Como se sabe, al final de La evitable ascensión de Arturo Ui los verduleros de Chicago agradecen la protección que les ofrece el gánster, a quien el cielo ha enviado "para que paguemos por nuestras fechorías, / delitos, pecados, y simples tonterías" (Bertolt Brecht, Teatro completo, Cátedra).
Seguramente no tiene nada que ver con lo anterior, pero, ahora que lo pienso, el señor Díaz Ferrán se va de rositas de su jefatura empresarial. Nadie se ha atrevido a echarlo de allí a patadas, quizás porque sospechan, erróneamente, que tal cosa daría mala imagen al colectivo que lo eligió. Su testamento ideológico consiste básicamente en el apotegma de que de esta crisis sólo se sale trabajando más y ganando menos.
Se lo decía a mis improbables lectores hace unas semanas: pronto intentarán convencernos de las excelencias de la mano de obra esclava. La crisis y el miedo están propiciando que el segundo tsunami ideológico del neoliberalismo en lo que va de milenio logre lo que no habían conseguido los neocons del primero: convencer a no pocos currantes de que la obscena fórmula propuesta por algunos de los responsables de la actual situación (que los que tienen poco tengan aún menos) es la única capaz de sacarnos del agujero.
A mí, la verdad, se me ocurren algunas otras que no pasan necesariamente por la toma del Palacio de Invierno, pero que afectarían a los negocios y patrimonios de quienes exigen que todo cambie en los derechos de los trabajadores para que todo siga igual (o mejor) para los que compran su trabajo.
Si consiguen llevarse "el gato al agua" (según el nombre de uno de los programas de la derecha extrema) se confirmará una vez más la desoladora sentencia de Adorno y Horkheimer: "La historia de la civilización es la historia de la introyección del sacrificio. En otras palabras: la historia de la renuncia". Salvo en Francia, la capacidad de respuesta de la izquierda parece tan adormecida como la de aquel "paciente anestesiado sobre una mesa" del que hablaba J. Alfred Prufrock, la irresoluta criatura de T. S. Eliot.
Claro que, quizás, nuestro Zeitgeist requiera otro tipo de héroes...
(MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO en El País, 23/10/2010) Seguir aquí.
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domingo, 24 de octubre de 2010
lunes, 27 de septiembre de 2010
Motivos para no ir a la huelga
El 29 de septiembre hay convocada una huelga general. Percibo en mi centro de trabajo una apatía de los sindicatos por explicar la necesidad de esta medida tan excepcional de conflicto. Así que mis compañeras y compañeros se han “informado” más por las grandes corporaciones de la comunicación (PRISA, PLANETA, MEDIAPRO,…), que muy poco o nada han informado sobre las consecuencias de este nuevo marco jurídico laboral que pretende imponer el gobierno. Más bien se han centrado en dar todo tipo de motivos para no ir a la huelga. Entre ellos:
“Hay muchos liberados sindicales y son unos vividores”; “Los liberados sindicales no trabajan”; “Los estamos manteniendo el resto de trabajadores”; “La huelga sólo empeora las cosas”; “Los huelguistas son vagos que no quieren trabajar para sacar el país adelante”; “no sirve de nada hacer una huelga, porque estas medidas son inevitables”;…
Día tras día se repiten las consignas que persiguen crear un clima de opinión contrario a la huelga, y por si esto falla también hay empresas que envían cartas a los empleados recordándoles cuanto se les va a descontar de la nómina, hecho que junto al consumismo reinante y las cargas familiares supone un potente estímulo para no ir a la huelga.
