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domingo, 20 de octubre de 2024

_- ¿Cuán comunista es realmente China hoy? BBC

Poster con imagen de Marx, Lenin y Mao

_- El 1 de octubre de 1949, Mao Zedong instauró la República Popular de China, sobre la base de las teorías de Marx y Lenin.


Hace 75 años, el 1 de octubre de 1949, el Partido Comunista tomaba el poder en China, poniendo fin a una larga guerra civil, y su líder, Mao Zedong, anunciaba el nacimiento de una nueva nación: la República Popular de China (RPC).

El país atravesó enormes cambios. Mao instaló políticas marxistas, pero a diferencia del comunismo soviético, centrado en la clase obrera, la revolución maoísta se basó en los campesinos.

El objetivo de Mao era industrializar al país y transformar la tradicional economía agraria china. Para ello creó brigadas de trabajo y granjas colectivas, prohibiendo la agricultura y la propiedad privada.

La colectivización y centralización de la economía transformaron a la sociedad china.

Pero "El Gran Salto Adelante" -como llamó Mao a su proceso de industrialización- también provocó una gravísima insuficiencia alimentaria y al menos 20 y hasta 45 millones de personas, según diferentes fuentes, murieron de hambre entre 1958 y 1962.

Mao ahondó sus políticas comunistas y lanzó a mediados de la década de los 60 otra de sus políticas más controvertidas: la "Revolución Cultural", una campaña contra los partidarios del capitalismo en China bajo el pretexto -destacan los historiadores- de eliminar a sus enemigos políticos en el seno del Partido Comunista Chino (PCCh).

Millones de personas fueron aterrorizadas por la Guardia Roja, los jóvenes movilizados por Mao para eliminar a la "cultura burguesa".

Pese a ello, un intenso culto a la personalidad convirtió a Mao en una especie de divinidad nacional.

Su imagen sigue muy presente en la vida diaria del país asiático. Sin embargo, hoy la República Popular de China no podría ser más distinta de lo que la que concibió "El Gran Timonel".

Así se ve hoy Shanghái, la capital económica de China.

Fuente de la imagen,Getty Images

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Así se ve hoy Shanghái, la capital económica de China.

Superpotencia

75 años después de su fundación, la China actual parece casi opuesta a la nación que concibieron los fundadores del PCCh.

Mientras que Mao colectivizó el trabajo, centralizó la economía y persiguió a los partidarios del capitalismo, hoy China es el segundo país del mundo con más millonarios (hay más de 6 millones, según el último Informe de riqueza global de UBS).

Su Producto Interno Bruto (PIB) solo es superado por el de Estados Unidos, que tiene apenas 6 empresas más que el gigante asiático (139 vs 133) en la lista de las 500 corporaciones más grandes del mundo, según el listado de 2024 de la revista Fortune

También tiene el sector bancario más acaudalado y la entidad con mayores activos: el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC).

¿Cómo se explica, entonces, que el país comunista más grande del mundo tenga este nivel de riqueza y se encamine -según algunos analistas- a convertirse en la principal superpotencia económica del planeta?

Todo se debe a los cambios que introdujo a partir de 1978 -dos años después de la muerte de Mao- Deng Xiaoping, quien impulsó un programa económico que se conoció como "Reforma y apertura".

Deng hizo todo lo contrario a lo que pregonaba Mao: liberalizó la economía, permitiendo el resurgimiento del sector privado y descentralizó el poder, dejando la toma de decisiones en manos de las autoridades locales.

Desmanteló progresivamente las comunas y les empezó a dar mayores libertades a los campesinos para que pudieran administrar las tierras que cultivaban y vender los productos que cosechaban.

También se abrió al exterior: viajó a EE.UU. y selló los lazos con Washington, tras el histórico primer paso que dio Richard Nixon al visitar China en los últimos años de Mao, en plena Guerra Fría.

Deng Xiaoping con Jimmy Carter

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Deng Xiaoping firmó un histórico acuerdo con el presidente estadounidense Jimmy Carter, en 1979.

