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domingo, 7 de octubre de 2018

-- Un libro que merece ser leído, estudiado y discutido



Para Sofía, que nos habló de Engels como editor de Marx

Texto de la presentación del libro de Ricardo Rodríguez, Los impuestos en la sociedad democrática [LISD], Vilassar de Dalt (Barcelona), El Viejo Topo, 2018, en la fiesta del PCE: Madrid, sábado 29 de septiembre de 2018, 12: 45.

Mesa compartida con el autor y con Sofía García-Hortelano Martín-Ampudia (https://www.youtube.com/watch?v=HLUpJfsUluA&feature=youtu.be )

Gracias al PCE por la invitación, gracias a Ricardo Rodríguez [RR] por haber pensado en mí para acompañarle en este encuentro y gracias a ustedes por su presencia.

Nadie hasta ahora me había presentado con palabras tan hermosas como las que ha usado la compañera Sofía para hablar de mí hace un momento. ¡Me ha vinculado nada menos que con Engels, editor de Marx como saben, por haber editado o ayudado a editar (junto a Jordi Mir García) algunos textos de Sacristán y de Francisco Fernández Buey! ¡Ni en mis mejores sueños! Gracias querida amiga.

Ha sido también un gran honor que RR pensara en mí para escribir el prólogo de su libro, un texto, lo sé muy bien, que no está a la altura de lo prologado. No era fácil la tarea, nada fácil.

En los ocho minutos que me he auto-otorgado les señalo diez, once ideas (ideillas más bien) sobre el libro. Antes de ello les doy breve cuenta del índice: prólogo, justificación del autor, una extensa y magnífica presentación: “Anatomía del fraude fiscal, pp. 35-100 (¡no se la pierdan!) y 17 artículos, algunos de ellos publicados anteriormente en revistas como Mundo Obrero, El Viejo Topo, Público o aquí, en rebelión. Algunos títulos de estos escritos: “Nuestros vecinos esclavos”, “El pánico de los empresarios”, “Al Capone en Madrid”, “Fútbol e impuestos”, “El precio de la rendición: los créditos fiscales a la banda”, “Impuestos, mitos y propaganda”, etc.

Las ideas-ideíllas de las que les hablaba antes:

1. LISD es un libro muy bien escrito. Se agradece mucho este buen escribir en temas técnicos, en temas difíciles, si queremos decirlo así.

Es marca de la casa del autor: todo lo que toca lo transforma en buen arte, en buena literatura.

2. Se habla en LISD de un tema esencial tal vez (¿o sin “tal vez”?) un pelín abandonado por la izquierda. No digo siempre, en ocasiones.

¿Por qué esencial? Porque apunta a uno de los núcleos centrales del capitalismo realmente existente: los ricos y muy ricos lloran (a veces, como todos) pero pagan poco (no como todos en este caso).

3. LISD democratiza, el asunto es un tema importante en mi opinión, una cuestión considerada usualmente “para especialistas”. Roba, como si fuera un Prometeo enrojecido, el fuego y el poder a los técnicos que hablan y piensan sólo para técnicos.

LISD pone a nuestro alcance, en la medida de lo posible en un libro de menos de 250 páginas, el saber de los especialistas. Es ahí donde ese saber debe estar. LISD, por otra parte, nos ayuda a comprender y recordar conceptos básicos de la temática.

4. RR traduce a un lenguaje asequible términos que parecen incomprensibles en primera y segunda instancia. Que dan miedo de entrada, que general lejanía en todos nosotros. De eso no sabemos, decimos, ni sabremos.

LISD nos ayuda, en definitiva, a ser ciudadanos, a poder discutir con conocimiento de causa, con buena información y buenos argumentos, en el ágora, en la polis.

5. El título es magnífico. Entra por los ojos y está a la altura de sus contenidos, es digno de un gran escritor.

No es una cuestión menor o de marketing inteligente porque explicita una toma de posición del autor, su concepción de la sociedad, de la justicia e incluso de la vida, de nuestra vida en común.

6. Es justo destacar también un punto que seguro que a ustedes no se les escapa: su finalidad de servicio, de buen servicio a la ciudadanía. LISD es un libro pensado para la inmensa mayoría (que somos todos los ciudadanos y ciudadanas), no para élites insaciables y muy ignorantes en muchas ocasiones.

7. Quiero destacar igualmente que LISD es un buen instrumento, tenemos ante nosotros una excelente ocasión, para retomar una vieja forma de proceder, de intervenir, de estudiar que a mí me parece más atinada que nunca en este caso. Hablo de los seminarios. Estamos ante un libro que permite, que exige incluso, discutir en grupo. Para aprender, para hacer comunidad, para acercarnos unos a otros, para transmitir nuestros conocimientos. Para comprender, como diría Brecht.

