Mostrando entradas con la etiqueta revolución de los claveles. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta revolución de los claveles. Mostrar todas las entradas

martes, 21 de mayo de 2024

DESCLASIFCADOS DESPUÉS DE 50 AÑOS. Los papeles secretos de la diplomacia franquista sobre la revolución portuguesa.

Revolución de los Claveles
Soldados y civiles celebran el 25 de abril de 1974 la victoria del levantamiento militar que acabó con la dictadura de Marcelo Caetano y abriró el camino hacia la democracia en Portugal.

Documentos de 1974 desclasificados ahora muestran la resistencia de Franco a reconocer al Gobierno salido de la insurrección del 25 de abril y su preocupación por el regreso de don Juan de su exilio en Estoril

El pasado 23 de abril, dos días antes de cumplirse el 50º aniversario de la Revolución Portuguesa, el Consejo de Ministros aprobó la desclasificación de tres documentos secretos del Ministerio de Asuntos Exteriores que reflejan cómo el franquismo encajó la caída de Marcelo Caetano, dictador del país vecino y sucesor de Oliveira Salazar, el creador del llamado Estado Novo 41 años antes. Al contrario que la mayoría de los países occidentales, España carece de una ley que desclasifique automáticamente los documentos secretos cuando transcurren determinado número de años y sigue rigiéndose por la legislación franquista, que los mantiene ocultos para siempre, salvo que el Gobierno decida sacarlos a la luz.

Eso es lo que ha hecho el Ejecutivo con dos telegramas remitidos el 26 y el 28 de abril de 1974 por el Ministerio de Asuntos Exteriores a la Embajada de España en Lisboa; y con una nota enviada el 31 de mayo a dicho ministerio por la representación diplomática en Lisboa. Los papeles hasta ahora secretos, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, han sido ya entregados por el Gobierno español a su homólogo portugués como contribución al conocimiento del contexto histórico en el que se desarrolló la llamada Revolución de los Claveles. Su impacto fue profundo en España tanto por el temor que provocó entre los responsables del régimen franquista como por la esperanza que suscitó entre la oposición democrática.

De hecho, la dictadura encargó unos meses más tarde al Instituto de la Opinión Pública, precedente del actual Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que realizase un sondeo para “conocer la opinión de la población sobre los cambios políticos habidos en Portugal desde el 25 de abril de 1974″. La encuesta se realizó en octubre de 1974 entre 1.100 personas de Madrid y Barcelona. “La mayoría no tiene una actitud definida en un sentido o en otro; pero, de los que la tienen, el porcentaje que ve con simpatía [lo sucedido en el país vecino] es más alto que el que lo ve con antipatía (20% frente a 13%)”, señalaba el informe “de uso reservado” que no salió a la luz hasta el año pasado.
A la izquierda, nota del 31 de mayo de 1974. A la derecha, telegramas del 26 y 28 de abril. Los tres documentos secretos han sido desclasificados ahora, al cumplirse 50 años de la Revolución de los Claveles.
A la izquierda, nota del 31 de mayo de 1974. A la derecha, telegramas del 26 y 28 de abril. Los tres documentos secretos han sido desclasificados ahora, al cumplirse 50 años de la Revolución de los Claveles.

De los documentos desclasificados ahora, el primero es un telegrama, con la rúbrica de secreto, fechado el 26 de abril, solo un día después del levantamiento de los capitanes portugueses. En el mismo se instruye al encargado de Negocios español en Lisboa (máximo responsable de la Embajada en ausencia del embajador) sobre la respuesta que debía dar si “de forma pertinente y por persona responsable” se le pregunta si España reconoce a la Junta de Salvación Nacional, creada para tutelar la transición política y presidida por el general António de Spinola, que pasó a tener un papel protagonista tras recibir la rendición de Caetano la tarde del 25 de abril, pese a que no pertenecía al grupo de oficiales sublevados.

