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lunes, 11 de marzo de 2024

Margarita Nelken, socialista y feminista

 

Margarita Nelken Mansberger, nació en Madrid el 5 de julio de 1894 y murió en el Distrito Federal de México el 8 de marzo de 1968. Fue una figura destacada de la militancia femenina española.​ Y se destacó en particular por su actuación como diputada, que se extendió de 1931 hasta 1939. Luego se dedicaría sobre todo a la crítica de arte, sin por eso cejar en su compromiso con causas de la esfera política que consideraba justas.

Hija de una francesa y de un acaudalado joyero español, ambos descendientes de judíos alemanes, había nacido en pleno corazón madrileño. La acusación de ser extranjera la perseguía, sumada a su condición de judía. De nada sirvió que demostrara una vez tras otra que había nacido en España.

Margarita recibió una educación esmerada que se tradujo en tempranas inclinaciones hacia la pintura, las letras y la música. De inteligencia precoz, su primer artículo crítico sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida lo escribió a los quince años para la prestigiosa revista de arte londinense The Studio.​

Abandonó sus primeras aficiones en plena juventud para dedicarse al activismo político y social, aunque seguiría siendo siempre una destacada escritora. Se le ha atribuido la primera traducción de Franz Kafka al español, de La metamorfosis, publicada en la Revista de Occidente en 1925, de forma anónima.

En 1914 se enamoró del malogrado escultor Julio Antonio, que falleció prematuramente a los veintinueve años, con quien tuvo una hija: Magda. Fruto de una relación posterior, iniciada en 1917, nació su otro hijo: Santiago. Mujer libre por principios, eludió el matrimonio, fue orgullosa madre soltera y estableció las relaciones sentimentales que sus deseos le dictaron.

En 1919 encabezó una huelga de mujeres, del gremio de cigarreras, que fue la primera en su tipo en España.

Inquieta por la realidad social española, ese mismo año publicó su primera obra larga, La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo, un incisivo estudio feminista que causó fuerte impresión y polémica. En esta obra valiente y reveladora, Nelken analiza la opresión y desigualdad que enfrentaban las mujeres en la sociedad española de la época. Denuncia al patriarcado y aboga por la emancipación femenina, defendiendo la igualdad de derechos y oportunidades.

Continuó esta línea de trabajos con Maternología y puericultura (1926), En torno a nosotras (diálogo socrático) (1927), Las escritoras españolas (1930) y La mujer ante las Cortes Constituyentes (1931). En el libro sobre las escritoras hispanas se remontó desde autoras de la Edad Media hasta escritoras entonces recientes, como Emilia de Pardo Bazán.

En 1927 se convirtió en directora de la revista Nuevo Mundo, destacada publicación literaria. Fue un logro significativo para ella, un reconocimiento a su ya vasta actividad.

Bajo su liderazgo, la revista se convirtió en una plataforma para promover movimientos artísticos y literarios vanguardistas. Nelken hizo hincapié en la inclusión de voces femeninas y destacó a escritores y artistas marginados. Fomentó la publicación de textos innovadores, ensayos políticos y críticas de arte.

Los días de la segunda república.
En los primeros meses de 1931, ingresó en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y participó, como candidata de la Agrupación Socialista de Badajoz, en las elecciones parciales de octubre de 1931. Resultó elegida entonces y de nuevo en noviembre de 1933 y febrero de 1936. Fue así la única mujer que consiguió ser elegida tres veces durante la Segunda República. Ya diputada destaca en el medio rural por su defensa de las masas campesinas. ​

Se le culpó, injustamente, de tener parte de responsabilidad en el desencadenamiento de los sucesos de Castilblancon cuando fueron masacrados guardias civiles después de provocar la muerte de un obrero (diciembre de 1931), a causa de los apasionados discursos que había pronunciado en la provincia de Badajoz a finales de año. ​ Durante esta época fue muy crítica con los abusos de la Guardia Civil y de los terratenientes. ​

Fue contraria a otorgar el derecho de sufragio a las mujeres en 1931, al igual que la también diputada Victoria Kent y en contraposición a la otra mujer parlamentaria, Clara Campoamor. Sostenía que «poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario».​

Entusiasta y vehemente, se dedicó plenamente a la defensa del campesinado extremeño que sobrevivía en malas condiciones. Siempre siguió atenta a los sufrimientos de esos varones y mujeres del campo, quienes con su voto la habían conducido a la representación parlamentaria.

Durante el llamado “bienio negro”, entre fines de 1933 y principios de 1936, denunció la creciente brutalidad de la represión en el ámbito rural, estimulada y apañada por el gobierno conservador. Sus denuncias y reclamos eran ignorados por las autoridades de ese signo.

A raíz del fracaso de la Revolución de Octubre de 1934, la diputada socialista es acusada de incitar y promover las huelgas campesinas de Badajoz y de haber estimulado a los campesinos a sumarse a la huelga general con epicentro en Asturias. Se le retiró la inmunidad parlamentaria y fue procesada. Le dictaron una condena a veinte años de prisión, pero entretanto había huido a Francia. Viajó posteriormente a la Unión Soviética en donde recogió una impresión muy favorable, que preparó su posterior paso al comunismo.

Durante los meses de gobierno en paz del Frente Popular, entre febrero y julio de 1936, se alineó con las posiciones revolucionarias que había adoptado el sector del PSOE conducido por Francisco Largo Caballero. En nada le simpatizaban, en cambio, las posiciones moderadas del sector encabezado por Indalecio Prieto. Tras un nuevo viaje a la Unión Soviética defendió la unificación del PSOE y del Partido Comunista de España (PCE) para formar el «partido único del proletariado» que llevara a cabo la revolución socialista.

La guerra civil.
Tras el estallido de la guerra, Margarita Nelken colaboró regularmente en el diario caballerista Claridad. Estuvo en los frentes de Extremadura y Toledo, participó en la defensa de Madrid y colaboró en la organización de la Unión de Mujeres Antifascistas. Con creciente afinidad con los comunistas, se afilió a su partido en noviembre de 1936, ​ poco después de la formación del Gobierno de Largo Caballero.

La prensa franquista publicó injurias sobre ella: “’presunta intelectual, más ramera de cerebro que de quehacer sexual, No es española, afortunadamente. Ni mujer tampoco”. Le dirigieron toda suerte de improperios, como el periodista y poeta Juan Pujol, quien la calificaría de “vagabunda sin patria y sin Dios” y de “serpiente con faldas”.

