De un tiempo a esta parte, tengo la impresión —compartida por muchos otros— de que los deberes ocupan demasiado tiempo en la vida de los niños y de los propios padres. Tengo además la certeza de que, tal y como son, no ayudan a mejorar su rendimiento escolar1. Pero cuando mi hijo José, de 7 años, trajo esta nota de deberes el día que les daban las vacaciones de Semana Santa, me pareció tan disparatado, tan absurdo, que decidí, contrariamente a lo que había hecho hasta entonces, no dejarlo pasar, quejarme ante la profesora que lo había perpetrado y elaborar un texto (este) contra la inercia de los deberes sin sentido para remitírselo a la dirección del centro.
Esta fue la "tarea para Semana Santa" entregada a mi hijo:
• Lengua: estudiar el tema 11, a la vuelta haremos el control. Hacer un diario de las vacaciones en el cuaderno, similar al que hicimos durante las navidades. Ficha de lectura de La cometa.
• Matemáticas: estudiar las tablas. Cuadernillo Dylar, páginas 3, 4, 5 y 6.
• C. medio: páginas 106, 107, 108 y 109. Hacer el dibujo de la actividad 5 en un folio. Estudiar el tema, a la vuelta haremos también el control.
1. Los niños pasan en la escuela un número de horas suficiente para alcanzar los objetivos exigidos con el trabajo que desarrollan dentro de la misma. Frente a la afirmación “solo les pongo tarea para que la hagan en media hora”, conviene recordar que no todos los niños emplean el mismo tiempo en hacer las mismas cosas, no tienen el mismo nivel curricular, ni de concentración o motivación. Habitualmente, coinciden deberes de distintas asignaturas, sin que previamente haya habido acuerdo entre los distintos profesores para que no sea así, con lo que el tiempo dedicado excede en mucho ese propósito.
2. No siempre todo lo que se les manda saben hacerlo por sí mismos, convirtiéndose la casa en la escuela y los padres en profesores ¿Cuántas veces se les enseña en casa lo que deberían haber aprendido en la escuela? Por otra parte, el docente no está presente cuando el alumno se enfrenta a la tarea, con lo que desconoce los errores que pueda cometer en su realización y no puede corregirlos de manera inmediata, que es el requisito fundamental para que una intervención de esa naturaleza resulte eficaz. Hay niños que ya saben hacer lo que se les manda, por lo que resulta innecesario aumentar la tarea; para otros que no lo saben, resulta inútil, por más y más que se les mande. En este contexto, la realización de los deberes para casa contribuye a aumentar las diferencias entre los alumnos, con lo que este tipo de trabajo es manifiestamente injusto.
3. Como consecuencia del punto anterior, muchos padres sin formación, sin conocimientos académicos, sin tiempo o ganas, se ven obligados a recurrir a “clases particulares”, siempre que se lo puedan permitir, ya que suele coincidir un bajo nivel académico con un bajo nivel económico. También como consecuencia del punto 2, no pocas veces acaba provocando discusiones, tensiones o conflictos familiares. Por otra parte, casi todos los niños realizan actividades extraescolares de naturaleza muy variada, todas sin duda formativas, pero esto “no cuenta”, o no se tiene en cuenta.
4. Con frecuencia, los trabajos para casa son repetitivos, reproductivos, monótonos y muy aburridos, como por ejemplo: innumerables cuentas, copia de larguísimos enunciados o cuadros, enunciado de verbos, etcétera, sin posibilidad de que el niño y su familia organicen su propio tiempo, ni haya espacio para la creatividad. Otras veces las instrucciones son claramente insuficientes, sobre todo cuando se mandan trabajos, donde normalmente solo se les proporciona el tema: El petróleo, El hambre en el mundo, etcétera.
5. Cuantos más deberes para casa, más tiempo se emplea en corregir. Tal vez por eso, paradójicamente, no haya suficiente tiempo dentro del aula para hacer lo planificado —o lo necesario— y se manden para casa deberes. Así un día y otro y otro. Algunos profesores dan tiempo a los alumnos para que los vayan haciendo en clase, considerando exitoso el lograr terminarlos en el tiempo escolar, lo que no hace sino confirmar la bondad de realizar todo el trabajo dentro del aula.
(1) Alfie Kohn, La verdad acerca de los deberes.
Germán Trugeda Escudero es profesor del instituto Miguel Herrero Pereda en Torrelavega (Cantabria).
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