Ciertamente hay conductas y actitudes rechazables e indignas en algunos liberados sindicales, incluso podemos considerar que el Estado ha legislado la representación de los trabajadores para favorecer la aparición de estas conductas que tanto benefician a las empresas y desmovilizan y perjudican a los trabajadores; y sin duda son un problema que debemos abordar las personas trabajadoras afiliándonos y participando en la dirección y organización del movimiento sindical, pero esta huelga no se convocó para defender esas erróneas conductas de algunos mal llamados “representantes de los trabajadores”. Esta huelga general es una medida tomada porque la reforma laboral del gobierno cambia profundamente las relaciones laborales, desprotegiendo jurídicamente al trabajador hasta límites propios del siglo pasado. Por eso es curioso ver como los medios, en lugar de discutir sobre el texto del decreto, de pronto se interesan tanto por denunciar estas conductas. Seguro que nunca los veremos denunciando que los accionistas mayoritarios del BBVA, de REPSOL, o PRISA no trabajan, y viven a costa nuestra con yates en el puerto de Mahón y mansiones con 6 cuartos de baño, y mucho menos se atreverán a llamarles vividores, al contrario harán algún programa de esos “diver” de la cuatro presentando ese modo de vida como aceptable, ético, deseable y alcanzable por todos.
En cuanto a lo de que “la huelga sólo empeora las cosas y no sirve para nada”, considero que el Real Decreto-ley 10/2010, de 16 de junio, y las modificaciones a su paso por el Congreso, supone ahondar en la misma política que originó esta crisis, es decir, que no hacer nada para exigir su derogación y permitir su implantación si que empeora las cosas. Esta crisis de capitalismo senil es fruto de la desregulación política de los mercados, que dejó en manos de las grandes empresas, especialmente del sector financiero, el control de los mismos, potenciando la voracidad de los especuladores tanto del sector financiero como inmobiliario. Ahora se produce, por lo menos, 4 veces más que hace 20 años en la misma unidad de tiempo por el empleo de nuevas tecnologías, que son fruto del esfuerzo colectivo e histórico de las clases trabajadoras, sin embargo los capitalistas traducen el uso de estos medios de producción en exclusión y paro de millones de personas, hecho que hace descender el consumo, lo que imposibilita la venta de las mercancías. En Canarias, la especulación en el negocio inmobiliario, potenciado por el desvío de decenas de miles de millones de euros públicos, vía rebaja fiscal (R.I.C.) y las duras condiciones de las hipotecas han desembocado en una crisis sangrante con miles de viviendas vacías y una desocupación de las camas hoteleras que ronda entre un 40% y 60%.
Mientras millones de personas han perdido sus empleos, y cientos de miles sus viviendas, los bancos, en cambio, han ganado 32.000 millones de euros entre 2008 y 2009, pero quieren aprovechar el rio revuelto para ganar más, así que pasan su receta al gobierno que la ejecuta sin rechistar: congelación de las pensiones para engordar el negocio de los planes privados, recortes sociales, mantenimiento de las rebajas fiscales a la gran patronal, y reforma laboral para incrementar la precariedad y el paro con la desproteción del trabajador. Amplia los supuestos para despidos improcedentes con indemnizaciones de 33 días de salario por año de servicio, de los que la empresa sólo paga 25 y el Estado paga 8. Es decir, cotizaremos para nuestro propio despido. Antes eran 45 días/año pagados por la empresa. Facilita los despidos por causas económicas con indemnización de 20 días de salario por año trabajado. Estas medidas facilitan el despido de quien tiene empleo, no crean empleo. Se arrasa con la base del derecho laboral: la negociación colectiva: la empresa podrá imponer modificaciones de horarios o traslados, podrá incumplir los acuerdos salariales pactados en convenio. Se extiende la precariedad permitiendo la entrada de las ETT,s en todos los sectores laborales y otorgando a las agencias privadas de colocación con ánimo de lucro competencias propias de los Servicios Públicos de Empleo.
Estas medidas generarán mayor rotación de trabajadores eventuales, vetados por la banca para obtener créditos hipotecarios, más miedo del trabajador y sometimiento a condiciones de explotación mayor. Está reforma empeorara más la situación, luchar contra su implantación si es necesario.
