Mostrando entradas con la etiqueta abolicionistas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta abolicionistas. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de febrero de 2025

Reconocer la prostitución como actividad laboral contribuiría a reforzar la masculinidad hegemónica



Fuentes: https://www.pikaramagazine.com


La socióloga Beatriz Ranea es Triviño es autora de los ensayos ‘Puteros’ y ‘Desarmar la masculinidad’. Defiende una posición abolicionista, después de haber comprobado en sus investigaciones que las narrativas de los hombres que solicitan prostitución «son de cosificación y de deshumanización»

Feminista, de familia andaluza migrada, barrio obrero, ciudad periférica. Para Beatriz Ranea Triviño, estos son ejes imprescindibles en su identidad. Es socióloga especializada en la (re)construcción del género en los espacios de prostitución. Cree que es necesario focalizar el análisis en la “masculinidad prostituyente”. Tiene un posicionamiento claro, aunque siempre está abierta al debate.

¿Desde cuándo te defines como abolicionista?

Siempre me ha gustado formarme, pero no tenía una idea tan clara de la prostitución hasta que empecé a investigar. A medida que fui leyendo más sobre la demanda, derivé hacia el posicionamiento abolicionista. Fue un punto clave. También lo fue el momento en que pasé por el barrio rojo de Amsterdam. Me quedé en shock al ver a las mujeres tras las vitrinas, como instaladas en un expositor. Es la cosificación llevada al extremo.

“Habría que ir hacia una política pública que quiera hacer frente a lo que está ocurriendo con la precarización, que disponga distintos recursos en varias esferas, como la normativa de extranjería”

¿Por qué no te parece que la prostitución se pueda considerar un trabajo?

Creo que reconocer la prostitución como una actividad laboral contribuiría a reforzar ese modelo de masculinidad que es contrario a cualquier avance que propongamos en términos feministas. He tenido bastante contacto con mujeres en esta situación y con entidades que trabajan en este ámbito y me parece que la prostitución está en esa intersección de discriminación patriarcal, en cuanto a la vulnerabilidad social en términos de género, y las exclusiones sociales que provoca el capitalismo neoliberal. También está ligada a desigualdades relacionadas con el origen y la racialización. Reconocerla como trabajo sexual contribuiría a naturalizar que para las mujeres en situaciones más precarias la prostitución sea una opción legítima de supervivencia.

¿Cuál sería la alternativa para esas mujeres que ahora se dedican a ello por necesidad económica?

Proporcionar recursos suficientes para ofrecer apoyos y soluciones de salida, porque hay muchas mujeres que quieren abandonarla. Habría que ir hacia una política pública que quiera hacer frente a lo que está ocurriendo con la precarización, que disponga distintos recursos en varias esferas, como la normativa de extranjería. El hecho de que en el Estado la mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución sean de origen migrante y en situación irregular nos tiene que hacer reflexionar sobre esta exclusión. En los circuitos informales de supervivencia, si eres mujer, esta es una de las principales salidas. Y España se considera uno de los burdeles de Europa.

Uno de los argumentos regulacionistas es precisamente que una normativa en torno a la prostitución podría beneficiar la situación administrativa de las mujeres migrantes, ¿qué opinas?

Si eso fuera así entenderíamos que la industria de la explotación sexual es muy bondadosa respecto a las mujeres en estos contextos. En algunos países donde se ha regulado, los proxenetas terminan no dando de alta a muchas mujeres y la situación no mejora sustancialmente. Seguimos reproduciendo lógicas colonialistas, porque vemos que la prostitución es para las otras, para las que no son autóctonas y acaban en estos contextos donde nosotras no queremos estar. Yo caminaría hacia otras realidades posibles donde el origen no te exponga a que la prostitución sea lo que te espera en el Estado español.

¿Distingues entre la prostitución en la que están inmersas mujeres que han llegado con mafias de trata con fines de explotación sexual, la prostitución por necesidad, u otros tipos?