8. RR nos enseña además, para que tomemos nota, la distancia que existe en muchas ocasiones entre el decir y el hacer, entre lo que formulamos en este ámbito o en otros cercanos, en momentos de campaña electoral o cuando toca decir lo que toca decir, y las inmensas dificultades de todo tipo para llevar a cabo lo que con alegría formulamos o incluso prometemos. Nos enseña distancias y nos aconseja prudencia, pero no para que permanezcamos pasivos, inactivos, sino para todo lo contrario: para que sepamos intervenir con acierto, con fundamento, con resultados, para que no hablemos sin ton ni son.

Inferencia poliética que podemos extraer: seamos prudentes en el decir, informémonos bien antes de comentar, seamos coherentes en el actuar. Juan Francisco Martín Seco, con razón, nos ha llamado la atención reiteradamente sobre este pensar y decir insustantivo.

9. LISD es también un libro que nos muestra algunos de los senderos que usan las grandes corporaciones para tomar o intentar tomar el pelo al Estado, para desgastarlo, para conseguir anular sus acciones, para hacerlo impotente ante las injusticias e ilegalidades. Son estos poderes reales, como todos sabemos, un peligro para la ciudadanía, un peligro para una sociedad democrática que no renuncie a ser lo que aspiramos a ser… Y en serio. En LISD tenemos varias pruebas de ello, así como de la existencia de varias puertas giratorias poco conocidas también en ámbitos hacendísticos.

Recordemos el célebre y hermoso paso del MC que nunca está de más: en las heladas, en las heladísimas aguas del cálculo egoísta. Contra ellas, querían decir los clásicos; contra ellas, nos enseña RR.

10. Nuestro libro puede ser además, deseo y confío que lo sea, un libro en construcción. Es altamente probable que nuevos capítulos y apartados nos enseñan más en futuras reediciones. La lucha por una política fiscal justa es un proceso sin principio definido y, desde luego, sin fin.

Tarea permanente incluso en una sociedad socialista (socialista en serio por supuesto).

11. Presten atención a la dedicatoria y al agudo chiste marxiano de “Sopa de Ganso”. No les doy más pistas.

12. ¿Se observa alguna filosofía subyacente en este libro que les recomiendo y que deseo esté pronto entre sus manos? Sí en mi opinión: una filosofía ilustrada y autocrítica que tiene como finalidades esenciales la información ciudadana, aquel viejo lema de la ciencia-conocimiento para el pueblo, la equidad, la dignidad, la fraternidad. Nada menos.

Y algo más en mi opinión: una determinada serenidad, la misma que transmite la hermosa voz de RR (se nota que es poeta también en esto), una prudencia, una phrónesis aristotélica, que es, además, sabia, humana, y enrojecida.

Una buena filosofía que, en mi opinión, recoge muy bien un poema de Bertolt Brecht (¡de nuevo el gran autor alemán!) con el que me gustaría finalizar. “Satisfacciones” es su título. Para todos ustedes:

La primera mirada por la ventana al despertarse,
el viejo libro vuelto a encontrar,
rostros entusiasmados,
nieve, el cambio de las estaciones,
el periódico, el perro, la dialéctica,
ducharse, nadar, música antigua,
zapatos cómodos, comprender, música nueva,
escribir, plantar, viajar, cantar, ser amable.

Gracias por su interesada y cortés escucha. Disculpen las dificultades del sonido y mi débil voz.

Saludos fraternales desde una ciudad y un espacio, éste, donde reina (democráticamente) el compañerismo y la fraternidad. No se puede decir lo mismo, se lo aseguro, de todos lugares y de todas las comunidades de nuestra geografía.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La preocupacion de Stiglitz y la manipulacion de "Clarin" y "La Nacion". Informe sobre una información

Horacio Verbitsky.
Página 12

Un apasionante foro en la Universidad de Columbia sobre la concentración de los medios, el acceso a la información y la libertad de expresión, y su reflejo distorsionado en los mayores diarios argentinos, pese a la participación de sus directivos en el debate. Stiglitz defendió una regulación estatal fuerte de los medios televisivos, con los que se informa el ciudadano medio, para asegurar la diversidad, esencial para la democracia y el desarrollo.