Lo de que “no sirve de nada luchar mediante huelgas, manifestaciones, u otras protestas porque las medidas son inevitables” es una consigna desmovilizadora que los medios repiten de forma compulsiva buscando la apatía y rendición bajo la asunción de que no hay otro camino que el ofertado por los capitalistas. “Las privatizaciones de las empresas públicas (UNELCO-ENDESA, IBERIA, TELEFÓNICA, …) son irreversibles, al igual que las rebajas fiscales, no se puede gravar los movimientos del capital financiero y mucho menos expropiarlo, no se pueden gravar las grandes fortunas y con ello crear empleo público en servicios esenciales, no se puede regular los mercados para evitar una economía especulativa y procurar que sea sostenible, social y productiva…” ¡¡¡Mentira!!! Si que se puede y se debe, si queremos salir del agujero negro donde nos han metido. Y lo primero es hacerles saber el rechazo a su camino, motivo suficiente para apoyar la Huelga General.
Cada persona alegará motivos para ir o no a la huelga el 29 S, pero espero que no sean los motivos que generosamente nos ofertan los medios de comunicación, también propiedad de los causantes de esta crisis. Es más honesto admitir que no se va por miedo. Y Lo de los descuentos y las cargas familiares es un arma de doble filo, pues nuestras hijas e hijos, mañana serán trabajadores y trabajadoras sometidos por este marco jurídico. Tu mismo.(T. Martín)
“Hay muchos liberados sindicales y son unos vividores”; “Los liberados sindicales no trabajan”; “Los estamos manteniendo el resto de trabajadores”; “La huelga sólo empeora las cosas”; “Los huelguistas son vagos que no quieren trabajar para sacar el país adelante”; “no sirve de nada hacer una huelga, porque estas medidas son inevitables”;…
Día tras día se repiten las consignas que persiguen crear un clima de opinión contrario a la huelga, y por si esto falla también hay empresas que envían cartas a los empleados recordándoles cuanto se les va a descontar de la nómina, hecho que junto al consumismo reinante y las cargas familiares supone un potente estímulo para no ir a la huelga.
Ciertamente hay conductas y actitudes rechazables e indignas en algunos liberados sindicales, incluso podemos considerar que el Estado ha legislado la representación de los trabajadores para favorecer la aparición de estas conductas que tanto benefician a las empresas y desmovilizan y perjudican a los trabajadores; y sin duda son un problema que debemos abordar las personas trabajadoras afiliándonos y participando en la dirección y organización del movimiento sindical, pero esta huelga no se convocó para defender esas erróneas conductas de algunos mal llamados “representantes de los trabajadores”. Esta huelga general es una medida tomada porque la reforma laboral del gobierno cambia profundamente las relaciones laborales, desprotegiendo jurídicamente al trabajador hasta límites propios del siglo pasado. Por eso es curioso ver como los medios, en lugar de discutir sobre el texto del decreto, de pronto se interesan tanto por denunciar estas conductas. Seguro que nunca los veremos denunciando que los accionistas mayoritarios del BBVA, de REPSOL, o PRISA no trabajan, y viven a costa nuestra con yates en el puerto de Mahón y mansiones con 6 cuartos de baño, y mucho menos se atreverán a llamarles vividores, al contrario harán algún programa de esos “diver” de la cuatro presentando ese modo de vida como aceptable, ético, deseable y alcanzable por todos.