La prostitución y la trata son indisociables, pero cada situación tiene sus especificidades. En los últimos años hay muchos más recursos (aunque siempre son insuficientes) para mujeres potenciales víctimas de explotación sexual, pero no los hay para las mujeres en situaciones de vulnerabilidad que han terminado en la prostitución y quieren dejarla. En 2018 trabajé en una investigación que recogía las consecuencias de la crisis económica, y veíamos que en contextos de mucha precariedad, la supervivencia femenina a veces se enfoca en la prostitución como opción, pensando no solo en las mujeres sino en las personas que dependen de ellas. Para mí es indisociable con la precarización del mercado de empleo y con distintas situaciones de exclusión. A veces en el debate se invisibiliza la precariedad y la vulnerabilidad, o se representa la idea de hipervíctima. Hay que recoger realidades y proporcionar recursos. Y, por supuesto, las mujeres tienen que ser las protagonistas de cada uno de los procesos que vayan a llevar.

¿Y si hablamos de mujeres que eligen libremente ejercer la prostitución?

No pongo en duda la libertad, aunque podríamos plantear si somos libres o a qué llamamos libertad para decidir en determinados contextos. Es una parte de la prostitución, más minoritaria, pero una parte. Yo no voy a cuestionar el relato de quien dice que elige ejercer la prostitución, ese relato está ahí, pero me resulta difícil pensarlo, sobre todo basándome en la experiencia en estos contextos, donde las vivencias son más de vulnerabilidad social que de libre elección. Habrá quien tenga esta percepción, y creo que hay que escucharla. También hay que tener en cuenta la existencia de estrategias de supervivencia para contarte por qué has terminado en ciertas situaciones.

Si estas condiciones (en relación a la salud sexual, violencia durante los encuentros, consumo de drogas) no fuesen así, es decir, si las mujeres tomaran más poder en estos encuentros sexuales, ¿crees que cambiaría algo?

El hecho de que se regulase no cambiaría de forma sustancial las consecuencias que tiene la demanda de prostitución en las mujeres, ni tampoco los relatos de los puteros. Necesitamos poner el foco en la demanda. Las narrativas de los hombres que solicitan prostitución son de cosificación y de deshumanización. Además, una de las características que les incita a escoger a una u otra mujer en prostitución es que sean nuevas en los espacios, y cuanto más jóvenes mejor, porque de este modo han hablado con menos mujeres y tienen menos estrategias de defensa. Así que no creo que mejorase la situación de las mujeres. También es importante reflexionar sobre cómo a nivel social marcamos frontera de lo que ocurre fuera de los espacios de prostitución y lo que ocurre dentro, donde muchas prácticas las consideraríamos violencia sexual.

¿Por qué tiene más relevancia el cuerpo en este ámbito que en otros en los que también está implicado el cuerpo, como la pornografía?

En la prostitución, el cuerpo entra en el terreno de la negación de la subjetividad de las mujeres, está atravesado por la política sexual y la negación de su deseo. El abolicionismo es una mirada radical a la sexualidad y la reivindicación del deseo de las mujeres, porque en la prostitución se impone el deseo del putero. Y esto se ha construido así a lo largo de la historia. Estamos en ese cruce entre patriarcado, capitalismo y colonialismo. Tras entrevistar a los puteros para realizar mi tesis, una de las conclusiones a las que llegué es que utilizaban los espacios de prostitución para restituir el modelo de masculinidad hegemónica que no podían representar del mismo modo fuera de los espacios de prostitución. Entienden esos escenarios como lugar para restablecerlo, y ahí pueden llevar a cabo prácticas que fuera de estos espacios son cada vez más sancionadas. Y no quiero decir que las mujeres no puedan decir que no, pero están ahí porque necesitan el dinero. Frente al avance de nuestros derechos, en estos espacios ellos no tienen que hacerse cargo y el sujeto masculino vuelve a estar en el centro. Por eso difiere de otros contextos, por su significado político.

¿Hay distintos perfiles dentro de estos hombres demandantes de prostitución?

La percepción que tienen de las mujeres es similar, aunque el discurso a veces puede ser incluso crítico. Alguno me decía que él sabía que era egoísmo sexual, que estaba imponiendo una forma de vivir la sexualidad a otra persona, pero eso no le frenaba a la hora de acudir a los espacios de prostitución. Depende de lo normalizado que tengan acudir a ellos o si son puteros habituales o eventuales. En este último caso puede haber más posibilidades de transformación. Hay mucho que investigar por ahí, qué diferencias hay entre quienes demandan prostitución cis, trans…

¿Crees necesario aumentar las actuaciones orientadas a los hombres que consumen prostitución?

