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miércoles, 21 de enero de 2015

El exterminio en Navas del Madroño. En enero de 1937, 68 venteros fueron fusilados en Cáceres sin saber por qué los mataban

Una de las cosas peores que te pueden pasar en esta vida es que te maten y no sepas por qué. Esto les sucedió hace ahora justamente 78 años a 68 vecinos del pueblo cacereño de Navas del Madroño. En su mayoría, tenían entre 30 y 50 años, habían formado una familia y trabajaban en el campo o en la cantería, aunque no faltaban los carreros, los pescadores ni los comerciantes.

Entre el 27 de diciembre de 1937 y mediados de enero de 1938, los 68 venteros, que así se llaman los de Navas, fueron detenidos sin explicaciones y trasladados a la cárcel de Cáceres. El 9 de enero de 1937 fue especialmente kafkiano: llegaron varios camiones cargados de guardias y de falangistas, detuvieron a medio centenar de vecinos y se los llevaron. Los presos tranquilizaban a sus mujeres y a sus hijos. Es una equivocación, decían. No pasará nada. Pero pasó.

Antes de que acabara aquel terrible mes de enero del 37, los 68 venteros habían sido fusilados. Solo el día 15, los pelotones acabaron con la vida de 54 hombres de Navas. Y murieron sin saber por qué morían.

«Manuel Conde Paz, Antonio Conde Paz, Benigno Corchado Canales.». Mediodía del sábado 17 de enero de 2015. Unas 60 personas rodean a Ana María García Cava. Es la presidenta de la Asociación de Familiares de Víctimas del Franquismo en Navas del Madroño, constituida en 2012 y formada por representantes de 30 familias que padecieron aquel exterminio sin explicación. Ana lee la lista de los 68 fusilados ante el monumento erigido en su honor en el cementerio del pueblo. Hace un frío que congela hasta las palabras. Menos mal que, cada 10 o 15 nombres, Flora Talavera lee un poema dedicado a las víctimas y pone un poco de calor en el ambiente. Flora es ama de casa y nieta de Juan Canales, uno de los fusilados sin saber por qué.

«La mañana estaba clara, ella estaba blanqueando», recita Flora y los presentes vuelven a imaginar aquel inexplicable 9 de enero, que tantas veces les contaron sus madres y sus abuelas en la clandestinidad de la lumbre de invierno. «Gracias, señor Chaves, por habernos dado voz», declama otro verso. Entre los presentes, el historiador Julián Chaves, que ha investigado el exterminio de Navas y lo ha referido en varios libros.

Del camposanto a la Casa de Cultura. Conferencia del profesor José Hinojosa, que aporta nuevos datos para entender lo que los fusilados no comprendieron. El desencadenante del exterminio en Navas fue la famosa lista de Máximo Calvo, que sería como la de Schindler, pero al revés: los que en ella aparecían, no se salvaban. Este activista comunista fue muerto tras un tiroteo en Almoharín el 27 de diciembre de 1937. Llevaba unos papeles cifrados en su cartera. El 28 se descifraron. En ellos aparecía una relación de vecinos de Navas susceptibles de ser convencidos para la causa. Ni Máximo los conocía ni los vecinos sabían quién era Máximo. Pero fueron exterminados. Por si acaso.

Espinosa matiza la explicación de la lista como único desencadenante. Entre 1931 y 1936, Navas fue un pueblo particularmente luchador, muy azotado por el paro, con episodios de tensión social que no se dieron en el resto de Extremadura como un conato revolucionario en octubre de 1934, al tiempo que los mineros se levantaban en Asturias. «Esto sí pudo marcar los fusilamientos», resume el historiador.

Los venteros interiorizaron aquel intento de exterminio hasta bien entrada la democracia. Solo se exteriorizaba en síntomas como que las películas que siempre triunfaban en Navas, según me contaba un empresario cinematográfico que proyectaba filmes por las cárceles y los pueblos de España, eran las que acababan con una venganza. Pero el drama 'La taberna de Cadalso' de Miguel Murillo, sobre la vida de Máximo Calvo y los sucesos de Navas, tardó años en representarse en un pueblo al que le costaba enfrentarse cara a cara con su tragedia. Ahora, por fin, empieza a conocerse la verdad del exterminio.

Fuente: Diario Hoy. J. R. ALONSO DE LA TORRE.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Lluís Companys, 73 años de un crimen contra Catalunya. El franquismo fusiló al president de la Generalitat tras una farsa de juicio

El franquismo fusiló al president de la Generalitat tras una farsa de juicio.

