritor, pero también cómico y hasta músico sin saber música. Tocaba el piano y la armónica, y silbaba de maravilla. A todas aquellas personas que lean esto y aún tengan abuelos, no olviden ir a verlos, hablar con ellos, escucharlos, aprender de ellos. Yo soy quien soy por los míos.

Ha dejado muchísimos escritos, dibujos, cuadernos de viajes de su querida España. Fue un gran explorador y amante de sus diversas tierras. Un “tesoro”, como decía él, y ahora a mí como nieta me gustaría mantener vivo ese espíritu que nos transmitió, su testimonio de vida y experiencias como legado.

Mirando sus escritos, me emocionó llegar a uno donde escribe: “Soy un hombre interesado, preocupado, que dedica la mayor parte de su vida a los problemas y a la orientación de los jóvenes… que no olvida su juventud para tratar de ayudarlos… y no solo un ser con conciencia de pasado, presente y futuro propios, sino cambiante, cambiante en su misma permanencia. Soy el que ya no es quien fue, soy el que aún no es el que será”. Es un orgullo que todo el mundo le quisiera tanto. Le vamos a echar mucho de menos, pero nunca nos dejará de inspirar.
 9 MAR 2014 -
Correo electrónico.
http://elpais.com/elpais/2014/03/04/eps/1393933319_538684.html

martes, 4 de noviembre de 2014

Cómo ser profesor de español en el extranjero. Desde 2011 centenares de desempleados se reciclan como docentes para poder trabajar

Es necesario prepararse, no basta con ser nativo.

En el año 2011, hubo una avalancha de estudiantes en el Instituto Cervantes de Londres. Más de 300 españoles acudieron a sus oficinas para formarse como profesores de español y poder dar clase en habitaciones de casas alquiladas, academias o colegios. Muchos de ellos eran arquitectos o ingenieros que habían perdido su trabajo en España y querían reciclarse. La demanda de orientación fue tal que llevó a los responsables del centro a diseñar el curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, de una semana y un coste de 75 libras (90 euros).

“Lo más importante es no lanzarse a la aventura de la docencia sin más, porque no basta con ser nativo”, apunta Gemma Belmonte, profesora de español en el Cervantes londinense. Además de aprender a planificar una clase, gestionar un grupo, corregir errores, trabajar el léxico o mejorar la pronunciación, los aspirantes a profesor de español deben conocer el contexto laboral del país en el que quieren instalarse y las vías para conseguirlo. “Los españoles llegan cabizbajos, se sienten frustrados por no poder ejercer su especialidad. Eso es lo primero que tienen que cambiar, su actitud”, precisa Belmonte. En cada país existen unos códigos de comportamiento a la hora de presentarse a una entrevista. En Inglaterra la clave es confiar en uno mismo y ser capaz de convencer en cinco minutos de la capacidad para manejarse en el aula, lo que llaman el speech elevator (conversación en el ascensor). “Es como imaginar que coincides en el ascensor con un potencial empleador y en pocos minutos contarle quién eres, qué quieres y qué puedes hacer”, remarca Belmonte.

Macarena Muñoz, licenciada en periodismo de 31 años, se matriculó en un curso de dos semanas en la Universidad Antonio de Nebrija y se presentó en Toronto (Canadá) en agosto de 2012. Nada más aterrizar, puso un anuncio como profesora de español en la web Craiglist, se hizo business cards (tarjetas de visita) y asistió a eventos de networking para hacer contactos. En pocas semanas consiguió alumnos para clases particulares y en meses la contrataron para dar clase a empleados de compañías con negocios en Latinoamérica. Su sueldo ronda los 2.000 dólares canadienses. “No basta con dominar la lengua, hace falta una mínima formación. Luego ya es como todo, se aprende a base de errores”.

Como cada territorio tiene su manual de instrucciones interno, la recomendación del Cervantes es realizar el Curso de Formación Inicial para profesores de ELE, de cuatro meses de duración y un precio de 1.450 euros, en el país en el que se vaya a residir para conocer desde el primer momento las claves sociales y burocráticas del lugar. “Las prácticas del curso -de una semana- se realizan in situ y eso permite al estudiante hacer contactos y conocer los problemas de aprendizaje que se dan en cada país. No es lo mismo enseñar español a un chino, que no conoce la existencia de los artículos, que a un francés. Tampoco es lo mismo buscar empleo en Europa que en Asia”, señala Elena Verdía, jefa del departamento de formación de profesores del Instituto Cervantes, con sede en 86 ciudades de 43 países en los cinco continentes. El requisito para acceder a este curso es ser titulado universitario.