Sí, es una de las patas. Si hablamos de prevención, se pueden llevar a cabo acciones de medio y largo recorrido, como implementar proyectos de educación sexual desde una edad temprana, trabajar la masculinidad que permanece más rígida o trabajar otros modelos, medidas que se llevan reivindicando por parte del feminismo desde hace mucho tiempo. Pero, ¿qué hacemos con los puteros ahora? Creo que las campañas de sensibilización están relativamente bien, pero habría que ver su impacto real, porque los más jóvenes, sobre todo, no saben lo que está detrás. Otras medidas tendrían que abordar si criminalizar o no a los demandantes de prostitución, aunque no soy muy defensora de las medidas punitivistas, porque eso tendría que ir incluido dentro de una política pública que tuviera en cuenta disminuir el poder de la industria e la explotación sexual.

¿Qué te parecen los colectivos como la desaparecida Hetaira, que defendía los derechos de las prostitutas?

Es legítimo que se organicen y que defiendan su posicionamiento. Creo que necesitamos salir de una confrontación entre dos posturas, parece que el enfoque de las feministas peleadas entre ellas es muy mediático. Vende mucho ver a varias personas peleándose por algo que tiene que ver con la masculinidad prostituyente.

Fijándonos en otros países, ¿hay algún modelo abolicionista que te interese?

Partimos de que todos los modelos son imperfectos, aún más en cuestiones de violencias machistas. Pero si me fijo en distintos países abogaría por el modelo nórdico que inauguró Suecia y que después han seguido otros. En él la prostitución se contempla como una forma de explotación y violencia hacia las mujeres, se dedican fondos importantes para quienes quieren dejarlo, recursos de capacitación para el trabajo y educativos. Además, se penaliza la compra de servicios sexuales.
Fuente: 

lunes, 17 de diciembre de 2018

Entrevista a Rosa Cobo, socióloga, feminista. Capitalismo y prostitución..

TribunaFeminista


“Es una gran noticia, una alegría”. Los mensajes se agolpan con la sentencia que declara nulos los estatutos del auto denominado “sindicato de trabajadoras sexuales”. Un día una sonrisa, otro un jarro de agua fría. Así parece ser la cotidianidad de las protagonistas del movimiento por la liberación de las mujeres, embarcadas en una larga lucha que hoy vive un momento de gran actividad.

En la agenda feminista se suceden debates, jornadas, asambleas, manifestaciones, en una efervescencia que se ha dado en llamar la Cuarta Ola. Una de sus voces más destacadas en España es la de la socióloga Rosa Cobo, investigadora, docente y activista. Cobo está esperanzada esta mañana gris de otoño por una buena noticia y por intuir la primavera de muchas jóvenes cabezas y corazones feministas incorporados al movimiento al que ha dedicado, y dedica, buena parte de sus afanes. Como la cosecha de una fruta madura, conseguir la abolición de la prostitución es la batalla feminista del presente.

– La Sala de lo Social de la Audiencia Nacional ha declarado la nulidad de los estatutos del sindicato Organización de Trabajadoras Sexuales (Otras). ¿Cree que este sindicato no es lo que afirma ser, un defensor de las prostitutas, sino más bien una herramienta para legalizar el proxenetismo en España?

– Yo creo que este sindicato es sobre todo una estrategia que tiene la industria del sexo para meter, por la puerta de atrás, la legalización de la prostitución. A pesar de muchas cosas que ya tienen, los proxenetas –auto denominados “empresarios del sexo”–, quieren mucha más legitimidad social y mucha más seguridad jurídica para ellos. Y este sindicato es un paso más en esa estrategia. Lo que quieren es esa regulación de la prostitución: si hay un sindicato, se reconoce que existe el trabajo, entonces se está mucho más cerca de lograrla.

– Entonces, ¿hay un lobby proxeneta detrás de esto?

– Sin ninguna duda. Yo pondría las manos en el fuego, no una, sino las dos.

– Mientras tanto ¿se están rearmando las feministas abolicionistas?