Bajo el título “Stiglitz, preocupado por las estadísticas”, en Clarín, y “Stiglitz advirtió sobre los riesgos de no tener estadísticas adecuadas”, en La Nación, ambos diarios publicaron la semana pasada un diálogo con periodistas argentinos, sostenido en Nueva York tras las presentación del Premio Nobel de Economía en la conferencia sobre la libertad de prensa en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia. Stiglitz dijo a esos periodistas que “no se puede manejar la economía sin estadísticas correctas”. En cambio, los dos diarios ignoraron el panel que Stiglitz compartió con el funcionario del Banco Mundial Sergio Jellinek, durante el cual mantuvo un interesante diálogo con el secretario de redacción de Clarín y director periodístico de su Maestría de Periodismo, el filósofo Miguel Wiñazki. Clarín omitió toda mención a la conferencia de Stiglitz y La Nación apenas dijo que “defendió la competencia en el mercado de medios y el acceso a la información, dos elementos que son cruciales en una democracia”.

Su conferencia (que puede verse  en
 http://new.livestream.com/accounts/1079539/events/2051379/videos/17935127
fue de gran interés.

Clarín y La Nación limitaron sus crónicas a las exposiciones de intenso contenido político de sus propios directivos, Ricardo Kirschbaum y Héctor D’Amico, quienes no evidenciaron conocimiento sobre la ley audiovisual.

Consecuencias de la concentración
Según Stiglitz el rol de la prensa es llamar la atención sobre los abusos del mercado financiero contra los ciudadanos y acerca de la corrupción en el sector público, que es igual o peor en el sector privado. Dijo que el suministro de información era un bien público, que cuando estaba disponible beneficiaba a todos. Por eso en países como Noruega y Suecia se considera que por brindar un servicio público los medios deben tener apoyo estatal.

Por la misma razón, agregó, las consecuencias de la concentración son peores en la prensa que en otros sectores, ya que afecta “el mercado de las ideas, que es fundamental para la democracia”. Los criterios antimonopólicos deben ser más estrictos, igual que en el área financiera. Como la televisión es el principal modo de acceso a la información de los ciudadanos que no leen diarios, allí “la concentración puede ser más perniciosa que en otras áreas”. Mencionó el mal ejemplo de Italia, donde la concentración televisiva llegó a poner en duda su carácter democrático. “Para que la prensa cumpla con su rol, debe haber regulaciones competitivas muy fuertes”, dijo. Expuso que Estados Unidos era la más desigual de las sociedades desarrolladas.

Esa desigualdad económica es tan grande “que no es extraño que se traduzca también en desigualdad política, lo cual además se refuerza si los medios tienen un alto grado de concentración”. Sostuvo que en muchos países latinoamericanos son especialmente grandes el nivel de concentración de los medios y los nexos entre la desigualdad política y económica, “con lo cual la prensa es un modo de sostener la desigualdad. América latina es la región del mundo con mayor nivel de desigualdad y la concentración de la prensa juega un rol importante en esto”.

Tanto los gobiernos como las empresas intentan limitar el acceso a la información, que la prensa necesita para cumplir con su rol. Enumeró distintas formas de restricción: los gobiernos que “en todos los países” usan su control de la información para negociar la cobertura; las leyes antiterroristas, como ocurrió en Islandia con la crisis bancaria; las leyes de difamación, que pueden usarse para suprimir la libertad de expresión, y la autocensura, que es la más difícil de tratar.

Ejemplificó con la afirmación que luego se demostró falsa de que en Irak había armas de destrucción masiva, con lo cual se justificó la guerra. “Era difícil encontrar una cobertura justa en Estados Unidos. Había que leer la prensa extranjera, que no recibía las influencias oficiales que modelaron la cobertura de The New York Times”, dijo.

Diversidad y propiedad
Jellinek contó que hace un tiempo el dueño del principal diario de la República Dominicana, quien también posee estaciones de radio y de televisión, le dijo que no hacían falta otros medios ya que “nosotros tenemos programas muy diversos, para mujeres, para niños, de cocina”.

–¿La diversidad debe abarcar también la propiedad de los medios? –preguntó Jellinek.
–Sí. El riesgo con la prensa es que aunque trate de separar la página editorial de las noticiosas, es fácil que se superpongan. Para la democracia es fundamental la diversidad de perspectivas –respondió Stiglitz.

Desde el público, pidió la palabra Miguel Wiñazki:
–Dado su contacto con el gobierno argentino y con la presidente, ¿cuál es su opinión sobre el conflicto con la prensa argentina y sus efectos sobre la economía? –preguntó.

–No tengo una relación formal, pero viajo de tanto en tanto a la Argentina. Es siempre un país interesante, con una sociedad civil muy activa, gente que discute mucho y el gobierno que siempre impulsa nuevas iniciativas. No conozco los detalles del debate, pero por lo que leí, el tema es la concentración de la propiedad de los medios, según las líneas que describí en mi exposición –respondió sonriente.