Así, empezaron los contratos comerciales entre la RPC y Occidente, dando paso a la entrada en la economía del país asiático de inversiones extranjeras y multinacionales icónicas del capitalismo, como Coca-Cola, Boeing o McDonald's.

"Socialismo con características chinas"

El modelo económico introducido por Deng, basado en una economía de mercado, se bautizó oficialmente "Socialismo con características chinas".

Fue una fórmula exitosa que permitió que China empezara a crecer a niveles récord y sostenidamente, durante cuatro décadas.

El Banco Mundial estima que más de 760 millones de chinos salieron de la pobreza gracias a las reformas, algo sin precedentes.

Algunos expertos lo llaman "el milagro económico más impresionante de cualquier economía en la historia".

Los líderes posteriores -Jiang Zemin, Hu Jintao y el actual mandatario del país, Xi Jinping- mantuvieron las reformas aperturistas.

China se modernizó y hoy no solo domina la fabricación de ropa, textiles y electrodomésticos. También es un gigante tecnológico.

Si miras a tu alrededor, verás que muchos de los productos que utilizas proceden de allí.

Xiaomi, Oppo y Vivo son algunas de las empresas de telefonía más grandes del mundo y Huawei es líder en el desarrollo de la tecnología 5G.

Lenovo, otra empresa privada china, es la que más ordenadores vende en el mundo.

Y la plataforma Alibaba es una de las principales empresas de comercio electrónico del planeta.

El fundador de Alibaba, Jack Ma
El fundador de Alibaba, Jack Ma

Fuente de la imagen,Getty Images


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El mutlimillonario fundador de Alibaba, Jack Ma, es uno de los emprendedores más famosos de China y pertenece al Partido Comunista, según informó el oficial Diario del Pueblo.

Con todo, cabe preguntarse: ¿podemos seguir llamando a China un país comunista?

Poder absoluto

Desde el punto de vista político, la respuesta es: definitivamente, sí.

Un siglo después de su creación, el PCCh sigue siendo la única fuerza política en China y gobierna de forma vertical y jerárquica, con dirigentes en cada ciudad y región del país.

La estructura del partido es piramidal y en su base hay más de 95 millones de miembros.

El presidente de China es elegido por la Asamblea Popular Nacional -el Parlamento-, que está controlado por el PCCh.

Y el partido controla a todos los altos funcionarios del gobierno, los líderes de las empresas estatales, las escuelas, los hospitales y los grupos sociales.

"El PCCh no es un partido político tal como entendemos este tipo de organización en una democracia multipartidista. Es un Partido-Estado", explicó en un artículo en la revista Política Exterior Jean-Pierre Cabestan, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Baptista de Hong Kong y uno de los mayores expertos en China.

Este Partido-Estado presta mucha atención al control de su ideología: no existe la libertad de prensa y, con excepción de unos pocos medios escritos privados, el sector mediático está bajo control estatal.

Según el organismo de derechos humanos Human Rights Watch, el gobierno chino "mantiene un estricto control sobre internet, los medios masivos y la academia".

También "persigue a comunidades religiosas" y "detiene de forma arbitraria a los defensores de los derechos humanos".

Pero si se analiza al país desde una perspectiva económica, ahí la historia es otra.

Un poster de Mao 
Un poster de Mao

Fuente de la imagen,Getty Images


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Políticamente comunista, económicamente... no tanto.

"La pesada mano del partido"

"Económicamente China hoy está más cerca del capitalismo que del comunismo", opinó a BBC Mundo la analista internacional, experta en Asia, Kelsey Broderick.

"Es una sociedad de consumo, lo que es totalmente opuesto al comunismo", destacó.

Sin embargo, Broderick advirtió que, aunque a primera vista la economía china parece completamente capitalista, "si remueves la primera capa, puedes sentir la pesada mano del partido".

El control que ejerce esta "mano invisible" se siente más en lo alto de la pirámide económica, afirma. El Estado determina, por ejemplo, el precio del yuan y quién puede comprar divisas.