– Sí. Esto merece la pena contarlo. Estamos viviendo un momento histórico en el que ha dado comienzo lo que conceptualizamos las feministas como la Cuarta Ola, cuyo corazón es la lucha contra la violencia sexual, esta es la vindicación feminista fundamental que la articula. Las abolicionistas hace ya muchos años que están trabajando en ello, pero este es el momento en el que se ha creado un clima ideológico en el que la gente está comenzando a comprender que la prostitución es quizá la forma más brutal de violencia contra las mujeres. Se empieza a entender que es una economía criminal, que funciona de una manera muy parecida a una multinacional, y que mueve muchos millones de euros al día. Que tiene un significado no solo como violencia sino también en términos del capitalismo neoliberal y de las economías ilícitas. Aunque a la gente le llega todo esto de una forma un tanto difusa, se está consolidando la idea.

– Si la gente puede empezar a entender que es violencia y hay daños, que hay que hacer algo, entonces se preguntará cuál es el mejor abordaje legal a esto. Unas voces dicen que la regulación protegerá a las mujeres, otras que la abolición es el mejor camino. Incluso un sector ultra religioso hablará de prohibición. ¿Por qué ser abolicionista, cómo explicar que es lo correcto?

– No pongo en duda que para algunas feministas la regulación sea una estrategia que reduzca los daños sobre las mujeres prostituidas, que lo hagan de buena fe. El asunto es otro completamente distinto. No se puede considerar un trabajo una penetración múltiple, una mamada o un bukake. No se puede articular un trabajo sobre la base de un deseo sexual y de poder que tiene el 40 por ciento de la población masculina española. Un trabajo no se puede articular alrededor de lo que desee un grupo de varones.

Foto: Rosa Cobo feminista y profesora sociología del género en la Universidad de A Coruña

– Los regulacionistas nos dicen que hay otras explotaciones muy duras en el capitalismo…

– Por supuesto, y el feminismo abolicionista tiene una vena fuertemente anticapitalista. El feminismo de los años setenta ya hizo una crítica brutal a la familia patriarcal y también a la prostitución. Las feministas abolicionistas sabemos lo que significan, en términos de explotación económica, las maquilas, esas grandes zonas francas como resultado de la deslocalización de la producción de grandes empresas, con la mano de obra menos cualificada, con salarios ínfimos. La precariedad del mercado laboral, en el que las mujeres somos la mayoría en el trabajo a tiempo parcial, en el sumergido, en los salarios de pobreza, en los trabajos que están desnormados. Todo eso lo sabemos y tenemos una posición muy crítica. El asunto es que la tenemos también hacia la prostitución, porque la prostitución es explotación económica y además explotación sexual. Si la prostitución se llega a considerar como un trabajo, eso tiene efectos sobre el imaginario simbólico que tiene la sociedad acerca de las mujeres. Es enviar el mensaje de que, de una forma u otra, todas somos prostituibles. Potencialmente todas seríamos putas. Yo creo que la maquila y la prostitución son, quizá, los dos grandes paradigmas del capitalismo neoliberal.

La agenda de la profesora Cobo no para, a juzgar por las lucecitas que salen de su teléfono, aunque se la ve decidida a investigar y sobre todo, a vivir este momento con su propia hija adolescente, a quien parece tener siempre en algún lugar de su mente: una responsabilidad que no puede compararse a ninguna otra. Luchar por un mundo mejor para las jóvenes se convierte así en una gran motivación altamente afectiva. Rosa Cobo es la autora del ensayo “La prostitución en el corazón del capitalismo” (Catarata, 2017), en el que analiza cómo esta industria global, en el siglo XXI, es la fusión entre los intereses patriarcales y los intereses capitalistas, y además es clave para ambos. Su resultado es un proceso creciente de mercantilización de los cuerpos y de la sexualidad de millones de mujeres en todo el mundo, traídas de la periferia a los países centrales.

Entre la investigación, el activismo y la docencia, Rosa Cobo Bedia (Cantabria, 1956), es titular de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña y directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la misma. Para la próxima semana se ha embarcado en unas Jornadas Internacionales sobre Prostitución en la ciudad gallega en la que participarán algunas de las ponentes más reconocidas del movimiento por la abolición: la periodista sueca Kajsa Ekis Ekman, la abogada Charo Carracedo (portavoz de la Plataforma por la Abolición de la Prostitución, PAP) o la activista y superviviente de la prostitución, Amelia Tiganus. Ninguna de ellas tiene duda alguna sobre la gravedad de la violencia que supone esta esclavitud del siglo XXI.