La contestación debía ser la siguiente: “El Gobierno español no tiene necesidad de hacer declaraciones de reconocimiento porque resulta implícito en la continuidad de las plenas relaciones diplomáticas entre países amigos”. Es decir, el Gobierno franquista no quería reconocer expresamente a las nuevas autoridades revolucionarias, pero tampoco estaba dispuesto a mover un dedo en apoyo de la dictadura del país vecino, que se había derrumbado como un castillo de naipes ante la insurrección militar y el masivo apoyo popular que recibió. El plan operativo del Movimiento rebelde incluía el cierre de la frontera con España durante el 25 de abril de 1974 para evitar un potencial envío de refuerzos de Franco a Salazar, apoyado en el Pacto Ibérico de No Agresión y Amistad que ambos dictadores habían firmado en 1939. Pero los temores de los capitanes de abril resultaron infundados y el régimen español optó por la cautela.

Aunque el telegrama fue “comunicado” al departamento de cifra del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado de encriptarlo y transmitirlo, por la Dirección General de Europa, al final del texto aparece la firma “Cortina”. El ministro español de Asuntos Exteriores en ese momento era el diplomático Pedro Cortina Mauri, padre de los conocidos empresarios Alfonso y Alberto Cortina y uno de los artífices del pacto tripartito por el que España cedió en 1975 el Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania, precisamente para evitar una guerra colonial como la que había causado la caída de la dictadura portuguesa, que durante 13 años combatió contra los independentistas de Mozambique, Angola y Guinea-Bissau.

El segundo telegrama, “cursado por orden telefónica del señor director general de Europa”, también está firmado por “Cortina” y , además de la palabra “Secreto”, incluye en su encabezamiento el rótulo de “Muy urgente”. El texto contiene instrucciones al encargado de Negocios en Lisboa para que acuse recibo de una “nota verbal” (comunicación escrita de carácter diplomático sin firma ni sello) de las nuevas autoridades portuguesas y, a primera hora de la mañana siguiente, entregue en el Ministerio luso de Negocios Extranjeros otra nota verbal con la respuesta del Gobierno franquista en los siguientes términos: “Se toma nota de la constitución [de la] Junta [de] Salvación Nacional presidida por Su Excelencia general António Spinola, con la que el Gobierno español seguirá manteniendo la continuidad de las plenas relaciones diplomáticas felizmente existentes entre los dos países”.

Con cuatro días de retraso, el régimen franquista se decidía así a dar el paso de reconocer formalmente al nuevo poder Ejecutivo salido de la revolución del 25 de abril. En el mismo telegrama, se instruía al encargado de Negocios español en Lisboa para que urgiera una “pronta contestación” de las autoridades portuguesas a una solicitud anterior del Ministerio de Exteriores español, pendiente del beneplácito de su homólogo, cuyo alcance y carácter no revela el texto.

El tercer documento desclasificado es una extensa nota que la Embajada de España en Lisboa remite a Madrid dando cuenta de unas declaraciones del conde de Barcelona, padre del futuro rey Juan Carlos, exiliado entonces en Estoril, a unos 25 kilómetros de Lisboa. “Cómo puedo yo abandonar Portugal, donde tantos años he vivido y tanto admiro, ahora que inició el camino de la democracia que siempre propugné para mi país”, son las palabras de Juan de Borbón que recoge el cable diplomático citando un artículo del Diario Popular, un vespertino lisboeta de la época.

Según la nota, estas palabras se las dijo el abuelo de Felipe VI a Joaquín Satrústegui, un político liberal y monárquico español que militó en la oposición antifranquista y sería elegido senador en las primeras elecciones democráticas. El documento, fechado el 31 de mayo de 1974, más de un mes después del triunfo de la revolución, califica a Satrústegui de “demócrata muy unido al conde de Barcelona y persona de mucho prestigio en los medios políticos del país vecino”, hasta el punto de que, durante su visita a Lisboa, habría sido recibido por Adelino da Palma Carlos, primer ministro del Gobierno provisional, y el dirigente socialista Mario Soares, entonces ministro de Asuntos Exteriores.