En cuanto a lo de que “la huelga sólo empeora las cosas y no sirve para nada”, considero que el Real Decreto-ley 10/2010, de 16 de junio, y las modificaciones a su paso por el Congreso, supone ahondar en la misma política que originó esta crisis, es decir, que no hacer nada para exigir su derogación y permitir su implantación si que empeora las cosas. Esta crisis de capitalismo senil es fruto de la desregulación política de los mercados, que dejó en manos de las grandes empresas, especialmente del sector financiero, el control de los mismos, potenciando la voracidad de los especuladores tanto del sector financiero como inmobiliario. Ahora se produce, por lo menos, 4 veces más que hace 20 años en la misma unidad de tiempo por el empleo de nuevas tecnologías, que son fruto del esfuerzo colectivo e histórico de las clases trabajadoras, sin embargo los capitalistas traducen el uso de estos medios de producción en exclusión y paro de millones de personas, hecho que hace descender el consumo, lo que imposibilita la venta de las mercancías. En Canarias, la especulación en el negocio inmobiliario, potenciado por el desvío de decenas de miles de millones de euros públicos, vía rebaja fiscal (R.I.C.) y las duras condiciones de las hipotecas han desembocado en una crisis sangrante con miles de viviendas vacías y una desocupación de las camas hoteleras que ronda entre un 40% y 60%.
Mientras millones de personas han perdido sus empleos, y cientos de miles sus viviendas, los bancos, en cambio, han ganado 32.000 millones de euros entre 2008 y 2009, pero quieren aprovechar el rio revuelto para ganar más, así que pasan su receta al gobierno que la ejecuta sin rechistar: congelación de las pensiones para engordar el negocio de los planes privados, recortes sociales, mantenimiento de las rebajas fiscales a la gran patronal, y reforma laboral para incrementar la precariedad y el paro con la desproteción del trabajador. Amplia los supuestos para despidos improcedentes con indemnizaciones de 33 días de salario por año de servicio, de los que la empresa sólo paga 25 y el Estado paga 8. Es decir, cotizaremos para nuestro propio despido. Antes eran 45 días/año pagados por la empresa. Facilita los despidos por causas económicas con indemnización de 20 días de salario por año trabajado. Estas medidas facilitan el despido de quien tiene empleo, no crean empleo. Se arrasa con la base del derecho laboral: la negociación colectiva: la empresa podrá imponer modificaciones de horarios o traslados, podrá incumplir los acuerdos salariales pactados en convenio. Se extiende la precariedad permitiendo la entrada de las ETT,s en todos los sectores laborales y otorgando a las agencias privadas de colocación con ánimo de lucro competencias propias de los Servicios Públicos de Empleo.
Estas medidas generarán mayor rotación de trabajadores eventuales, vetados por la banca para obtener créditos hipotecarios, más miedo del trabajador y sometimiento a condiciones de explotación mayor. Está reforma empeorara más la situación, luchar contra su implantación si es necesario.
Lo de que “no sirve de nada luchar mediante huelgas, manifestaciones, u otras protestas porque las medidas son inevitables” es una consigna desmovilizadora que los medios repiten de forma compulsiva buscando la apatía y rendición bajo la asunción de que no hay otro camino que el ofertado por los capitalistas. “Las privatizaciones de las empresas públicas (UNELCO-ENDESA, IBERIA, TELEFÓNICA, …) son irreversibles, al igual que las rebajas fiscales, no se puede gravar los movimientos del capital financiero y mucho menos expropiarlo, no se pueden gravar las grandes fortunas y con ello crear empleo público en servicios esenciales, no se puede regular los mercados para evitar una economía especulativa y procurar que sea sostenible, social y productiva…” ¡¡¡Mentira!!! Si que se puede y se debe, si queremos salir del agujero negro donde nos han metido. Y lo primero es hacerles saber el rechazo a su camino, motivo suficiente para apoyar la Huelga General.
Cada persona alegará motivos para ir o no a la huelga el 29 S, pero espero que no sean los motivos que generosamente nos ofertan los medios de comunicación, también propiedad de los causantes de esta crisis. Es más honesto admitir que no se va por miedo. Y Lo de los descuentos y las cargas familiares es un arma de doble filo, pues nuestras hijas e hijos, mañana serán trabajadores y trabajadoras sometidos por este marco jurídico. Tu mismo.(T. Martín)
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