Y es el que controla las empresas más grandes del país, que manejan los recursos naturales.

El PCCh también es oficialmente el dueño de toda la tierra en China, aunque en la práctica las personas pueden poseer propiedades privadas por un determinado número de años.

Y controla el sistema bancario, por lo que decide a quién se le otorga préstamos.

Incluso las empresas privadas chinas deben someterse a inspecciones estatales y tienen "comités partidarios que pueden influenciar la toma de decisiones", cuenta Broderick.

Esto último también ocurre con algunas firmas extranjeras que operan en el país, en el caso de que tengan tres o más miembros del PCCh empleados (una situación no poco común teniendo en cuenta los más de 95 millones de miembros).

Oficinas de Huawei
Oficinas de Huawei

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EE.UU. ha acusado a China de utilizar a su principal empresa privada de telecomunicaciones para espiar a otros países, acusación que Huawei rechaza.

Este borroso límite entre lo privado y lo estatal está detrás de la controversia que ha afectado en los últimos años a Huawei, luego de que EE.UU. acusara a la principal empresa privada de equipos de telecomunicaciones de China de ser un frente para el espionaje estatal (algo que la compañía niega).

"Capitalismo estatal"

Estos rasgos socialistas que aún persisten en el modelo económico chino, y que han llevado a que muchos analistas lo tilden de "capitalismo estatal", también han exacerbado la guerra comercial entre China y EE.UU.

Si bien el conflicto se centra en la balanza comercial, muy inclinada a favor de Pekín, Washington y otros socios comerciales de China reclaman por las enormes ayudas estatales que reciben las empresas privadas chinas, y que las ponen en ventaja con respecto a sus rivales internacionales.

"Las empresas privadas chinas tienen una doble ventaja: toman créditos de bancos públicos y reciben subsidios energéticos de las empresas estatales que controlan toda la producción de energía del país", señala el periodista y analista internacional Diego Laje.

Laje, quien fue presentador en la Televisión Central de China (CCTV) en Pekín y corresponsal para Asia de la cadena estadounidense CNN, considera que China "no se puede llamar capitalista porque no cumple con los requisitos y compromisos de la Organización Mundial del Comercio (OMC)", a la que adhirió en 2001 y que aún no lo reconoce como "economía de mercado".

No obstante, el periodista destaca que "en el día a día la intervención del Estado no se siente, lo que da una sensación de libertad" que hace que en muchos sentidos la economía china opere como un sistema capitalista.

Inequidad

Si bien la liberalización de la economía ha reducido fuertemente la pobreza, también ha aumentado la brecha entre ricos y pobres.

Se nota en los servicios de salud: la mayoría de los chinos dependen del sistema público, muchas veces abarrotado, pero los más ricos acuden a hospitales privados.

Personas esperando en un hospital público chino
Personas esperando en un hospital público chino

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La mayoría de los chinos dependen del sistema de salud público, pero los más ricos acuden a hospitales privados.

La educación china también ha sufrido cambios. Sigue siendo estatal pero ya no es completamente gratuita.

"Hay 9 años que son obligatorios y no se pagan. Pero para ir al secundario y la universidad hay que pagar", le dijo a BBC Mundo Xiao Lin, una intérprete originaria del sureste de China que emigró a Pekín para estudiar y trabajar.

Xiao es una de las muchas personas que padece la profunda crisis inmobiliaria por la que atraviesa China, con decenas de miles de casas nuevas sin vender porque muchos no pueden pagarlas.

"Las casas son cada vez más caras y solo los ricos pueden comprarlas. Los profesionales jóvenes como yo no podemos acceder a tener nuestra propia vivienda y dependemos de nuestros padres o abuelos", cuenta.

Estas diferencias socioeconómicas están muy lejos de lo que propone el comunismo, que apunta precisamente a eliminar las clases sociales.

¿Contradicción?

