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sábado, 5 de noviembre de 2016

¿Puede un comunista ser profesor de Universidad en Alemania?

eldiario.es

Kerem Schamberger ha estudiado comunicación en la Universidad Ludwig Maximilian (LMU) y pretendía comenzar un doctorado el 1 de octubre. En Alemania, los doctorados por lo general se llevan a cabo mediante un contrato laboral que incluye una parte de investigación y otra de docencia en la Universidad en la que se desarrolla.

El joven, de 30 años, no ha podido comenzar aún su relación laboral con dicha institución porque según un decreto que data de 1972 todos los funcionarios o personas que trabajan en el sector público han de ser controladas por el Estado frente a su posible radicalismo, para lo cual deben presentar una aprobación del servicio secreto alemán interno (lo que vendría a ser el CNI español).

La razón es que Schamberger no solo es comunista, sino que además es portavoz del partido comunista alemán DKP en Múnich. A pesar de que es un partido legal, se encuentra bajo vigilancia de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (el Verfassungsschutz), que lo califica de extremista.

La Universidad conocía la norma y la posición de Kerem en el partido comunista, por lo que pidió a las autoridades dicho consentimiento ya en julio. Sin embargo, este organismo aún no se ha pronunciado sobre la fiabilidad ideológica de Schamberger, con lo cual no ha podido comenzar a trabajar hasta el momento. Según el profesor Michael Meyen, que lleva la tesis de Kerem, en declaraciones al diario Süddeutsche Zeitung, éste ha sido un alumno excelente y asegura que tiene interés en contratarle “no porque sea comunista, ni tampoco a pesar de ello”.

Para Kerem, se trata de una exclusión práctica de la función docente para los comunistas. Y ello supondría un hecho anticonstitucional, ya que la Carta Magna alemana garantiza la elección libre de una profesión.

Schamberger asegura a este diario que de esta forma “se demoniza a los comunistas”, y explica que esta medida sirve como forma de intimidación: “Conozco a jóvenes que querían entrar en el partido pero que se lo piensan dos y tres veces antes de hacerlo, porque saben las consecuencias que puede tener en el caso de querer hacer carrera en el sector público”, asegura.

Schamberger explica además que en los últimos días, desde que se hizo pública la noticia, ha recibido numerosas muestras de solidaridad, desde los partidos políticos socialdemócrata SPD, Los Verdes (Die Grüne) y La Izquierda (Die Linke), así como de los sindicatos.

Herta Däubler-Gmelin, abogada de Kerem y ministra de Justicia entre 1998 y 2002– ha declarado al Süddeutsche que la actuación del servicio de protección a la Constitución “seguramente no es legal”. A raíz del suceso, se debatirá en el parlamento regional de Baviera la idoneidad de dicha ley, creada en el contexto de la guerra fría.

Las autoridades han comunicado a la prensa que no se pueden dar a conocer datos del caso por cuestiones de privacidad del afectado, así como que en ocasiones se tarda más tiempo en recibir una respuesta a este tipo de consultas porque hay que “comprobar todos los hechos”.

Esta no es la primera vez que Kerem Schamberger se ve en apuros por sus ideas políticas. En 2014 el Commerzbank cerró sin previo aviso su cuenta bancaria, como se contó en este medio. Kerem veía detrás de esta acción asimismo una motivación política y cómo no pudo hacer nada para impedirla.

Limpieza ideológica de facto
El llamado “Decreto de los radicales” (Radikalenerlass, en alemán) fue promulgado en 1972 bajo el Gobierno de Willy Brandt. En dicha ley se especifica que la fidelidad al orden constitucional actual debe ser un requisito para poder trabajar en el sector público. Pertenecer a una organización catalogada por el servicio secreto interno alemán como peligrosa para dicho orden era excluyente de la función pública.