También hizo una pregunta Carlos Winograd, quien ya había participado en el panel anterior, sobre la Argentina, junto con el director periodístico de Clarín, Ricardo Kirschbaum, y el secretario general de redacción de La Nación Héctor D’Amico, y con el directivo del CELS Damián Loreti. El moderador de ese panel, el periodista John Dinges, profesor de Columbia, presentó a Winograd como estudioso independiente de la Facultad de Economía de París y como ex secretario de defensa de la competencia. (Lo fue en el último gobierno radical, del presidente Fernando de la Rúa). Lo que no dijo, porque nadie se lo había informado, es que en 2009 Winograd fue contratado por Cablevisión, para argumentar que esa empresa del Grupo Clarín había sobrecumplido las metas de inversiones y obras que le fijó la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia como condición para autorizar que se fusionara con Multicanal, según informó La Nación el 14 de diciembre de 2009 (http://www.lanacion.com.ar/ 1211409-analizan-inversiones-de-cablevision). Ese dato esencial tampoco fue mencionado en las crónicas de la conferencia que publicaron los dos diarios representados. Clarín mencionó a Winograd como miembro del Paris School of Economics y La Nación como ex secretario de Defensa de la Competencia. Consultado para esta nota, Dinges dijo que le agregaron a Winograd al panel a último momento y sin informarle de su contrato con el grupo Clarín. Es decir, actuaron en Estados Unidos tal como lo hacen aquí.

Crear la competencia
El contenido de la intervención de Winograd antes de formular su pregunta a Stiglitz coincide con los argumentos del Grupo Clarín para oponerse a la regulación dispuesta en la ley audiovisual. En el panel anterior había dicho que el Grupo Clarín era el participante más pequeño en una competencia global de firmas multimedia, como Time Warner, Disney, Telefonica, News Corporation, O Globo y Televisa y que la regulación planteada por la ley argentina era anacrónica porque no contemplaba las innovaciones tecnológicas; irracional, ya que las licencias de cable no son necesarias porque no ocupan espectro; sobreabundante porque su regulación se superpone con la de la ley de defensa de la competencia, e inconsistente en el aspecto económico, al limitar la penetración al 35 por ciento en la audiencia, lo cual juzgó inspirado por el 30 por ciento de Estados Unidos. “No inventemos la rueda pero tampoco copiemos lo equivocado, aunque venga del Norte”, dijo.

A su juicio, la regulación tiene que ser consistente con el avance de la tecnología y proveer más bienes a menor costo al consumidor. En su pregunta a Stiglitz, Winograd volvió a mencionar las economías de escala, el tamaño de los países, la propiedad cruzada y el impacto positivo de la sinergia entre medios y expresó el temor de que las reglas generales no pudieran aplicarse a todos los casos. Para asegurar la competencia en el mercado de las ideas los medios más pequeños necesitarán apoyo público, pero los países menos desarrollados, con instituciones débiles tenderán a la captura política del apoyo público y en vez de promover la diversidad, puede ocurrir lo contrario, con más voces pero parecidas, dijo. Stiglitz le respondió que los beneficios de la diversidad superaban a sus costos y que esto se incentivaba en la televisión.

“Para el funcionamiento de la democracia la diversidad de perspectivas es esencial, no me preocupan pequeños aumentos de costos. La respuesta a su preocupación por la dificultad de manejar programas de apoyo en países subdesarrollados con instituciones débiles, es fortalecer las instituciones”.

Stiglitz también dijo que los mercados pueden no ser libres por otras restricciones que no sean estatales y que hace falta del gobierno para que los mercados sean realmente libres. “Hay países donde los mercados se llaman libres pero no actúan como tales, en distintas áreas, en especial en los medios.

Por eso opino que hace falta una fuerte intervención estatal, tanto regulatoria como en el otorgamiento de licencias, e incluso creando competencia en forma proactiva allí donde no existe”. Para Stiglitz, se justifican regulaciones como la de Estados Unidos.

“Prefiero que el gobierno tome una posición fuerte, aunque los medios se enojen. Lo mejor es que el propietario de un diario poderoso no pueda obtener una licencia de televisión, no por favoritismo ni discriminación, sino porque ésas son las reglas para asegurar la diversidad. Así ocurre en muchos países. Donde los gobiernos no tienen una posición fuerte, los medios pueden perder credibilidad por no cumplir su rol crítico para conseguir una licencia de televisión”.