Tras la caída de la república fue juzgada por el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Se la acusó de ambos delitos, masonería y comunismo. Y fue procesada en rebeldía. Se señalaron como indicios de masonería su relación con la Institución Libre de Enseñanza y su participación en la Liga de los Derechos del Hombre. Para la pseudojusticia franquista cualquier participación en organizaciones progresivas equivalía a delito.

Se señalaba asimismo su afiliación al PSOE, su condición de diputada socialista y su participación en la revolución de 1934, así como la campaña que había realizado en 1935 en favor de los represaliados de Asturias. También se aludía a sus estancias en la Unión Soviética, su pertenencia a la Asociación de Amigos de la URSS y su actividad para implantar el comunismo en España. En parte, el tribunal no hacía más que repasar su trayectoria militante.

La principal prueba física del sumario era una carta de recomendación de la logia Lealtad, de Barcelona, fechada en 1924, que en realidad correspondía a la cupletista Stella Margarita, con quien la confundieron. Pese a la falta de pruebas, se consideró en la sentencia que Margarita Nelken había ingresado en la masonería, a la que había dispensado “protección importante”.

El exilio.
Cruzó la frontera francesa junto a su hija durante la retirada general de Cataluña, en febrero de 1939. Ambas trabajaron intensamente en la asistencia a los refugiados republicanos internados en los campos de concentración franceses. Marchó luego a París y, a finales de 1939, a México, donde el presidente Lázaro Cárdenas la había invitado a radicarse.

El exilio significó dejar atrás su país, su trabajo y su lucha, pero no terminó con su espíritu de resistencia. Continuó su labor en defensa de los derechos humanos y mantuvo viva su voz en la lucha por la libertad y la justicia.

En México se ganó la vida escribiendo y traduciendo. Y retomó con pasión la crítica de arte. Trabajó en la Secretaría de Educación Pública, colaboró con el Gobierno republicano en el exilio, participó en las actividades de la Unión de Mujeres Españolas. Todo sin abandonar las actividades literarias y periodísticas, ocupándose de una página semanal sobre arte en el diario Excélsior. En octubre de 1942 fue expulsada del PCE tras haber criticado la política de la Unión Nacional Española, contra la opinión del grupo de dirección del partido establecido en Moscú.

A partir de entonces se mantuvo como independiente, y tomó parte en ese carácter de actividades auspiciadas por el gobierno de la república en el exilio. Durante 1948 viajó por Europa dando conferencias sobre arte latinoamericano en Ámsterdam y en París.

Fue una de las críticas de arte más influyentes y respetadas en México hasta su fallecimiento en 1968. Valoró la pintura pos-muralista mexicana. También recibió allí el homenaje por su defensa de los trabajadores de la tierra. Le fue conferida la Medalla de los Agraristas.

Durante casi treinta años Nelken se ocupó casi sin interrupción del arte mexicano. Analizó en particular la pintura femenina, que adquiere en esos años un notable valor, con figuras como Remedios Varo, Frida Kahlo, Leonora Carrigton, Lillia Carrillo y María Izquierdo.

A lo largo de su trayectoria vital, Margarita Nelken dejó una vasta labor literaria, periodística y de crítica de arte, además de su producción en el campo de la política o el reconocimiento de la mujer. Sus análisis de lo mejor del campo artístico de la España del primer tercio de siglo y del México del tercio siguiente resultan aún hoy de un gran interés para los estudiosos.

Nelken visitó Buenos Aires en varias ocasiones durante su exilio. En la capital argentina, participó en actividades culturales y políticas, manteniendo contacto con exiliados españoles y figuras relevantes de la época.

La muerte de sus dos hijos —Santiago en 1944, luchando en el Ejército Soviético durante la Segunda Guerra Mundial, y Magda en 1954, víctima de cáncer, la sumieron en una profunda depresión. Se quejó de que el PCE no le informó a tiempo de la muerte de su hijo. Fueron las autoridades soviéticas quienes al final de la contienda, le informaron el deceso en combate y le entregaron una condecoración. Pese a todo logró superar la depresión y se mantuvo activa hasta el final de sus días.

Retomó contacto con figuras disidentes del PCE como Enrique Líster, y con otras personalidades exiliadas como su viejo amigo Luis Jiménez de Asúa, que residía en Buenos Aires.

En un sucinto balance sobre su persona, África Cabanillas, una investigadora que la estudió sobre todo como crítica de arte sostiene: “Nelken fue una valiente y comprometida feminista, escritora, crítica de arte y política. Una mujer, transgresora y polémica, que se encuentra entre las más interesantes intelectuales y activistas por la mejora de la condición femenina y de los grupos sociales más desfavorecidos de las décadas de los veinte y principios de los treinta del siglo XX español. Sin olvidar el papel destacado que tuvo a partir de los años cuarenta en la cultura de México, el país que la acogió durante su exilio.”

Margarita Nelken es por sí misma un símbolo de la conjunción entre ideales feministas y objetivos socialistas. En ella la reivindicación de los derechos de las mujeres fue en paralelo con la persistente defensa de los campesinos y jornaleros extremeños. No hubo contraposición sino complementariedad. Sus discursos parlamentarios y sus investigaciones sobre las pintoras mexicanas fueron parejas demostraciones de su compromiso político e intelectual.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

sábado, 4 de febrero de 2023

Amia Srinivasan, filósofa: “Hay que crear una cultura sexual que desestabilice la jerarquía del deseo”



En 2019 obtuvo, después de un examen de rigor extremo, la cátedra Chichele —en honor del fundador, Henry Chichele— de Teoría Política y Social, en el All Souls College de la Universidad de Oxford. El mismo y preciado puesto que ocupó previamente el filósofo ruso-británico Isaiah Berlin. La primera mujer de raza no blanca, y la persona más joven en alcanzar esa posición académica. Srinivasan recibe a EL PAÍS en su refugio universitario, una estancia de paredes forradas en madera noble, chimenea, sillones chéster, vidrieras emplomadas que dan a uno de los claustros del edificio de medio siglo de historia y libros, muchos libros, en estanterías, en cajas por desembalar, sobre la mesa de estudio.

