‘The Wall Street Journal’ le ha llamado ‘el Lenin del Partido Republicano’. Otros destacados conservadores opinan que ese título le queda grande, pero no cabe duda de que a sus 48 años, Grover Norquist, asesor externo de la Casa Blanca, se ha convertido en la fuerza dominante de la política económica estadounidense
El carácter bocazas de Norquist se combina con una devoción ascética para su causa. Tanto que el programa electoral que aprobó el Partido Republicano la semana pasada para la reelección de Bush repite, punto por punto, su ideario. No es sorprendente. Norquist trabaja en estrecha colaboración con Karl Rove, el estratega electoral jefe de Bush, y tiene un amplio historial en promover la causa conservadora en Estados Unidos y el anticomunismo en el mundo.
Es difícil exagerar la influencia de Norquist en la política estadounidense. Él fue el artífice de la arrolladora victoria de los republicanos en las elecciones legislativas de 1994, que colocó a su aliado Newt Gingrich al frente de la Cámara de Representantes.Desde entonces, los conservadores no han abandonado el control del Legislativo, un tradicional feudo demócrata.
Desde hace más de 10 años dirige la Coalición Dejadnos Solos, que todos los miércoles celebra reuniones abiertas en las que representantes de diferentes grupos conservadores plantean iniciativas y anuncian programas de acción, y a las que George W. Bush y Dick Cheney envían siempre representantes personales. Dirige el proyecto calle K, destinado a erradicar toda influencia demócrata de los grupos de presión -los famosos lobbies- que se concentran en esa calle de Washington. Y quiere -y todo apunta a que va a conseguir- que la efigie de Ronald Reagan aparezca en los billetes de 10 dólares. Pero su principal instrumento para influir en la política es el grupo Americanos por una Reforma Fiscal (ATR, según sus siglas en inglés).
Este grupo de presión certifica la política fiscal de cada legislador.Si el congresista ha votado a favor de subidas de impuestos, está acabado, especialmente si es republicano. Una mala opinión de la ATR puede liquidar la popularidad de cualquier legislador, y dejarle sin fondos para llevar a cabo una campaña electoral.
Pregunta.- ¿Quién va a ganar el 2 de noviembre?
Respuesta.- Da igual. Nosotros controlaremos la Cámara de Representantes, y probablemente el Senado. Si gana Kerry, no va a poder hacer nada que no queramos nosotros. No le vamos a dar dinero para que gaste. No podrá subir impuestos. No podrá robarnos nuestras armas de fuego. Aunque perdamos la Casa Blanca, no va a ser el fin del mundo.
P.- ¿Y si gana Bush?
R.- El Partido Demócrata estará acabado para siempre. Si tenemos el control del Legislativo y del Ejecutivo, reforzaremos nuestro control del Poder Judicial para dirigirlo contra los demócratas.Llevaremos a cabo una modesta limitación de la capacidad de la gente para iniciar procesos legales contra las empresas, lo que dañará a los abogados especialistas en esos casos, que son uno de los puntales del Partido Demócrata. Aceleraremos el declive de los sindicatos. Recortaremos la financiación a grupos de empleados públicos, como los profesores, que son una de las grandes fuentes de votos de los demócratas. Y empezaremos a mover el Estado de Bienestar hacia un sistema privado, en pensiones y sanidad.
P.- ¿El fin de los demócratas?
R.- Sí, porque además su base demográfica se está hundiendo.Cada año mueren dos millones de personas que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y que vivieron la Gran Depresión. Esa generación ha sido una excepción en la Historia de EEUU, porque ha defendido políticas antiamericanas. Ellos votaron por la creación del Estado de Bienestar y por el servicio militar obligatorio.Ellos son la base electoral demócrata. Y se están muriendo. Y, al mismo tiempo, cada vez más estadounidenses tienen acciones.Eso hace que defiendan los intereses de las empresas, porque son sus propios intereses. Por eso, es imposible llevar a cabo políticas de odio social, de lucha de clases.
P.- ¿Qué hacen los demócratas para frenar su declive?
R.- Movilizarse. De ahí viene todo el apoyo que Kerry está recibiendo de gente como George Soros. Están como estábamos nosotros en 1968, cuando ganó Nixon, o en 1980, cuando ganó Reagan. Entonces, los demócratas controlaban el Congreso. Nosotros sólo podíamos optar a la Presidencia. Sabíamos que, si Nixon o Reagan no ganaban, y continuaba el dominio demócrata de la política de EEUU, entregarían el país a la Unión Soviética. Ahora ellos viven esa experiencia.
P.- Usted quiere recortar el tamaño del Estado a la mitad en 25 años. ¿Cómo?
R.- La clave son las pensiones y la sanidad. El año pasado Bush aprobó la creación de cuentas personales en las que cada ciudadano acumule ahorros para pagarse la asistencia sanitaria. Y en el programa electoral para la reelección se incluye una privatización parcial de las pensiones. Esos dos capítulos son un tercio del gasto público en este país. En 20 años, la mitad de la población estará en sistemas asistenciales y de pensiones privados. Y el Estado de Bienestar ya no será necesario. A eso se sumarán reformas de la Agencia de Protección del Medio Ambiente, y la reducción de competencias de la Administración Federal de Medicamentos (FDA), que autoriza la comercialización de fármacos.
P.- Y será la sociedad que usted quiere.
R.- Será una sociedad verdaderamente americana. Y enterraremos a los europeos. Además, reformaremos la legislación de inmigración, y cada año nos traeremos a un millón de los mejores cerebros de Europa. Ustedes también estarán acabados. Por de pronto, déjeme decirle que ya somos más libres que ustedes.
P.- ¿Por qué?
R.- Porque podemos tener armas.
P.- Pero también los europeos -y sobre todo las europeas- podemos desnudarnos más que los estadounidenses en la playa.
R.- ¿De quién son esas playas?
P.- Del Estado.
La visión de playas estatales con gente desnuda -o casi- desconcierta a Norquist, aunque no está claro si es por la titularidad pública de esos espacios o por el aspecto moral de la cuestión. Con esa incógnita abierta, la entrevista termina. Norquist vuelve a su tarea de lobbista, y empieza a hablar con sus colaboradores del secretario de Energía, Spencer Abraham.
Tras una breve interrupción para atender a un periodista de la Vieja Europa, la revolución liberal de Estados Unidos vuelve a ponerse en marcha.
El mismo Norquist ha declarado su objetivo: «No quiero acabar con el Estado. Sólo quiero hacerlo tan pequeño que pueda ahogarlo en la bañera».
DNI
V
Nacido: El 19 de octubre de 1956 en Wenton (Massachusetss). Cargo actual: Presidente de Americanos por una Reforma Fiscal y de la Coalición Dejadnos Solos. Director del Proyecto Legado Ronald Reagan. Miembro del Comité de Dirección de la Asociación Nacional del Rifle. Trayectoria: Norquist dice que se hizo anticomunista a los 11 años, leyendo Missers of Deceit, escrito por el polémico ex director del FBI J. Edgar Hoover. Después de obtener un MBA en Harvard, pasó a dirigir la Asociación de Universitarios Republicanos y la Unión Nacional de Contribuyentes. En los años 80 trabajó en la Casa Blanca y fue asesor financiero de la guerrilla anticomunista angoleña UNITA, que combatía, con el apoyo de EEUU y Sudáfrica, al Gobierno de ese país, que contaba con el respaldo de decenas de miles de soldados cubanos. También trabajó con los ‘muyahidin’ antisoviéticos afganos.
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miércoles, 12 de febrero de 2014
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