¿Cómo explica el PCCh, que en el pasado persiguió a quienes creían en el "capitalismo", el éxito de su "capitalismo estatal" que ha llevado a China a convertirse en la segunda economía más grande del mundo?

Según Anthony Saich, director del Ash Center de la Universidad de Harvard y autor del libro From Rebel to Ruler: 100 Years of the Chinese Communist Party ("De rebelde a dirigente: 100 años del PCCh"), la dirigencia del partido simplemente cambió el relato.

"Los actuales líderes de China han reescrito la historia de una manera que borra este aspecto de la historia oficial", le dijo a BBC Mundo.

"Si bien admiten que Mao pudo haber cometido algunos errores, ignoran el ataque a los 'seguidores de la vía capitalista' y explican la Revolución Cultural como un experimento del cual el partido aprendió. Enfatizan que fue un ataque a la corrupción, al burocratismo, etc.".

Plato con imagen de Xi Jinping y estatua de Mao
Plato con imagen de Xi Jinping y estatua de Mao

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Xi Jinping lidera el Estado, el PCCh y el Ejército -"la santísima trinidad comunista", afirma Laje- y muchos lo consideran el gobernante chino más poderoso desde Mao.

"Xi Jinping, en lugar de ver la era pos-1949 dividida en dos historias (una bajo Mao y otra bajo reformas) lo considera una línea ininterrumpida de experimentación que ha resultado en lo que el partido es hoy", señaló.

Saich, al igual que muchos otros expertos, resalta que, bajo Xi, China "se ha alejado de las influencias más liberales del mercado que se experimentaron anteriormente".

Por su parte, Laje observa que también se ha endurecido. "Están aumentando los niveles de represión y control y se ha perfeccionado la tecnología para que hoy China sea un Estado policial perfecto".

Para Broderick, el líder chino "está convencido de que la desintegración de la Unión Soviética se dio porque dejaron de lado sus raíces comunistas y no quiere que eso ocurra en su país".

Sin embargo, consultado sobre si la China de Xi se está haciendo más capitalista o más comunista, Saich opina que ninguna de las dos opciones es acertada: "Es más estatista".

*Esta nota fue publicada originalmente el 1 de octubre de 2019, por el 70º aniversario de la fundación de la RPC, y ha sido actualizada. 

 Veronica Smink Título del autor, BBC News Mundo*
29 septiembre 2024.

viernes, 14 de agosto de 2020

La Revolución Cultural china. Últimos movimientos antes del caos bajo las estrellas (1962-66). Fernando Prieto | Mundo |

Fuentes: Observatorio de la Polítia China

A pesar de que la Revolución Cultural comenzó en 1966 es importante retroceder al periodo inmediatamente anterior, que comprende los años 1962-66, ya que lo que ocurrió entonces fue el detonante de la tormenta que se desataría en agosto de 1966.

El Movimiento de Educación Socialista
El Movimiento de Educación Socialista fue impulsado por Mao Zedong en 1962 para frenar el revisionismo que comenzaba a vislumbrar en China. El objetivo fundamental era acabar con los retazos capitalistas que aún pervivían entre el campesinado y los representantes locales del Partido Comunista de China (PCCh). Esta campaña nacional fue la última evidencia que necesitaba Mao para comprobar que tanto su sucesor, Liu Shaoqi, como buena parte de los miembros más preponderantes del Politburó, se encontraban lejos de haber asimilado el Pensamiento Mao Zedong, lo que quedaba de manifiesto en las decisiones erráticas que, según el criterio del propio Mao, tomaron cuando les dejó vía libre para actuar al situarse en un segundo plano.

Al saberse rodeado de potenciales contrarrevolucionarios decidió organizar un grupo de poder al margen de la estructura tradicional política, lo que durante la Revolución Cultural pasaría a ser una auténtica estructura paralela que suplantaría al PCCh.