En el club de los señores serios y circunspectos, de chaqueta de tweed y pajarita, con todo el peso de la filosofía clásica de Occidente a sus espaldas, ha irrumpido una mujer mediática y avasalladora. Su libro El derecho al sexo (Anagrama), con una escritura ágil, punzante, certera e inteligente, ha despertado un interés y entusiasmo en la literatura feminista como no se recordaba en mucho tiempo. Srinivasan abarca como ensayista muchos otros asuntos, pero como ella misma señala, citando a Michèle Le Dœuff, “cuando eres mujer y filósofa, resulta útil contar con el feminismo para entender todo lo que te ocurre”.

La filósofa y escritora Amia Srinivasan, el viernes en la Universidad de Oxford. IONE SAIZAR

Pregunta. ¿Qué es el feminismo?
Respuesta. El feminismo no es una idea, una teoría ni una creencia. Algunos piensan que es la creencia de que los hombres y las mujeres deberían ser iguales. Pero eso deja abiertas muchas interrogantes. Las mujeres deben ser iguales… ¿respecto a qué clase de hombres? Porque no existe igualdad entre los hombres. ¿Y qué tipo de igualdad? ¿Material? ¿Económica? ¿Política? ¿Legal? Incluso puede ser que creas que las mujeres deben aspirar a la igualdad con los hombres, pero no quieras luchar por ello. Por eso sostengo que el feminismo debe ser contemplado en primer lugar y sobre todo como una lucha política. Una serie de movimientos que ocurren por todo el mundo, en diferentes momentos históricos, con sus altibajos y con diferentes tipos de compromisos. En definitiva, un movimiento que pretende acercar a la realidad una serie de posibilidades aún no imaginadas.

P. El nuevo feminismo ha establecido el consentimiento como criterio fundamental en las relaciones sexuales. En España, ha sido el resultado de la llamada ley del solo sí es sí.
R. Es un asunto de extrema importancia. La permisibilidad legal del sexo, en lo que se refiere al consentimiento, ha supuesto un gran avance del feminismo, frente al modo histórico en que se planteaban estos supuestos, cuando la fuerza era el criterio fundamental en la agresión sexual. Ya sabemos que hay casos en los que la fuerza no se usa, como cuando las víctimas son personas vulnerables o niños, pero que suponen, sin embargo, una violación obvia. En este sentido, avanzar hacia el consentimiento ha supuesto una victoria.

P. Pero…
R. Pero plantea varios problemas. En una sala de justicia, necesitas tener criterios claros. Criterios que resulten operativos y que te permitan tomar decisiones en las que quede clara la distinción entre casos de sexo legal e ilegal. Pero cuando sales de esa sala de justicia, en una relación interpersonal real, las cosas son mucho más complicadas. Hay casos en los que uno de los dos no solamente no dirá “no” ni se resistirá, sino que incluso dirá “sí”, pero será un “sí” producto de ciertas expectativas de comportamiento social que, a lo mejor, la otra persona ni siquiera comparte. Es algo que puede observarse especialmente en mujeres jóvenes, que han consentido activamente, y, sin embargo, no quieren tener esa relación.

A veces algunas feministas son culpables de apoyar excesos de regulación. Quieren utilizar la ley —o sucedáneos de la ley, como la normativa en centros universitarios— para forzar a las personas a actuar como debieran hacerlo en una situación moral ideal. Por eso uno de los temas centrales de mi libro versa sobre los límites de la ley a la hora de cambiar esos hábitos culturales, y sobre los modos alternativos que tenemos para lograrlo.

P. En determinadas sociedades, hay sectores que no entienden el tono excesivamente combativo del feminismo. Creen percibir una agresividad que no ven necesaria.
R. El objetivo de un movimiento político no siempre consiste en convencer a tus oponentes, ¿no? Puede haber un valor, y de hecho hay un valor, en la idea de expresar o experimentar ciertos tipos de emociones políticas extremas, como modo de movilizar a un grupo de personas. Un ejemplo obvio es el caso de Malcolm X y el Black Power en Estados Unidos. Un modo extremo de desconcertar y asustar al pensamiento predominante, blanco y masculino. Resultó ser bastante eficaz porque logró que Martin Luther King, un político bastante radical por sí mismo, sobre todo en sus planteamientos económicos, pareciera alguien moderado.

¿Deberíamos pensar del mismo modo en la rabia que usted señala acertadamente como elemento central de los movimientos feministas? Por supuesto. Puede resultar desconcertante, pero también puede galvanizar a las personas. Y, en ocasiones, resultar muy persuasiva. La gente puede acabar respondiendo simplemente por miedo a no hacer lo correcto. O, por puro contraste, puede lograr que algunas exigencias resulten moderadas y sensatas. Y, finalmente, esa rabia, aunque a veces sea contraproducente, puede ser justamente la emoción que necesitamos sentir.

P. Uno de sus ensayos, motivado por la aparición del movimiento incel [celibato involuntario: foros en red de hombres rabiosos por ser ignorados sexualmente], plantea un debate provocador: ¿existe un derecho al sexo?, ¿qué pasa con todas aquellas personas a las que se niega?
R. Ya está muy documentado, por ejemplo, el modo en que las personas de cierta raza resultan discriminadas en las aplicaciones para ligar. Sabemos que las mujeres, a partir de cierta edad, ya no se consideran deseables para los hombres de esa misma edad. Nuestro mercado sexual está organizado por una jerarquía del deseo sobre los ejes de raza, género, rasgos de discapacidad, etcétera. ¿Qué hacemos a ese respecto? En los años setenta, algunas feministas experimentaron con soluciones separatistas, como el celibato forzado en las mujeres de su grupo, o la exigencia de que se practicara un lesbianismo político. Pero esos proyectos siempre acaban mal e ignoran otras realidades. 

Por eso me gustaría recalcar dos cosas. 
La primera: nos corresponde a todos crear una cultura sexual que desestabilice la noción jerárquica actual. Y dos: quiero que la gente recuerde esos momentos que la mayoría hemos experimentado alguna vez, donde nos hemos visto atraídos —sexual, romántica o amistosamente— hacia alguien que no nos debería atraer de acuerdo con el marco político que nos condiciona. Porque su cuerpo no es el tipo de cuerpo al que aspiramos, porque su raza no es la que nos tiene que atraer, porque su entorno social o la clase de la que procede no son las indicadas. Todos hemos tenido esa clase de experiencias.