Ya en los 50 y 60 algunos candidatos a funcionarios fueron rechazados, pero a partir de entonces se mencionaba dicho requisito explícitamente. La guerra fría no solo continuaba su curso, sino que se acentuaba. De ahí que el Estado alemán pretendiese de ese modo acabar con todo tipo de influencia de su enemigo comunista en el interior del Estado.

La prohibición de ejercer una profesión pública por motivos políticos afectó durante décadas a personas que pretendían trabajar por ejemplo como profesores o como conductores de tren, ya que a estas profesiones se accedía únicamente a través del empleo público. Desde que la ley se creó hasta 1991 alrededor de 1,4 millones de personas tuvieron que pasar por dicho proceso de control.

Esta praxis fue muy criticada en el interior de Alemania, así como en el exterior. En Francia por ejemplo François Mitterrand, el entonces presidente del partido socialista, se opuso a dicha ley. Las personas afectadas por el decreto continúan aún hoy reclamando una reparación y rehabilitación de su función pública.

Después de la caída del muro de Berlín, en el este de Alemania hubo una auténtica limpieza en el profesorado, desde infantil a universitario. Cientos de profesores fueron despedidos por su relación con el comunismo. Muchos investigadores se marcharon al extranjero a otras universidades, otros se reciclaron en la empresa privada con otras profesiones. La democracia de mercado de la Alemania reunificada demostraba en aquel momento muy poca flexibilidad.

Aunque la legislación continúa vigente, en cada Estado alemán se aplica de forma diferente. Por una parte existe la autocensura de la que hablaba Kerem Schamberger más arriba, en el sentido de que las personas que ya saben desde muy pronto que quieren dedicarse a la función pública no suelen formar parte oficial en organizaciones vigiladas. Por otro lado, la justicia ha ido dando la razón en parte a quien se ha mostrado contrario a que siga vigente una ley creada en un contexto muy diferente al actual.

En 1995 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos declaró que el Estado alemán había actuado en contra de los artículos 10 y 11 de la Convención Europea de Derechos Humanos al haber suspendido a una maestra por el mero hecho de pertenecer al partido comunista DKP. Dichos artículos garantizan la libertad de opinión y reunión. La maestra Dorothea Voigt recuperó su empleo y el Estado alemán fue condenado a pagar una multa.

En 2004 el profesor de instituto Michael Csaszkóczy fue suspendido de la función pública por sus actividades como activista antifascista. A pesar de no haber sido condenado por crimen alguno, durante 25 años el servicio secreto le tuvo sometido a vigilancia y en 2004 le despidieron por formar parte de la comitiva de la asociación Rote Hilfe, que se encarga de ofrecer ayuda jurídica a activistas cuando se encuentran con problemas legales.

En 2007 Csaszkóczy ganó un juicio y volvió a su puesto como profesor. Seguramente Kerem conseguirá su puesto en la Universidad, pero el tufillo a guerra fría y a las dos Alemanias no ha desaparecido del todo en el país.

Fuente original:
http://www.eldiario.es/internacional/Kerem_Schamberger-Universidad-Alemania-comunista_0_572542875.html

domingo, 25 de octubre de 2015

Sanders, ¿es un progresista o un radical?

Mike Davis
Sin Permiso

Inmediatamente después del debate presidencial demócrata de anoche [13 de octubre], Van Jones adelantó dos astutas observaciones: "ganó la clase", como lo hizo también el movimiento “Las Vidas Negras Importan” (Black Lives Matter). En el primer caso, por supuesto, fue gracias a la campaña de Sanders (aunque en realidad fue el ex senador de Virginia Jim Webb quien comenzó la revolución discursiva del debate al comenzar refiriéndose a "la gente trabajadora" en lugar de la "clase media"), mientras que en el segundo caso se trata de un homenaje a los miles que han seguido tan tenazmente en las calles y han interrumpido tan groseramente el mercadeo político habitual.

