Qué prisa se da la Real Academia Española de la Lengua para introducir en el Diccionario vocablos o acepciones nuevas que supuestamente recogen el habla popular, con lo que intenta dar una imagen de modernidad, cuando no de gracejo. Así se recogen voces como canalillo, chatear (cuando ya no se chatea) y próximamente quizá selfi, dron, apli, etcétera. Sin embargo, el lenguaje científico sigue siendo una catástrofe en el Diccionario. Consulten vocablos biológicos de uso muy corriente como protozoo, que pasó de ser animal microscópico… a organismo, casi siempre microscópico, cuyo cuerpo está formado por una sola célula o por una colonia de células iguales entre sí. Esta definición sirve también para bacteria, alga u hongo. Por cierto, bacteria (según la RAE) es un microorganismo unicelular procarionte, cuyas diversas especies causan las fermentaciones, enfermedades o putrefacción, en los seres vivos o en las materias orgánicas, olvidando la inmensidad de especies bacterianas que no hacen ninguna de estas tres cosas; o alga, que la Academia considera una planta talofita con clorofila; o, aún peor, hongo, que sería una planta talofita sin clorofila. Y así podríamos seguir casi eternamente.
Ya he perdido la esperanza de que la RAE realmente se sitúe a la altura cultural y científica de la comunidad hispanohablante, porque las próximas enmiendas del Diccionario me temo que no mejorarán el rico léxico científico, pero terminarán por admitir cocreta, porque lo dice mucha gente.— JOSÉ LUIS VIEJO MONTESINOS Madrid 5 ENE 2015 - El País.
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martes, 20 de enero de 2015
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