P. ¿Se trataría entonces de reeducar nuestro deseo?
R. Sí, pero no en el sentido de autoimponernos una cierta disciplina. Se trata simplemente de recordar de modo crítico esos sentimientos que tuvimos en algún momento y que luego hemos negado. Es una experiencia que resulta muy familiar para las personas queer. Todas ellas han crecido con emociones y sentimientos que la sociedad y la política les decían que no debían tener, y que silenciaban. Ese acto de romper el silencio, de rememorar en su plenitud nuestros deseos y afinidades, es algo bueno.

P. Hay una batalla en ciernes entre el feminismo nuevo y el tradicional en torno a las mujeres trans que confunde y angustia a mucha gente.
R. Al igual que ocurrió con la incorporación de la mujer al mercado laboral, o con el matrimonio homosexual, las personas trans suponen una amenaza a la vida tradicional o al orden establecido. Alteran el sistema de género, sexualidad e identidad que forma parte fundamental de una visión tradicional y patriarcal del mundo. Las personas trans se dirigen directamente a una ansiedad que sufrimos muchos, aunque nos veamos decididamente a nosotros mismos como mujeres u hombres. Una ansiedad que sentimos respecto a nuestra relación con el género y el sexo. A veces tenemos sueños sexuales con las personas equivocadas, con los cuerpos equivocados, con los deseos equivocados, y para regresar a la vida política y social predominante necesitamos reprimir todo eso.

Por eso mi mensaje para aquellas feministas que oponen resistencia a la gente trans es que deben comenzar a detectar los lazos de continuidad que existen entre las personas cis [que se identifican con el género asignado al nacer] y las personas trans, y comenzar a trabajar a partir de esos puntos comunes. Por supuesto que deberán establecerse determinadas normativas concretas, pero creo que este pánico desatado respecto a asuntos como los cuartos de baño comunes, o los bloqueadores de la pubertad para los menores que deciden llevar a cabo la transición, nos alejan de la conversación fundamental que debemos tener entre nosotros: ¿Tan segura estás de ser una mujer? ¿Tan seguro estás de ser un hombre? ¿Y qué significa realmente ese sentimiento?

P. ¿Qué hay detrás del debate de las falsas denuncias? ¿Es un problema? ¿Un efecto no deseado?
R. Es difícil hacerse con buenas estadísticas, pero en Estados Unidos, por ejemplo, cuando buscas casos de personas condenadas y luego exoneradas —por ejemplo, con el uso de pruebas de ADN—, los hombres negros representan una proporción inmensa. De hecho, representan una proporción inmensa en todo tipo de delitos que luego se demuestran falsos. Quizá al hablar de acusaciones falsas deberíamos centrarnos más en los fallos generales del sistema. Pero, en cualquier caso, yo sí quiero centrarme, dedicar tiempo y tomarme en serio el hecho de que una falsa acusación de violación es algo terrible. No podemos ignorarlo. En parte, porque comparte puntos comunes con la experiencia de una mujer violada, que consisten sobre todo en el hecho de que no te crean. Ambos, el hombre falsamente acusado y la mujer que ha sido violada, se enfrentan a una misma conspiración de incredulidad. Pero preguntémonos a la vez quiénes son los hombres que más sufren esta situación y por qué. La respuesta, muy a menudo, es que suelen ser hombres negros o de clase trabajadora.

P. Pensado con cierta lógica, la crisis de 2008 tiene mucho que ver con el renacer del feminismo.
R. Así es, y es un resurgir del feminismo que reside en dos motivos. Las crisis económicas siempre afectan de modo concreto a determinados grupos, entre los que se encuentran las mujeres pobres. Suelen ser las responsables de lograr la cuadratura de un círculo imposible de salarios decrecientes, desigualdad en aumento, mayor coste de la vida o desaparición de la protección social. Son las mujeres las que deben arreglárselas para alimentar a sus hijos, para que sus maridos trabajen y para encontrar trabajo ellas mismas. Pero es que, además, la crisis de 2008 fue el fin de ciertas verdades ortodoxas, como que siempre habría un crecimiento económico, o que los tecnócratas iban a asegurarse de que nos llegaran a todos las ventajas del motor del capitalismo. En países en los que el socialismo era casi una palabra maldita, como EE UU, ha surgido un interés creciente, especialmente entre los jóvenes, por un socialismo radical marxista y por alternativas feministas marxistas. Del mismo modo que ha surgido un mayor impulso contra el cambio climático.

P. Y, sin embargo, hay una izquierda tradicional que considera que el debate identitario —o fragmentado— ha acabado arruinando el discurso progresista.
R. Más bien al contrario. Creo que no tenemos ninguna duda de que el capitalismo se ha apropiado con éxito de la energía radical que suponen el feminismo o el movimiento antirracista, ¿no? En el propio interés de las empresas está el deshacerse del racismo o el machismo, para lograr que funcione de modo más fluido el sistema de la meritocracia y lograr mejores trabajadores. Otra cosa es el análisis de clase, que siempre queda fuera. Hablar de la clase trabajadora, de su opresión o de su poder, resulta bastante amenazador para el capital. Pero si la vieja izquierda busca simplemente un análisis basado en las relaciones salariales, o en la relación entre los propietarios del capital y los que venden su fuerza laboral, nunca acabará de entender la estabilidad del capitalismo. ¿Por qué Estados Unidos no ha tenido nunca un movimiento potente de la clase trabajadora? Por un racismo que permitió a los propietarios a segregar entre obreros blancos, negros y latinos y forjó líneas de animosidad entre ellos. Del mismo modo que no se puede pensar en la fortaleza del capital sin tener en cuenta el trabajo no retribuido de las mujeres en el hogar. El análisis completo que persigue la izquierda tradicional no se puede lograr sin incluir las llamadas políticas identitarias.

  1. https://elpais.com/ideas/2022-12-04/amia-srinivasan-filosofa-las-mujeres-deben-ser-iguales-a-que-hombres-tampoco-hay-igualdad-entre-los-hombres.html

viernes, 9 de diciembre de 2022

La extraordinaria vida de Flora Tristán, la franco-peruana "que inspiró" a Karl Marx

Quizás no sepas bien quién es, pero Flora Tristán no es una desconocida.
Flora Tristán (1803-1844)
Pie
Aunque desapareció de la historia por un rato, fue rescatada con tal repercusión que, además de sus libros y numerosos artículos sobre ella, tanto en Francia como en Perú, hay calles, escuelas y organizaciones de ayuda para la mujer que llevan su nombre.