“Informamos a los alumnos de la situación de cada país. Donde más fácil lo tienen es en la Unión Europea, pero a la vez es donde más profesores formados hay, el mercado es más competitivo”, añade. La puerta de entrada son los países más alejados como Australia, Filipinas, Rusia, China o Japón, donde ha aumentado la demanda de profesores de español. Recientemente el Cervantes de Sydney ha solicitado docentes, pero el hándicap es que el trabajador ya debe tener resuelta la residencia legal o el visado para poder trabajar. “No queremos dar a entender que es fácil entrar a la plantilla del Cervantes, porque no lo es”, incide Verdía. Hay dos vías de acceso, o por concurso público de oposiciones o como colaborador temporal.

Pese a ser licenciado en Filología Inglesa, Miguel Delatorre, de 40 años, acabó como jefe de zona de cinco agencias de viaje de Madrid, hasta que llegó la crisis. Se quedó en paro y meses después vio en Linkedin que la escuela Les Roches International School estaba buscando un profesor de español para su sede en Shanghái. Pese a su desconexión con la docencia, mandó un correo al director de la escuela ofreciéndose para el puesto. Se comprometió a realizar un curso de un mes en la International House de Madrid. Dos días después le confirmaron en una entrevista por Skype que había sido seleccionado. “Todo esto ha sido increíble porque he cumplido dos sueños: el de ser profesor y el de vivir en Asia”, cuenta en un correo electrónico.

Además de los licenciados en filología hispánica que deciden ejercer como docentes fuera de España, hay otros muchos perfiles profesionales que sin tener conocimientos específicos se lanzan a la docencia del español. Para ellos existen dos opciones. O bien matricularse en un máster en ELE (Enseñanza del Español como Lengua Extranjera) o en uno de los múltiples cursos intensivos de dos semanas o varios meses de duración. Las dos opciones se imparten en universidades públicas y privadas con la colaboración del Instituto Cervantes o en escuelas privadas de prestigio como International House.

“Lo que nos diferencia de otras escuelas es el aspecto práctico del curso. Desde la primera semana ya dan clases supervisadas por un tutor a alumnos extranjeros”, indica Berta Sarralde, coordinadora de formación en International House Madrid, centro acreditado por la International House World Organisation y con una trayectoria de más de 30 años en la formación de profesores de español. El Curso de Profesor especialista en ELE, de 150 horas, cuesta 1.350 euros y se puede realizar de forma intensiva en un mes o en tres meses. Para acceder se requiere una titulación universitaria o superar un proceso de selección donde se valoran los conocimientos generales y la capacidad de análisis de la lengua.

Universidades públicas y privadas también imparten másteres y cursos. Ejemplo de ello es la Universidad Antonio de Nebrija, pionera en España en la formación de docentes con el lanzamiento en 1990 del Máster en lingüística aplicada a la enseñanza de ELE, de un año de duración y 6.775 euros en modalidad semipresencial. Además, imparte cursos intensivos más cortos de dos o más semanas en colaboración con el Cervantes a un precio que ronda los 600 euros.

5 consejos para buscar trabajo como profesor en Inglaterra

1- Deshacer ideas preconcebidas. Lo primero es cambiar la forma de pensar y no considerar la reconversión a profesor d español como una derrota. En Reino Unido no es un fracaso cambiar de profesión, es otra fase de la vida, una nueva experiencia. Es importante cambiar el chip para empezar la búsqueda de empleo.

2- Conocimiento práctico de la lengua inglesa. El B1 o B2 no garantizan que se hable un buen inglés. Es necesario dominar un nivel de inglés que permita desenvolverse en la búsqueda de empleo, realizar entrevistas telefónicas y redactar documentos. Debe sonar profesional. La clave es estar seguro de poder transmitir todo lo que se quiere decir. La profesora del Cervantes Gemma Belmonte recomienda apuntarse a clases y cursos de conversación. El St. Giles College de Londres ofrece estas clases de forma gratuita. El objetivo es manejar la terminología específica de educación en inglés.

3- Saber venderse. Un punto en el que suelen fallar bastante los españoles son las herramientas para saber venderse. El currículum y la carta de presentación deben estar perfectamente elaborados en inglés. “Algunos preguntan si hay que llevar corbata. Obviamente, sí. La sociedad británica es menos permisiva en las entrevistas, son muy estrictos”, apunta Belmonte.

4- Convalidación de títulos. Los filólogos pueden convalidar sus títulos en el Ministerio de Educación británico para dar clase.

5- Convencer de tu valía en 5 minutos. Transmitir seguridad, confianza en uno mismo y profesionalidad es muy importante. Los empleadores deciden sobre los candidatos en cinco minutos. En Inglaterra suelen hablar del elevator speech (conversación en el ascensor): si te montas en un ascensor con un potencial empleador tienes cinco minutos para presentarte, contar tu experiencia profesional y sonar interesante.

Estas recomendaciones forman parte del curso Cómo buscar trabajo como profesor de español en Inglaterra, impartido por el Instituto Cervantes de Londres.