Según el documento desclasificado ahora, el conde de Barcelona hizo estas declaraciones ante Satrústegui, quien informó al periodista de Diario Popular, al que reveló también “la existencia de presiones por parte de algunos sectores políticos de España para que el conde de Barcelona abandone Portugal y regrese a su país o vaya a otra nación. Esos sectores”, agrega la nota, “invocan supuestos peligros para el conde de Barcelona en consecuencia de las transformaciones políticas acaecidas en Portugal el 25 de abril”.

Es en el último párrafo del cable donde el encargado de Negocios hace su propia aportación, más allá de lo que cuenta el diario portugués: “Se sabe por el contrario que el conde de Barcelona mantiene su idea de no abandonar Portugal, ahora más que nunca, habiendo enviado, dos días después del alzamiento de las Fuerzas Armadas, un telegrama de felicitación al general António de Spinola”. Aunque Spinola cayó en septiembre de 1974 y la revolución portuguesa se escoró hacia la izquierda, dejando de ser un modelo para los monárquicos españoles que aún soñaban con una restauración en la persona de don Juan, el conde de Barcelona siguió viviendo en Estoril y no regresó a España hasta después de ceder a su hijo Juan Carlos los derechos dinásticos, en 1977.

sábado, 25 de abril de 2020

25 de abril siempre

En Portugal, como en otros países europeos, existe un conflicto sordo entre los ciudadanos y sus representantes políticos. Sin la virulencia de España, se ha hecho evidente esa incomodidad, también la capacidad manipuladora de la demagogia

Cartel sobre el 25 de Abril 1974 de Maria Helena Vieira da Silva titulado "A Poesia Está na Rua"
"A Poesia Está na Rua", para el 25 de Abril 1974 de Maria Helena Vieira da Silva

"Si el parlamento está abierto ¿por qué vamos a cerrarlo justo el 25 de abril?". Con esta frase tajante el presidente de la cámara canceló la polémica desencadenada en Portugal sobre la conveniencia de mantener, en pleno periodo de confinamiento, el acto conmemorativo de la revolución que supuso el establecimiento de la democracia hace ahora 46 años. En el debate, que ha ocupado horas de televisión y las primeras páginas de los periódicos, se han manejado razones de peso, algunos insultos y bastante oportunismo.

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie y personas tocando instrumentos musicales

La mayoría de los grupos parlamentarios, desde el conservador PSD a la izquierda más radical, defendían el acto político e institucional porque "la democracia no está suspendida", sería incoherente, además de un grave precedente, no celebrar la libertad precisamente en época de confinamiento. Quienes así argumentaban se dieron de bruces con una frase tremenda, puesta en boca de las víctimas de la pandemia: "Si no hemos podido enterrar a nuestros muertos, no tenemos nada que celebrar en el parlamento". Esta frase, reproducida masivamente en las redes sociales, alentada por opinadores de varias tendencias, consiguió instalarse en el imaginario portugués durante varios días, en los que los ataques y las descalificaciones contra la llamada clase política se sucedieron, poniendo de manifiesto una animadversión ciudadana que no suele expresarse de forma tan rotunda.

Quienes defendían la necesidad, este año más que nunca, del acto de reafirmación democrática tardaron en explicar razonadamente su posición más de lo debido. Por fin, el parlamento, con la excepción de los diputados de la extrema derecha, dos grupos minoritarios, decidió mantener la ceremonia respetando las normas de seguridad sanitaria establecidas, las que se venían cumpliendo en todas las sesiones que fue necesario celebrar. De esta forma, hoy, en la Asamblea de la República, el presidente Marcelo Rebelo de Susa pronunciará su discurso, por diversas razones especialmente esperado, ante la presencia del primer ministro Antonio Costa, diputados de todos los partidos y algunos invitados, pocos, entre ellos los militares de aquel 25 de abril histórico que restituyó la dignidad frente a la dictadura.