No sólo eso.
Flora Tristán es uno de los dos protagonistas de "El paraíso en la otra esquina", una novela escrita nada menos que por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

El otro protagonista es el pintor posimpresionista Paul Gauguin, su nieto.

Entonces, ¿por qué escribir otro libro sobre ella, como lo acaba de hacer la autora y catedrática de la Universidad de París- Nanterre Brigitte Krülic?

"Flora Tristán es una personalidad excepcional del siglo XIX, no sólo porque es una mujer, sino también porque es una mujer que resume todas las dificultades vinculadas al destino de las mujeres en la primera mitad de ese siglo e incluso después", respondió en conversación con BBC Mundo.

"Al mismo tiempo, ejemplifica una capacidad inusual para superar esas dificultades".

Y las razones se multiplicaban.
"Es una precursora de muchas cosas: el sindicalismo, el feminismo, la demanda de libertad para que las mujeres evolucionen en el espacio público sin ser molestadas.

"Además, siendo francesa y peruana es un puente entre dos mundos".

Brigitte Krülic y su libro.

Para la especialista en la historia de ideas políticas, era un personaje tremendamente interesante.

"Flora Tristán es una hija espiritual y política de la Revolución, parte de esos pensadores que vivieron la onda expansiva de la Revolución Francesa, ya fuera para condenarla o pensar en sus consecuencias o tratar de cumplir sus promesas".

Pero había algo más.
"No sólo escribió y estableció hitos sino que tuvo una vida digna de una novela de aventuras.

"Realmente fue irresistible: tenía que examinar más de cerca a cómo esta franco-peruana había llevado su vida, luchado sus batallas y escrito, y debo decir que fue una aventura absolutamente apasionante".

Todo empezó bien Flora nació el 7 de abril de 1803.

"Su padre era una personalidad de la aristocracia criolla peruana", cuenta Krülic. Su madre, una francesa que había huido a Bilbao, España, durante la Revolución.

"Al comienzo, parecía un cuento de hadas".

Su hogar en París era frecuentado por personalidades como Simón Bolívar, futuro libertador de cinco naciones; el escritor y filósofo Simón Rodríguez, mentor del Libertador, y el naturalista Aimé Bonpland.

Pero pronto todo eso cambió.

Homenaje a Flora Tristán en Francia.

"A los cuatro años perdió a su padre y quedó en una situación en la que acumuló todos los problemas y todas las desventajas".

Aunque sus padres habían contraído matrimonio ante un sacerdote en España, el trámite no tenía validez para las autoridades y las leyes francesas, pues no se habían casado civilmente.

Así que no fue reconocida como heredera legal de su padre, cuyo hermano era virrey de Perú.

"Como mujer, bastarda, huérfana y pobre, no tendría educación".

Pero "Flora sería autodidacta".

De mal en peor
A los 17 años se casó con su patrón, el grabador Andre-Francois Chazal, un hombre violento al que dejó cuatro años después, luego de tener dos hijos y con una tercera gestándose en su vientre: Alina, la madre de Paul Gaugin.

Así, comenzó una lucha desesperada por el divorcio, que se extendería 14 años.

Abandonar el hogar la convirtió en una fugitiva, así que tuvo que esconderse y trabajar en lo que pudo para mantener a sus hijos, sin siquiera el apoyo moral de su madre, para quien una mujer que dejaba a su esposo era peor que una prostituta.

Según ella misma contaría, tras desempeñar varios oficios, consiguió empleo con una familia inglesa con la que viajó por Europa y visitó Reino Unido por primera vez.

Volvería en 1839 y en 1840 publicaría "Paseos en Londres", en el que denunciaría las desigualdades que presenció, y culparía a los aristócratas y el sistema capitalista por tal injusticia; el libro se convertiría en uno de los textos fundamentales del incipiente movimiento socialista.

Pero ni ese libro ni todos los demás que escribió probablemente habrían visto la luz de no haber sido por el viaje en el que se embarcó en 1833.

Arequipa, grabado del siglo XIX. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

"…resolví ir al Perú y refugiarme en el seno de mi familia paterna, con la esperanza de encontrar allí una posición que me hiciese entrar de nuevo en la sociedad", escribiría en "Peregrinaciones de una Paria" (1838).

Perú
Como en una novela de aventuras romántica, relató Flora, fue una charla casual en un albergue parisino con un capitán de barco llamado Zacarías Chabrié, a quien le contó sus penurias, lo que desencadenó el periplo.

En sus viajes, Chabrié había conocido a la poderosa familia Tristán, cuya cabeza era don Pío Tristán y Moscoso, el hermano menor de su padre, y la animó a que le escribiera.

La respuesta de su tío tardó en llegar y, aunque no prometía nada, le envió dinero para que fuera a visitarlos en Arequipa.

Aunque el que una mujer viajara sin acompañante en esa época era inusual y peligroso, Flora atravesó el océano sola, acompañada de 18 hombres.

Y aunque fue recibida en la casa señorial de la familia y disfrutó de una vida supremamente cómoda durante los 8 meses que estuvo en Perú, su tío sofocó cualquier ilusión de pasar por alto su condición de bastarda y entregarle su patrimonio.

"Me quedé sola, completamente sola, entre dos inmensidades: el agua y el cielo", dice la última página de "Peregrinaciones de una Paria", una memoria y crónica de su viaje.

Fue entre esas "dos inmensidades" que al fin se encontró.

Si quien había zarpado de Francia era una luchadora y rebelde que soñaba con recobrar su lugar perdido en la aristocracia, quien regresó en 1834, fue una revolucionaria decidida a conquistar con la pluma y la palabra un lugar justo para todos en la sociedad.

¿Madame viaja sola?
Desde el principio fue evidente que su experiencia le había dado una visión clara de cómo el mundo podía ser mejor.

Estampilla en homenaje a Flora Tristán, Francia.

A veces el punto de partida parecía inusual, pero la ambición era enorme, como en su primer libro "De la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras" (1835), .

En él, "imagina formas de ayudar a las mujeres a viajar", resume Krülic.