Los preparativos para que se desatara la Revolución Cultural tuvieron lugar en varios frentes durante el año 1965, fundamentalmente en Shanghái y en Beijing, encabezados por Jiang Qing, cuarta esposa de Mao, y Lin Biao respectivamente. El éxito de ambos preparó el camino para que un año más tarde diera comienzo el nuevo movimiento ideado por Mao.

“La destitución de Hai Rui”, la obra de teatro de la discordia
Jiang Qing fue enviada por su marido, Mao -con el que tenía una relación matrimonial nula, viviendo en distintos domicilios, pero manteniendo una lealtad hacia él inquebrantable-, a Shanghái, una decisión que no fue tomada al azar. Jiang fue una actriz de prestigio en dicha ciudad durante los años ‘30, antes de desplazarse a finales de la década a Yan’an, donde se encontraba la resistencia comunista y donde se casaría con Mao en 1939. Confió en su esposa porque su misión no podía transcurrir por los cauces tradicionales del PCCh. Además, Shanghái era un bastión del maoísmo, dirigido por Ke Qingshi, líder ultraizquierdista cuya lealtad a Mao era incuestionable. Precisamente fue él quien presentó a Jiang Qing a sus dos mejores propagandistas, Yao Wenyuan y Zhang Chunqiao, un radical que tendría un papel creciente durante la Revolución Cultural.

El objetivo de Jiang era prender la mecha de un debate que, en principio, sería literario pero que terminaría siendo político.

Wu Han fue un historiador y vicealcalde de Beijing que escribió en 1960 una obra de teatro titulada “La destitución de Hai Rui”, un éxito que contó con la aprobación inicial de Mao y que contaba la historia de Hai Rui, un ministro de la dinastía Ming que tuvo el valor de criticar al emperador, por lo que fue apartado de su cargo. De hecho la figura de Hai Rui fue recuperada del pasado como modelo a seguir en 1959, cuando Mao instó a los miembros del PCCh a actuar como él.

Aunque a simple vista no existía ningún motivo para que todos los focos se centrarán sobre la misma, Jiang se puso en contacto con un periodista de la izquierda revolucionaria, Yao Wenyuan, para que escribiera un artículo en un periódico de Shanghái en el que denunciara la obra de Wu Han, acusándole de ocultar, en el personaje de Hai Rui, una defensa de la labor privada en su apoyo al campesinado. El comité del PCCh en Beijing, encabezado por Peng Zhen, no tardó en reaccionar, y ordenó que se retirara. Mao no actuó, permitiendo que, temporalmente, se considerara una disputa literaria, dentro del ámbito cultural.

Meses después, en invierno de 1965, Mao decidió que había llegado el momento de convertir la disputa literaria en política. Afirmó que el artículo de Yao Wenyuan no había focalizado el verdadero problema, que se encontraba en el propio título de la obra: Hai Rui fue depuesto por el emperador, en ningún caso destituido. Por tanto, la verdadera intención de Wu Han fue reflejar en el papel de Hai Rui a Peng Dehuai, antiguo jefe del Estado Mayor destituido por Mao en la conferencia de Lushan de 1959 tras realizar una serie de críticas que no fueron de su agrado. Sus críticas se difundieron y nuevamente Peng Zhen trató de evitar su difusión por todos los medios, pero fue imposible. Sabedor de lo delicado de su postura decidió tomar la iniciativa e impulsar, por medio del Grupo para la Revolución Cultural que lideraba, la elaboración del que fue conocido como “compendio/esbozo de febrero”, redactado durante los primeros días de febrero y que tenía por finalidad mostrar una serie de directrices para combatir las ideas burguesas, además de diferenciar las disputas culturales de las políticas, en clara alusión a Wu Han.

La respuesta de Jiang Qing no se hizo esperar: organizó un foro cultural dentro del Ejército Popular de Liberación (EPL), de cuyas actas se elaboró un documento en el que se llamaba a preparar una revolución cultural socialista. La respuesta fue de una gran contundencia, por lo que el movimiento de Peng quedó en nada. Mao esperó al mes de mayo de 1966 para lanzar su ofensiva contra el centro neurálgico del PCCh en Beijing, encabezado por el propio Peng. En una reunión del Comité Permanente Mao expuso que era necesario purgar a Peng y sus más allegados, y por tanto presumibles seguidores de sus políticas, dentro del PCCh.