– Las mujeres en prostitución sufren efectos muy graves sobre su salud física: lesiones, dolores, infecciones serias… la llegada a la prostitución no solo está relacionada con las situaciones de pobreza, lo que es una evidencia. También hay estudios que indican que en muchos casos han sido abusadas en su infancia y adolescencia. Estas jóvenes han desarrollado un mecanismo de disociación mental para resistir. Hay, desde el abuso infantil, un itinerario de la sexualidad que lleva a la prostitución, y la gente debe saber esto. El caso de Ámbar –pseudónimo de una superviviente que ha dado testimonio público de ello– es muy ilustrativo.

– Otra objeción constante es la imposibilidad de abolir la prostitución sin una acción global, ya que funciona como un mercado trasnacional de mujeres y niñas. Muchas veces se dice que las acciones abolicionistas desde administraciones pequeñas, como los ayuntamientos que se organizan contra la trata o con ordenanzas que prevén multas a los puteros, solo son parches. Que no hacen sino trasladar el problema de un sitio a otro.

–Yo eso lo veo como lo que se dice frente a los paraísos fiscales. También forman parte de la globalización, pero ¿es que vamos a renunciar a hacer políticas por eso? La prostitución al cien por cien no va a desaparecer, así como así. Lo primero es ilegalizar la industria del sexo, es decir, los clubes, los hoteles que son burdeles, los edificios o pisos que funcionan como tales, la agencias. Con ello se disuade a los proxenetas de que nuestro país es un buen lugar para invertir y blanquear su dinero. Segundo, mediante las multas, se penaliza la demanda, otra parte imprescindible. Y tercero, a la vez, hay que implementar políticas públicas para las mujeres. En España hay entre 300.000 y 100.000 mujeres en prostitución, por supuesto, las medidas para ilegalizar deben estar acompañadas de estas políticas.

¿Hay caballos de Troya en el feminismo actual? Como una intención deliberada de confundir.

–Sí los hay, sí, y el lobby proxeneta está detrás.

Otro de los debates actuales importantes en el movimiento es el del feminismo y la transexualidad.

– El tema trans se ha convertido en un tema de debate para un sector del feminismo. La posición del feminismo hasta los años ochenta fue que el género era una estructura de poder que era necesario desactivar, abolir. El horizonte del feminismo eran individuos que no tuviesen la marca del género. Las personas trans indudablemente viven una situación de marginación y falta de respeto social y merecen nuestra solidaridad y las políticas públicas necesarias para poner fin a esa discriminación. Sin embargo, la idea del sexo intencional no me parece útil para el feminismo. El feminismo es un movimiento social y una tradición intelectual que tiene como objetivo la emancipación de las mujeres. No es bastante con decir que te sientes hombre o mujer para serlo. Hay muchos otros elementos que intervienen en la conformación de la masculinidad y la feminidad. En todo caso, el tema trans se está lanzando contra el feminismo para crear un conflicto que en nada favorece ni al feminismo ni a las personas trans. Sospecho que favorece solo a quienes pretenden debilitar al movimiento feminista.

– Hemos visto estos días cómo las activistas de Femen España han sido golpeadas y pateadas, en el suelo, de forma salvaje, al protestar en una manifestación fascista. Tras las elecciones en Estados Unidos, y antes en Austria, Suecia o Brasil, hay analistas que afirman que el feminismo está actuando como un dique, más o menos sólido, frente al neofascismo, influyendo sobre todo en el voto de las mujeres. ¿Cree que es así?

– ¡Ah, las activistas de Femen enfrentándose a los fascistas, que acción tan valiente! Esas imágenes, esas mujeres, pasarán a la historia, así lo creo. El movimiento social que más rápidamente ha respondido a los neofascismos es el feminismo. En esto tiene una gran lucidez. Nosotras sabemos muy bien qué proyecto tiene para las mujeres el neofascismo: es la vuelta a los lugares de subordinación. Ellos nos ven como seres básicamente reproductivos. Todos los fascismos comparten una idea muy clara de la inferioridad de las mujeres.

Fuente:

https://tribunafeminista.elplural.com/2018/11/entrevista-a-rosa-cobo-autora-de-la-prostitucion-en-el-corazon-del-capitalismo/?amp_markup=1&__twitter_impression=true