"Cuando una mujer llegaba a un hotel, la pregunta era '¿Madame viaja sola?', algo obviamente reprochable: una mujer que viaja sola es un aventurera; incluso puede ser una 'mujer de mala vida'.

"Ella misma fue acusada cuando estaba en un hotel sola: 'Probablemente sea porque quiere recibir amantes', dijeron.

"Lo que Flora reclama es el derecho de las mujeres de ser anónimas, de poder hacer todo aquello que no está prohibido -ir a un hotel, al banco, a un museo- sin ser juzgadas.

"Y ese problema de la visibilidad de las mujeres, de la libertad de las mujeres en el espacio público, lamentablemente aún no está completamente solucionado".

Libre al fin
Más tarde escribiría "Petición para el restablecimiento del divorcio" (1837), una de las causas por las que más luchó, así como por la abolición de la pena de muerte.

Pero sería su "Peregrinaciones de una Paria" la que le abriría un espacio más amplio en los salones parisinos.

En Arequipa, no obstante, propició un rechazo tan fuerte que hubo una quema pública de la obra, pues sus descripciones de Perú de mediados del siglo XIX ofendieron a quienes habían sido sus anfitriones.

Más tarde, la obra sería revalorada por los historiadores peruanos y, en las primeras décadas del siglo XX, sería acogida como una de las suyas.

Entre tanto, la fugitiva se había vuelto conocida y eso implicó estar en la mira de su esposo.

Chazal la acechaba, la sorprendía en las calles y la golpeaba, la llevaba a los tribunales para intentar quitarle la custodia de sus hijos, a quienes la justicia obligaba a estar con él, a pesar de que los aterrorizaba.

A Alina la tuvo que rescatar o esconder cuando la niña se escapaba después de que su padre la raptara.

Fue sólo después de que Chazal le disparó y la hirió de gravedad que lo encarcelaron. Finalmente Flora y Alina fueron libres.

Aline, hija de Flora, pintada por su hijo Paul Gauguin. FUENTE DE LA IMAGEN,STAATSGALERIE STUTTGART

Unos años después, "de una manera extremadamente audaz y premonitoria", dice Krülic, Flora examinaría la cuestión del consentimiento amoroso y la libertad de movimiento de las mujeres en el espacio público.

"Planteó una noción que, en el siglo XIX, era completamente inaudible: la del consentimiento. En esa época, eso no le interesaba ni a hombres ni a mujeres.

Y no se limitó a la necesidad de decir "sí".

"Cuestionó cuáles fueron las condiciones bajo las cuales dijo que sí... ¿Tuvo la opción de decir que 'no'?

"Lo preguntó porque lo vivió en carne propia: ella consintió casarse a los 17 años, pero ¿podría haber hecho otra cosa?".

Casi 180 después de su muerte, esa noción sigue resonando con fuerza.

Y es una de las razones que llevaron a Krülic a lanzarse a "la aventura de escribir el libro".

Seres humanos "Flora Tristán no es sólo una mujer mal casada que casi fue asesinada por su esposo", declara.

"Su personalidad y su obra van mucho más allá: desarrolló una serie de ideas extremadamente innovadoras e interesantes".

Si bien en las décadas de 1960-70 fue reconocida como pionera del feminismo y del movimiento sindicalista, Krülic considera que "hay una profunda injusticia" en el hecho de que "su contribución al pensamiento político y social no sólo ha sido minimizado, sino prácticamente desoído".

"Primero, el hecho de que sin agresividad, ni noción de guerra de los sexos, sino con la idea de que el ser humano es hombre y mujer, no podía cumplirse la promesa de 'Libertad, igualdad y fraternidad' si no la concebimos para el ser humano, es decir, los dos sexos.

"La igualdad es universal o no existe.

"Y lo dijo con una claridad, una radicalidad que es absolutamente incomparable y que, paradójica y tristemente, explica por qué fue ignorada".

No había espacio para una Flora Tristán en una izquierda marcada en Francia por el autoproclamado misógino Pierre-Joseph Proudhon.

Karl Marx. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

Incluso Karl Marx, quien la reconoció como una "precursora de altos ideales nobles", no la citó en su Manifiesto Comunista de 1848, a pesar de que conocía "su idea de que, más allá de las particularidades de profesión, sexo, origen geográfico, ubicación, la clase trabajadora constituye una sola entidad que tiene intereses comunes".

"Marx tomó esa idea, la desarrolló, la teorizó, la respaldó con su inmensa cultura filosófica y económica, con los medios intelectuales que él tenía pero Flora no".

"Era una idea extremadamente fuerte, extremadamente poderosa, extremadamente original de Flora Tristan.

"¿Por qué no la citó como a otros si, de hecho, fue su idea la que jugó un papel desencadenante para él?

"Creo que hay dos razones principales".

La primera, según Krülic, es sencilla: ella era mujer y él, un hombre de su época.

La segunda era una diferencia de expresión.

Demasiado romántico
"Ella tenía el vocabulario de autores románticos.

"Leía mucho, tenía una vasta cultura y estaba imbuida de un pensamiento cristiano, totalmente disociado de la Iglesia y anticlerical pero no antirreligioso, y ese era un punto fundamental de desacuerdo con Marx".

Esa idea de Flora, por ejemplo, en lenguaje marxista sería algo así como: el proletariado es una clase universal y como tal debe organizarse internacionalmente; su existencia y su fuerza radical se define por su falta de propiedades, por su presencia mayoritaria en la sociedad y, fundamentalmente, porque es la única clase verdaderamente productiva.

Libros de Flora Tristan
Pero si bien "Marx escribe sobre los trabajadores y su obra conceptual admirable, lo cierto es que requiere estudio; no es una lectura, como Flora dice, para los trabajadores".

Su estilo era más concreto.

"Sabía que los trabajadores tenían una jornada laboral muy larga, que muchos no sabían leer, y había que dirigirse a ellos en un lenguaje sencillo que los incitara a la acción.

"Eso también fue muy innovador y la diferenció de los socialistas de su época".

Y lo puso en práctica.

Se llamó a sí misma la "apóstol de la Unión de Obrera" y en abril de 1844 salió en un tour de Francia, con la policía siguiéndole los pasos, pues las reuniones políticas estaban prohíbidas, a llevar ese mensaje.

Su fervor fue profundamente apreciado.