El 16 de mayo se emitió una circular del Comité Central en la que se anunciaba la abolición del Grupo para la Revolución Cultural que encabezaba Peng Zhen y la formación de uno nuevo liderado por miembros del sector más radical del PCCh (Jiang Qing, Chen Boda o Zhang Chunqiao). Además, se formó el Grupo para la Investigación de Casos Centrales, cuyo fin era la investigación de conductas que atentaran contra el PCCh, lo que en la práctica significaba que sería el órgano encargado de impulsar, junto al Grupo para la Revolución Cultural, el caos revolucionario que estaba a punto de comenzar.

El foco se traslada al ámbito universitario
En mayo Kang Sheng envió a su esposa, Cao Yiou, a la Universidad de Beijing para, como ya hiciera Jiang Qing a petición de Mao, preparar un nuevo movimiento que no debía realizarse por medio de los cauces habituales del PCCh. En este caso la misión de Cao era ponerse en contacto con la secretaria del PCCh en el Departamento de Filosofía, Nie Yuanzi, una izquierdista radical con la que coincidió en el periodo de Yan’an, quien debería ser la pionera de un movimiento universitario.

Su primera acción, el 25 de mayo, fue desplegar una pancarta en grandes caracteres en el edificio que albergaba la cantina principal de la universidad, cuyo mensaje criticaba a los dirigentes del PCCh, especialmente al director. La acción provocó que otros estudiantes siguieran su ejemplo, lo que preocupó a las autoridades del PCCh, que trataron de convencer a Nie para que la retirara. El 1 de junio Mao dio el visto bueno a la pancarta, pidiendo que se publicara en la Agencia de Noticias Xinhua y en todos los medios, buscando así que tuviera difusión a nivel nacional (el día 2 de junio el Diario del Pueblo se hizo eco), lo que terminaría consiguiendo.

El apoyo de Mao a la pancarta de Nie fue determinante para que se extendiera el fervor revolucionario en el ámbito universitario, y pronto afectó a las escuelas de primaria y secundaria, lo que desembocaría en la suspensión temporal de las clases en universidades y escuelas de todo el país el 13 de junio. Los alumnos contaban así con la bendición del Gran Timonel para que se dedicaran a tiempo completo a la revolución cultural.

Con los campus universitarios en completa eurupción y el comité municipal del PCCh en Beijing purgado en bloque desde el 3 de junio, había llegado el momento de que se tomaran decisiones desde el centro del PCCh. Tanto Liu Shaoqi como Deng Xiaoping, los encargados de tomar decisiones ante las habituales ausencias de Mao, se mostraban perplejos ante el avance de los acontecimientos, incapaces de comprender qué estaba ocurriendo. Mao, que se encontraba en Hangzhou, se inhibió y puso en manos de Deng y Liu la resolución de los conflictos en los campus. De este modo quería comprobar si eran capaces de adoptar medidas que no entraran en conflicto con el marxismo-leninismo y sus propios postulados.

La idea de enviar cuadros del PCCh para pacificar la situación no fue descartada por Mao, pero dejó entrever que sería positivo siempre y cuando se hiciera con calma y después de analizar la situación. Se enviaron, pues, equipos formados por miembros de la Liga de la Juventud Comunista de China y los citados cuadros a todos los campus de Beijing y de otras grandes ciudades. Pronto surgieron los enfrentamientos, pues los equipos acusaron a los jóvenes rebeldes de “elementos antipartido”, mientras que estos fueron tachados de colaboradores, en el caso de Beijing, del depuesto comité municipal, encabezado por Peng Zhen. Enviar a los equipos precipitadamente, estigmatizando a todos aquellos que se rebelaban contra un sistema universitario chino donde primaba el nepotismo, se frenaba la originalidad y cuyo método de enseñanza seguía siendo el “relleno de pato” (método consistente en la memorización, dejando al margen la creatividad), fue, acorde al desarrollo posterior de los acontecimientos, un error de Liu y Deng.