No tendrá lugar la manifestación ciudadana que recorre cada año la Avenida de la Liberdade de Lisboa, pero a las tres de la tarde se abrirán las ventanas de las casas portuguesas para cantar "Grandola" a pleno pulmón: "Grandola, villa morena, tierra de fraternidad, el pueblo es quien más ordena, dentro de ti, oh ciudad". Será un 25 de Abril atípico, por mil razones quedará marcado en la memoria. La poesía no estará en la calle, como decía el cartel de la pintora Viera da Silva que dio la vuelta al mundo, la poesía hoy estará en las ventanas de las casas portuguesas.

En Portugal, como en otros países europeos, existe un conflicto sordo entre los ciudadanos y sus representantes políticos. Sin la virulencia con que se manifiesta en España, se ha hecho evidente esa incomodidad, también la capacidad manipuladora de la demagogia extremista que asola otros lugares del mundo. El episodio del 25 de abril ha sido revelador de una tendencia en alza, que no puede ser reducida a categoría de anécdota, menos aún en este periodo de incertidumbre. Y es que no todo podía ser idílico es un país con índices altos de pobreza, dependiente del sector turístico, con el mar como frontera por un lado y con un vecino tantas veces avasallador por el otro. Sin embargo, Portugal consigue sobrevivir y a veces admirar al mundo, como aquel 25 de abril de la Revolución de los Claveles que hoy recordamos, o más tarde, cuando rompió tendencias europeas al lanzar la fórmula del "gobierno de la jeringonza", o ahora, presentando números de víctimas por la pandemia que siendo crueles no llegan a la dimensión de España. El confinamiento se vive en Portugal con la melancolía propia de esta forma de estar en el mundo. Se nota tristeza en el ambiente, precaución, miedo: ¿cómo se reorganizará la vida en un país de monocultivo? Y esta pregunta legítima, sin respuesta de momento, que recorre casas y familias tantas veces desprotegidas, también es usada para fomentar el odio como instrumento político, odio medido, interesado y mezquino, que se nutre del dolor real, va dirigido contra los valores de convivencia y sorprende a generaciones sin bagaje cultural y social para enfrentarlo. Esto es real y está pasando.

También sucede la emoción: en la vida que nos es permitida, la que se ve desde la ventana o en las redes sociales, he percibido consuelo, o un atisbo de optimismo, al oír o leer ciertas propuestas que llegan del otro lado de frontera: "Cuando se levante el confinamiento", decían mensajes que circulan como antídotos contra la peste, "hay que ir a Portugal, porque Portugal defendió a España ante la prepotencia holandesa". Fue el primer ministro portugués el que calificó de repugnante la declaración del ministro de finanzas holandés, no el país entero, pero como en un imaginario partido de fútbol, por unos instantes Portugal y España vistieron la misma camiseta y eso fue hermoso. Queda pendiente el tal viaje, quién sabe si en la sociedad de después de la pandemia las relaciones entre los habitantes de los países no serán más fluidas y amables, con sentimiento de estar en casa independientemente del idioma que se oiga, por fin entendido porque para entender solo hace falta atender.

Mientras ese tiempo llega, en la reclusión en la que estamos, desde el parlamento con voz y fuerza, desde las ventanas con claveles rojos y el canto de Grandola, se volverá a vivir el 25 de abril, día "inicial y limpio" como dijo la poeta Sofía de Melo Brayner Andresen en un poema que forma parte de la memoria colectiva:

Esta es la madrugada que esperaba
El día inicial entero y limpio
Donde emergimos de la noche y del silencio
Y libres habitamos la sustancia del tiempo

https://www.eldiario.es/zonacritica/abril-Siempre_6_1020207984.html