Cuando murió en Burdeos 6 meses después, sin haber podido terminar su gira, la gente por la que luchó grabó en su tumba las palabras: "A la memoria de la señora Flora Tristán, autora de 'La Unión Obrera', los trabajadores agradecidos. Libertad, Igualdad, Fraternidad, Solidaridad".

Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Arequipa, un encuentro de escritores y pensadores que se realizó en esa ciudad peruana del 3 al 6 de noviembre. Lee aquí toda la cobertura.


martes, 17 de septiembre de 2019

_- Feminismo & Transformación social. Yo soy feminista

_- Marisa del Campo Larramendi
Rebelión

Sobre la importancia y la significación social de ser feminista.

Los feminismos son uno de los pocos movimientos que actualmente ofrecen algo de resistencia a la incontenible ola reaccionaria que recorre el mundo. Con todos sus luces y sus sombras, las reivindicaciones y movilizaciones feministas “molestan” al poder realmente existente en su objetivo de vaciar de contenido democrático las instituciones de los ya de por sí devaluados sistemas parlamentarios burgueses en aras de alcanzar sus sueños de acumulación incesante e infinita de capital.

Pero no solo “molestan” a los poderosos, sino que determinados feminismos “perturban” con sus denuncias la conciencia de hombres y mujeres del común. Nada más atractivo para ese ser egoísta y conformista que todos llevamos dentro que los cantos de fraternidad o sororidad universal que entonan los coros y danzas del poder.

La unidad de la nación, bajo el palio de la soberanía del pueblo, como cortina que encubre la división real en clases; la unidad de los sexos, bajo la bandera de la igualdad, que oculta la auténtica estructura patriarcal de nuestras sociedad. Porque ahí está la bicha, no lo duden: la división en clases y la estructura patriarcal.

Los feminismos nos recuerdan a los hombres y a las mujeres que existe violencia de género aquí y ahora, en el piso de arriba, en la calle que vivimos, en la ciudad que habitamos. Violencia de género de baja intensidad en nuestras relaciones cotidianas; violencia de género de alta intensidad en el interminable rosario de asesinatos machistas.

Los feminismos nos recuerdan que son mujeres las que ocupan los lugares más inhóspitos de la escala social, que son mujeres la fuerza de trabajo más explotada por el sistema, que son mujeres y niñas la mayor parte del ominoso ejército de esclavos que aún subsiste en el mundo.

Los feminismos nos recuerdan que existe un techo de cristal para las mujeres; que los lugares de trabajo son espacios de acoso sexual sobre las mujeres; que en las calles, en las fiestas y en las noches ronda la perversión machista de creer que la mujer es objeto y propiedad del deseo incontenible del macho. Sí, esto y más cosas nos recuerdan los feminismos.

Y por eso molesta a los de arriba en su objetivo de acallar cualquier voz que se levante contra su poder; y por eso molesta a sectores de los de abajo en su deseo de que les dejen vivir tranquilos, de que no les perturben en su sueño de habitar el mejor de los mundos posibles, de que no les quiten esas micro ventajas que da la sociedad patriarcal incluso a los hombres pertenecientes a las clases sometidas. Sí, por eso el feminismo es atacado por tanto flautista de Hamelín, bella pluma del poder y corifeo del Leviatán.

Y siempre con los mismos “argumentos”: el rasgarse las vestiduras ante el irracional radicalismo feminazi; la vergonzosa insistencia en desconfiar de las víctimas; la hipócrita reivindicación de la presunción de inocencia del hipotético victimario; la hiperbólica denuncia de una supuesta guerra sin cuartel desatada contra el hombre; las angélicas llamadas a ser, antes que feministas, femeninas, personas, seres humanos fraternalmente unidos en la costilla de Adán; la abracadabrante teoría de la existencia de un poderosa conspiración compuesta por feminazis, maricones y bolleras dispuesta a hundir la moral de occidente, pervertir nuestros usos y costumbres e imponer una terrible dictadura de “lo políticamente correcto”; la reducción del carácter estructural del sometimiento de la mujer a casos extremos de individuos anómicos; la elevación de la anécdota a categoría, de la excepción a regla, por ejemplo si hay una denuncia falsa por maltrato se utiliza como “argumento” para negar la violencia sistémica contra las mujeres; la igualación de víctimas y victimarios, poniendo al mismo nivel el daño que sufren las mujeres con el acoso estructural en el trabajo y las penosas consecuencias que para un caso individual conlleva una acusación que resulte fraudulenta…

Sí, los feminismos tienen sus luces y sus sombras, poseen puntos en conflicto y desacuerdo – es por eso que no se debe de hablar de “feminismo” sino de “feminismos” pues existen diversas corrientes, algunas muy enfrentadas entre sí – Por ejemplo: la complicidad de algún feminismo con el liberalismo pseudo progresista y meritocrático, que olvida la discriminación hacia las mujeres de clase baja o de etnias marginadas; o la mitificación por otros feminismos de una supuesta naturaleza femenina que en buen parte reproduce conceptos patriarcales y es funcional al sistema; o el determinismo de algunas teorías feministas que pretenden encontrar la explicación de todo en una “estructura patriarcal” concebida de un modo mecanicista, como otrora el marxismo vulgar creyó encontrar la llave de la historia en el determinismo económico.

Sí, los feminismos han cometido y cometerán muchos errores… como toda praxis humana. Pero los feminismos tienen “la” razón, una razón poderosa, innegable, radical: vivimos en una sociedad patriarcal que somete a la mujer, que genera violencia contra la mujer, que impide su libre desenvolvimiento como ser humano. Y los feminismos tienen un objetivo profundamente ético, revolucionario y emancipador: acabar con ese estado de cosas. Por eso yo soy feminista.

miércoles, 29 de junio de 2016

El potente discurso de la activista Nawal al Saadawi al recoger el premio Optimistas Comprometidos

Es mucho lo que se puede decir para describir a Nawal al Saadawi. Wikipedia la define como escritora, médica y feminista egipcia, pero seguramente se queden cortos. Con 84 años a sus espaldas, Saadawi ha pasado, en este orden, por la mutilación genital, por la cárcel y por el exilio, pero nada ha podido frenarla en su lucha “humanista” más que feminista, según la califica ella misma.