Mao y el río Yangtsé
Otro de los momentos clave que marcaron los meses anteriores al comienzo formal de la Revolución Cultural tuvo lugar en el río Yangtsé. El 16 de julio, durante más de una hora, Mao nadó en el río, un acto cargado de simbolismo que representaba tanto su regreso a la política diaria como una demostración de fuerza y vitalidad.

Con su regreso a la capital comunicó a Liu que el haber enviado cuadros a los campus fue un error, mientras que Jiang Qing se desplazó a los campus para alentar a los más radicales. A comienzos del mes de agosto incluso se sumó a las pancartas de grandes caracteres, en la que aparecía escrito “¡bombardeemos los cuarteles generales!”, demostrando que confiaba más en las masas para dirigir la revolución que en el propio PCCh. De hecho, en el mes de agosto Mao comunicó a Lin Biao que sería su sucesor en detrimento de Liu Shaoqi.

La figura de Lin Biao
Si nos remontamos al año 1965 podemos decubrir los movimientos de Lin Biao para garantizarse el control del EPL, lo que le serviría para alzarse como una figura fundamental en los primeros años de la Revolución Cultural. Lin jugó sus cartas desde Beijing, tratando de asentar su posición dentro del PCCh y del EPL.

En calidad de ministro de Defensa entró en conflicto con el jefe del Estado Mayor, Luo Ruiqing, sobre la línea que debía seguir el EPL: para Lin era fundamental que los militares se formaran políticamente, que recibieran una educación política fundamentada en los principios del marxismo-leninismo y el maoísmo, mientras que Luo optaba porque el ejército siguiera siendo una fuerza profesional, alejada de las disputas políticas. La situación era delicada y Mao optó por dar la razón a Lin Biao, aceptando sus quejas sobre la falta de regularidad en los informes que debería hacerle llegar y los intentos de Luo por lograr su cese como ministro. Apartó a Luo Ruiqing de la jefatura del Estado Mayor y dio su visto bueno, de este modo, a la politización del EPL, lo que puede traducirse en una maniobra más de Mao para reducir las posibilidades de un golpe de Estado, algo en lo que llevaba pensando varios años y que al contar con un ejército politizado sería más complicado de llevar a cabo. Como afirmó Lin:

“Mientras que debería destinarse una cantidad concreta de tiempo para el entrenamiento, la producción militar, etc., no debería permitirse que dichas actividades invadiesen la política. Por otro lado, sí debe permitirse que la política invada las otras actividades”.

El control de la Oficina General del Comité Central del PCCh
Uno de los últimos movimientos previos al comienzo oficial de la Revolución Cultural tuvo como protagonista al propio Mao. En noviembre de 1965 destituyó al director de la Oficina General del Comité Central del PCCh, Yang Shangkun, por haber realizado escuchas de sus conversaciones privadas, sin su consentimiento, a comienzos de la década de los ’60, algo de lo que tenía constancia desde hacía varios años. La verdadera razón que motivó su destitución precisamente en aquél momento estaba relacionada con la posición que ocupaba, un puesto clave para conocer el tránsito de información, por lo que eligió en su lugar a Wang Dongxing, director de la Oficina Central de Vigilancia, quien estuvo a cargo de su seguridad personal y que se caracterizó por su fidelidad sin fisuras.

De este modo podemos observar cómo desde distintos frentes se fueron asentando los pilares sobre los que se sostendría la estructura de la incipiente Revolución Cultural. 1966 fue el comienzo de una nueva era dentro de la República Popular China.

Fernando Prieto es historiador especializado en Asia Oriental y máster en Economía y Negocios de China e India

Fuente:
https://politica-china.org/areas/sociedad/la-revolucion-cultural-ultimos-movimientos-antes-del-caos-bajo-las-estrellas-1962-66