La pasión airada y la insubordinación juntas pueden tener éxito como si se tratase de la ira del Antiguo Testamento en el caso de nuestro hombre de Vermont. Por primera vez desde la elección de Ronald Reagan, el desplazamiento continuo hacia la derecha de los Republicanos no se ha reflejado en un desplazamiento equivalente y paralelo de los Demócratas para ocupar el espacio vacío.

Sanders - ¿podemos de verdad tener esperanza? - ha trazado una línea en la arena sobre la desigualdad económica, que las personas menores de treinta parecen apoyar abrumadoramente, y que aún pueden restar muchos votantes negros y latinos a las huestes de Hillary.

Y nadie desde Upton Sinclair ha explicado lo que es el "socialismo democrático" de una forma tan de sentido común y convincente: recuperar lo que le "corresponde en justicia" a la clase obrera de la renta nacional. Del mismo modo, su cruzada por una educación pública superior gratuita es una "reivindicación de transición" radical con más eco entre los jóvenes y los adultos jóvenes que cualquier otra propuesta que se haya presentado.

Pero las limitaciones del Sanderismo también son evidentes. La desigualdad económica no se atenúa gracias a las subvenciones públicas a los programas de igualdad de oportunidades en materia económica, una mayor igualdad de oportunidades para los negocios de propiedad familiar, o impuestos más altos. Para los socialistas la cuestión central es siempre la propiedad privada de los grandes medios de producción y la democratización del poder económico.

Aunque Sanders quisiera acabar con los bancos más grandes, no por ello defiende que sean de propiedad pública o que operen como empresas de servicios públicos. Lo mismo sucede con las empresas farmacéuticas. Esta incapacidad para plantear la cuestión de la propiedad fue también el talón de Aquiles del movimiento Occupy, del que Sanders se ha convertido en su candidato nacional.

Si se quiere trazar la genealogía del "1% frente al 99%", hay que remontarse no solo a William Jennings Bryan y el Partido del Pueblo (People’s Party), sino especialmente a los Republicanos Progresistas que apoyaron la breve ofensiva del New Deal contra el poder de las grandes empresas, como el gran George Norris de Nebraska.

Eugene Debs - ver alguno de sus discursos - habló de la desigualdad siempre en el contexto de la propiedad y la toma de decisiones, de expropiar el poder de los plutócratas, no simplemente de subirles los impuestos. Sanders, al igual que los progresistas, quiere romper los monopolios y apoyar a las pequeñas empresas, no democratizarlos y convertirlos en propiedad pública. (Los sindicatos, por cierto, no fueron mencionados ni una sola vez en toda la noche.)

Por lo que se refiere a los asuntos internacionales, Sanders fue francamente una decepción total, como lo demostró su apoyo repetido a "intervenir en Siria sólo como parte de una coalición con los estados árabes." ¿Qué significa eso? Arabia Saudi, las monarquías del Golfo, el régimen militar asesino en Egipto. . . ¿de quién sino está hablando?

Tuvo una oportunidad de oro para apoyar a los kurdos y denunciar la masacre en Turquía, pero al parecer eso queda fuera de los límites de una campaña centrada casi exclusivamente en la justicia económica en Estados Unidos. Del mismo modo, evitó deliberadamente disentir de las provocativas declaraciones de Clinton y Webb sobre la necesidad de hacer frente a Rusia y China.

Sanders es un gran populista económico, pero no un anti-imperialista. Sin embargo, en mi opinión, por ello mismo es más imperativo participar en la campaña de Sanders y criticarla desde dentro, como simpatizantes.

Mike Davis: profesor del Departamento de Pensamiento Creativo en la Universidad de California, Riverside, es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009).

Traducción: G. Buster

Fuente original del artículo en inglés:
https://www.jacobinmag.com/2015/10/hillary-clinton-bernie-democratic-presidential-debate/

Fuente del artículo en castellano: http://www.sinpermiso.info/textos/ee-uu-sanders-es-un-progresista-o-un-radical