En 1972 Saadawi se jugó su puesto en el Ministerio de Salud (y lo perdió) con la publicación del libro La mujer y el sexo, en el que denunciaba la extirpación del clítoris. En 1981 el régimen de Anwar el Sadat la encarceló por mostrarse crítica con su gobierno, pero ni siquiera en prisión se calló, y allí se dedicó a escribir sus memorias sobre un rollo de papel higiénico con un lápiz de contrabando. Diez años más tarde tuvo que exiliarse por las amenazas de muerte de los islamistas, pero eso le permitió dar clase en la Universidad de Washington.

Estos son motivos suficientes para definirla como una mujer especial, optimista y comprometida y, por tanto, para que la revista Anoche tuve un sueño le concediera el premio especial Optimistas Comprometidos, en su segunda edición, que recogió hace unos días en Madrid.

Saadawi no tiene pelos en la lengua para posicionarse contra “todos los Gobiernos”, todas las religiones y todas las divisiones “arbitrarias”, ya sea entre ciencias y letras o entre hombre y mujer —porque asegura que dentro de cada hombre hay una mujer, y viceversa—.

En el discurso que pronunció durante la gala, que a continuación se reproduce íntegro, Saadawi habló de sueños, de creatividad y disidencia, de injusticias y de esperanza. Con él quiso animar a soñar, a ser radicales, a no abandonar la creatividad y a buscar la “libertad real”. Éstas fueron sus palabras con las que logró emocionar al público:

Estar aquí, en Madrid, es como un sueño. En serio, es como si estuviera soñando, pero llevo soñando todo el tiempo, desde que era pequeña. Soñaba con ser bailarina, música, pianista. Nunca soñé con ser médico, pero me hice médico para contentar a mis padres. Aun así, es muy difícil separar las ciencias de las letras. Esta separación es falsa, es inventada. No existe tal separación entre las letras creativas y las ciencias creativas. No existen esas divisiones.

Yo era cirujana y luego me hice psiquiatra. No hay separación entre la cirugía y la psiquiatría. De hecho, todas estas líneas divisorias son artificiales, muy artificiales. Cuando no podía vivir en Egipto, estuve enseñando en el exilio y me inventé el nombre de la asignatura. La llamé ‘Creatividad y Disidencia’, porque hay una relación entre ser creativo y ser disidente, siempre existe esa conexión entre creatividad y disidencia.

Pero… ¿qué es la creatividad? La creatividad no consiste en ser un genio. No creo en los genios. Todos aquí sois genios. Todos los niños nacen siendo genios, todos los niños nacen creativos, pero luego pierden la creatividad con la educación. ¿Cómo puede el sistema educativo, principalmente la educación religiosa (ya sea el Cristianismo, el Judaísmo, el Islam o el Budismo, cualquiera) abolir el poder creativo de los niños? Os pongo un ejemplo.

Hay gente que piensa que el feminismo es algo que aprendemos. Todos los niños nacen revolucionarios, todas las chicas son feministas. Yo me hice feminista cuando era una niña. ¿Cómo? Muy simple. Tengo un hermano mayor y mis padres lo mimaban porque era un chico. Él era un vago en el colegio y en casa tampoco trabajaba, pero tenía todos los privilegios porque era un chico. Yo era una niña, era muy buena en la escuela porque quería contentar a mis padres y era muy buena en la cocina ayudando a mi madre, pero me daban la mitad que a mi hermano. Así que me enfadé y les dije a mis padres: “¿Por qué estáis haciendo esto? ¿Por qué sois tan injustos y preferís a mi hermano?”. Mis padres contestaron: “Porque es un chico”. “¿Y qué? ¿Y qué si es un chico?”, insistí yo. “Porque es lo que ha dicho Dios”, me respondieron.

Me enfadé, me puse furiosa. Me fui a mi habitación y escribí una carta a Dios. Era mi primera carta a Dios, y le dije: “Querido Dios, se supone que tú eres justo. Se supone que tú amas la justicia. ¿Por qué eres tan injusto conmigo? ¿Por qué prefieres a mi hermano?”. Por supuesto, no me sabía la dirección de Dios, así que me quedé la carta y la quemé. Era una niña rara. En realidad, eso es feminismo. Eso es el feminismo: la valentía y la capacidad de criticar a Dios, de criticar al padre, al abuelo, al presidente, a los poderes, tanto del cielo como de la tierra. Aunque yo no lo llamo feminismo, sino humanismo, porque no estoy luchando por los derechos de las mujeres; estoy luchando por los derechos humanos, de los pobres, los campesinos, la clase obrera, por los derechos de los hombres que han sido torturados, que sufren torturas o desigualdad. Lucho por por todos ellos, igual que hacéis quienes estáis aquí, ya seáis músicos o científicos. Vuestro objetivo es tener una sociedad justa, tener justicia, igualdad, libertad real, pero no democracia.

No creo en la democracia; la democracia no tiene un buen nombre, porque la democracia no es libertad. Las elecciones no son libertad, no son reales. En realidad no elegimos lo que queremos; es el dinero lo que domina las elecciones. Vivimos en una sociedad muy, muy injusta, ya sea en España o en Egipto, en América o en Europa. Vivimos en un mundo, no en tres. Algunas personas dicen que vengo del tercer mundo y eso es un insulto: yo no vengo del tercer mundo. Vivimos en un mundo dominado por el mismo sistema: el sistema capitalista, patriarcal, religioso, colonial, racista e histórico. Hay que estudiar historia para saber por qué este sistema es tan injusto con tantas personas. Por ejemplo, con los migrantes, esos millones de inmigrantes que vienen de otros países aquí a España o a Europa. ¿Cómo viven? ¿Por qué habría que diferenciar entre personas? ¿Porque nacieron en Egipto o en Estados Unidos? ¿Por qué? Esta política de identidad es falsa, al igual que la democracia.

Bueno, no quiero extenderme más, pero sí me gustaría decir que he disfrutado mucho esta tarde. Corroboro que la ciencia, el arte, la música, la medicina, la cirugía, la escritura y la creatividad son sinónimos de sentido común. La creatividad, al igual que el feminismo, consiste en volver a la justicia, al sentido común, y sentir que somos uno y que vamos a cambiar este mundo, porque todos estamos indignados con las injusticias del mundo, así que vamos a cambiarlo juntos y lo vamos a conseguir. Porque la esperanza es poder. Muchas gracias.

http://www.huffingtonpost.es/2016/05/26/discurso-nawal-al-saadawi_n_10145388.html?utm_hp_ref=spain