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jueves, 30 de abril de 2020

El profesional resiliente: cuatro habilidades para reinventarnos. La crisis de la covid-19 nos desafía a desarrollar nuevas destrezas y a buscar otras oportunidades

La covid-19 nos ha pillado con el paso cambiado. Nadie imaginaba una situación como la que estamos viviendo, así que todo lo que nos sucede es nuevo. El virus ha obligado a las empresas y a sus líderes a transformarse. Vienen tiempos difíciles para muchas personas en el plano profesional, lo que les empujará a reinventarse o, al menos, a buscar nuevas oportunidades. Para hacer frente a este escenario, los emprendedores, los autónomos y aquellos profesionales que dirigen empresas, por pequeñas que sean, tienen el desafío de desarrollar nuevas habilidades. El objetivo es sacar algún partido a estos momentos extraordinarios. Veamos algunas de las destrezas que podemos adquirir:

1. Mirar al futuro y al cliente. Para muchas empresas habrá un antes y un después de la covid-19. Para labrarnos un nuevo camino profesional necesitamos dejar atrás la nostalgia que nos producen estos momentos, remangarnos y mirar hacia delante. Imaginar un futuro con cambios y preguntarnos cómo podemos adaptarnos a ellos. Es básico saber cómo satisfacer a los clientes. Cuando todo acabe, las necesidades serán similares, pero la economía del distanciamiento social habrá introducido un cambio sustancial: la manera de satisfacer al usuario. Es el momento de plantearse las cosas. ¿Puedo servir comida a domicilio? ¿Cómo puedo organizar fiestas online? ¿Qué otro servicio puedo ofrecer? Solo conociendo las necesidades del cliente podemos penetrar en el nuevo escenario laboral que se avecina.

2. Reinventarse. La crisis económica de la covid-19 dará lugar a nuevas oportunidades, pero habrá que descubrirlas. No será fácil, así que necesitaremos grandes dosis de creatividad y de curiosidad. Si queremos probar un nuevo servicio, debemos invertir el menor dinero y el mínimo tiempo posible para ponerlo en marcha. Nos ayudará abrirnos a ciertos comentarios y adaptarnos rápidamente. No consiste en tener razón, sino en aportar valor. Hay que escuchar con atención a los clientes y experimentar de la manera más rápida posible. Debemos preguntarnos, por ejemplo, cómo se han adaptado las empresas de nuestro sector en Corea del Sur, que nos lleva unos meses de ventaja en esta crisis. El tiempo es oro. Dedicarnos durante meses a definir una estrategia para orientar nuestro trabajo es algo impensable. Hay que abrir bien los oídos y los ojos, investigar y probar para adaptarnos lo más rápido posible a los nuevos tiempos.

3. Cercanía, comunicación y confianza. Cuando las personas lo pasan mal, valoran más la cercanía. Es el momento de generar relaciones más auténticas con nuestros clientes, compañeros o colaboradores. Preocuparnos sinceramente por cómo están ellos y sus familias, cómo les va su trabajo… Los jefes deben abrir sus agendas, crear espacios para conversar con sus empleados de forma directa y sincera, aunque sean charlas virtuales. Y, por supuesto, deben de ser muy honestos con la situación. Los valores deben primar en los momentos complicados. Los profesionales necesitan que se les trate como adultos, no como niños. Las peores gestiones de crisis que he conocido en una empresa son aquellas en las que no se comunica nada. Esa estrategia de silencio da lugar a comentarios de pasillo, tan poderosos que son capaces de crear realidades paralelas, normalmente, peores que la realidad. Por eso, aunque exista incertidumbre, los jefes deben comunicar con sinceridad. Si se lanza un nuevo proyecto, los empleados agradecen que sus jefes se muestren cercanos, comunicativos y confíen en ellos. Necesitan escuchar un “no sabemos cuál va a ser la acogida, pero vamos a luchar para que sea la mejor posible”.

4. Resiliencia. El término resiliencia proviene del latín resilio, que significa volver atrás o dar un salto. Es precisamente lo que les ocurre a las gomas elásticas cuando se estiran y regresan al estado original. La resiliencia puede definirse como la capacidad del ser humano para afrontar la adversidad, superarla y transformarse positivamente. Los profesionales deben actuar como una goma elástica que se estira hasta ser útil. No cabe duda de que la covid-19 les obligará a ser resilientes. Para desarrollar esta habilidad deben cuidarse tanto física como emocionalmente, orientarse al futuro, abrirse al aprendizaje y quedarse siempre con la parte positiva de cuanto viven. Es la única manera de ser resilientes. De reinventarse y aprovechar esta crisis para aprender nuevas habilidades. Las que se van a necesitar en un mundo distinto al que conocíamos.

https://elpais.com/elpais/2020/04/20/laboratorio_de_felicidad/1587369895_390976.html