El presente ausente
En su presentación de la mesa, Dinges lamentó los ataques oficiales a los medios y dijo que para defenderse practican un periodismo de trinchera, que no es lo mejor para la convivencia democrática. Aclaró que la situación actual era “incomparable con la padecida durante la dictadura militar, cuando el control de la prensa se hacía por la amenaza y la realidad de la cárcel y la muerte. Ahora hay un sistema constitucional”.

También explicó que organizaciones de defensa de la libertad de expresión han destacado como un paso positivo la despenalización de los delitos de calumnias e injurias, promulgada en 2009, dijo que el actual conflicto giraba en torno de la regulación de los medios audiovisuales y precisó que las críticas no se dirigen sólo a la cobertura de periodistas y a los contenidos, sino a los propietarios y accionistas de los medios privados.

Clarín y La Nación también fueron parcos con la intervención del único de los cuatro panelistas sin vínculos de ningún tipo con el Grupo Clarín, Damián Loreti, doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los redactores de la ley audiovisual, como integrante de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. Clarín sólo dijo que “salió en defensa de la ley de medios afirmando que el día de su aprobación había frente al Senado 40.000 personas que salieron a apoyarla diciendo que querían más libertad de expresión, más medios”. Pero le dedicó más espacio a la respuesta de Kirschbaum, quien descalificó la intención política del gobierno y también a las personas que apoyaron la ley, porque querían “punir a los medios que afectaba esa ley”.

La Nación apenas consignó que en una exposición de tono técnico, Loreti dijo que “Reporteros sin Fronteras respaldó la ley de medios; que fue aprobada con apoyos de varios partidos y no sólo el oficialismo, y que sigue principios recomendados por la Unesco”. Fue mucho más que eso. Obligado a dividir su tiempo en responder a los tres panelistas que defendieron la posición del Grupo Clarín, Loreti comenzó por precisar que no es correcto hablar de ley de medios, ya que no contempla a las publicaciones gráficas.

Kirschbaum exaltó en su intervención las manifestaciones opositoras en las calles, donde dijo que se defendió la libertad de expresión, y Wiñazki se quejó desde el público por la coacción que el gobierno ejercería sobre los periodistas.

Loreti les recordó que fue durante esas marchas opositoras que hubo periodistas golpeados y maltratados en las calles y que seis periodistas fueron denunciados ante la justicia penal por sus informaciones y opiniones, que el Grupo Clarín calificó como instigación a cometer delitos y coacción agravada. Reconoció que la ley audiovisual no prevé una perspectiva tecnológica de integración y convergencia pero recordó que el proyecto original lo contemplaba y fue suprimido por el amplio rechazo de fuerzas políticas y organizaciones sectoriales. Según Loreti la superposición de regulaciones es mayor en Estados Unidos.

Sobre el pluralismo y la diversidad dijo que no pueden medirse sólo en términos de competencia, tal como afirmó la Relatoría de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe de 2004: el Estado tiene la obligación de garantizar por medio de la ley la pluralidad en la propiedad de los medios, por cuanto los monopolios y oligopolios “conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho de la libertad de información de los Ciudadanos”. Para ello, dice la Relatoría, “el derecho de la competencia en muchas ocasiones puede resultar insuficiente, particularmente en cuanto a la asignación de frecuencias radioeléctricas. No se impide entonces la existencia de un marco regulatorio antimonopólico que incluya normas que garanticen la pluralidad atendiendo la especial naturaleza de la libertad de expresión”.

También la Unesco, en sus “Indicadores de pluralismo y diversidad”, de 2008 dice que la cuestión de los monopolios y los oligopolios que afectan la democracia no se reduce a la defensa de la competencia. Si la libertad de expresión se ve comprometida, dice el documento, “los Estados deben seguir cuatro reglas: rechazar pedidos de licencias de quienes ya tenían otras, rechazar pedidos de fusión de quienes tienen más de una licencia, adoptar reglas de desinversión (la palabra desinversión no está en la ley argentina, sino en los indicadores de Unesco), y sancionar en caso de incumplimiento”, recordó Loreti.

D’Amico hizo una comparación irónica entre Fútbol para Todos y el Superbowl del fútbol norteamericano, y dijo que “los medios tienen la obligación ética de ganar dinero. La única manera de ser independiente es ganar dinero”. En cambio Loreti destacó el proceso de desconcentración de contenidos de interés relevante que dispuso la ley argentina. “Para ver el partido estrella del domingo había que pagar tres veces: el abono de cable, el servicio del decodificador y el paquete premium. Yo pagaba televisión por cable y veía la tribuna con un señor que relataba”, concluyó.

Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-219805-2013-05-12.html

Más:
Stiglitz, El precio de la desigualdad. El 1% de la población tienen lo que el 99% necesita. Taurus. 2012.