Lluís Companys fue fusilado la madrugada del 15 de octubre de 1940, hoy hizo exactamente 73 años, por ser el president de Catalunya. Fue el único presidente europeo elegido democráticamente fusilado por el fascismo. Franco quiso dar un escarmiento a la Catalunya derrotada, a los supervivientes de la República. No habría piedad ni para el máximo representante del país.

Acaba de hacerse público un manuscrito de Carme Ballester, segunda esposa de Lluís Companys, en el que relata la detención de su marido en Francia por las tropas alemanas, a pesar de que el cerebro de la operación fue el policía franquista Pedro Urraca Rendueles, quien lo condujo hasta la frontera de Irún.

Desde el 29 de agosto hasta el 3 de octubre de 1940, Companys fue torturado en la Dirección General de Seguridad, en la madrileña Puerta del Sol. Después fue trasladado al Castillo de Montjuïc, en Barcelona, convertido en prisión, para ser sometido a un consejo de guerra sumarísimo. Las indicaciones de Franco eran claras: condenarlo a muerte y fusilarlo lo antes posible sin dar noticia a la prensa.

El 14 de octubre comienza un consejo de guerra que no es más que un simulacro, como el resto de los 110.000 que el franquismo puso en marcha en Catalunya. Pocas horas después, el caso quedaba visto para sentencia: pena capital. Esa misma tarde, Franco, sin ver el sumario ni el acta del consejo de guerra, dio el Enterado. La condena se debía cumplir al día siguiente, al alba. En su testamento hológrafo, Companys escribió: "A todos los que me han ofendido perdono; a todos los que haya podido ofender pido perdón. Si he de morir, moriré serenamente (...). Por Catalunya y lo que representa de Paz, Justicia y Amor".

Lluís Companys i Jover había nacido en El Tarròs (Lleida) en 1882 en el seno de una familia acomodada de propietarios agrícolas. En la facultad de Derecho conoció al abogado Francesc Layret, que fue quien le transmitió el discurso político republicano, reformista y autonomista. Dedicó sus primeros años en política a su republicanismo catalán y español. El catedrático de Historia Contemporánea Àngel Duarte considera que "Companys resuelve en clave republicana y española las contradicciones de su tiempo, desde un doble patriotismo que participa de la identificación entre república e izquierdismo".

Republicano y catalanista
La evolución del político hacia el catalanismo ya era evidente a finales de 1933, cuando fue elegido president de la Generalitat: "Companys evolucionó en clave nacionalista. Sencillamente, el sujeto de soberanía pasó a ser el pueblo de Catalunya. Por supuesto, la condición republicana no se anula. Sólo empalidece ante la fuerza arrasadora de su catalanismo", en palabras de Duarte.

Companys fue el líder de la minoría catalana en las Cortes en 1931. En aquella época, su segunda esposa, militante de Estat Català, lo acabó de atraer hacia posiciones cada vez más catalanistas. Esta tendencia creció todavía más después de ser elegido president del Parlament, en 1932, y de sustituir a Francesc Macià en la Presidencia de la Generalitat el día de Navidad de 1933.

En 1934, cuando Europa estaba polarizada por el combate entre el fascismo y el antifascismo, la entrada de la derechista CEDA de Gil Robles en el Gobierno Lerroux, el 3 de octubre, fue declarada casus belli por la izquierda. Tras convocarse una huelga general en todo el país, Companys proclamó el Estat català el 6 de octubre. La proclama fracasó y Companys fue encarcelado junto a su Gobierno. Es el episodio más polémico de su biografía.

Atraer al anarquismo
Lluís Companys, como president de la Generalitat, se vio desbordado por el caos que se generó en Catalunya después de la sublevación militar. El golpe fracasó, pero desató las acciones de grupos incontrolados, especialmente de la FAI. Companys intentó controlar a los anarquistas a la vez que facilitaba la huida de miles de catalanes que se encontraban amenazados de muerte. El historiador Hilari Raguer afirma que Companys logró frenar los crímenes de los incontrolados. El propio general sublevado Queipo de Llano reconocía en una de sus arengas en Radio Sevilla que "Companys ha dejado salir de Barcelona a más de 5.000 hombre de derechas, lo cual ha aminorado sin duda la responsabilidad que pesa sobre él. ¡Dios se lo tenga en cuenta!". Cuatro años después, el tribunal militar no tuvo en cuenta ningún testimonio en su favor. La sentencia estaba dictada de antemano. Era un juicio a la Catalunya derrotada. Fuente: diario Público.
"hay una premisa esencial en el análisis del caso Companys y en el del resto de condenados por los tribunales de la dictadura por haber sido fieles a la legalidad republicana: los delincuentes por rebelión fueron los franquistas (...). No es necesario perder ni un segundo en demostrar la injusticia de aquellos juicios criminales".